52. La reconciliación
Capítulo cincuenta y dos.
Es gracias a mi fuerte agarre sobre la puerta que logro mantenerme en pie al ver a la persona que menos esperaba encontrarme el día de hoy, y eso que ya he conocido a su misteriosa madre.
Sus ojos azules se clavan en los míos y olvido como respirar, sintiendo mi cuerpo pesado sobre mis pobres pies, pero mantengo mi mirada con la suya, intentando ser lo más tranquila posible.
—Hola.—Esta vez soy yo la que rompe el silencio.
—Hola.—Me imita, sus ojos sintiéndose cada vez más intensos, pero no puedo dejar de verlos, como si estuviese en el típico trance que aquel precioso mar me provoca.
Sin embargo, logro encontrar mis palabras lo más adecuadamente posible.
—¿Sue qucede?
Christian sale de su semblante serio y frunce las cejas ante mi comentario, mientras que a mi me toma un poco más de tiempo reconocer lo torpe de mi habla.
—¡Quiero decir!... ¿Qué sucede?—Me corrijo rápido, sintiendo mis mejillas arder.
—Tu sabes lo que sucede.—Responde, dando un paso dentro de la casa, haciéndome retroceder.
—Tengo una idea.—Digo luego de tragar grueso, teniendo a Christian tan cerca de mí que olvido siquiera la razón por la cual está aquí, por lo que agradezco cuando da un paso hacia atrás, quedando a una distancia prudente de nuevo.
—¿Dónde está?—Me pregunta con voz seria, devolviéndome completamente a la normalidad, y a su vez, haciéndome sentir intimidada.
Bajo la de la suya, aprieto mis labios y me aparto hacia un lado, dejándolo pasar. Cuando lo hace, cierro la puerta detrás de él y me adelanto, comenzando a caminar hacia el pasillo.
—Sígueme.—Le digo, oyendo como está caminando a mis espaldas tras mi orden.
Atravesamos el pasillo en silencio hasta llegar al final de este, me paro en la entrada del living y doy media vuelta, mirando al suelo y de reojo a Christian, que se detiene a mi izquierda.
—Ahí está.—Comento, señalando al sofá, echándole un vistazo rápido a la frágil mujer recostada sobre el mismo.
—Mamá.—Oigo a Christian susurrar, pasándome por un lado y yendo hacia su madre, se arrodilla frente a ella y toma su mano.
Me permito mirarlo por otro instante, observando su semblante inundado de preocupación y confusión, recordándome a mí hace unos momentos cuando dejé pasar a Débora.
—¿Qué le sucedió?—Me pregunta con voz demandante y fijo rápidamente la vista al frente, evitando la suya.
—Creo que dijo algo de una pastilla que había tomado antes de venir y que le estaba haciendo efecto, pero no me dijo cuál–
—Eszopiclona.—Me interrumpe Christian y lo vuelvo a ver, él besa la mano de su madre y se endereza, se voltea hacia mí tan rápido que lo mejor que puedo hacer es bajar la vista hacia su pecho.—Eso la dejará durmiendo de cuatro a ocho horas si es súper efectivo. Me temo que deberé quedarme aquí hasta que despierte.
—¿Qué?—Pregunto levantando la mirada despacio hasta llegar a sus penetrantes ojos.
—Lo que oíste.—Responde con simpleza, comenzando a caminar hacia mí.
—Pe... pero... tú... ella...—Comienzo a tartamudear mientras Christian acorta cada vez más la distancia entre ambos, volviéndose más alto para mi pobre estatura, causando que eleve la cabeza.—Acaso no... ¿acaso no puedes llevarla a tu casa?
—Los efectos secundarios de esa pastilla pueden llegar a hacer que una persona haga ciertas cosas dormida. No quisiera tener que conducir con ella y que sin previo aviso abra la puerta e intente tirarse.
