Verte de nuevo
La comunicación no verbal es bastante extraña, aunque es más abundante que los elementos que componen el lenguaje convencional, pocas veces es captada por aquellos que no se abren a sus misterios; Las miradas, los roces, los suspiros, también pueden decir todo lo que se encierra en nuestra mente, muchas veces, solamente logramos ese nivel tan profundo de entendimiento, con los más cercanos a nuestra alma, con los que compaginamos nuestros corazones, entregando mucho más que las caricias que se regalan con las manos.
A veces, no es necesario hablar, sólo se requiere sentir, dejar fluir, para comprobar el lazo que nos une, sobre todo con aquellos que amamos, y así le ocurría a Dégel en compañía de Kardia, sus diálogos esa tarde se fundamentaban en ardientes besos, y el aroma de los girasoles amarillos que adornaban la habitación del griego, sumergiéndolos en algún tipo de fantasía surrealista, parecida a los cuadros de Van Gogh, las palmas de sus manos se acoplaban a la perfección, como si se guiaran solas a las curvas y valles del cuerpo de su ser amado.
Gracias al chico Antares, el joven francés se estaba convirtiendo en un experto en las artes de la intimidad, con cada orgasmo, se sumaban a sus aprendizajes, valiosos momentos al lado de aquel que más quería, su voz... le transmitía la más intensa de las pasiones, que lo llevaban más allá de las nubes, y con un nuevo gemido proveniente de su corazón, se entregaba nuevamente a él, cubiertos por aquellas sábanas de seda azules.
Kardia atrajo a Dégel hacia su regazo, para poder abrazarlo y así tenerlo más cerca de él y de su desnudez, en la complicidad del momento, se regocijó al reconocerse a sí mismo, que aquella situación era la más bella, ni siquiera existía alguna relación anterior a esa que se le comparara, y recordó cuando lo vio en la sala de espera del Hospital Santuario, su belleza atrayente y extranjera lo atrapó desde el primer instante, ahora no deseaba escapar de esas hermosas redes del cariño, la admiración y la lujuria, incluso charlar con el peliverde era una experiencia maravillosa, interesante como ninguna.
-Dime Dégel, ¿qué se siente ser tan perfecto?
-No lo soy Kardia.
-Claro que lo eres, y hay algo que siempre he querido preguntarte, ¿puedo?
-Adelante.
-En realidad es algo muy tonto, sin embargo, siempre me atrajo de ti, el que uses guantes, ¿por qué?
-¿Por qué te atrae?, ¿o por qué los uso?
-Lo segundo por favor.
-La etiqueta nunca pasa de moda, me criaron para ser un caballero, en vestimenta, código moral, y modales, además, es extraño, pero siempre siento que mis manos están demasiado frías, si no las cubro podrían bajar bruscamente de temperatura.
-No puede ser... con cada palabra que sale de tus labios te vuelves más sensual, yo soy soy algo más libre, así que no me importa que me domines...
-Me parece que en ese aspecto, es al revés...
Les hubiera resultado muy fácil continuar toda la tarde, lo cual era el plan original, debido a que Kardia acababa de terminar un proyecto para el Instituto de Ciencias Biológicas de Atenas, y estaban en modo de celebración, pero de repente, como un rayo, un impulso, un golpe seco a la conciencia, les indicó de un modo nada agradable, incluso un poco siniestro, que algo no andaba bien, ninguno de los dos creía en algo más que los cinco sentidos, sin embargo, en este caso, la intuición que para algunos fungía como el sexto, les estaba avisando algo, los besos cariñosos cesaron, reemplazados por profundas miradas que intercambiaban sus temores, y finalmente la confirmación de sus sospechas se concretó, cuando ambos, en busca de un deseo irracional de información, tomaron por inercia sus teléfonos celulares, y en las redes sociales, se bombardearon de notas periodísticas, que avisaban lo ocurrido una hora antes en la cafetería Rodorio, los ojos amatistas de Dégel se llenaron de lágrimas al instante, mientras dirigía su vista al vacío, ¡no podía creerlo!, Camus... otra vez su hermano pequeño, su petit, y sin poder evitarlo, junto con el llanto, unos cristales de hielo congelaron parte de la ropa de cama.
