56. La carrera
Porque ustedes lo pidieron, ahora lo tienen...
Contenido +18 (Si eres sensible a este tipo de escenas, te pido por favor que te saltes la parte del capítulo).
¡Disfruten! <3
Capítulo cincuenta y seis.
—¡Estas loco Grey!
Christian no me contesta, solo cierra la puerta de la sala de estar a la vez que yo permanezco parada detrás de él. Cuando se voltea, sus brazos no tardan en rodear mi cintura, apretándome contra él.
—Tú me vuelves loco, Ana.—Susurra y enseguida sus labios se pegan a los míos, moviéndose desesperadamente, como si quisieran devorarme.
Y yo no puedo oponerme en lo absoluto.
Sus manos suben por mi espalda y luego pasan hacia mi abdomen, dejando caricias desde abajo hacia arriba. Cuando sube, su mano comienza a tocar mis pechos, robándome un gemido que se pierde en su boca pegada a la mía.
Muerdo su labio inferior, acariciando su cabello y moviendo levemente mis caderas hacia su cuerpo, sintiendo algo duro dentro de sus pantalones.
—No podemos... hacerlo aquí.—Jadeo, logrando separarme por un momento de sus adictivos labios.—¿Y si alguien de tu familia quiere entrar al salón?
—Entonces deberán esperar, porque cerré con llave.—Me informa y al instante, baja sus manos hasta mis muslos, haciendo fuerza para alzarme y que enrrolle mis piernas alrededor de su cadera.
Christian baja a mi cuello y yo miro al techo mientras siento como él avanza hasta uno de los sofás, donde se voltea y se sienta, dejándome sobre su gran entrepierna.
Siento como su lengua recorre mi sensible piel y esto solo me motiva para comenzar a moverme sobre él, rozándolo por encima de nuestras ropas, consiguiendo gruñidos por parte de él.
—Sigue moviéndote así y prometo que mañana te costará caminar.—Advierte dejando mi cuello para mirarme directo a los ojos.
Muerdo mi labio y continúo moviéndome bajo su atenta mirada, desafiándolo.
Christian sonríe con picardía y estampa bruscamente sus labios con los míos otra vez, su lengua no tarda ni un segundo en jugar con la mía de manera deliciosa mientras sutilmente sus manos comienzan a desabrochar los botones de mi camisa, quitándomela con velocidad, dejando al descubierto mi sostén, el cual ni siquiera se molesta en mirar y me lo quita, dejándome con el torso completamente desnudo.
Cuando nos separamos por falta de aire, Christian aprovecha para atacar mis pechos, causando que arquee mi espalda casi tanto que podría caerme hacia atrás si no fuera por sus brazos envolviéndome fuertemente.
Su lengua se mueve en círculos, activando todas mis sensaciones juntas y llevándome lentamente a la locura con cada toque mojado que deja.
—¡Oh dios, Christian!—Gimo fuertemente mientras sostengo sus brazos, aprentando sus músculos.
Él continúa jugando con su boca mientras que mete una de sus manos debajo de mi falda, la cual ya estaba bastante levantada. Siento una corriente eléctrica en mi vientre cuando Christian me toca ahí por encima de mi ropa interior.
—¿Mojada tan rápido, Ana?—Susurra con su voz ronca y grave, haciendo que mi piel se vuelva de gallina.
Christian comienza a acariciarme por encima de la ropa interior, causando que me retuerza en sus brazos mientras a su vez, continúa jugando con mis pechos. No pasa mucho tiempo hasta que siento que la ropa que me queda es un completo estorbo, y quiero hacérselo saber.
—Christian...
—¿Huh?—Me pregunta y y cuando lo veo, él mantiene una sonrisa divertida.
—Por favor.—Le suplico, moviendo mis caderas al ritmo de sus dedos.
—¿Qué sucede?—Cuestiona tontamente mientras acelera el movimiento de su mano.—¿Qué quieres?
—Tú sabes lo que quiero...
