30. La primera cita

¡Actualización sorpresa!
En agradecimiento por las mil estrellitas.
Los quiero y espero que lo disfruten. ♡

Pd; aunque nuestro lindo Chris sea inmaterializable, les dejo un gif para que más o menos puedan tener una cara exacta de él. Con una amiga estuvimos viendo varios actores, modelos, etc, intentando compararlo pero ninguno era él al 100%, disculpen por hacerlo tan perfecto. (ironía)

Chris: Estás disculpada.

Yo: ¡Vos sh!

Capítulo treinta.

—Todavía no puedo creerlo.—Pronuncia Emma mientras me mira de pies a cabeza en el espejo que estaba delante nuestro. Ella cubre su boca con sus manos y de repente sus ojos se vuelven vidriosos.

—¿Estás por llorar?—Le pregunto frunciendo el ceño.

Ella menea la cabeza en negación, pero las lágrimas que se reunen en sus ojos y que amenazan con salir rodando por sus mejillas la delatan. Emma me toma por los hombros luego de calmarse y me dedica una sonrisa genuina.

—Porque te estás convirtiendo en una mujer muy linda.—Dice con dulzura,—Soy una hermana orgullosa.

Le devuelvo la sonrisa mirándola a través del espejo y me volteo para abrazarla, nos quedamos así unos cuantos segundos, disfrutando de este momento de hermanas. Los días después de la primera sesión pasaron volando, tanto en la escuela como en casa. Emma sorprendió a papá y a mamá con su llegada, pero aún no les ha presentado a Elliot. Según ella porque quiere hacerlo en una ocasión especial: en mi cumpleaños; aún falta una semana para este y debería sentirme nerviosa por cumplir la mayoría de edad si no fuera porque solo pienso en el día de hoy.

El día de mi cita con Christian.

—No lo sé.—Le digo nerviosa y me vuelvo a ver al espejo, apretando los labios,—¿Y si no le gusta?

Como es de esperarse, le conté a mi hermana de Christian y todo lo ocurrido entre nosotros desde hace ya casi dos meses atrás. Aunque bueno, es de esperarse también que le haya omitido los detalles de cada acercamiento, cada roce y el calor que me hizo sentir repetidas veces. Sin embargo, fui breve cuando hablé de los besos.

Emma pasa un brazo alrededor de mis hombros y me abraza de costado cariñosamente.—Deja de dudar. Él será un Harrison irresistible, pero tú eres una sensual Beckett. Y las Beckett tienen que ser seguras de eso.

—¿Estabas segura de ti misma en tu primera cita con Elliot?—Le pregunto esperanzada.

—Estuve a punto de tirarme por mi balcón del cuarto piso.—Responde ella totalmente seria, como si estuviera sumida en sus pensamientos y luego sacude la cabeza antes de volver a sonreír,—Pero al final la cita fue un éxito. Descuida, será perfecto. Palabra de hermana mayor.—Ella levanta su mano en el aire con firmeza,—Y si algo sale mal, cosa que dudo, no será culpa tuya.

—No estés tan segura. Suelo arruinar muchas cosas sin saberlo a veces–¡Ah!—Emma me pellizca el brazo, interrumpiédome.

—Déjate de tonterías.—Dice molesta.—Esta es tu noche, que salga como tú quieras que lo haga. Basta de pensamientos negativos, E2.

—Lo siento, E1.

—Tranquila. Al menos estás perdiendo la compostura conmigo y no con Chris.—Me sonríe dulcemente,—Confío en que serás firme con él.

—Lo intentaré.—Finalizo y vuelvo a centrarme en mi reflejo en el espejo mientras Emma acomoda algunas partes de mi atuendo.

Llevo puesto un vestido casual pero bonito de color turquesa de tiras con un escote inocente pero que puede denotar lo suficiente. Se ciñe a mi cintura y se suelta a partir de mis caderas, llegándome hasta las rodillas. Encima tengo un suéter fino de color negro que combina con mis sandalias del mismo color y el pequeño bolso que cuelga de mi brazo derecho donde guardo cosas de menor importancia para salir.