Kardia, al ver la reacción de su pareja, se sorprendió, pero no se asustó, porque algo dentro de él también despertó de repente, lo tomó suavemente de los hombros, parecía que tenían algo urgente que hacer, y como pudo se intentó contactar con los amigos de Milo, para saber a dónde se tenían que dirigir, ayudó a Dégel a serenarse, y cuando la pareja estuvo vestida, corrieron al auto deportivo rojo del griego, en todo el trayecto no hablaron, y como único modo para transmitirle tranquilidad, y todo el amor que le tenía, le acariciaba el cabello, las mejillas, y cuando el volante se lo permitía, le regalaba castos besos en el dorso de sus manos, cubiertas nuevamente por sus guantes blancos.
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Milo nunca tuvo tanto miedo en su vida, el hombre que más amaba estaba en un peligro terrible y no había podido hacer nada para evitarlo, sentía que lo que corría por sus venas no era sangre, ni fuego incluso, parecía mas bien un flujo de lava volcánica a punto de estallar en un grito desgarrado por el dolor, intentaba con todas sus fuerzas mantener su cabeza fría, pero no le era fácil conseguirlo, sobre todo cuando estacionó su motocicleta en la avenida asfáltica, rodeaba por frondosos árboles de roble, que bloqueaban parcialmente los rayos de la tarde que anunciaba su próxima muerte ante la oscuridad de la noche, las luces apagadas e impersonales del semáforo le dieron la bienvenida, los rostros serios de todos sus amigos y de la policía le confirmaron sus sospechas, Aioria recargado en el hombro de su hermano, le dio una imgen de derrota anticipada, quiso animarlo, pero la verdad es que se sentía igual, con la diferencia de que él estaba más que dispuesto a arrancarles a Camus a esos malditos criminales, se quitó el casco negro, y lo aseguró en su motocicleta, todo el cuerpo se le erizó en una horrible sensación de deja vu, y con cautela se acercó hasta su amigo leonino.
-Aioria...
-Milo... ¿qué vamos a hacer?, Aldebarán y las patrullas policíacas los perdieron de vista en este punto, ya no sabemos en dónde están.
-No lo sé, sin embargo, lo haremos juntos, los salvaremos...
-Quiero creer que los volveremos a ver...
Se fundieron en un fraternal abrazo para darse apoyo mutuamente, entre amigos, las cosas ya no parecían tan difíciles, Dohko y Shion observaban las cosas alejados, se miraban cómplices, sabiendo de ante mano, que tendría que revelar por fin el gran secreto que los mantuvo juntos pero en incógnito, al velar por el bien de sus protegidos, porque rescatar a Marín y a Camus, no sería posible, si sus caballeros, no despertaban su séptimo sentido, aunque sea por diez segundos, rogaban por el perdón de su Diosa, sin embargo sabían, que aunque ella no se encontrara presente, les daba su bendición, y confiaba en su capacidad, con cautela, llamaron a cada uno de los presentes, y para sorpresa de Milo, llegó un invitado más que no esperaba, era aquel sujeto que reconoció en la fotografía que provocó su pelea con su Cam, y sin poder evitarlo, lo miró con un profundo desprecio, no le era fácil dejar de sentir celos.
Saga asistió al enterarse por Hyoga que su maestro fue secuestrado, todos los alumnos del Instituto Saint estaban enterados, las noticias volaron más rápido que un alcón a punto de cazar a su presa, su hermano lloraba y deseaba salvarlo con sus propias manos, sin embargo, el mayor sabía que eso no le era posible, porque todavía no poseía ni la madurez, ni el poder (empresarial) para lograr algo así, al comunicarse con Aioros, se enteró de la ubicación del operativo, y salió de su casa, prometiendo por lo más sagrado a su pequeño cisne, que el profesor que tanto admiraba estaría bien, además de su deseo oculto de servir de algo para Camus, que sin desearlo, seguía muy dentro de su mente.
La tensión entre ambos peliazules se podía palpar en el aire, Milo estuvo a punto de reclamarle a Saga por besar a su hermoso aquamarina, pero el firme agarre de Kardia en su antebrazo lo detuvo, su hermano mayor y el de Camus también estaban presentes, el segundo con un pesar igual de intenso que el suyo. Dohko y Shion sabían que ese era el momento, el antiguo patriarca, con un tono de voz alto, y sin réplicas a su autoridad, les solicitó tomarse de las manos, para los más rebeldes, eso les parecía una pérdida de tiempo, Milo se sentía estúpido, ahí sin hacer nada, sin saber qué cosas horribles le estarían ocurriendo a su novio y a la chica de su amigo, estaba desesperado.
