23. El malentendido

Capítulo veintitrés.

Christian Harrison.

—¿Puedo pasar?—Pregunta Audrey desde fuera de mi cuarto luego de tocar la puerta como por un minuto entero.—Sé que estás despierto, siempre madrugas.

Subo el cierre de mi pantalón y camino derrotado hacia la voz que me estuvo insistiendo tanto. Abro la puerta con cansancio y veo a mi hermana menor con la falda del instituto y una blusa negra debajo de la camisa blanca característica del uniforme.

—¿Por qué no me contestabas?—Me pregunta haciendo puchero.

—¿Desde cuándo te despiertas tan temprano?—Le contesto mirándola de arriba hacia abajo.—Y estás preparada para el instituto, ¿tienes fiebre?

Audrey me fulmina con la mirada y yo sonrío divertido ignorando su enojo. Ella suspira y saca una tablet que tenía escondida a sus espaldas. Arrugo las cejas y ella hace lo mismo al bajar su mirada de mi cara.

—Tengo una sorpresa pero antes, ¿te importaría vestirte?—Pregunta desviando la mirada.

—¿Una sorpresa?—Ella asiente,—¿Qué?

—¡Primero vístete!

—Ya estoy vestido.—Le digo metiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón.

—La camisa, hermano.—Dice una voz proveniente del aparato que trae Audrey consigo y que usa para taparse el rostro.

Ella sonríe, toca algo en la tablet y sin verme la extiende hacia mí, mostrándome a quien se ve en la pantalla de la misma.

—Elliot.

—Christian.—Me responde mi hermano mayor con una sonrisa.

—¡Christian por Dios!—Grita Audrey molesta.

—Bien.—Contesto enfadado y a su vez algo aturdido por su voz chillona. Me dirijo al armario, tomo la camisa y me la pongo.—¿Feliz?

Audrey cambia su expresión de ira por una suave sonrisa al instante,—Sí.

—Te comportas como niña.

—Aún así me quieres.—Dice sonriente y se sienta en mi cama, señalando un punto a su lado para que la acompañe.

Voy hacia ella abrochando los botones de mi camisa y me siento a su lado, encontrándome nuevamente con el rostro de mi hermano en la pantalla del aparato y él también pueda verme desde la cámara.

—¿Cómo te va, Chris?—Pregunta Elliot.

—Como siempre.—Me encojo de hombros.

—¿Aún sigues siendo el mejor de la clase?

—Del instituto, sí.

—¡Ese es mi hermano!—Dice orgulloso y luego ve a Audrey,—¿Y tú qué, hermanita?

—Aún no he pasado al segundo ciclo de la secundaria como para que puedan etiquetarme así. Pero prometo esforzarme cuando llegue el momento.

Elliot le guiña un ojo y sonríe de costado,—Estoy seguro de que lo harás, eres una Harrison después de todo. Yo también he sido el mejor en mi institución.

—¿Y qué me dices de la universidad?—Interrumpo levantando una ceja,—¿Hay algún mérito especial para el más listo?

—Lo hay.

—¿Y lo ganaste, hermanito?—Pregunta Audrey ilusionada. Ambos nos quedamos viendo la pantalla y Elliot vacila antes de regresar a su expresión tranquila y amable.

—Temo que no.—Confiesa rascándose la nuca,—Alguien me venció.

—¿Y por qué sonríes?—Dice Audrey mirándolo con tristeza.

—¿Y por qué no?—Responde Elliot,—Siempre habrá alguien mejor que el otro, es cuestión del tiempo encontrarlo.—Mira hacia abajo antes de suspirar y volver a sonreír,—O casualidades de la vida.

Arrugo mis cejas ante su expresión extraña y me quedo analizándolo tanto tiempo que él se da cuenta y se aclara la garganta antes de cambiar de tema.

—Oye Chris, ¿Audrey te dijo cuál era la sorpresa?

—Iba a hacerlo.—Digo mientras veo a mi hermana menor y ella frunce el ceño bajando su mirada hacia mi camisa. Me acerco más a ella y paso un brazo alrededor de sus hombros para abrazarla.—Pero la niña no pudo.

—¡Hey!—Bufa Audrey cruzándose de brazos y yo río en respuesta a su mirada asesina.

—Entiendo.—Nos interrumpe Elliot,—Estoy aquí.

—¿Huh?—Ladeo la cabeza,—¿Aquí?

—Así es.

Suelto a Audrey y reviso debajo de la cama. Luego de comprobar que Elliot no está, me incorporo nuevamente y mi hermano mayor me mira confuso.

