¡Especial de Navidad!
¡Sorpresa, queridos y queridas!
Sí, últimamente les estoy dando muchas sorpresas, pero es que mis vacaciones son más aburridas de lo que pensaba así que me la paso escribiendo/leyendo y bueno, espero que les guste este especial.
¡Feliz noche buena y Feliz Navidad!
Pd; Lean la nota final porque otra sorpresa les espera. ;)
Pd de la Pd; no lo subí antes de la noche buena porque posiblemente estarían preparándose para celebrar con su familia y amigos, así que lo hago ahora, a mitad de la madrugada.
Sí, aplausos para la mejor idea que tuve.
*Ruido de grillos*
Capítulo Extra.
—Hija, trae las nueces y almendras con chocolate.—Me dice Betty y yo le hago caso.
Tomo los dos pequeños tarros de vidrio llenos de dichos dulces y la sigo fuera de la cocina, yéndonos hacia la sala principal de mi casa, donde mis padres nos esperan acomodando la mesa.
Les doy una sonrisa cuando ellos ven lo que traigo. Papá se acerca y roba una almendra pero mamá le golpea la mano.
—Por Dios, ¿pero serás goloso?—Le reprocha mi madre.—Come cuando todos los invitados estén presentes.
—Lo siento cariño.—Se disculpa mi padre y, al igual que Betty, suelto una risa ante esa escena.
Es noche buena y eso me emociona por muchas razones, la primera es que mis padres pasarán esta festividad en casa. A pesar de que sus trabajos ocupen tanto de su tiempo, jamás les ha impedido venir a pasar la noche de navidad con sus hijas.
Otra razón importante es que este año es diferente, porque habrán personas nuevas festejando con nosotros.
—¡Voy!—Anuncia Betty cuando tocan la puerta.
—Yo iré.—Le aviso y señalo su delantal por encima de su ropa.—Tú ocúpate de las galletas, ya sabes cómo terminarían en mis manos sino.
Ella intenta guiñarme el ojo divertida, causando una expresión extraña pero graciosa en su rostro y se va a la cocina nuevamente mientras yo voy a la entrada.
Abro la puerta y mi sonrisa se ensancha cuando veo todas las caras que me reciben de igual forma.
—Hola a todos.—Saludo analizando a todos los Harrison.
Mi hermana está con ellos y sosteniendo una gran caja, Elliot a su lado, siguiendo Audrey, detrás James, a su derecha Débora y a su izquierda.... Mary.
No es sorpresa verla ya que es esposa de James y amiga de mis padres, pero el hecho de que esté tan cerca de Débora hace que me tense un poco, sin embargo, le resto importancia cuando veo la cálida sonrisa que me da esta última.
—Vamos, pasen pasen.—Los invito a todos y cuando van entrando, Emma les pide los abrigos.
Yo cierro la puerta y ayudo a Débora a quitarse su tapado ya que lleva consigo un pequeño tuvo colgando de su nariz y un respirador con ruedas arrastrando desde atrás. No le pregunto nada porque supongo que debe usarlo, el frío de esta noche no le permitiría venir hoy si no trajera eso consigo.
—Gracias, bonita.—Me agradece sonriente y cuando dejo el abrigo junto con Emma en el guardaropas de la entrada, ella me da un abrazo.—Que es bueno verte otra vez.
—Lo mismo digo.—Le correspondo alegremente. Mi relación con ella se ha vuelto cada vez más cercana desde que la conocí.
Nos separamos cuando Emma nos dice a todos que vayamos a la sala. Estoy a punto de seguirla junto con los demás cuando otro toque en la puerta me hace parar. Vuelvo y cuando la abro, tampoco me sorprendo al ver las caras de mis mejores amigos.
—¡Hora de la fiesta!—Exclama Mason, mostrándome la botella de alcohol que lleva debajo de su chaqueta invernal.
Madison sacude la cabeza, dando un paso dentro de la casa.—Que frío tengo, maldición.
—¿Qué?, ¿Frío?, pero si a mi me suda hasta donde no pasa la luz.—Le responde Mason divertido entrando detrás y ambos se sacan los abrigos.
