59. La graduación

Capítulo cincuenta y nueve.

1 mes después.

—¿Tienes el vestido?—Me pregunta Betty apresurada.

—¡Lo tengo!

—¿Tienes la toga?—Me interroga Emma con la misma emoción que Betty.

—¡Lo tengo!

—¿Tienes la ropa del instituto?—Cuestiona mi madre, entrando con mucha sobrecarga de energía a mi cuarto.

—¡La tengo literalmente puesta, mamá!—Contesto a cada una de las preguntas que las tres me hacen a la vez que voy de un lado para el otro en mi cuarto, recogiendo las cosas que me faltan y verificando a la vez que todo esté en orden. Cuando pienso que ya por fin tengo todo, me detengo en el medio de las tres mujeres que parecen estar más entusiasmadas que yo y suelto un suspiro.—De acuerdo, creo que ya está todo, ahora, ¿podemos calmarnos?

Emma, Betty y mi madre se echan un vistazo entre ellas antes de darme el sí con un asentimiento de cabeza. Les hago una seña para que respiren conmigo y me siguen. Inhalamos lentamente para aliviar la tensión, pero cuando vamos a exhalar una voz grave junto con unos pasos fuertes nos cortan el intento de calma que quería lograr.

Y ahí se va toda mi paz.

—¡Erica!—Me llama mi padre y suelto un gruñido que por poco daña mi garganta. Me volteo a verlo con ojos prácticamente asesinos pero eso no le quita la sonrisa con la que entra a mi cuarto.

—¿Si?—Pregunto cansada.

—Olvidas una cosa.—Me informa alegre.

—No, papá, ya tengo todo.—Le digo sintiendo como una vena late en mi frente gracias a todo el estrés que estoy acumulando.

—Si lo haces.—Asegura él dando pasos lentos hacia mí.

—Pues iluminame.—Ruego sintiendo como mi mente es aplastada por el peso del nerviosismo de este día.

Mi padre termina de acercarse y cuando queda enfrente, me da un fuerte abrazo repentino que me hace endurecer los hombros por la sorpresa.

—No estés tensa, cariño.—Me susurra él con dulzura en el oído.—Si, tendrás una ceremonia donde se te aclarará que ya no eres una niña de secundaria y que acabas de terminar una etapa de tu vida que te guió a descubrir quién eres, pero también es tu día de transformación. Hoy dejarás de ser una estudiante de secundaria para pasar a ser lo que quieras ser y debes estar orgullosa por eso.

Sus palabras alivian cada dolor punzante que hay en mí y luego de respirar profundamente, le correspondo a su abrazo, rodeando su cintura con mis brazos fuertemente y pegando un lado de mi cara a su pecho, sintiéndome totalmente calmada.

Y aquí se encuentra el instante de paz que tanto estaba necesitando.

—Muchas gracias papá.—Digo en un susurro, sonriendo leve pero sinceramente.

—Por nada, mi querida hija.—Responde acariciando mi cabello y cuando nos separamos, él me ve un momento y vuelve a hablar, haciendo una expresión exaltada.—Oh y por cierto...—Dice y me muestra una de sus manos, la cual no he visto ya que cuando apareció la ocultó detrás de su espalda y al abrazarme no he alcanzado tampoco a verla. Sostiene mi birrete característico del Instituto, el cual no tarda en ponerme en la cabeza, la borla del mismo colgando frente a mis ojos.—...te dije que olvidabas algo.

—De acuerdo, sí lo hacía.—Admito sonriente.

—¡Bueno, bueno!—Exclama mi madre dando palmadas para llamar nuestra atención.—Amo tener estos momentos familiares ya que no pasan tan seguido, pero si no les molesta, ¿podemos continuarlo en el auto de camino al Instituto?, no quiero que nuestra casi graduada llegue tarde a su propia celebración.

—Mamá, aún nos queda tiempo.—Le digo sin borrar mi sonrisa, guardando el birrete en mi bolso junto con el vestido para esta noche y la toga.

—Mejor que sobre a que falte.—Comenta de manera autoritaria.—La familia Beckett jamás fue impuntual en el pasado y tampoco lo será hoy.

