62. La despedida
Dedicados a todos mis lectores, para aquellos que estuvieron desde el capítulo uno y a los que se unieron durante los capítulos medios o los últimos.
Muchas gracias por compartir la emoción de esta historia conmigo, los amo muchísimo.
Rían, lloren, sientan, pero como sea, disfruten del capítulo, mis queridos y queridas, porque este... es el final. ❤
PD; Gracias por haber estado en el vivo de esta tarde. <3
Capítulo sesenta y dos.
Ahora mismo me gustaría estar levantándome recién de la cama y ver a mi lindo novio durmiendo a mi lado, el sol de la mañana dándole en la cara, sus párpados relajados y poder verlo hasta que se despierte. Que luego él me de alguna otra ropa suya para vestirme y pasemos la tarde juntos, sin preocuparnos por decirnos adiós y sabiendo que nos veremos al día siguiente.
Pero para mi mala suerte, la realidad para nada es esa.
Me encuentro realmente en el vehículo de Christian, aún no es mediodía y nos acompañan su padre, su hermana y su madre en los asientos de atrás, todos juntos atravesando la ciudad.
Y dirigiéndonos hacia el aeropuerto en el día de su vuelo.
Audrey, James y Débora, quien vino porque el padre de Christian lo sorprendió trayendola de su hospital en la mañana, están sentados atrás sin decir palabra, mientras que Christian conduce y yo voy en el asiento copiloto, mirando por la ventana los enormes edificios que dejamos atrás.
A pesar de que todos estamos en silencio, puedo notar las emociones que cada uno siente.
James y Débora seguramente están agobiados al mismo tiempo porque su hijo se va a una universidad fuera del país, pero también se sienten orgullosos de él porque es una de las mejores del mundo.
Audrey se siente triste porque ya no verá al hermano que siempre la cuidó cada día desde que ella era pequeña, pero lucha contra ese sentimiento porque quiere sentirse feliz por él y su decisión.
Y Christian...
No necesito suponer, porque lo sé.
Él se siente nervioso, ¿y quién puede culparlo?, va a ir a Cambridge, donde le exigirán lo mejor de él, y aunque sé bien que mi novio es lo suficientemente confiado, no es realmente lo que lo hace sentir así, sino el hecho de dejar todo lo que tiene aquí atrás.
A su familia, a sus amigos y a mí.
Lo veo presionar sus manos en el volante, su semblante serio y sus ojos fijos al frente. Me gustaría poder decirle algo que lo consuele un poco, pero no quiero ser la que inicie una conversación en medio del silencio aquí y ahora y además, realmente ya no tenemos nada que decirnos porque todo lo hemos mencionado ayer por la noche, pero no después de haberlo hecho dos veces seguidas.
Otra cosa especial pasó anoche.
Miro por la ventana del vehículo y me pierdo en la lejanía de las miles de construcciones, recordando como anoche Christian y yo nos escabullimos por la noche a un lugar especial fuera de su casa.
—Ya llegamos.—Dijo él, ayudándome a pasar mis pies por encima del arbusto hasta quedar sobre el césped perfectamente cortado, las luces de los focos colgando de los árboles recibiéndonos bajo la oscuridad de la noche.—Bienvenida otra vez.
—Gracias.—Le dije sonriente, apreciando el precioso lugar, aquel al que me trajo en nuestra primera cita, por segunda vez.—Y veo que aprendiste cosas desde la última vez que estuvimos aquí ya que no me dejaste atravesar el bosque sola de nuevo, muy bien Grey.—Bromeé, soltando su mano para acercarme más a la desembocadura que llevaba al precioso lago reluciente que recordaba perfectamente.
Tomé una respiración profunda y luego me quedé unos segundos con los ojos cerrados, escuchando la mezcla de la corriente leve de agua junto con los ruidos de los grillos, relajándome por completo hasta que unos brazos rodeándome desde atrás me hicieron dar un pequeño brinco. Christian no dijo nada, solo me siguió abrazando y reposó su mejilla sobre mi cabeza, mirando también hacia adelante; temí que por un instante los latidos de mi corazón ante esas sensaciones tan cálidas se hubiesen podido oír fácilmente.
