57. La madre
Capítulo cincuenta y siete.
Mi cuerpo está temblando sutilmente y no sé si es por la emoción o los nervios de por fin poder ver a la madre de mi novio.
Claro que, no iba a ser la primera vez que la viera, ya la conocía, pero esta situación iba a ser diferente. Iba a ir a visitarla al hospital, estar en su zona más íntima y verla en su estado más delicado, aquel que posiblemente solo veían sus familiares, y además, me ponía los pelos de punta toda esta situación tan formal luego de saber que nuestro primer encuentro no es el mejor de todos los encuentros entre suegra y nuera.
Muevo mis piernas con inquietud, poniéndola una sobre la otra y luego quitándola para volver a hacer lo mismo, a la vez que mis manos estiran el cinturón que reposa sobre mi pecho de manera poco sutil.
—Así que te inquieta ver a mi madre.—Dice Christian a mi lado, en el asiento de conductor, con la vista al frente y una única mano manejando el volante. Lo veo sorprendida pero él continúa con sus ojos fijos al frente.—¿Adiviné la razón de tu nerviosismo?
—Pfff, ¿Qué?—Hago la pregunta, alargando la palabra y volviendo mi voz más aguda.—Nah, para nada.
—¿Y por qué tiemblas?
—Porque entra mucho viento en la camioneta y me dan escalofríos.—Respondo directamente.
Buena excusa. Dice mi subconsciente orgulloso de mí.
Christian frena su vehículo frente a un semáforo en rojo y sus ojos caen en mí junto con su estúpida sonrisa burlona.
—Todas las ventanas están cerradas.
Mala excusa. Corrige mi maldito subconsciente.
—Mierda.—Susurro sin poder evitarlo y rápidamente le sonrío al precioso y demasiado observador chico frente a mí.—Quiero decir, ¿tienes algún agujero en tu camioneta o....
—Erica.—Insiste él, volviendo su vista al frente y moviendo su vehículo nuevamente tras la aparición del color verde en el semáforo.—¿Por qué estás tan nerviosa?, ya la has conocido.
—Pero no es lo mismo, Christian. La primera vez que conocí a tu madre fue porque ella vino hasta mi casa para aconsejarme indirectamente sobre mi relación contigo luego de habernos peleado.
—Sí, fue para hablar contigo, ¿y eso por qué es malo?
—Por Dios, ¿acaso no piensas en que posiblemente ese terrible, desastroso y horroroso primer encuentro influyó de mala manera su opinión sobre mí?
—Es posible que no.
—¿No?, pues entonces te diré que cuando quiso pasar a mi casa, yo no quise dejarla hasta que comenzó a marearse y no pudo quedarse de pie por sí sola.
La seguridad en el semblante de Christian cambia.—Oh, bueno, ya no sé qué decir.
—Soy un desastre.—Bufo ocultando mi rostro entre mis manos, inclinando la cabeza hacia adelante y soltando un fuerte suspiro frustrante.
Al mismo tiempo, siento como el vehículo de Christian se detiene y pienso que ya hemos llegado a nuestro destino, pero permanezco en mi posición actual hasta que una mano separa las mías y otra me toma del mentón, obligando a ver hacia arriba.
—Si mi madre fue a tu casa aquel día fue porque ella sabía sobre ti, porque pese a saber de mi problema contigo, quiso ir principalmente para conocerte, y estoy seguro de que le caíste bien porque en lugar de reprocharte cualquier cosa como lo haría una madre celosa, te aconsejó de la mejor forma que pudo como me contaste. Así que no vuelvas a decir que eres un desastre, no te atrevas, porque eres una novia increíble, y si existiese la posibilidad de que mi madre no crea eso, no me importa, porque yo sí lo creo y nadie puede cambiar eso, ¿entendiste?—Yo asiento lentamente y él me sonríe.—Bien, ahora solo sé tu misma y estoy seguro de que vas a encantarla, así como lo has hecho conmigo durante años, Erica Beckett.
—Serás un gran psicólogo algún día.—Le susurro, poniendo una mano sobre el lado derecho de su cara.
—Eso espero.