-Atención caballeros, en un momento se les abrirá un portal sensorial, que integrará en sus mentes unas escenas que les pueden parecer confusas, sin embargo son parte de su pasado, de una vida que ya no existe en el tiempo real, pero que estuvo ahí, sus almas han viajado hasta la modernidad con el favor de nuestra Diosa Atena, su séptimo sentido sigue dentro de ustedes, los sellos que se pusieron se romperán, por un momento, cuando su alma esté decidida, les será posible realizar un único ataque, ¡despierten!
De pronto, un brillo dorado cubrió a Mu, Aldebarán, Saga, Ángelo, Aioria, Shaka, Milo, Aioros, Shura, Afrodita, Dégel y Kardia, todos mantenían sus ojos cerrados sin saber por qué, sólo eran conscientes del calor que emanaba de su interior, y en la mente de cada uno, pasaron escenas de todas las guerras santas, sus combates, sus habilidades perdidas, las armaduras doradas que les hablaban a través del cosmos, se marearon un poco, la información era mucha e inexacta, la experiencia fue tan abrumadora, que al terminar, varios cayeron casi desmayados al suelo, y ahora lo comprendían, esa nueva forma de vivir, fue un regalo, y no deseaban desperdiciarlo, la orden de Dohko para actuar no pudo esperar.
-¡Ahora lo saben!, solamente podrán usar su cosmos una vez, su misión es desarticular a esta organización criminal, rescatar a sus compañeros, y regresar con vida..., los líderes en esta acción serán Aioria, y Milo.
Ambos amigos se miraron con determinación, ya no se sentían tan indefensos, y el primer paso era localizar a sus parejas, y fijaron la vista en Mu y Shaka, quienes estuvieron dispuestos a usar sus habilidades psíquicas para encontrar a Marín y Camus, el rubio y el pelilila se sentaron en posición de flor de loto, sin importar que estuvieran en plena calle, ya que nadie ajeno a ellos se encontraba ahí, ya que Shion con el resto de su cosmos alejó a todas las personas normales, manteniendo con todas sus fuerzas una ilusión, en la que el tiempo no estaba pasando.
-¡Om!
El ken de Shaka abrió un portal mental para él y para Mu, que detectaron unas coordenadas entre las ruinas griegas, donde antiguamente protegían las doce casas en el Santuario, los dos hombres de cabello largo, tuvieron que dejar que sus manos abandonaran la posición inicial, para unirlas y así incrementar sus esfuerzos, gracias a ello, el pelilila fue capaz de ubicar perfectamente el lugar donde tenían a los secuestrados, el brillo dorado que había entre los dos se extinguió, el aire que hacía volar un poco sus largas cabelleras también cesó, se levantaron del piso, y los ojos verdes de Mu evocaban una gran seriedad, que se combinó con sus palabras.
-Los hemos visto, se encuentran en el antiguo coliseo, los tienen desmayados, amarrados y de espaldas, aún no les ocurre nada, había unas diez camionetas negras alrededor, de casi una centena de hombres armados junto a ellos, no es sencillo, nos superan en número.
-Mu y yo ya hemos usado nuestros cosmos una vez, ya no les seremos de utilidad si vamos, depende de ustedes.
El resto de los hombres se miraron con asombro ante la aseveración de Shaka, las cosas eran más reales que nunca, debían elegir con mucho cuidado el momento de usar sus ataques, y ser muy inteligentes para vencer, Aioria y Milo estaban determinados, así que organizaron a sus compañeros con las posibles contingencias que tuvieran que atravesar, ya contaban con dos menos, además de que Dohko y Shion no podrían participar, al tener menos cosmo que el de sus pupilos, puesto que ellos llevaban toda esa vida con sus recuerdos intactos, sus habilidades se desvanecieron poco a poco.
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Las estrellas se encontraban imponentes en el firmamento, formando maravillosas constelaciones que les daban increíbles historias que narrar a las civilizaciones antiguas, guías de muerte, pero también de vida para los que se dedicaron a darles un sentido, un estudio y un valor, la luna radiante las acompañaba, como muda cómplice de lo que acontecía en ese coliseo.