Mi cabello castaño está suelto, los lacios mechones cayendo a los costados de mi cara y sobre mis hombros, las puntas terminando en hondas perfectas.

Está claro que esto fue obra de Emma, quien también quiso maquillarme el rostro, pero la convencí de que solo usara rímel y tal vez un poco de rubor en mí.

—Ya son las 8.—Me comunica mi hermana, mirando su reloj de pulsera.—Le quito puntos si llega a pasar un minuto má—Al instante un fuerte ruido de motor suena a las afueras de nuestro hogar, haciéndola callar.

Ambas vamos hacia la ventana de mi cuarto y vemos como en frente de nuestra casa estaciona una camioneta negra de cuatro puertas súper reluciente y costosa. La puerta del piloto se abre y mis pulmones se quedan sin aire observando al perfecto ser que sale del vehículo.

Christian. Mi cita.

Lleva puesto unos vaqueros negros con una camiseta negra también y una chaqueta encima del mismo color. Su cabello castaño oscuro casi parece negro y está despeinado de la forma que, aunque no solo a él le queda bien, le da ese toque que lo caracteriza tan bien. Sus facciones se ven tan bien bajo la luz de la luna mientras que él saca su teléfono y comienza a usarlo, caminando lentamente hasta la puerta de mi hogar.

—Sin dudas tenía que ser un Harrison.—Susurra Emma.

—¿Qué decías sobre que las Beckett debían tener firmeza?

—No me retracto. Tienes que ponerlo en su lugar. No... importa... qué tan bueno... esté.—Emma balbucea lentamente, hipnotizada por la perfección del chico que acaba de aparecer.

Golpeo su hombro suavemente mirándola molesta y ella me da una sonrisa avergonzada, saliendo de su trance. A su vez mi teléfono comienza a vibrar dentro de mi pequeña cartera y rápidamente lo reviso. Compruebo el motivo: una llamada de Christian. Le hago señas a Emma para que se calle luego de que ella me pide ponerlo en voz alta. Accedo y ella hace silencio cuando contesto.

—¿Sí?

—Son las 8 y estoy frente a tu puerta.—Su voz grave me da un chispazo de electricidad en el pecho.

Aunque ya lo he escuchado mil veces en persona, escucharlo por teléfono aún me afecta.

—¿Tengo que felicitarte?—Respondo con firmeza y Emma me muestra los pulgares arriba, haciéndome sonreír.

—Ya que lo dices—Christian hace una pausa,—Son las 8 y un minuto, estás llegando tarde. Así que dudo que felicitarme sea suficiente. Deberías premiarme.

La sangre llega a mis mejillas y Emma abre los ojos tan grande que parece que fueran a salirse. Ella me hace señales tontas mientras vocaliza algo como "¿Premiarlo, eh?" para luego mover sus cejas de arriba abajo. Le doy la espalda luego de intentar calmarla en silencio y me enfoco nuevamente en Christian.

—En las citas se supone que la chica puede demorar al menos cinco minutos.—Me excuso, aunque no tenga idea de lo que estoy diciendo.

Oigo la risa de Christian al otro lado de la línea mientras Emma pone sus manos en mis hombros y acerca su cara al teléfono con cuidado.

—Te esperaré cinco minutos entonces.

—Me parece muy caballeroso de tu parte.—Admito.

—Debo serlo para tener a la chica que quiero.

—Que bien.—Respondo mientras una sonrisa amenaza con formarse en mis labios al oír sus palabras.—Ya bajo.

—De acuerdo, Ana.—Finaliza él.

Cuelgo la llamada soltando un suspiro y sonriendo como idiota, sin percatarme de mi inquieta hermana mayor detrás, quien apenas termino de hablar por teléfono me sacude bruscamente chillando como loca.

