50. El hermano mayor

Capítulo cincuenta.

El silencio ha estado inundando por completo el interior del mercedes de Elliot desde que arrancó, permitiéndome ser capaz de pensar mientras veo todo el paisaje que atravesamos tras avanzar en las calles del vecindario.

Sin embargo, ya he pensado demasiado, por lo que mantuve mi mente en blanco todo el viaje, pese a que luego no podré pensar tranquila debido a la preocupada hermana que me espera tras llegar a casa con los ojos hinchados y las lágrimas secas en mis mejillas, además de que si Elliot se queda, va a contarle todo.

Ladeo mi cabeza de la manera más disimulada y lenta posible, mirando al conductor. Elliot mantiene la vista al frente, como si no se hubiese percatado de mi mirada sobre él, no sonríe, pero tampoco se ve molesto por la escena que hice junto a su hermano en su casa, sino que mantiene una expresión neutra, muy difícil de intentar entender.

Me pregunto cómo habrá conocido a Emma.

Él es agradable, pero hace rato, cuando me salvó de enfrentarme a su hermano, se veía como una persona totalmente distinta a la que conocí la primera vez que nos vimos.

¿Acaso siempre ha sido así de carismático?, ¿O solo fue la primera impresión?

No creo en la segunda opción, puesto que hasta hoy él ha sido de la misma manera. Sí, he de admitir que tiene ese encanto tan usual de un Harrison, además de que es sumamente apuesto, pero no me pareció un idiota, y eso era otra diferencia entre él y Christian.

El destino quiso atarme al hermano más problemático.

Estoy segura de que, si fuese Emma, estaría muy agradecida por tener a Elliot como novio. Pero no soy ella, sino su hermana, y ahora mismo agradezco tenerlo como cuñado.

—Erica.—Su voz interrumpe mis pensamientos, haciendo que me sobresalte y enseguida me enderezo en mi asiento, viendo como él sonríe.—Perdón, no quería sacarte de tu trance.

—Descuida.—Le digo, rascándome la nuca, algo avergonzada por haberme quedado viéndolo tan fijamente.—¿Qué sucede?

—Es que llevas mucho tiempo callada.—Me pregunta echándome un rápido vistazo antes de devolver la mirada en la calle.—¿Estás bien?

Tuerzo los labios, recordando todo lo sucedido por primera vez desde que subí al automóvil,—Sin ofender Elliot, pero no creo que esa sea la mejor pregunta que puedas hacerle a una persona que apenas si logra tener los ojos entrecerrados.

—Soy un asco en esto.—Me responde él con un tono divertido, haciéndome soltar una risita.

—Lo eres.—Le comento sonriendo levemente.

Hay una pequeña pausa en nuestra charla hasta que él decide hablar, sus ojos viéndome en otro rápido vistazo.—Pero debes admitir que soy bueno para algo.

—¿Ah sí?—Pregunto burlonamente, cruzándome de brazos.—¿Para qué?

—Hacer sonreír a las chicas lindas cuando están tristes.—Confiesa con seguridad a la vez que estaciona frente a mi hogar y se quita el cinturón, volteándose hacia mí y dedicándome una sonrisa.—Y tú eres muy linda cuando sonríes, Erica, así que te sugiero que lo hagas más seguido en lugar de gastar tus frágiles lágrimas. Sí, es cierto que a veces es bueno llorar, pero déjame decirte algo, mientras las lágrimas ablandan tu corazón, haciendo que puedas desahogar cada sentimiento reprimido dentro de ti, las sonrisas lo iluminan, logrando volverlo más fuerte de lo que es.—Me explica mirándome fijamente.—Y ambos sabemos que tu corazón es más fuerte de lo que crees, así que ánimo, porque sabrás cómo sobrellevar todos los problemas que tengas.

Sus comentarios me dejan boquiabierta, a la vez que la intensidad en sus ojos azules hace mi corazón palpitar con fuerza y quedarme sin aliento.