—¿Quieres que te toque directamente?—Dice mordiendo su labio, sus ojos azules brillando de deseo y diversión al mismo tiempo.
Yo solo asiento y siento como corre mi ropa a un lado, sus dedos haciendo contacto directo con mi intimidad hace que un temblor notable se apodere de mi cuerpo.
—Estás tan mojada,—Comenta él, moviendo rápido sus dedos sobre mi punto débil, haciéndome gemir más fuerte.—Y yo demasiado duro como para poder seguir soportando no estar dentro de ti.
Suelto un último jadeo antes de que Christian dejara de tocarme. Me obliga a pararme, quedando frente a él mientras está sentado y lentamente comienza a bajar mi falda junto con mi ropa interior hasta dejarme totalmente desnuda.
Siento mis mejillas sonrojarse pero esta vergüenza dura poco cuando veo como él se quita la camisa por encima de la cabeza, sin perder tiempo en desabrochar los botones.
Yo lo ayudo dirigiendo mis manos hacia su pantalón para quitárselo, pero apenas llego a bajar su cierre cuando él me jala, dejando un corto pero fogoso beso en mis labios y me tira nuevamente sobre el sofá, haciendo que caiga de espaldas.
Christian se quita el pantalón frente a mí y mis ojos bajan hacia sus condenados boxers, viendo como me impiden ver aquella parte que tanto necesito ahora mismo.
Él toma algo del bolsillo de sus pantalones antes de tirarlo a un costado y puedo ver que es un condón cuando lo sostiene con los dientes para proceder a quitarse lo que le queda de ropa bajo mi hambrienta mirada, quedándose como Dios lo trajo al mundo.
Y solo puedo decir una cosa...
Virgen Santísima, gracias por este papasote.
Christian abre la envoltura del preservativo con la boca y luego se lo coloca con facilidad, todo esto mientras yo muero por dentro al ver desesperada cada parte de su perfecto cuerpo, creyendo que es irreal el que todo este ser increíblemente sexy sea mi novio.
Absorta en mis pensamientos tontos, no vuelvo a la tierra hasta que Christian abre mis piernas con lentitud, sus ojos azules fijos en mi intimidad provocan una fuerte temperatura en mi cara pero lo ignoro cuando él finalmente se coloca sobre mí.
Suelto un fuerte suspiro al sentir el roce de su miembro contra mi intimidad. Mi respiración se vuelve pesada cuando entiendo que Christian está esperando en lugar de actuar, torturándome.
—¿Por qué te quedas ahí?—Le pregunto molesta, con el ceño fruncido y la respiración errática.
—Porque quiero que me lo digas.
—¿Decirte qué?
—Que me digas lo mucho que me deseas ahora mismo.—Susurra con determinación.—Que me supliques entrar en ti.—Dice mirándome directamente y para empeorar mi estado, acaricia más mi intimidad con su miembro.—Que admitas que te mueres porque te penetre y te haga gritar sin control.
Mis ojos se quedan viendo los suyos, su rostro perfecto inmutable esperando por mi respuesta. Trago saliva, pensando en cómo demonios sus palabras excitan tanto.
—Dilo, Ana.—Me ordena.
Me coloco sobre mis hombros, quedando a un centímetro de su cara y sin pestañear, lo complazco.
—Te lo ruego, Grey, penétrame.
Luego de mis palabras, todo lo que sale de mi boca son fuertes gemidos tras la estocada que Christian me da sin vacilar, causando que mi espalda caiga contra el sofá ante el temblor de mis brazos.
Él permanece quieto dentro de mí y corre un mechón rebelde de mi cabello sobre mi cara para examinar mi expresión.
—¿Estás bien?—Pregunta con dulzura, pero estoy demasiado excitada para enternecerme.
Muevo mis caderas contra sí a modo de respuesta y su semblante cambia a uno lujurioso y sexy como al de hace segundos atrás. Christian se mueve conmigo, sosteniéndose de sus brazos a los costados de mi cuerpo para continuar con más fuerza y velocidad su forma de penetrarme.