—No estás aquí.—Respondo con una sonrisa.

Audrey me golpea el hombro y finjo dolor mientras Elliot suelta una risa sarcástica antes de aclararse nuevamente la garganta para llamar mi atención. Lo veo mirar a un costado antes de hablar y me percato del fondo detrás de él. Me es irreconocible pero puedo deducir que es una habitación de huéspedes con paredes de madera, una cama de dos y algún que otro mueble de cuarto.

—No me queda mucho tiempo.—Nos advierte Elliot.—Quería avisarles primero que nada a ustedes que estoy en la ciudad.

—¿No le avisaste a papá?—Le pregunto serio y él niega con la cabeza.—Entonces supongo que a mamá tampoco.

—Exactamente.—Dice con un tono suave,—Pero volviendo al tema, lo importante son ustedes. Dudo que pueda verlos el día de hoy, estoy ocupado.

—¿Haciendo qué?

—Pues–

Elliot se detiene abruptamente y mira otra vez hacia su costado. Luego nos ve y aprieta algo en su aparato antes de comenzar a hablar, sin embargo, no se escucha su voz.

—Nos silenció.—Susurra Audrey.

—¿Qué sucede?—La miro frunciendo el entrecejo,—¿Por qué vino sin avisar?

—Digamos que vino de visita,—Aprieta sus labios, intentando no sonreír mucho,—Y no está solo.

Audrey señala la pantalla y veo como Elliot sigue hablándole a alguien en su costado cuya cara no es posible ver. Mi hermano mayor ríe y veo en él la misma expresión extraña de hace un momento. Abro los ojos en sorpresa volviendome hacia Audrey y ella ya no intenta ocultar su sonrisa entusiasta.

—Tiene novia.—Me dice alegre.—Me contó que vino para poder conocer a su familia y que es algo muy reciente, pero que piensa en tomárselo en serio esta vez.

—¿Una italiana?

—Ella es de aquí.—Me confirma.

—¿A qué te refieres?

—Es que ella–

—Bueno hermanitos,—Interrumpe Elliot, quien al parecer terminó su conversación con aquella persona que posiblemente sea su misteriosa chica.—Debo marcharme, pero les escribiré para vernos. ¿De acuerdo?

Audrey y yo asentimos y él se despide rápido antes de acabar la videollamada. Ya una vez solos reviso la hora y me doy cuenta de lo rápido que pasó el tiempo hablando. Me levanto de la cama una vez tengo puestos los zapatos y me dirijo hacia la puerta para salir de la habitación. Bajo las escaleras y voy hacia la cocina. Me encuentro a Olivia, la mujer de la limpieza, estirandose hacia los estantes y acomodando comida en ellos. Mis pasos llaman su atención y se voltea a verme dándome una ligera sonrisa.

—Buenos días, Olivia.—Le digo sentandome al otro lado de la mesa isla.—¿Estás muy ocupada?

—No.—Responde ella enderezandose,—Al menos no nada importante. ¿Se le ofrece algo?

—Tal vez.—Hago una pausa antes de continuar,—¿Recibiste alguna llamada del hospital?

Olivia vacila,—Me temo que no hay nuevas noticias de su madre aún.

Siento un nudo en la garganta al escucharla decir eso. Cierro un momento los ojos y aprieto los puños a mis costados antes de calmarme completamente y volver a mi estado normal. Me levanto de la silla y me dispongo a salir de la cocina despidiendome de Olivia. Cuando llego a la puerta y me precipito a irme, oigo a Audrey bajar con rapidez las escaleras. Termina de abrochar los botones de su camisa, escondiendo su blusa negra y acomoda su cabello mientras se para delante de mí.

—¿Querrás que te lleve?—Digo enarcando una ceja.

—No, ya vinieron por mí.—Responde ella avergonzada y me hago a un lado cuando abre la puerta de la casa.—Nos vemos.

Salgo detrás de ella y veo estacionado frente a nuestra casa un auto blanco de dos puertas. Camino hacia mi camioneta y antes de subirme veo a mi hermana entrar a aquel vehículo el cual tiene los vidrios transparentes. El piloto del mismo es un chico rubio que me resulta conocido, sin embargo, decido ignorarlo. Una vez que el vehículo se va, me subo en el mío y luego de ponerme el cinturón me detengo unos segundos viendo el asiento a mi lado y pensando en la última persona que estuvo ahí.

Recuerdo la primera vez que la llevé, su forma de temblar cuando la toqué.

