16. La pelea

Capítulo dieciséis

—Madison.

—Ni una palabra al respecto.

—Pero—Ella me fulmina con la mirada y yo me aguanto la risa.—Está bien.

—Gracias.

—Te ves fatal.—Digo finalmente.

Ella suspira mientras cierra su casillero y se lleva las dos manos a la cara, tapándose con las mismas. Tiene el cabello recogido en un rodete suelto, sus ojos tienen ojeras y se ve tan pálida que es muy fácil deducir que estuvo vomitando todo el día de ayer. Suelta un gruñido de frustración y yo palmeo su espalda, intentando darle ánimos.

—Ayer pasé por varias facetas, deseé golpearlo millones de veces y hablarle dos millones.—Confiesa, mirandome nuevamente,—Me siento muy confundida.

Su expresión es seria y entiendo perfectamente de lo que habla. O mejor dicho de quién habla.

—No lo estás, Madison. Mason te gusta.—Le aseguro.

—No quiero arruinar nuestra amistad con sentimientos que ni siquiera entiendo, Erica.—Se muerde el labio.

—Debe haber una explicación para todo esto.

 Ella guarda silencio unos segundos antes de sacudir la cabeza.—Ya no hablemos de eso ahora. —Quiero insistir pero ella es más veloz,—Por favor.

Derrotada asiento con la cabeza y ella suelta un suspiro. Sigo sin poder comprender qué pasa entre ellos. Sí, de seguro habrán hablado. ¿Tal vez fue la noche que fuimos a la fiesta?, Mason se estaba retrasando y no creo que haya sido por quedarse eligiendo qué camiseta usar. Madison, por su parte, nunca fue una persona que haya tenido sentimientos fuertes por un chico, aunque la diferencia que hay entre ellos, es que ella si estuvo con alguna que otra persona aún así no fuera nada serio y Mason simplemente nunca se sintió atraído por alguien que yo haya sabido.

Ambos deben estar pasando por algo muy complicado. Pero a la vez no puedo entenderlo, es tan fácil como decir 'hey, me gustas'.

Claro, tú dando consejos de amor. Me reprocha mi subconsciente.

Le sonrío a Madison una última vez antes de marcar la combinación de mi casillero y cuando lo abro, varias notas caen al suelo. Hago una mueca al pensar en que aún siguen molestándome y Madison se agacha conmigo para recojerlas.

—Pensé que ya habían superado este tema, ni que fuera la única que siente atracción por Christian.—Me quejo mientras leo algunos de los pequeños papeles.

—¿Sigues sin saber quién fue?—Me pregunta mi mejor amiga, leyendo las notas que ella recojió.

Niego con la cabeza descepcionada. A pesar de que creo en lo que Christian me dijo, no puedo averiguar quién más pudo ser y eso hace que mi confianza en él se tambalee. Quiero pensar que tal vez alguien más me haya escuchado aquel día en la cancha de basquet. Podría ser una posibilidad. Después de todo sucedió con Grey. Aún así, fue mucha coincidencia que todo el mundo se haya enterado de ello luego de que él me descubrió, así como es casualidad que el mismo día que lo grité alguien más haya podido escucharme, ¿no? 

Madison parece leerme perfectamente y una leve sonrisa invade sus labios, siendo su turno de reconfortarme a mí.

—Debe haber una explicación para todo esto.—Me imita y eso me hace reír, ella sigue viendo las notas hasta que vuelve a hablar, deteniéndose en una,—Santa mierda.

—¿Qué?—La miré confundida y luego al papel en su mano el cual ella no dudó en darme con una amplia sonrisa.

—Parece que Mr. A regresó.

Mis ojos se abrieron en grande de forma exagerada y no dudé en leer la nota que Madison me dio.

He visto un rumor sobre ti en todo Belmont, ¿eso significa que ya tienes tus ojos en alguien más?, maldita sea.

Aunque así sea, sigo imaginando que algún día podrías llegar a ser mía.

Pd; Te defiendo de cada persona que habla mal de ti, aunque no sepas quién soy.

Anónimo.

Trago saliva y vuelvo a ver a Madison, quien parece haber recuperado en su rostro sus expresiones de siempre, exceptuando las ojeras y la palidez. Ella me sonríe y me quita las demás notas de odio para arrugarlas dentro de sus puños.

—Hace dos años que dejó de enviarte notas y ahora vuelve a aparecer.—Se muerde el labio para aguantar su risa,—Sigo imaginando que algún día podrías ser mía, eso fue lo mejor.

—No puedo creer que todavía siga recibiendo sus notas.

Cuando entré a la secundaria Belmont, además de hacerme los dos mejores amigos que pude encontrar y quedarme flechada por el chico popular inalcanzable, también conseguí una especie de admirador secreto.

