Capítulo 5: ¿Casualidad o destino?
Para una mejor experiencia, recomiendo poner la playlist :)
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Eran las 3 a.m. y estaba acostado en mi cama mirando fijamente al techo, como si eso pudiera darme alguna respuesta, pero en mi caso lo hacía para marearme mirando el ventilador girar y así poder dormir. Aún así, no pude hasta que dieron las 5 a.m.
Viéndolo por el lado bueno, era sábado, por lo que no pasaba nada si me despertaba a medio día.
El problema era que no recordaba que tenía un compromiso con Jonathan, ya que serían los sábados los días que lo "entrenaría".
Es por eso que me extraño cuando alguien toco a mi puerta a las 10 en punto.
—¿Quién rayos es a esta hora y en sábado? —dije con la voz ronca, sacudiendo un poco mi cabello para luego tallarme un poco los ojos para así ver mejor.
Casi olvido que mi cara al despertar puede llegar a ser un poco...intimidante y por eso casi ninguno de mi familia me despierta, un pequeño detalle solamente. Tan pequeño que olvide mencionárselo a mi compañero.
—¿Pasa algo? —pregunté en tono seco, tratando de ver quién era el que me había importunado tan temprano
—¿Deian...? —dijo el chico al otro lado de la puerta y por su tono enseguida supe de quién se trataba.
—¡¿Jonathan?! —exclamé perplejo mientras lo miraba sin saber que más decirle
—Si, pero ¿estás bien? Pareces un zombie —comentó preocupado por el estado en que me encontraba
—Si, si, estoy bien. ¿Hoy tenemos entrenamiento, cierto? Lo lamento, me quede dormido. Pero si me das unos minutos puedo verte en la entrada de la cancha—expliqué un poco nervioso entretanto que ubicaba con la vista en mi ropero la ropa que me iba a poner.
—Si, no te preocupes, yo te espero
En cuanto escuché su respuesta cerré rápido la puerta y me dispuse a cambiarme. Me puse una playera negra con un short holgado del mismo color y me puse mis tenis. Luego agarré una mochila y puse todo lo que necesitaría, mi agua, una pelota y una toalla.
Ya me encontraba listo así que abrí la puerta y cuando me tope con Jonathan trate de no aparentar estar irritado, cabe aclarar que no era con él o con lo que paso hace un momento, más bien me moleste conmigo mismo por no recordar algo tan importante, pues ahora de seguro pensara que soy un irresponsable.
—Ya estoy listo, vámonos —dije mientras hacía el esfuerzo de hablar como siempre y con mi mejor cara, aunque mucho no podía hacer dado que solo dormí unas 5 horas.
—¡Espera Deian! —Jonathan me detuvo y añadió— Estaba pensando si en vez de ir a la cancha de la escuela, podíamos ir a una de la ciudad.
—Eso estaría genial, el problema es que no saqué ningún permiso...
—No te preocupes por eso, ya conseguí el permiso. —dijo muy orgulloso y me mostró el papel con la firma del director
—¡Vaya! Si que te preparaste para esto —respondí tomando el papel para verlo de cerca.
Ya con el permiso nos dirigimos directo a la salida de la escuela y cuando llegamos al portón de afuera que daba a la calle, había un guardia de seguridad, él nos pidió el permiso y una vez confirmado nos abrió la reja.
Lo chistoso de esto fue que el guardia parecía esperar que alguno falsificara la firma y así mandarlo a dirección con un buen reporte, para su mala suerte nosotros no lo hicimos, pero los chicos que iban detrás de nosotros no fueron tan afortunados.
Una vez que salimos a la avenida principal, inconscientemente bajé la mirada y noté el calzado de Jonathan, eran unos tenis jordan muy padres, pero me pregunto si es consciente de que puede que terminen desgastados...
—Supongo que tienes un cambio de calzado, ¿verdad? —dije esperando que su respuesta fuera afirmativa mientras señalaba sus tenis.
—¿Cambio? —preguntó un tanto confundido por mi pregunta, pero en cuanto entendió lo que quise decir me miro aún más desconcertado — ¿Por qué los cambiaría?
Pensé que estaba siendo muy obvio al preguntarle si se los cambiaría, puesto que los tenis que llevaba no eran muy cómodos para hacer deporte.
—Te lo digo porque no parecen muy cómodos para el entrenamiento, te recomendaría si pudieras tener unos tenis solamente para cuando entrenemos. Ya que este tipo de zapato puede lastimarte los pies. —expliqué muy serio y algo preocupado por experiencia propia, pues cuando era niño llegaba a lastimarme mucho. Incluso sangraba algunas veces, aunque ahora que lo pienso, no era necesariamente por jugar baloncesto.