—Está bien.—Cedo ante su apuro y cuando tomo mis cosas, dispuesta a salir del cuarto con el resto de mi familia, Emma suelta un silbido tan fuerte que por poco mis tímpanos explotan.

—Antes de ir a la graduación de mi pequeña hermanita, ¿no creen que deberíamos darnos todos un abrazo?—Nos pregunta Emma y mis padres, Betty y yo nos quedamos viéndola extrañados ya que ella normalmente no es así de cariñosa, sí conmigo cuando está de buenas, pero ahora y con todos, no.

—¿Te sientes bien?—Dice Betty con expresión preocupada, causándome gracia.

—Sí, es solo que...—Comienza tímidamente.—He estado en Italia mucho tiempo y cuando llegué jamás hemos tenido la oportunidad de estar todos así, reunidos, salvo en el cumpleaños de Erica, y quiero disfrutarlo al máximo.—Explica con seguridad y mira a mamá.—Tú estás muy tensa y apresurada, y lo entiendo, pero solo quiero que nos permitas esta ocasión para–

Emma no alcanza a terminar porque mamá se dirige hacia ella y la abraza con fuerza, sorprendiendo a mi hermana y haciéndonos sonreír a papá y a mí.

—Todo lo que desees, mi querida hija.—La oigo decir a mamá a Emma y por un segundo creo ver como los ojos de ella se humedecen.

—Oigan, ¿y nosotros qué?—Cuestiona papá molesto a las dos y ellas al escucharlo, sonríen plácidamente, abriendo sus brazos para incluirnos a nosotros, que no dudamos un segundo en unirnos a su afecto.

—Claro, dejen a la anciana afuera.—Oímos decir a Betty de mala gana.

—Oh, señora Betty, venga aquí.—Le propone mi padre mientras Emma y yo le hacemos señas insistentes también, sin embargo, ella se queda parada, esperando la aprobación de una persona en especial: nuestra madre.

—Elizabeth, querida, ya únetenos.—Acaba diciéndole mi madre y Betty levanta sus cortos brazos para envolvernos a todos.

—Bien, porque soy prácticamente su abuela.—Dice ella mientras nos abraza con fuerza a Emma y a mí.—Mis queridas nietas de corazón.

Nos quedamos todos así unos momentos más hasta que entendemos que ahora sí es la hora de irnos, así que acabamos separándonos y saliendo de mi cuarto para bajar en fila por las escaleras hasta la entrada, yéndonos de la casa.

La poca gente que pasa se nos queda viendo mientras nos dirigimos hasta el auto de mi padre e imagino que es por el asombro de ver a todos con ropas elegantes. Mi padre está vestido con un traje que solo usa para ocasiones especiales para nada relacionadas con trabajo. Mamá está usando su vestido más costoso, ese dorado que es de diseñador. Emma está con un entero suelto de color negro que compró en Italia y por último Betty, que lleva puesto un vestido largo de flores que combina con su cabello recogido.

Todos están así por mí. Pienso sonriente mientras me meto en el auto luego de Betty y Emma me sigue mientras nuestros padres van adelante.

Emprendemos el viaje hablando sobre lo que será mi graduación, y aunque me entusiasma el hecho de que ya estoy por prácticamente darle fin a la secundaria, hay cosas que me asustan dejar atrás, como la satisfacción de ir todos los días a Belmont sabiendo que allí, en nuestro salón de este año, Mason y Madison yacen esperando para contarme cualquier pequeñez que les haya pasado la tarde anterior. Que ya no tendré a profesores que me guiarán en cada ciencia y corregirán los errores que tenga. Que ya no podré ver a mis compañeros de siempre aunque no me haya hablado con varios.

Y que ya no podré ir al lugar donde comenzó todo con el primer chico del que me enamoré.

A esos salones donde él ha estudiado...

A sus prácticas...

A verlo en el escenario para dar el discurso de cada año...

Todas esas experiencias que tanto me han marcado ya no podré volver a vivirlas, pero pienso que por muy nostálgico que sea, ese es el punto.

