33. La decisión
Hola mis queridos y queridas <3 Antes de que empiecen la lectura, quería saber si alguno de ustedes sabe de edición, por lo que si es así, me gustaría que me dejaran un mensajito porque ando necesitando ayuda de un profesional (no es para MADS, para este libro ya tengo a mi editora personal), en caso de que no lo sean si saben de alguien que pueda ayudarme con esos temas se los agradecería.
Dejen su mensaje en comentarios o mándenme por privado.
¡Mil gracias!
Disfruten el capítulo. ♡
Capítulo treintaitrés.
No puedo tener muy en claro cuántas veces estuve así de mal.
El sentir como mi corazón de estruja fuertemente dentro de mi pecho, doliéndome tanto, pero no lo suficiente como para poder expresarlo en palabras. A veces las personas pueden estar realmente heridas con cualquier pequeñez, pero jamás podrán expresarlo de una forma que pueda entenderse. El dolor solo se comprende completamente cuando alguien más pasa por lo que tú.
Y en mi caso, de seguro a más de una persona le habrán roto el corazón en mil pedazos, así que sabrán cómo me siento ahora.
—¿Qué?—Pregunto torpemente, aún anonadada por la respuesta de Christian.
El chico que me gustó por años, y que aún me gusta, incluso de una manera más profunda que antes, se voltea a verme y la indiferencia y tranquilidad en sus ojos hace que se agolpen leves lágrimas en los míos.
—No seremos nada oficial.—Repite, aún con su voz gélida.
—Por... ¿p–por qué?—Digo como puedo, luchando contra el enorme nudo que va formándose en mi garganta.
—Porque eso de tener una relación no va conmigo, Erica. Los cuentos de amor, en donde el chico y la chica terminan enamorándose y sintiendo algo... No, no creo en eso, mucho menos en los finales felices.—Suelta un suspiro, pasándose una mano por el cabello—Tú y yo no debemos llegar a algo más lejos que esto.
—Y tu idea de no llegar más lejos era decirme que te gusto, invitarme a una cita y llevarme a un lugar que según tú tiene mucho significado.—Espeto molesta, mi voz sonando toda de corrida esta vez.—¿Por qué hiciste todo eso entonces?, ¿era parte de tu juego?, ¿esto fue un juego?
—Nunca diré que fuiste un juego, porque no fue ni es así.
—Entonces por qué–
—Pero me arrepiento de haber hecho todas esas cosas.—Me interrumpe antes de que pudiera formular otra pregunta.
Mi garganta para automáticamente al oírlo y mi boca queda entre abierta por la sorpresa de sus palabras.
—Lo siento, no quería lastimarte o hacerte ilusiones, solo me dejé llevar. No esperaba que tú quisieras algo más, y ahora que lo sé, te soy sincero, yo no quiero lo mismo que tú.—Sus hermosos ojos azules tienen un brillo que no puedo descifrar. Al verlo más directamente, me doy cuenta de las leves ojeras debajo de ellos.
—¿Qué te pasó?—Susurro.
—¿Con qué?
Sin importarme las palabras de recién, llevo una mano hacia su rostro. Christian mueve ligeramente la cabeza hacia atrás y me ve con sorpresa, pero no me detiene cuando ahueco su mejilla y paso mi dedo pulgar por sus ojeras. Él cierra los ojos un momento, sintiendo mi caricia y una calidez inexplicable me recorre el cuerpo.
—No estoy durmiendo bien.—Dice Christian en voz baja.
—¿Por qué?
—Eso no es importante.
—A mi me importa.—Digo, aunque mi subconsciente me reprocha, recordándome su rechazo de recién, que por alguna razón, no puedo creer que no quiera estar en una relación, al menos no del todo.
Levanto mi otra mano para ahuecar su otra mejilla y cuando lo hago, siento algo espeso en su rostro. Christian, a su vez, arruga sus facciones, comprimiéndolas en una expresión de ¿dolor?
Él abre sus ojos y mi torpe corazón no puede evitar dar toda una voltereta cuando su precioso mar azul se encuentra con mi simple mirada. Christian tarda en reaccionar, viéndome tan fijamente como yo a él y por un instante creo verlo echando un vistazo rápido a mis labios, deseoso por besarme otra vez. Pero él inhala pesadamente y quita mis manos de su cara con cuidado, frunciendo el ceño.
—Deja de hacer eso.—Dice molesto.
—¿Hacer qué?