Pero no me malentiendan, no es por él, sino por sus palabras tan lindas. Yendo contra todo lo que me dijo, lágrimas nuevas brotan de mis ojos, empapando mis mejillas, y al verme así, Elliot desvanece su sonrisa, cambiando su expresión a una preocupada.

—Oh Dios, lo siento si dije algo malo, yo no soy muy buen–

Sin pensarlo dos veces, me quito el cinturón y envuelvo mis brazos en su cuello, abrazándolo. Él parece sobresaltarse ante mi acción, pero enseguida me corresponde, haciéndome sentir paz en sus brazos.

Incluso si no son los brazos en los que preferiría estar.

—Gracias.—Susurro, aferrando mis manos a sus hombros.—Muchas gracias por esas palabras.

—Cuando quieras.—Me responde él también en un volumen bajo. Dejamos pasar unos segundos de silencio, y Elliot vuelve a hablar.—Pero agradécele a tu hermana, aprendí a decir eso gracias a ella.

Suelto una risa y él me imita, quedándonos un rato más abrazados hasta que Elliot se separa de mí, me limpia las lágrimas que quedan en mi rostro y luego de respirar profundamente, sintiéndome un poco más relajada, me bajo del automóvil del novio de mi hermana mayor.

El frío aire del invierno golpea mi rostro causando que acomode mi bufanda alrededor de mi cuello, tapando cada posible hueco que pueda haber.

Doy unos pasos por sobre el camino hacia la entrada de mi casa cuando oigo un ruido agudo a mis espaldas que me hace voltear. Elliot alza la mano, sosteniendo unas llaves con un mini control que bloquea las puertas de su vehículo. Cuando termina de poner el seguro, rodea su coche y no tarda en llegar hasta mí.

—¿Vas a entrar?—Le pregunto curiosa mientras sigo caminando.

—¿No quieres que entre?—Dice fingiendo dolor, acompañándome.

—Creí que irías a la agencia o algo por el estilo, hoy dijiste que debías recoger unos papeles importantes de tu padre.—Explico, llegando a la puerta y sacando las llaves del bolsillo de mi falda.

—Aún tengo tiempo.—Me avisa y yo asiento, abriendo la puerta y entrando, esperando a que él pase. Cuando lo hace, la cierro y lo oigo hablar a mis espaldas.—Además tengo algo más importante que hacer ahora mismo.

—¿Qué?—Le pregunto, volteándome hacia él a la vez que me quito la bufanda por sobre la cabeza, pero cuando lo hago, algo tapa mi visión.—¡Pero qué–

—Shhh.—Me calla Elliot cerca del oído, poniéndome nerviosa.—Ven conmigo.

—¿Qué demonios haces?—Pregunto sintiendo el enojo nacer en mí, notando como el mayor de los Harrison me rodea hasta quedar detrás de mí.

—Camina.—Me ordena con una voz ronca, su aliento golpea mi oído, haciéndome saber lo cerca que está su rostro de mí.

Yo no me muevo, mis nervios se alteran ante el silencio pero decido no exaltarme más de la cuenta, tal vez sea una simple broma muy pesada.

De muy mal gusto.

Y en un muy mal momento.

Debido a mi inmovilidad, siento una mano colocarse en mi espalda y enseguida soy empujada hacia adelante.—Descuida, si no puedes caminar, yo te ayudaré.—Lo oigo decirme, la burla clara en su voz.

Yo no digo nada, simplemente sigo caminando y por instinto estiro los brazos hacia adelante, sintiendo miedo de poder chocar contra cualquier cosa. A pesar de que esta sea mi casa, el lugar donde viví por dieciocho años, es difícil saber dónde pisas si tienes los ojos cerrados.

Camino por obligación, pasando lo que creo es mi pasillo, ya que no sentí en ningún momento pisar las escaleras y subir al segundo piso.