Quiero decir, se supone que acabamos esta etapa para terminar con las viejas experiencias y rutinas que hemos tenido por años para iniciar las nuevas, como ser estudiante universitario, conseguir un empleo o incluso viajar por el mundo si se tuviese la oportunidad, y eso es algo que debería alegrarme por encima de todo lo que estoy por dejar atrás.

Una vibración proveniente del bolsillo de mi falda me hace salir de mis pensamientos y meto la mano para sacar mi teléfono, viendo la pantalla encendida debido a un mensaje.

¿Y es de Emma?

Confundida, veo a mi hermana, quien se encuentra al lado de Betty, que está en el asiento medio, entre ambas. Ella me da una mirada insistente para que revise su texto y no dudo en hacerlo.

De E1 <3

Sé que no debería preguntar esto ahora pero si no lo hago voy a explotar de camino al Instituto. ¿Ya te llegó la gran respuesta?

Me quedo unos momentos quieta, y no porque no haya comprendido su pregunta, sino para recordar ese momento. Luego de unos segundos, le escribo.

Yo: Sí.

Ella: ¡Oh Dios!, ¿Y bien?, ¿Qué dijeron?, ¿Te aceptaron en NABA?

Nuova Accademia di Belle Arti.

Es una Academia de bellas artes, para los que no saben nada de italiano, donde enseñan sobre moda que Emma me recomendó hace un mes y con su ayuda, envié una solicitud para poder entrar con una beca.

Claro, tenía la beca de Belmont, pero era para universidades, y esto es una Academia.

El caso es que, luego de visitar su página y ver lo buena que era, no esperaba ser recibida en lo absoluto, pero a veces el futuro de una persona resulta ser todo lo contrario a todo lo negativo que se crea.

Yo: Accedieron a darme la beca.

Una vez presiono enviar al último mensaje, espero unos segundos e instantáneamente Emma suelta un chillido algo fuerte que casi hace desviar a papá del camino por el susto.

—¡Lo siento!—Se disculpa mi hermana mayor, echándome un vistazo mientras sonríe y luego regresa a su teléfono.

Ella: ¡Muchas felicidades, sabía que entrarías, esa es mi hermana! Además eso significa que, aparte de cumplir tu sueño, vendrás a vivir conmigo a Italia, ¡que emoción!

Suelto una risita que nadie más logra oír, ni siquiera Betty, y al momento recibo otro mensaje de Emma.

Ella: ¿Ya se lo dijiste a Christian?

Ya no le escribo. Guardo mi teléfono y levanto la vista hacia ella, captando su atención a los pocos segundos y con un gran alivio asiento con la cabeza, acto que es suficiente para que mi hermana mayor ya no necesite seguir enviándome más mensajes.

Me siento orgullosa al decir que ya les he contado a todos sobre la Academia. Bueno, a Betty y a mis padres aún no porque no quería ilusionarlos, pero sí a Madison, a Mason y a Christian, primeramente a él, y estoy segura de que cuando le diga que entré a NABA, él se alegrará tanto como yo por él cuando me dijo que iría a Cambridge.

Solo espero que no le duela tanto mi noticia como a mí me dolió la suya al principio...

Sacudo la cabeza, alejando todos estos pensamientos innecesarios y miro por la ventana, prohibiéndome pensar en algo específico por el resto del viaje al Instituto, admirando las casas que conozco tan bien luego de haber ido y venido por estas calles durante tanto tiempo.

Quince minutos después, llegamos al instituto y soy la primera en bajar del vehículo. Betty me sigue y luego de ella Emma. Mamá, mientras tanto, baja igualmente y rodea el coche para alcanzarnos.

—Iré a buscar lugar en el estacionamiento, solo espero que no esté tan lleno.—Nos avisa él desde dentro.

—De acuerdo, querido, pero apresurate.—Le indica mi madre y él asiente, despidiéndose y alejándose.

Todas juntas continuamos nuestro camino, mezclándonos con el resto de familias que también van llegando. Al parecer, no fuimos los únicos en pensar en que debíamos llegar unos minutos antes.