Abro grande los ojos ante su explicación, pero rápidamente me centro en retroceder cuando veo que Christian no para.
—¿No puedes ponerle el cinturón?
Christian sigue mis pasos hasta que nos encontramos ya dentro del pasillo.—Podría quitárselo.
—¿Y si la acuestas atrás?—Pregunto con voz temblorosa por los nervios.
¿Que por qué me siento nerviosa?
Pues el hecho de comprender que estoy frente al chico con el que discutí tan mal ayer, que resulta ser mi novio y él que me ha enviado notas tan lindas durante tantos años creo que son razones suficientes.
Y para agregar, es mi crush de toda la secundaria; aunque hayan pasado meses desde nuestro primer encuentro, los momentos de tensión entre él y yo jamás terminarán para mí, mis nervios ante su presencia por la intensidad con la que sus ojos me ven tampoco.
—Sería lo mismo.—Responde él y casi puedo ver la tentación que contiene por esbozar una sonrisa ante mis acciones.
—Entonces... entonces...—Miro hacia todas partes, intentando pensar en alguna otra opción, cuando siento la parte baja de mi espalda chocar con un mueble que hay colocado en el camino, pegado a la pared. Le lanzo una mirada asesina al pedazo de madera y cuando me vuelvo hacia Christian, hablo sin pensar.—Yo puedo cuidarla y luego llamarte cuando despierte.
—No es propio de un buen hijo dejar sola a su indefensa madre en una casa ajena a ella.
—Le diré que soy tu novia.—Respondo con velocidad y tanto Christian como yo nos detenemos un segundo, sorprendidos por mis palabras, pero luego todo continúa, incluyendo mi desenfrenada palpitación de corazón.—Así que puedes irte tranquilo.
—¿Qué sucede?—Me pregunta sin intentar ocultar su tono burlón.
—A mi nada, ¿y a ti?—Contesto intentando ser lo más indiferente posible.
Christian ya no disimula sus ganas de sonreír, simplemente me da esa media sonrisa que siempre me ha vuelto loca y da dos pasos más hacia mí, quedando tan cerca que nuestros cuerpos están rozándose, sus manos las coloca a mis costados, sobre el mueble detrás de mí y se inclina hasta el punto de que su respiración choca con la mía.
—¿Y entonces por qué estás tan nerviosa?
Porque he descubierto que eres Mr. A.
Quiero responderle eso, pero las palabras se atoran en mi garganta ante el calor que estoy sintiendo en cada parte de mí y mis piernas amenazan con dejarme caer.
—Y ahora también estás temblando.—Susurra, su voz ronca haciéndome estremecer cada vez más.—¿Se puede saber por qué?
Porque estoy intentando resistirme a un ser irresistible como tú.
Lo pienso, pero sobre mi cadáver pienso decírselo, así que decido seguir con mi silencio un poco más, bajando la mirada un momento. Cierro mis ojos y suelto un suspiro leve, los abro de nuevo y vuelvo a ver a Christian con determinación y la cabeza en alto.
—No sé de qué me hablas.—Respondo y con un movimiento rápido logro salir de su acorralamiento.—No estoy nerviosa, ni estoy temblando y quédate todo lo que gustes.—Digo victoriosa al ver la sorpresa de Christian ante mis respuestas.
Él vacila, pero al instante se cruza de brazos y me ve divertido, como si el asombro jamás hubiese pasado por su precioso rostro.
—Cambias de opinión bastante deprisa.—Inquiere, pero yo aún mantengo mi postura, haciendo un gesto de desdén.—Espero que eso pase conmigo también y quieras hablar en algún momento.—Al instante pierdo toda la seguridad que he logrado conseguir, mis hombros se tensan y Christian parece notarlo, pero en lugar de hacer cualquier cosa que me moleste, solo me sonríe.—Tranquila, no estoy presionándote, te esperaré hasta entonces.—Finaliza con un semblante triste y me da la espalda, dejándome con la boca abierta.