No toma mucho tiempo hasta que siento como un orgasmo está próximo en mí, y clavando mis dedos en su espalda, suelto un fuerte jadeo, sintiendo mi cuerpo explotar de sensaciones.
Sin embargo, cuando pienso que es el final, descubro que me equivoco. Christian aún soporta, por lo que me alza fuera del sofá y camina hacia la mesa bar que recuerdo perfectamente desde la fiesta en su casa hace meses. Me sienta sobre ella y continúa con sus movimientos, todo lo que se oye son nuestras pieles chocando, las cuales se ven brillantes por el sudor del calor.
Sin poder soportarlo, me recuesto con cuidado sobre la mesa mientras él da fuertes y veloces estocadas a la vez que alza más mis caderas, haciendo que mis piernas queden apoyadas sobre su pecho y hombros. A los pocos segundos, siento como increíblemente se aproxima un segundo orgasmo.
—¡Christian!—Grito su nombre sin poder controlarme.
—Erica.—Gruñe mi nombre y pienso que es uno de los ruidos más sexys del mundo.—Se siente tan bien estar dentro de ti y follarte tan fuerte hasta que pierdas la cabeza.
Sus atrevidas palabras son incentivos para mi pobre ser, por lo que solo me dedico a gemir aún más su nombre, demostrándole todo lo que me hace sentir.
—Ya no puedo aguantar más.—Me avisa.
Yo tampoco soportaré más.
Me incorporo y enrrollo mis piernas alrededor de sus caderas al igual que mis brazos en su nuca. Él me da una última feroz estocada y ambos soltamos un fuerte gemido, viniéndonos a la vez.
Christian cae sobre mi estómago, su respiración es tan entrecortada como la mía. Nos quedamos así unos segundos, sin decir palabra alguna hasta que él se levanta y sin previo aviso, me alza y me lleva hasta el sofá, donde me acuesta gentilmente, colocándose a mi lado.
Inmediatamente lo abrazo, apoyando mi cabeza sobre su hombro y él pasa su mano a mi brazo, acariciándome suavemente mientras me ve directo a los ojos, haciéndome sonreír.
—¿Qué?, ¿Por qué me ves así?—Pregunto curiosa.
—Por nada.
—Christian.—Insisto, entrecerrando los ojos.
Él voltea los suyos y pone su mano libre sobre la mía en su pecho, entrelazando nuestros dedos antes de volver a verme directamente.
—Solo que hay algo que tengo ganas de decir y me parece extraño hacerlo después de tener sexo porque sería mi primera vez.
—¿Y qué es?
Él hace una pausa, mostrando una expresión seria, que junto con lo que va a decir, lo hace verse completamente sincero.
—Te amo.
No era la primera vez que me lo decía, pero luego de hacerlo, estando en una situación tan íntima, en un día especial y luego de haber pasado algo tan complicado, todo eso, hace que el que me lo diga ahora sea la mejor vez de todas hasta ahora.
Mi sonrisa se extiende y lo abrazo más fuerte, pegándome lo más posible a su cuerpo y cierro mis ojos complacida.
—Yo también te amo.—Chillo feliz, abrazando con más fuerza lo que hay entre mis brazos, que extrañamente se vuelve más suave y apretujable. Sin embargo, ignoro estás características un momento más.
Hasta que vuelvo a presionar mis brazos y siento como lo que hay entre ellos se hunde y aprieta ridículamente fácil y de forma suave. Me dispongo a abrir los ojos, pero por alguna extraña razón me cuesta y duele un poco, hasta que finalmente lo logro.
Y veo a mi lado una almohada.
—¿Pero qué demonios?—Gruño sintiendo una punzada en mis ojos gracias a la luz que se cuela por la ventana.
Me siento como puedo y luego de frotarme los ojos con el objetivo de poder tener una visión estable, veo a mi alrededor, dándome cuenta de que estoy en una habitación que, pese a no ser mía, la conozco perfectamente.
