el destructor está despertando?
En la Nemesis, la atmósfera estaba cargada de incertidumbre. Los Decepticons, que habían sido liderados por Megatron y luego por Soundwave tras la eliminación de Starscream, se encontraban ahora ante una revelación que desafiaba todo lo que conocían.
Soundwave, con su imperturbable calma, observaba las pantallas de los monitores, donde la señal extraña seguía latiendo con una regularidad inquietante. No era una interferencia, ni un fallo en los sistemas. No era un simple fenómeno cósmico. Lo que estaba recibiendo era algo mucho más antiguo y mucho más peligroso.
"Es Unicron," dijo Soundwave con voz profunda y firme, sus ojos destellando con una ligera intensidad. En sus labios no hubo espacio para duda. Él sabía lo que había descubierto.
Un murmullo recorrió la sala. Los Decepticons se miraban entre sí, algunos con incredulidad, otros con temor creciente. Aunque no todos eran viejos conocedores de las leyendas más oscuras de Cybertron, la mención de Unicron hacía eco en todos los rincones de la nave. Para muchos, Unicron era solo una historia que se contaba en los rincones más oscuros de Cybertron, una leyenda temida por sus implicaciones de destrucción total.
"Unicron... ¿El Destructor de mundos? ¿El enemigo eterno de Primus?" preguntó uno de los Decepticons, su voz temblorosa. "Eso... eso no puede ser cierto. Siempre creímos que era solo un mito. Una leyenda para asustar a los más débiles."
Otro Decepticon, más escéptico, negó con la cabeza. "Es imposible. ¿Cómo podría Unicron estar aquí, ahora? No es más que un cuento viejo, un ser que existió hace milenios. El energon no podría ser tan fuerte como para despertar a algo así."
Sin embargo, Soundwave no compartía esas dudas. Había observado la señal con una precisión fría, y la había rastreado hasta sus raíces más profundas. Unicron no solo era una leyenda; estaba de vuelta, y era real. Y en sus latidos había algo que no podía ser ignorado.
"No es un mito," replicó Soundwave, su voz firme. "Lo que sentimos ahora es un despertar. Unicron está cerca, y su influencia ya está comenzando a manifestarse. Su poder es inmenso, y ya está moviéndose hacia nosotros."
Un silencio pesado se apoderó de la sala. Aunque la mayoría de los Decepticons seguían resistiéndose a aceptar que esta amenaza pudiera ser real, la gravedad de la situación comenzaba a calar en ellos. Ya no estaban luchando solo contra los Autobots o contra otros Decepticons. La supervivencia de Cybertron, y de todo el universo conocido, estaba en juego.
"¿Qué hacemos, Soundwave?" preguntó uno de los oficiales, claramente preocupado. "Si Unicron es real, ¿cómo lo enfrentamos? Somos solo una nave, ¿qué podemos hacer contra una fuerza primordial?"
Soundwave los miró con calma, su mente ya procesando las posibles soluciones. "No sabemos aún cómo detenerlo. Pero lo que sí sabemos es que Unicron no actuará solo. Su despertar traerá consigo caos y destrucción. Si queremos sobrevivir, necesitamos prepararnos para lo que viene. Esto no es solo una guerra. Es una lucha por la existencia misma."
Mientras los Decepticons comenzaban a procesar esta nueva realidad, Soundwave no permitía que el miedo tomara el control. Sabía que Unicron era un enemigo formidable, pero también sabía que los Decepticons, bajo su mando, podrían hacerle frente. No de la forma convencional, ni con las tácticas de guerra que solían emplear. Necesitarían más que eso.
Y entonces, con la mente puesta en el futuro, Soundwave dio la orden.
"Comiencen los preparativos," dijo, con voz fría como siempre. "Este será nuestro mayor desafío, pero si logramos unir nuestras fuerzas, puede que haya esperanza. Reúnan a todas las fuerzas disponibles. Los Autobots no serán nuestro único enemigo. Unicron tiene el poder para destruirlo todo, y no debemos dejar que eso ocurra."
La nave Nemesis comenzó a moverse en silencio, y los Decepticons, aunque temerosos, sabían que una nueva era había comenzado. Y esta vez, no podían permitirse fallar.
