Capítulo 8: Cegado por la impotencia


-Perspectiva de Jonathan-

Primero cheque si estaba en la cancha de la escuela, sin embargo no estaba, luego fui a los dormitorios y toqué su puerta, pero no respondió. No sabía dónde más podría buscarlo, incluso cheque los baños. Hasta que pensé en revisar las aulas. Si no lo encontraba, eso significaba que se lo había tragado la tierra.

Entonces fui lo más rápido que pude, pues pronto se acercaba el toque de queda. Para mi sorpresa no lo encontré en ningún salón.

¿En dónde podría estar? ¿Salió de la escuela?

Eso no era posible, debería tener un pase. Es prácticamente imposible salir sin el. Así que opte por mi último, pero buen recurso. Llamarlo. Saqué mi celular del bolsillo delantero de mis pantalones y busqué en mis contactos el nombre de "Deian", pero el buscador no encontró a ningún contacto guardado bajo ese nombre. Fue en ese momento que recordé que nunca nos habíamos intercambiado nuestros números.

Genial, ¿Ahora qué?

Me quedé parado en medio de un gran pasillo, en donde en cada lado se ubicaban los salones, pensando si me había dejado algún lugar sin revisar. Por extraño que parezca, estaba a punto de explotar de la desesperación por no encontrarlo, justo cuando necesito hallarlo.

Entonces se cruzó por mi mente la biblioteca. Ese era el único lugar que no había checado y a estas alturas no pierdo nada si voy a ver. Bueno, solo la cabeza.

Fui a paso apresurado hasta el final del pasillo, para después girar a la izquierda, justo al girar encontré la puerta con un cartel arriba de esta, señalando que era la biblioteca general. Estaba decidido a entrar, sin embargo me detuve un momento aguantando la respiración. Una parte de mi me decía que no debía alterarme ni perder los estribos, pero al recordar lo que me había dicho Mason, borro todo rastro de ese pequeño pensamiento de razón que me quedaba.

Tomé con fuerza la manija y abrí la puerta con ímpetu. Al adentrarme con cuidado, noté con rapidez donde se encontraba mi amigo. Estaba sentado en una de las muchas mesas con un par de libros alrededor y con una lámpara personal prendida. Apenas se podía ver su rostro por la tenue luz que había, pues ya estaba oscureciendo.

Parecía que él todavía no se percataba de mi presencia, así que me acerque. Una vez que estuve lo suficientemente cerca, Deian sintió una sombra que se posó sobre él.

—¿Jonathan? —levantó la mirada y parecía más que asustado, confundido de verme.

—Él mismo —respondo con frialdad y sin expresión en mi rostro.

Deian me miro de pies a cabeza y soltó una risilla nerviosa.

—¿Todo bien? Das miedo

Antes de responderle tome aire y solté un suspiro. Tratando de que mi voz no sonara tan severa.

—Necesitamos hablar, ¿Tienes tiempo ahora?

—Claro, justo estaba por irme a mi cuarto... —responde en voz baja, ahora sí parece asustado.

Entonces procedo a sentarme enfrente de él con la mirada fija en la mesa.

—¿Por qué no me dijiste? —comencé diciendo, alzando mi vista.

—¿Decirte qué? —pregunta Deian frunciendo el ceño, desconcertado.

—¡Acerca de lo sucedido hoy en el salón y el acoso en general! —exclamé con obviedad.

La mirada de Deian se suavizó, como si no fuera lo que esperaba.

—¡Eso! —voceó boquiabierto y añadió con una media sonrisa— ¡No es para tanto!

—¿Cómo? —estaba tan sorprendido por su respuesta que no pude evitar decirlo con molestia.

—No vi necesario decírtelo, estas cosas suelen pasar, solo queda ignorarlo y seguir adelante —lo dijo tan despreocupado y calmado, que solo me hizo enojarme más.