Mi corazón se oprime a la vez que siento una punzada en mi pecho, recuerdos verdaderamente cortos pasan por mi cabeza mientras veo como Christian se aleja de mí, yendo hacia el living nuevamente.
Todo lo que Audrey me dijo y todo lo que me mostró ayer contra todo lo que Débora me dijo y todo lo que me mostró hoy.
Y mi conclusión final ahora es...
—No pudiste haber sido tú.—Concluyo para mí pero hablando en voz alta, haciendo que los pasos de Christian se detengan.—No puedo creer que hayas sido tú, anónimo.
Él se voltea para verme y cuando nuestras miradas se encuentran, una adrenalina tan grande recorre mi cuerpo que no lo pienso dos veces.
Doy pasos seguros hacia el chico que amo desde el inicio de mi secundaria, me paro de puntillas una vez lo tengo enfrente y estampo mis labios contra los suyos.
Leves lágrimas se forman en mis ojos y las dejo caer cuando los cierro, pero no por tristeza, sino por el hecho de que siento este momento demasiado emotivo, aunque no es suficiente, es mi forma de pedirle perdón; las acciones dicen más que mil palabras después de todo.
Christian tarda un poco en reaccionar, haciéndome creer que no le gusta y que está por separarse de mí, hasta que sus brazos envuelven mi cintura, pegándome contra él y profundizando nuestro beso al inclinarse más hacia mí.
Jadeos pequeños dejan mis labios, ahogándose con los suyos ante la sensación tan placentera que siento. A pesar de haber pasado solo un día, para mí se sintió mucho más, aumentando todo el dolor que comenzaba a sentir. Lo extrañaba a él y a su forma de hacerme sentir así, segura entre sus brazos, segura de que no me haría nada que me hiriera y segura de que me ama.
Christian baja sus manos hasta mis muslos y me hace saltar, haciendo que enrolle mis piernas en su cintura, da unos pasos hacia adelante y un medio giro, apoyándome contra la pared del pasillo.
Mis brazos envuelven su cuello luego de acariciar un poco su rostro, mis dedos se aferran a su sedoso cabello y sigo disfrutando de él, sintiéndome tan complacida por el simple hecho de haber descubierto lo suficiente como para creerle, como para sentirme a gusta en este momento, como para seguir besándolo por miles de horas más.
Pero, a pesar de que tanto él como yo queremos seguir con esto, no podemos ya que debemos hablar primero sobre demasiadas cosas.
Además, me incomodaría llevarlo a mi cuarto y que hicieramos cualquier cosa sabiendo que su madre está en el sofá del living, profundamente dormida gracias a una pastilla con efectos secundarios que podrían hacerla subir las escaleras.
Espero unos segundos más, besándolo con todo lo que tengo y me separo a duras penas, con la respiración errática y el corazón en la garganta. Él tampoco parece tener el aliento suficiente como para decir algo, pero sus ojos azules se clavan a los míos y no puedo sentirme más hechizada.
—Tengo... tenemos que... que hablar.—Logro decir, aún aferrada a su cuerpo, sintiéndome en el aire mismo.
—Podrías haberlo dicho unos segundos antes.—Me responde luego de soltar un suspiro.
—¿Por qué?—Pregunto aún sabiendo la posible respuesta.
Christian apoya su frente sobre la mía y se lame el labio inferior, provocando que yo muerda el mío.—Porque no sentía la necesidad de hacer ciertas cosas como ahora.
Su comentario me hace estremecer y temo que él lo haya sentido al tenerme alzada, por lo que muevo un poco mis piernas, intentando no rozar nuestras intimidades hasta que Christian termina bajándome.
—Lo siento.—Susurro avergonzada, bajando otra vez la mirada, pero no tardo en volver a subirla debido a que el precioso chico frente a mí pone una mano en mi mentón, obligándome a verlo.