En los rincones más oscuros del universo, los latidos de Unicron continuaban resonando, más fuertes y más cercanos.
Uno de los Decepticons, claramente visiblemente preocupado y lleno de incertidumbre, no pudo evitar soltar su frustración mientras miraba a Soundwave. Los latidos de Unicron seguían resonando, cada vez más cercanos, y la idea de enfrentarse a una fuerza tan primordial comenzaba a sembrar dudas en la mente de varios.
"¿Por qué no simplemente huimos?", preguntó uno de los Decepticons, su voz llena de miedo. "Si Unicron es realmente lo que dices, ¿no tendría sentido escapar? No tenemos la capacidad de enfrentarnos a algo así. Tal vez si nos alejamos, podremos evitar la destrucción."
Los murmullos comenzaron a circular entre los demás Decepticons, algunos comenzando a pensar en esa opción como una salida. La idea de huir les daba algo de consuelo, una posibilidad de salvarse a sí mismos y dejar que los Autobots se encargaran de la amenaza.
Pero Soundwave, como siempre, se mantenía implacable y seguro de sí mismo. Se giró hacia el Decepticon que había hablado, su mirada fría y su tono aún más gélido.
"Escapar sería inútil," dijo con voz grave, su tono dejando claro que no había lugar para la duda. "Unicron no es algo que pueda ser evadido. No importa a dónde vayamos, su poder es universal, su influencia alcanzará cada rincón de este universo. Incluso si huimos, su destrucción nos alcanzará eventualmente."
Un silencio pesado cayó sobre la sala mientras las palabras de Soundwave calaban hondo en todos los presentes. La idea de huir parecía más una ilusión, algo que podría haberlos distraído por un breve momento, pero que no les aseguraba la supervivencia. Sin embargo, la verdad de lo que decía Soundwave era clara: no había forma de escapar de Unicron.
"No hay dónde esconderse," continuó Soundwave, su voz resonando con una certeza que solo él podía tener. "Lo que enfrentamos no es un enemigo que podamos eludir. Unicron es el fin de todo lo que conocemos. La única opción que tenemos es enfrentarlo, y prepararnos para lo que viene. Si queremos tener alguna posibilidad de sobrevivir, debemos unir nuestras fuerzas, prepararnos y buscar una solución... o seremos consumidos por su poder."
La habitación quedó en silencio, todos reflexionando sobre las palabras de Soundwave. La realidad de la amenaza de Unicron ya no era algo que pudieran ignorar. La duda comenzó a disiparse, reemplazada por una aceptación tensa de la dura verdad: la huida no era una opción. Solo quedaba luchar, enfrentarse a lo imposible.
Soundwave, con su liderazgo indiscutible, miró a cada uno de los Decepticons, su mente ya procesando los siguientes pasos. "Reúnan a las fuerzas. Es hora de prepararnos para la batalla final."
Aunque algunos Decepticons seguían temerosos, la resolución de Soundwave les dio un propósito. No habría huida, no habría rendición. Solo quedaba una opción: luchar.
En otra parte
Arachnid, con su agilidad característica, se desplazaba por las oscuras y estrechas cavernas, sus patas de araña perforando las rocas con facilidad, creando túneles y pasajes mientras exploraba en busca de algo que pudiera proporcionarle ventaja o información valiosa. Había estado recorriendo el lugar durante horas, pero hasta el momento no había encontrado nada que llamara su atención, solo las paredes rocosas de la cueva que parecían ser parte de un terreno deshabitado, normal.
Sin embargo, a medida que avanzaba más profundo, sus movimientos se hicieron más cautelosos. El aire se sentía diferente, más denso, y algo en su interior le decía que debía estar alerta. Entonces, de repente, al taladrar la pared de una de las cavernas más profundas, su avanzado sistema de patas de araña se detuvo abruptamente. Un sonido metálico resonó en el aire, algo completamente inusual, y el taladro de sus patas se detuvo al encontrar algo duro y resistente, algo que no había anticipado.
Arachnid retrocedió un poco, sorprendida por la resistencia que había encontrado. Era como si hubiera chocado contra una pared impenetrable. Estaba acostumbrada a atravesar superficies duras, pero esto… esto era diferente. No era una simple roca o metal común. Algo más, algo mucho más fuerte.