—Definitivamente, lo serás.—Le confirmo y me acerco lentamente hasta besarlo, él me corresponde sin dudar y luego de unos segundos nos bajamos de la camioneta para adentrarnos en el hospital tomados de las manos.
Los pasillos blancos y las luces del mismo color encandilan mi vista, pero no tarda mucho hasta que logro adaptarme.
Los hospitales siempre me han parecido deprimentes, pero por otra parte, también muy interesantes. Son lugares donde hay cientos de historias diferentes en cada habitación, ya saben, saber qué fue lo que les sucedió a las personas en las camillas para que acabaran aquí, tanto médicamente como emocionalmente, puesto que algunos aquí deben haber acabado así gracias a sus propias causas.
Así como la madre de Christian.
Sacudo un poco mi cabeza, intentando retirar ese triste pensamiento de mi mente, pero por cada puerta enumerando cada habitación, vuelvo a recordar el motivo de su estadía aquí y pienso en lo que me gustaría poder comprender lo que sintió cuando decidió acabar con su vida.
¿De verdad valía la pena haberlo hecho?
¿Solo pensaba en la infidelidad de su esposo con su mejor amiga?
¿Acaso no se le pasaron por la cabeza los hijos que dejaría atrás si su intento de suicidio funcionaba?
No es como si pudiera entender todo el dolor que atravesó a la pobre mujer para estar motivada a acabar con su vida, pero tampoco puedo entender el camino que eligió. Sí, el amor duele, la vida duele de muchas maneras diferentes, pero eso no debería ser un motivo para acabar con ella, sino para seguir luchando. Del sufrimiento se puede aprender, levantándose de cada caída, de cada golpe bajo, de cada dolor que uno siente y seguir adelante en busca de la felicidad, la cual tampoco es para siempre, pero es por eso que deberíamos intentar sentirla con más ganas, porque los pequeños momentos son los que hacen que nuestra vida tenga sentida.
Son dos minutos de felicidad los que pueden cambiar todo un día de tristeza.
Pero eso, lamentablemente, la madre de Christian no lo sabía cuando eligió hacer lo que hizo. Aparentemente, la depresión se apoderó tanto de ella que no pudo ver todos los momentos felices que tuvo, tiene y tendrá con sus hijos.
Sin embargo, aún sigue aquí, con Audrey, con Elliot y con Christian, quienes están para ella a pesar de todo.
Salgo de mis pensamientos internos para ver de reojo al chico que está caminando a mi lado y me pongo a imaginar todo lo que él habrá pasado todo este tiempo, ocultando sus problemas familiares lo mejor que pudo bajo la máscara del egocéntrico chico popular del Instituto, teniendo inseguridades propias que no pudo jamás compartirlas con nadie del todo.
Y pese a eso, aún sigue aquí, apoyando a su madre, eligiendo su carrera y siendo el mejor novio que puede conmigo.
Es increíble lo mucho que he descubierto de él luego de tanto tiempo sin siquiera haberle hablado, sin haberme acercado, sin saber que él también estaba ahí, esperando por mí como yo lo hacía por él.
Mi dulce Mr. A...
Sonriendo, entrelazo mis dedos con los suyos a la vez que doblamos el pasillo, viendo como al final de este se encuentra una persona conocida sentada en las silla típica del hospital.
Cuando llegamos, Elliot se levanta con la mirada fija en Christian, dispuesto a recibirlo.
—Oh, hermano, que rápido llegaste, ¡así se hace!—Le dice a Christian y seguidamente lo abraza, haciendo que suelte su mano. Se quedan así un momento hasta que Elliot logra verme detrás de su hermano.—¡Y vienes con Erica, que sorpresa!—Exclama con una sonrisa y suelta a Christian para abrazarme a mí.
—También es bueno verte.—Lo saludo correspondiendo alegremente a su abrazo.
—Es genial oír eso pero tengo algo que confesarte.—Susurra Elliot y se acerca más a mi oído.—No es una sorpresa verte aquí, lo supuse sabiendo que Christian ayer me pidió por mensaje que no fuera a la casa porque estaría ocupado, pero soy su hermano y sé que eso significa que se acostaría contigo.