El aquamarina sentía su nariz y labios arder, el cuerpo le pesaba, las articulaciones le dolían como nunca, y al querer tocar su cara no pudo hacerlo, las tenía amarradas por la espalda, y su propio pecho estaba muy bien sujeto a un pilar de la antigua construcción, quiso hablar, pero tenía seca la garganta, trató de recordar lo que le ocurrió y con mucha dificultad logró armar el rompecabezas, no le importaba mucho estar ahí, no tenía miedo, lo que lo tenía con el alma hecha pedazos era que no volviera a ver a Milo, no estaba seguro si viviría o moriría, un triste melodía, como el más melancólico de los réquiem, no dejaba de torturarlo, al imaginar que el más puro e intenso amor que sentía se perdiera en ese instante, por culpa de un descuido, o de gente sin escrúpulos, que no valían la pena, si tan sólo le hubiera dicho una vez más todo lo que sentía por él, y estar juntos de nuevo.
Cuando alzó su vista por un momento, para dejar fluir las lágrimas que ya se estaban acumulando en sus párpados, identificó a Marín, a dos pilares de distancia, en la misma posición que él, sólo que ella no despertaba todavía, ese detalle no se lo esperaba, pero era lógico que también se la llevaran, ya que fue la primera en ser atacada, y el blanco inicial de ese tipo asqueroso, se tranquilizó un poco al ver que tampoco le habían hecho nada, pero eso no sería así por mucho tiempo, recapituló sus oportunidades, el coliseo estaba custodiado por muchos criminales, iluminado por antorchas, la luz era suficiente, pero ellos dos contra todos no conseguirían nada, su opción era escapar y pedir ayuda, sacudió su cabeza para que sus lágrimas se fueran, y con su notable intelecto, notó que sus cuerdas no estaban muy bien amarradas, quizá debería esperar a ver algún movimiento del enemigo, o esperar a que se durmiera, para intentar llegar con su amiga pelirroja.
En su corazón con mucha valentía, se prometió a si mismo ser fuerte, y salir de ahí con vida, con el firme pacto entre su escorpión y él, lo llamó en sus pensamientos, lo evocó con toda la fortaleza de su espíritu: "Milo, amor mío, prometo verte de nuevo, Milo, Milo, ¡Milo!". Tenía la esperanza de que sus clamores llegaran a su amado, por una fuerza mágica, o sobrenatural, de algún modo sentía que si le escucharía, sus almas estaban unidas por un único lazo, fortalecido por todas sus noches de entrega.
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El médico griego, se sobresaltó desde su punto de vigilancia entre el bosque que rodeaba a las ruinas del antiguo Santuario de Atena, sintió, sin lugar a dudas, que su Cammie estaba llamándolo, era algo que no podía explicar con palabras, pero estaba ahí, invisible pero real como el oxígeno que respiraban en sus pulmones, con Aioria a su lado, estaban esperando a que los movimientos dentro del coliseo cesaran, para poder atacar por sorpresa, conforme avanzaba la noche, todo su equipo se fue acercando a las inmediaciones del edificio con mucha cautela, en un primer instante se encontraron con unos veinte hombres que custodiaban las entradas, necesitaban deshacerse de ellos sin que armaran un escándalo, por lo que el encargado de sacarlos de la jugada sería Afrodita.
-Vayan... libres y orgullosas, ¡rosas demoniacas reales!
Las rosas de Afrodita rodearon a todos los guardias de los accesos, que siendo humanos comunes y corrientes, sucumbieron al instante al veneno de las flores, quedando sus cuerpos llenos de las mismas, con una muerte dolorosa y silenciosa encima de ellos, el bello enfermero sonrió con malicia, y con un guiño coqueto, se dio media vuelta.
-Listo Mili, Aio, vayan por los amores de su vida, los esperaré aquí, cuando regresen con la victoria en sus manos.
-Gracias Dita, el gato y yo regresaremos con ellos, lo prometo.
-Lo sé Milo, cuídense, a mi... ya no me quedan más rosas.
Las sonrisas de todos quisieron destensar un poco el ambiente, la verdad era que si estaban expectantes, con algo de miedo, pero eso no los doblegaría ni en un millón de años, gracias a la acción de Dita, se adentraron hasta quedar escondidos entre las gradas que daban a la arena del recinto, ¡ahí habían muchos más delincuentes!, ahora no podrían hacer las cosas en incógnito, la pelea era inevitable, pero antes de decidirse a atacar, Aioros y Shura fueron los encargados de encontrar a Camus y a Marín, con mucho cuidado, se arrastraron por las gradas, hasta verlos amarrados, lamentablemente, cada uno estaba custodiado por cinco tipos cada uno, se sonrieron con complicidad, eso no sería nada para ellos, pero les avisaron a los demás con una seña, que debían prepararse para la oleada de disparos que se avecinaba, el resto asintió con la cabeza a lo lejos, sus cosmos estaban preparados.