—¿Enserio? Nunca medite en ello... pensé que cualquier zapato deportivo serviría —dijo un poco apenado por no saberlo y añadió —pero no hay problema, podemos pasar a comprar unos ya que andamos fuera
«Bien hecho Deian, acabas de avergonzarlo y de paso "obligarlo" a comprarse un par de tenis»
Traté de que no fuera a la tienda diciéndole que era solo una "broma", pero Jonathan se lo tomó muy personal. Y con justa razón, pues ¿Quién no se preocuparía después de lo que le mencioné?
Mientras íbamos camino a la tienda más cercana hubo un silencio y aunque él trataba de sacar tema de conversación acerca del tipo de tenis que le recomendaba. Yo solo pensaba que era un tremendo bocón y fue entonces cuando caí en cuenta del por que mis hermanas junto con mi madre siempre me decían que casi o mejor dicho, nunca suelo moderarme al hablar.
Después de un rato caminando por una calle llena de tiendas encontramos la que buscábamos así que entramos.
Estaba tan asombrado por la cantidad de modelos, precios y tipos de tenis que habían, que inevitablemente me olvidé de lo sucedido hace un rato.
—¡Vaya! ¡Esta si es una tienda de zapatos deportivos! —exclamé boquiabierto y sin saber a dónde dirigir mi mirada
—La verdad que pocas tiendas tienen esta variedad de tenis —mencionó Jonathan igual de sorprendido que yo, pero en una escala menor.
Y así fue como mi niño interior salió a la luz, admirando cada colección y marca. De hecho fue tanta mi emoción que incluso mi compañero lo notó y me dijo que parecía un niño en una juguetería. Por mi parte después de lo que dijo debería darme pena, pero ¿cómo negarlo? Era la pura verdad. Y me siento orgulloso de decir que los zapatos deportivos son mi mero mole, por eso a pesar de mi entusiasmo no me desvié del objetivo por el que vinimos, que era conseguirle un buen par de tenis.
—Estas de suerte hoy mi amigo —dije muy seguro de mi conocimiento, acercándome a él y posando mi mano en su hombro — no hay nadie más apto que yo para esto
Jonathan parecía por un momento confundido por el tono en que lo dije, pero no tardo en seguirme el juego.
—Entonces dígame, maestro, ¿qué par me sugiere? —replicó con el mismo tono, y aunque lo consiguió por un momento no pudo aguantarse y soltó una risilla.
Me gustaría decir que no nos demoramos en elegirlos, pero la verdad es que habían tantas buenas opciones que fue difícil escoger el correcto. En esta tienda tenían muchos modelos padrísimos. Pero al parecer Jonathan no es de los que les gusta tardarse en escoger, pues desde que le enseñe unos Nike Zoom Rize color negro, enseguida se pidió su número para probárselos y a decir verdad, le quedaban genial.
—¿Cómo los sientes? —pregunté deseoso de escuchar lo cómodos y maravillosos que eran, puesto que un día llegué a probármelos, más no fui capaz de comprarlos por que había olvidado mi cartera y cuando fui al día siguiente ya no estaban disponibles
—Muy bien, me gusta que sean ligeros, cómodos y frescos —respondió muy convencido de los tenis y para asegurar lo que decía dio un pequeño salto.
Una vez que ya estaba seguro de comprarlos, nos dirigimos a la caja para pagarlos, pero antes preguntó si podía llevárselos puestos y sin la caja. Una vez confirmado que si podía, procedió a pagarlos.
Entonces salimos de la tienda para encaminarnos directo a donde estaríamos ejercitándonos
—¿Tienes alguna idea de a que cancha podríamos ir? La verdad no conozco de una cerca —preguntó Jonathan con la expectativa de que era el "don sabe cosas"
—Que bueno que lo mencionas, pues pensé que tenías una en mente, pero como no es el caso, entonces podemos ir a una que conozco y que de paso está cerca de donde vivo
—Siempre tienes una respuesta a todo, ahora ya se a quién preguntarle sobre cualquier cosa que no sepa —comentó aliviado por mis amplios conocimientos
—Bueno, bueno, no es para tanto. Solo se sobre deportes e historia, de ahí te aseguro que no doy ni una, en especial en matemáticas —respondí entre una risilla por el cumplido
Así fue como comenzó nuestra conversación y me alegró que haya durado parte del camino dado que nos encontrábamos algo retirados y temía que no pudiera ser capaz de entablar alguna platica con él.
Pero una vez que llegamos, tuve que cambiar mi actitud de siempre a una más adecuada, ya que al entrenar suelo comprometerme y no distraerme en lo que hago.
Para nuestra fortuna y dada la hora del día no había nadie, así que podíamos entrenar libremente. La chancha era bastante grande, estaba rodeada por un encercado de reja entrelazada y con su respectiva canasta en ambos lados.
—¿Estás listo? — mientras le preguntaba, me acerqué a una banca cerca y deje mi mochila para poder calentar.