—Oh diablos.—Digo sorprendida, sintiendo mis mejillas arder ante la forma tan simple que usa Elliot para decirme eso y también algo feliz de saber que Christian estuvo preparando la casa para mí anoche.
—Tranquila, no le diré que te dije si tu tampoco lo dices.—Me confirma amablemente, su trabalenguas confundiéndome un poco antes de que una voz haga que el mayor de los Harrison se sobresalte.
—¿Decir qué?—Pregunta Christian, viendo con el ceño fruncido a su mayor.
—Nada que deba interesarte, querido hermano.—Le dice Elliot y me guiña un ojo, haciendo que desvíe la mirada de ambos un segundo.—Como sea, Christian, nuestra madre te está esperando.—Le afirma a mi novio, haciendo una señal con la cabeza hacia la puerta que hay frente a nosotros.
Christian me da un último vistazo y yo solo le hago un gesto para que entre, consiguiendo que pase aquella puerta que nos separa de la mujer cuya historia ha impactado a toda la familia Harrison.
Cuando Christian cierra la puerta detrás de sí, me dirijo hacia los asientos y me dejo caer en uno de estos adjuntando un largo suspiro. Elliot me imita y ambos nos quedamos callados unos minutos, pero no es un silencio incómodo puesto que ya tenemos tanta confianza que nada entre ambos puede serlo, sin embargo, agradezco que su voz vuelva a hacerse presente ya que prefiero distraer mi mente de cualquier pensamiento sobre la madre de los Harrison que pueda invadirme.
—¿Cómo te sientes?—Me pregunta él con la cabeza apoyada sobre la pared y sus ojos azules mirándome interrogativos.
—Para serte sincera siento que si vuelvo a pararme mis piernas van a traicionarme y acabaré besando el suelo.—Elliot suelta una carcajada, luego se dispone a hablar pero yo continúo sincerándome.—Christian me ha dicho que es probable que su madre tenga una buena impresión de mí, y que aunque no la tuviera no debería importar siempre y cuando él me ame, y tiene razón, pero muy en el fondo yo siento una enorme necesidad de recibir su aprobación porque pff, vamos, ¿qué chica no querría llevarse bien con la madre de su novio?, y más si se trata de Débora, ella es alguien a quien me da miedo decepcionar...
—¿Por qué?—Pregunta el mayor de los Harrison con el ceño fruncido.
—Luego de todo lo que ha sucedido en su vida, pienso que solo debería estar rodeada de personas que la hagan sentir que la vida es bonita y vale la pena, pero dudo que pueda sentirse así teniendo cerca de su hijo a una chica que para nada le caiga bien.
—¿Y piensas que le caerás mal?
—No, sí, ¡no lo sé!—Bufo cubriéndome la cara con mis manos.—Ella fue a hablarme para que arreglara las cosas con su hijo, pero una parte de mí piensa que lo hizo solo por él y que eso no significa que yo pueda agradarle. ¡Diablos!—Refunfuño como si fuese una niña de cinco años que dice groserías.—Debería irme, tal vez fue una equivocación venir a verla.—Argumento con temor y rápidamente me levanto de mi asiento, viendo varias veces la puerta que me separa de la madre de los Harrison.
—¿Qué?, ¿Acaso no quieres hacerlo?—Cuestiona él, parándose a igual velocidad.
—Claro que quiero, pero dudo que el mejor primero-segundo encuentro entre nosotras deba ser en el hospital, viéndola en sus estados más débiles y privados.—Elliot estira su mano hacia mí pero doy un paso atrás a la vez que él abre la boca para hablar pero yo le gano.—Lo siento, dile a Christian que estaré en su camioneta y que no se preocupe por tardar, puede tomarse el tiempo que necesite, yo lo esperaré.
Doy otro paso hacia atrás y me volteo velozmente, luego de darle una última sonrisa de despedida al mayor de los Harrison, cuando siento como mi mejilla derecha choca contra algo.