Unos pasos más adelante, Elliot quita su mano y yo paro de caminar, pero enseguida la coloca sobre mi hombro y me voltea hacia la izquierda, incitándome a dar unos pasos más.

—Elliot, ¿recuerdas cuando dijiste que eras un asco consolando a las personas cuando están tristes?—Le pregunto aún sin poder ver nada.

—Sí.—Me responde.

—¿Y recuerdas que te lo confirmé?

—Ajá.

—Ahora mismo estoy reconfirmándotelo.—Le aviso con molestia.

Tras mis palabras, Elliot quita su mano de mis ojos y por un momento veo borroso, pero luego de pestañear repetidas veces, puedo ver perfectamente lo que hay frente a mí en la cocina, al mismo tiempo que aparece mi hermana mayor con una amplia sonrisa.

—¡Sorpresa!—Grita animada, sorprendiéndome y provocándome dolor de cabeza tras el volumen de su voz.

Toda la cocina se encuentra casi a oscuras debido a unas cortinas negras que cubren las ventanas del lugar.

Emma se encuentra detrás de la mesa isla, la cual tiene una mantelería bordo y sobre el centro de la misma, está la gran lámpara con luz amarilla que ilumina la mayoría de la cocina de una manera suave. Alrededor de esta hay tres platos de porcelana, con utencillos relucientes a sus costados y sobre servilletas de seda, además de las preciosas copas que hay junto a los platos y al lado de la lámpara yace una botella de lo que parece ser un vino costoso y una hielera.

El resto de la decoración son flores esparcidas de manera sutil pero bonita en la mesa isla y el resto de la cocina, ambientando aún más el lugar.

—¿Qué es esto?—Pregunto luego de permitirme ver cada rincón de la cocina, mi vista viajando nuevamente a mi hermana mayor.—¿Qué hicis—Freno mis palabras, me volteo, viendo a Elliot parado detrás de mí, y al igual que mi hermana, él porta una entusiasta sonrisa.—¿Qué hicieron?

—Queríamos tener una cena contigo.—Me responde Emma, rodeando la mesa isla y caminando hasta mí.

—¿Y la razón es?

—¡Muchas preguntas!—Anuncia Elliot, poniendo sus manos sobre mis hombros y obligándlme a caminar.—Ven, sentémonos.

—¡Eso, vamos!—Dice Emma siguiéndonos hasta la mesa, pero a diferencia del mayor de los Harrison, en mi hermana pude notar algo de nerviosismo en su voz.

—Pero–

—Shhh.—Me calla Elliot, poniendo su dedo índice sobre mis labios y negando con la cabeza.

—Quiero saber qué–

—No.—Me interrumpe él, haciendo que me siente en una de las sillas altas de madera que hay alrededor de la mesa. Luego rodea esta y se sienta al otro lado, frente a mí, y Emma lo imita, sentándose a su derecha.—Primero disfrutas, luego preguntas.—Finaliza Elliot.

—Cariño.—Dice Emma, dirigiéndose a él y sorprendiéndome por su forma tan cariñosa de llamarlo.—Rimaste.

—Soy muy creativo.—Le responde, acercándose más a Emma, sonriéndole y mirándola de una manera que podría dejar sin aliento a cualquier chica, pero mi hermana parece no inmutarse.—Deberías premiarme por eso.

Emma se sonroja levemente ante su comentario y estoy un noventa y nueve porciento segura de lo que quiso decir con eso.

Una pequeña sonrisa invade mis labios mientras veo la escena de ambos pero Elliot parece percatarse de mi acción espectante porque se aclara la garganta, alejándose de mi hermana, quien también vuelve en sí.

—Lamento eso Erica, me dejé llevar.—Se disculpa el mayor de los Harrison, dándome una mirada de disculpa que me hace entender segundas razones de sus disculpas.

Si es cierto que tal vez podría estar sensible viendo a una pareja tan cariñosa luego de haber tenido problemas con mi novio, o bueno, el que antes de esta tarde lo era, ya no estoy segura...