—La vista sigue siendo tan hermosa como la primera vez que la vi.—Comenté, intentando cortar el silencio.—Gracias por haber compartido este lugar conmigo.
—No lo habría hecho con nadie más si no era contigo.—Me susurró él, haciendo que mi corazón se volviera cada vez más loco.
—De todas formas te lo agradezco, ahora se volvió de mis lugares favoritos.—Le hice saber, tomando sus manos y entrelazando mis dedos con los suyos.
—También es el mío.—Dijo luego de una pausa.—Lo voy a extrañar.—Añadió, melancólico.—Ya no podré volver a cuidar de él.
Sus palabras me hicieron sentir mal, pero entonces mi mente albergó una idea que me pareció muy buena.—Yo sí.
—¿Qué?—Me preguntó, quitando su cabeza y eso me permitió ladear la mía para verlo por sobre mi hombro.
—Yo podría cuidar de él cuando te vayas.—Repetí con una sonrisa.—Claro que, solo sería hasta irme a la Academia, pero hasta entonces estaría dispuesta a hacerlo.
—¿De verdad?—Interrogó sorprendido y yo asentí. Luego, él tomó mi rostro con una mano libro y depositó un beso corto pero fugaz en mis labios.—Muchas gracias.
—Tú compartiste esto conmigo, ahora cuidarlo es prioridad de ambos.—Expliqué tirando mi cabeza hacia atrás, quedando sobre su hombro derecho y pudiendo ver su rostro de reojo a mi lado.—Ya no tenemos Belmont, pero sí este lugar.
—Eres la mejor, Ana.—Susurró en mi oído, causando las típicas mariposas en mi estómago.—Pero no coincido con lo que dijiste.
—¿Huh?
—Claro que tenemos a Belmont, ahí es donde nos conocimos, también donde comenzó todo y...—Él hizo otra pausa y por un momento creí oír sus latidos acelerándose.—Donde acabamos enamorándonos.—Aseguró.—Así que aunque ya no podamos pasar por ahí otra vez, una parte de nosotros se quedará ahí, así como una parte de esa secundaria nos acompañará a nosotros.
—Tienes razón.—Fue todo lo que pude decir y seguidamente solté una risa.
—¿Qué?—Preguntó Christian ante mi acción.
—Últimamente todo lo que dices me hace sentir mejor.—Le dije y me volteé entre sus brazos, nuestros rostros quedando frente a frente.—Sigue así y Cambridge será el que no pueda contigo.
Christian sonrió y me besó bajo la luz de la luna de aquella noche. Fue en ese instante en el que sentí que aquel sería uno de los mejores momentos de mi vida, y la mejor manera de terminar la noche además de haber tenido sexos dos veces seguidas.
—Erica.—Una voz me interrumpe y abro mis ojos, encontrándome en el vehículo de Christian estacionado frente al aeropuerto. Mi novio yace a mi lado, sonriéndome cuando ve que soy consciente de mi alrededor.—Ya llegamos, y aunque eres la bella durmiente más sexy que he visto, debes bajar porque un hombre espera para estacionar el auto en otro lugar.
Pestañeo repetidas veces confundida hasta que comienzo a incorporarme, quitándome el cinturón y posteriormente obedezco a Christian, saliendo de su coche.
Así que me quedé dormida. Concluyo sintiendo esa fatiga que todos tenemos luego de despertarnos.
¿Cómo no ibas a hacerlo?, si anoche apenas dormiste. Se queja mi subconsciente pero sé que no lo hace enojado, porque sabe sobre las cosas maravillosas que me mantuvieron despierta casi toda la noche.
Claro que voy a saberlo, soy tu subconsciente, boba.
—Erica.—Vuelve a llamarme Christian, viéndome preocupado.—¿Estás bien?—Me pregunta y yo golpeo mentalmente a mi subconsciente antes de tomar la mano de mi novio y sonreírle, haciendo desaparecer su preocupación y ambos entramos por la entrada al aeropuerto.
Más adelante nos esperan los Harrison, quienes al verificar que nosotros estamos yendo detrás de ellos, continúan su caminata, quedando unos metros más adelante y veo como el padre de Christian lleva consigo la maleta de su hijo.
