07- Secreto de hermanas
Susan
Ya era el cuarto día de clases después del anuncio sobre el primer caso. Algunos usábamos mascarillas mientras que otros no, los que no usaban se burlaban de los que sí. Era un comportamiento estúpido al cual no le encontraba sentido, pero bueno, así es la sociedad de ahora.
Llevaba cuatro días sin ver o contestar los mensajes de Fernando, las razones eran: 1. porque no salía de mi salón, 2. me daba mucha vergüenza encararlo y 3. no sabía cómo responderle.
¿Cómo le pude decir que me atraía?
O sea, creo que sí, pero sentí como si le hubiese dicho una confesión de amor.
¿Para qué me preguntó eso?
Sus mensajes eran simples "¿cómo estás?" ¿Pero qué podría contestarle?
"Nerviosa"
"Avergonzada"
"Estúpida"
Porque sé que si le contestaba terminaría diciéndole la verdad y no quiero eso.
En el fondo sí quiero verlo y hablarle un rato, pero simplemente no puedo, es algo que me gana completamente.
― Susy escuché un chisme ―la voz de Marian me saca de mis pensamientos. La volteo a ver curiosa. Esta se encuentra apoyada sobre mi escritorio irrespetando el distanciamiento social descaradamente― ¿conoces al chico nuevo?
Sólo con escuchar eso mi corazón se acelera de inmediato, siento como ese calor invade mis mejillas ocasionándome bajar la mirada. Por suerte tengo la mascarilla puesta.
― ¿Sí, por? ―juego con un mechón de mi cabello.
― Se metió en una pelea ―abro los ojos por sorpresa― adivina con quién fue.
Se queda en silencio por unos segundos. La impaciencia me gana por completo ocasionando que alce la voz― ¿Con quién? ¡Habla! ―muerdo mi labio inferior con fuerza.
Dibuja una sonrisa en sus labios― Marlon ―abro los ojos más aun― se dice por los pasillos que se pelearon por Karen, al parecer al nuevo le gusta.
Al escuchar esas palabras sentí como si me hubieran tirado un balde de agua fría. Toda pizca de preocupación o sorpresa se fueron a la basura siendo reemplazadas por un pinchazo en alguna parte de mi pecho.
Así que eso era.
Siempre le gustó Karen, claro, eso explica muchas cosas.
No.
Eso no explica absolutamente nada, al contrario, me confunde más ¿entonces para qué me escribía o decía cosas raras? No tiene nada de sentido.
― ¿Cuándo fue esa pelea? ―alzo la mirada, ella me observa con una ceja alzada.
― Ayer ―achina los ojos― ¿el nuevo te gusta no?
Niego con rapidez― ¿por qué lo dices? Apenas y lo conozco ―acomodo mi cabello tras mi oreja.
― Nunca te han gustado los chismes, pero como mencioné al nuevo ahora te interesan ―niega con expresión pícara― te gusta y estás celosa.
Alzo una ceja incrédula ¿de dónde saca eso?― ¿celos de qué? Me da completamente igual lo que haga o deje de hacer ―levanto los hombros varias veces seguidas.
― Apenas mencioné a Karen tu mirada se volvió seria, parecía como si te hubiera dicho que perdí tu cuaderno de matemáticas ―mira hacia el techo― y sí, lo perdí.
Le dedico una mirada asesina, ya era el tercer cuaderno que me perdía― eres tan descarada, debo admitir que a veces me caes mal ―comento con fastidio.
― El sentimiento es mutuo ―sonríe.
― Que agradable tener una amistad hipócrita, al menos ambas estamos anuentes de eso ―sonrío― por suerte no te digo cosas importantes.
― Tampoco es como si me interesaran ―sonríe con "amabilidad"― siguiendo con el tema ―se sienta erguida― al parecer le rompió la nariz a Marlon, pero no creo que lo suspendan.