Pero la verdad es que verlos a Elliot y Emma así, tan melosos, tan felices y tan unidos era una de las mejores cosas que habían en mi vida actualmente, ellos eran la demostración perfecta de lo sana que puede llegar a ser una relación, la fuerza que puede desarrollar cada quien junto con el otro y lo que es mejor aún, mostrar al mundo el amor tan grande que hay.

Y sobre todo, amaba ver a mi hermana así de bien.

—Dios sí, lo siento E2.—Emma también se disculpa, mirándome apenada.—¿No te molestaste, verdad?

Yo les sonrió, cruzándome de brazos.—Ustedes lo dijeron, primero disfrutar, después preguntar.—Hago una pausa, recordando algo y luego apoyo mis codos sobre la mesa, sostengo mi mentón con la parte posterior de mis manos y miro a Emma con una sonrisita.—Rimé.

—Rimaste.—Repite ella, dedicándome una sonrisa.

Mi vista cae en Elliot, quien no duda en devolverme la sonrisa también.—¿Sabes lo que significa eso, Elliot Harrison?

—Deberías recibir un premio.—Me responde seguro y mi sonrisa se ensancha.

Elliot se voltea hacia Emma y se quedan viendo unos segundos antes de asentir al mismo tiempo. Mi hermana se levanta y va hacia el horno luego de tomar los guantes de cocina y ponérselos, lo abre y de allí saca una bandeja cuadrada de la cual sale humo y a la vez, un olor delicioso golpea mi nariz.

—Oh Dios.—Susurro emocionada al ver a Emma voltearse hacia mí y dejándome ver lo que hay dentro de la bandeja.—Es.... es....

—Tu comida favorita en todo el mundo desde que tuviste dientes.—Agrega Emma, colocando la bandeja sobre la mesa isla.

—¡Espagueti!—Exclamo admirando los preciosos fideos con salsa.

—¿De verdad es su favorito desde hace tanto?—Pregunta Elliot curioso.

—¿Lo estás dudando?, mírala babear.—Oigo decir a Emma, pero ignoro su comentario, mi atención es únicamente para la comida frente a mí.

En mi defensa, hay muchas otras personas que ven a la comida como algo irresistible, en mi caso, el espagueti es ese algo que estaba en el primer puesto de mi top diez de cosas irresistibles.

Y actualmente está, otra vez.

Apuesto a que ya sabrán qué, o mejor dicho quién, estaba en esa posición.

Pero el espagueti es el único que no va a traicionarme, por ende, vuelve a su lugar, teniéndolo bien merecido.

¿En serio estás pensando en espagueti y Christian al mismo tiempo?

Me pregunta mi subconsciente y suelto un suspiro, pensando en los mil reproches que debe estar haciéndome, sin embargo, me enfoco en la comida una vez Emma comienza a servirla en mi plato y en los de Elliot y ella. Cuando termina, se sienta nuevamente, quitándose los guantes y mirándome con la ceja arqueada.

—¿Qué esperas?—Me pregunta con incertidumbre.

—A que digas que ya puedo.—Le respondo presionando mis labios, viendo fijamente el plato de pasta frente a mí y soportando su delicioso aroma.—Intento ser educada.

—Eso está muy bien, E2.—Me felicita mi hermana.—¡A comer entonces!

Me abalanzo sobre la cena, no literalmente claro, disfrutando del sabor tan delicioso y sorprendiéndome al mismo tiempo por esto.

—Wow, está increíble.—Escucho decir a Elliot como si pensáramos lo mismo.—Esto es impresionante.

Trago como puedo todo lo que me metí a la boca y hablo.—¡Concuerdo totalmente!

—Gracias.—Dice Emma soltando una risa.—Una de las ventajas de vivir en Italia por tantos años fue aprender a hacer una buena comida italiana.