Se acercó con cautela y examinó la extraña barrera. Usó sus sensores para analizarla, detectando una energía que no podía identificar inmediatamente. "¿Qué demonios es esto?", murmuró para sí misma, sin poder creer lo que veía.
Con sus tentáculos extendidos, Arachnid intentó aplicar presión, pero la superficie resistió de manera imparable. La dureza y la resistencia de esa barrera le dejaron claro que no sería tan fácil de destruir como cualquier cosa que hubiera encontrado antes. "No es posible…" pensó, aún incrédula. "Algo aquí está fuera de lo común."
Era un enigma, y algo dentro de ella le decía que este objeto o estructura debía ser importante. Si la energía provenía de allí, significaba que algo mayor y mucho más peligroso estaba escondido dentro de esa pared impenetrable. Ya sea un antiguo artefacto de poder, o incluso un secreto mucho más grande y oscuro.
Intrigada y con la curiosidad al máximo, Arachnid decidió no rendirse tan fácilmente. Si había algo escondido allí, ella lo descubriría. Usó su fuerza para seguir intentándolo, dispuesta a romper esa barrera, pero sin perder la cautela. Un nuevo reto había surgido, uno que parecía haberla atrapado en su propia red de misterio.
"¿Qué secretos guardas, extraña barrera?" pensó, mientras continuaba trabajando para penetrar la resistencia.
Con un último y agotador esfuerzo, Arachnid rompió la capa final de la extraña estructura que bloqueaba su camino. La pared metálica cedió con un estruendoso crujido, revelando lo que parecía una vasta caverna. A primera vista, la escena parecía familiar. Las enormes cavernas llenas de complejas estructuras metálicas, las corrientes de energía vibrante a través de conductos, todo indicaba que estaba dentro de algún tipo de antigua instalación de Cybertron. Pero algo no estaba bien, algo que Arachnid no pudo identificar de inmediato.
Cuando sus ojos se adaptaron a la oscuridad de la cueva, la verdad comenzó a desvelarse lentamente ante ella. Las paredes no solo estaban hechas de metal, sino que parecían estar vivas, como si la misma materia de Cybertron hubiera sido corrompida y transformada en algo completamente diferente. En las grietas, pequeñas corrientes de energía se movían, pero no era el energon tradicional de Cybertron. Esta energía era oscura, turbia, como una sustancia viscosa que se filtraba por todas partes. Su pulso se aceleró al reconocer la naturaleza de esa energía, que no solo era desconocida, sino peligrosa.
Y entonces, como si todo comenzara a cobrar sentido, una oleada de terror la atravesó. Lo que veía frente a ella, lo que había estado ignorando hasta ese momento, no era un simple laberinto de cavernas o un refugio perdido. Era el interior de Unicron.
Era el corazón mismo del destructor. La energía que fluía por las paredes, que respiraba a través de cada grieta, no era más que energon oscuro. La sustancia que alimentaba a Unicron, la esencia corrupta que había dado forma a este monstruo cósmico. La realización de lo que estaba descubriendo golpeó a Arachnid como un puño en el estómago. Estaba dentro de Unicron, el mismo ser que había devorado mundos enteros, el ser que había librado guerras eternas contra Primus. Era su interior, su alma misma, y todo lo que conocía estaba siendo desbordado por este poder oscuro.
La caverna vibró con la fuerza de una energía primitiva y oscura. En ese instante, algo se movió en las sombras. Un sonido metálico resonó en la distancia, y las paredes comenzaron a temblar. Arachnid no tuvo tiempo de procesar lo que sucedía antes de que las criaturas emergieran. De las grietas en las paredes, de las oscuras fisuras que parecían devorar la luz, salieron formas mecánicas que no tenían igual en la galaxia. Seres de metal negro, con ojos que brillaban como las estrellas más lejanas, con tentáculos que se movían con agilidad siniestra. No eran Decepticons, ni autobots, ni ninguna forma de vida que Arachnid hubiera visto antes. Eran como si fueran parte de Unicron mismo, creados a partir de la oscuridad del mismo ser que todo lo consume.