Veo como a nuestros costados caminan mujeres y niñas con vestidos cortos y largos, de diversos colores y con diferentes decoraciones en ellos, mientras que también hay hombres y niños, algunos con trajes completos y otros con el pantalón y la camisa, también con la chaqueta, la corbata o el moño en sus cuellos.

Lo que más me interesa, sin embargo, es observar a los estudiantes que portan los uniformes y sonrío al reconocerlos a todos, aunque claro, al ser nuestro día de graduación, solo estamos presentes nosotros, ya que las clases para los años más jóvenes acabaron ayer.

Por el momento no me encuentro a nadie con quien tenga la intención de ir a hablar, por lo que prosigo con mi familia directo a la entrada, pero cuando estamos a punto de llegar, una voz que conozco perfectamente grita mi nombre.

—¡Erica!—Se oye mi nombre y cuando me volteo, una sonriente, bien maquillada y peinada Madison se acerca con entusiasmo.

Mi sonrisa también se hace presente y acorto la distancia que le queda para alcanzarme, abrazándola como saludo. Ella me corresponde fuertemente y cuando nos separamos, me permito examinar su rostro.

—Wow, estás preciosa.—Le digo sincera, notando el empeño que hizo para lucir de verdad linda.—Si no fuera heterosexual, estarías en problemas.—Agrego en un susurro, imitando la primera vez que me lo dijo.

Ella suelta una risa y me guiña un ojo antes de ver a mis espaldas a las mujeres que me acompañan. Nos volvemos hacia ellas y Madison saluda a cada una, comenzando por Emma, a quien ama como si fuese su hermana mayor también, luego a mi madre y por último a Betty, a quien conoce desde que hace años y a la cual quiere mucho debido a las galletas que hace cada vez que la invitaba a mi casa.

Luego de tantos saludos y cumplidos, entramos todas juntas a la escuela y comenzamos a andar por los pasillos, doblando en cada uno para llegar al patio trasero, que es donde tendrá lugar la ceremonia.

—Oye..., ¿dónde está tu padre?—Murmuro a mi mejor amiga mientras camino a su lado.

—No podrá venir. Ya sabes, siempre trabaja.—Me informa y eso me hace arrugar el entrecejo, pero ella solo se encoje de hombros.—Descuida, no importa, la pasaré bien de todas formas siempre y cuando acabe con estos malditos estudios.

—Esa es mi chica.—Bromeo abrazándola de costado.

Seguimos caminando hasta que vemos delante nuestro la puerta que lleva al patio. La cruzamos sin vacilar y la luz del mediodía nos recibe, haciendo que lleve una mano encima de mis ojos para hacerme sombra unos segundos antes de que mi vista se acostumbre.

Frente a nosotras yacen muchas personas bien vestidas, algunas sentadas en los bancos o paradas bajo los árboles, sacándose fotos con el o la estudiante que acompañan y otros, que es práctica la mayoría, se dirige hacia la cancha de fútbol, donde han sido todas las ceremonias importantes hasta el día de hoy debido a lo enorme que es la zona.

Nos encaminamos hacia allá y cuando llegamos, veo la gran cantidad de sillas que hay, pero de dos colores diferentes y ordenadas de una manera particular.

En el centro, yacen sillas de color plateadas divididas en dos grupos, dejando entre medio un pasillo lo suficientemente ancho para que pase una persona. Luego, a los alrededores de estas, están las sillas blancas que usamos en la escuela, formadas de tan forma que todas quedan viendo hacia el escenario, el cual es la misma plataforma que se usa para los discursos de bienvenida de cada año, con cortinas rojas detrás, flores decorativas, un micrófono en el medio y un poco más atrás de este, una mesa llena de papeles que no alcanzo a ver.

—Ya es la hora.—Me avisa mi mejor amiga, viendo la hora desde su celular, el cual guarda en su bolsillo y seguidamente acerca su bolso, el cual no había visto colgando de su hombro izquierdo, y lo abre, pero me vuelve a ver.—Vamos, debes ponerte la toga y el birrete.