—Maldición, fue un sueño.—Refunfuño cuando reconozco que no estoy en el lugar donde hace unos segundos creí estar.
Aún fatigada, pongo mis pies sobre el suelo y me paro, a pasos lentos y tambaleantes salgo de ahí. Recorro el pasillo y bajo las escaleras con cuidado, aferrando mi mano a la barandilla de la misma.
Cuando ya estoy en la primera planta, miro hacia mi derecha y sin ver a nadie pasar, decido dirigirme hacia mi izquierda, donde yace la cocina. Tampoco logro ver a nadie hasta que me adentro por completo, teniendo visión de toda la zona detrás de la larga mesa isla que hay y es cuando veo a alguien de espaldas a mí y sin nada que cubra su torso. No tarda en voltearse y enseguida dejar a la vista sus perfectísimos abdominales.
—No es que me incomode que estés mirando abajo, pero mis ojos están aquí arriba.—Dice con diversión y no tardo en mirarlo a la cara nuevamente, llena de vergüenza.—Buenos días, Ana.
Christian me sonríe y hace una señal con la cabeza, invitándome a la mesa. Me siento como puedo en una de las sillas altas y veo como él coloca unos huevos revueltos de una sartén que sostiene con guantes de cocina, y que no he podido ver por lo distraída que estaba con su perfecto físico, en dos platos frente a mí donde yacen también algunas tostadas.
—¿Así que cocinas?—Pregunto arqueando una ceja.
—Si colocar panes en una tostadora y batir huevos es cocinar, entonces sí, lo hago.—Me informa quitándose los guantes y sentándose frente a mí, acercándome uno de los platos.—Vamos, come.
Le doy una última sonrisa antes de llevarme un bocado a la boca, evitando sentirme nerviosa al comer bajo la atenta mirada de mi precioso novio.
—¿Y bien?—Me pregunta mientras finjo degustar exageradamente su comida.
—Está bueno.—Le digo sincera, dando otro bocado.—Deberías ser chef.
Christian suelta una risa, tomando una tostada—Y yo pienso que deberías dejar de exagerar.
—¡Oye!, no estoy diciéndolo por ser exagerada.
—Tienes mucha hambre.—Justifica.
—No realmente.—Admito encogiéndome de hombros, dándole un mordisco a una de mis tostadas.
Christian se inclina hacia mí, provocando una cercanía increíble entre nuestros rostros ya que la mesa no es tan ancha como parece, y siento mi corazón acelerarse, pero no por eso paro de comer.
—Entonces lo dices porque buscas seducir al cocinero, ¿huh?—Dice con su sexy sonrisa torcida, haciendo que por un momento me atragante y él suelta una carcajada, devolviendo su cuerpo hacia atrás.
—Lo digo... en serio.—Logro aclarar una vez trago grueso.—Cocinas muy bien.
—Por favor, son solo huevos condimentados. Además, no me veo dedicando mi vida a la comida.
—¿Y al básquet?—Le pregunto cuando la idea de chef es descartada por completo.—Eres el mejor basquetbolista de Belmont, e incluso del condado ahora que has llevado al equipo a la victoria en el campeonato.
—Bueno, me han ofrecido becas ayer luego del partido, pero sinceramente lo veo como un deporte para pasar el tiempo.
—De acuerdo, ya veo que no eres un Troy Bolton.
—Porque estoy más bueno que él.
—Y eres más arrogante.—Bufo negando con la cabeza e intentando con todas mis fuerzas no mirar su descubierto abdomen para no aumentar su ego.—Bien, entonces, ¿en qué otra cosa eres bueno?
Christian no responde y nos quedamos viendo un momento, él coloca su codo sobre la mesa y sostiene su cabeza ladeante hacia un costado con su mano, mirándome con una sonrisa divertida, haciéndome entender lo que está pensando.
—Hacerme gemir de diez maneras diferentes no es algo a lo que puedas dedicar tu vida.
—¿Quieres apostar?—Cuestiona mordiéndose el labio inferior.
