Capítulo 7: El edificio del patio
-Perspectiva de Jonathan-
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La actitud de Deian después de salir de los casilleros me dejo pensativo todo el camino de regreso a los dormitorios. Incluso cuando nos despedimos, estaba demasiado distraído que solo recuerdo haberle dicho "Hasta mañana". Él parecía cansado, así que también se limitó a responderme lo mismo.
Al llegar a mi dormitorio, abrí la puerta, aventé mi mochila y me tumbe a mi cama.
—Algo está mal —dije en voz alta, tratando de acomodar mis pensamientos— ¿Será que le dijeron sobre eso?
—No. Ellos no saben toda la historia, solo verdades a medias —me respondí con las manos detrás de la nuca y mi vista clavada en el techo.
—Debería preguntarles directamente a ellos... —comenté en voz baja, un poco dudoso, pero creo que era la única forma de saber lo que pasó y Deian no me lo diría. Él carga con todo el solo, como yo.
Y así lo hice, al día siguiente.
Como siempre, esperé en la mañana afuera del dormitorio de mi compañero para ir juntos a clase. Eso y porque parece ser que soy su gps. En el camino platicamos un poco sobre las clases que nos tocarían y en cuales íbamos a coincidir.
Lo observé y para sorpresa mía, se veía diferente. Él siempre suele estar con una gran sonrisa y muy energético, más en las mañanas. Ahora tenía un aspecto de estar dándole vueltas a un asunto.
—¿Estás bien? Te noto extraño... —dije mientras caminábamos al aula del profesor Ajax.
—¡Estoy bien...! ¿Cómo que extraño? —exclamó con una risa un tanto fingida. No quise insistir, pero no pude evitarlo. Soy una persona poco paciente y quería que me contara todo de una vez.
—Créeme cuando te digo que no pareces del todo bien
—Tal vez estás imaginando cosas, estoy totalmente bien, como siempre. —dijo regalándome una sonrisa grande y cuando vi su expresión de clara incomodidad. Decidí contenerme.
Al concluir la clase, le dije a Deian que se adelantara a la siguiente, pues yo tenía que ir a encontrarme con alguien antes de entrar. Él se extrañó, pero no comento nada y se fue.
Cuando vi que ya se había alejado lo suficiente, me dispuse a buscar a John. No tenía su teléfono, ya que no éramos nada cercanos, pero sabía dónde encontrarlo.
Fui hasta el patio trasero de la escuela y entré a un edificio de los muchos que habían alrededor del jardín. Este no estaba en uso así que no fue difícil entrar, pero me preocupaba el hecho de que nunca fuera inspeccionado por la escuela, pues era usado por muchos estudiantes para hacer cosas inapropiadas a escondidas. Claro que yo fui quién les advirtió del mal uso de este edificio, pero parece ser que cada vez que venían, encontraban todo en orden.
El lugar estaba iluminado por la luz natural que entraba por las ventanas de algunos cuartos con las puertas abiertas. Al adentrarme aún más por el pasillo principal, no tarde en percibir el olor a cigarro. Este era tan fuerte y desagradable que dude en quedarme.
Cuando me acerque casi al final del pasillo, escuché voces provenientes de un cuarto. Me acerqué y vi una puerta entreabierta. Di un vistazo por el trecho y vi a John fumando, parado junto a una ventana. Estaba nervioso y quería salir de ahí, pero ya había llegado muy lejos para irme. Así que abrí la puerta y me paré con el rostro más sereno que pude.
—Necesito hablar contigo John —dije con la vista fija en él.
Casi le da un infarto, tanta fue su sorpresa que casi se ahoga cuando dio una bocanada a su cigarro. Unos que estaban en la habitación me miraron atónitos y otros con una expresión de burla, pero hubo uno que se acercó a mí con un aire amenazante y al verlo de cerca, pude percibir que estaba drogado.
—¡Vaya! ¿Qué te trae por aquí chico de cara bonita? —en el momento que me trato de rodear con su brazo, el olor a alcohol y sepa que más, me inundo las fosas nasales. Así que me hice a un lado lo más hábil que pude.
—Me llamó Jonathan, por favor llámame por mi nombre
—¡Tranquilo! ¡Eso fue un cumplido sabes! —respondió moviéndose de un lado a otro y soltó una carcajada.
Después de observarlo con detenimiento, descubrí que era Caleb Winston. Se encontraba en el último año de preparatoria y era uno de los mejores de la escuela. Siempre presumía de su inteligencia, dinero, relaciones, etc. Nunca me imaginé que lo encontraría haciendo este tipo de cosas. Tampoco es que espere que sea una persona "buena", pues solo lo conocía de vista, aun así no puedo evitar pensar que todos estos chicos de esta habitación viven una vida doble. Podría pensar que tienen muchos problemas, tanto emocionales como familiares y que eso los llevo a estar de esta forma. Fumando y drogándose para aliviar sus penas o dolor. Esto significaría entenderlos o justificar sus acciones, cosa que no hago. La Biblia no habla explícitamente de esto, pero es clara cuando dice: "Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica."
Cuando veo a chicos de mi edad de esta forma, me entristece en gran manera y solo quiero poder extenderles mi mano para ayudarles. Aunque eso signifique el ser rechazado varias veces por ellos. No soy superior en ningún aspecto, yo podría ser igualmente tentado y caer en lo mismo, pero solo es gracias a Dios que desprecio de ese pecado.
Al ver que todos estaban en su propio mundo, decidí hacerle una señal a John para que habláramos afuera. Salimos al frente del edificio, entonces él apago su cigarrillo aplastándolo contra el suelo con su zapato.
—¿De qué quieres hablar? Nunca nos hablamos —preguntó soltando un suspiro largo y se recargo en el muro del edificio.
—Quiero saber lo que paso el día de los casilleros con Deian
—¿Por qué? —se negaba a decírmelo, pero enseguida se irguió y con asombro dijo—¿Entonces es verdad que él y tú...?
—No. No somos nada, solo amigos —negué con voz grave.
—Esta bien, si tú lo dices...
Este tipo aunque se lo diga mil veces, nunca me creerá, pero eso ya no importa. Es inútil argumentar con gente así.
—¿Y bien? —inquirí con deseos ya de irme, pues se me estaba haciendo tarde y no quería llegar corriendo.
—Estaba con otros dos hablando sobre algo que alteró a tu "amigo" y al parecer ese estúpido nos escuchó, así que se acercó a nosotros y nos dijo que éramos unos mal pensados. —explicó en un tono que denotaba molestia cuando lo recordaba.
Sabía que estaba omitiendo partes muy importantes. Cuando se refirió a que estaban hablando de "algo" seguro chismeaban sobre nosotros. No iba a sacarle más detalles, por lo que le agradecí y me disponía a irme, pero me giré a último minuto.
—Deberías dejarlo —comenté refiriéndome al cigarro.
Justo cuando se lo mencioné, él ya había sacado uno de la cajetilla y se proponía a prenderlo.
—Metete en tus malditos asuntos —espetó dándome la espalda.
Entonces cerró la puerta y me cuestione para mis adentros de camino al salón si debí habérselo dicho. Pero llegué a la conclusión de que no tenía ningún arrepentimiento.
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