—Eh...—Digo tontamente pero veo a mi alrededor como aparecen alumnos ya con sus ropas puestas y a otros que, como Madison, están a punto de hacerlo.—¡Oh, si, claro!

La imito, sacando mi toga y mi birrete, luchando también con mi bolso para no dejarlo en el piso mientras me termino de vestir pero no cuento con que mi familia está detrás, por lo que me sorprendo cuando unas manos me quitan el bolso.

—Gracias.—Le digo a Emma y ella me dedica una sonrisa mientras yo termino de ponerme lo que se me dijo.—Y bien, ¿cómo me veo?

Ella pretende hablar pero una voz gruesa la interrumpe.

—Como toda una graduada.—Contesta mi padre, alcanzadonos. Me ve con una sonrisa la cual no tardo en corresponder.—Estás bellísima, querida mía.

—Coincido con él.—Dice Emma también sonriente.

Les agradezco una vez más y luego de que mamá regañara a papá por tardarse tanto y de que él saludase a Madison, se oyen los ruidos de los parlantes instalados en la cancha. Todos nos volteamos hacia el escenario y vemos como el director yace ahí arriba, vestido con un traje elegante y demostrando una sonrisa enorme.

—De acuerdo, estudiantes y familias, primero que nada bienvenidos y bienvenidas sean. Les pediré por favor a todos que se sienten en las sillas de la siguiente forma,—Hace una corta pausa.—Los estudiantes en los asientos del medio y el resto de los familiares, amigos y otras relaciones que los acompañan, a los alrededores. Ya vamos a comenzar, así que necesito que lo hagan rápida y ordenadamente.

Obedeciendo, Madison y yo saludamos a mi madre, mi padre, a mi hermana y a Betty, antes de que se fueran a los asientos indicados. Mientras, mi mejor amiga me toma del brazo y me arrastra hacia los nuestros. No somos las primeras en sentarnos, pero de alguna manera conseguimos quedar en la tercera fila de sillas del lado izquierdo, donde vemos que todos nuestros compañeros van, mientras que los de la clase contraria se ubican en los de la derecha.

—Así que... ¿Christian está preparándose para dar el discurso, eh?—Me pregunta Madison y yo asiento.—Bueno, pues, no quiero preocuparte pero no lo veo por ninguna parte, y que yo sepa, el discurso va después de entregar los diplomas.

—Oye, no soy la única a la que se le perdió el novio.—Me defiendo, cruzando los brazos sobre mi pecho.—¿Dónde está Mason?

Ella se tensa ante mi pregunta. Se muerde el labio pero continúo mirándola, esperando su respuesta, por lo que ella se rinde y sede.

—Okay, él también está llegando...

—¡Aquí estoy!—Grita una voz varonil a nuestra izquierda y cuando nos volteamos, vemos como Mason pasa a algunos alumnos para llegar a la silla de al lado de Madison. Nos alcanza y se sienta.—Hola chicas.

Madison se voltea y una sonrisa victoria se forma en sus labios brillosos.—A tiempo, nena, él está llegando justo a tiempo.

La fulmino con la mirada antes de que ella y Mason comiencen a hablar y me tiro rendida hacia atrás, pensando en que ya casi todos los asientos para los alumnos están llenos y Christian aún sigue sin llegar.

Hasta que sucede.

Unos brazos fuertes me rodean desde atrás y seguidamente siento como algo mojado hace contacto con la piel de mi cuello, provocando un escalofrío en todo mi cuerpo. Quiero voltearme pero la persona detrás de mí me aprieta, manteniendome quieta. Sin embargo, el olor de su colonia me es totalmente familiar.

—Christian.—Susurro segura aunque con algo de duda.

—¿Alguien más te besaría el cuello de esta forma?—Cuestiona él, confirmando lo que pensaba.—¿Y te haría temblar como acabo de hacerlo yo?

Una sonrisa se forma en mis labios.—Claro que no.

—Buena respuesta.—Acaba diciendo y me suelta.

Me volteo hacia él e instintivamente me muerdo el labio, apreciando sus hermosos ojos azules que se ven más claros debido a la luz del sol, su cabello desordenado y vestido con la toga que todos los demás llevamos, solo que él la tiene abierta, viéndose su uniforme escolar.