Arachnid retrocedió instintivamente, sintiendo cómo el aire se volvía más denso y oscuro. Este no era un lugar para explorar. Era una prisión, una trampa para cualquiera que tuviera la mala suerte de caer dentro. La energía oscura que fluía por todo el lugar la hacía sentir como si estuviera siendo absorbida lentamente, como si su propia existencia fuera drenada. Intentó usar sus habilidades para atravesar el lugar rápidamente, pero cada vez que se movía, algo la retrasaba. La energía oscura interfería con sus propios mecanismos, con sus impulsos, como si el mismo Unicron estuviera jugando con ella.
Entonces, en medio de la oscuridad, algo más comenzó a formarse. La energía de Unicron se condensó en el aire, creando figuras extrañas que se desmaterializaban y volvían a materializar en nuevas formas grotescas. Eran tentáculos de energon oscuro, que se extendían de las paredes y del suelo, casi como si el propio Unicron estuviera tomando forma dentro de su prisión.
Arachnid apretó los dientes. Esto era más grande de lo que había imaginado. No solo había entrado en el interior de Unicron, sino que había tocado algo mucho más antiguo y peligroso. Era un lugar donde la vida y la muerte se entrelazaban, donde el tiempo y el espacio ya no tenían sentido.
Y entonces, al entender lo que estaba sucediendo, sintió el peligro en su máximo esplendor. Estas criaturas que emergían no eran solo guardianes de este lugar, sino manifestaciones del propio Unicron, que despertaba lentamente, como si supiera que ella había llegado demasiado lejos. Como si, de alguna manera, su presencia fuera la señal para que comenzara el despertar de algo mucho más grande y devastador.
Arachnid observó a su alrededor. No podía quedarse. No podía seguir explorando. Este lugar no era para ella. Sabía que si no escapaba, terminaría siendo una más de las víctimas de este lugar. Unicron no quería visitantes.
El rugido de las criaturas mecánicas la alertó, y con un ágil movimiento, comenzó a correr, saltando entre las rocas y las grietas, esquivando los tentáculos de energon oscuro que intentaban atraparla. Cada paso la acercaba más a la salida de esa horrible prisión, pero las criaturas la perseguían, sus ojos brillando con hambre.
“¡No puedo quedarme aquí!” pensó Arachnid, con el aliento entrecortado, mientras el sonido de la maquinaria retumbaba en sus oídos. El interior de Unicron era un infierno de metal y oscuridad, y ella era una intrusa, una que no podía quedarse ni un segundo más. El miedo se apoderaba de ella, pero también había algo más: una sensación de curiosidad
Mientras Arachnid corría desesperadamente por las cavernas oscuras, sintiendo cómo el aire se volvía más denso con cada paso, una sola idea comenzó a tomar forma en su mente. "No puede ser..." pensó, mientras esquivaba con agilidad los tentáculos de energon oscuro que salían de las paredes, tratando de atraparla. "Voy a tener que hacerlo. Tendré que contactarlos."
Era una idea que nunca habría considerado en circunstancias normales. Ella, una Decepticon, poniéndose en contacto con los Autobots... era una línea roja que nunca pensó cruzar. ¿Pero qué otra opción tenía? Estaba en el interior de Unicron, un lugar que ni siquiera los Decepticons más poderosos se atreverían a explorar. Este no era un simple terreno de batalla, ni una base enemiga a la que pudiera infiltrarse. Esto era mucho más peligroso, algo más grande que todo lo que conocía.
"¿Qué haría un Autobots en mi situación?" se preguntó, mientras su respiración se aceleraba por el esfuerzo y el pánico. "No tengo tiempo para dudar. No puedo sola con esto."
Arachnid miró alrededor mientras continuaba corriendo, sintiendo cómo la presión en su pecho aumentaba. Podía escuchar los gruñidos y zumbidos de las criaturas mecánicas acercándose, pero también podía sentir algo más. La energía oscura, como si le estuviera pesando, la estaba invadiendo poco a poco. Y con eso, la desesperación creció. "Debo alertarlos. Si no lo hago, no sé qué me va a pasar."
