17. La verdad

Capítulo diecisiete.

Doblamos el pasillo y llegamos hasta la puerta que dice 'enfermería' claramente en la vidriera de la misma. Christian toca la puerta y segundos después una mujer vestida de blanco aparece detrás.

—¿Puedo ayudarles?—Nos dice, percatándose del golpe en mi cara.

—Necesitamos que la revise.—Dice Christian haciendo un movimiento de cabeza hacia mí y luego atrás,—Y a ella también.—Afirma, refiriéndose a Madison.

La enfermera asiente y nos invita a entrar al lugar. La habitación es tan grande como un salón de clases y está llena de camillas que son separadas por cortinas colgadas del techo. A una esquina hay un escritorio que supongo es el de la mujer que atiende a los alumnos heridos. Ella comienza con Madison, a quien le indica que se siente en una de las camillas.

—¿Qué pasó?—Le pregunta, revisando los moretones de sus brazos.

—Digamos que estaba imponiendo mi poder feminista contra las que no lo son.

—Se peleó con una chica.—Acota Mason, cruzado de brazos y Madison voltea sus ojos, evitando su mirada.

—No estuviste ahí, así que no hables, ¿quieres?

—Tuve que separarte de ella antes de que tuvieras más problemas de los que ya.—Refutó Mason, enfadado.

—¡Lo tenía todo controlado!—Dijo Madison.

—Si el director supiera de esto, estarías castigada.—Le dice la enfermera mientras saca una bolsa de hielos de un pequeño refrigerador detrás de su escritorio, deteniendo la pelea de mis mejores amigos.—Para tu suerte, soy feminista también.—Le guiña un ojo y Madison sonríe.—Ten, no es nada grave pero usa el hielo en los moretones más grandes para evitar que se intensifiquen al día siguiente.

Mi mejor amiga asiente y toma la bolsa helada. La enfermera le pide que vuelva a clase ya que era la hora y le hizo un certificado para justificar su llegada tarde. Madison salió acompañada de Mason y antes de dejarme con Christian y la enfermera, me dio una última mirada de miedo al estar en compañía de mi mejor amigo. Yo solo sonreí y le di una mirada de 'todo va a estar bien' mientras ella abandonaba la habitación.

—Ahora tú, bonita.—Me dijo la enfermera y me señaló la camilla donde Madison se había sentado.—¿Qué te sucedió?

—Recibió un golpe en el rostro.—Dice Christian antes de que yo pudiera hablar.

La enfermera volvió a mirarme,—¿Te duele mucho?

Y otra vez Christian me cortó,—Le arde cuando mueve los labios, creería que con un poco de hielo evitaría una mayor hinchazón y también darle un analgésico que calme el dolor de cabeza que podría sentir en una hora.

La enfermera se voltea a verlo y cruza los brazos sobre su pecho antes de fulminarlo con la mirada.

—Mira niño, ¿quién aquí tiene un certificado de enfermería enmarcado y colgado en la pared?—Gruñe, señalando un pequeño marco donde se ve claro el papel de su doctorado.—Ella solo necesita hielo para el ardor, no se va a inflamar.

Christian desvía la mirada,—Lo siento.

—Tranquilo,—Lo reconforta la enfermera, dándole una enorme sonrisa,—No eres el primer novio sobreprotector que viene a mi consultorio.

Me tenso al escuchar sus últimas palabras y decido intervenir.

—No somos novios.—Le corrijo, avergonzada.

Ella meneó la cabeza mientras saca otra bolsa de hielo de su mini refrigerador y me la da.

—Entonces hacen linda pareja.—Sonrió y vio el reloj de su muñeca mientras se levantaba de su silla.—Tengo que ir a almorzar, es mi descanso. Vuelvan a clase cuando estén listos y...—Ella escribió algo en el bloc de notas de certificados,—Sírvanse de esto si sus profesores les dicen algo.—Nos tendió los papeles y le agradecimos mientras ella abandonaba la habitación.

Cuando era seguro que estábamos solos, Christian se echó a reír mientras que yo lo miraba con el ceño fruncido.

