Capítulo 17: La paz que anticipa una caída inevitable. Parte 1 (Blake)


¿Cómo es posible que siempre se llegan a enterar de todo? Incluso lo hacen antes que los mismos profesores o alumnos, están muchos pasos adelante.

Pero lo peor es que de inmediato vienen a arruinarme una buena semana con unas cuantas palabras. No necesitan nada más que abrir la boca para soltar desatinos, eso es más que suficiente.

Y como si no fuera bastante martirio tener que soportarlo en casa, también sucede que en el colegio debo aguantar a los profesores y al coordinador haciendo sus comentarios incómodos en frente de mis compañeros.

¿Por qué se siguen comportando así? ¿No entienden que solo consiguen ponerme en una situación desagradable en el curso o que podrían afectar en la autoestima de los demás?

Se hacen llamar educadores, pero no desempeñan su papel como deberían.

¡Qué gran molestia! Por fin todo comenzó a tranquilizarse y las cosas salían bien, tanto así que inclusive los cansinos dolores de cabeza que eran constantes habían desaparecido.

Mas no pudo durar un poco más porque, por supuesto, nada va bien en mi vida cuando así lo quiero, algo tiene que suceder para arruinar cualquier mínimo momento de paz.

Y esta vez es debido a la ceremonia de reconocimiento de los mejores alumnos del año lectivo pasado, la cual se llevará a cabo el treinta de este mes.

Si a eso le sumamos que mañana son las votaciones y el lunes la revelación de la lista ganadora, ya ni siquiera debo explicar cuán pesados han estado mis padres.

La situación me ha estresado tanto que en muchas ocasiones he estado a nada de mandarlo todo al carajo e irme a olvidar mis contratiempos con ayuda de Ethan, pero luego me detengo y pienso en que he podido controlar (sorprendentemente) mis ganas de ingerir algo por un tiempo.

Tampoco es que lleve meses, porque hace casi dos semanas ocurrió el suceso donde entré al despacho de mi padre, sin embargo, creo que he hecho un buen avance que ni siquiera estaba buscando. No quiero perderlo justo ahora.

Intentaré sobrellevar esta situación lo mejor posible, mucho mejor de lo que la he estado llevando estos días, pues debo admitir que me he comportado muy borde con los demás.

Más de lo normal.

Aparte de mi molesta con mis padres y los maestros, también tenía demasiadas tareas que terminar a tiempo y unas cuantas lecciones para las cuales prepararme, así que mi paciencia y ganas de soportar a cualquier persona disminuyeron a niveles muy bajos.

Ni siquiera me aguantaba yo, mucho menos iba a aguantar a alguien más.

Y supongo que por ello fue que decidí ignorar a los chicos de la lista que me escribían. O al menos así fue hasta ayer, pues Sam se cansó de mi actitud y vino a encararme de una buena manera, convenciéndome de que me les una hoy en la hora de descanso para hablar y discutir qué hacer en la tarde.

Sí, en la tarde. Al parecer, mientras yo no prestaba atención a sus mensajes, ellos habían decidido que era una excelente idea planear una salida para disfrutar de este último día de tranquilidad, pues mañana estarían llenos de nervios e intriga por saber cómo iría la votación.

Siendo sincero, a mí me da igual si ganamos o perdemos.

Aunque no podía decir eso en frente de ellos, lucían demasiado animados para que llegara a arruinar su felicidad con mi quemeimportismo.

¡Por fin sonó el timbre! Ya me estaba cansando de esperar.

Como terminé la prueba con mucho tiempo de anticipación, el maestro me dejó salir al recreo desde ese momento, así que ya llevo un buen rato sentado en el comedor porque quise aprovechar para apartar una mesa.

Ojalá se apresuren. Me siento ajeno con tantos niños que están en las mesas cercanas, haciendo demasiado ruido con sus gritos.

Odio demasiado a los niños, no los soporto.

Al menos ya se están yendo porque su hora libre termina cuando inicia la de los años superiores. Los chicos ya deberían haber salido.