Sintiéndose completamente atrapada entre el peligro inminente y la necesidad de una salida, Arachnid se obligó a calmarse lo más que pudo. Con un movimiento brusco, activó el comunicador que llevaba en su brazo. Aunque su instinto le decía que estaba traicionando todo lo que había sido, en ese momento no importaba. El instinto de supervivencia se apoderó de ella.
La voz de Arachnid, dura y fría, retumbó a través del canal de comunicación que había establecido: "Optimus Prime... necesito que escuches esto. Estoy en el interior de Unicron. Si no me escuchas, todos vamos a estar muertos."
La comunicación estaba llena de estática, pero al menos había hecho contacto. A medida que las criaturas seguían su caza y la oscuridad de Unicron comenzaba a cerrarse aún más sobre ella, Arachnid se dio cuenta de que no había vuelta atrás. Había hecho lo que nunca había imaginado, pero la supervivencia siempre había sido lo primero, incluso para una Decepticon.
En la base Autobot, la tensión era palpable mientras todos intentaban idear un plan para detener a Unicron. Optimus miraba a cada miembro de su equipo, esperando que alguien propusiera una idea que pudiera darles esperanza. Ratchet estaba profundamente concentrado, revisando lecturas de energon y patrones de actividad inusual, cuando de repente, su terminal emitió una señal de comunicación entrante.
Ratchet frunció el ceño al ver la fuente del mensaje. "No puede ser..." murmuró en voz baja, claramente disgustado.
Los demás Autobots se giraron hacia él, y Arcee fue la primera en notar la expresión de frustración en su rostro. "¿Qué sucede, Ratchet?" preguntó, inquieta.
Ratchet apretó los dientes antes de responder. "Es una comunicación entrante... de Arachnid."
El nombre de la ex-Decepticon resonó en la sala como una chispa en medio de combustible. Arcee, sin contener su ira, se cruzó de brazos y frunció el ceño con evidente molestia. "¡¿Arachnid?! ¿Y qué es lo que quiere esa traidora ahora? ¿Acaso viene a burlarse de nosotros en medio de esta crisis?"
Bulkhead, que había estado escuchando, golpeó su puño contra la palma de su otra mano. "¿Arachnid? ¡No puede ser! Si eso es una broma, no tiene nada de gracioso."
Ratchet asintió, compartiendo el enojo de sus compañeros. "Créeme, me siento igual. No tengo idea de por qué intentaría contactarnos en este momento, pero parece... urgente."
Arcee dio un paso hacia adelante, mirando la pantalla con una mezcla de furia y desconfianza. "No podemos fiarnos de nada que venga de ella. ¿Y si es otra trampa?"
Optimus, calmado y con su característico sentido de la responsabilidad, intercedió. "Entiendo su desconfianza. Arachnid ha traicionado a los Autobots antes, pero si hay una posibilidad de que posea información que pueda ayudarnos con Unicron, debemos al menos escucharla."
Ratchet suspiró, claramente incómodo con la idea, pero activó la transmisión de todas formas. En la pantalla, apareció la imagen de Arachnid. Su rostro mostraba una mezcla de cansancio e inquietud, pero aún mantenía su expresión altiva.
"Optimus, Autobots..." comenzó, con un tono serio y sin su usual arrogancia. "Escuchen, no me gusta estar en esta posición tanto como a ustedes, pero les aseguro que esto es urgente. Estoy en el interior de Unicron. Y lo que he encontrado aquí... es peor de lo que se imaginan."
Arcee no pudo contenerse y replicó con sarcasmo. "¿Ah, sí? ¿Y por qué deberíamos creerte? Siempre has jugado para tu propio beneficio."
Arachnid lanzó una mirada fría hacia Arcee, pero su tono seguía siendo inusualmente serio. "Puedes creerme o no, Arcee, pero lo que les digo es real. Este lugar está lleno de energon oscuro, y he visto cosas que desafían toda lógica. Unicron está despertando. Si no hacemos algo, no habrá ningún Cybertron, ni ningún lugar a donde puedan escapar."
Bulkhead también intervino, apretando los puños. "¿Y por qué habrías de ayudarnos? Sabemos que nunca has sido del tipo altruista."
