7. Los chismes
Capítulo siete
Soy el centro de atención.
Ya lo era de hecho, desde que ese cartel en la pizarra de la escuela se colocó, anunciando a todo Belmont mis deseos y sentimientos por Christian.
Mi mano tiembla ante la bofetada que le di, doliendome más a mí que a él.
Ese rostro que tanto me encanta está de perfil con un leve enrojecimiento por el golpe, sin embargo, Christian no parece tan afectado por eso. Se voltea a mirarme completamente sorprendido y yo solo puedo sonreír, causando aún más lágrimas que inundan mis ojos, pero las retengo.
—¿Soy una diversión para ti?—Digo susurrando, aunque se escucha perfectamente ya que todo el mundo se detuvo a nuestro alrededor, espectando.
Él arruga sus cejas y yo solo continúo,—Al parecer, los sentimientos de otras personas te parecen un juego.
Sus labios se abren para hablar pero antes de que pudiera decir algo desenvuelvo la bola de papel en mi mano, estirandola hacia él.
Christian toma la hoja y lee el título, luego me observa,—Yo no hice esto.
—¿Ah no?—Pregunto sarcásticamente,—¿Entonces qué?, ¿Acaso alguien más lo hizo?
—No lo sé.—Me responde, su indiferencia me hace enojar aún más.
—No lo sabes, claro. Dime una cosa,—Mi dedo índice toca su pecho, señalandolo—¿Por qué se divulgó esto luego de que tú lo supieras, Christian?
Él se encoje de hombros,—Sigue sin ser mi culpa.
—Eres el único capaz de esto, ¡No me jodas Harrison!—Grito y las lágrimas ruedan por mis mejillas, él se tensa y estira su mano hacia mí,—¡No!—Abofeteo su brazo antes de que pueda alcanzarme,—Lo peor es que hasta inventaste más.
—No sé de qué hablas, pero–
—"Erica Beckett, una simple zorra que acosa a Christian Harrison"—Imito la nota que encontré en mi casillero y río abiertamente.
Todos a nuestro alrededor murmuran cosas pero no me importa, nada puede empeorar esta situación, ya nada es más malo que esto.
Christian ve a su alrededor y luego me mira,—Escucha.
—¿Ajá?—Me cruzo de brazos, esperando alguna clase de disculpa.
—Yo no he hecho esta mierda.—Él arruga el papel que le di y lo tira al suelo,—Deja de echarme la culpa por estupideces tuyas.
—¿Estupideces?—Digo esbozando una sonrisa,—¿Ahora son estupideces?, bien.
Pongo las manos sobre mi cintura y lo miro de forma desafiante, como si no importara el hecho de que aún tengo la cara mojada y los ojos algo rojos por las lágrimas.
—Lamento decirte esto campeón pero,—Llevo un dedo a mi boca y lo muerdo ligeramente,—haciendo este tipo de cosas contra mí no cambia el hecho de que no fuiste suficiente hombre para hacer que me toque.
Le digo, recordando la conversación que tuvimos en la cancha de básquet donde le confesé mi secreto y él me sedujo a propósito para que me tocara.
No eres el único con chismes para contar, Grey.
Todo el mundo abre los ojos en grande y respira para sus adentros, mientras que yo solo me cubro la boca fingiendo sorpresa por haberlo dicho en voz alta.
Él aprieta los puños a sus costados y yo solo puedo sonreír, mi corazón aún duele por el hecho de que Christian haya divulgado mi secreto.
Estoy segura de que fue él.
Aunque no tenga pruebas en su contra, los únicos que sabían de esas cosas eran Madison y Mason, pero ellos no harían algo así, no los creería capaces, y si existiera una pequeñísima posibilidad de que pasara, lo habrían hecho hace tiempo porque esto no es algo del momento. En cambio, Christian se enteró la semana pasada y a la siguiente ocurre esto.
Christian...
Otra vez es un idiota. Doblemente un idiota. Idiota al cuadrado.
Lo veo fulminarme con esos ojos azules que tienen una profundidad tan hipnotizante, pero que también son capaces de congelarte si él lo quisiera así. En mi caso, de repente siento frío, y mucho.
Como si el universo estuviera de mi lado por una vez en la vida, el timbre suena, obligando a todos los alumnos a seguir su camino hacia sus clases, de otra forma los profesores tendrán que venir a llevárselos.
En el momento en que le doy la espalda para caminar lejos de él paso una mano por mi cara, limpiando los rastros de mi llanto. Me alegra no tener que maquillarme para la escuela, de otra forma estaría mucho peor.
Doy la vuelta al pasillo y estoy a punto de subir las escaleras al segundo piso cuando alguien me tira tan fuerte del brazo que caigo para atrás, sin embargo, mi espalda no alcanza el suelo sino un cuerpo más grande que el mío.
Soy arrastrada por el ya desolado pasillo y me dispongo a gritar pero una mano cubre mi boca, ahogando el ruido. Ladeo mi cabeza en el proceso y veo como un Christian totalmente molesto me secuestra.
Entramos a un salón vacío y él me suelta, obligandome a voltearme, luego me alza como si fuera una bolsa de papas y me sienta bruscamente sobre el escritorio del profesor. Me propongo a bajarme pero estando en el borde, su cuerpo se pega al mío entre mis piernas, impidiendome escapar.