Y así paso casi diez minutos atento a la entrada hasta que los veo pasar el umbral. Alzo la mano para llamar su atención, la primera en verme es Amy y les avisa a los demás, lo que provoca que me convierta en su centro de atención.

Sam me sonríe y saluda desde la distancia, a lo que devuelvo el mismo gesto; Nhoa solo asiente hacia mí y devuelve su vista hacia la fila para comprar, manteniendo la actitud fría como es usual; y, por último, Kerrick parece escudriñarme con la mirada, sostiene sus brazos cruzados y no hay ninguna alteración en su expresión, pero tengo la sensación de que está enojado.

¿Ahora qué hice?

Sí, sí, puede ser que, como ya dije antes, los haya ignorado por dos o casi tres días, sin embargo, al final le terminé escribiendo y él fue quien respondió como un témpano de hielo.

¿Qué se supone que le respondes a un simple Ok acompañado de una carita?

No es mi culpa que sea tan resentido.

Ellos comienzan a hablar por unos cuantos segundos hasta que parecen llegar a un acuerdo porque los veo afirmar y luego darse la vuelta para colocarse en la fila, a excepción del rubio, quien gira hacia donde me encuentro y empieza a caminar.

Cuando llega, no dice nada y arrastra la silla de mi izquierda para tomar asiento. Deja su celular sobre la mesa y reposa sus ojos en mí, pareciera que está luchando consigo mismos antes de continuar con lo que sea que vaya a hacer.

—Eres un completo idiota —lanza una mirada seria y luego suspira.

Sospecho que alguien amaneció bravo.

Auch —sostengo mi pecho para dramatizar un poco e intentar aligerar el ambiente, quizá consiga sacarle una risa—, vaya manera tan fea de tratar al...

—Y muchas gracias —me interrumpe de inmediato, dejándome sorprendido y demasiado confundido porque no entiendo por qué me está agradeciendo. Es decir, hace unos segundos estaba enojado, creo.

—¿Muchas gracias de qué? Entendía que estabas molesto, sobre todo porque me acabas de llamar...

—Gracias por haber interferido el lunes y hacerle frente a Josh cuando estaba molestando —rasca su mejilla con nerviosismo—, si no hubieras llegado en ese momento, no sé qué hubiese hecho. Te estoy agradecido por ello.

Ah, así que se refiero a eso.

—Tranquilo —palmeo su espalda para que se destense—, no lo iba a dejar hablar tanta porquería sobre todos ustedes —arrugo un poco el entrecejo al recordar toda la basura que soltó ese chico—, ya había sobrepasado el límite y alguien debía cerrarle la boca.

—Eso es verdad —suelta una leve risita—, pero igual, fuiste tú el que lo afrontó y lo puso en su lugar. Quería darte las gracias ese mismo día —su expresión cambia a una algo fastidiada—, pero comenzaste a comportarte como un idiota cuando te fuiste de la nada y luego nos ignoraste a todos.

Ay, así que sí se dio cuenta.

—Verás —para reducir los nervios juego con la botella de agua que compré cuando vine— quería disculparme por no poder contestar tus mensajes y los de Amy, pero he estado demasiado abrumado con las responsabilidades del BA y, cuando me desocupaba, no tenía energía siquiera para entrar un rato al celular. Pero tampoco es que sea una excusa, solo quiero explicar qué pasó.

Tampoco estoy mintiendo, la mayor parte de lo que dije es verdad.

Claro, sin contar que sí los ignoraba a conciencia.

Pero no tiene que saberlo.

—Tranquilo, no debes dar ninguna explicación. Cualquiera que haya sido la razón, no tienes por qué contarme —relaja su expresión con ayuda de una sonrisa, a lo que asiento.

El silencio nos invade y ninguno de los dos hace algo por romperlo, nada más mantenemos nuestras miradas chocando durante un momento, pero él es quien rompe primero el contacto y opta por prestar atención al grupo de chicos que por fin ya está siendo atendido.

No puedo evitar soltar una suave risa que ni siquiera entiendo el motivo de la misma, mas parece llamar la atención de mi acompañante porque me observa alzando una ceja.

