36. El deseo

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Si seguís leyendo lo haces bajo tu total responsabilidad. Espero no recibir ninguna denuncia puesto que ya di un aviso con anterioridad. :)

Pd; No me maten si escribí mal este capítulo, es la primera vez para mí escribiendo cosas así.

Pd de la pd; Si les gusta, entonces habrán más veces, pero no tan explícitas como esta, e incluso prometo mejorar... Wow, prometí mejorar escribiendo cosas eróticas, creo que ya no hay nada que no haya dicho en esta vida.

¡Que lo disfrutes!

Capítulo treintaiséis.

No puedo creer lo que acababa de decir.

Pero tampoco tengo tiempo ni voluntad para retractarme, y no quiero hacerlo.

No quiero volver atrás y negarme, porque sé que esto es lo que realmente quiero, lo que he deseado, y sobre todo lo que finalmente puedo tener luego de tanto sufrimiento y complicaciones.

Finalmente estoy lista.

Al escucharme, Christian me besa por un corto tiempo, pero cada toque entre nuestros labios hace que mis ganas de él aumenten.

No me responde con palabras, sino que toma mi mano y pasamos rápidamente a todo el mundo en la pista de baile. Veo de reojo a Madison, quien baila con Mason dulcemente, y en otras circunstancias me daría ternura, pero ese es el sentimiento que menos tengo en este momento.

No tardamos en salir de la gran sala y quedar en el pasillo. Damos unos pasos por este hasta encontrarnos con una puerta.

—Ahí.—Le digo apresurada, sabiendo que es un cuarto de invitados y él no tarda en abrirla para jalarme dentro de la habitación mientras se quita la máscara.

Cuando estoy adentro, le echo un rápido vistazo al cuarto iluminado por varias lámparas de pared, viendo una cama matrimonial, mesitas de noche a ambos lados de la misma y muebles característicos de un dormitorio, como un escritorio, un armario y cosas de menor importancia. Las paredes son de madera y hay una puerta entreabierta, la cual pienso que lleva a un baño pequeño.

Oigo una puerta cerrarse detrás de mí y cuando me volteo, los labios de Christian se estampan bruscamente contra los míos a la vez que toma mi rostro con sus manos luego de quitarme la máscara y tirarla al suelo, enviándome la corriente eléctrica más placentera que sentí en mi vida.

Pero algo me dice que lo especial de esa sensación no durará ni cinco minutos en este momento.

Las manos de Christian bajan en forma de caricia por mis mejillas, las cuales siento arder, trazando mi cuello, pasando por medio de mis pechos lentamente y terminando en mis caderas, apretándolas y empujándome contra él, sintiendo todo su cuerpo, todo de él contra mí. Yo, por mi parte, rodeo su cuello con mis brazos, posando mis manos en su cabeza y enredando mis dedos en su sedoso cabello.

Sus labios se mueven desesperados sobre los míos, haciéndome entender lo mucho que ansiaba esto casi tanto como yo.

Él mordisquea ligeramente mi labio inferior y luego su lengua invade sutilmente mi boca, jugando tan bien, sintiéndose tan delicioso.

Mi respiración se vuelve errática y mis intentos de seguirlo torpes, pero eso no nos detiene a ninguno de los dos, sino que nos desespera más. Christian lleva sus manos a mi espalda, apretándome aún más contra él y un gemido deja mis labios cuando siento lo duro que está a través de nuestras ropas.

—¿Lo sientes?—Dice contra mis labios, chupando el inferior.—Es todo lo que estuve soportando durante tanto tiempo, Ana.

Él vuelve a besarme mientras que sus manos viajan hacia mi espalda baja y suben hacia arriba lentamente, enviándome un escalofrío placentero por toda mi columna. Él alcanza el cierre de mi vestido y lo baja lentamente a la vez que su boca ataca mi cuello, dejando un recorrido de besos húmedos.

Siento como mi vestido se vuelve más suelto y mi espalda desnuda, haciéndome entender que ya bajó mi cierre. Él deja mi cuello y se incorpora, yo levanto la vista para ver sus hermosos ojos azules brillando de deseo.