—Te ves hermosa.—Dice Christian, viéndome de arriba abajo sin nada de sutilidad.

Y tú estás tan bueno. Pienso pero lo que sale de mi boca es...

—Y tú igual.

Él me muestra esa sonrisa torcida que ha bajado más panties de las que alguien podría imaginar y yo solo me contengo para no tomarlo de la cara y besarlo con todas mis ganas. Sin embargo, Christian se me acerca hasta que sus labios casi rozan mi oído, alterando aún más todos mis sentidos.

—Luego de la entrega de diplomas te llevaré a los vestidores y te quitaré esa maldita ropa.—Susurra, su voz ronca causando estragos en mí y haciendo que mis mejillas se tiñan de rojo.

—Iremos directo al baile luego, ¿no podrías esperar?—Cuestiono, tragando grueso.

—No creo que me sea posible.—Dice, su respiración chocando contra mi piel.—Hoy estoy algo caliente.

—Elegiste el peor día para estarlo.—Jadeo molesta y excitada ya que él baja su boca hasta mi cuello, depositando un largo beso.—Christian, por favor, luego.

—¿Lo prometes?—Gruñe, apoyando su cabeza en mi hombro.

—Lo prometo.—Juro y él levanta su cabeza, mirándome fijamente, causando que mariposas revoloteen en mi estómago.

—De acuerdo, solo te advierto que mientras más me hagas esperar, peor te haré gritar.—Me hace saber y antes de que pueda decirle algo, él se aleja en dirección al resto de sus compañeros.

Al mismo tiempo, los altavoces vuelven a sonar, una voz grave saliendo de ellos.

—De acuerdo, ya estamos casi todos, por lo que deberíamos empezar ahora.—Anuncia el director desde el micrófono y esta vez, detrás de él yacen todos los profesores del Instituto, vestidos de sus mejores galas.—La ceremonia será lo siguiente: primero entregaremos a todos los alumnos de último año su diploma, los llamaremos y ellos subirán aquí para recibirlos, se tomaran una foto con su profesor favorito y conmigo, luego volverán a su lugar y haremos lo mismo con el siguiente hasta que todos tengan su certificado de haber acabado la secundaria. Por favor, familias, amigos y otros acompañantes, les pido que no vengan a sacar fotos mientras los alumnos estén aquí arriba, para algo tenemos al fotógrafo, para que todo esto sea de manera ordenada.—Explica sin dejar de sonreír.—Bien, ¡comencemos!

Concluida su explicación, algunos profesores le pasan hojas y él comienza a leerlas, dictando nombres de alumnos que suben al escenario, reciben el diploma, estrechan la mano del director y del profesor, se saca una foto con ellos y baja, volviendo a respectivo su asiento.

El acto se repite unas sesenta veces, entre ellas Mason, Madison, Adrián, Ashley y otras personas que conozco que ya han recibido su certificado de graduación secundaria, hasta que por fin mi nombre sale de la boca del director.

—Erica Anita Beckett.

Oh, mierda.

Varios de mis compañeros sueltan una carcajada, incluidos mis mejores amigos y otros de la clase contraria. Suelto un suspiro y me levanto, saliendo de mi lugar. Camino avergonzada por el pasillo y subo mientras escucho la risa exagerada de Mason a mis espaldas, haciéndose más lejana hasta que la acaba.

El director me entrega el diploma y me tomo un segundo para verlo, leyendo mi nombre en él en letras cursivas hermosas.

—¿Quién es tu profesor favorito, Erica?—Me pregunta él.

Y yo no dudo en contestar.

—El profesor Connor.—Digo sonriente, volteandome a verlo. El director le hace una seña al susodicho y este se acerca, mirándome complacido por mi elección.

—De todas las alumnas que han estado llegando tarde este año, usted fue mi favorita, señorita Beckett.—Me dice el señor Connor, acomodando sus lentes.

Yo le sonrío y estrecho su mano, luego la del director y los tres posamos para el fotógrafo. El flash me ciega por un instante, pero me recupero y me devuelvo a mi asiento.