—Así que novio sobreprotector.—Se burla, sentándose a mi lado.

—En tus sueños.—Me cruzo de brazos, mirándolo.

—De hecho,—Su sonrisa torcida apareciendo mientras continúa,—En los tuyos.

Tienes razón.

—Te equivocas.—Le digo, mordiendo mi labio ante mi pensamiento contradictorio.

Christian se baja de la camilla y se para frente a mí, inclinándose hasta mi rostro.

—¿Y por qué te sonrojas?

—Efectos secundarios del golpe.—Le miento.

Él menea la cabeza sonriendo divertido y toma la bolsa de hielo para apoyarla contra mi mejilla. Brinco ante la fría sensación y siento un poco de dolor en el momento en que el hielo cubre por completo mi golpe.

—Lo siento.—Se disculpa percatándose de mi expresión.

—Está bien.—Lo tranquilizo y fijo mi mirada al suelo al ver lo cerca que está.

Él sigue manteniendo la bolsa helada contra mi rostro y al cabo de un minuto dejo de sentir mi mejilla por lo fría que está. Hago una mueca y toco su mano para moverla de mi cara y que aleje la bolsa. La deja a un costado y su mano vuelve a mi mejilla, dándome la calidez que ahora me falta.

—Erica.—Su voz me hace alzar la mirada y encontrar sus hermosos ojos azules,—¿Por qué estabas metida en una pelea?

Solté un largo suspiro, no me sorprendía que me lo preguntara así que recordé aquel instante y cómo comenzó todo.

—Simplemente la chica esa,—Hice una pausa recordando su nombre.—Chloe. Ella chocó conmigo a propósito, no sé porqué y luego me culpó a mí.—Torcí los labios mientras sus palabras venían a mi mente,—Luego me dijo que era tu acosadora y que yo la había chocado porque—Dudé en decirle pero finalmente decidí continuar,—Porque ella estuvo contigo toda la noche en la fiesta del sábado y eso me puso celosa.

Él levantó una ceja y me miró con intriga hasta que yo corregí mi historia,—No estaba celosa, Christian.

Y mi mente divagó hasta devolverme a aquella noche. Él entró con ella. Sus inquietas manos aferradas a Christian. Él sonriéndole tan plácidamente. El beso que se dieron.

Si estaba celosa.

Pero eso no me haría meterme con esa chica porque sí. Muchas desean a Christian, no soy solo yo y eso lo tuve claro desde el primer día.

Seguí pensando en las palabras de Chloe sobre el rumor que se esparció de la nada y sin razón aparente por el instituto sobre mi "obsesión" por Christian, que claramente era mentira. Entonces recordé las palabras de Madison.

Ella tenía razón, tenía que haber una explicación.

Y yo tenía que saber la verdad.

—¿Qué sucedió con el rumor?

Él torció sus labios en disgusto mientras que desvíaba su mirada de la mía.

—Aún no sé quién lo hizo.—Declaró, quitando su mano de mi rostro.

Con la firmeza que tenía en esos momentos, tomé su barbilla y lo obligué a que me mirara, la sorpresa en su cara era evidente ante mi acción.

—Christian.—Le dije seria, mi voz denotaba autoridad.—Quiero que me digas la verdad.

—¿Aún crees que fui yo?—Me preguntó y un destello de tristeza atravesó sus ojos cuando vio que dudé.

La realidad era que no podía confiar del todo en él. Nos conocimos hace tres semanas después de todo y al principio solo fue una persona arrogante y fría que quería burlarse de mi al descubrir mi secreto. Tal vez sí lo hizo después de todo. Tal vez sí se burló luego de que yo haya mostrado coraje en la cancha de básquet. Tal vez sí difundió mi estúpido secreto.

Pensar en eso me rompía el corazón, pero realmente no podía creer que nadie más fuera.

Como yo no respondía, él dio unos pasos hacia atrás, su mirada congelandome, pero al mismo tiempo podía ver la decepción en sus ojos.

¿Acaso le dolía en serio que no creyera en él?, ¿por qué debería importarle?

Miles de preguntas nacían en mí pero él las interrumpió.

