13. El descubrimiento

Capítulo trece.

—¿Estás bromeando?—Lo cuestiono, levantando una ceja y él solo sigue conduciendo como si nada.—Eres increíble.

Me devuelvo hacia atrás sobre mi asiento, soltando un largo suspiro y mirando por mi ventana como pasamos las calles en medio de la noche. Ya es tarde, sin embargo, no tengo de qué preocuparme ya que papá y mamá nunca están en casa, los sábados por la noche alquilan un hotel cerca de su agencia cuando quieren adelantar trabajos de la semana entrante, no creo que hoy sea excepción.

El silencio inunda el interior de la camioneta de Christian y eso me incomoda, sé que Madison está atrás, pero está profundamente dormida y aunque me gustaría despertarla solo para que su presencia alivie un poco la tensión sexual que hay entre Grey y yo luego de la fiesta, ella no está del mejor humor como para dejar que la saque de su sueño reparador por una cosa así.

Cierro mis ojos y me abrazo a mi misma, intentando conciliar el sueño tal y como mi mejor amiga pero al parecer Christian parece estar en contra de eso cuando una de sus manos se posa sobre mi muslo. La calidez de su mano sobre mi fría piel me trasmite una sensación electrizante que no quiero recibir en este instante así que me volteo a verlo y una sonrisa arrogante pasa por sus labios.

—¿Christian?

—¿Si?—Me responde sin desviar su mirada del camino.

—Creo que confundiste la palanca de cambios con mi pierna.—Le digo sarcásticamente.

Él niega con la cabeza, esbozando una sonrisa que deja ver sus dentadura perfecta,—No lo creo.

—Entonces quita tu mano.—Él parece no escucharme así que vuelvo a insistir,—Christian, la mano.

Sin tener una respuesta de él, arrugo mis cejas y lo observo, él ni siquiera me mira, está concentrado en el camino así que me dispongo a quitarla yo misma hasta que siento como su agarre se vuelve más fuerte, haciéndome soltar un chillido. Ante mi acción, Christian sube su mano, llegando hasta mi falda y vuelve a apretar levemente, provocando emociones peligrosas en mi ser.

—Christian,—Le susurro, mirando su mano sobre mi pierna,—Madison está atrás.

—Tu amiga está dormida.—Me responde, viendo por el retrovisor y vuelve a presionar sobre su agarre, haciéndome soltar otro chillido por lo bajo.

Pongo mi mano sobre la suya y me dispongo a quitarla cuando él detiene el auto en medio de la calle, frente a un semáforo que está en rojo. Luego me mira y puedo ver la diversión en sus ojos, tengo muy en claro que intenta vengarse de mí por lo que pasó en su casa.

—Sé lo que haces,—Le digo, mordiendo mi lengua para evitar soltar algún otro sonido no deseado.—Y no funcionará esta vez.

Él acerca su rostro al mío y puedo sentir su delicioso aroma golpear mi nariz cuando sus labios se dirigen hacia mi oído mientras que suelta una risa ronca, llevándome al borde del desmayo.

—¿Qué estoy haciendo, Ana?

—Lo mismo que haces desde que nos conocimos.—Digo, intentando calmar mi ya acelerada respiración,—No puedes seducirme y esperar a que caiga de nuevo.

La seguridad de mi inestable voz al decir eso me enorgullece y segundos de silencio que parecen eternos se aparecen entre nosotros hasta que Christian tira su cabeza hacia atrás para estar frente a mí, su cara a centímetros de la mía, sus ojos penetrando los míos y sus labios tentandome de una forma casi incontrolable al tenerlos tan a mi disposición.

—No quiero eso.—Su respiración se mezcla con la mía mientras habla en susurros.

—¿Entonces qué quieres?

Él me da una sonrisa torcida y suelto un jadeo cuando siento como la mano que tenía en mi pierna sube por debajo de mi falda y toca un punto íntimo entre mis piernas.