—¡Se ve guapo y su voz es tan sexy!—Grita de emoción y yo la callo por miedo a que sus comentarios alcancen los oídos de Christian allá abajo.—En serio es un Harrison.

Ruedo los ojos y bajo las escaleras acompañada de Emma. Llegamos a la puerta y cuando la abro, Christian está de espaldas a nosotras pero al instante se voltea, haciendo que mi corazón amenace con salirse de mi pecho. Una sonrisa de esas que me derriten invade sus labios al verme y sus ojos caen en Emma detrás de mí.

—Supongo que ella es tu hermana.—Comenta Christian, cambiando su sensual sonrisa por una amable y encantadora mientras le ofrece su mano.—Un placer, soy Christian Harrison.

—Yo soy Emma. Y lo sé, mi herman—Ella se detiene abruptamente y luego su tono de voz cambia,—Quiero decir, tu hermano, sí, tu hermano me ha hablado mucho de ti, Chris.

—Cosas buenas espero.

—Ni te imaginas.—Responde Emma entre dientes, intentando mantener su leve sonrisa. Conociéndola, de seguro está aguantándose los chillidos al recordar todo lo que yo le he dicho sobre él.—Deberías pasar unos minutos, así podemos conocernos. Podrías tomar algo y–

—Bueno.—Interrumpo su intento de seguir conociendo a Chris,—Ya nos vamos, Emma.—Le comunico saliendo fuera,—Volveré en unas horas.

—¿Cuántas?—Habla mi hermana mayor, esta vez con un tono serio y autoritario.

—No lo sé, tal vez dos o tres.

—Quiero la hora exacta.—Insiste ella y yo la miro como diciendo '¿qué rayos haces'. Ella me responde con una mirada que dice 'Mi trabajo de hermana mayor', haciéndome rodar los ojos.

—A las 11 estará de vuelta, descuide.—Le responde Christian amablemente.

—A las 10:30 la quiero en casa.—Le dice, mirándolo amenazante.

—De acuerdo.—Acepta él y ella se despide de ambos, dándome una mirada pícara mientras la dejamos atrás.

Caminamos hasta su gran vehículo y cuando llegamos, él me abre la puerta de copiloto, dejándome entrar. Cuando me acomodo, Christian me da una sonrisa de boca cerrada antes de cerrar la puerta. Lo miro confundida, preguntándome porqué no intentó abrochar mi cinturón hasta que caigo en la cuenta de que mi hermana aún está parada en el umbral de la puerta, mirando con suma atención las acciones del chico que me invitó a salir. Christian entra en el asiento de piloto y no tarda en arrancar la camioneta luego de que ambos nos ponemos los cinturones.

Partimos rumbo por las calles de la ciudad en la temprana noche y visualizo nuevamente cada casa que pasamos, deleitandome con lo lindo que se ven las luces de cada una a estas horas.

—Aún no me queda claro cómo le caigo a tu hermana.—Habla Christian, mirando hacia delante con una sonrisa torcida.

—¿Tú que crees?

—Creo que tiene un lado sobreprotector con su pequeña hermana, lo que es de esperarse. Es por eso que terminó hablando y comportándose tan a la defensiva.—Responde confiado,—Pero también está claro que por otra parte le caigo de maravilla.

—¿Por qué estás tan seguro de eso?—Lo miro divertida.

Él relame sus labios, echándome un breve vistazo,—Porque su hermana pequeña le habrá contado cosas buenas sobre mí.

No puedo evitar sonrojarme ante su comentario. Dejo de verlo, volviendo la vista hacia mi ventanilla, fijándola en cada casa que pasamos.

—Quieres decir que Elliot le habrá contado cosas buenas de ti, yo apenas te mencioné.—Miento.

—Claro, Ana.—Su forma de hablar se vuelve más ronca cuando baja la voz,—Y yo no me di cuenta de que me estaban mirando por tu ventana desde que bajé de la camioneta, ajá.