—¿Cómo te sientes?—Le susurro a Christian aprovechando este momento de privacidad.
—Angustiado, emocionado, melancólico. No lo sé, pero tengo demasiadas cosas en mi mente ahora.
—Entonces deberías pensar en algo que te haga sentir mejor y en nada más.—Le aconsejo y luego de un leve momento de silencio, Christian aprieta mi mano suavemente.
—Pensar en ti es todo lo que hago ya, Erica, y ahora más que nunca.—Me informa con una sonrisa triste en sus labios y yo solo me aferro más a su brazo, sin decir nada.
Yo también lo hago, Grey.
Caminamos hasta las líneas de los vuelos, donde Audrey, James y Débora nos esperan. Cuando llegamos, los altavoces anuncian los vuelos que están saliendo y los que están por partir en unos cuántos minutos, estando entre estos últimos el que va hacia Cambdige, Inglaterra.
—Así que solo tenemos diez minutos para despedirnos.—Menciona el padre de los Harrison, mirando a su hijo.
—Okay, entonces intenta no ser tan sentimental, papá.—Dice Christian irónicamente.
—Escucha, Christian.—Habla James, poniendo sus manos sobre los hombros de él.—Sé que no tenemos la mejor relación gracias a cierto error que cometí, eso es algo que me atormentará mucho más de lo que tú crees, hijo, pero aún así, solo espero que puedas perdonarme por haberte hecho pasar por eso, no debió ser así.
—Pero lo fue.—Murmura Christian, desviando la mirada hacia su madre, quien ve y escucha atentamente las palabras de su ex esposo, como si también fuesen para ella.
—Lo lamento, entiendo que no pueda revertir este asunto ni mucho menos forzarte a que pienses diferente sobre mí, pero quiero aclararte que te quiero, hijo mío, te quiero aún cuando tú solo veas los defectos que yacen en mí, y eso es algo que jamás cambiará, que estaré aquí para lo que sea que necesites siempre. Y nuevamente lo lamento, espero que puedas perdonarme.—Él hace una pausa y seguidamente se voltea a ver a la madre de Christian sin cautela, haciendo que todos los quedemos en silencio y sorprendidos cuando le dedica una sonrisa a la mujer que engañó.—Y tú también, Débora, perdóname por todo esto. Tú merecías a alguien mejor, siempre fue así.
—James...—Susurra ella viendo fijo al hombre de traje que le pide disculpas.
—Pese a que lo nuestro no funcionara, una parte de mi corazón te pertenecerá hasta el final de mis días. Una disculpa no es suficiente para ti, pero solo quiero que sepas que...—Él se acerca a ella y toma una de sus manos para besarla.—Me hiciste el hombre más feliz del mundo durante mucho tiempo y te estaré eternamente agradecido también por los maravillosos hijos que me diste. Eres una gran mujer, Débora.
La madre Harrison se queda sin palabras y tanto Christian, Audrey y yo nos quedamos de igual manera.
—Gracias.—Logra decir la frágil mujer finalmente, con la cabeza en alto, intentando verse imponente, pero puedo notar lo cristalino de sus ojos.—Que palabras tan buenas.
El padre de Christian le sonríe una vez más antes de volverse hacia su hijo.—Mucha suerte en Cambridge, hijo mío.
—Papá...—Dice Christian con los ojos bien abiertos, dejándome fácilmente ver las emociones que se reflejan ahí. Christian parece querer acercarse a su padre, pero duda y por ello es James quien decide ser el primero en estrechar a su hijo contra si en un abrazo.—Gracias por haberle pedido perdón.—Le oigo decir y posiblemente soy la única.
—Gracias por dejarme abrazarte.—Le susurra el padre, estrechandolo con más fuerza mientras Christian también lo hace.
Al menos algo bueno vino con esta despedida. Pienso sonriendo al verlos a ambos así.
Christian se separa de él y ve a su madre, quien no duda ni un segundo en abrazarlo por la cintura, ya que es más baja que él, colocando su cabeza en el pecho de él.