Christian hace una breve pausa, volviéndome a ver pero luego desvía la mirada.—Nada.
—Dime—Insisto.—Puedes hablar conmigo, Christian.
—No tenemos nada de qué hablar.—Su voz es tan hiriente ahora,—Tú y yo no somos nada, así que no tengo porqué decirte algo.
Y su actitud tan dolorosa vuelve, haciéndome recordar el dolor que estaba sintiendo segundos atrás. Él no me ve y eso me hace sentir peor, porque yo aún lo estoy viendo fijamente, teniendo la esperanza de que se arrepienta de sus palabras y quiera estar conmigo. Mi torpe corazón, el cual fue suyo desde hace mucho tiempo, todavía puede soportar unos instantes por su respuesta.
Lo sé, tengo muy poca dignidad también, pero eso seguro ya lo sabían.
Christian deja pasar unos momentos más antes de voltearse hacía mí otra vez y evito la sonrisa que mis labios intentan formar de manera no intencional. Él me ve mientras la duda baila en su rostro, hasta que por fin sus lindos labios se abren para hablar.
—Escucha, Erica.—Comienza él.
—¿Sí?—Pregunto con el corazón casi en la boca.
—Estoy consciente de que acabo de lastimarte de la peor forma.—Suspira, mirándome con algo de arrepentimiento, acelerando aún más mis latidos.—Pero no quiero dejarte ir tampoco, si es que estás pensando en alejarte de mí después de esto.
Pienso un momento aquella opción y recuerdo las palabras de Madison, diciéndome que debía alejarme en caso de que Christian no quisiera una creación formal, pero se me había olvidado, y no porque quisiera, sino porque una parte de mí dudaba de que Christian realmente no quería nada. Tal vez esté equivocada, pero es que nadie hace todo lo que él hizo por mí para divertirse, o quizás sí, pero me niego a pensar tan mal de él aún.
Hasta que vuelve a hablar.
—Quiero que sigamos como estamos, no tenemos porqué cambiar las cosas, no tiene porqué existir un compromiso.
Y es entonces cuando ya no importa si quiero evitar pensar mal de él, porque así es como es.
Sin poder tener tiempo de evitarlo, mis ojos se llenan de lágrimas y estas no tardan en rodar por mis mejillas, demostrando así todo el dolor que mi corazón está sintiendo.
Me levanto, mirando hacia el frente y noto como Christian me imita a mi costado, su cuerpo mirando en mi dirección, pero no soy capaz de verlo a los ojos. Ya no.
—Erica...—Su voz suena preocupada. Veo de reojo como su mano se acerca a mí pero, llevada por la ira, la abofeteo antes de que pudiera alcanzarme y me armo de valor para volverme hacia él.
—¡¿En serio esperas que acepte estar así contigo después de todo esto?!—Mi ira es perfectamente clara. Lágrimas mojando mi cara y mi ceño totalmente fruncido acompañan cada uno de mis gritos.
—Yo esperaba...
—¿En serio eres tan idiota como para esperar que acepte seguir pasando por esta situación?—Lo interrumpo y niego con la cabeza mientras suelto una risa sarcástica,—Es increíble que así seas el más listo de todo Belmont.
—Oye, yo no quería–
—Si si, no querías llegar más lejos que esto, bla bla.
¿En dónde quedó mi dolor?, aún sigue ahí, pero el enojo es todo lo que se puede notar en mi voz y en mis expresiones faciales.
—¡Eres tan bipolar!—Añado, con la necesidad de seguir gritando.—Eres como... como...—Miro hacia diferentes direcciones, mientras pienso en una tonta palabra,—¡Eres una ruleta!
¿Es en serio?, ¿Así piensas ofenderlo?
Me reprocha mi subconsciente y estoy a punto de arrepentirme de haberlo llamado así hasta que veo su ceño fruncirse y su mandíbula tensarse. Esa expresión de enfado me recuerda a las primeras veces que lo ofendí u enojé, y me parecería nostálgico de una buena manera si no fuera porque realmente ambos estamos enojados ahora mismo.
—¿Y qué me dices tú?—Dice Christian molesto.
—¿Yo?
—Si, tú.—Responde apretando los puños a sus costados, logrando tensar sus hombros.—Eres más confusa de lo que crees.
—¡Oh, claro!—Suelto una carcajada al aire,—¡Porque yo fui quien planeó una cita súper romántica y dos días después dice que no quiere tener nada!
