Espérame, mon amour
La tenue oscuridad de la habitación estaba cediendo ante los primeros rayos del sol, el aire dentro de la misma seguía destilando pasión y entrega, los amantes volvieron a fundirse en un abrazo profundo durante la madrugada, esta vez con calma, disfrutando cada segundo, hasta que un nuevo orgasmo los cubrió, dejándolos exhaustos producto de tanto cariño que tenían contenido en sus cuerpos y almas.
Tranquilidad... el relajante sonido continuo de las manecillas del reloj que colgaba de la pared hacía eco en sus oídos, el primero en despertar fue Camus, tomó su teléfono móvil corroborando que el mensaje que le mandó a su hermano a media noche le hubiera llegado, leyó rápidamente la respuesta y se relajó al comprovar que Dégel también estuviera bien, se acostó otra vez y la escena frente a él no podía ser más tierna, Milo estaba boca abajo, con la sábana cubriéndole únicamente hasta la cintura, dejando a la vista la fuerte espalda del griego, cada músculo parecía tallado en piedra en esa tersa y bronceada piel, pero el rostro, esa expresión de calma se llevaba todo el mérito, tan apacible, con el sueño reinando en esos cansados párpados, la respiración rítmica que le indicaba que todo estaba bien, ahora mismo, las cosas estaban en su lugar, y agradecía tanto a su Diosa Atena por eso.
Qué diferente era esto a sus relaciones pasadas, o mejor dicho, su intento de entablar algún tipo de contacto con alguien, hacía mucho que no enfocaba su energía en eso, no desde que... Saga... por azares del destino, lo conoció en el cumpleaños de su alumno preferido Hyoga, él tenía dos hermanos mayores gemelos, que no se parecían en nada al pequeño rubio, pero eran unas copias exactas entre si, Saga Gemini... ese nombre resurgió de su memoria, el hombre que le quitó su virginidad, y que sin embargo, no logró despertarle ningún sentimiento especial, en serio que existía un abismo entre uno y otro, con Milo no había explicaciones coherentes, su conexión fue instantánea, con Saga las cosas le salieron forzadas, y ahora que lo pensaba mejor, le debía una disculpa, jamás le explicó claramente que no sentía lo mismo,ya era momento de remediar sus equivocaciones del pasado, si su amado Doctor hacia lo propio al intentar superar el duelo por su novia fallecida.
Decidió no enfocarse en ello por el momento, ese amanecer era el primero de muchos al lado de su médico preferido, y quería aprovecharlo, porque en muchos días no estaría con él, se vistió con la ropa que Milo le prestó la noche anterior, y fue directo a la cocina, buscó en la nevera, y en todos los estantes, tenía los suficientes ingredientes para preparar un desayuno inglés a su querido bicho, Camus también era un experto cocinero, porque Dégel y él tuvieron que ser independientes desde muy tierna edad, además de tener gustos muy selectivos, tenía la seguridad de que al que descansaba en la cama, testigo de su amor, le encantaría.Cuando terminó todo, tomó una bandeja y regresó al cuarto.
Milo seguía durmiendo, pero esta vez boca arriba, y la tela apenas le cubría su intimidad, cierto, no recordaba que el peliazul durmió completamente desnudo, ese hombre le provocaría un severo sangrado en la nariz si seguía provocándolo de esa manera, lo cubrió más y le dio un tierno beso en los labios.
-Milo, despierta, ya es de día.
-¿Mmmmm?, que sueño tan hermoso..., son las 7 de la mañana, es temprano.
-No juegues, levántate, te traje algo de comer.
El que seguía recostado abrió más los ojos, sonriendo de una manera abierta y alegre, atrayendo el cuerpo de Camus hasta su pecho, le besó las mejillas, la sensible piel de su cuello, tocando por debajo de la tela, la espalda baja de su querido francés.
-¿Asaltaste mi cocina?, gracias Cammie, pero yo preferiría desayunarme otra cosita...
-Ya lo hicimos dos veces, ¿tomaste un afrodisíaco, o qué?
-¡Ay! me ofendes, yo no necesito tomar nada, la verdad es que siempre soy así, ¿te molesta?, me gusta hacer el amor todos los días...
-Ya deja de ponerme nervioso y come, es una orden.