—¿Así que el espagueti es de italia?—Pregunto curiosa.

—¡Vamos, Erica, era obvio!—Me reprocha Emma ofendida, frunciendo el ceño.—Y se dice spaghetti.

—Spaghetti.—La imita Elliot, ambos esperando a mi respuesta.

—Spageti.—Digo como puedo, causando que Emma suelte un suspiro y Elliot una carcajada.—Como sea, ¡que viva la pasta con salsa!—Digo levantando mi copa de vino.

—¡Viva!—Me sigue Elliot, levantando su copa también.

—Ya qué.—Dice mi hermana sonriendo y alzando la copa.—¡Que viva!

Los tres chocamos nuestras copas y bebemos un sorbo de las mismas, disfrutando de la comida y de nuestra compañía, haciendo que el día se vuelva menos terrible de lo que empezó siendo.

Pasadas las dos horas luego de ponerse el sol, Elliot, quien se encontraba lavando los platos tras la cena, Emma, quien ya iba tomando más de cinco copas, y yo seguíamos riendo como si fuéramos los tres chiflados.

Hablábamos de todo, incluídos mis estudios de ahora y los futuros, recordandome lo poco que queda para terminar la secundaria, además de que le contábamos a Elliot más de nosotras y de nuestra relación antes de que Emma fuera a vivir a Italia.

—¡Y de veras fue lo mejor!—Dice Emma entre risas, pero Elliot y yo no somos menos, reímos tan fuerte como ella.—Aunque admito que bailar sobre la mesa de billar en aquel salón no fue tan divertido como esperaba.

—Si lo fue para mí.—Comento encogiéndome de hombros.—Quiero decir, no es una de las mejores fiestas que una chica puede desear tras cumplir quince, pero si no hubieses hecho eso, ese habría sido el cumpleaños más aburrido de mi vida.

—¿Y sus familiares qué?—Pregunta Elliot, ya más tranquilo.

—Se habían ido justo antes de que Emma tomara la copa que la terminaría emborrachando.—Le explico.

—¡Fue pura suerte!—Dice ella orgullosa.—Pero lo mejor de todo fue que no era la única haciendo el ridículo, no no no.—Menea el dedo índice.—Madison, una amiga de Erica, subió conmigo a los pocos segundos y comenzamos a bailar juntas. Diablos, cómo extraño a esa niña.

—Tiene dieciocho.—Le aviso, mirándola con los ojos entrecerrados.

—Para mí siempre será una niña, ¿ok?—Me dice seria, cruzándose de brazos.—Igual que tú también, no importa cuántos años tengas, E2, incluso cuando pierdas medio metro de estatura, tengas canas y muchas arrugas, serás mi pequeña hermanita menor.

—¿Estás ebria, E1?—Pregunto soltando una risa antes de tomar un sorbo de la segunda copa de vino que voy bebiendo.

—Solo un poquito.—Dice mostrando un espacio entre su dedo índice y su pulgar.

—Agradece que yo esté lavando, sino tú, Emma, ya habrías roto algún vaso.—Dice Elliot a un metro de nosotras, fregando un plato sobre el lavavajillas.

—¡Ese es mi hombre!—Le dice ella de manera coqueta, haciéndome soltar una carcajada mientras llevo la copa de nuevo a mi boca, tomando lo que me queda de vino mientras ella continúa.—Eres apuesto, inteligente y puedes hacer quehaceres, definitivamente soy la mujer más afortunada del mundo al casarme contigo.

Y al micro segundo pasado sus palabras escupo todo el vino que había llegado a mi boca sin poder evitarlo a tiempo, empapando toda la mesa isla.

—¡Oh Dios, Erica!—Exclama Emma con preocupación, pero no se levanta, nos quedamos mirando un momento antes de que ella vuelva a hablar.—¡Que asco!