Y la última vez, cuando la abracé y pude sentir la calidez de su cuerpo entre mis brazos. Me sentía tan bien, incluso contándole cosas que no debía contar y sigo sin saber muy bien porqué lo hice. Aún así, todo eso fue secundario.

Todavía recuerdo lo suave que eran sus labios.

Si no fuera porque ella me paró aquella noche, estoy seguro de que habría terminado por perder el control, cargarla y llevarla dentro de la camioneta otra vez para poder consentir mis desesperados deseos de hacerla mía.

No pienses en eso, Christian.

Sacudo mi cabeza y enciendo la camioneta, partiendo rumbo hacia el instituto. Al cabo de unos minutos llego hacia el estacionamiento de Belmont, satisfecho por haber venido lo suficientemente temprano como para tener disponibles algunos espacios en la zona. Estaciono la camioneta y le echo un último vistazo al asiento de copiloto sonriendo como estúpido antes de salir fuera. Miro la hora en mi celular y suelto un largo suspiro, frustrado por lo temprano que es aún. Me apoyo en la puerta de la camioneta y por aburrimiento decido revisar mis redes sociales.

Veo como en Instagram tengo una gran lista de personas que me siguieron recientemente. Entonces se me ocurre una idea. Voy a la lista de mis seguidores generales y comienzo a deslizar el dedo por la pantalla repetidas veces, con la esperanza de encontrar una cuenta con un nombre en particular que me interesa. Sigo bajando, cada vez más rápido y con menos esperanza de encontrar lo que quiero, pero me detengo abruptamente y vuelvo a subir en la lista al ver una cuenta que llamó mi atención.

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—Así que me sigue.—Sonrío victorioso hasta que entro a su cuenta y la veo privada.—Mierda.

Estoy unos cuántos minutos mirando los datos de su cuenta e intento poder ver con más detalle su foto de perfil. Su biografía habla sobre cosas básicas como su edad, su signo y su fecha de cumpleaños. Sigo revisando cada cosa repetidas veces hasta que escucho como un automóvil se estaciona frente a mí y a los pocos segundos el conductor sale del otro lado. Rodea su vehículo y se apoya en el mismo frente a mí.

—Hey, madrugador.—Dice Adrián con una sonrisa a medias.—Sigo sin entender como consigues llegar tan temprano.

—Tú lo has hecho.

—Es diferente, yo no pude pegar ojo en toda la noche.—Responde cansado y tira la cabeza hacia atrás,—No sabes lo bien que me lo pasé anoche, si sabes a qué me refiero.—Lo veo y él hace un baile de cejas.

—¿Ah sí?—Le respondo distraído, fijando la vista en mi celular otra vez.

—¡Vaya que sí!, después del juego vino una rubia a hablarme, era muy sexy.

—Umhmhm.—Balbuceo mientras releo todo de la cuenta de Erica.

—Y luego vino tu hermana e hicimos un trío.

—Ajá.—Digo sin prestar atención. Sigo viendo la pantalla del celular cuando Adrián se acerca lo suficiente como para poder ver e inhala exageradamente, mirándome con sorpresa.

—¡Christian Harrison está stalkeando a una chica!—Grita asombrado y yo arrugo el entrecejo, mirándolo con molestia.

—¿Podrías bajar la voz?—Miro la cuenta una última vez y decido darle a "seguir" antes de guardar el celular.

—Lo siento, es que esto nunca había pasado antes.—Lleva la mano a su mentón y finge pensar,—Usualmente suele ser al revés según recuerdo.

—¿Y qué?

—¿Cómo que y qué?—Pregunta ofendido,—¿Quién es la chica?—Levanto una ceja irónico y él voltea sus ojos,—Bien, el nombre no me interesa. ¿Es sexy?

—Lo es.

—¿Ya se acostaron?

—No.

—¿En serio?—Ríe abiertamente mientras pasa una mano por su cara, completamente sorprendido.—Diablos, esta chica debe ser un reto.—Sonrío ante su comentario porque tiene toda la razón y él sigue,—Imagino que eso te hace desearla más.

—Ya me conoces.—Lamo mis labios, recordando su beso.

—Ya la conseguirás.—Responde Adrián, sacando una caja de cigarrillos de su bolsillo y llevándose uno a la boca. Lo enciende, aspirando y soltando el humo al aire. Estira la caja hacia mí,—¿Quieres uno?

—Sabes que no fumo.

—Aburrido.—Bufa y ve la hora en el reloj que cuelga de su muñeca. Se incorpora y me hace una seña con la cabeza para avisarme que ya debemos ir.