—Como te dije, puedo esperar.—Murmura con dulzura y deposita un beso corto en mis labios nuevamente. Él se separa un poco y toma mi mano, acariciándola con si pulgar.—Ahora hay que hablar.
Su forma tan cálida de tratarme me hace sonreír, yo asiento y aprovecho que tenemos las manos entrelazadas para tirar de la misma y así guiarlo fuera del pasillo.
Llegamos al principio de este, donde yacen las escaleras y no dudo en subirlas jalando a Christian tras de mí, mientras subimos lo oigo soltar una risa que me hace echarle un rápido vistazo dubitativo.
—¿Qué?—Le pregunto una vez ya estamos en el segundo piso, dirigiéndonos hacia mi habitación y cuando llegamos, lo dejo entrar primero para luego cerrar la puerta detrás de mí mientras me agradezco internamente por haber quitado todas esas fotos y altares extraños que tenía por él.
Por si se lo preguntan sí, esta es la primera vez que lo hacía entrar a mi cuarto.
Christian da unos pasos en reversa, mirándome con una sonrisa divertida y cuando llega a mi cama, se sienta sobre la misma e inclina su cuerpo hacia atrás, sosteniendo el peso de su cuerpo en sus brazos clavados al colchón.
—Se supone que íbamos a hablar, pero nos encierras en tu cuarto, me pregunto porqué.—Me responde de manera chistosa pero apenas si puedo prestarle atención a sus intentos de burla viendo su cuerpo de manera más detallada.
Sus pantalones negros y su camisa gris le quedan tan bien, además de que con cada movimiento se ciñen levemente a la musculatura de su cuerpo, haciéndolo ver cada vez más tentador.
Y la cosa empeora cuando me doy cuenta demasiado tarde de lo fijo que estoy mirándolo. Christian lo nota antes que yo, así que se incorpora sobre la cama y sin decir nada, comienza a desabrocharse los botones de la camisa.
Cuando ya están a punto de verse sus fornidos abdominales es que vuelvo en mí otra vez y reacciono ante sus actos.
—¡¿Qué haces?!—Cuestiono en voz alta, frunciendo el ceño al sentir mis mejillas arder.
—Comenzando primero, como un caballero.—Me responde con simpleza.
Está a punto de seguir desabotonando su camisa cuando me acerco hasta él y lo freno. Trago grueso sintiendo que estoy a punto de perderme otra vez mientras veo su pecho descubierto y desvío la mirada, alejándome.
—Vamos a hablar.—Replico, intentando calmarme y cuando lo logro, vuelvo a verlo fijamente con la mayor seriedad que me es posible.—Mister Anónimo.—Agrego, haciendo que la sonrisa juguetona de Christian se desvanezca.
Es el turno de él desviar la mirada a la vez que tuerze los labios hacia abajo, como si el hecho de haberlo descubierto le disgustara, incluso a pesar de que fue por una carta que él mismo escribió.
Me siento a su lado y saco del bolsillo de mis pantalones la carta levemente arrugada por la rapidez con la que fui a abrir la puerta, intento ampliarla lo más cuidadosamente posible y se la extiendo para que la vea.
—¿Sabes lo que es?—Pregunto en voz baja y como Christian no me responde, yo continúo.—Esto es lo que hizo que supiera todo. Es la carta que tú–
—Te escribí. Lo sé, lo sé, ya puedes guardarla otra vez o hacer lo que quieras con ella.—Contesta con el ceño fruncido y suelta un suspiro frustrado.—Sé lo que dice, Erica, yo la escribí, eso ya lo sabes.
—¿Y por qué reaccionas así?
—Porque pienso que fui demasiado cursi.
—Que fueras cursi fue lo que me hizo querer hablar contigo ahora.—Le espeto.
—Y lo agradezco, pero aún así creo que fue mucho. Me hubiese gustado haber cambiado bastantes cosas en esa carta, después de todo la idea era decirte lo más importante, que supieras quién era.