—Christian.—Lo freno antes de que la sangre pueda invadir mis mejillas.—Esto es serio, jamás hemos hablado de lo que vamos a hacer de nuestras vidas cuando acabemos la secundaria, y falta poco para eso.
—De acuerdo, bien.—Acepta y suelta un suspiro, incorporándose.—¿Tú qué planeas hacer, señorita esto es serio, tenemos que hablar de lo que vamos a hacer con nuestras vidas?
—Primero, no existe nadie con un nombre tan largo.—Le corrijo, apuntándolo con mi tenedor.—Y segundo, voy a ser diseñadora de modas.
—¿En serio?—Interroga y yo asiento segura.—¿Y qué se supone que debes estudiar para eso?
—Pues—Me freno tras esa única palabra al darme cuenta de que no tengo idea de qué estudiaré para hacer eso, y como estoy quedándome tanto tiempo con la boca abierta, pareciendo una idiota, decido cambiar de tema.—Eso no importa, ¿qué planeas estudiar tú?
La sonrisa burlona de Christian se desvanece y baja la vista hacia su plato.
—Economía, supongo.
—¿Qué tipo de economía?
—Administración de empresas, organización, gestión, lo que sea, no lo sé realmente, solo sé que será algo que tenga que ver con economía.
La seguridad de su voz es clara, pero su expresión no. Más bien, sus ojos se ven tristes al decirme todo esto y me toma unos momentos comprender porqué, incluso pienso en preguntar, pero no me toma mucho recordar algo importante que sé de él y que aún no hemos llegado a hablar.
—Tú no quieres estudiar economía.—Susurro, causando que él fije sus ojos azules en mí.—Quieres estudiar psicología.
Él me ve sorprendido, aparentemente porque creía que lo habría olvidado, pero luego me da una sonrisa a medias que me sorprende a mí.
—¿Qué?—Pregunto confundida.
—Puedes descartar esa idea.
—¿Por qué?—Él no contesta, así que continúo con mis preguntas.—¿Acaso hay algo que te detiene?
Christian asiente sin dudar con la cabeza y me alivia que al menos conteste con si o no, por lo que sigo usando su voluntad de responder a mi favor.
—¿Tiene que ver con la empresa de tu padre?—Christian no dice que sí ni que no, acto que me hace seguir preguntando más de lo mismo.—¿Acaso es por él que no quieres estudiar psicología?, ¿O es que no puedes?
Finalmente asiente con la cabeza nuevamente, acercándome más a la respuesta que busco.
—¡Lo tengo!—Anuncio luego de unos momentos reflexivos.—No puedes porque tu padre no te permite estudiar eso debido a que quiere imponerte su trabajo de la compañía a ti.
—Erica, no–
—Como lo hizo con tu hermano.—Lo interrumpo y luego lo veo sorprendida.—¡Oh Dios!, ¿Y si Elliot quería dedicarse a otra cosa?
—No creo que–
—¡Tal vez él quiso ser otra cosa!, ¡tal vez quiso modelo!—Digo frunciendo el ceño, ofendida al creer todas mis teorías.—Bueno, eso sería lógico ya que él está muy...
—¿Qué?—Pregunta Christian antes de que yo pudiera acabar mi susurrante frase del final.
—Nada.—Digo rápidamente y él se me queda viendo dubitativo, así que desvío esa mirada cambiando el tema.—Dime, ¿entonces es por tu padre que no puedes estudiar psicología?
—La verdad es–
—Pobrecito.—Digo por adelantado.
—¡Es por mí mismo!—Levanta la voz para lograr interrumpirme. Lo veo unos segundos antes de que su expresión seria se desvanezca tras ver la mía, suelta un suspiro y se pasa la mano por el cabello.—Lo siento, no quería gritarte, es solo que...
—¿Qué sucede?—Cuestiono en voz baja, mirándolo preocupada.—¿Por ti mismo qué?