Arachnid hizo una pausa, y por un instante, su mirada se suavizó levemente, aunque solo fue por un segundo. "No estoy ayudándolos a ustedes, Autobots. Estoy ayudándome a mí misma. Si Unicron despierta, nadie sobrevivirá. Ni ustedes, ni los Decepticons... ni yo."
Ratchet, aún irritado, se volvió hacia Optimus. "No me gusta esto, Optimus. Pero… si está diciendo la verdad, quizás no tengamos otra opción."
Optimus asintió. "Estamos ante una amenaza sin precedentes. A pesar de nuestras diferencias, tenemos que unirnos en esta batalla. Arachnid, si realmente estás dispuesta a colaborar, necesitaremos toda la información que puedas darnos."
Arachnid asintió, aunque su expresión mostraba que la situación la incomodaba tanto como a ellos. "Les enviaré los datos que tengo hasta ahora. Pero si quieren sobrevivir, será mejor que actúen rápido. Unicron no se quedará dormido por mucho más tiempo."
La transmisión se cortó, dejando a los Autobots sumidos en un silencio incómodo. Ratchet, Arcee y Bulkhead seguían molestos por tener que colaborar con alguien como Arachnid, pero sabían que Optimus tenía razón. Esta vez, el enemigo era tan grande que todos, Autobots y Decepticons, tendrían que dejar sus diferencias a un lado.
En otra parte
Megatron estaba solo en su cámara, sumido en un silencio inquietante, cuando un dolor agudo atravesó su mente una vez más. Cerró los ojos, apretando los puños mientras una voz profunda y resonante comenzaba a llamar su nombre, como un eco que surgía desde las entrañas del mismo universo.
"Megatron..."
El líder Decepticon abrió los ojos de golpe, desorientado, pero la voz continuaba, repetida una y otra vez, con una intensidad que hacía temblar su misma chispa.
"Megatron... Megatron..."
Finalmente, en su mente, empezó a formarse una imagen. Un vasto ser, cuya presencia irradiaba pura destrucción, se materializó en su conciencia. Megatron lo reconoció al instante: Unicron, el dios del caos, el ser mítico del cual solo había escuchado en leyendas y temores de sus ancestros.
La visión de Unicron era colosal. Cada detalle de su imponente forma metálica parecía absorver la misma esencia del universo, como si pudiera devorar galaxias enteras. Sus ojos, brillando con un color ominoso, miraban fijamente a Megatron con una severidad y frialdad que helaban el núcleo del líder Decepticon.
Unicron habló, su voz retumbando como el trueno en la mente de Megatron. "Megatron… has sido elegido. Serás mi marioneta, mi avatar en este mundo."
Megatron, aunque era conocido por su audacia y falta de miedo, sintió un escalofrío recorrer su estructura. Con la voz temblorosa pero decidida, intentó resistirse. "¿Por qué debería yo, Megatron, el conquistador, servirte como simple herramienta?"
Unicron no mostró ni una pizca de emoción, pero la presión en la mente de Megatron aumentó, casi aplastante. "Eres insignificante frente a mi poder, Megatron. Lo que llamas conquista no es más que un juego infantil comparado con la destrucción que yo puedo desatar. Y tú, quieras o no, serás el portador de mi voluntad."
Megatron sentía cómo cada fibra de su ser luchaba, pero el dolor era abrumador. Su voluntad, que siempre había sido tan firme, ahora parecía desmoronarse bajo la presión inmensa de la presencia de Unicron. Aun así, intentó resistir.
"Yo... no soy una marioneta," respondió, jadeando en su intento de luchar.
Unicron, sin perder la calma, continuó, su tono ahora teñido de una amenaza oscura. "Tu resistencia es inútil, Megatron. Cumplirás mi misión en este mundo, y no hay escape. Serás mi avatar, el destructor de mundos, o serás destruido. Es tu única opción."
Megatron cayó de rodillas, la fuerza de Unicron aplastándolo, dejándolo sin aliento, mientras la voz de Unicron retumbaba como un martillo en su mente. Cada palabra penetraba profundamente en su conciencia, borrando su resistencia, envolviendo su voluntad en la oscuridad.
Finalmente, con la mirada perdida, Megatron susurró, casi sin fuerzas, "¿Qué... quieres que haga... mi señor?"