Ladeo la cabeza― ¿Por qué no lo harían? ―me acerco a ella, ahora soy yo la que rompe el distanciamiento social― hasta donde sé eso merece una suspensión de una semana.
Asiente― pero... ―entra la profesora de orientación interrumpiendo.
― Buenos días chicos, espero que estén bien ―una mascarilla naranja cubre su nariz y boca, una falda verde oscuro y una blusa púrpura cubren su cuerpo por completo, desde los hombros hasta las muñecas y desde la cintura hasta los tobillos. Ella siempre tan estrambótica.
― Ahora te enterarás ―se aleja de mí yendo hacia su asiento. Okay, eso me dejó más dudas aun, toda la situación es rara.
― Bien, ya saben cómo está la situación en estos momentos ―empieza a caminar por el salón― "mágicamente" los casos se han disparado de manera aterradora, no les voy a mentir, esto no me da un buen presentimiento ―niega― en fin, el director nos convocó a todos los profesores a una junta para saber qué hacer con su educación, es un riesgo que estén aquí, pueden notar claramente como algunos chicos se cuidan y otros no, y lo que necesitamos es que todos sigan las indicaciones. Como sabemos que eso no va a pasar llegamos a la decisión de suspender las clases presenciales ―todos nos miramos con sorpresa. Sabíamos que en algún momento pasaría, pero no que fuera tan pronto― mañana será su último día asistiendo a estas instalaciones, les estaremos explicando las plataformas virtuales que utilizaremos y los módulos que deben completar.
Eso se escucha a estrés masivo, ojalá los profesores tengan algo de compasión.
― ¿Y la graduación? ―pregunta un chico. Es cierto, había olvidado ese punto― profe yo quiero graduarme de manera normal ―su rostro se ve afligido.
La profesora le dedica una mirada comprensiva― es muy pronto para hablar sobre eso ―baja la mirada― pero para ser sincera dudo que ocurra.
Todos la miramos con tristeza― pero eso no es justo ―golpea el escritorio con fuerza― ¡Estudié 14 años como para que ahora me digan que no habrá graduación!
― Máximo cálmate ―habla Marian― faltan meses para eso, alguna manera van a encontrar para que puedan hacerla.
― ¡No creo, nos vamos a quedar sin la maldita fiesta de graduación! ―se pone de pie otro alumno, él era el encargado de decorar el gimnasio para la fiesta― profesora, invertí 2 años elaborando todo para "la fiesta inolvidable" ¿y ahora qué?
― Cristián te entiendo, pero eso se sale de nuestras manos ―trata de calmarlo― tal vez para esas épocas como dice Marian todo se solucionará.
La mira con reproche― ojalá eso pase ―se sienta de mala manera.
― Chicos sé que este tema es delicado, al ser su último año tenían planes para que fuera todo perfecto, pero lastimosamente la situación nos gana ―se dirige al tablero― todo depende de ustedes. Si se cuidan e incentivan a sus familiares y amigos a hacerlo, podremos controlar todo y tal vez realizar todos sus preparativos. Pero dependerá de ustedes ―nos señala a todos.
Sara bufa― ¿cree que porque 40 estudiantes se cuiden van a salvar al mundo? ―niega― todos nos vamos a contagiar en algún momento. Además, eso no afecta mortalmente a los jóvenes
Me pongo de pie― ¿Sabes? Gracias a personas como tú ese virus tomó fuerza ¿sabes a la cantidad de personas que puede contagiar una sola? Si todos tomáramos las medidas necesarias ese virus no tuviera oportunidad, pero claro, la mayoría piensa "una persona no hace la diferencia".
Ríe burlona― Eres una ilusa ―se pone de pie también― sabes, creo que tiene esas "esperanzas" porque sabes que te puedes morir ―frunzo el ceño― ¿es cierto no? Claro, que la asmática nos dé consejos de vida.