—¡¿No lo viste necesario?! ¡¿Ignorarlo?! ¡¿Seguir adelante?! —a este punto mis sentimientos de impotencia se apoderaron de mí por completo. Ya no me importaba si le alzaba la voz o no.

Él percibió que lo que había dicho, fue un error y ahora estaba por conocerme en un estado que casi nunca suelo estar.

—¡¿Acaso eres un completo ingenuo?! ¡Quieras o no, el acoso es un tema relevante!

No quise decir eso

—¡No debiste dejarte golpear por ellos! —grité con la vista fija en él, luego lo señalé con el dedo— ¡No con el cuerpo, altura y fuerza que tienes!

¿Por qué descargo toda mi frustración con él?

—¡Tuviste que defenderte, alzar la voz y poner un bendito alto...!

Deian solo me miraba en silencio, como si me permitiera sacar todo lo que tenía dentro.

—¡¿No te cansa que la gente hable basura de ti?!

¿En verdad estoy tan preocupado por él?

—¡Yo podré ser un debilucho sin altura, porte o fuerza! ¡Al menos yo tengo una excusa! ¡Tú lo tienes todo para hacerles frente, pero solo decidiste ser un cobarde! —mis palabras salían como balas de mi boca y no podía dejar de dispararlas.

¿No será acaso que me veo reflejado en él que no puedo evitar enojarme?

—Yo... —dije casi sin aliento, bajando mi tono de voz— no lo entiendo...

No, la verdad es que siento envidia, pero no soy capaz de admitirlo.

—Jonathan... —empezó diciendo Deian, pero lo interrumpí.

La verdad es que todo esto es mi culpa...

—¿Sabes que es lo más gracioso de todo esto que te digo? —le cuestiono con ironía mordiendo mi labio inferior— Todo esto es mi culpa. Todo esto se pudo haber evitado si no te pedía ayuda, si no te hubiera convencido de ser mi entrenador, si no fuéramos amigos...

—Tú no estarías pasando por todo esto si no fuera por mí.

Después de decir eso, alcé mi vista hacia arriba, soltando un gran suspiro. No podía creer lo que estaba sucediendo u lo que había dicho. Termine sacando todo y sin darme cuenta estaba alejando a la persona que apreciaba como amigo. Eché a la borda todo.

Pensé que aún podía disculparme y retractarme, pero si lo hacía, eso no sería suficiente.

Baje la vista y me pase las manos por mi cabellera rubia con arrepentimiento. Hundí mi cabeza entre mis brazos, no quería ver su rostro.

—¿Te sientes mejor? —me cuestiona en medio del silencio con total calma, esa calma que tanto me desespera. ¡Debería estar muy enojado y odiarme!

—¿Por qué me preguntas eso? ¿Acaso no me detestas? Te acabo de decir cosas horribles... —pregunté aún con mi rostro hundido.

—¿Debería?

—¡Sí! —grité alzando mi rostro.

—Por fin tengo tu atención —dice con una sonrisa.

—Estás loco... —dije en voz baja. Ya no sabía que cara debía poner, Deian es la encarnación de la mismísima paciencia.

—¿Dijiste algo? —aparte de ser la paciencia, es un chismoso.

—No. —respondo en seco.

—Bueno, al parecer tengo que ponerte en contexto —dijo tocando su nuca con nerviosismo.

—¿Contexto?

—Si, acabas de decir que no entiendes el porqué de mi actuar ante estas situaciones—explicó con su tono usual de voz, de verdad a este punto ya no es normal, da miedo.

—Tal vez si te cuento mi historia, puedas entenderlo.

No esperaba por nada del mundo que él estuviera dispuesto a contarme el por qué después de lo que dije. No sé si Deian en verdad es increíblemente paciente o tonto.

Aun así, estaba intrigado por saberlo, ¿Cuál es la historia de Deian? ¿Cómo fue su infancia? ¿Qué lo trajo a Estados Unidos? Muchas preguntas se acumularon en mi mente, pero pronto estas serían contestadas por él mismo.

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