—Eres un cerdo.—Se queja mi mejor amiga y Mason suelta una carcajada.
—Si ya son una pareja feliz, ¿por qué siguen peleando?—Pregunto cerrando la puerta.
—Pfff, Erica, ¿de verdad piensas que mi chica sería tan buena conmigo?
—¿Sí?
Él sacude su dedo índice.—Error, la respuesta correcta es no, jamás, nunca en la vida ni en la o las siguientes.
—Esa no es solo una respuesta.—Susurro aguantando una risita.
Madison se encoje de hombros.—Si no hay peleas no quiero nada.
—Y sin sexo tampoco.—Tose mi mejor amigo, pero en lugar de avergonzarse, Madison asiente mordiéndose el labio.
Ignorandolos, les hago una seña para que vayan a la sala grande y los sigo, pensando en que ya todos están aquí.
Excepto una persona.
Lamo mi labio inferior mientras mi mente se ve invadida por un par de ojos azules jodidamente hermosos que tanto extraño.
Mi Grey.
Tenerlo tan lejos de mí ha sido más difícil de lo que pensé, sin embargo, sus regresos durante los fines de semana que ha podido hacer han ayudado mucho a nuestra situación.
Y como era de esperarse, Christian viene para navidad.
Bueno, se supone que ya tendría que estar aquí, pero su vuelo tuvo algunos inconvenientes así que puede llegar incluso luego de la medianoche.
Mientras, Madison, Mason y yo continuamos viviendo en este lugar. Ninguno de los tres tiene que ir a su universidad lo que queda del año, pero sí que, cuando empiece el siguiente, ellos se irán primero que yo, así que intento disfrutarlos todo lo que puedo y ellos a mí.
Y entre ellos también se disfrutan seguramente.
Hago una mueca al imaginarlos así y meneo la cabeza, volviendo a mi realidad, donde todos se están saludando y hablando entre sí.
Audrey se acerca a mí y yo le sonrío.—¿Qué tal te va?
—¿Con qué?—Me pregunta frunciendo el ceño.
Me cruzo de brazos.—¿De verdad piensas que no sé que has estado teniendo citas con un chico misterioso de Belmont?
Ella me ve sorprendida, el sonrojo de sus mejillas apareciendo de repente.
—¿Cómo lo supiste?
—Tengo contactos.—Me encojo de hombros y la miro divertida mientras me fulmina con la mirada.—Un lindo pajarito me lo dijo.
Audrey hace una pausa, cerrando los ojos para reunir paciencia.
—¿Ese pajarito tiene pelo rubio, ojos verdes y le encanta presumir lo bien que se ve?
—Sí.
—Fue Madison.—Asegura y yo hago el ruido de una bocina que suena cuando la respuesta es incorrecta.—¿Fue Mason entonces?—Pregunta confundida.
—¿Lo dudas?, si acabas de describirlo a la perfección.—Le informo y ambas soltamos una carcajada.—Como sea, ¿todo va bien respecto al tema?
Audrey asiente, sonriendo.—Bastante bien.
Yo le devuelvo el gesto y pongo una mano sobre su hombro de manera amigable.
—Oír eso me alegra mucho, felicidades.
—Gracias, él de verdad es muy lindo conmigo.—Comenta mirando al suelo con gesto tímido y sus mejillas ruborizadas.
Quiero preguntarle quién es, pero prefiero hacerlo luego, así que quito mi mano de su hombro y le muestro mi pulgar arriba.
—Eso espero. Ojalá te vaya muy bien con ese amor anónimo.
Anónimo...
—Por cierto.—Continúo.—¿Sabes si el avión de tu hermano ya está llegando?
La menor sacude la cabeza y eso me decepciona un poco, algo que Audrey no tarda en notar y es su turno de consolarme a mí.
—Descuida, él está viniendo, eso es lo que importa.
Asiento ante sus palabras y ella se va a hablar con Madison y Mason, pero de mientras, no puedo evitar sentir temor de que él llegue luego de medianoche. Mi deseo de navidad era pasar esta noche con él y poder ser la primera persona con la cual brindar.