Christian toma las tiras de mi vestido y comienza a deslizarlas hacia abajo por mis brazos, sus dedos rozando mi piel, sus ojos siguiendo el movimiento.

Trago grueso en el momento que mi vestido completo baja, dejando a la vista mi sostén negro, el cual resaltaba de una forma algo provocativa mis pechos, y los ojos de Christian se quedan viéndolos tan fijamente que siento mis mejillas arder de vergüenza pero intento ignorar eso y él continúa.

Termina de quitarme el disfraz, dejándome únicamente en ropa interior de color negra. Pienso en dar un paso hacia atrás para librarme completamente de la ropa en el suelo, pero Christian me detiene, sosteniendo firmemente mis tobillos y apenas si llego a bajar la vista hacia él cuando un fuerte gemido se escapa de mis labios.

Christian comienza a besar mis piernas, subiendo muy lentamente, sus manos acariciándolas al mismo ritmo.

Intento contener la excitación, pero mi agitada respiración no ayuda en absoluto.

Él sube y yo solo puedo morder mi labio inferior, soltando pequeños jadeos por lo bajo hasta que por fin da un último beso a mi muslo.

Él vuelve a pararse recto y sin perder un solo segundo, envuelve mi cintura con sus brazos y me besa apasionadamente a la vez que tomo con fuerza su cabello, jalándolo más hacia mí, dominada por el placer y la necesidad de él.

Comienzo a desabotonar su chaqueta y se la saco con dificultad, luego sigo con su camisa blanca y al instante ambas prendas se encuentran en suelo junto con mi vestido, dejando al hermoso chico frente a mí con su definido torso desnudo.

Christian me carga y yo envuelvo mis piernas en sus caderas, nuestras intimidades haciendo un gran contacto ante la posición. Me muevo contra él levemente, sintiéndolo aún más y Christian deja de besarme, mirándome a los ojos y soltando un gruñido que me parece el sonido más sexy del mundo.

—¿Te gusta lo que estás sintiendo?—Susurra en mi oído.

—Sí.—Jadeo, aún arqueándome hacia él.

—Apenas es el comienzo.—Dice seguro.

Christian ataca mi cuello nuevamente y comienza a caminar lentamente, yo sigo aferrándome a él y tiro la cabeza hacia atrás, dándole paso mayor para que deje todos los besos que desee en mi piel.

Me acuesta suavemente en la cama, poniéndose encima de mí y me dispongo a poner las manos alrededor de su cuello nuevamente pero él las quita, presionando mis muñecas contra la cama a los costados de mi rostro, mirándome fijamente.

Me acerco para besarlo pero él no me lo permite, haciéndome fruncir el ceño ante la sonrisa divertida que forman sus labios rojos.

—Oh no,—Él niega con la cabeza y su sonrisa se desvanece,—Yo mando aquí.

Y antes de que pudiera protestar, Christian lleva mis manos encima de mi cabeza, tomándolas con una sola de sus manos y usa la que le queda libre para pasarla debajo de mi espalda, la cual yo arqueo hacia él, dejándolo desabrochar mi sostén.

No tarda en quitármelo, sino que lo hace tan rápido y fácil que parecería experto en ello.

Mis pechos quedan a la vista y siento mis mejillas enrojecer aún más, mi sangre calentarse a cientos de grados y mi corazón latir aún más desesperado mientras los ojos de Christian me devoran con la vista.

Él baja la cabeza sin dejar de verme directamente a los ojos otra vez y me toma un segundo reaccionar a su acción.

Christian comienza a besar mis pechos lentamente, haciéndome soltar enormes jadeos que intento silenciar mordiendo mi labio inferior tan fuerte que temo que termine lastimándome.

Su lengua se mueve en círculos sobre mi piel fría, logrando darme sensaciones tan placenteras y enloquecedoras que al final me resulta imposible callar mis gemidos.