Unicron sonrió con un brillo oscuro en sus ojos.
El dolor en el cuerpo de Megatron alcanzó niveles indescriptibles mientras Unicron imponía su voluntad sobre cada fibra de su ser. La estructura de Megatron comenzó a retorcerse y reconfigurarse, su armadura se transformaba, cubriéndose de un brillo oscuro y metálico, mientras nuevas partes se formaban en él. Los gritos de agonía de Megatron se volvían más guturales, casi inhumanos, resonando en toda la cueva.
David y su hija, quienes observaban desde una distancia segura, sintieron el terror apoderarse de ellos al presenciar esta transformación. La fuerza que estaba moldeando a Megatron era algo mucho más allá de su comprensión, algo primigenio y devastador. Ambos retrocedieron unos pasos, incapaces de apartar la mirada, pero demasiado aterrados para acercarse más.
Finalmente, el dolor cesó, y lo que quedaba de Megatron se alzó lentamente, transformado en algo completamente diferente. Su silueta era aún reconocible, pero cada parte de su cuerpo parecía haber sido mejorada y oscurecida, infundida con un poder maligno y destructivo. Su armadura brillaba con un metal pulido y letal, emanando una energía oscura y una sensación de poder absoluto. Ya no era Megatron; ahora se alzaba como Galvatron, el avatar de Unicron, una máquina de destrucción viviente.
David y su hija, paralizados por el miedo, apenas podían comprender la magnitud de lo que veían. La transformación no solo había cambiado su apariencia, sino también su esencia. Galvatron, antes conocido como Megatron, observó sus propias manos con una expresión de fría determinación y satisfacción. La chispa de Unicron latía en su interior, llenándolo de un propósito implacable: la destrucción absoluta.
La hija de David murmuró, apenas audible, “Papá… ¿qué es él ahora?”
David no tuvo respuesta. Sabía que estaban ante algo más grande y peligroso de lo que jamás había imaginado.
En el espacio
Dentro de la nave, envueltos en un brillo de tecnología ancestral, varias figuras enigmáticas se reunían, su preocupación evidente en cada palabra. Una proyección del planeta Tierra titilaba en el centro de la sala, sus continentes y océanos mostrando destellos de actividad energética inusual.
"¿Es esta la era en la que Unicron ha renacido?" murmuró una de las figuras, su voz grave y llena de una sabiduría milenaria.
"Las señales son inconfundibles," respondió otra figura, ajustando su mirada hacia la proyección. "Su presencia ha comenzado a manifestarse, y sabemos bien que si se le permite avanzar, el caos consumirá todo."
"Si Unicron alcanza su despertar completo aquí y ahora, el futuro que conocemos quedará destruido," continuó otra, reflexionando en voz alta. "El equilibrio entre el orden y el caos será irremediablemente alterado."
"Los Autobots han jurado proteger esta era, pero necesitarán mucho más que su fuerza para enfrentar lo que se avecina," dijo otro, mientras una sombra de decisión cruzaba su rostro. "Sabemos lo que debemos hacer. Nuestra intervención es esencial para preservar el futuro."
"Interferir ahora es una violación a nuestras leyes de no intervención," objetó una figura con un tono de duda, aunque sus ojos revelaban comprensión. "Pero si no lo hacemos, el futuro mismo estará en peligro. Si Unicron renace, la existencia en todos los tiempos y lugares estará en riesgo."
Después de un momento de silencio solemne, otra figura asintió lentamente, sellando la decisión del grupo. "Entonces, intervendremos. No para cambiar el curso de la historia de esta era, sino para asegurar que el futuro ocurra. Brindaremos a los Autobots las herramientas y el conocimiento necesario para detener a Unicron y preservar el equilibrio."
"Que esta acción sea recordada no como una interferencia," dijo uno con tono resuelto, "sino como una salvaguarda. Una ayuda en el momento más crucial para asegurar que el tiempo y el destino puedan seguir su curso."
Las figuras compartieron una última mirada antes de desaparecer en la penumbra, sus decisiones firmes y sus objetivos claros. Pronto, los Autobots recibirían los medios necesarios para enfrentarse al Destructor, y el futuro de todos dependería de su éxito en esta era.
Fin del capítulo
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