—¿Y hay de la última parte?—Susurro alejando la carta de él y pegándola a mi pecho.—Donde dices que me amas, ¿también te hubiese gustado cambiarla?, ¿o directamente no decirla?
Christian despega sus ojos del suelo y me ve directamente, yo mantengo su mirada y él no vacila en ningún momento a la hora de responder.
—No cambiaría esa parte ni aunque quisiera.—Su mano viaja hasta mi mejilla, ahuecándola y acariciándome.—Y no quiero.
Sus palabras hacen que mi corazón salga disparado de mi pecho, no literalmente, y las lágrimas se formen rápido en mis ojos, brotando de los mismos a igual velocidad.
Él pasa su pulgar, limpiándolas y me sonríe como jamás lo había hecho, de la manera más sincera que vi, haciéndome creer que este preciso momento no podría ser más perfecto.
Pero Christian Harrison siempre puede mejorar.
Y encontrar palabras aún mejores.
—Te amo.—Susurra, acortando la distancia entre nuestros rostros de manera lenta.—Desde aquel día en que nos conocimos en la cancha de básquet.
Mi pecho hormiguea de la emoción al escucharlo decir todo eso.
Y es que, hay algo que olvidé contar al principio.
Christian Harrison, el chico que se volvió mi crush, mi amor platónico, mi sueño inalcanzable desde el inicio de la secundaria me habló una vez hace muchos años.
Fue cuando entraba a Belmont, no conocía a nadie, por lo que durante el primer receso fui a la cancha de básquet y decidí jugar sola. Pese a que el deporte fuera divertido, no me sentía bien. Era una pre adolescente que no tenía amigos, sentía temor y angustia por saber qué hacer con mi vida social siendo la nueva, porque era la única que aquel día entró al salón de clases sin conocer a alguien, sin tener algún amigo o amiga esperando. Me sentía fatal porque nadie me había hablado esa hora y a mi me daba miedo intentarlo por mi cuenta.
Hasta que apareció él.
Me habló como si nada, queriendo practicar conmigo, diciendo que me vencería pero cuando le pasé el balón por primera vez, no pudo siquiera atraparlo.
Pero finalmente le enseñé y me venció.
Aún recuerdo lo bien que me sentí pese a ser derrotada. Las risas, la satisfacción de hablar con alguien tan amable, pero sobre todo esa sensación extraña de calidez que yo supuse era la emoción de tener un nuevo amigo.
No fue hasta que se acabó el receso y él se fue, siendo que a partir de ese día no volveríamos a intercambiar palabras durante los años que siguieron, que supe que esa calidez que sentí estando con él no era la que se siente por un amigo.
Christian comenzó a gustarme desde aquel día.
Y hasta este año, yo creía que él me había olvidado, que no le había interesado lo suficiente como para volver a cruzar palabras conmigo, que se había convertido en uno de esos chicos jodidamente sexys que saben lo buenos que están y lo aprovechan para estar con muchas chicas sin compromisos, y que me vio como a una de esas chicas.
Pero sin saberlo, Christian también sintió algo por mí desde entonces.
No fue un amor no correspondido después de todo.
Luego de pensar en todo esto, aún con las lágrimas dificultando la preciosa vista frente a mí, abro la boca con la intención de hablar, pero no me sale formular palabra alguna debido a mi silencioso lloriqueo.
—Hey, calma.—Dice Christian, regalándome una de sus sonrisas que tanto amo.—No debes decirme nada.
Pero quiero decirte todo.
—Lamento haber desconfiado de ti, de haberte gritado, de haberte menospreciado, de haberle creído a terceras personas y de haber pensando que eras capaz de hacerme mal intencionalmente. Yo... soy una imbécil.—Susurro con una enorme decepción hacia mí misma y Christian me ve con ojos tristes, se dispone a hablar, pero yo continúo antes que él.—Pero soy una imbécil que te ama.—Digo segura, sorprendiéndolo.—Ojalá puedas perdonarme, de todas formas te prometo no volver a ser así jamás. Incluso cambiaré, seré una mejor novia, más atenta, más cariñosa, hasta te escribiré no—
No alcanzo a terminar, porque los labios de Christian silencian los míos con un beso pasional y cargado de mil emociones.