—¡Te dije que me dejé llevar!—Protesta, alzando la voz y dando un paso hacia mí con molestia.—Yo no soy el único que complica las cosa. Tú no eres para nada una niña buena tampoco, Anastasia.
Retrocedo hasta que mi espalda toca la barandilla sobresaliente de la tribuna a nuestro lado y Christian continúa acercándose a mí con un brillo en sus ojos que no puedo descifrar.
—No me llames así.—Digo por lo bajo mientras pongo las manos sobre su pecho,—Christian, aléjate.
Pero él hace caso omiso de mi orden. Da dos pasos más y lleva las manos a los costados de mi cuerpo, descansándolas en la barandilla detrás de mí. Luego se inclina hacia delante hasta que nuestros rostros quedan a pocos centímetros de distancia.
—Realmente eres confusa.—Su voz se suaviza mientras me ve fijamente,—No puedes culparme por no querer una relación con la chica que me complica todo. No puedo hacer nada sin que tú estés ahí, fastidiandome.
—Yo no sé qué–
—No paro de pensar en ti.—Me interrumpe.
Lo veo boquiabierta mientras que Christian apoya su frente contra la mía, sus ojos penetrando a través de los míos mientras su cálido aliento choca contra mis labios. Todo dentro de mi se incendia con su confesión, incluso mis piernas tiemblan, pero hago un esfuerzo por levantar la cabeza y cierro mi boca, mirándolo desafiante.
—Ese no es mi problema.
—Es tu culpa.—La ronquera en su voz me estremece.
Vuelvo a sentirme hipnotizada por el estúpido chico que me confunde tanto, la cercanía que tenemos no ayuda en nada, y siento la necesidad de besarlo.
Sí, lo sé, en una escala del uno al diez mi dignidad está en menos cinco, pero no puedo evitar sentirme así, no puedo evitar querer probar esos labios que me tentaron por tanto tiempo, y a pesar de haberlo hecho antes, es como una adicción.
Cuando te dan un poco, quieres más.
Christian se acerca lentamente, nuestros rostros a cada vez menos distancia, nuestras narices tocándose, nuestros labios a punto de rozarse. Estoy por dejarme llevar, hasta tomo conciencia.
Quiero que sigamos como estamos, no tenemos porqué cambiar las cosas, no tiene porqué existir un compromiso.
Me arrepiento de haber hecho todas esas cosas.
No seremos nada oficial.
Todas y cada una de sus dolorosas palabras llegan a mi mente, haciéndome entender que si nos besamos ahora, no podré alejarme de él. Y aunque me lastime de una forma total ahora, es lo que tengo que hacer.
Superarlo y seguir adelante.
Con toda la dificultad del mundo, desvió mi rostro hacia un costado y una chispa de placer recorre mi frágil cuerpo cuando sus labios tocan mi mejilla, justo al lado de mi oreja. Antes de que él pudiera reaccionar, lo empujo con todas mis fuerzas, logrando moverlo. Christian me ve totalmente sorprendido por mi acción yo también estaría igual que él días atrás, pero esto es por mi bien.
—No quiero.—Digo con toda la pesadez del mundo.
—¿Que no quieres?—Pregunta y al verlo, noto una pizca de tristeza trazar su rostro.—No digas tonterías, ven aquí.—Insiste, dando un paso cerca de mí pero lo freno, levantando mi mano enfrente.
—No, Christian.—Respondo con seguridad.—No quiero hacer esto, no si no va a pasar a algo más.
Dejo pasar lo que a mi parecer es una eterna pausa, esperando alguna respuesta suya diciéndome que quiere al menos intentarlo, que quiere arriesgarse a cambiar y ver qué pueda suceder entre nosotros, me quedo ahí parada con la esperanza de recibir alguna respuesta buena por parte de Christian Harrison, mi amor desde el inicio de mi secundaria.
Pero todo lo que me da es su silencio.
Esbozo una sonrisa, pero mis ojos lo ven con tristeza,—Tal y como supusiste antes, ahora debo alejarme de ti.
Las cejas de Christian casi se juntan y sus ojos reflejan sorpresa y preocupación al mismo tiempo.
—No lo harás.—Logra decir luego de dudar si hablar o no.
—Claro que lo haré.—Le informo, intentando creerlo yo también.
—No podrás.
—Lo intentaré.
—No.—Dice él, su voz imponente.—No te dejaré.
—Tú tomaste tu decisión.—Hablo con tanta firmeza como él,—Yo tomaré la mía.