—¿De qué te ríes?

—De que te vencí muy fácil en la guerra de miradas —lanzo con sorna y ladeo mi cabeza hacia un lado, alzando las cejas.

—Nunca hemos tenido una guerra de miradas, mentiroso —empuja mi hombro con su dedo—, y es imposible que llegara a perder porque soy el rey en ese juego.

Y así de sencillo calló en mi juego de molestarlo.

—Ni tú te lo crees —repito su acción anterior—, además de que nadie ha podido ganarme. ¿Quieres apostar?

—Haré que te tragues cada una de tus palabras —acomoda su silla frente a mí y yo hago lo mismo, quedamos frente a frente.

—Destruiré tu orgullo como nunca nadie lo ha hecho, Kerrick —aviso con una sonrisa burlona que me es respondida con su dedo del medio. Río antes de continuar—. A la cuenta de uno, dos, tres.

Nos enfrascamos en una guerra muy tonta e infantil de miradas, en la cual ninguno de los dos parece querer dar su brazo a torcer, pues como ya mencioné, nuestro orgullo es lo que se encuentra en juego.

Pasa el tiempo y pierdo la cuenta de los segundos transcurridos, pero sé muy bien que estoy alcanzando mi límite porque ya siento mis ojos picar.

Mierda. No puedo dejarme vencer.

Ya tocó jugar sucio.

Acorto la distancia que nos separaba casi por la mitad en un movimiento rápido, lo que sorprende al rubio, mas decide seguir mis movimientos luego de ver mi actitud retadora.

Ahora tan solo quedan alrededor de veinte centímetros entre nosotros.

Su mirada parece brillar con intensidad y suelta una sonrisa torcida.

Quizás soy yo, pero mi mente lo percibe como una provocación que me grita hasta qué punto estoy dispuesto a llegar por ganar.

Y mi respuesta es automática porque siempre voy a por todo para asegurar la victoria; nada más restan quince centímetros.

A pesar de mi movimiento, no sucede lo que tanto esperaba, pues el rubio ni se inmuta debido a la cercanía, más bien, su posición sigue estoica como si de una estatua se tratase, aunque me percato de que sus ojos se desvían fugazmente hacia abajo y vuelven a subir.

Sin percatarme desde qué momento, siento que estoy tragando fuerte.

Y por segunda vez, Kerrick empieza a desplazarse con lentitud hacia delante, eliminando de a poco cada milímetro. No sé en qué estará pensando ahora mismo, pero me atrevo a decir que posiblemente actúa por instinto, porque quiere ganarme.

Sí, nos parecemos demasiado, por lo tanto, no aceptará que le venza en esto, incluso si hablamos de una lucha estúpida en la que ambos nos adentramos.

Como si fuera un espejo imito su movimiento, me uno a él y doy inicio a mi aproximación.

Es posible que en unos segundos dejemos atrás los diez centímetros de lejanía.

Seguir con esto significaría que en algún punto colisionaremos, pero me importa lo más mínimo, pues no estoy dispuesto a detenerme. Al único que le puede afectar una cercanía mucho menor es a él, yo ya estoy acostumbrado a esto.

¿Qué esperas para rendirte, rubio? Tira la toalla.

¿Sabes que si seguimos así, muy pronto nuestras respiraciones se encontrarán? Solo debes detenerte.

Luces como si estuvieres más que preparado para llegar hasta la final, pero ahora mismo acabaré con la...

—¿Qué están haciendo? —una voz gruesa rompe la burbuja que habíamos creado, llamando la atención del chico frente a mí, como si lo regresara a la realidad—. ¿Acaso estoy interrumpiendo algo? —su pregunta acompañada de un cejo fruncida va dirigida a Kerrick, quien pestañea consternado.

—Por supuesto que no interrumpes nada —intervengo llamando la atención de Nhoa—, únicamente estábamos demostrando quién dura más sin pestañear —le sonrío, luego regreso a ver al rubio, quien parece volvió a ser el mismo de siempre porque luce nervioso.

