08- Peleas y reconciliaciones
Fernando
Mi cara duele como mil demonios. No fue suficiente con la caída que me di gracias a Susan, no, tenía que pelear ¿Qué pasa conmigo? No me arrepiento de haberlo hecho, pero cómo fui tan imbécil como para dejar que ese me golpeara ¿Dónde quedó todo lo que aprendí en las películas? Lo que me conforta es que a él le fue peor, maldito.
Pero al final todo resultó bien, sin expulsión, sin castigo y con una gran satisfacción interna como premio.
Analepsis.
Me encontraba caminando hacia las escaleras donde me encontré por primera vez con Susan, habían pasado dos días y nada que respondía mis mensajes o me buscaba.
¿Me estará haciendo lo mismo que le hice?
Pero yo sí le estoy demostrando interés, tal vez se aburrió de mí, debo tener un poco de dignidad también.
Aunque yo le dejé de hablar por casi una semana y aun así ella me recibió con los brazos abiertos cuando le escribí ¿debo hacer lo mismo?
Unas voces llegan hasta mí ocasionando que salga de mis pensamientos, al voltearme me doy cuenta que es Karen y un chico pecoso, tiene pinta de "chico malo, soy el macho que manda aquí" estúpido― ¡Ya no puedo soportarlo más Marlon, eres un idiota! ―el rostro de Karen es un poema, está entre querer matarlo y echarse a llorar o golpearlo hasta el cansancio.
― Perdóname ¿sí?, no fue tan grave ―la toma del brazo― deja de hacer drama.
― ¿Drama? ¡DRAMA! ―alza la voz― me llamaste Susan ¡SUSAN! ¿Eso te parece poco? Eres un maldito.
¿Susan? ¿Mi Susan? No, debe ser otra, dudo que ella tenga algo que ver con ese.
Hace una mueca de fastidio― te dije Susan ¿y qué? Vamos Karen, te hace falta ubicarte en tu lugar ―la toma del rostro― te he soportado tantos meses sólo porque eres su amiga ―sonríe con malicia― cuando estoy contigo imagino que eres ella, recuerdo su sexy cuerpo y su rojizo cabello. Tú en cambio... ―la mira de arriba abajo― no tienes ni el cuerpo, cara o cabello.
Cabello rojizo... Susan...
Me acerco a él a pasos lentos, el rostro de Karen expresa dolor puro, la destruyó emocionalmente.
Basura
― Pídele perdón ―un suspiro abandona mis labios.
Él me mira con una sonrisa de medio lado.
― ¿Y tú quién eres? ¿Su guardaespaldas? ―Ríe un poco.
― Soy una persona que no conoces, pero lo harás si no le pides perdón ―sonrío― vamos, te espero.
Se aleja de Karen para dirigirse a mí, alza la barbilla y saca pecho, parece un gallo de pelea, ridículo.
― ¿O qué? ―sonríe.
Imito su gesto antes de estamparle un puñetazo sobre el rostro. El color carmesí se esparce por toda su mejilla mientras este se estabiliza de nuevo. Estampo mi otro puño sobre su otra mejilla, un chillido por parte de Karen es lo que recibo como respuesta.
Me alejo de él dando por terminada la "pelea" pero este me jala por el hombro haciendo que me gire hacia su dirección.
No logro analizar bien todo cuando un puñetazo es lo que me recibe, me golpeó justo donde había recibido la caída. Giro mi rostro despacio con una sonrisa, no puedo creer que me golpeó.
Me abalanzo sobre él golpeando su rostro con rabia. El recuerdo de sus palabras me invade la mente llenándome de adrenalina. El nombre de Susan no debería de salir por sus asquerosos labios.
Siento como alguien trata de sepárame de él, pero es inútil.
No sé en qué momento pasa, pero logra incorporarse quedando encima de mí estampándome golpes por todo el rostro.
Como medida de emergencia tomo su cabello jalándolo con fuerza hacia abajo para luego estamparle un golpe sobre la nariz. Se aparta de mí gritando mientras intenta cubrirla con sus manos, logro visualizar como está chueca y brota sangre de ella. Humedezco mis labios, pero al instante me arrepiento, un sabor metálico es lo que inunda mis papilas gustativas.
Volteo a ver hacia mi alrededor, más de 20 estudiantes están agrupados viendo todo desde una distancia prudente.
Vaya fama te ganaste Fernando.
Pensé que iba a ser suspendido, pero sólo me regañaron, al parecer la suspensión de clases debido al virus me jugó a favor. Me exigieron disculparme con el tal Marlon, pero no lo hice, no siento que haya hecho algo malo, él es una escoria más de la humanidad. Es más, él debió haberse disculpado con Karen y Susan.