—¡Ah!—Grito ante la rapidez y agilidad con la que mueve su boca dejando besos, chupones y pequeños mordiscos.

Puedo sentir su sonrisa contra mi piel desnuda, mi cuerpo calentándose cada vez más y él es el causante de todo esto.

Él sigue bajando, dejandome cosquilleos en los lugares que ya besó, y a medida que baja cada vez más, una presión enorme comienza a crecer en mí, una que jamás había experimentado.

Christian se detiene debajo de mi ombligo y levanto la cabeza para verlo, él me mira también con una de sus hermosas sonrisas torcidas, mi corazón da una voltereta, ignorando por un segundo el momento tan caluroso en el que me encuentro.

Él deja de verme y se centra en la única prenda de ropa que me queda, aguanto la respiración y miro el techo, sintiendo los dedos de Christian rozar mis caderas y al instante, la fina tela de mi ropa interior también comienza a acariciarme, bajando lentamente por mis piernas hasta que dejo de sentirla.

Ok, ahora sí estoy completamente desnuda.

Vuelvo la vista hacia abajo y veo al chico que tanto me gusta poniéndose encima de mí nuevamente, besándome tan deliciosamente que no puedo evitar suspirar en medio del beso ante lo bien que se sienten sus labios moviéndose encima de los míos mientras su lengua roza, tienta, provoca.

De verdad podría hacerse pasar por Christian Grey.

Una de sus manos baja por mi cuerpo y me separo bruscamente de sus dulces labios al sentir el toque de su dedo en mi entrepierna desnuda.

—Erica...—Lo oigo gemir por lo bajo,—Estás tan mojada,—Él se muerde el labio inferior y arqueo mi espalda cuando siento su dedo moverse más rápido en mi zona baja,—Estás tan preparada para mí que no sé como no he perdido el control aún.—Él se acerca a mi oreja y muerde mi lóbulo,—Pero todavía no es suficiente.

Su mano se mueve con más rapidez, en círculos, de arriba abajo y viceversa, causando que me retuerza de placer ante las maravillosas sensaciones que están a punto de explotar en mí.

—¡Christian!—Gimo ante sus acciones, apretando las sábanas y cerrando los ojos.

—No, mírame.—Me ordena y le obedezco, viéndolo con los ojos entrecerrados, mis mejillas ardiendo,—Quiero que me veas ahora y luego recuerdes todo lo que te hago sentir.

No puedo pensar, no puedo razonar.

Solo puedo soltar gritos de excitación mientras veo los ojos más preciosos que he observado jamás.

Siento que voy a explotar, sus dedos yendo arriba, abajo, izquierda, derecha, en círculos, llevándome a la locura.

—¡Oh Dios!—Grito sin control, estando lista para el orgasmo.

Y termino estallando segundos después, sintiendo tantas sensaciones excitantes juntas, haciéndome gritar tan fuerte que Christian me besa para callarme.

Cierro mis ojos, sintiendo mi rostro empapado por un ligero sudor, mis mejillas arden, mi cuerpo quema, pero me gusta.

Mi pecho sube y baja mientras recupero la respiración, y cuando vuelvo a abrir mis ojos, Christian aparece encima de mí, con sus brazos a los costados de mi cuerpo, flexionados, marcando sus músculos, su bello abdomen tocando el mío, sintiendo lo definido que está.

Su mirada recae en mí, sus ojos azules brillando de deseo. Me arqueo hacia él y levanto mi cabeza para volver a besarlo, pero no es un beso gentil, es uno apasionado, desesperado y necesitado, intentando devolverle todo lo que él me hizo sentir.

Aún absorta en sus adictivos labios, bajo mis manos por su espalda, acariciandolo hasta llegar a sus pantalones. Alcanzo como puedo el broche del cinturón que lleva puesto y lo desabrocho, estirándolo hasta tirarlo lejos y luego bajo el cierre de su pantalón.

Mis dedos rozan algo bastante grande por encima de sus boxers.

Siento un escalofrío al pensar en lo que es y Christian tampoco ayuda cuando se separa de mí, arrodillándose entre mis piernas y quitándose por completo su pantalón.