—Vaya manera de perder el tiempo —suspira el chico, deja dos bandejas sobre la mesa, una frente a su amigo y otra frente a él, antes de tomar asiento.

—Pero al final terminé demostrando que yo tenía la razón, así que valió la pena.

Me percató del mutismo por parte del rubio, obligándome a fijar mi atención en él, pero me topo con que ya me estaba viendo y su rostro se asemeja a un tomate.

¡¿Por qué está así?!

Aunque he de admitir que desprende un aura adorable, sobre todo cuando rehúye al verse atrapado.

¿Qué pasó con el chico que parecía no estar dispuesto a detenerse hasta ganar?

Ja, nadie puede conmigo.

—Esta es tuya —Sam me saca de mis pensamientos cuando coloca una bandeja para mí.

—No, no, no —niego al instante con las manos—. Nunca pedí nada, estás equivocado, debe ser de uno de los chicos.

—Pero Kerrick fue quien nos dijo que compremos —señala Amy, la cual se encuentra a lado de Nhoa.

Mi cuello gira de inmediato hacia el susodicho. Alzo mi ceja para demostrar mi duda, mas no recibo ninguna respuesta suya, puesto que continúa ignorándome y toda su atención recae en su comida.

Tan solo acepto lo que me trajeron porque sería muy maleducado decir que no.

Y ahí es cuando mi celular vibra por la llegada de un mensaje.

Kerrick: Tómalo como si fuera el premio por haberme ganado.

¿Ah?

Pero si ya lo había pedido desde un principio, antes de que se acercara y comenzáramos nuestra tonta batalla.

Ahora comprendo por qué los chicos querían salir ayer y pasar un rato recorriendo el centro comercial y perdiendo el tiempo en general, pues ahora el instituto es un caos total debido a que se están llevando a cabo las votaciones de la elección.

Fue una gran manera de despejar el estrés, me divertí recorriendo las tiendas sin motivo alguno, nada más para reírnos de la ropa. También estuvo bastante bien ir por esos helados, aunque terminé pagando otra vez porque me atrasé, mas fue mi idea e insistencia porque no querían aceptarlo.

Al final terminaría pagando por al menos uno de ellos, así que me daba lo mismo costear lo de los demás.

Como dije, el estrés se disipó con la salida que duró hasta tarde, sin embargo, justo ahora volvió y está asfixiándome sin detenimientos.

La última hora de clases fue suspendida para votar, por eso todos los estudiantes de cada paralelo se encuentran inundando los pasillos mientras esperan a que comiencen a llamarnos.

Estoy inquieto de una muy mala manera.

Hasta este día he podido mantener como un secreto que yo formo parte de una lista, pero es cuestión de minutos o quizás tan solo segundos para que mis compañeros lo descubran, y siendo sincero, no estoy preparado para ello.

Casi me he mentalizado que seguro me lanzarán esas miradas cargadas de cansancio al darse cuenta de que una vez más me favorecieron en algo que no nunca debió suceder.

¿Cómo explico que ni siquiera me importa el Consejo Estudiantil, que mis padres son los que hacen y deshacen conmigo como les plazca?

Lo más probable es que las peores reacciones serán las de quienes conforman la lista del curso. Su propio compañero está enfrentándose a ellos.

Y si bien, la mayor parte del tiempo, no tengo problema con enfrentar a los demás, hay momentos como este en los que mi debilidad se apodera de cada célula de mi cuerpo.

Por ello hablé con el maestro de turno y lo convencí de que me permitiera entrar primero porque debo volver rápido a casa, aunque la realidad es que solo voy a huir como un cobarde.

Pero no quiero que la felicidad conseguida ayer y hoy se vuelva a desvanecer como si de humo se tratara, no quiero que siempre haya algo o alguien que se encargue de volver mi vida un poco más miserable.

Ya estoy tan exhausto de ello.

—Blake Graham, adelante, por favor —llama el encargado, a lo que me apuro para entrar, ignorando a mis compañeros que no despegan su vista de mí.