La idea de ese chico viendo de esa forma a Susy me enferma, no porque sea celoso, si no que no me agrada que traten a las mujeres como si fueran cosas, además, en el rostro de ese chico vi como una lujuria se esparcía al hablar sobre el cuerpo de Susan.
Susan...
Al final sí me escribió pidiéndome vernos, quizás hacía lo mismo que yo y por fin decidió ceder o tal vez quiere decirme que me aleje de ella, las posibilidades son infinitas.
Camino a pasos rápidos por la cafetería, hoy podría ser el último día que la vea y eso me entristece un poco, si seguimos como estamos no hablaremos más y yo... yo no quiero eso, ella me agrada y por primera vez no quiero alejarme.
Logro visualizar una bola rojiza sentada en la parte más solitaria del lugar, una bebida naranja es lo único que adorna la pequeña mesa de madera.
Vamos a lo que Dios quiera.
Me acerco sonriente mientras tomo asiento al frente de ella. Cuando alza la mirada su rostro expresa asombro puro, como si hubiese visto a un Fernando con tres cabezas.
― ¿Qué te pasó? ―apoya sus codos sobre la mesa― no creí que Marlon pegara tan fuerte ―¿cómo se enteró de la pelea? Bueno, con tantos espectadores no saberlo sería imposible.
Alzo un ceja― ¿entonces sí lo conoces?
Asiente― desde hace años ―no me lo esperaba― ¿por qué pelearon? ―bebe de su jugo con desinterés.
Ni en sueños pienso decirle, se sentiría mal si se entera que Karen era usada para ser su "reemplazo" hasta ganas de vomitar me dan por pensar sobre eso.
― Ese chico se burló porque venía del pueblo ―trato de expresar la mayor seriedad posible― y no pienso dejarme asustar por gente así.
Mira con detenimiento mi rostro, espero que no se dé cuenta que estoy mintiendo― los golpes no son la solución.
Una risa seca se me escapa― con personas así no es bueno malgastar las neuronas ―alza una ceja― ¿me dijiste que viniera sólo para preguntarme eso? ―cambio de tema, me conozco muy bien y sé que podría soltarle la verdad en cualquier momento.
Su rostro adquiere un tono carmesí― no... ―baja la mirada mientras muerde su labio inferior.
― ¿Entonces? ―ahora soy yo el que se apoya sobre la mesa― ¿quieres que me aleje de ti? ―la pregunta sale de mis labios antes de que la procese. Alza la mirada de inmediato mientras niega una y otra vez. Eso causa que una presión en mi pecho desaparezca casi al instante.
― Quería pedirte disculpas por dejarte de hablar ―esquiva mi mirada― fui una tonta.
Analizo su rostro a detalle, ahora que lo pienso debería estar usando una mascarilla, ella puede estar en riesgo.
― Yo también te dejé de hablar de la nada y no me disculpé ―ladea la cabeza ―lo siento.
Niega― ya no importa ―sonríe― lo importante es que ya somos amigos ¿cierto?
Estoy a punto de contradecirla, pero me lo trago, con una amistad empieza todo, con esa llave tengo más acceso y probabilidades de algo, ya no debo imaginar que es una "conocida" ella misma acaba de decir que somos amigos. Esto debe ser una señal.
― Cierto ―sonrío― ¿ahora dime por qué no llevas una mascarilla? No deberías estar exponiéndote así, es peligroso.
Abre sus ojos con sorpresa― lo olvidé por completo ―mira nuestro alrededor― tengo muchas cosas en la cabeza hoy.
― ¿Qué cosas? ―tomo mi mochila en busca de algo― ¿qué podría ser más importante que tu salud? ―le extiendo una mascarilla, es curioso que las enseñanzas de mi madre fueran útiles en esta situación.
― La familia es más importante que todo ―toma la mascarilla entre sus manos― ¿por qué cargas dos? ¿Tú la hiciste?
Guardo silencio unos segundos ¿tiene problemas con su familia? ¿Qué será?― mi mamá siempre me decía que cargara un repuesto para todo, uno nunca sabe una emergencia ―el recuerdo de mi madre me invade la cabeza, llevo dos semanas sin hablar con ella― la cosí yo mismo, otra cosa que me enseñó mi mamá ―frunzo el ceño.
― Tu mamá parece muy precavida, me recuerda a mi hermana ―sonríe― ¿cómo se llama?
Muerdo mi labio inferior― Olivia, es muy linda y hace unas galletas deliciosas ―siento como la boca se me vuelve agua al recordar mis asaltos nocturnos en la panadería.