Otros cincuenta alumnos más reciben sus diplomas y como era de esperarse, Christian acaba siendo el último en ser nombrado.

Él sube al escenario, recibiendo gritos y silbidos detrás de él, tanto de chicas como de chicos. Alcanza al director y este le dice algo, Christian le responde y enseguida le hace señas a un profesor que si no mal recuerdo, es el de deportes. Este abraza a mi novio y seguidamente ambos, junto con el director también, se toman una foto. Sin embargo, Christian no baja y todos tenemos claro porqué.

—Familias y amigos, es para mí un honor anunciar que ya oficialmente todos los alumnos aquí presentes tienen sus diplomas. Demos un fuerte aplauso a ellos, por favor.—Pide el director y seguidamente, un escándalo de vítores llena el lugar, tanto de las familias como los propios alumnos. Cuando el ruido culmina, el director continúa.—Ahora, como a principio de año les ha dado el discurso de bienvenida, ahora dará el de despedida también, así que... adelante, Christian.—Dice el hombre y le entrega el micrófono, colocándose al lado de los profesores, dejando la atención completa al chico de mis sueños.

—Gracias director.—Agradece Christian, hablando desde el micrófono y fija su atención en todo su público.—No tengo el mejor discurso preparado para hoy, ¿saben?, creí que sí, que diría unas palabras sin ánimos y esperaría a que todos aplaudieran como siempre han hecho, pero de alguna forma, he cambiado, y ahora quiero que sientan de verdad todo lo que voy a decir.

De la nada hace una pausa, sus ojos azules vagando entre toda la gente hasta que se encuentran con los míos.

—Desde el inicio de mi secundaria, no esperaba poder sentirme aferrado a esto, porque pensaba que solo sería una escuela que pasaría sin más, que sería una absurda etapa de mi vida que toda persona sueña con acabar porque no hay nada que me entusiasme en ella, pero durante este año, más que en cualquier otro, descubrí que sí existía algo. ¿Cómo?, no sabría responderles, pero es como ese dicho que dice que encuentras lo que más quieres cuando no estás buscando, ¿y saben algo?, no podría estar más de acuerdo ahora mismo con esa frase. Yo no buscaba nada y acabé encontrando lo mejor que pudo haberme sucedido en la vida, algo por lo que valía y vale la pena hacer cualquier cosa, algo por lo que querer arriesgarse.—Dice con seguridad.—Alguien que te haga querer ser la mejor versión posible de ti.

Mi corazón late desesperado al notar que su mirada no se separa de la mía ni un segundo a la vez que cada palabra salida de su boca llega a lo más profundo de mí.

—Y claro que, tal vez hayan malos momentos en nuestro camino, pero eso solo nos ayuda a aprender, para que en algún futuro, hagamos las cosas bien. Créanme que yo he cometido demasiados errores en mi corta vida, pero como dije, me sucedió algo que me motivó a cambiar, a mejorar.

Siento lágrimas llenar mis ojos, pero las contengo, totalmente atenta a su discurso mientras mi corazón se calienta. Todo el mundo está en silencio, pero estoy tan segura de que como yo, a ellos también les están llegando las palabras de Christian.

—Todo esto me sucedió durante esta etapa, en mis años de secundaria, y es por eso que se volverá de los momentos más importantes e inolvidables de mi vida. Además de haber aprendido a ser lo que soy ahora, me llevo los recuerdos y la seguridad de tener en claro toda la ayuda que he recibido. Quiero agradecer a los profesores, porque sin ellos no sería capaz de estar aquí hoy, dando el discurso por haber resultado ser uno de los alumnos más inteligentes. Quiero agradecer también a mi familia, que sin ellos, yo no podría haber entrado a esta escuela si quiera ni haber conocido a todas las personas que tuve la suerte de conocer. A ellos también quiero agradecer, porque han estado conmigo durante todos estos años, siendo los mejores amigos que pude haber conseguido.

—¡Claro que sí, Harrison!—Oigo una voz masculina gritar y cuando veo, es Adrián parado, su rostro contorsionado, como si estuviese soportando lágrimas.