Pero hay que pensar en positivo, así que como dijo Audrey, al menos está viniendo.
Intentando olvidar el pequeño detalle de Christian llegando luego de medianoche, me centro en charlar con todos los presentes, en acomodar la mesa y en ayudar a Betty con la comida.
Mason, Madison, Audrey y yo nos ocupamos de las últimas galletas en el horno, claro que convenciendo antes a Betty y a mi hermana de que no las quemaremos ya que somos cuatro personas estando al tanto, así que cuando nos dejan solos en la cocina, mi mejor amigo aprovecha para sacar su botella de Smirnoff del escondite mientras Madison y Audrey traen copas para todos.
—No entiendo porqué hacemos esto a escondidas si ya todos tenemos la edad para tomar.—Les reprocho y mis ojos se quedan en Audrey.—Bueno, tú aún no, pero apuesto a que ya haces los brindis familiares con sidra cada año.
—Champagne.—Me corrige, acercandole las copas a Mason, quien no tarda en servirle.—Pero eso es una vez al año, luego me prohíben hacerlo.
—Además,—Interviene mi mejor amigo haciendo de bartender.—Hacerlo así es más divertido.
—Por fin concordamos en algo, hombre araña.—Le responde Madison viendo su camiseta de Spiderman con gorro de navidad.
Ruedo mis ojos y acabo aceptando una copa, ya cuando los cuatro las tenemos llenas, las levantamos en el aire imitando a Mason, pero cuando este abre la boca para hacer un brindis, no dice nada.
—¿Y bien?—Pregunta Audrey impaciente.
—Aguarda, estoy pensando en algún nombre para nuestro grupo de ahora.—Gruñe él.—No bajen las copas hasta que lo tenga.—Ordena, sosteniendo su brazo con la copa con su otra mano en señal de que se le está cansando y nosotras hacemos lo mismo luego de unos segundos más hasta que él sonríe abiertamente.—¡Ya está!
—Al fin.—Bufa Audrey
—¡Por los cuatro fantásticos!—Celebra Mason y todas lo vemos con el ceño fruncido.—¿Qué?, fue lo mejor que se me ocurrió.
—Como sea, solo denle que si no bajo el brazo ahora usaré un yeso la semana próxima.—Se queja mi mejor amiga.—¡Por los cuatro fantásticos!
—¡Salud!—Le respondemos Mason, Audrey y yo, los cuatro chocando las copas y luego bebemos de ellas finalmente.
Nos quedamos charlando ahí mismo, hablando de tonterías y riéndonos por los chistes malos que siempre dice Mason. Así es muy fácil olvidarme de todo, estando con ellos, pasándola tan bien. Seguramente ellos también olvidaron cualquier cosa que podrían estar recordando durante esos momentos.
Y así resultó ser cuando, luego de veinte minutos de conversación, todos vemos como mucho humo empieza a salir del horno.
Nos echamos un vistazo entre los cuatro y cinco segundos después conectamos los cables.
—¡Las galletas!—Gritamos al unísono, levantándonos tan rápido como nos es posible.
El techo de la cocina no tarda en llenarse de todo ese gas tóxico mientras Madison reacciona antes que nosotros tres, se coloca el guante de cocina y abre la puerta del horno, enseguida todo el humo golpea su cara, haciéndola retroceder.
—¡Llamen a los mayores!—Chilla Audrey, segura que no somos capaces de hacer nada al respecto.
—¡Pff, yo puedo controlarlo!—Se queja Mason y se acerca al horno, el cual ya está abierto, viendo todo el desastre. Él piensa en acercarse un poco dentro para ver qué hacer pero un fuego arde alto, haciéndolo retroceder tan exageradamente como Madison.—¡Mierda!, de acuerdo Audrey, ¡estoy contigo, vamos a por los mayores!
Como yo no puedo hacer más que ellos, los sigo cuando salen de la cocina, cosa que no creo que deberíamos hacer, pero el miedo sin dudas nos vence.