Me acerco a ella― Eres una basura ―escupo― está bien, contágiate, no te vas a morir tú, pero hasta donde sé vives con tus abuelos, ellos sí se morirán por tu intransigencia y cargarás con ese peso toda tu vida ―ladeo la cabeza― yo sí quiero mi vida y yo sí me voy a cuidar.
― Chicas cálmense ―se acerca la profesora― con discusiones no van a solucionar nada.
― Yo ya terminé profesora ―camino hasta mi asiento― sólo fue una pérdida de tiempo ―Sara se me queda viendo seria, pero se va a su asiento también.
La profesora se dirige otra vez hacia su escritorio mientras no da instrucciones e información sobre el tema.
Todo estará bien.
....
Yacía sobre mi cama tratando de escribir algo coherente. En todos los años que llevaba escribiendo canciones nunca se me había complicado tanto hacerlo como durante estas semanas. Era como si tuviera la idea, pero a la hora de traspasarla al papel sólo escribía una porquería sin sentido.
Escucho como mueven la perilla de mi puerta y el delgado cuerpo de Jenifer se hace presente.
Un hermoso overol negro con un top sin mangas del mismo color cubre su cuerpo.
A veces no entiendo cómo puede arreglarse tan bonita para andar por la casa.
Se acerca hacia mí con la mirada perdida, podría decir que hasta tiene los ojos llorosos.
― Jen... ―me acerco a ella tocando su mejilla preocupada― ¿qué te pasa?
Empieza a negar― No le digas a papá ―me mira directamente los ojos― júramelo.
La miro confundida― claro, claro lo juro ―ladeo la cabeza― ¿qué ocurre?
Una lágrima cae por su mejilla, pero la seco de inmediato. Esto no está bien, ella no es así.
Toma una bocanada aire― Estoy embarazada...
Miro su vientre a detalle mientras que siento como poco a poco mi ceño se va frunciendo.
¿Qué me acaba de decir?
― Al principio creí que era un retraso normal, pero no lo fue, ya ha pasado un mes y nada y-y me hice una prueba y mira ―me extiende el pequeño objeto. Dos líneas rojas se hacen presentes.
Camino hacia atrás en shock sentándome sobre la cama.
Esto no puede estar pasando, ella aún es muy joven.
― ¿De quién es? ―extiendo mi mano para que se siente a mi lado.
No puedo creer esto, hasta donde sé ella siempre se cuidaba ¿qué pasó entonces?
― Louis ―mis labios se abren en una perfecta "O"― aún no le he dicho y ni le diré.
Si mi mente antes era un caos ahora está peor ¿qué vamos a hacer?
― ¿Por qué no le dirás? ¿Sabes? podemos decirle a Madelen, ella podría ayudarnos ―la miro con preocupación― esto es muy serio Jenifer.
― No le diremos a nadie ―cubre mis labios con su mano― voy a abortarlo.
Abro los parpados con exageración.
¿Abortar? ¿Eso no es peligroso? ¿Ella es capaz?
― Pero... es una criaturita ―miro su vientre una vez más― es mi sobrinito ―siento como mis ojos se cristalizan.
Jenifer se pone de pie― No. Aún es pequeño, no es un bebé ―niega para ella misma― Susan, voy por mi segundo año de universidad, no puedo dejarlo todo por este bebé.
― Y específicamente vas a especializarte pediatría ¿cómo vas a hacer eso? ―chillo― Jenifer... ―tomo su mano― piensa las cosas bien, todos te apoyaremos, mi papá no se va a enojar, además Louis siempre te ha querido bien.
Su rostro se endurece más― no Susan, no puedo tenerlo, no puedo ―niega una y otra vez― y tú nunca le dirás a nadie ―se acerca a mí― esto no es fácil para mí hermana, sé que es un bebé, pero simplemente no puedo ―una lagrima se le escapa― no podría...