Salimos del estacionamiento y nos dirigimos hacia el instituto junto con el resto de estudiantes que van llegando. Ya por fin veo el lugar mucho más poblado que antes y los autos van y vienen por la calle frente a la preparatoria.

—Mierda.—Susurra Adrián y para de caminar en medio del gentío.

Camina hacia un costado, algo lejos de la preparatoria y se sienta bajo uno de los árboles que decoran el extenso patio delantero del instituto. Lo imito y él señala la puerta de entrada, donde se encuentran algunos profesores recibiendo a los alumnos.

—¿Cuánto piensas tardar?—Le digo refiriéndome a su cigarrillo y él sonríe antes de soltar humo por la boca.

—5 minutos si me concentro.

—¿Concentrarte para fumar?, ¿Es en serio?

—Hey, hay que centrarse en la forma que posicionas los labios para tirar el humo en círculos, genio.—Reprocha Adrián y yo niego con la cabeza mientras que esperamos en silencio a que su cigarro se termine.

Veo pasar a los estudiantes y varias chicas nos saludan cuando pasan frente a nosotros. Entre ellas aparece Chloe, que sigue intentando hablar conmigo. Se acerca nosotros con dos de sus amigas, esas que las siguen todo el tiempo y esta vez las tres están con el uniforme normal del instituto en lugar de sus trajes de porristas.

—Hola, muchachos.—Anuncia Chloe alegremente.

Adrián la saluda sacudiendo su mano y las amigas de Chloe se sientan a su lado mientras que ella se sienta a mi lado, ignorando el hecho de que no le respondí en ningún momento.

—¿Cómo te va, Chris?—Pregunta animada y al no obtener respuesta de mí, suelta un chillido que me hace verla.—¡Vamos!, no puedes estar enojado conmigo por culpa de esa acosadora. ¡Ella fue la que hizo ese alboroto!, yo solo me defendía de ella y de su amiga, eran dos contra mí y aún así logré salir sana y salva de aquella pelea, pero tu decidiste irte con la fea esa y sus amigos, me lastimaste con ese acto, Chris.—Dice con tristeza y se aferra a mi brazo,—Pero puedo perdonarte, podemos perdonarnos, ¿qué dices?

Suelto un suspiro de cansancio mientras ella juguetea con el cuello de mi camisa. Me dispongo a apartarla, harto de su estúpido comportamiento pero algo me distrae de las acciones de Chloe.

A lo lejos me percato del automóvil que está estacionado a unos metros de la entrada del instituto.

Es el mercedes de Elliot.

En otras circunstancias podría pensar que es el de otra persona, pero nunca antes he visto uno por estos alrededores y Elliot dijo que está en la ciudad.

Aunque según él estaba ocupado y creí que posiblemente sería con su nueva novia.

Mis ojos siguen viendo aquel auto que cada vez reconozco mejor y segundos después suena la campana del Instituto, anunciando que ya es momento de la primera clase. Sigo atento al mercedes y veo como la puerta de atrás se abre y de ahí sale quien menos esperaba ver.

Instintivamente me levanto al ver a Erica salir del auto que parece ser el de mi hermano mayor y observo como camina entre los alumnos, dirigiéndose hacia el interior del instituto.

—¿Chris?—Pregunta Chloe, quien se levanta conmigo, aún aferrada de mi brazo.—¿Estás bien?

Observo como el mercedes se va y vuelvo a ver a Erica totalmente confundido. Bajo la vista y aprieto los puños con ira al reconocer el saco de gala que trae puesto, el cual le queda tan grande que es obvio que no es de ella.

No me digas que...

A su vez, Erica me ve y sonríe al instante pero su sonrisa se desvanece al ver a Chloe abrazando mi brazo.

No lo pienso dos veces.

—¿Chris?—Insiste Chloe.—¿Sucede alg–

Antes de que pudiera terminar tomo su rostro y la beso bajo la atenta mirada de la chica que bajó del auto de mi hermano con una prenda de ropa suya.

La beso con brusquedad, desahogando toda la ira que tengo encima y cuando termino, veo como su labial está difuminado sobre sus labios. Vuelvo a ver en la dirección donde Erica se encuentra y ella hace lo que menos espero que haga.

Sonríe y desaparece en el interior del instituto.

———

Nota de la autora: No tengo nada para decir ahora, que empiece el odio en 3, 2, 1...

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Gracias por los 4k, cada vez crece más rápido dios!!¡¡ Y también gracias por los 30k en booknet, son 1 amor
Bai bai♡


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