Él mueve sus labios en sincronía con los míos mientras sostiene mi cara con ambas manos, profundizando nuestro beso, mezclando nuestras respiraciones, todo a nuestro alrededor volviéndose blanco.
Dejo caer la carta de mis manos y las aferro a su espalda mientras que él no tarda en tirarme hacia atrás, haciéndome caer en la cama para subirse sobre mí sin separarse de nuestro beso.
Mis manos lo acarician un poco más antes de bajar hacia la fila de botones de su camisa y terminar de desabrocharla, abriéndola por completo y tomando a Christian por sorpresa.
—Creí que tener a mi madre en la misma casa donde lo haremos te incomodaría.—Me dice con voz ronca y una sonrisa, como si hubiese leído mis pensamientos de hace rato.
—Dijiste que tardaría entre cuatro y ocho horas estando dormida.—Musito entre besos, haciéndole entender que la presencia de su madre abajo ya no es de mi interés en estos momentos.
Christian vuelve a besarme, bajando a mi cuello y dejando algún que otro chupón antes de separarse y quitarme la blusa. Sus ojos se quedan viendo mis pechos dentro de mi sostén y la seriedad se apodera de su rostro, como si estuviera pensando en algo.
—No creo que esas horas sean suficientes.—Gruñe presionando su entrepierna contra mi intimidad, haciéndome entender lo que me espera.
—Entonces cállate y bésame, Grey.—Susurro excitada.
—Lo que tú digas, Anastasia.—Me responde antes de volver a juntas sus labios con los míos, llevándonos a ambos al comienzo de lo que sería toda la preciosa tarde que pasaríamos juntos, volviéndonos a sentir completamente.
Y hasta que su madre por fin despertó, Christian y yo hablamos de todo lo que debíamos de haber hablado desde el principio. Todas las situaciones que pasamos, todo el pasado, lo de que Audrey fue la responsable de lo sucedido, de sus notas todos estos años.
Se habían acabado los secretos entre nosotros.
Y como dijo la madre de él...
No dejaríamos que terceros intentaran entrometerse en lo que hay entre nosotros.
Porque nos amábamos lo suficiente como para volver a permitirlo.
Ya estábamos oficialmente reconciliados.
———
Nota de Autora: ¡Mis queridísimos, mis queridísimas, actualización nueva!
Pido miles y miles de disculpas por no haberlo hecho ayer, pero como dije, estuve súper mega ocupada, además del bloqueo que tuve y en fin, soy un desastre, ¡así que gracias por soportarme!
#Questions&AnswersTime
¿Qué les pareció el capítulo?, ¿Muy romántico?, ¿Cuántos y cuántas de ustedes contrajeron diabetes?, ¿Qué tienen para decir de todo esto?, en mi opinión pienso que comenzó aburrido pero me gustó escribir desde la mitad hasta el final, me súper inspiré y nada, espero que les haya gustado <3
¡Noticia importante!
Erica y Christian tiene instagram.
Así es, nuestros queridos Grey y Anastasia ya están en otras redes, por lo que pueden ir a seguirlos ¡ya!
Busquenlos como Chris.Harrison_ y Eri_Beckett.2
O vayan a mi muro que les voy a dejar los links de sus cuentas ♡
(Y también pueden ir a seguir a la autora, ejem)
¡Como sea!, agradeceré mucho sus votos, sus comentarios, que compartan, que guarden y que me sigan, porque amo ver como esta familia crece cada día más <3
¡Nos vemos la próxima semana!
Los y las quiere mucho, Cami. ♡
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