—Cuidate mucho, mi niño. Jamás olvides que tienes una madre que te estará enviando las mejores vibras y rezando cada noche para que te vaya bien en todo lo que te propongas.—Dice ella tomando la cara de Christian entre sus manos y lo mira fijamente, el choque de ambos ojos azules debiendo ser súper intenso para los dos.—Recuerda que, de todas formas, que conseguir la carrera no será el mayor logro de tu vida, sino el poder tener algo que te haga feliz.
—Lo sé, mamá. Ya he conseguido eso.—Musita él echándome un vistazo, haciendo que su madre también me vea, provocando vergüenza en mí pero su sonrisa me alivia un poco.
—Entonces ten en cuenta, mientras estés en inglaterra, que lo mejor que te pudo haber pasado lo tienes aquí. Y por nada del mundo, vayas a dejarla ir, Christian. Ámala mucho mientras estés en otro continente, ¿bien?—Él asiente y ella le da un beso en la mejilla junto con otro abrazo más antes de que Christian se separe.
Él se dirige hacia Audrey, que es la única que le queda por despedirse de todos los presentes.
—Aún estoy enfadado contigo.—Informa Christian con un semblante serio hacia su pequeña hermana, causando que la expresión radiante de ella se apague, hasta que él continúa.—Pero eso no me impedirá extrañarte.
—¿En serio?
—Ven aquí.—La llama Christian, abriendo sus brazos para que Audrey se refugie en ellos.
—También voy a extrañarte, hermanito.—Dice ella con lágrimas en los ojos, causando que yo también sienta mis ojos húmedos.—Ten mucha suerte.
Ellos acaban separándose, Audrey limpiándose las lágrimas mientras su padre la abraza de costado. Este último piensa en hablarnos a Christian y a mí pero antes de que alguna palabra pudiera salir de su boca, una voz que todos conocemos grita el nombre de mi novio.
Nos volteamos hacia la fuente de ese ruido y vemos a Elliot correr hacia nosotros seguido de Emma, a quien prácticamente arrastra jalándola del brazo para que ella vaya a su ritmo.
—¿Acaso no estabas pensando en irte sin despedirte de mí, o si hermano?—Pregunta Elliot a Chris cuando nos alcanzan y seguidamente ambos se dan un abrazo, palmeándose la espalda.
Yo me concentro en Emma, quien está apoyando las manos sobre sus rodillas, inclinada hacia adelante y con la cabeza hacia abajo.
—¿Estás bien?—Le pregunto preocupada, acercándome lo suficiente para escuchar su acelerada respiración.
Ella me ve forzando una sonrisa.—No creo que preguntarle a una persona que jamás en su vida hace ejercicio si está bien luego de haber corrido por todo el aeropuerto en menos de cinco minutos sea lo mejor, E2.
—Era más fácil decir no.—Le hago saber tomando su brazo para ayudarla a incorporarse.
—No.—Escupe ella con tono irónico y molesto a la vez.
Le doy unas palmadas en el hombro y ambas nos acercamos a la familia Harrison, viendo como los hermanos terminan su abrazo y por ende, su despedida.
—Ten buen viaje.—Comenta Elliot.
—Así será.—Confirma Christian con una sonrisa torcida.
—Bueno, cariño, es momento de irnos.—Le dice el mayor de los Harrison a mi hermana.
—¡¿Qué?!, ¡No puede ser!, ¡Pero—Grita Emma con el ceño súper mega fruncido, exaltándonos a todos. Ella tarda en notarlo, pero cuando ve el asombro en las caras de los padres de su prometido, se aclara la garganta y forma una gran sonrisa.—Pero cariño, acabamos de llegar.—Comenta entre dientes y puedo notar una vena en su frente.
—Faltan unos minutos para que salga el vuelo, debemos darle privacidad a tu hermana y al mío para que se despidan como corresponde. Vamos, sé una buena hermana.—Se defiende Elliot con diversión al ver la expresión tan iracunda de Emma.
—Nosotros también los dejaremos solos.—Explica el padre de Christian y luego de que este asiente, James me ve a mi.—Te estaremos esperando en el auto para devolverte a tu casa, Erica.
—Se lo agradezco, señor.
Él asiente y se lleva consigo a su ex esposa y a su hija lejos de nosotros luego de dejarle a Christian la maleta.