—¿Qué quieres saber?—Preguntó, aún mirándome con molestia.

—La verdad.—Repetí.

—No sé la verdad, Erica.—Hizo una pausa para dar un largo suspiro.—Pero sí sé que yo nunca revelé tu secreto.

—¿Y por qué debería creerte?—La frialdad de mi voz nos sorprendió a ambos, sin embargo, quise que esto fuera un incentivo para que confesara.

Si es que tenía algo que confesar.

El silencio reinó entre nosotros mientras Christian pensaba en una respuesta. Abría y cerraba sus labios, dudando sobre hablar y eso me molestaba, ¿qué tanto tenía que pensar?, se supone que si decía la verdad entonces se le ocurriría algo rápido, pero parecía estar planeando una respuesta que fuera creíble.

Indignada, me bajé de la camilla con la bolsa de hielo en mi mano para salir del lugar pero él me detuvo poniéndose en mi camino. Me crucé de brazos esperando a que hablara pero siguió sin articular palabra. Estaba inquieto y muy tenso, pero ese no era mi problema.

Lo pasé por al lado para irme pero su voz me detuvo.

—¿Qué quieres saber?—Volvió a preguntar.

Solté un largo suspiro, creyendo que se estaba burlando de mi y me volteé a enfrentarlo.

—La verdad.—Dije por tercera vez como si fueran las palabras del año.

—No.—Me corrigió,—Me refiero a que me digas qué quieres saber de mí.—Bajó la cabeza, hablando serio.—Te diré cualquier cosa que tú quieras saber y serás libre de contarlo si piensas que yo difundí tu secreto.

Me quedé en silencio asimilando su propuesta. Arrugué mis cejas y chasqué mi lengua ante su comentario innecesario.

—No soy esa clase de persona.—Afirmé.—No difundo secretos ajenos por gusto.

—No dije que lo fueras.

—¿Entonces qué pretendes, Christian?

Él dio unos pasos hacia mí y para mantener mi firmeza, levanté mi cabeza para poder seguir viendo sus ojos. Su sonrisa torcida tambaleó toda mi seriedad, provocando cosquillas en mi estómago.

—Que me creas.—Él se inclinó y susurró a un centímetro de mi rostro,—Esa es la verdad.

Mi duda se esfumó cuando su suave expresión se hizo presente. Y su propuesta era lo mejor que podía hacer para que yo decidiera confiar en él, solo que aún no podía usarla.

—No sé qué preguntar.—Le informé. Quería tener un secreto de Christian que fuera tan íntimo como el mío, pero yo debía ser la que tendría que descubrirlo como él hizo conmigo.

—Entonces tómate el tiempo que necesites para hacerme una pregunta.

Quise protestar, el momento era ahora, pero él negó con la cabeza anticipando mis intenciones.

—Es un buen trato. No importa cuándo sea que preguntes.—Se incorporó, recuperando su estatura común.—Quién sabe, tal vez termines descubriendo un secreto que repercuta tanto como el tuyo.

Me quedé sin palabras ante su lógica y rendida, asentí con la cabeza para aceptar su propuesta. Dependiendo de cuánto tarde en preguntar, tendría que dejar pasar esa cuestión.

Decidí confiar en él, esta vez de verdad.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por decirme la verdad.—Le sonreí y él me devolvió la sonrisa.

—De nada.

Me pasó por un lado para irse a su clase pero soltó un silbido que me hizo mirarlo, él estaba parado en el umbral de la puerta, mirándome de nuevo con esa expresión de suficiencia.

—¿Vas a quedarte ahí parada?

Pestañeé un par de veces antes de ser consciente de que las clases seguían su trascurso. Caminé hasta él y ambos salimos de enfermería para dirigirnos hasta nuestros salones. Caminamos en silencio por los pasillos y subimos las escaleras al segundo piso donde se encontraban pasillos que iban en distintas direcciones, al igual que nosotros.

—Adiós.—Le dije para luego comenzar a caminar lejos de él.

—Si claro.—Dijo en voz alta y lo ignoré hasta que continuó con sus últimas palabras.—Irás a verme al juego.

