Capítulo 6.5: Las Águilas Rojas
Durante el entrenamiento, me fue imposible estar concentrado, estaba meditando acerca de lo que había escuchado, y debido a eso recibí varios gritos de mis compañeros y del entrenador. Al parecer no puedo disimular del todo bien cuando estoy en las nubes.
—¡Martínez! ¡Pasa la pelota! —exclamó el profesor cuyo apellido me desconcertaba cada vez que lo escuchaba
—¡Oye! ¡Mariachi! ¡Por aquí! —gritó un chico de estatura media con una cabellera castaña, indicándome que era a él que debía pasarle la pelota, pero no se la pase, por la forma en que me llamó. Así que decidí meter el balón en el aro yo mismo, pues para mi mala suerte ese muchacho era el único que podía recibir.
—¡¿Acaso estas sordo?! —me preguntó con un claro signo de enojo en su voz. Entonces él se acercó a mí y me empujó, aunque apenas lo sentí, ya que era evidente la diferencia de peso, altura y fuerza.
Esto no es nuevo, ya he lidiado con personas así desde que tengo memoria, pero si lo pienso bien, casi nunca era el agredido.
—No estoy sordo, te escuché, pero no pensé que me estabas llamando a mí —respondí con la mayor calma posible. Incluso creo que me pase de amable, porque el chico parecía más irritado que antes.
—¿Te crees mucho por tu altura y físico?
—No, es solo que no respondo por apodos —dije aclarando la razón de haberlo ignorado, esperando que con eso me dejara en paz.
Él chico de cabello castaño parecía estar listo para discutir conmigo, pero fuimos interrumpidos por el llamado del profesor.
—¡Oigan! ¡Los del fondo! —cuando nos ubicó, procedió a señalarnos un poco confundido— ¿Qué está pasando?
—Nada entrenador, solo estábamos hablando sobre la formación que haremos en el siguiente juego —respondió el chico a mi lado como si nada, al parecer no quería permanecer en la banca o tener un reporte.
Me limite a seguirle el juego, pues lo único que quería era precisamente evitar cualquier problema. No quería que mi familia pensara que había vuelvo a mis "andadas". Ya les había causado suficientes preocupaciones cuando era chamaco.
—¡Basta de charla! ¡Continúen! —voceó el profesor desde el otro lado de la cancha y sopló el silbato.
El entrenamiento siguió alrededor de 30 minutos más, hasta que la hora de salida llego y el entrenador nos dijo que ya podíamos irnos. Así que todos fuimos directo a los casilleros para cambiarnos.
Diría que fue agotador, en verdad lo fue. Pero creo que el chico que estaba al lado de mi casillero estaba mucho más cansado que yo, incluso pensé que podría desmayarse en cualquier momento, pues tuvo que exprimir su camiseta de tanto sudor.
Una vez que termine de cambiarme tome mi mochila y me disponía a irme, pero decidí esperar a Jonathan para que nos fuéramos juntos. Eso y también el hecho de que él era mi gps.
Mientras esperaba me puse a meditar respecto al entrenador y su apellido. Se que no debería darle tanta importancia, considerando que incluso en México hay muchas personas que tienen un mismo apellido y que aun así, eso no significa que sean parientes directos. Sin embargo, no pude evitar darle vueltas al asunto.
La bienvenida hostil de Mason, advirtiéndome acerca de mi amigo y también dándome el nombre de un tal Noah. Luego esta John, que estaba por decirme algo importante y el entrenador de apellido Smith que no quiere que Jonathan este en la cancha...
Todo parecía estar, según yo, conectado de una u otra forma, pero él único que podría darme una respuesta sería él. Y aunque deseaba saberla, no me atrevería a cuestionarlo. De hecho, soy la persona menos indicada para hacerlo, dado que no he sido del todo honesto con él.
Después de romperme la cabeza por casi diez minutos seguidos tratando de formarme una respuesta coherente para así poder dar por terminado el asunto, me percaté de que mi nombre había sido mencionado al otro lado de los casilleros. Era nuevo así que tenía sentido, pero al escuchar mejor la conversación de a mi parecer 3 chicos, entre los cuales uno de ellos era John. Escuché una sospecha acerca de mis gustos personales. Cosa que me sorprendió y molestó en gran manera.
¿Cómo es posible que pensaron de mí de esa forma?
Los chicos no se inmutaron en hablar en voz alta al respecto, diciendo que era extraño el hecho de que me juntara mucho con Jonathan, incluso se enteraron de que salimos el sábado. Uno de ellos dijo que era seguro que teníamos alguna relación intima más allá de una amistad por el simple hecho de juntarme con él. Entonces John mencionó el nombre de Noah y eso me llamó la atención, quería saber sobre él, pero algo me decía que esta no era la mejor manera para enterarme sobre esto, pues podrían ser verdades a medias o rumores. Por lo que decidí no escuchar más su conversación.
Para distraerme saque de mi mochila mis audífonos y me puse a escuchar un poco de música, mientras esperaba a Jonathan. Y aunque ayudo un poco, no pude evitar sentir frustración por lo que había oído. Fue tanto así que sin saber de donde vino esta determinación, me acerqué a ellos con paso firme y les dije en tono grave
—Me asombra su capacidad para ver en una amistad, una relación tan retorcida.
Los muchachos estaban atónitos y apenados por haber sido escuchados por el mismísimo rey de roma.
Cuando terminé lo que tenía que decir, Jonathan apareció de forma silenciosa y parecía desconcertado por el ambiente tan incomodo que había.
—¿Qué paso, Deian? —me preguntó inclinándose levemente a mi oído
—Nada, vámonos —respondí con una sonrisa y me adelante a la salida
—Si tu lo dices... —dijo mi compañero en voz baja, siguiéndome el paso.
«Eso estuvo cerca... » pensé mientras suspiraba, aliviado de que Jonathan no se haya percatado de lo dicho en los casilleros.
Debería decirle sobre esto, pero no quería incomodarlo ni mucho menos hacerlo sentir culpable por algo así de tan poca importancia. Aparte, enfrente a ese trio de chismosos, esperando que con lo que dije, dejaran de hablar sobre mis amistades de esa forma.
«Es solo un malentendido...si, solo es eso.» dije para mis adentros, convenciéndome que todo esto se olvidaría en un par de días.
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