Me acerco a ella envolviéndola entre mis brazos. Nunca creí verla tan vulnerable, no pensé que pasaría por esta situación. Es mi hermana debo apoyarla, no estaré de acuerdo en su decisión, pero es su vida, no la mía.
― Estoy aquí ―acaricio su cabello― te ayudaré linda ―levanto su rostro, sus mejillas se encuentran rojas y cubiertas de lágrimas― todo estará bien ―mis ojos se vuelven a cristalizar al verla así― estoy contigo.
Me envuelve entre sus brazos también quedándonos así, llorando en silencio no sé por cuánto tiempo, pero siento como todo salió, miedos, dudas, tristeza.
― ¿Cuándo lo harás? ―pregunto mirando hacia un punto fijo en mi habitación.
― Mañana ―sorbe su nariz― Martina me acompañará.
Bajo la mirada hacia ella― ¿dónde será?
― En un hospital especializado para eso ―baja la mirada― Martina ya ha ido antes.
Un suspiro se me escapa― ¿tienes miedo? ―asiente― ¿estás segura de esto? ―vuelve a asentir― te quiero.
Beso su cabello― yo te amo ―se incorpora quedando al frente de mí― gracias por apoyarme ―baja la mirada― necesitaba decírtelo, no podía ocultártelo ―toma mi mano.
― Sabes que puedes confiar en mí ―sonrío un poco― así como yo confío en ti.
― Mentirosa ―sonríe― no me cuentas sobre Fernando.
Niego― no estamos hablando de mí, estamos hablando de ti ―acaricio su mano.
― No quiero seguir hablando de mí ―mira su vientre― cambiemos el tema.
Asiento despacio, debe ser difícil para ella.
Recuerdo las tantas veces ella me hacía olvidar mis miedos y problemas con los suyos, ahora me toca hacer lo mismo.
Tomo una bocanada de aire― Me preguntó si le atraía ―me observa con atención― y le dije que sí.
Seca sus mejillas acercándose a mí― ¿en serio? ¿Entonces te gusta? ¿Qué te dijo? ―sus ojos aún se ven vacíos, como si algo en ella se hubiera apagado y no podría encenderse.
Pero no seguiré con el tema, sufrirá más.
― Me envió una foto que me tomó y me dijo buenas noches ―busco el celular― mira ―le muestro la foto.
Sus ojos se abren más mientras una sonrisa decora sus labios― saliste hermosa ¿en serio él te tomó esa foto? ―le hace zoom a la imagen.
― Esa y como 50 más ―río― dice que me pasará una por cada cosa que le confiese.
Me extiende el celular otra vez― le gustas Susan ―sonríe― ¿no se te ha pasado por la cabeza que él sea "ese" chico?
¿Fernando? Verme casada con él... no, eso no es posible.
― No, no puede ser ―niego frenéticamente― son mis hormonas haciéndome una mala jugada.
Bufa― ¿Le dijiste algo después que te enviara la foto? ¿Hablaron? ―niego― ¿por qué no?
Siento mi rostro hirviendo― me da vergüenza ―cubro mi rostro― le dije que me atraía ¿cómo lo iba a encarar? Por suerte no lo veré más.
Alza una ceja― ¿por qué no? ―suspira un poco.
― Suspenderán las clases ―bajo la mirada― empezaremos con clases virtuales.
Humedece sus labios ―¿No te entristece no volverlo a ver? Susan, hasta donde sé él ha sido el primer chico que te hace suspirar, sonrojar y volverte distraída ―toma mis hombros― le confesaste que te atraía, a ningún otro chico se lo habías dicho. Además, dejaste que te tomara fotos y le aceptaste un tipo de "cita".
― Eso no tiene que ver, sabes lo que pienso sobre los noviazgos.