Me volteo tan rápido a verlo que casi me quiebro el cuello y Christian solo ríe, haciendo que mi estómago sienta cosquillas, pero permanezco mirándolo enojada.

—Eso no es verdad, sabes, no estabamos–

—Te ves linda cuando estás nerviosa.—Me interrumpe, formando un nudo en mi garganta y mariposas en mi estómago.

El silencio reina durante un rato y me dedico a ver autos, personas, casas y todo lo que sea que hayamos pasado a medida que avanzamos por las calles. Siento este viaje una eternidad hasta que veo como cualquier vecindario que conozca desaparece mientras comenzamos a pasar algunos edificios y a recorrer calles angostas y pobladas de automóviles.

—¿Vamos al centro?—Pregunto cuando logro reconocer los carteles que dejamos atrás.

—No.

—¿Y a dónde vamos?

Como si me quisiera responder, Christian dobla en una desviación de la calle, aprovechando que no pasan otros vehículos y nos adentramos en un lugar que se vuelve cada vez más desierto. Los autos ya no merodean y el camino pasa de estar pavimentado a ser completamente de tierra mientras que árboles empiezan a aparecer a nuestro alrededor, volviendo la dirección en la que vamos más angosta.

—¿Hacia dónde estamos yendo?—Digo algo asustada mientras la luz de su camioneta es lo único que ilumina la zona por la que transitamos.—¿Vas matarme?

La risa de Christian es música para mis oídos, pero no ahuyenta la retorcida idea que acaba de tener mi estúpido cerebro.

—Confía en mí, Ana.—Susurra tiernamente y eso hace que mi corazón se caliente y mis manos suden, mi preocupación se aleja al instante.—Ya estamos llegando.

Otros minutos pasan hasta que Christian detiene la camioneta frente a un camino de tierra que ya no podemos pasar con el vehículo. Él se baja y me hace señales para imitarlo. Cuando lo hago, me abrazo al sentir lo frío de esta zona que no conozco. Él rodea la camioneta y llegar hasta mí con una sonrisa.

—¿Aquí planeas matarme?—Digo frotando mis brazos y puedo ver el aire salir de mi boca al hablar.

Christian frunce el ceño,—¿Por qué piensas que voy a matarte?—Me encojo de hombros y él niega con la cabeza mientras da media vuelta, dejándome ver su hermoso perfil.—¿Ves ese camino?—Pregunta señalando el paso angosto por el que no pudimos seguir con su camioneta. Asiento en afirmación,—Bien, camina por él. Yo te alcanzo.

Es mi turno de arrugar el entrecejo.

—¿Quieres que atraviese ese camino oscuro y sombrío?—Le pregunto y él dice que sí con la cabeza,—Eres nuevo en esto de tener citas, ¿verdad, Grey?

Él lame sus labios dando un paso hacia mí. Sus ojos brillan bajo la luz de la luna y su cara perfecta se ve alumbrada por la luces aún encendidas de su camioneta. Christian pone su mano en mi mejilla, acariciando mi labio inferior con su dedo pulgar.

—¿Confías en mí?

No, es por eso que acepté tener la cita contigo, para saber si debo o no seguir confiando en ti y en los sentimientos que me provocas.

Quiero decirle todo eso pero su cálido toque me hace contestar:

—Sí.

Christian me da una sonrisa genuina y muerde su labio inferior aún mirándome antes de indicarme nuevamente el camino. Con pesadez camino por los árboles que no dan paso a la luz de la luna y las estrellas, volviendo aquel pasadizo uno macabro. Doy pasos largos pero lentos mientras veo a mis costados, con miedo a que algún animal salvaje pueda salir de la flora y atacarme. Me siento como Blancanieves luego de huir del cazador, entrando en aquel bosque sombrío, donde los árboles tenían caras malas y ramas tan puntiagudas que rasgaban su vestido.

Oigo crujidos detrás de mí pero intento ignorarlos. Tarareo en voz baja, tratando de ahogar este silencio tan sofocante.