Y junto con él, su ropa interior.

Ahora mismo, creería a cualquiera que me dijera que estoy babeando.

Tengo a Christian Harrison, mi crush desde el principio de secundaria, frente a mí en toda su gloria, dejándome ver absolutamente todo de él, mis ojos bajando lentamente más allá de su fornido abdomen.

Y, Dios santo, ahora sé que todo su cuerpo es realmente perfecto.

Él vuelve a situarse sobre mí, besándome deliciosamente y suelto jadeos ahogados en sus labios cuando siento el roce de nuestras intimidades completamente desnudas.

Pero entonces Christian se separa abruptamente.

Reposa su frente sobre la mía y me mira fijamente con su linda boca entreabierta, respirando tan abiertamente que su aliento mentolado golpea mi nariz.

—¿Por qué te detienes?—Le pregunto infantilmente. Él sonríe, lamiendo mi labio.

—No tenemos condón.—Dice, su voz oyendose más sexy de lo normal. Sin embargo, él tiene razón. Salgo de mi trance con dificultad, recuperando mi consciencia y devolviéndome a la realidad. Aún así, no puedo evitar soltar un gruñido al saber que no podemos hacer nada sin protección, pero Christian toma mi mentón y me hace mirarlo fijamente,—Espérame un momento.—Deposita un beso corto antes de levantarse y alejarse de mí, haciéndome sentir fría sin su contacto.

Él camina hacia la puerta entreabierta y enciende la luz detrás de él una vez entra. Ladeo mi cabeza y me levanto con ayuda de mis codos, intentando ver mejor, y efectivamente es un pequeño baño.

Veo su hermoso perfil mientras Christian rebusca en las estanterías a los lados de un espejo que hay frente a él.

Finalmente regresa y se arrodilla frente a mí, poniéndose el condón bajo mi atenta mirada, luego vuelve a quedar encima mío, sus ojos viendo fijamente a los míos.

—¿Segura que quieres esto?—Pregunta mirándome preocupado, pero sus ojos aún tienen ese destello de deseo.

La realidad es que debería estar nerviosa, porque es mi primera vez por si no lo creían, pero su pregunta tan considerada hace que cualquier duda que pudiera formular mi cerebro se esfume.

Le sonrío, inhalando pesadamente.

—Sí.

Él me devuelve la sonrisa, agachándose hasta que vuelve a estampar sus labios con los míos en uno de sus tantos besos desenfrenados, logrando que cierre los ojos y me pierda en aquel contacto tan fugaz.

Pero entonces lo siento.

Christian comienza a introducir su miembro lentamente, el cual dije con anterioridad lo grande que era, y un grito deja mis labios, ahogándose en los de él.

Siempre he sabido lo que sería perder la virginidad, pero jamás pensé que dolería tanto.

Siento algo dentro de mí romperse, haciéndome apretar las sábanas en un puño y soltar quejidos más pequeños a la vez que dejo caer lágrimas leves por mis mejillas.

—Duele.—Gimo con dificultad.

Christian no se mueve, sus labios dejando besos por la comisura de los míos y en mis mejillas,—Tranquila, está bien, ya pasará.—Susurra y me hace verlo a los ojos,—Confía en mí.

Acerca su rostro al mío, provocando que cierre mis ojos y me besa, pero no es uno de esos besos que venimos dándonos con tanta desesperación y ambición del otro, sino uno tierno y dulce, lleno de sentimientos, que hace que el dolor en mi vientre sea menor.

Él se queda quieto dentro de mí, sus manos acarician mis pechos, sus labios atacan mi cuello, y luego de unos cuántos instantes, el dolor se atenúa cada vez más, dejando una leve molestia muy fácil de soportar, dando paso nuevamente a sensaciones placenteras y de necesidad.

Comienzo a mover mis caderas levemente para hacerle entender lo que quiero, y él no tarda en hacer lo mismo.