—Dime tú, incluso me hiciste comprar un par de tenis nuevos —respondió en tono burlesco y si no fuera por que al momento de dejar sus cosas, se volteó, podría asegurar que tenía una sonrisa pícara.
Quería responderle, pero no fui capaz de hacerlo, puesto que en parte era verdad. Esta vez me dejo sin palabras, no esperaba que Jonathan pudiera hablar con ironía. Entre más lo conozco más me sorprende.
—¿Te molesta si pongo música? —pregunté dudoso, pero con la esperanza de poder presumir de mis buenos gustos musicales.
—Para nada, de hecho creo que es el ambiente perfecto —respondió relajado mientras estiraba sus brazos hacia atrás
En cuanto oí su respuesta supe que era mi momento de brillar y poner unas buenas rolas ochenteras, así que puse mi playlist favorita para ya comenzar con el entrenamiento.
Ya había dicho que suelo ser estricto con respecto al entrenamiento y que me vuelvo más serio, pero creo que esta vez me emocioné mucho con mi papel de entrenador.
Mi compañero apenas pudo tener tiempo para respirar cuando terminamos el calentamiento que consistía en trotar lentamente alrededor de la cancha para después estirar los brazos, espalda, piernas y rodillas. Finalmente correr de un lado a otro de la cancha. Y como suelo entrenar solo olvide que no todos pueden seguirme el ritmo—en especial alguien como Jonathan que según me mencionó, no suele hacer ejercicio tan pesado—he incluso sabiendo esto, lleve su cuerpo al límite.
Pero ¿Cuenta si se lo advertí desde un principio? Espero que sí y que no me termine odiando. Por eso decidí que le vendría bien descansar un poco, así que nos aproximamos a la banca donde dejamos nuestras cosas y nos sentamos, bueno yo me senté, mientras que Jonathan se aventó muy agotado.
Estaba por preguntarle si estaba yendo demasiado lejos, pero no parecía estar en condiciones de responder nada. Por lo que esperé a que se tranquilizara y una vez que estuvo un rato recuperando el aire le pregunté:
—¿Te sientes bien? —mientras lo decía estaba constantemente mirándolo y añadí en tono de culpa —Lo siento, debería ser menos intenso...
—¡No...! —respondió en tono apagado y parecía querer decir más, pero su voz no fue capaz de hablar fuerte así que trago saliva y más calmado agregó —Estoy bien, no vayas más lento por mí.
Eso me dijo aún así su rostro y cuerpo decían lo contrario, en especial lo segundo pues estaba muy agitado.
—Aunque me digas eso, no te veo "bien"
—Estaré bien Deian, por favor sigue así
¡¿Cómo se supone que le crea y siga con el mismo ritmo si cuando me lo dice pareciera que está a punto de desmayarse?!
Aún así, en su estado es inútil que lo convenza de lo contrario, así que de manera sutil bajaré la intensidad...
—Por cierto, hay algo que quería preguntarte desde la mañana —dijo entretanto se secaba el sudor de su rostro —¿De casualidad eres cristiano? Pasa que cuando fui a tu habitación, mire de reojo y si no estoy mal, vi una Biblia al lado de tu cama
Primero que nada, me alegro de que lo haya sacado a tema, ya que estuve pensando en como decirle que era cristiano, pero no encontraba oportunidad de comentarle. Segundo, no sabía que Jonathan también podía ser chismoso y de paso decirlo como si no fuera nada.
—Lo soy, creo en Jesús como mi Señor y Salvador —respondí mientras lo miraba, aliviado de poder decirlo sin pena ni temor de cuál sería su reacción.
Jonathan se notaba muy sorprendido, pero no de mala manera, más bien, como si estuviera conmovido.
—¿Enserio? ¡Vaya! —exclamó maravillado y fijando su mirada en mí añadió—Creerás que estoy delirando o algo parecido, pero ¿me creerías si te digo que, cuando te conocí podía sentir que estábamos en el mismo barco?
—¡Así que tú también eres cristiano! —clamé gozoso de saber que adorábamos al mismo Dios y sin pensarlo mucho le di una gran palmada en la espalda — ¡Quién lo diría!
Creo que lo golpeé con demasiada energía dado que al instante tosió.
—¿Estás bien? ¡Perdón, estaba muy entusiasmado...! —definitivamente hoy no es mi día y esperaba una queja de él e incluso un posible golpe de vuelta, pero no fue así, de hecho me preocupe mucho más cuando comenzó a reírse, tanto que termino contagiándomela.
Supongo que no fue solo por la palmada, sino por la situación en general, es decir, es curiosa e increíble la forma en que Dios nos manda a las personas indicadas sin saber que lo son. Y tal como lo dijo Jonathan, cuando alguien verdaderamente es seguidor de Cristo, lo puedes identificar del resto.
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