― ¿Entonces todos los días desayunas galletas caseras? debe ser delicioso ―sonríe― en mi casa el que sabe cocinar es mi papá, pero lo hace muy poco, se la pasa trabajando.
Niego― mis padres están en el pueblo ―aprieto los puños― ellos me tiraron como basura acá.
Se coloca la mascarilla mientras me mira fijamente― ¿Por qué lo dices? Si lo hicieron sus razones tendrán ¿les preguntaste?
― No, no he vuelto a hablar con ellos desde que llegué y no pienso hacerlo ―frunzo el ceño― si quisieran saber de mí no me hubieran abandonado.
Me mira incrédula― dudo que una madre que aconseja a su hijo con dedicación lo abandone ―saca su celular― por algún motivo muy fuerte te debió haber mandado.
Guardo silencio, no lo había pensado así, pero si todo iba bien, el negocio no estaba mal, yo tenía buen comportamiento, mi padre no le debía dinero a nadie ¿entonces qué?
― Pero no encuentro motivos para que hayan hecho eso.
― Pero siempre los hay ―suspira― deberías hablarle, ella debe estar sufriendo por tu rechazo, dale la oportunidad de explicarse.
Puede que tenga razón, no pierdo nada haciéndolo.
― Ya veremos ―suspiro― ¿y tú qué? ¿Cuáles son tus problemas familiares?
Niega― ninguno ―su semblante se vuelve a uno triste, algo grave debió pasar, pero no me incumbe, si quisiera hablar ya me lo hubiera dicho― oye, salí linda en la foto que me enviaste.
Sonrío― puedes tener más huracancito ―acomoda su cabello.
― Ya lo sé, ya lo sé ―alza las cejas― pero responderé cualquier pregunta cuando esté cómoda en mi casa ―mira la pantalla de su celular― ya van a empezar las clases, te escribiré más tarde ―se pone de pie. No quiero que se vaya.
― Esperaré tu mensaje ―tomo su mano evitando que se marche. Siento como mi piel se eriza al sentir su tacto― déjame apreciarte un poco ―alzo su mano dándole una vuelta, ella me mira confundida pero no se queja― no sé cuándo te vea otra vez "físicamente."
Asiente― si ese es el caso ―se suelta de mi agarre y empieza a caminar a mi alrededor― déjame apreciar tu belleza física también.
― Vas a hacer que me sonroje ―bromeo― así que te parezco bello físicamente ―me acerco a ella dando un paso, pero esta da un paso hacia atrás.
― Distanciamiento social amigo ―coloca su mano entre nosotros― me gustó hablar contigo, nos "vemos" ―hace comillas― más tarde.
Asiento― nos vemos Sustalker ―me lanza una mirada asesina, pero se va.
Sabía que no sería capaz de golpearme por llamarla así.
Me quedo de pie viendo como su melena rojiza desaparece de mi campo de visión.
Espero poder verte de nuevo linda.
...
No pensé que la espera estresara tanto.
Me encuentro sentado sobre mi cama en posición fetal mientras observo mi celular con detenimiento.
Si mis cálculos son correctos mi madre me llamará a esta hora.
No pierdo nada preguntando.
Es mi madre y mi padre, no puedo olvidarme así de ellos. Susan tiene razón, algún motivo tendrán.
Veo como el celular se ilumina, el nombre de "mamá" se hace presente.
Bien salgamos de esto.
Descuelgo la llamada y coloco el altavoz con nervios.
― Hijo ―la voz aliviada de mi madre llena toda mi habitación. Siento mis ojos cristalizarse casi de inmediato, cuanto extrañaba escucharla― ¿cómo estás cariño? ¿Estás comiendo bien? ¿y el colegio? ¿cómo vas con tu hermano?
Dios, no pensé que dolería tanto.
― ¿Por qué? ―mi voz sale rota― ¿por qué estoy aquí y ustedes allá?
Un silencio ensordecedor me envuelve, necesito saber una respuesta, la idea de que ya no me quieran me carcome el pecho.
― Fue por tu bien ―dice al fin― por tu bienestar.
―¿Qué bienestar? ―alzo la voz tomando el celular― me alejaron de la nada, de un día para el otro ¿por qué?
Escucho unos débiles sollozos por su parte, no quería hacerla llorar― no queríamos que te contagiaras ―mi mente queda en blanco ante esa confesión― la mayoría de personas aquí están infectadas ―entreabro mis labios― con tu hermano ibas a estar seguro, allí no había nada, estaba limpio, pe-pero te mandamos a un sitio peor ―sus sollozos se intensifican― queríamos tu bien, pero te enviamos a la boca del lobo, perdónanos.