En el salón todos nos ven sorprendidos.
—¿Qué sucede?—Débora es la primera en preguntar.
—¡Cocina!—Grita Mason dramáticamente, haciendo que los adultos lo vean confundido.
—¡Galletas!—Le sigue Madison, ayudando en nada a su explicación.
—¡Fuego!—Continúa Audrey y es ahí cuando Betty reacciona.
—¡¿Qué?!—Pregunta alarmada.
—Lo que ellos quieren decir,—Intento explicar con tranquilidad pero recuerdo el humo salir en grandes cantidades del horno y toda estabilidad lograda se pierde.—¡Cocina, galletas, fuego, auxilio!
Mi subconsciente me da una bofetada mental por ser tan idiota, pero al parecer nuestras pocas palabras funcionan ya que Betty nos pasa por un lado a todos y la seguimos fuera del salón, dirigiendonos al pasillo para ir a la cocina.
Me sorprende no ver el humo esparcirse por este lugar aún, pero lo ignoro.
Hasta que llego a la cocina detrás de todo el mundo.
El ambiente no ha cambiado mucho en lo que tardamos en llamar a Betty, bastante humo y galletas quemadas donde estaba el fuego nos reciben, pero al mismo tiempo, las ventanas que antes estaban cerradas ahora están abiertas, el horno está mojado y la gran diferencia de todo...
Christian está frente a nosotros.
Nadie dice nada, pero él nos sonríe y se cruza de brazos, las mangas de su camisa roja y su chaqueta negra están arrugadas hasta sus codos y el resto de la misma tiene gotas de agua encima.
Su mirada cae en todos y finaliza en mí, es entonces cuando mi corazón se acelera frenéticamente y él decide finalizar este silencio.
—Lamento haber entrado sin avisar, pero nadie me contestaba así que lo hice, vi humo salir del fondo del pasillo y vine aquí a apagarlo, así que espero haber compensado mi falta de respeto con ello.
Los padres de Christian ven a los míos con pena pero estos les dan una sonrisa a ellos y luego a mi novio.
—Bien hecho, Chris.—Le agradece mi padre, causando alivio en las expresiones de James, Débora y hasta Mary.
—¡Nuestro salvador!—Chilla Audrey emocionada.
—¡Ídolo!—Le sigue Madison.
—¡Hip hip, huracán!—Vitorea Mason pero luego se da cuenta de su error.—Quise decir... ¡hurra!
—Mis galletas...—Lloriquea Betty, acercándose a ver lo quemadas que están dentro del horno y luego me ve a mí.—Yo te quiero, hija, pero jamás de los jamases te dejaré cuidarlas otra vez, ya mucho tuve con la lasaña de hace unos meses.
A pesar de haberla oído, no le presto atención, mi mirada se queda fija en el chico guapo frente a mí y siento que estoy a punto de babear solo por verlo ahí parado, con ese cabello revuelto, esos jeans negros, esa chaqueta abierta sobre su camisa que se ciñe a su cuerpo con cada leve movimiento que hace.
—¡Erica, te estoy hablando!—El grito de Betty me hace reaccionar puesto que está frente a mí, su altura es menor que la mía así que debo bajar la vista para verla.
¿En qué momento llegó hasta aquí?, no lo sé.
—¡Lo siento!—Es lo único que me sale tras no haber escuchado sus quejas y oigo la risa de Christian a unos metros, por lo que mis mejillas se sonrojan.
—Tienes suerte de ser tan linda, sino me habría enfadado mucho.—Explica Betty torciendo sus labios y luego sonríe.—Bueno, por fortuna hay más galletas hechas en la mesa, y ahora que están todos, ¡vayamos a comerlas!
Todos le hacen caso luego de ver como el humo ya se ha ido completamente, así que siguen a Betty, quien se quita el delantal y lo deja colgado al lado de la puerta, yéndose hacia la sala principal.
Yo me quedo para enfrentar al chico que salvó mi noche, pero antes de poder voltearme hacia él y verlo a metros de mí, una calidez repentina cubre mi espalda y muerdo mi labio para no jadear cuando siento a Christian apoyarme desde detrás.