Me volteé a verlo sorprendida y el soltó una risa antes de darme la espalda y levantar su mano en forma de despedida.

—Te veré ahí, Anastasia.

Y desapareció a la distancia cuando entró a uno de los salones en donde se encontraba su curso.

Suspiré cuando me dejó sola en esos amplios pasillos.

—Confío en ti, Grey.—Susurré aprovechando que estaba sola.

Realmente confiaba en él ahora que me daría una razón para hacerlo.

Y me fui por el lado contrario para entrar en mi salón de clases.

Mason y Madison fueron los primeros a los que dirigí mi mirada. Estaban en sus respectivos asientos. Mason estaba mirando al frente mientras Madison lo observaba desde su asiento detrás de él y sentí un poco de pena al ver como ella apartaba la mirada hacia la ventana al lado de mi asiento, luego sus manos jugando con el lápiz en su pupitre y al final miró en mi dirección, encontrándome parada en la puerta. Le di una sonrisa y ella me la devolvió pero un hilo de tristeza atravesó su rostro al mismo tiempo.

La voz del profesor interrumpió mi charla de miradas con Madison.

—Señorita Beckett, llega tarde.—Dice en voz alta y lo observo, él está delante de la pizarra con su característico libro en una mano y el fibrón en el otro.—¿Está cumpliendo algún tipo de racha semanal para llegar tarde en mi clase?

Los alumnos ríen ante su comentario y aunque era verdad que últimamente estuve llegando tarde a su clase por motivos distintos, que de alguna forma siempre tenían que ver con Christian, me molestaba su burla innecesaria.

Me le acerqué y le puse la nota que justificaba mi llegada tarde a un centímetro de su rostro para hacerlo callar. Él la leyó y se aclaró la garganta.

—Procure llegar a tiempo la próxima vez.—Dijo finalmente y se volteó

Caminé hasta mi pupitre y caí sentada en él. Medité unos segundos antes de que el profesor Mc. Allister, o Don burlas para mí, pidió que abriéramos nuestros libros de historia en tal página para leer sobre la Segunda Guerra Mundial y hacer una lista las consecuencias de la misma. Fue ahí cuando caí en cuenta de que no tenía mis libros y mi cabeza quedó en las nubes luego de haber quedado a solas con Christian así que no sabía donde estaban, solo recordaba que se me cayeron al suelo cuando la antipática me chocó y los levanté. Pero nada más.

Llevé las manos a mi cara en frustración hasta que un sonido llamó mi atención. Miré hacia delante y vi como Mason me dejaba el libro que creí haber perdido. Luego miré hacia mi costado cuando el brazo de Madison se estiró hasta mí para dejarme mi libreta de apuntes. Les sonreí a ambos y ellos a mí, sin embargo, ninguno de los dos se atrevió a mirarse entre sí antes de mirar nuevamente al frente.

¿Qué haré con ustedes dos? Me pregunté mientras la voz del profesor se volvía distante ante mis pensamientos.

Entonces recordé lo que Christian me dijo.

Saqué mi celular y a escondidas de Don Burlas escribí rápido un mismo mensaje que reenvié dos veces.

Para Madi ♡ y Masi <3

Búscame en la cancha de básquet a las 3 para el primer juego del equipo. Asuntos personales.

No acepto un no.

Los envié por separado y de reojo vi como ambos lo leyeron a la vez, me echaron un vistazo y luego se observaron entre ellos con nerviosismo pero no me dijeron que no.

No aceptaría un no.

Y Christian tenía razón, yo iría a verlo jugar como cada año.

Te veré ahí, Grey.




Nota de la autora: Primera actualización de la semana 🥳, quiero decirles que voy a hacer los capítulos más largos ahora que solo van a haber actualizaciones no tan seguido. Así disfrutan más y estos capítulos los atrapan mejor.

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Acuérdense que tengo una sorpresa para ustedes si llegamos a los 2k, pero tiene que ser antes del domingo, sino voy a seguir extendiendo esa sorpresa, ¿ok?, ok

Besos y lindo lunes;)

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