Lamo mis labios y paso la parte posterior de mi mano por sobre los mismos, ignorando su comentario y mirándola con los ojos hechos platos.—¡¿Qué fue lo que dijiste?!

—Oh no.—Oigo decir a Elliot en un susurro.

—¿Qué asco?—Repite Emma confundida.

—¡Sobre lo de casarte!—Le digo con un alto volumen de voz, sintiéndome enojada por haberla dejado beber tanto ya que ahora no va a darme respuestas serias, pero gracias al cielo Elliot está aquí para salvarla.

El mayor de los Harrison termina justo de lavar, se seca las manos y se acerca a la mesa con nosotras, poniéndose a un lado de Emma y tomándola por los hombros mientras ella tira la cabeza hacia atrás, apoyándose en su novio, suspirando sonriente.

—Te lo podemos explicar.—Dice Elliot pero le echa un vistazo a Emma antes de volver a verme a mí.—Bueno, ahora mismo, solo yo te lo puedo explicar.

—¿Cómo que van a casarse?—Pregunto intentando estar en paz, pero la adrenalina por la confesión de Emma amenaza con salirse de mi cuerpo.

—Pues nosotros planeábamos la cena para decirte, pero–

—No puedo creer que esto esté pasando, pero responde: ¿Dónde?, ¿Cuándo?, ¿Cómo sucedió?, ¿Por qué?—Lo interrumpo, hablando tan rápido que luego respiro hondo para recuperar el aliento. Le doy un momento a Elliot para hablar pero él se mantiene callado y el suspenso me hace perder los estribos.—¡¿Por qué no hablas?!

—¡Lo siento!, creí que aún seguirías haciendo preguntas.—Se disculpa soltando una risa pero deja de hacerlo cuando ve la seriedad en mi.—Sí, nos casaremos, no sabemos dónde aún, para finales de este año, sucedió hace una semana y porque...

—Lo amo.—Habla Emma con fatiga, logrando sacarle a Elliot una sonrisa.

Él acaricia su mejilla, viéndola con tanto amor que no puedo evitar sentir una enorme calidez en mi corazón.—La amo.

La seriedad abandona mi rostro y el resto de mi tras las palabras que intercambiaron. Ellos se quedan viendo y, cualquiera que pudiera estar en este momento, notaría que lo que se dijeron es totalmente puro y real.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos y aprieto mis labios, intentando no dejarlas caer pero estas me vencen rápidamente, rodando por mis mejillas. Emma y Elliot lo notan, sus sonrisas se desvanecen pero antes de que pudieran malinterpretar, hablo.

—Y yo amo que hayan decidido esto.—Digo con una voz aguda.—Emma fue mi única hermana, pero ahora voy a tener un hermano mayor, y me alegra que vayas a ser tú.—Le digo a Elliot y este me sonríe dulcemente.—Estoy muy feliz por ustedes dos, de verdad.

—Oh, E2.—Susurra Emma, parándose con ayuda de su novio y caminando hacia mí para abrazarme, le correspondo enseguida y dejo que la sensibilidad y emoción se apoderen de mi cuerpo, permitiéndome lloriquear.

—Yo también quiero.—Se queja Elliot y rápidamente mi hermana y yo le extendemos los brazos, dándole un lugar en nuestro abrazo.

Nos quedamos así unos cuantos minutos y cuando ya dejo de llorar, me separo de ambos sonriendo.

—Esto es agradable, pero ya quiero ver cómo se lo dirán a Betty.—Les comento y ellos se dedican una mirada confundida antes de volverse a mí.—Ella dijo que eras muy joven para casarte.

—Hey, estoy en una edad correcta.—Me dice abrazando a Elliot con ternura.—Y Betty no lo dice, pero lo ama.

—¿Y quién no me ama?—Bromea Elliot.

—Arrogante.—Lo acuso riendo.

—Aún así me quieres.—Me dice arqueando una ceja y yo ruedo los ojos.—Debo irme, así que es hora de que cierta persona vaya a la cama.