—¿Nos vamos o te tomarás la libertad de gritarme ahora que mis padres no están?—Le pregunta Elliot a Emma.
—Las dos.—Afirma ella con una mirada fulminante.—Vámonos y te iré gritando por el camino.
—Me parece bien.—Finaliza el hermano de Christian.
—Suerte, hermano.—Le desea mi novio a él.
—Suerte, Elliot.—Le digo yo también.
Ambos se despiden de nosotros y no se alejan ni un metro antes de que pueda oír los gritos de Emma hacer eco por el lugar tan abierto y lleno de gente.
Christian y yo nos miramos, esperando a que el otro diga algo y es a lo que me dispongo cuando los altavoces del aeropuerto me vencen.
—El vuelo a Cambridge, Inglaterra programado para las 10:00 a.m. partirá en tres minutos. Pasajeros, hagan el favor de ir acercándose a la zona de entrada para poder entregar su boleto e ir subiendo a su respectivo avión.
Muerdo mi labio inferior sin poder creerlo. Quiero decir algo, pero no soy capaz de hacerlo. Verlo ahí, frente a mí, no me hace fácil el que deba despedirlo.
A veces cuando piensas que estás preparado para despedirte de la persona que más amas, al momento en el que sucede te das cuenta que realmente jamás terminas de estar listo, no importa que tanto intentes convencerte de ello.
El hecho de pensar en que esta será la última vez que podré ver esos labios que tanto me gustan, aquella sonrisa que me desarma y esos ojos malditamente azules por los cuales he podido ver tantos sentimientos reflejados no me hace tener la fuerza suficiente para decirle adiós.
Pero si no soy capaz de hacerlo, ¿entonces para que vine?
Solo tengo ganas de llorar por esto. La tristeza es lo único que logro sentir ahora mismo y me odio por no poder controlar las lágrimas que se van formando en mis ojos por solo verlo ahí, sabiendo que el tiempo corre y que lo único que hago es quedarme callada, plantada aquí y mostrándole todo mi dolor.
Intento formar palabras, pero lo único que sale de mi boca son balbuceos incoherentes mientras mi pecho arde y es el colmo para que las lágrimas rueden por mis mejillas.
—Hey.—Me llama Christian, dando un paso hacia adelante, acercándose más y tomando mi barbilla para levantar mi cabeza.—Tranquila.
—No puedo hacerlo...—Musito muy bajo.—No puedo... despedirme de ti... solo..., solo puedo pensar en lo mucho que voy a... extrañarte, y-yo...lo siento....
Él no tarda en estrecharme entre sus brazos, su calidez reconfortándome como siempre lo ha hecho con cada abrazo.
—Maldita sea...—Susurro con un lado mi cara en su pecho.—También voy a extrañar esto...
—No es fácil para ninguno de los dos despedirse, Erica.—Me dice Christian.—Así que no lo hagamos.
—Pero para eso vine...—Inquiero.—Para despedirme de ti y desearte toda la suerte del mundo, para apoyarte y darte confianza, como cualquier novia buena haría...
—No tienes que hacer eso.
—Pero yo–
No alcanzo a terminar porque él toma mi cara entre sus manos, haciendo que nuestras miradas se conecten.
—Entonces dime que lucharás por esto, que nos llamaremos cada día, que hablaremos siempre que podamos y que darás lo mejor de ti porque lo nuestro funcione.—Habla con seguridad y determinación, sus ojos azules denotando todo el deseo que tiene de que cumpla con lo que me pide.—Prometeme que no te rendirás conmigo a pesar de la mierda de distancia que tendremos y serás la mejor novia que exista.
Me tomo un segundo, viéndolo, sintiendo cada emoción con la que acaba de hablarme y en como mi corazón está a punto de salirse del pecho.
Y no lo dudo.
—Lo prometo.—Respondo.—No me rendiré contigo, no me rendiré con nosotros.
Mis afirmaciones hacen que él sonría satisfecho, descansando su frente sobre la mía y cerrando los ojos un momento, suspira aliviado y vuelve a verme.
—Esa es mi Ana.