― ¿Qué? ―Es lo único que puedo decir― ¿Cómo?
Nunca escuché nada al respecto, tampoco vi a nadie usando mascarillas ¿entonces cómo todos están infectados?
― Aquí nadie creía en eso, los que se infectaban pensaban que era un simple resfriado ―sorbe su nariz― pero yo sabía que eso no era normal, la mayoría de personas que venían a la panadería estaban enfermas, eso era extraño.
― ¿Ustedes están bien? ―interrumpo, es lo único que pasa por mi cabeza.
Silencio― Tú padre se contagió ―dejo de respirar― por eso cuando te fuiste no se despidió.
Mi mente es un completo caos, tengo más dudas que respuestas, no entiendo nada ¿cómo pasó todo esto?
― ¿Él está bien? ¿Cómo se dieron cuenta? ¿Y tú? ―las preguntas salen de mis labios una tras otra.
― Sí, sus síntomas son leves cariño. Yo le dije que fuera al hospital y allí le hicieron la prueba, yo no me contagie gracias a Dios. Ayudo a tu padre desde la distancia, actualmente cerramos la panadería para evitar que me contagie.
― ¿Pero por qué no me dijeron? ¿Cuándo se hizo esa prueba? ―recuerdo no ver a mi padre por días, pero eso era normal, yo me la pasaba en mi habitación y él en su panadería.
― Se la hicieron una semana antes que te fueras, lo confirmamos un jueves y te fuiste el domingo. No te dijimos para que no te quedaras a tratar de ayudarnos, tú debías estar protegido ―suspira― aquí es un caos, nadie obedece y andan tranquilos por la calle, somos pocos los que no nos hemos contagiado.
Siento la lagrimas caer por mis mejillas, fui un imbécil― perdón mamá ―trato de secarme las mejillas, pero es inútil― fui un estúpido, no debí tratarlos así.
― Cariño no te sientas así, gracias a Dios todos estamos bien ―puedo imaginarla sonriendo― nuestro error fue no explicarte desde un principio, todos nos equivocamos.
― ¿Isaac sabía?
― Sí hermano ―alzo mi mirada enfocándolo en el umbral de mi puerta― perdón por no decírtelo.
― Yo le dije que no te dijera cariño, quería decírtelo yo misma ―asiento como si me pudiera ver― cariño te amo, te amamos, no quiero que pienses que dejamos de hacerlo nunca.
― Yo también los amo ―Isaac se sienta a mi lado.
― ¿Me amas a mí? ―pregunta con ojos de cachorro.
― Eres un imbécil ―digo seco. Siempre arruinando los momentos.
― ¡Fernando! ¿Qué es ese lenguaje? Yo no te enseñé eso ―carcajadas se me escapan ante el regaño, extrañaba eso.
― Mamá ¿cómo está papá? ―pregunta Isaac.
― Debe estar dormido.
― ¿No lo has visto en todos estos días? ―pregunto con curiosidad, ellos son muy apegados físicamente, debe ser difícil para ellos estar bajo el mismo techo sin poder verse.
― No cariño, le pidieron guardar cuarentena un mes, él no quiere contagiarme así que se la pasa juicioso en su habitación ―Isaac mira el celular con detenimiento― pero hablamos todos los días, claro desde la distancia, fue muy extraño al principio ―ríe.
Frunzo el ceño al recordar algo― ¿Cómo hicieron para que estudiara acá? Nunca los vi haciendo trámites.
Isaac alza la mano, lo miro de mala manera al instante― Tengo una amiga y ella conoce al director, ella nos ayudó a agilizar los trámites ―alzo un ceja― como mi papá es amigo del director tampoco hubo muchos problemas, todo fue rápido.
― Duramos un par de días haciendo todo el papeleo, para nuestra suerte apenas estaba empezando el año escolar.
― Ya iba un mes de clases ―Ladeo el rostro― ¿Las calificaciones que tenía se traspasaron acá?
Isaac asiente― Pero de todas formas te tienes que poner al día ―asiento con fastidio. Sólo espero no hacer lo mismo que ya había hecho en el pueblo.
Después de eso empezamos a hablar de todo un poco, familiares, amigos, colegio, universidad, en fin. Ponernos al corriente.
Ese día aprendí a escuchar antes de juzgar. Me di cuenta que extrañaba con todo mi corazón a mis padres y que mi hermano no era tan insoportable como creía.
Familia es familia, aunque hagan cosas raras al final será por nuestro bien o lo que ellos piensen que es nuestro bien.
Un vínculo fue regenerado y reforzado, y dudo que sea roto otra vez.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top