—Tienes razón.—Afirma Emma y me ve con autoridad.—Ve a la cama a–

—De hecho,—La interrumpe Elliot.—Yo hablaba de ti, señorita ebria.

—¿Yo?, ¡pero si estoy perfecta!—Se queja mi hermana mayor.

—No, claro que no.—Contradigo y me cruzo de brazos.—Y Elliot tiene razón. Emma, ve a la cama ahora.

—No creo que pueda sola.—Me explica Elliot.—¿Me ayudas?

—¡Hey¡, pero si estoy bie–¡Wow!—Emma intenta dar un paso pero casi cae si no fuera porque Elliot la tiene por debajo de los brazos.

Yo niego con la cabeza y ayudo al mayor de los Harrison a llevar a mi hermana a su cama. Como no le es posible subir las escaleras, decidimos dejarla en el cuarto de huéspedes, donde ella y Elliot han dormido ya muchas veces.

Emma se queja en repetidas ocasiones hasta que la dejamos en la cama, y apenas su cabeza toca la almohada, se queda profundamente dormida. Elliot besa su frente, salimos de la habitación y lo acompaño a la puerta para despedirme de él.

—¿Erica?—Me llama justo luego de salir por el umbral de la puerta.

—¿Sí?

—Sé que esto va a resultarte complicado de entender, pero déjame decirte que mi hermano no es un idiota a pesar de aparentarlo.—Él hace una pausa, pensando.—Bueno, sí lo es, pero créeme que jamás te haría daño de manera intencional. Lo que sea que haya hecho, de seguro existe una razón para su estupidez. No te pido que sea pronto, tómate el tiempo que necesites, pero yo pienso que debes hablar con él, tranquilos los dos, y solos.—Explica dándome una media sonrisa.—Es lo menos que se merece de tu parte en caso de haber cometido alguna idiotez.

Dudo, pero luego asiento.—Lo haré.

—Ojalá hagan las pases.—Dice rascándose la nuca.—Lo menos que quiero es verlo mal, así que mi deber como hermano es ayudarlo con su chica, aunque sea convencerte de hablar con él.

—Tranquilo Elliot, prometo que hablaremos.

—Me parece bien.—Dice sonriendo esperanzado.—Yo solo te afirmo que Christian, si aún no te lo ha dicho, siempre te amó.—Su respuesta me toma por sorpresa, pero antes de poder decir algo, Elliot continúa.—Nos veremos luego, debo correr. Buenas noches.

—Buenas noches.—Le digo dedicándole una sonrisa y cerrando la puerta, pensando en todo lo que ha dicho.

¿Christian siempre me amó?

Me apoyo en la puerta y me dispongo a iniciar mi momento pensativo cuando una voz me interrumpe.

—¡Erica, trae un balde, voy a vomitar!—Escucho decir a mi hermana.

Creo que mis pensamientos tendrán que esperar.

———

Nota de Autora: ¡Dios, que intenso todo!, digo... ¡Hola mis queridísimos y queridísimas!, hoy es día de actualización, así que acá estamos, y como les prometí, los capítulos van a ser más largos de lo normal (créanme que es largo porque, gracias a Dios wattpad lleva la cuenta de las palabras en cada cap, y yo sobrepasé el promedio JAJAJA).

#Questions&AnswersTime
¿Qué les pareció el capítulo?, ¿Cómo reaccionaron ante el notición de Elliot y Emma?, ¿Se rieron un poquito?, ojalá que sí porque quería sacarles esa tristeza de lo último sucedido en el cap anterior ;(

¡Miles de gracias por esas 200k de lecturas y y casi 850 seguidores, WOW!

Nos veremos la semana próxima con una nueva actualización, y que espero que disfruten mucho, al igual que esta.

No se olviden de dejar sus votos.... estréllenme la cara, vamos. ;)

¡Nos vemos la próxima!

Los y las quiere, Cami. <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top