—Sí quiero estudiar psicología, pero nadie más que yo es mi obstáculo.—Admite, soltando una risa y mirando hacia arriba como si lo que dijera fuese gracioso.—Suena ridículo, olvídalo.
Aún sin dejar de verlo directamente a los ojos, acerco mi mano hacia la suya, aprovechando que la puso sobre la mesa y logro que vuelva a fijar su vista en mí.
—Sabes que puedes decirme lo que sea.—Acaricio su palma con mi pulgar, dedicándole una sonrisa.—Ya no tienes que guardarte nada conmigo, señor anónimo.
Christian duda un segundo antes de apretar mi mano, siendo esta la señal de inicio de su habla.
—Estoy seguro de que cualquier persona que supiera sobre mi interés en la psicología no dudaría en apoyarme, sin embargo, yo soy el único que veo que podría llevarme para atrás si lo intento.
—¿Por qué dices eso?
—Porque tengo una maldita inseguridad, Erica.—Sus palabras parecen dolerle.—No puedo creer en mí mismo respecto a esto.
—¿Por qué no?
Él cierra sus ojos y hace silencio por un momento, tomando mi mano con fuerza y yo agrego la que me sobra, envolviendo la suya por completo hasta que él vuelve a abrir los ojos, y ese mar azul que tanto me gusta brilla, pero hay algo de tristeza en ellos y de cierta forma me recuerda a la mirada de su madre aquel día que la conocí.
—Porque... ¿Cómo podría si no fui capaz de ayudarla aquella vez?
—¿A quién?, ¿Y qué vez?
—A mi madre.—Responde directo, endureciendo su mandíbula y frunciendo el ceño.—Aquella tarde, cuando la encontré en su habitación el día que todos descubrimos a Mary y a mi padre juntos.
—Christian...
—Juro que intenté consolarla como pude, respondía a su tristeza lo mejor que podía, pero luego ella hizo una pregunta que yo no fui capaz de contestar de tal manera que la hiciera sentir mejor, no hice nada, ¿qué clase de psicólogo que fuera bueno haría eso?
Sin pensarlo tanto, suelto su mano y me bajo de mi asiento, rodeo la mesa y, luego de correr su brazo, lo envuelvo en los míos.
—¿Crees que no serás un buen psicólogo?—Cuestiono y antes de darle tiempo a responder, continúo.—¿Qué fue lo que hiciste luego de que te preguntara lo que sea que te preguntó?
—Ya te dije que no pude hacer nada.
—Algo tuviste que hacer.—Insisto.—¿Qué fue?
—Permanecí ahí, abrazándola hasta que dejó de llorar. Pero eso no es–
—Es más que suficiente.—Lo interrumpo, separándome un poco para poder verle la cara.—Lo que hiciste es propio de alguien que es capaz de ayudar emocionalmente.
—Pero no pude responder a sus devastadoras preguntas y me siento tan culpable...
—No era tu obligación tampoco, ni tu responsabilidad.—Él no parece convencido de mis palabras, abre la boca para posiblemente contradecirme pero logro adelantarme.—Christian, ¿acaso piensas que no serás bueno en lo que deseas ser por no haber respondido una pregunta que ni siquiera debieron hacerte?, estás realmente equivocado. Y si crees que le fallaste a tu madre aquella vez, también te equivocas, porque aunque no lograste responderle, hiciste algo mejor que eso: estuviste para ella cuando creyó que su mundo se venía abajo, haciéndole saber que su verdadero mundo eras tú y tus hermanos. Así que deja de sentir culpa por estar metido en un asunto en el que jamás debiste estar metido, porque eras prácticamente un niño, pero aún así manejaste una situación de adultos que ni siquiera los adultos pudieron en el momento.
Él no dice nada, pero no necesito que lo haga. Lo abrazo fuertemente y siento un gran alivio cuando él me corresponde.
—Quería estudiar psicología por mi madre.—Susurra él sobre mi cabeza.
—¿Y ahora?—Le pregunto.