—¡Au!—Me quejo por el leve dolor y llevo una mano a la cara.—Digo, perdón por haberlo chocado señor o señora, suelo ser así de torpe y...—Mi garganta se queda sin palabras cuando levanto la vista para ver a la persona con la que me impacté.
Luciendo un perfecto traje negro, el señor James está parado frente a mí y enseguida una sonrisa dibuja sus labios mientras me ve.
—Solo fue un leve tropezón, nada de qué preocuparse.—Informa con una voz tranquila y grave.—Hola, Erica, cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos encontramos, que si no mal recuerdo fue hace unas semanas luego de tomar las últimas fotos para el catálogo, que por cierto ya han sido enviadas a la editorial de nuestra empresa para la revista de fin de año, así que nuevamente te agradezco tu sólido trabajo.—Agradece ofreciéndome su mano, la cual tomo luego de unos cuántos segundos para estrecharsela.
—No fue nada, señor Harrison.—Respondo sonriente, aunque hay una pregunta rondando mi cabeza que me inquieta, amenazando con salir de mis labios y agradezco muchísimo oír la voz de Elliot a continuación.
—¿Qué haces aquí?—Pregunta el hermano mayor de Chris y me sorprende un poco su tono de voz, el cual es muy similar al de su hermano a la hora de hablarle a su padre.
¿Acaso Elliot siente el mismo rencor que Christian hacia su padre?
Bueno, de cierta forma me lo esperaría, pero no puedo evitar conmocionarme por verlo en vivo y en directo; la única restante en este tipo de comportamientos entre familiares es Audrey, a quien aún no he visto dirigirle la palabra a su padre o a Mary.
Y hablando de la reina de Inglaterra...
Ella no tarda en aparecer a la derecha de James, luciendo un hermoso vestido que combina con el traje de su esposo, ajustado y que le llega por encima de las rodillas. Su cabello rubio está suelto, pero está tan lacio que hace que su rostro se vea más fino y bonito, aunque claro, ella ya era de por sí una mujer hermosa.
Es una lástima que no lo haya sido por dentro.
—Debería modificar mi pregunta, ¿qué hacen ustedes aquí?—Pregunta Elliot, viendo a ambos con una expresión neutra.
—Aparentemente tu madre solicitó verme, dijo que tenía algo urgente de qué hablar conmigo y aquí estoy.—Explica James con un tono amable mientras su esposa permanece callada, sin embargo, al llegar me dio una sonrisa como saludo que correspondí por educación.
—Tú lo has dicho padre, solicitó verte a ti, ¿entonces qué hace Mary aquí?
—Solo vengo a hacer compañía.—Responde la mujer también en un tono amable, sin embargo, logro notar la incomodidad que siente.
Elliot no dice más nada, así que su padre vuelve a tomar la palabra.
—¿Ella está ahí?—Pregunta James, pero no sé si es directamente a su hijo o a mí.
El hermano mayor de Christian no le responde y para no volver esta situación algo incómoda, decido darle la información yo misma.
—Sí, señor, ella está ahí con Christian.
—Eso explica la razón de que tú estés aquí.—Dice él.—Lo único que queda por suponer es que estás saliendo con mi hijo y eso me emociona, por lo mucho que me han hablado Edgar y Clarice acerca de ti, sé que eres una chica excepcional, así que te deseo lo mejor, a ti y a Christian.
—Muchas gracias.
James me da una sonrisa de boca cerrada y se vuelve hacia Mary, susurrándole que ahora va a entrar a la habitación y que debe esperarlo aquí. Seguidamente, el padre de los Harrison abre la puerta y antes de cerrarla, creo escuchar la voz de Christian diciendo algo que no logro entender.
Elliot, Mary y yo nos quedamos mudos en aquel pasillo, esperando cada quien por su lado a que cierta persona salga de la habitación tan transcurrida en estos instantes. Puedo sentir la tensión en el aire entre Elliot y Mary, pero soporto el peso como me es posible.
Lamentablemente, para situaciones así soy un fracaso y me paso los siguientes minutos carraspeando exageradamente la garganta, provocándome una horrorosa tos que resuena con eco por el pasillo, haciendo que mi subconsciente llore por mi estúpido y notorio comportamiento nervioso.