—No puedes querer alejarte de mí.
—No es lo que quiero.—Al decir esto, Christian esboza una leve sonrisa, pero decido continuar.—Pero tampoco quiero estar para alguien que no me quiere de la misma forma.
Sus labios se entre abren y yo respiro pesadamente, siendo que de verdad me está costando decir todo esto. Christian no habla, aún anonadado por mis palabras. Yo solo sonrío.
—Adiós, Grey.
Y luego de despedirme, hago algo que me resulta todavía más difícil que haberle dicho todo eso. Le doy la espalda y camino lejos de él, dejando atrás al chico que deseé toda mi secundaria.
Es ahora cuando tendría la libertad de llorar abiertamente, pero voy de regreso hacia el patio trasero del Instituto, donde todos los estudiantes van de aquí para allá, en grupos o solos, y cada uno de ellos puede verme.
Reprimo las ganas y paso como si nada entre ellos pero a un ritmo veloz. No tardo en entrar nuevamente en el Instituto y al ver los pasillos un poco transitados, entro al baño de chicas. Verifico que no haya ninguna encerrada en los cubículos y me permito lloriquear con las manos sobre mis ojos cerrados, mojándose con las lágrimas.
Es entonces cuando oigo pasos en la entrada del baño y la mejor idea que se me ocurre es entrar a uno de los cubículos para que nadie pueda verme así. Me paro sobre el retrete con una mueca de asco y hago el mayor silencio del mundo.
—¿Erica?—Dicta una voz femenina.
Suelto un suspiro al reconocer a mi mejor amiga y con mucho cuidado me bajo de donde estoy para luego abrir la puerta de mi cubículo y encontrar a Madison enfrente con una expresión de preocupación.
Me dispongo abalanzarme sobre ella con el fin de consolarme mediante un abrazo suyo pero al instante Madison levanta su mano al aire hecha un puño y con su dedo índice estirado, en señal de alto.
—¿Usaste el baño para... ya sabes?—Pregunta con los labios torcidos hacia abajo y la nariz arrugada. Niego con la cabeza ligeramente y ella suspira aliviada para luego abrir sus brazos.—Ven aquí.
Estoy a punto de arroparme en los brazos de mi mejor amiga cuando una voz proveniente de la entrada del baño de chicas interrumpe el momento.
—¿Erica, estás bien?—Pregunta la voz, la cual no es para nada femenina y no tardo en identificarlo tampoco.
—Puedes pasar.—Dice Madison en voz alta y Mason aparece con su mano sobre los ojos y las mejillas algo sonrojadas.
—¿Y entonces, Erica, qué te sucedió?, ¿A quién mato?—Mason pregunta estando frente al espejo, dándonos la espalda.
Madison silba y Mason se voltea inhalando sorprendido—Por aquí, hada madrina.—Le avisa de forma burlona.—Y deja de cubrirte, si te dije que podías pasar es porque no hay nada que no puedas ver.
—Era por prevención.—Se excusa Mason—Además esto no es apropiado, creo que voy a volver fuera para—Antes de que pudiera decir algo más, Madison le quita las manos de la cara y el sonrojo de Mason se vuelve más intenso. Sus ojos caen en mí antes de fruncir el ceño y fulminar a Madison con la vista,—¡Eso fue muy peligroso, Madison!
—¿Nos ves en ropa interior u orinando?—Le pregunta mi mejor amiga y yo siento el calor en mis mejillas debido a su tranquilidad al hablar.
—No, pero igual no debes hacer eso.—Se queja Mason, desviando la mirada y haciendo un mojín.
—Aws, el niño disney se enfadó.—Balbucea Madison, pellizcando su mejilla como si Mason fuese un niño pequeño, pero rápidamente él toma la muñeca de ella y la ve de una forma extraña que hace que Madison se sonroje, y no la culparía tampoco por hacerlo.
—Ya te dije que no soy un niño.—Su voz ronca me estremece internamente y estoy segura de que a Madison le pasa lo mismo, porque es su turno de desviar la mirada de los ojos verdes de mi mejor amigo.
—Como sea.—Responde ella tímidamente.
Mason sigue viendo fijamente a Madison mientras que esta respira pesadamente y aprieta sus labios, su nariz y mejillas rojas y su ceño fruncido me hacen entender que se siente nerviosa. Carraspeo la garganta, llamando la atención de mis mejores amigos y estos no tardan en separarse, recuperando la postura y acercándose a mí con la preocupación plasmada en sus rostros.