Enseguida los altavoces suenan otra vez, interrumpiendo nuestro momento.
—Pasajeros del vuelo con destino Cambridge, Inglaterra, por favor, vayan dirigiéndose a la zona de entrada del avión. Queda un minuto, repito, queda un minuto.
Luego de haber oído la advertencia, Christian se vuelve hacia mí.—Te llamaré cuando aterrice, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.—Asiento.
Él vuelve a sonreírme y toma su maleta. Pienso que va a irse pero acaba metiendo su mano dentro del bolsillo de su chaqueta, sacando un pedazo de papel. No es hasta que me la da que entiendo que es una carta.
Apenas alcanzo a leer lo que dice la parte de adelante cuando recibo los labios de Christian sobre los míos en un cálido y apasionado beso. Rodeo su cuello para presionarlo más contra mí y disfrutar de él una última vez mientras las lágrimas siguen cayendo por mis mejillas y todo mi interior se convierte en un remolino de emociones.
Cuando nos separamos, Christian acaricia mi mejilla.
—Te amo demasiado, Erica.—Susurra con esa voz que tanto amo.—Eres lo mejor que pudo haberme pasado en la vida.
—Tú también lo eres.—Ni siquiera dudo en responder.—También te amo, Christian.
Él vuelve a besarme una vez más y cuando se separa de mí, lo hace por completo. Camina lejos hasta llegar a la zona de entrada del avión, yo me acerco para poder verlo y cuando él le entrega su pasaje a la persona encargada de recibirlos, lo veo desaparecer por la puerta sin siquiera mirar atrás, pero eso no me molesta, porque sé que si lo hacía se estaría despidiendo sin palabras, y eso es algo que no haríamos.
Y así, al cabo de unos minutos, Christian Harrison partió en su vuelo mientras yo me quedaba viendo como su avión despegaba.
Cuando finalmente se fue, volví a mi casa en silencio, viajando con la familia de Christian en su propio vehículo.
—Gracias por traerme.—Le agradezco a su padre cuando ya me bajo del coche y seguidamente me despido.
Entro a la casa e ignorando cualquier presencia que pueda haber en el primer piso, subo las escaleras y me encierro en mi habitación. Me siento en mi cama y veo la carta.
Para Erica, de Christian.
Eso dice en la parte de afuera. Abro el sobre y saco la hoja que hay adentro, la desdoblo y comienzo a leer la letra que conozco tan bien luego de tantos años de haberme escrito él.
Mi querida Ana.
Típico de Grey.
No sé realmente por qué escribí esta carta. Tal vez lo hice porque, luego de haberme ido, quería ser yo el que pudiera consolarte, así que aquí estoy, improvisando palabras y abriendo mi corazón una vez más a ti, la chica de la que estuve enamorado tanto tiempo y que jamás se dio cuenta. Tal vez yo soy un muy buen anónimo o tú una muy mala observadora.
No puedo evitar reír ante esto mientras siento mi cara aún mojada.
En fin, solo quería recordarte que voy a estar pensando en ti los próximos meses, que las imagenes de ti sonriendo, de ti sonrojandote por cada cosa que te diga o te haga y de ti con tu mente en las nubes jamás saldrán de mi cabeza, ni un solo segundo.
Quizás estés leyendo esta carta mientras ves mi avión salir, o lo haces de camino a tu casa, o tal vez hasta lo estás haciendo ya estando en tu cuarto, lo que sea, pero quiero que la leas cuando sea que me necesites, claro que también puedes llamarme o enviarme mensajes, pero esta carta será tu compañera física hasta que vaya a visitarte para las fiestas, para año nuevo o cuando sea que tenga la oportunidad.
Solo... Hazlo cuando no estés bien, así con esto podrás recordar las palabras que ya no podré decirte en persona durante los siguientes meses:
Te amo.
Hoy, mañana y siempre.
Eres el amor de mi vida.
Y no podría estar más agradecido de haberte escuchado aquel día, en la cancha de básquet, gritando mi nombre, dándome la respuesta que he estado esperando desde que te conocí y la oportunidad de acercarme a ti.
Solo bastó con unas palabras para motivarme a hacerte mía, lo logré pero además de eso mírame ahora, tú conseguiste tambien que yo fuera todo tuyo.