Finalmente, la puerta vuelve a abrirse, haciendo que el aire entre de nuevo a mi sistema y veo como el señor James es el primero en salir. Él ni siquiera se molesta en saludarnos a cada uno por separado, simplemente nos da una mirada amigable y nos dice adiós antes de llevarse a Mary con él; al parecer tenía prisa.
A los segundos, Christian sale también y su expresión no se ve muy feliz, haciéndome creer que posiblemente es por la llegada imprevista de su padre, pero pienso que lo bueno fue que no logró encontrarse con Mary.
Elliot y yo nos levantamos, pero Christian fija su mirada en mí.
—Quiere que entres.—Me avisa y deja la puerta entre abierta, alejándose de ella. Yo asiento y me acerco.
Cuando quedo al lado de Christian, lo detengo del brazo para poder susurrarle.
—Tienes mala cara, ¿está todo bien?—Le pregunto preocupada.
Él solo sonríe y deposita un beso en mi cabeza.—No es nada de lo que debas preocuparte, luego te contaré. Ahora ve.
Obedeciéndolo, entro a la habitación y cierro la puerta a mis espaldas, viendo frente a mí una camilla entre un par de máquinas médicas y, encima de ella, la mujer de la que tanto he oído.
Me acerco a pasos lentos mientras sus preciosos ojos azules se fijan en mí hasta que quedo a un metro de ella, notando un libro abierto encima de su regazo.
—Hola, señora Morgan.—La saludo educadamente pero no levanto mi mano por miedo a que esta tiemble de los nervios.—Me dijo su hijo que quería que viniera, y aquí estoy.—Informo con mi sonrisa intacta, pero ella solo se me queda viendo y siento que mi cerebro está a punto de explotar.—Peeero si se arrepintió con gusto la complazco y me salgo–¡Me voy!—Me corrijo.—Lamento haberla molestado, me iré ahora, fue un placer verl–
—Siéntate aquí.—Me indica con una leve sonrisa, señalando un sofá detrás de mí.—Vamos querida, no tienes porqué sentirte nerviosa.—Me informa dulcemente al ver mi dudosa expresión.
—Sí señora.—Afirmo y la obedezco, trayendo el sofá hasta estar lado de su lugar y me siento en él.
—¿Tienes alguna idea de por qué te hice entrar aquí?—Me pregunta y yo niego con la cabeza.—Quiero agradecerte.
Su repentina confesión me sobresalta, internamente claro ya que me encuentro totalmente inmóvil como una estatua en mi lugar.
—¿Por qué?—Logro decir con la sorpresa obstruyendo mi capacidad de respirar.
—Por muchas cosas, pero voy a decir todo en una sola frase: por estar con Christian.
—No tiene porqué agradecerme, yo amo a su hijo y–
—Es por eso que lo hago.—Me interrumpe, dejándome con las palabras en la boca y una expresión muy confusa. Ella clava sus ojos azules en el techo, sin dejar de sonreír.—A estas alturas, ya debes conocer mucho sobre mi hijo, por lo que sabes de mis problemas y los porqué, ¿no es así?
—Sí.—Contesto sin más.
—Para empezar, Erica, quiero agradecerte por amar a mi hijo como se lo merece, porque a fines de cuentas, Christian es un buen chico, solo que con los problemas entre su padre y yo, se ha endurecido demasiado.—Me explica y se detiene para soltar una risa débil.—Cualquier persona que lo conociera por primera vez posiblemente lo creería un chico serio y amargado.
—Ni que lo diga.—Se me escapa la frase antes de darme cuenta y cuando lo hago, rápidamente me corrijo.—¡Oh Dios, lo siento muchísimo!, quise decir que tiene razón.
—Te lo dije.—Recalca ella con amabilidad.—Pero fuera de ese porte, Christian es una de las personas con más amor en su corazón del mundo. Cuando era pequeño, él era el más carismático de la casa, siempre jugaba, reía, cuidaba de su hermana, simpatizaba con su hermano, su padre y yo estábamos tan felices por lo que estaba siendo. Luego cambió al entrar en la secundaria, pero no fue nada de qué preocuparse, aún seguía siendo la misma persona generalmente con todos, pero luego sucedió lo de James y yo... y tristemente Christian estuvo presente en toda la conmoción.