—Esto.—Susurra mientras que se endereza un poco haciendo que su rostro quede más alto que el mío y su mano libre toma un mechón de mi cabello, jugando con él entre sus dedos.—Lo quiero desesperadamente, Erica.

Yo solo puedo observarlo y morder mi labio inferior al mismo tiempo cuando él presiona un dedo por sobre mi ropa interior. No sé muy bien porqué lo estoy dejando hacerme esto. Pero sí sé que quiero más.

—Christian...—Quiero pedirle que siga pero el semáforo cambia a verde y las palabras que planeaba decir desaparecen,—Sigue conduciendo.

Oigo como él suelta un gruñido de molestia antes de sacar su mano de mi falda y usar la palanca de cambios para seguir el camino.

Siento que vuelvo a respirar pero las cosquillas siguen presentes en mi cuerpo en el resto del viaje. Le sigo indicando el camino hasta que llegamos a la casa de Madison. Estacionamos frente a su hogar y me bajo para abrir su puerta y despertarla.

—Madi, ya llegamos.—La sacudo y comienzo a tirarla del brazo para levantarla.

—Cinco minutos más, mamá.—Me dice y yo solo forcejeo contra su peso para llevar su brazo a mis hombros y levantarla.

Cuando lo logro, la saco del auto a duras penas y caminamos hacia la puerta de su casa mientras que Christian espera en su camioneta, lo cual veo correcto. Si el papá de Madison llega a salir y la ve con un chico en este estado, estoy segura de que estaría en problemas.

—Yo puedo.—Me dice soltandose de mi y veo como se tambalea unos segundos hasta que reposa sobre la puerta. Sus manos se adentran en los bolsillos de su saco para sacar las respectivas llaves de su casa. Abre la puerta y antes de cerrarla se voltea a verme y me da una sonrisa torcida,—Suerte con tu chico Grey.

—Gracias.—Le agradezco sarcásticamente ya que él no es mío. Ella se inclina hacia mí y sus labios susurran cerca de mi oído.

—Si llegan a tener sexo esta noche, es mejor que él use condón.—Abro los ojos en grande y me separo de ella mientras que suelta una risa y mira por sobre mí hacia el vehículo donde yace Christian, esperando por mí.—Está mirándote el trasero.

Rápidamente me volteo y veo hacia él, su mirada observandome a mi, pero no al rostro. Arrugo mis cejas molesta y él se percata de eso, dandome una sonrisa de boca cerrada.

—¿Ves?, ni siquiera se molesta en ocultar su deseo por ti.—Dice Madison a mis espaldas y vuelvo a verla.—Ya no más Virgen Erica.

Quiero contradecirle pero ella me da la espalda y cierra la puerta en mi cara antes de poder protestar.

—Mierda.—Susurro.

Christian Harrison

No puedo evitar soltar una carcajada cuando veo como Erica se voltea y camina hacia mi auto, mirándome enfadada. La observo subirse como puede y cruza sus brazos por encima de su pecho antes de hablar.

—Pervertido.—Reprocha, poniéndose el cinturón.—Al menos intenta disimular tus miradas, ¿quieres?

Me encojo de hombros,—No sé de qué hablas.—Le digo divertido, sé perfectamente a que se refiere.

—Christian Harrison mira traseros,—Dice sorprendida y comienza a aplaudir,—Cada vez aprendo más defectos del perfecto chico popular de Belmont.

—¿Y sigues llamándome perfecto?

—Es sarcasmo.—Me sonríe para luego mirar a la ventana y yo solo puedo reír mientras arranco el auto nuevamente.

—Solo me permito mirar lo que es mío.—Le digo, comenzando a conducir nuevamente por la calle.

Ella no me responde y yo solo sonrío. Estoy seguro de que la hice callar con mi comentario y veo de reojo como muerde su labio inferior y aprieta sus piernas entre sí. Esas piernas que hace unos minutos estaban temblando mientras las acariciaba y apretaba.