—Y más que a nadie, quiero agradecer a la persona que no se dio por vencida conmigo a pesar de haberla tratado tan mal cientos de veces.—Continúa Christian y me vuelvo hacia él, encontrándome otra vez con su mirada.—Porque siempre has estado ahí para mí, incluso cuando no sabías lo bien que me hacías con solo sonreír, porque perdonaste cada idiotez que cometí y porque fuiste la que me ayudó más que nadie a descubrir lo que puedo y quiero ser realmente.—Susurra y puedo ver una sonrisa formarse en sus perfectos labios.—Porque me has hecho feliz.

Quiero sonreír, pero sé que si lo hago, lo húmedo en mis ojos acabará saliendo y mojando la mayor parte de mis mejillas.

—Te amo, Erica Beckett.—Dice Christian sin vacilar, causando que ya no pueda resistir más y mis lágrimas rueden por mi cara mientras sonrío ampliamente, cubriendo mi boca con ambas manos.

Todos a nuestro alrededor sueltan sonidos entercenidos. y Madison me abraza de costado mientras yo suelto una risa de felicidad.

—Felicidades a todo el mundo, gracias por haberme escuchado.—Finaliza Christian, devolviendole el micrófono al director, quien le dedica una sonrisa también emocionado por sus palabras. Mi novio baja y me da un último vistazo antes de dirigirse a su asiento, entorno a él todos aplauden.

—Hermosas palabras, de verdad hermosas.—Dice el director mientras Christian recibe palmadas de sus compañeros.—Luego de ese discurso, yo ya no tengo nada más para decir. Simplemente, los felicito a todos. Han sido un grupo grandioso de alumnos de secundaria, y me complace ser quien les diga que ahora pasarán a ser un grupo de graduados, así que por favor, corran las borlas de sus birretes hacia la izquierda.

Obedeciendo, todos hacemos lo que nos pide casi al mismo tiempo, causando una amplia sonrisa en la cara del director.

—Oficialmente, ya son graduados, muchas felicidades y disfruten del resto de su maravilloso día.—Concluye el director.—¡Ya pueden celebrar!

Automáticamente todos los levantamos de nuestros asientos, nos quitamos los birretes y los lanzamos al aire, causando una lluvia de los mismos. Gritamos felizmente y nos abrazamos. Madison, Mason y yo nos presionamos fuertemente.

—¡Ya somos los tres mosqueteros graduados!—Dicta Mason felizmente y Madison y yo solo reímos.

Cuando nos separamos, me volteo para buscar a mi novio pero unos pasos más adelante mío, él está ahí  mirándome con una sonrisa.

No lo dudo.

Corro hacia él y estampo mis labios contra los suyos cuando lo alcanzo. Christian a su vez envuelve mi cintura con sus brazos y me alza por un instante.

—Ahora eres una chica graduada, Ana.—Me hace saber cuando acabamos de besarnos.

—También tú, Grey.

—¿Puede este chico graduado besarte una vez más?—Me pide permiso, acercando sus labios a los míos otra vez.

—Una y mil veces más.—Le digo sonriente y tiro del cuello de su toga, acortando nuestra distancia, besándonos en medio de todo un escándalo emocionante tras la graduación.

Nuestra graduación.

———

N/A: ¡DIOS MÍO!, Queridos y queridas, no es chiste que estamos llegando al final, ¡miren todo lo que escribí en un solo capitulo y lo emocionada que me puse!, no les miento cuando les digo que escuché como cuatro canciones emotivas y casi me sale una lágrima.

No voy a hacer el Q&AT esta vez, quiero que ustedes me digan todo lo que me quieran decir, porque a pesar de no ser este el último capítulo, el siguiente o el que le sigue sí.

Miles de gracias a todos por todo, muchas muchas muchas gracias en serio por haberme apoyado en esta hermosa historia, por haber aguantado tantas demoras y soportado cada vez que se cancelaba alguna actualización. De verdad, son los mejores del mundo. ❤❤❤

¡Nos vemos la próxima¡

Un beso enorme y con muchísimo amor, Cami.

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