Me siento frente a la pantalla e ingreso mis datos para registrarme.

Ya una vez listo, frente a mí hay seis imágenes que van de la A hasta la F, indicando las listas que se encuentran disputando el puesto. Pero el verdadero problema surge porque en la parte superior de cada imagen están los rostros del presidente y vicepresidente.

Suspiro agobiado antes de proseguir.

Aplastó sobre la tercera, la lista C, abriéndose un cuadro con todos los miembros y sus nombres, además de las tres principales propuestas. Abajo del todo está la opción para votar, así que la selecciono y ratifico mi decisión, dando de esta manera por culminada mi votación.

Llegó la hora de escapar de aquí.

Me despido del maestro y recojo mi maleta al salir del aula, evado cualquier pregunta de los chicos y les digo que debo apurarme porque mi padre me está esperando abajo, y sin dejarlos ni siquiera contestar, ya me encuentro casi casi corriendo para llegar al elevador.

Cuando ya estoy fuera de las instalaciones puedo exhalar con fuerza todo el aire que estaba conteniendo.

En este momento, está claro que ya lo saben.

A penas consigo un taxi y subo, saco el celular para responder el mensaje que llegó segundos antes de entrar a votar.

Kerrick: No lo sé, estoy muy emocionado porque por fin llegó el día que tanto había esperado, pero muy nervioso e inseguro de cuáles serán los resultados.

Blake: Tranquilo, estoy seguro de que nos irá muy bien y terminaremos ganando, no te preocupes tanto. ;)

Me siento algo hipócrita al escribirle esto, pues los resultados finales no me quitan el sueño como a él; si ganamos, será una molestia para mí que durará un par de semanas hasta que me retire; y si perdemos, un peso del que me libro sin tanto inconveniente.

Pero bueno, tampoco creo que haga mal en animarlo un poco.

Y dejando eso de lado, es momento para ocuparme del otro mensaje que he estado ignorando desde ayer.

Ethan: Hola, Blake. ¿Está todo bien? No has vuelto por acá desde hace tiempo.

Si supiera que hace tan solo seis días fui allá, pero terminé arrepintiéndome y opté por ir a disfrutar del torneo que se celebraba ese día.

Recordando lo que sucedió allí no puedo evitar sonreír, pues nunca esperé encontrarlo en ese lugar y en esa situación.

Blake: Hola. Sí, todo bien, solo que he estado con mil pendientes en estas semanas.

Blake: También quería hablar contigo, ¿te parece si mañana voy?

En segundos se conecta y comienza a escribirme de regreso, así que me quedo en el chat esperando su respuesta.

Ethan: Sí, por supuesto. Me alegra mucho que vengas, te espero mañana.

No creo que reaccionarías así si supieras por qué he decidido ir.

Nos encontramos en mitad de otoño y lo obvio sería que los días fríos se conviertan en lo frecuente, pero este sábado se ha pasado la época por donde no le da el sol y amaneció soleado a más no poder y, lo peor de todo, causa ese calor molesto que llega a picar.

Tranquilamente estuviera cómodo en casa, acostado, viendo alguna película y con el aire acondicionado a todo lo que se pueda, y tal vez acompañado de una buena taza de chocolate caliente.

Sin embargo, me hallo frente a la tienda de Ethan, a nada de entrar y estar frente a él después de una larga ausencia.

Prefiero hacerlo rápido y no alargarlo tanto, así que paso por el umbral y lo saludo cuando su atención recae en mí, sonriéndome y acercándose en un pestañear a mi posición.

—¡Blake! —me da un fuerte abrazo, en el cual aprovecha para deslizar su nariz por mi cuello como tanto le gusta—. He extrañado tenerte por acá —planta un efímero beso en mis labios que me toma por sorpresa.

Esto no será tan fácil.

—Ethan —con ayuda de mis manos empujo su pecho para alejarlo, lo que causa una expresión confundida en él—, solo vine porque quería dejar en claro nuestra extraña relación.

—¿A qué te refieres?