Tanto emocional como sexualmente, por supuesto.
—Por dios...—Digo soltando otra risa.
No hay tanto papel para escribir más, pero espero que esto te baste por ahora. Te enviaré cientos de cartas, cientos de regalos y te diré cada día lo mucho que voy a extrañarte.
Te amo, infinitamente, te amo.
Atentamente, ya no Mr. A, sino Christian.
Tu Grey.
Bajo la carta en mis manos hacia mi regazo, mirando un punto sin sentido en mi cuarto, las lágrimas inundando por completo mis ojos y amenazando con salir.
Al instante, alguien entra por la puerta y me asusto hasta que veo a Madison y a Mason, ambos mirándome con preocupación.
Yo me levanto, dejando la carta en la cama y camino hacia ellos, sabiendo perfectamente para qué vinieron.
—Pasó, él ya no está aquí.—Susurro a mis mejores amigos, presionando mis labios.—Christian se fue.
Y son las palabras que me llevan al peor llanto que tuve en mi vida. Mason y Madison no dicen nada, solo se acercan hasta mí y me abrazan fuertemente, esperando a que mis pulmones se queden sin aire y mis ojos enrojezcan.
Ese día lloré como jamás había llorado.
Finalmente Christian aterrizó en Inglaterra cuando aquí era de madrugada, y cuando llamó, yo estaba preparada para contestar, porque sabía que lo haría en ese momento, lo estaba esperando.
Hablamos toda la noche sobre lo hermoso del lugar, de su estadía, de la emoción que sentía, de como Madison y Mason vinieron a consolarme y de muchas otras cosas hasta que finalmente caí dormida, pero con su carta entre mis manos y una sonrisa.
¿Por qué así?
Porque nuestro último tema de conversación fue hablar sobre nuestra secundaria, sobre lo bien que la pasamos y lo grandiosa que fue y es nuestra historia.
Christian, segundos antes de que mi consciencia ya no pudiera aguantar el sueño, me había dicho, o mejor repetido, que yo soy lo mejor que le sucedió, que soy el amor de su vida y que seré siempre su Anastasia.
¿Adivinen qué fue lo que yo le respondí?
—Tú eres mi Christian, mi Grey, el chico de mi sueños.—Dije soltando un bostezo.—Y....
—¿Y?—Me preguntó a través del teléfono.
—Más que nada, por y para siempre, eres y serás mi amor de secundaria.
Y luego de ello, cerré mis ojos y me dormí como les dije, posiblemente habiendo soñado con él.
Siempre acabo soñando con él.
FIN.
———
N/A: Y hasta aquí, mis queridos y queridas, termina esta grandiosa historia.
Estoy sin palabras, de verdad. No saben lo mucho que esperaba llegar al final, pero ahora que lo hice, me siento demasiado emocional y mal, sobre todo mal.
Muchas gracias por haber compartido esta historia conmigo, por haberse reído, por haber lloriqueado, por haberse enojado y por muchas emociones más expresadas en cada uno de sus comentarios.
Siempre les dije que una escritora no es nada sin sus lectoras, así que déjenme decirles que la verdad... mi mayor inspiración al final de todo fueron ustedes, por eso les dedico nuevamente a todos y a todas, este final tan hermoso.
Espero que lo hayan disfrutado de verdad, quiero saber todo lo que sintieron y quiero decirles que próximamente va a haber otro libro, así que tranquilidad, que cuando aparezca se los voy a anunciar por todas partes. ❤
Si tienen algo que decir de todo esto, adelante, pero si no dicen nada porque los sentimientos no los/as dejan, entonces solo voten y nada, hablemos de esto cuando se recompongan.
Sí chicos y chicas, queridos y queridas, este es el final.
Quiero decirles lo mismo que al final de cada cap, que los veo la semana próxima, pero ya no va a pasar, así que solo les voy a decir...
Nos vemos pronto.
Los y las quiere muchísimo, con todo el amor del mundo, Cami. ❤
PD 2021; están invitadisimxs a leer mis otras obras actualmente publicadas, y espero que les gusten tanto como esta. <3
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