Sabía de lo que hablaba, Christian ya me había contado todo de camino aquí, pero solo me limito a asentir como si fuese la primera vez que escuchaba esta historia.
—Desde entonces cambió, simplemente todo aquel amor tan expresivo en él dejó de existir. Se volvió más cerrado con todos y solo se limitó a ocuparse de mis problemas. Siempre que viene a visitarme, jamás me ha hablado de nada acerca de lo que es su vida en la secundaria, sus estudios, sus ambiciones, sus relaciones.—Esto último lo dice volviendo a verme y luego de una pausa para evaluarme con la mirada, continúa.—Hasta hoy.
—¿Eh?—Pregunto tontamente.
—Mírate, Erica.—Me dice y por un segundo estoy a punto de hacerlo hasta que entiendo que es metafórico.—Estás aquí porque Christian te trajo para presentarte a mí oficialmente como su novia. Para serte sincera, no me esperaba que hiciera esto, pero tampoco creí que llegaras a ser su novia ya que, bueno, entre nos... él es bastante complicado para sobrellevar una relación, pero tú estás dando lo mejor de ti para que Christian también lo haga. Lograste que él se abra conmigo de esta manera otra vez, y eso es algo de lo que estaré eternamente agradecida, querida mía.
La madre de Christian me ofrece su mano y yo no dudo en tomarla, viendo como en su muñeca yace una pulsera de plástico blanca.
—No le digas que te lo dije, pero mi hijo me dijo que estabas nerviosa por conocerme y me pidió que fuera buena contigo en caso de que no me cayeras bien.—Me cuenta y seguidamente aprieta mi mano ligeramente, su sonrisa ampliándose.—Pero no será necesario, porque tú ya formas parte de la familia para mí.
Sus palabras me emocionan que temo que lágrimas salgan de mis ojos, así que pestañeo repetidas veces para poder permanecer sin lloriquear y le devuelvo la sonrisa a la señora Morgan.
—Prometo cuidar muy bien de su hijo.—Le juro siendo totalmente sincera.
—Sé que lo harás, cariño, sé que lo harás.—Confirma con seguridad.—Al igual que sé que él también lo hará, porque por lo que sé, te ama mucho y tú a él. Les deseo lo mejor.
—Muchas gracias, señora Morgan.
—Dime Débora.—Insiste.
—Muy bien, Débora.—Me corrijo.
Luego de hablar de algo tan importante e íntimo, la madre de Christian y yo nos quedamos hablando un poco más para poder seguir conociéndonos, hasta que finalmente alguien abre la puerta y cuando veo, es un doctor.
—Señoritas, lamento la interrupción pero ahora debo hacer una revisión de sus pulsaciones a la paciente.—Explica el hombre vestido de blanco.
Yo asiento y luego de despedirme de la mujer con la que tuve una de las mejores charlas de mi vida, salgo de la habitación, sintiendo como el peso que sentía cuando entré ya no está.
Definitivamente, las cosas con la madre de Christian salieron bien.
———
N/A: ¡Buenas, mis queridísimos y queridísimas!
Como saben aquellas personas que me siguen, los días de actualización cambiaron a viernes (y lo aviso también acá para los que no me sigan, así están informados de todos modos <3)
#Q&AT: ¿Qué les pareció el cap?, ¿Aburrido, divertido, 50 y 50?, ¿La charla entre Erica y la madre de Chris les gustó?, la intenté hacer lo más emotiva posible pero no pude porque tenía que ser corta debido a la cantidad de palabras que tenía que usar para el cap, así que mil perdones si no fue lo que esperaban. :(
Como siempre, agradezco todos los apoyos que le dan a la historia, y ahora más que nunca los necesito porque cada vez estamos más cerquita del final de MADS, ayúdenme a no llorar o lloren conmigo 😭
¡Nos vemos la próxima semana!
Los y las quiere, Cami. <3
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