El arquero, y el español heredero de la espada sagrada, se pararon atrás de los captores de sus amigos, y como era de esperarse, estos se les lanzaron encima, pero antes de que llegaran hasta ellos, el aura dorada de sus manos se acrecentó, y con la mayor determinación del mundo, volvieron a desatar sus habilidades, tal y como lo hicieron en su vida pasada.
-¡Trueno atómico!
-¡Excalibur!
El estruendo resultante atrajo la atención de todos, porque los que quisieron atacar a Aioros y Shura, fueron muertos en el instante, los dos implicados huyeron, conscientes de que esa fue su única oportunidad, y ya no eran más de utilidad, salieron golpeando, y escabulléndose de la organización criminal, estaban seguros como Afrodita, de que sus camaradas saldrían bien de ese sitio.
Producto de toda la confusión, Marín despertó de golpe, desorientada, Camus aprovechó la oportunidad, ya que él vio lo que su compañero profesor y su novio hicieron, y cuando nadie estuvo cerca de él, se desató y se aproximó con mucha velocidad hasta Marín para tratar de desatarla a ella, así por lo menos podrían escapar juntos, su espíritu estaba encendido, y el aire frío a su alrededor estaba apareciendo de nuevo, con la única desventaja de ignorar su vida pasada, a comparación de los demás.
Los disparos no se hicieron esperar, pero fueron detenidos por el gran cuerno de Aldebarán, y mandados a otra dimensión gracias a Saga, que desarmó a todos los sujetos, pero estos, aunque sin protección, representaban una grande amenaza, aún tenían que ser enfrentados, pero Ángelo, o mejor dicho Death Mask, tuvo una idea mejor, al mandarlos al Yomotsu, con sus ondas infernales, mientras soltaba una macabra carcajada, era bueno recordar el pasado.
Con los ataques combinados de tres de los grandes caballeros dorados del pasado, la organización criminal se vio superada, y solamente quedaron en pie nueve de ellos, la victoria estaba casi asegurada, sin embargo, Dócrates, era uno de los que aún se conservaban dispuestos a tomar venganza, se abalanzó con su enorme cuerpo, encima de Marín y Camus, que ya estaban juntos, los tomó a los dos, con ayuda de uno de sus hombres, amenazándolos con dos pequeñas pistolas que Saga no logró localizar y desaparecer.
Otros tantos, aldederor de quince, los últimos del ejército que estuvo a servicio de Dócrates, se aproximó a Kardia, Dégel, Milo y Aioria, con la intención de masacrarlos a golpes, lo cual nunca ocurrió, Aioria se interpuso entre ellos y con los volvios de electricidad fluyendo libres por su cuerpo, alzó su brazo, orgulloso de mostrar su furia.
-¡No avanzarán más!, ¡hasta aquí llegó su vida miserables!, ¡escuchen el rugido del león! ¡plasma relámpago!
Los cuerpos de los enemigos se hicieron pedazos, y no quedó rastro alguno de ellos, el secuaz que tenía acorralada a Marín, se acalambró por el miedo al ver a los demás morir de esa manera frente a sus ojos, lo que permitió a Marín liberarse de este, con golpes y patadas, aunque sin poder arrancarle la pistola de las manos, por lo cual el sujeto le siguió apuntando con la misma, Kardia y Dégel al notar que la chica pelirroja no despertaría su cosmos al ser una guerrera de plata, corrieron a auxiliarla, el peliazul lo sujetó sin piedad, sus ojos se volvieron rojos al pronunciar la sentencia de aquel tipo.
-Con que intentando aprovecharte de una mujer... gusano despreciable, mira bien a quien acabará con tu asquerosa existencia... aguja escarlata...
Kardia no tuvo que invocar a Antares, ni siquiera gritar su ataque, el pobre e inepto criminal sucumbió antes de que todos se dieran cuenta al veneno del escorpión, dejando a Dégel con el polvo de diamantes sin usar, Milo y Camus se miraron anhelantes, ya faltaba muy poco para que esa pesadilla terminara, solamente les quedaba uno más que eliminar, el amor se desbordaba con cada una de sus preocupaciones, Marín igual estaba impaciente por abrazar a su novio, no entendía nada de lo que le pasaba y estaba a punto de reunirse con Aioria, pero la voz de Dócrates la paralizó.