Cuando mi mano tocó su punto débil, pude sentir como todo su cuerpo se estremeció y por un segundo creí que estaría a mi merced, que pediría más.

Pero no lo hizo.

Es la primera chica que me resulta tan difícil de tratar con su carácter tan complicado y sus acciones tan impredecibles. Es diferente a todas esas chicas que me confesaban su deseo. Sí, Erica no es la primera que me ha dicho Christian Grey, pero sí es la primera que no cae ante mí.

Y eso es tan desesperante.

—Sigue recto.—Su voz aleja mis pensamientos y le echo un vistazo a su brazo, el cual está estirado y su dedo índice apunta al frente.—Luego dobla en aquella esquina, por favor.

Levanto una ceja al ver como se encoje dentro de su chaqueta y ella me mira antes de que yo vuelva a tener la vista en la calle.

—¿Qué?—Me pregunta inocentemente,—¿Acaso piensas en pasarte otra vez y...—De reojo veo como lleva la mano a su barbilla, fingiendo que está pensando,—...llevarme a tu casa?

Sonrío, negando con la cabeza,—Esta vez si te dejaré en tu casa.

—Aleluya, Grey se está comportando al fin.

—No me hagas cambiar de opinión.—Le digo seriamente y ella no vuelve a hablar.

Doblo donde me indicó y bajo la velocidad, pasando casa por casa.

—Es aquella.—Me señala una casa de dos pisos que me parece acogedora y estaciono al otro lado de la calle frente a ella.

Erica se baja y rodea el vehículo para cruzar la calle hasta su casa. Me bajo también y ella deja de caminar cuando me ve fuera de la camioneta, arrugando sus cejas y dándome una mirada asesina.

—¿Qué haces?

—Acompañarte a la puerta.

—Ya puedes irte.—Me afirma y yo finjo dar unos pasos hacia ella pero me señala con su dedo mientras cruza la calle, mirando hacia ambos lados antes y luego a mi otra vez.—Adiós, Christian.

—Buenas noches, Anastasia.

Me da la espalda para ir a la puerta de su casa y yo me adentro nuevamente en mi camioneta. Me abrocho el cinturón y me dispongo a irme cuando veo como un auto gris dobla la esquina y baja la velocidad mientras llega a la casa de Erica, sube por la entrada de su garaje y estaciona frente a él. Segundos después las puertas se abren y de ahí salen unas personas mayores bien vestidas.  No puedo evitar sorprenderme cuando se voltean y puedo ver perfectamente el rostro de ambos.

Son Edgar y Clarice.

La pareja de socios del trabajo de mi padre. Recuerdo haberlos visto hace unos días, cuando mi padre me llamó para hablar sobre un reclutamiento para una línea de modelaje que tiene Mary con esa mujer.

Mis ojos los siguen hasta ver como el señor Edgar saca algo de su bolsillo que pienso son llaves y abre la puerta, entrando en la casa donde Erica entró y mi mente divaga un momento antes de que una sonrisa invada mis labios al ser consciente de lo que acabo de descubrir.

Saco mi teléfono y marco un número mientras veo como se cierra la puerta de la casa de Erica tras la llegada de esas personas.

—¿Hola?, qué tal, escucha, sé que es tarde, pero lo pensé mejor y sabes...—Mojo mis labios antes de contestar.—Acepto la propuesta, papá.—Digo con una sonrisa, viendo como una de las cortinas de las ventanas de esa casa se abren y Anastasia aparece detrás, su mirada se encuentra con la mía y yo le sonrío antes de arrancar la camioneta e irme.

Esto será interesante.

———

¡¡¡Las teorías eran ciertas!!!, los padres de Erica trabajan con los de Christian fiu fiu
¿Qué piensan que va a pasar respecto a esto?
Una pregunta más importante..., ¿Qué piensan sobre esa escena en el auto de Chris?, yo tengo calor gracias a eso... bueno no, casi, ok.

Como siempre digo, ¡Voten, comenten, guarden y compartan!

Besos, Cami ♡

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