—¿Qué sucedió?—Vuelve a preguntar Mason, sus ojos verdes sobre los míos.
—¿Qué te dijo Christian?—Me pregunta Madison, arrugando el entrecejo y Mason le echa un vistazo antes de volver a verme a mí.
—¿Estás así por él?—La voz de Mason suena cargada de ira. Quiero contestarle pero él continúa,—Voy a matarlo.—Se dispone a irse pero apenas da media vuelta antes de que Madison lo tome por el cuello de la camisa.
—Alto ahí, terminator.—Le ordena e increíblemente Mason le hace caso, soltando un gruñido. Madison se vuelve hacia mí,—Cuéntanos, linda.
Trago grueso antes de comenzar a hablarles sobre la charla que tuvimos. Les dije de principio a fin cada una de sus palabras y cité cada una de mis respuestas. Mason quiso salir a buscarlo y golpearlo dos veces más pero Madison lo detuvo, sosteniéndolo del cuello la misma cantidad de veces hasta que terminé de hablar.
—Estoy orgullosa.—Madison es la primera en hablar.—Para serte honesta, no creí que fuera a negarse a tener una relación contigo, pero sucedió.—Dice esto con tristeza pero luego me sonríe, ahuecando mi mejilla con su mano,—Y tú fuiste muy fuerte al decidir alejarte, eso demuestra que te quieres lo suficiente como para elegir lo que es mejor para ti.
—Y sí tuviste dignidad, la decisión que tomaste demuestra que si la tienes aún.—Agrega Mason y Madison le da una mirada asesina mientras él la ve confuso,—¿Qué?, ¿Dije algo malo?
Madison niega con la cabeza antes de verme nuevamente,—Lo que Mason quiere decir es que eres segura de ti misma, al menos lo suficiente como para no dejar que un chico te pisotee, incluso si ese chico te gustó por tanto tiempo.
—Claro, eso era exactamente lo que quería decir.—Dice Mason alegre,—O sea, ¡Tienes dignidad!
—¡Mason cállate!—Le reprocha Madison y Mason ríe, haciéndome reír a mí también y nuestra mejor amiga se nos une a los pocos segundos.
En medio de las risas, también me permito llorar un poco, porque es cierto que el corazón todavía me duele y estoy cansada mentalmente. Asimilar el hecho de que debo superar al chico que quise tanto no va a ser nada fácil, y aunque Madison y Mason me digan que soy fuerte por haberlo decidido, no lo soy lo suficiente como para estar totalmente segura de que es lo que realmente quiero.
Pero ellos tienen razón.
No debo dejar que un chico me pisotee y haga lo que quiera conmigo, esperando a que yo esté a su disposición cuando sea y de la forma que le plazca. Nadie debería estar en algo así.
—Mira el lado bueno.—Dice Mason y Madison le da una mala mirada de antemano, pero él la ignora y sigue hablando,—En unos pocos días viene tu cumpleaños. Te haremos una super mega fiesta y la pasarás tan bien que olvidarás en parte a ese bobo Harrison.
—¡Mason eso es—Grita Madison pero luego se detiene, bajando la voz y mirándolo con una sonrisa—Una gran idea!, ¡Eres un genio!
—Lo sé, chiquita.—Él le guiña un ojo y Madison le da un codazo.—¡Au!, como sea.—Rueda los ojos mientras soba su brazo y luego me ve,—¿Qué dices tú, Erica?, ¿La idea te gusta?
Me quedo viendo a mis mejores amigos, quienes esperan ansiosos mi respuesta y los ojos de Christian invaden mi mente. Sus lindos e hirientes ojos, mirándome con determinación luego de decir que no quería tener nada conmigo, y cuando simplemente se quedó callado, pudiendo haber hablado cuando yo esperaba una buena respuesta de él, dándole una última oportunidad.
Pero no la aprovechó y prefirió dejar que me aleje.
—Me encanta.—Termino por decir, mi corazón sintiéndose roto por completo.
———
Nota de autora: ¡Viernes de actualización!, mil gracias por los 10k de lecturas, ojalá sigan subiendo así siempre <333
¿Qué les pareció la razón de Christian?, ¿Por qué creen que decidió eso?, en mi opinión él estaba re enamorado de Erica, pero puede que...
¡No!, shh, no les voy a ayudar a armar sus teorías, háganlo solas, muajajaja.
¡Voten, comenten, compartan y síganme para más!
Los quiere, Cami.
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