—Ya llevo un tiempo dándole vueltas a esta decisión, por lo que no salió de la nada —comienzo, pero noto su nerviosismo luego de escucharme decir la palabra decisión—. Decidí empezar con todo esto porque en su momento creí que tenías en claro los límites y la línea roja que nunca se debía cruzar —suspiro y pellizco mi brazo para abandonar el nerviosismo—. Seré sincero, no sé en qué momento sucedió, pero cruzaste esa línea de sin sentimientos y prefiero cortar con lo que sea que tengamos, no estoy para ofrecerle a alguien algo serio y mucho menos cuando ese alguien ya tiene una pareja.

Bien, ya está.

—No, no, espera —niega y coloca sus manos sobre mis hombros, buscando retenerme por si intento irme—. ¿Cómo que acabar con esto? No hay necesidad, ¿qué importa lo que siento? Eso no quita que ambos podemos ayudarnos a obtener lo que deseamos; si bien he llegado a sentir algo por ti, la satisfacción sexual de nuestra relación sigue siendo lo primordial para mí como para ti. ¿No debería eso ser lo único importante a considerar?

—Ethan —retrocedo un paso haciendo que sus manos caigan—, sabías muy bien desde un inicio y te lo repetí infinidad de veces para que después no haya inconvenientes como el que está transcurriendo ahora.

Ya me quiero ir de aquí.

Siempre lo dejé en claro, me da igual lo que obtenga de una relación de este tipo, eso no me va a impedir acabarla si es que en cualquier momento uno de los dos involucrados traspasan esa línea —acerco mi mano a su hombro y le doy un suave apretón, como si de una despedida se tratase—. Fue bueno mientras duró, considero que ambos supimos aprovechar muy bien ese tiempo, pero ya llegó la hora de ponerle fin, y es justo ahora. Adiós.

Me doy la vuelta y salgo del local con premura, pues soy consciente de que si le permito hablar, nunca conseguiría convencerlo de algo que no está dispuesto a abandonar.

Ni siquiera entiendo cómo me siento ahora que al fin le dije lo que me había guardado.

Quizás soy una pésima persona por no sentirme mal al dejarlo así.

Quizás el karma me hará pagar muy caro por cómo trato y uso a los demás.

Ya solo quedan cinco horas para que mi alarma suene, pero sigo despierto a pesar del sueño y de saber que, cuando despierte, luciré como una combinación extraña de un oso panda zombi, tendré unas ojeras gigantescas y la cara de muerto.

E incluso sabiendo aquello, sigo contestando las ocurrencias al rubio y defendiendo mis puntos de vista cuando difieren de los suyos.

A través de mensajes es muy fácil conversar con él, los temas son divertidos y nunca nos quedamos sin nada que decir, por lo que disfrutaría de seguir la cháchara hasta más no poder, sin embargo, no me puedo dar ese lujo porque debo madrugar.

Corrijo: Debemos madrugar.

Estamos a horas de que se revele la lista ganadora.

A raíz de ello es que comencé a chatear con Kerrick, pero cuando me di cuenta, ya nos encontrábamos discutiendo sobre cuál era el mejor sabor de helados y si la pizza con piña se debería considerar siquiera comida.

Las horas pasaron y aquí seguimos.

Bueno, él es el único que también se ha quedado despierto hasta tan tarde como yo, pues hace un rato estaba conversando de igual manera con Amy y Sam, no obstante, sospecho que el sueño logró tumbarlos.

Y así nos mantenemos hasta cerca de las cuatro de la madrugada, entre charlas de lo más absurdas como algunas más serias, cuando ambos llegamos a la conclusión de que debemos dormir al menos un poco, acordando finalmente que nos veremos en unas horas.

Suelto una pequeña risa al leer sus dos últimos mensajes.

Kerrick: Te diría que tengas un buen sueño, pero me es imposible deseárselo a alguien que odie a mi Todopoderosísima pizza con piña :)

Kerrick: Como sea, suerte descansando siete horas en tres ;))

Don comedia lo llaman.

Igualmente, Kerrick, que descanses.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top