Sí, yo, con alguien que me esté admirando desde lejos.

¿Quién lo diría?

La cosa es que mis primeros dos años esta persona que desconozco por completo comenzó a dejarme notas a mi casillero. Las firmaba como "Anónimo" y desde entonces Madison, Mason y yo lo llamamos "Mr. A"

Sus notas eran tan constantes esos dos primeros años que no pude evitar sentir afecto por esa persona a pesar de no haberlo conocido jamás. Sin embargo, un día sus notas dejaron de llegar y mi amor platónico por ese tal anónimo se desvaneció. Para ese entonces era una adolescente hormonal que se deleitaba con cualquier cosa que viniera de un chico. Sí, suponemos que es un chico ya que siempre firmó su anonimato en masculino.

Aunque es tan extraño que luego de otros dos años sin recibir nada de su parte, me vuelva a escribir como si nada.

—Tal vez vio como la pubertad te cambió en estos últimos dos años y se enamoró de nuevo.—Habla Madison, sacándome de mis pensamientos.—Admite que cambiaste bastante desde que entraste al instituto, Erica.

—No lo suficiente como para volverte homosexual.—Bromeo, tomando algunos libros y cerrando el casillero.

Caminamos por el pasillo para la primera hora y no me sorprendo al ver como un grupo de porristas pasan por medio del camino con sus cortas faldas y sus cabellos recogidos. Hoy dan inicio los deportes en las canchas de juego y como bien sé, todas ellas se preparan para alentar más que nada al equipo de básquet.

A Christian, mejor dicho.

Entre ellas puedo divisar una cara conocida. Es la rubia de cuerpo bonito que vino con Christian la otra noche en su casa.

La misma que se aferró a él durante horas desde que llegaron.

La misma que lo besó.

Veo como camina en medio de todas las otras animadoras y mi corazón se detiene cuando su mirada se cruza con la mía mientras ambas caminamos hacia la otra. Algunos chicos las miran embobados y es entendible, todas son muy deslumbrantes con sus uniformes hechos a la medida de sus cuerpos, sus rostros maquillados y ese aire de suficiencia. Madison y yo nos apartamos hacia un costado para no chocarnos con ellas y permitirles el paso como todo el mundo está haciendo.

Pero la rubia toca Christians camina en la misma dirección que yo y sin poder evitarlo chocamos entre sí, provocando que los libros que tenía se me caigan.

—¡Fíjate por dónde vas!—Grita la rubia, acomodando su cabello.

—Lo siento.—Me disculpo mientras que recojo lo que se me cayó y Madison me ayuda. Cuando vuelvo a levantarme, la porrista me mira molesta.

—Lo que me faltaba,—Dice con desprecio,—Pero si eres la acosadora de Christian.

Todo el mundo a nuestro alrededor se para para ver qué sucede y yo me encojo de hombros, avergonzada por tener nuevamente la atención de toda persona que pasa.

La rubia antipática suelta una risa que suena como eco por todo el lugar.

—¿Acaso te gusta llamar la atención?, ¿Por eso vienes y me chocas?—Hace una pausa para echarme un vistazo de pies a cabeza,—¡Ya entiendo!, estás molesta conmigo porque el sábado estuve toda la fiesta con Christian Harrison, ¿verdad?

Aprieto mi mandíbula, sin poder articular una palabra y ella prosigue con su veneno.

—Ya te recuerdo, tu estabas en la fiesta también. Apuesto a que nadie te invitó, de seguro pasaste sin que nadie te viera a la casa de Christian para verlo a él. Diablos, ¿a ese nivel llega tu acoso?

Trago saliva, aguantando la ira que crece en mí con cada cosa que dice. Su risa vuelve a sonar como eco y Madison decide intervenir.

—¿Podrías dejar de reír?, tu risa me duele más que cuando estoy en mis días.—Acota y yo solo puedo sentir algo de alivio por las risitas que se escuchan a nuestro alrededor. Pero la antipática no parece rendirse.

—Nadie pidió tu opinión, Jones.—La llama por su apellido y Madison suelta una risa, intentando imitar el volumen de la rubia.

—Así que me conoces,—Tira su cabello hacia atrás,—Me sabe mal ya que no conozco a perras como tú, lo lamento.

—¿Cómo me llamaste?—La rubia da unos pasos hacia ella, es un poco más alta que Madison pero eso no parece intimidarla ya que mantiene su cabeza firme.

—Ya me oíste.—Se encoje de hombros, esbozando una sonrisa.

—Aquí todos me conocen.—Ella también sonríe, elevando la voz.

—Por como gritas, creo que todo el continente debe conocerte.