Christian empieza a moverse contra mí cuidadosamente, logrando excitarme cada vez más, mis manos aferrándose a su espalda y mis piernas enrollándose en su cintura, la fricción sintiéndose jodidamente bien.

Al cabo de unos segundos comienzo a gemir en su oído, enredando torpemente mis dedos en su cabello mientras él se mueve cada vez más rápido, dando estocadas más fuertes y profundas, el ruido de nuestros cuerpos chocando hacen eco por la habitación junto con nuestras respiraciones salvajes.

—¡Oh Dios, Christian!—Gimo en su oído, sintiendo otro orgasmo próximo.

—¿Te gusta, eh?—Su voz ronca está mezclada con su acelerada respiración,—¿Te gusta tenerme así, entre tus piernas, haciéndote perder el control de esta forma?

—¡Sí!—Grito fuerte, cerrando los ojos y mordiendo mis labios, sin saber cuánto tiempo me falta para volver a explotar.

Él se mueve tan rápido, hacien do que sienta el corazón en la boca.

—Te dije que serías mía.—Dice él en un jadeo,—Pero, Dios, Erica, no pensaba que se sintiera tan bien estar dentro de ti.—Gime cerrando fuerte los ojos.

No sabes lo cuánto que concuerdo contigo.

Ambos nos movemos torpemente unos momentos más hasta que siento esa hermosa sensación estallar en todo mi cuerpo, haciéndome clavar los dedos en la almohada debajo de mi cabeza.

Christian gime al mismo tiempo que yo y lo siento venirse antes de caer encima de mí, su mejilla hundida en mi pecho, el cual sube y baja tras mi respiración cansada.

—Se te va a salir el corazón.—Lo oigo decir, pero estoy tan cansada que mi vergüenza no es suficiente como para apartarlo.

Él se mueve hacia un lado, quedando a mi derecha con la vista en dirección al techo y su mano toma la mía, llevándola a su pecho.

—Pero yo estoy igual.—Dice soltando una risa fatigada.

Siento sus acelerados latidos y sonrío a la vez que ladeo mi cabeza para verlo, sus mejillas rojas, sus labios rojos entre abiertos, su mirada cansada y su expresión satisfecha. Mi mente repasando todo lo sucedido este día.

La estaba pasando muy mal en la fiesta.

Christian apareció y dijo que siente lo mismo que yo.

Y acabo de tener mi primera vez con Christian Harrison.

El mejor cumpleaños número dieciocho de todos.

Pero aún no terminaba ahí.

Miro encantada al hermoso chico a mi lado y las cosquillas tan comunes desde que comenzó todo esto con él regresan a mí, junto con palabras que, aunque ya se las he dicho por accidente creyendo que era alguien más, no puedo ni quiero detener:

—Te quiero.—Le digo siendo completamente honesta.—Y no sé qué es lo que haya ocurrido en tu vida, qué problemas tengas, pero yo quiero estar ahí para ti,—Hablo refiriéndome a su madre, pero sin decirlo directamente ya que no es el mejor momento y, aunque ya lo sepa, quiero oírlo de él,—Tú piensas que las relaciones son estúpidas, entonces déjame demostrarte lo contrario.

No debería haberlo hecho con él sin antes haber hablado como debería, pero eso ya no importa, porque aún no es tarde.

—Quiero estar contigo.—Respondo, esperanzada de recibir su misma respuesta.

Arriesgando todo otra vez.

———

Nota de autora: ¡Nuevo capítulo y casi fue puntual!
Ustedes: Pendeja, te atrasaste un día.
¡¿Qué?!, no, sus calendarios están mal, nono... bueno, sí.
¡Mil perdones en serio!, es que aunque leí muchas historias con partes así, no me sentía lista para escribir esto, estuve escribiendo, borrando, rehaciendo, borrando otra vez, y así:(

Ojalá les guste cómo quedó, dejen sus votos, comentarios y nada, también culpo mi atraso a esta semana tan pesada que estoy teniendo, pero bueno...
¡hasta el viernes!

Los quiere, Cami. ♡

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