-Me encantas, así tan frío, no me importa, sé que lo disfrutas tanto como yo, y por cierto, adoro cómo se te ve mi ropa, deberías usarla más seguido.
En respuesta, Camus le introdujo en la boca un trozo de pan tostado con miel, por supuesto que a él también le encantaba, pero no quería dejarse seducir, o no saldría jamás de ese departamento, y tenía muchas cosas que hacer para preparar su viaje a Francia, quizá le tomaría todo el día y parte de la noche, por lo que debía resistirse a cualquier costo.
-Está delicioso, otra virtud que agregar a tu perfecto currículum, me controlaré, lo prometo, gracias.
-Fue un placer.
-Para mi también...
-Milo...
-Ya, se me salió discúlpame, te extrañaré, ¿me dejarás despedirte mañana en el aeropuerto?
-Claro, me gustaría mucho que fueras, ¿no interfiere con tu guardia en el hospital?
-No, me queda bien, quiero darte un beso para que me recuerdes, y no le hagas caso a ningún francés que quiera seducirte y retenerte allá.
-Eso no pasará.. espérame, a mi regreso.
-Siempre lo haré... después de esto, te llevaré a tu casa, no es opcional, quiero asegurarme de que llegues con bien, y después pensaré en ti todo el día.
-Tal vez yo también lo haga...
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La noticia de que un valiente profesor salvó a una de sus compañeras, de un inminente abuso sexual, corrió por las calles de Atenas como pólvora, todos los medios impresos y digitales ovacionaban su heroica acción, y es que desde hacía tiempo la hermosa ciudad se había envuelto en un siniestro centro de operaciones de un violador en serie, que aparentemente tenía ayuda para lograr sus siniestros cometidos, en los últimos tres años, al menos una veintena de mujeres reportaron a un sujeto con las características que describió Marín en su denuncia a la policía, los ciudadanos circulaban con más miedo que nunca, Aioria cuidaba a su novia con mayor razón, ella era alguien insustituible, no soportaría perderla.
El sujeto, llamado Dócrates, cada vez que cometía un crimen de tan despreciable calaña, desaparecía del mapa, como si se esfumara de la faz de la tierra, se escondía como el gusano que era, sólo que esta vez, se retiró como una bestia herida y resentida, con odio hacia quien había frustrado sus planes, lo recordaba perfectamente, con esa apariencia de "intelectual inepto", y ese cabello de tan singular color, lo odiaba, ya tenía muy trabajada la rutina de esa pelirroja, y nada le hubiera salido mal si no fuera por ese idiota, lo aborrecía tanto como a aquel imbécil peliazul que defendió a otra chica que estaba en su mira, y para el colmo esa mujer se murió antes de poder disfrutarla, ¡a quién quería asesinar era a su ridículo novio!, esas cuentas pendientes, se arreglarían, por el momento, gracias a la prensa, ya tenía localizado a uno, podría vigilarlo, y armar un nuevo plan para cobrar venganza, ojalá tuviera la suerte para ubicar al otro, tampoco se le podía ir de las manos, tarde o temprano lo encontraría, y acabaría de igual forma con él.
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Ignorantes a cualquier peligro, Camus y Milo siguieron con sus actividades planeadas para ese día, separados muy a su pesar, pero con el pensamiento acompañando a su alma gemela, se mandaban mensajes de texto cada que podían, Death Mask bromeó con su amigo diciéndole que parecía adolescente enamorada, Afrodita lloraba de la alegría, Shaka felicitó con una palmada en su hombro al griego, y Aioria le dio un enorme abrazo con vuelta incluída, no podía evitar ser cariñoso, así era su naturaleza, incluso Dohko le regaló una sonrisa pícara, y le comentó que en este mundo, nadie puede vivir sin la sabiduría del amor, Milo les agradecía a todos, la luz de la esperanza estaba iluminando su gris caminar por el mundo.
Sin embargo, las últimas líneas que leyó de su amada Shoko, ahí en el cementerio, hincado y derrotado sobre su fría tumba, le estaban taladreando la mente, ¿cómo era posible que Marín tuviera el diario de su linda niña?, era cierto que ella estudiaba en el mismo Instituto donde su hermoso Camus y la novia de su amigo daban clases, pero no sabía que había tratado con más familiaridad a sus profesores, aunque a estas alturas, ya no creía que hubieran cosas imposibles, alguna vez escuchó que "no existen las coincidencias, sólo lo inevitable", su novia, porque todavía le dolía hasta lo más profundo llamarla ex novia, siempre le habló de situaciones que podía predecir, y esas insinuaciones que lo llevaron a Camus, no las ignoraría jamás, tenía que tener ese diario, para entender mejor su vida, repararla, ¡reconstruirla!