—Aún no me has dicho que soy tu héroe.—Susurra contra mi oreja y siento como los escalofríos internos empiezan a recorrerme.—¿Me extrañaste?
—No te imaginas cuánto.—Murmuro, su colonia golpea mi nariz y me encanta.
Christian coloca su mano sobre mi pierna y empieza a subirla, pasándola por mi estómago, luego por mi brazo, mi cuello y finalmente toma mi mentón para acercarme lo suficiente y besarme.
La necesidad que tiene de hacerlo es tan notable cuando sus labios se mueven demandantes contra los míos, humedeciéndolos enseguida. Yo no tardo en corresponderle y al instante nuestro beso se vuelve uno muy apasionado. Él muerde mi labio inferior mientras que su mano vuelve a bajar, pero esta vez cruzando mis pechos, mi abdomen bajo y se detiene sobre mi intimidad por encima de la ropa.
Lucho por no moverme contra su mano, excitarme más y acabar teniendo sexo con él en la cocina mientras nuestros padres, amigos y hermanos están a unos cuantos metros en otra sala de la casa.
Sin embargo, a él no parece importarle porque enseguida empieza a levantar mi vestido para correr mi ropa interior y tocarme ahí, pero suelta un gruñido cuando se topa con mis medias finas.
—¿Por qué estás usando eso?—Se queja, lamiendo mis labios antes de romper nuestro beso.
—Porque es invierno, agradece que esté usando un vestido al menos.
—Sería más agradecido si no estuvieras usando nada.—Responde divertido y piensa en volver a besarme pero yo lo detengo.—¿Y ahora?—Protesta como si de un niño pequeño se tratase.
Yo sonrío ante eso.—No quiero arruinarte la fiesta, pero no sé si recuerdas que nuestras familias están en la sala de al lado.
—Siendo sincero, luego de besarte así y ponerme bien duro, no recuerdo ni mi nombre.
—¡Christian!
—Ah, ese era.—Responde riendo y es el ruido más precioso que escucho hasta ahora.
De verdad lo extrañaba.
—Entonces...—Continúa él, volteandome para quedar de frente a su cuerpo y apretándome contra sí. La picardía de sus ojos azules hace que una parte en específico de mi cuerpo arda.—...¿Vamos a tu cuarto?
—Wow, que desesperado estás por eso.
—Bueno, soy un chico lleno de hormonas que debe liberar. Además, tú no has ayudado mucho que digamos enviándome esas fotos eróticas estos últimos días.—Me recuerda y yo desvió la mirada avergonzada pero él me obliga a verlo otra vez.—Me debes mucho luego de dejarme excitado virtualmente estando en Cambridge.
—Me enorgullece que hayas estado aguantando tanto.—Digo en un intento de dejar la tensión sexual atrás, pero fracaso cuando Christian apoya su frente sobre la mía, nuestras narices tocándose y nuestras miradas fijas.
—¿Quién dice que estuve aguantando?, a veces no me quedaba otra que tocarme.
Mi respiración se vuelve pesada de tan solo imaginarlo así y quiero tomarlo de la cara para besarlo, llevarlo a mi cuarto y dejarlo hacerme de todo, pero enseguida ideo otra respuesta verbal para él.
—¿Qué pensará tu compañero de cuarto sobre ti...?
Y pum, otra bofetada mental de mi subconsciente.
Pero por suerte, mi novio tiene su ego por las nubes, así que tuerce sus labios en una de sus sexys y tan características sonrisas.
—Quizás su orientación sexual se balancee un poco.
Bueno, eso podría ser verdad, para qué negarlo.
—¿Podemos volver a la sala?, tienes que saludar a tu padre, charlar con tus hermanos y contarle cómo te está yendo a tu madre.
—También tengo que abrir tus piernas y cojerte hasta dejarte temblando.
Sus palabras continúan calentándome y estoy segura de que no va a parar, así que decidida, lo tomo del cuello de su camisa y lo beso, causando un gruñido de placer por su parte. Paso mi lengua por sus labios y muerdo suavemente, logrando así que Christian me alce y me lleve hasta la mesa isla, donde me sienta y se coloca entre mis piernas.