Otra vez estoy sin salida de Christian.
—Déjame en paz.—Le digo intentando empujarlo sin éxito.
—Tienes un gran problema ahora mismo, Erica.
Su voz es imponente y ronca. Es la primera vez que dice mi nombre y mi torpe corazón se estremece ante la profundidad de su pronunciación.
Al no poder empujarlo, decido mover una de mis piernas por encima del escritorio para poder bajarme pero Christian presiona mis muslos contra el mismo, logrando dejarme inmóvil de la cadera para abajo.
—Tú comenzaste.—Digo, nerviosa por el hecho de que sus manos están sobre mis muslos, rozando el borde de mi falda.
—¿Así arreglas tus problemas?, provocandome frente a otras personas.—Se inclina hacia mí y yo solo retrocedo hacia atrás sosteniendome sobre mis manos,—¿Crees que no haré nada al respecto?
Trago grueso,—No era eso lo que sucedió.
—Así fue para mí.
—Solo quise hacer la situación más justa.—Muevo mi cabeza, evitando mirar esos ojos que tanto me gustan.
—¿Más justa?—Su mano viaja a mi mentón y me obliga a verlo,—Ya te dije que yo no fui el responsable de eso.
—¿Por qué debería creerte?—Mis ojos se humedecen de nuevo, recordando,—Me rechazaste sin siquiera haberte dicho de mis sentimientos el primer día y luego quisiste humillarme cuando descubriste mi secreto.
Le digo y él parece sorprenderse por mi confesión, alejando su rostro. ¿Acaso él no sabía ya que me gustaba?
Su mano suelta mi rostro y yo bajo la cabeza antes de continuar,—Eres un idiota.
Hay un silencio incómodo durante unos segundos y yo solo intento mantener la calma, respirando profundamente y devolviendo esas escasas lágrimas que se estaban formando nuevamente en mis ojos.
—No fui yo.—La voz de Christian se vuelve suave y eso me hace mirarlo,—No sé cómo probarlo, pero te aseguro que no divulgue tu secreto.
Sus ojos me miran fijamente y por primera vez puedo notar en ellos honestidad.
Mi corazón se calienta y mi estómago siente cosquillas cuando Christian toma una de mis manos y la lleva a sus labios.
—Nunca te difamaría, Anastasia.—Susurra contra mi palma y una sensación agradable recorre mi cuerpo. La besa y me mira al hacerlo, todo rastro de molestia en su expresión fue reemplazada por un semblante suave y amable.
Como la idiota que soy decido creerle a esos ojos azules que me miran con tanta sinceridad.
Suspiro,—¿Entonces quién?
—Voy a descubrirlo.
—¿Ahora eres Sherlock Holmes o qué?
—Si así lo quiero.—Bromea y no puedo evitar sonreír ante el regreso de su egocentrismo.
Su mirada cambia y sus labios forman una sonrisa pícara,—Aunque prefiero ser Christian Grey.
—Solo te falta el apellido.
—¿Entonces tengo todo lo demás?
Me cruzo de brazos,—No dije eso.
Vuelve a inclinarse hacia mí y vuelvo a retroceder sosteniendome de mis brazos, pero Christian sujeta mi espalda y me atrae hacia él, acortando la poca distancia entre todo lo que se pueda tocar entre nosotros.
Y es cuando soy consciente de la situación.
Estoy sentada sobre el escritorio del profesor y Christian me acorrala en él, parado entre mis piernas y pegado a mí, dejandome sentirlo todo.
¿Qué clase de escena sexual entre profesor y alumna es esta?
Sí, claramente es el profesor más sensual que hay.
—Retráctate.—Me ordena.
—¿De qué?—Pregunto confundida.
—De la mentira que dijiste aquel día en la cancha de básquet.—Su nariz roza la mía,—Aún sigues siendo mi Anastasia.
El recuerdo me invade, entendiendo por completo a lo que se refiere.
—Querido Christian Harrison,— Sonrío.—¡Ya no quiero ser tu maldita Anastasia Steele!— Grito con todas mis fuerzas, sin importarme que alguien escuche desde lejos y luego tiro el balón.
Siento como su mano baja por mi espalda, apretandome más contra él, dejándome sentir su cintura y entrepierna.
—Christian.—Jadeo ante el contacto.
—Hazlo.
Muerdo mi labio inferior de tan solo pensar en que lo único que se interpone en nuestros cuerpos son los uniformes de la escuela y por un momento, los maldigo mentalmente.
Niego con la cabeza cerrando mis ojos y apretando su camisa a los costados de sus hombros.
—Mírame.
Dudo unos segundos antes de obedecerle y el mundo no me prepara para lo siguiente.
Christian me está observando fijamente, ya no está sonriendo, sus labios están rojos y lo veo mojarselos, un brillo de deseo se ven claros en el océano de sus ojos azules. Apoya su frente sobre la mía y su respiración es un poco cortada, como si le afectara tanto como a mí el que nuestras intimidades estén tan al contacto uno con el otro.
Su mano viaja hasta mi mejilla y su pulgar traza mi labio inferior,—Vas a ser mía, Erica.
Dice para luego irse por la puerta del salón.
———
😨
Es todo lo que puedo decir de este capítulo, ¡voten positivamente!
Besos, Cami.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top