Niega― si nunca le das la oportunidad a nadie nunca lo sabrás, todo ha sido distinto para ti con él. No cierres las puertas de tu corazón ―vuelve a secar su rostro― mira, podrías tomarlo como un amigo, vamos, hasta tu círculo de amistad se reduce a mí ―se señala― debes darte oportunidad a nuevas cosas. Si quieres saber si es el indicado habla con él, si ves que todo fluye con naturalidad poco a poco te darás cuenta si los ves como amigo o algo más, no sé si me explico.
Asiento un poco confundida― ¿Pero y si él se enamora de mí y yo lo veo como amigo? Es una posibilidad y no quiero pasar por eso.
Lo he visto en muchas películas y no se ve nada cómodo.
― Yo te conozco, sé que cuando te des cuenta de tus sentimientos se lo dirás claramente, en él estará aceptar o no. Susan no lo volverás a ver más en meses, mañana es tu última oportunidad, no debes perderla por tonterías. Puede ser el inicio de algo muy lindo.
― ¿Eso crees? ―muerdo mi labio inferior― desde que lo conocí no sale de mi cabeza Jenifer, para bien o para mal siempre está allí. Estos días que lo he ignorado me he sentido extraña, pero me dolió más cuando dejó de escribirme.
Frunce el ceño― ¿qué más querías? Apuesto a que lo dejabas en visto ―asiento con pena― eso es cruel, ni yo hago eso ―la culpabilidad me invade de a poco― Susan, las personas no te rogarán toda la vida, si piensas así te quedarás sola.
― ¿No te tendré a ti? ―susurro.
― Conmigo no puedes casarte linda ―frunce el ceño― es más, eres una niña aún, ni Josefin que tiene 27 años piensa en casarse, tú debes pensar en noviazgos sanos solamente.
― Que pueden llevar a una boda ―Inquiero.
― O a una experiencia linda ―sonríe― no pienses tan a futuro y vive el presente.
El recuerdo de lo que me dijo Marian llega a mí.
― Él peleo ayer por una chica ―musito con fastidio― quizás sea así con todas Jenifer.
Me mira seria― ¿lo viste tú? ¿Te lo dijo él mismo? ―niego― entonces pequeña, tienes un motivo más para hablar con él, yo lo conocí y no parece malo, es más, podría decir que sus ojos le brillaban cuando te veía practicando.
Me acerco a ella― ¿en serio? ¿Estás segura?
Esta nueva información es muy valiosa, si es así entonces lo de Karen sólo son imaginaciones mías.
― Sí, sonreía mucho cuando hablaba de ti.
Alzo las cejas― ¿Habló de mí? ―siento mis latidos acelerados― ¿qué te dijo?
Me guiña un ojo― secreto de cuñados.
Restriego mi rostro con las manos, no puedo creer eso. Ni insistiré porque sé que no me dirá.
― Como sea ―la vuelvo a mirar― ¿entonces qué hago?
Alza los hombros mientras empieza a ponerse de pie― escríbele pequeña ―sonríe― dile que quieres hablar con él.
Me apresuro a tomar su mano― ¿ya te vas? Quédate aquí, tenemos semanas sin hacer una noche de chicas.
Frunce los labios haciendo mueca pensativa― entonces déjame buscar mi pijama ―sonríe― pero antes de iniciar le debes escribir ―asiento― entonces nos vemos ahora.
Y con eso salió de mi habitación. Ella está mal, muy mal, está ignorando el problema o fingiendo que ya no piensa en eso. Lo sé porque siempre lo hace, desde niña.
Quiero estar a su lado hoy, todo el tiempo posible para que no se sienta sola y triste. Quiero que sepa que yo estoy con ella.
Tomo el celular entre mis manos y busco el contacto de Fernando.
Vamos a ver qué ocurre.
Yo: nos vemos mañana en la cafetería de colegio. Debemos hablar.
Apago el celular sin esperar respuesta, no quiero llenarme de cobardía y borrar el mensaje.
Empiezo a buscar un pijama e imaginar distintos escenarios de todo, esta será una noche larga.
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