—Solo tocar.—Le aclaro para que no nos vayamos a pasar de la raya, no es el lugar ni el momento.
Christian sonríe.—Entonces te daré el mejor orgasmo de tu vida.
No alcanzo a protestar porque él me besa otra vez. Le correspondo fervientemente mientras siento su mano bajar hasta mi vestido y levantarlo, esta vez se adentra en mis medias y corre a un lado mi ropa interior a un lado, su dedo haciendo contacto directo donde tanto quiero.
—Erica.—Jadea mi nombre de la forma más sensual.—¿Cómo puedes decirme que solo te toque cuando estás tan húmeda que podría follarte completamente con solo una estocada ahora mismo?
—No... digas eso.—Le suplico, mordiendo mi labio al sentir su dedo deslizándose en mí e intentando no perder el poco control que estoy teniendo.
—¿Te estoy excitando?—Pregunta divertido, moviendo otro dedo y más rápido.—Mmmm, por lo mojada que te estás poniendo, apostaría a que sí.
—Cállate.—Ordeno, pero es obvio que él no planea obedecerme.
—No puedo hacer más que esto.—Aclara, adentrando uno de sus dedos y tiemblo por la sensación.—Y si quiero que te vengas como nunca antes, debo decirte cosas sucias también.—Él se lame los labios.—Aunque más sucias son las cosas que he pensado hacerte estando en Cambridge, ¿sabes?
—¿Qué... cosas?, Oh mi Dios.—Empiezo a moverme contra su mano, el placer invadiendo mi ser entero y nublando mi conciencia.
—Pues veamos...—Dice pensativo.—Mis imaginaciones son tan variadas, pero por ahora tengo una escena favorita.
—¿C-cuál?
Él introduce otro dedo y baja su otra mano, la mete y empieza a tocar ese punto débil y sensible, haciéndome soltar gemidos que callo cubriendo mi boca. Christian sonríe por esto.
—Yo acostado en mi cama y tú viniendo a sentarte sobre mí, empezando a moverte, tomando el control, follándome desesperada.
—Eso... no es nada.—Respondo intentando no ver lo afectada que me tienen sus palabras.
—No es todo.—Él se inclina sobre mí.—Luego, te salías, pero tomabas otra posición, una que me permite probarte completamente.
Ya no quiero saber más, mi respiración es un desastre y de verdad me esfuerzo para no gritar por la maravilla que sus dedos están haciéndome, además de que sus palabras me hacen imaginar escenas que necesito recrear ahora, pero por una razón que desconozco todavía logro controlarme, así que no le pregunto más nada.
Y aún así, él sigue hablando.
—¿Has oído hablar alguna vez de la pose sesenta y nueve?
Arrugo mis cejas y sin entender lo que dice, niego con la cabeza.
Christian muerde su labio notablemente, causando que este quede humedecido.—Implica que una persona esté abajo y otra arriba, pero sus cuerpos mirando en distintas direcciones.
No tardo ni un segundo en imaginarlo y solo por eso ya puedo sentir el orgasmo próximo.
—Yo abajo, tú arriba.—Explica, notando mi temblor y para empeorarlo, empieza a penetrarme más fuerte con sus dedos, tanto que me mueve hacia atrás, pareciendo estocadas.—Yo mirando hacia arriba, tú mirando hacia abajo.—Continúa, su mirada azul seria y deseosa sobre la mía.—Yo acostado, y tú sentada.
—¡Christian!—Grito bajo mi mano con los ojos entrecerrados.
—Sentada sobre mi rostro.—Aclara él y yo siento como estoy a punto de venirme.—Permitiéndome probarte lo más profundamente que me es posible. Y estoy seguro, Ana, de que eres jodidamente deliciosa.
Y exploto.
Christian me besa rápidamente, callando mi escandaloso gemido. Cuando se separa, yo apenas logro respirar.
Él quita sus manos de mí y se lleva un dedo a la boca, no deja de verme ni un segundo mientras lo hace.