Otro crujido suena y tarareo más fuerte, cantando la canción que cantó Blancanieves mientras recogía agua antes de que su príncipe encantador llegara y comenzara a cantar con ella.

Mi príncipe encantador me dejó atravesar este bosque sola.

—Está claro que nunca tuvo una cita en su vida.—Gruño.

Un ruido fuerte suena detrás de mí y comienzo a acelerar el paso, intentando seguir recto pero con tantos árboles señalando para todas partes me es muy difícil. Vuelvo a tararear la canción de nuevo, esta vez imaginando al príncipe de Blancanieves estando a su lado.

¿Dónde estás, Christian?

Los crujidos resuenan cada vez más cerca detrás de mí y eso comienza a asustarme. Me volteo hacia donde sonó el ruido y maldigo mentalmente por haberlo hecho, ya que cuando intento voltearme otra vez para seguir con mi camino, termino por desorientarme.

Elijo seguir en una dirección, confiando en mi instinto y camino lentamente, oyendo el ruido de mis pisadas sobre la hierba y la tierra.

Más ruido.

—¿Christian?—Pregunto aterrada.—¿Estás ahí?

Tras mi pregunta, el silencio invade mi alrededor. Sigo con mis pasos y nuevamente el ruido se hace presente.

—Christian, lo que sea que estés haciendo, no es gracioso.

Silencio.

Doy un paso más y otro ruido detrás de mí es suficiente para echarme a correr como loca. Me tropiezo varias veces pero sigo corriendo por mi vida, atravesando los árboles. Mi cabello se enreda varias con las ramas de los mismos y me detengo brevemente para quitarlo. Quiero llorar por haberle dicho que sí a esta horrible cita pero no tengo tiempo, aún sigo pendiente de los ruidos detrás mío.

—¡Maldito, maldito maldito!—Insulto a Christian por haberme convencido de venir aquí mientras pienso que voy a morir a manos de un monstruo del bosque que me persigue para comerme.

Sigo mi camino y oigo el ruido tan cerca que puedo sentir unas garras en mi espalda, así que me abalanzo sobre unos arbustos con la esperanza de poder librarme de aquella cosa.

En lugar de ocultarme dentro de las hojas, termino cayendo en hierba lisa sobre mis manos y rodillas. Me toma unos segundos darme cuenta de mi nuevo entorno y mi mandíbula cae al piso cuando levanto la vista hacia delante.

Me encuentro en una zona entre árboles bien cortados y con luces de colores que cuelgan de ellos. También hay algunas lámparas ancladas al piso y veo un río resplandeciente donde serpentea agua transparente que cae desde un muro similar a un acantilado, atravesando algunas rocas en medio.

Me quedo fascinada con la hermosa escena hasta que un ruido a unos metros en mi costado llaman mi atención. Rezo por mi vida, creyendo que es el monstruo hasta que aparece un ser totalmente contrario al que yo pensaba.

—Pero qué mierda—Dice Christian cuando aparece por los árboles con una canasta en su mano y me ve.

Lo fulmino con la mirada mientras él deja caer lo que lleva encima y corre hasta mí para ayudarme.

—¿Qué diablos te sucedió?—Me pregunta preocupado.

—Dificultades por el camino.—Le respondo irónica mientras me levanto con su ayuda.

Veo mi vestido manchado de tierra y paso los dedos por mi cabello, los cuales se atoran a mitad de unos mechones, haciéndome entender lo horrible que debe estar.

—Si vuelves a dejarme cruzar sola aquel estúpido camino, te mataré en medio del bosque.—Le digo molesta.

—Mira quién planea matar a quién ahora.—Responde divertido.—Pero regresando al tema,—Habla con una sonrisa plasmada en su lindo y limpio rostro,—Bienvenida a la cita, Ana.

———

Nota de la autora: Eh, ok. No tengo nada para decir, solo que disfruten del cap sorpresa, y, eh... Ok.
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Un beso, Cami. ;) ❤


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