-Ni se te ocurra moverte amazona..., ¿creen que son los únicos aquí que son capaces de usar el cosmos?, acabaron con mis soldados renegados porque eran unos donadie, y también sé que no tengo oportunidad en contra de dos caballeros dorados que podrán usar sus ataques conmigo una vez más, pero déjenme decirles que aquí tengo a uno que Shion no pudo prevenir, si se acercan más, mataré al caballero de Acuario, que no sabe usar sus poderes.
Los rayos eléctricos amenazaron a Camus, y es que el que lo tenía cautivo tenía razón, él al igual que Marín no tenían idea de lo que estaba ocurriendo, no sabían que en sus vidas pasadas estuvieron al servicio de Atena, y por ende sus habilidades estaban bloqueadas, fue entonces que su vida pasó frente a sus ojos, ese era el fin, sin poder hacer más, le gritó a Milo que lo amaba, que no importaba lo que ocurriera con él, que debía escapar y ser feliz nuevamente, a lo que Milo, con los ojos llorosos se negó, la rabia y el dolor lo estaban confundiendo, y en un impulso, usó su velocidad de la luz, para interponerse y separar a Camus del ataque de Dócrates, lo malo de eso, es que ahí se desvaneció su única oportunidad de usar su cosmos, ya no podría defenderse con su aguja escarlata, fue entonces que el golpe del criminal, traspasó el pecho de Milo, provocando que cayera al suelo, con una hemorragia que lo estaba desangrando.
Camus recibió el cuerpo malherido de su amado Doctor, con las lágrimas fluyendo de los ojos de ambos, su Milo, su bicho, su escorpión, le había salvado nuevamente la vida, pero esta vez ya no existía la posibilidad de retorno, los latidos de Milo se estaban apagando poco a poco, mientras el aquamarina se deshacía de dolor, Dégel, interceptó a Dócrates, que intentaba irse, el peliverde juntó las palmas de sus manos, y elevó sus brazos al cielo.
-¡No, no escaparás!, muere bajo el cero absoluto, ¡Ejecución de Aurora!
Con el ataque de Dégel, todos los enemigos quedaron liquidados, pero Milo estaba perdiendo la batalla, después de defender a Camus, se convirtió en un hombre común, que estaba resintiendo en su corazón la herida mortal, un fino hilo de sangre escurría de sus labios, y el chico francés, lloraba con su frente pegada a la de su amor griego, rogándole con desesperación, la situación era de un dolor insoportable.
-Milo, no te vayas amor..., no me dejes, por favor, resiste, ¡Milo, Milo!
-Cammie, no llores..., nunca te dejaré... amor...
Las frases se detuvieron en la boca del peliazul, la vida se le estaba escapando de las manos, y de pronto, una luz cegadora no lo dejó ver más a Camus, se encontró a si mismo en un ambiente donde no existía el tiempo ni el espacio, de hecho no era capaz de determinar si se encontraba en un lugar real, todo se veía blanco a sus ojos, caminó unos pasos, para toparse a una figura femenina que él conocía muy bien, ataviada con un pulcro vestido en un tono marfil, y una sonrisa cálida y perfecta, que le extendía los brazos invitándolo a reunirse con ella, ya no estaba en la realidad, porque nunca pensó en que podría volver a mirar sus radiantes ojos, o que sería capaz de estrecharla entre sus brazos con desesperación, como lo estaba haciendo por un impulso que no pudo contener, su aroma era igual, la textura de su piel suave como siempre, el corazón se le estrujó, y con la voz quebrada por fin pudo expresarle todo lo que estaba callando.
-Shoko... ¿eres tú?, Shoko...
-Milo, es bueno verte de nuevo.
Continuará...
Comentarios: Hola a todos y todas, es un gusto compartir con ustedes otra vez, ay esta parte... ya sé y me imagino los comentarios que voy a recibir por esto, jejeje no les quiero adelantar nada, sólo que les prometo que este fic tendrá un final feliz, se los aseguro, no teman por lo que ocurrió, Milo y Camus estarán bien, solamente esperen la próxima actualización, y no se asusten va, mucho cariño para ustedes, voten y comenten que es gratis, y hacen feliz a esta humilde escritora.
Nos leemos pronto, Yare.
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