—Confirmado.—Comenta sonriente.
—¿Qué?—Pregunto como puedo, recuperando apenas la compostura sobre la mesa.
—Eres deliciosa.—Responde sin más y me ayuda a bajar de la mesa cuando ve que estoy mejor. Aún así, me sostiene mientras intento caminar y cuando lo logro, me suelta.—Ahora me siento mejor, algo duro, pero mejor.
—Felicidades.—Gruño, lidiando con mis temblorosas piernas y esa sensación de placer que aún queda algo presente.
—Bueno, ya podemos ir a la sala si quieres.—Dice divertido y yo lo fulmino con la mirada.—Ya acabé de darte tu primer regalo de navidad.
—¿Primer?—Repito tontamente.
—El segundo te lo daré luego de toda la celebración.—Informa y yo pienso en cómo me pondré en ese momento siendo que solo por sus toques ahora casi muero.
La distancia sí que te hace dar cuenta de lo que pasa luego de haber aguantado tanto sin estas cosas.
Esperamos un poco más aquí y cuando me recupero totalmente, Christian y yo nos vamos con los demás.
Los adultos lo reciben con mucho cariño, al igual que su hermana y mis amigos. Betty nos pregunta porqué tardamos tanto, y antes de entrar en pánico, Christian le responde que estábamos asegurándonos de que la cocina estaba en buenas condiciones totales luego del accidente con el horno. Madison no se lo cree ya que me ve y hace un baile de cejas, pero la ignoro para no ponerme nerviosa más de la cuenta.
Todos continuamos charlando un rato más y comiendo las galletas que Betty ha logrado hacer, veinte minutos después, nos levantamos, servimos nuestras copas con sidra y esperamos a que sean las doce.
Cuando falta menos de diez segundos, todos levantamos nuestras bebidas y empezamos a contar todos juntos en reversa. Cuando llegamos a uno, todos los relojes marcan las doce y, junto con las luces en el cielo, gritamos:
—¡Feliz navidad!
Mis padres se abrazan, Mary y James igual, incluyen a Débora, quién suelta una lágrima la cual quiero suponer que es de felicidad ya que les corresponde, Elliot y Emma se besan, Audrey, Mason, Madison y Betty chocan sus copas y las beben.
Y yo me encuentro viendo a Christian a mi lado, quien choca su copa contra la mía, ahuecando mi mejilla con su mano libre. Él piensa hablar pero yo le gano.
—Sí se cumplió mi deseo.
—¿Qué fue lo que pediste?
Pongo mi mano sobre la suya en mi rostro y cierro mis ojos un momento para disfrutar de su toque, luego los abro otra vez y le sonrió.
—Pasadas las doce de la noche poder desearte feliz navidad y brindar contigo antes que con nadie.
Christian se inclina y me besa, no es apasionado y ardiente como hace rato, pero sí es dulce y fugaz, volviéndolo un beso perfecto el cual correspondo.
—Feliz Navidad, Ana.
—Feliz Navidad, Grey.
Chocamos nuestras copas y las bebemos al mismo tiempo, disfrutando del momento, de la familia, y de nosotros.
Gracias Santa, esto es exactamente lo que quería, sí cumpliste.
Feliz Navidad.
———
N/A: ¡Feliz Navidad otra vez, mis queridos y queridas! We wish you a merry christmas, we wish you a merry christmas, we wish you a merry christmas... ¡¡¡and a happy new year!!!
En fin, sobre la sorpresa que dije al principio que les esperaba aquí, ¡gracias por leer!, pero en realidad no lo explicaré. Como dicen por ahí, una imagen dice más que mil palabras, así que...
¡MadisonxMason llegará pronto a la cartelera de wattpad!
Si son buenos, subiré la introducción en cualquier momento. 👀
Y recuerden que también tienen 10 reglas para enamorarse a disposición, el capítulo uno llegará prontito también.
¡Eso es todo, que pasen lindas fiestas!
Feliz año nuevo de paso. <3
Los y las quiere mucho, Cami. ❤
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