Capítulo Extra
-Narrado desde la perspectiva de Deian-
Estuve bastante pensativo durante la mañana y tarde, dándole vueltas a mi amistad con Jonathan, sin darle mucha importancia a lo que me rodeaba. Cuando hago eso suelo ser más tranquilo que de costumbre. No creí que mi compañero se diera cuenta.
Quería contarle acerca de mis pensamientos y lo que habían dicho aquellos chicos en los casilleros, pero justo cuando iba a hacerlo, él me dijo que tenía algo que hacer. Tal vez no era buen momento para comunicárselo, por lo que continúe con mi cotidianidad. Las clases pasaron casi desapercibidas para mí y mentiría si dijera que estaba concentrado.
En el almuerzo sentí como Jonathan se esforzaba por conversar conmigo a pesar de que estaba claramente ausente. Como dije, no es mi intención, pero tenía demasiadas cosas en la cabeza. Por otro lado, ahora que lo pienso, fue divertido ver como él, cosa que nunca hacía antes, comenzaba la conversación, pues siempre suelo ser yo el que empieza todo.
En medio de la platica traté de saber el motivo de su ausencia en la mañana, pero desvió el tema, prometiéndome que pronto me lo diría. Cuando me dijo eso, supe que aún no estaba listo para conversar. Admito que como su amigo más cercano, eso me ofendió, sin embargo no tenía razón alguna para sentirme de esa forma.
Al pasar el tiempo, noté que mi amigo revisaba su celular. Me imaginé que deseaba irse otra vez, pero no se decidía, así que me fui primero con la excusa de una llamada.
No sabía a donde ir, así que me fui a la biblioteca con la esperanza de que no hubiera nadie ahí, y en efecto, no había nadie. Revise los estantes en busca de algo que me entretuviera y conforme iba pasando los libreros, encontré uno perfecto, el titulo era: "¿Que se debe hacer y/o pensar cuando te metes en una pelea?"
A decir verdad me sentí muy identificado.
Pero dejando de lado ese pésimo chiste, pues dicho libro lo deje donde estaba, tome otro. Nada hay de bueno en un libro que te dice que hacer o pensar, lo que necesitas es la Palabra, en ella encuentras respuesta a todo.
Me senté en una mesa cercana, prendí la luz y me sumergí en las páginas de dicho libro. Por experiencia, sé que el tiempo para como agua cuando te concentras, así que ni siquiera noté que alguien había entrado en la biblioteca, hasta que se acerco lo suficientemente a mí, casi matándome del susto.
Era Jonathan.
Al verlo, percibí un claro molestar, no sabía que decirle, por lo que opte por alivianar el ambiente tenso, sin embargo creo que eso hizo irritarlo aún más.
Pensé muchas cosas cuando me dijo que teníamos que hablar, uno de esos pensamientos fue: "¿Se habrá enterado de la "pelea"? Ese fue mi mayor miedo, pues no sabría como explicarle. Desde mi punto de vista, no era importante o relevante. Los jóvenes suelen ser imprudentes, imponentes y no saben cómo manejar sus emociones.
Cuando saco el tema, de nuevo trate de minimizarlo. Grave error.
Jonathan empezó a regañarme y encararme todo. La verdad no me molesto, parecía querer decirlo desde hace rato, lo miré y escuche con atención preguntándome...
¿Por qué te preocupa tanto si solo somos amigos?
Una de las razones vino a mi mente, y era por el simple hecho de ser amigos.
Pasé gran parte de mi vida con mi familia sin desear una amistad, viviendo con solo mujeres en casa, sin tener a una figura masculina. Claro que, Dios ha sido una gran bendición para mi estos años de mi vida, ya que he vivido plenamente, libre de toda carga. Él me ha hecho sentir completo, sin ninguna necesidad de "desear" una persona cercana a mí de género masculino.
Es por eso que cuando me topé con Jonathan lo veía más que como mi amigo, un hermano que nunca tuve. La persona que nunca deseé, pero que por la voluntad del Señor me fue posible conocer.
Debido a esto, y por otras cosas, es que decidí contarle la historia de mi vida y testimonio de como Dios me salvó de la esclavitud del pecado.
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