Otra vez las risitas invaden nuestro alrededor y Madison se limita a verla solo a ella mientras que la rubia da vistazos a su alrededor.

—Será mejor que no te metas conmigo.—Amenaza la porrista.

—Entonces tú mira por donde caminas, Erica te abrió el paso a ti y a las muñequitas que te siguen, tu la chocaste a ella.

—Eres una zorra desalineada.—Dice, mirando el cabello mal recogido de Madison.

—Y tú una perra agita pompones.

—Repítelo.—Desafía la rubia, ya no se muestra en lo absoluto feliz.

Madison se moja los labios antes de seguir,—Guaf guaf.—Imita a un perro mientras que mueve las manos a sus costados como si estuviera agitando algo.

La rubia se queda callada unos segundos. Niega con la cabeza mientras da media vuelta sobre su eje ajustando su coleta.

Un grito desgarrador deja mis labios cuando la porrista se abalanza sobre Madison para golpearla y ambas caen al suelo.

Madison comienza a estirarla del cabello mientras que está debajo de ella y la rubia grita de dolor mientras que golpea torpemente los brazos de mi mejor amiga. Rápidamente me uno a ellas para separarlas y me sigue una de las animadoras espectantes, ayudándome a alejarlas.

—¡Maldita!—Grita la rubia mientras que cierra los ojos fuertemente y sacude sus brazos esperando golpear a alguien.

Ella lucha contra el agarre de su amiga y escucho como ésta intenta llamar su atención gritando su nombre. Chloe se llama pero le resto importancia mientras que intento alejarla de mi mejor amiga.

La amiga de Chloe logra alejarla pero no antes de que su mano logre impactar en mi mejilla, haciéndome caer sentada y con una mano en la zona que al instante se vuelve roja por el ardor.

—¡Erica!—Madison se levanta rápido del suelo para verificar como estoy y cuando le doy una sonrisa ella vuelve a mirar a la rubia,—¡Estás muerta!

Se dispone a saltar nuevamente sobre Chloe cuando alguien aparece de entre los alumnos que solo miraban la pelea para atrapar a Madison antes de que pudiera alcanzar a la porrista.

—¡Bajame!—Grita desesperadamente mientras Mason la sostiene con fuerza, impidiendo que pueda escapar.

—¡Madison, calmate!—Grita mi mejor amigo, reteniendola como le es posible y ella forcejea unos momentos antes de calmarse y respirar aceleradamente, aún mirando con furia a Chloe.

—La muy perra golpeó a Erica.—Responde, fulminandola con la mirada.

—Madison, estoy bien.—Insisto con la mano en mi mejilla y un ojo entrecerrado, ella me mira preocupada mientras que la chica que nos golpeó es sostenida por dos de sus seguidoras.

—¡Ustedes comenzaron!—Anuncia, intentando victimizarse.

—¡Eso es mentira!—Dice Madison, aún en los brazos de Mason.

—Tú.—Chloe dirije su atención a mí y me mira con odio,—¡Tú eres la culpable de todo!

—¿Y por qué ella tiene una hinchazón en la mejilla mientras que tú estás impecable?

Reconozco esa voz que proviene de atrás de la multitud de alumnos y estos abren paso a Christian, quien da pasos largos hasta donde estamos con el ceño fruncido y la mirada de hielo sobre la rubia.

—¡Christian, ayúdame!—Solloza Chloe, soltándose de sus amigas para dirigirse hasta el chico que tiene toda la atención,—¡Ellas vinieron a atacarme!, estaba caminando por el pasillo cuando esa acosadora me chocó a propósito, ¡yo la estaba dejando pasar y todo!, y luego su amiga fea comenzó a golpearme. Haz algo, Chris.

Se dispone a aferrarse a Christian cuando este se separa bruscamente de ella, dirigiéndose hasta mí. Toma mi rostro entre sus manos y observa el costado donde recibí la bofetada.

—Hay que llevarte a enfermería.—Examina mi cara con preocupación.

—Estoy bien.—Le insisto, intentando mostrar una sonrisa pero solo provoco una punzada en el golpe que está marcado en mi mejilla.

—¡Christian!—Grita Chloe detrás nuestro pero él no se voltea,—¿Y yo qué?, estoy herida de verdad, ¡ella solo finge!

Ignorándola, él pasa su brazo por mi cintura y comenzamos a caminar lejos de ahí, seguidos por Mason y Madison, dejando atrás los gritos de la rubia y a muchos alumnos boquiabiertos.

Nota de la autora: Odié a esa personaje desde que empecé a escribir este cap pero bueno, aguante Madison que le dio su merecido uf. Vota, comenta, compartí y seguime para más actualizaciones. Besitos ♡

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