Christian se separa de mí, llevando sus manos a ambos lados de mi rostro y sus ojos azules examinan cada parte del susodicho antes de sonreír.
—Aún quiero hacerlo.
Le devuelvo la sonrisa sin dudar, colocando una mano sobre la suya aún en mi mejilla.—Entonces debes saber que te apoyaré totalmente.
Nos miramos unos segundos más antes de decidir besarnos, pero antes de que pudiéramos hacerlo, un ruido nos interrumpe.
Christian saca su celular del bolsillo de sus pantalones y ve rápido la pantalla frente a mí.
—Hablando de madres, Elliot acaba de enviarme un mensaje.—Me avisa.
—¿Ahora es él tu madre?—Pregunto a manera de broma.
—Dice que está en el hospital con ella y que quiere verme ahora.—Explica, guardando su celular nuevamente para fijar su atención en mí.—Ven conmigo.
Mis ojos se abren en grande por la sorpresa.—¿A ver a tu madre?
—¿No quieres?—Pregunta él preocupado.—Si no quieres está bien, yo solo–
Antes de que pudiera seguir, tomo su rostro entre mis manos y lo beso.
—Me encantaría.
Él me sonríe y vuelve a besarme, sus labios sintiéndose tan bien sobre los míos.
—Entonces ve a ponerte algo más que solo mi camisa.—Me informa bajando la vista hacia mi cuerpo. Yo lo imito y para mi sorpresa, y torpeza también, descubro la única prenda que llevo encima.
Lo miro con el ceño fruncido, algo confundida pero no digo nada y camino lejos de él, disponiéndome a salir de la cocina, sin embargo, freno antes y me vuelvo hacia Christian.
—Solo tengo una pregunta.—Digo pestañeando varias veces y Christian me ve con una ceja arqueada.—¿Anoche lo hicimos en...
—El salón, aprovechando que nadie estaría en casa hasta hoy en la tarde, ya sabes porque Elliot estuvo con Emma e increíblemente Audrey fue a dormir a la casa de Madison.—Me responde él sin vacilar y yo me sorprendo por la última información recibida, sin embargo, decido no interrogar al respecto.—¿Por qué preguntas? ¿Quieres hacerlo otra vez?, porque yo no te diré que no, tenerte abierta de piernas frente a mí encima de la mesa bar fue muy–
—¡Okay, voy a vestirme!—Digo rápidamente y salgo corriendo de la cocina.
Bueno, definitivamente no fue un sueño. Confirma mi subconsciente, causando que las mariposas en mi estómago se vuelvan locas por eso.
Y por el hecho de haber hablado sobre algo tan importante con Christian.
Ahora él sabía la carrera que iba a estudiar.
Y me siento orgullosa de decir que yo lo ayudé a asegurarse.
———
N/A: ¡Sorpresa, queridísimos y queridísimas!
Sé que no actualicé el miércoles, ni siquiera tuve tiempo de anunciar que no pude por ocupaciones varias, pero por fin estoy libre y les traigo un súper capítulo con algunas cosas que varixs de ustedes me estaban pidiendo (guiño guiño), la sorpresa en sí fue eso y que no haya actualizado la semana próxima (aunque esto es más bien una recompensa por mi demora 😅)
#Q&AT: ¿Qué les pareció el capítulo?, ¿Les gustó?, ¿Muy interesante?, ¿Muy aburrido?, ¿Qué les pareció el rato de charla entre Erica y Chris?, a mí sinceramente me encantó, no todos los días pasan estas cosas tan tiernas entre ellos así que <3
¡Gracias por todo el apoyo, 3,3k de seguidores y casi 600k de lecturas, woooow!
Bueno, no tengo más nada que decir, solo que en ig tienen a muchos más personajes de MADS (Mason, Madison, Ash, Ellie, Audrey, Chloe, Elliot, Emma, Adrián, etc) así que pueden ir a seguirlos tranquilamente. ;)
¡Nos vemos la semana próxima con más, Feliz Sábado!
Los y las quiere, Cami.
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