Aunque el temor crecía en su interior, determinó hablar de eso con el leonino al momento de su hora de descanso para comer en la cafetería del hospital, era el momento perfecto, Dita y Ángelo saldrían en una cita rápida, Shaka casi nunca comía con ellos porque llevaba sus propios alimentos veganos, y prefería consumirlos de bocado en bocado, cada ciertas horas en su consultorio, Dohko saldría del hospital con su pareja, de quien jamás quiso revelar su identidad.
Resignado, intrigado, pero decidido, pasó por Aioria a su consultorio, esta vez si llamó a la puerta, no quería repetir el incidente anterior, afortunadamente no lo encontró a medio vestir como la vez pasada, estaba dándole unos expedientes a la mano derecha de Afrodita, Shun, en un tono amable, ambos le dijeron al chico peliverde de mirada inocente que podía irse.
-Gato, ¿no te parece que Afrodita le exige demasiado a ese chico?, no sé cómo puede gritarle, es la bondad en persona.
-Yo tampoco sé bicho, concuerdo en que es un enfermero con una calidez increíble, ¿pero no te acuerdas?, Dohko era igual con nosotros en la facultad, quería que fuéramos los mejores y lo logró.
-Jamás olvidaría eso, aunque fue tan divertido cuando le dijo a Shaka que era un idiota por llegar tarde una vez, ¿alguien regañando a la reencarnación de Buda?, eso no se ve a menudo.
Los médicos seguían con sus recuerdos felices, con sus risas, fortaleciendo ese lazo de amistad que los hacía más que mejores amigos, como los hermanos que eligieron a pesar de no poseer la misma sangre, al llegar a su destino, se sentaron en su mesa favorita, al lado de una ventana que les daba una visión magnífica de la avenida y el parque cercano, las blancas paredes y el mobiliario sencillo pero práctico, eran parte de su segundo hogar, encargaron sus alimentos cortésmente a Miho, la encargada de la cafetería, y se dispusieron a seguir platicando.
-Aioria, ¿puedo pedirte un favor?
-¿Qué?, vas a hacer que escupa mi refresco, casi nunca me llamas por mi nombre, no es que me moleste, pero las pocas veces que me has dicho Aioria has estado gravemente enfermo... o triste...
-Tal vez sea lo segundo, quiero confiarte algo, hace poco abrí un regalo que Shoko me dio antes de su muerte, siento que me a estado dando señales, para que me dirija a Camus, en ese sentido estoy feliz, pero no me siento conforme, debo saber más sobre esto.
-Milo, no te estoy entendiendo.
-Ten, lee esto por favor, es su última tarjeta, ahí dice que la profesora Marín tiene su diario, no es ni su hermana, o sus papás, es tu novia.
-Ya veo, si, ¿a qué otra Marín conocemos?
-Shoko tenía visiones sobre el futuro... algunas se cumplían, otras no, y poco antes de que se fuera, me dijo que su color favorito era el aquamarina...
-Como el color del cabello de Camus... quizá después deberíamos hablar con Shaka, él sabe más que nosotros de asuntos que escapan plenamente a la ciencia, quién sabe Milo, todos tenemos un pasado, que quizá se extienda más allá de esta vida, mi hermano Aioros le tiene un miedo irracional a las espadas, y a caer de grandes alturas, y jamás a tenido una experiencia con esto...en esta vida.
-¡No sé! me siento como en un huracán de emociones, por un lado tengo a mi Cammie, que me hace tan inmensamente feliz, pero por el otro, tengo un ciclo que no he cerrado bien, necesito desahogar esto, por eso, el favor que te quería pedir es... ¿le hablarías a Marín para que venga al hospital y me traiga ese diario?
-¡Si!, claro, no hay problema en eso, no planeábamos vernos hoy, pero no creo que se oponga, cuenta con ello.
-Gracias, amigo.
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En un mercado naturista, se encontraban Marín y Mu, comprando todos los alimentos y té chai que el segundo consumía, a la chica le agradaba mucho acompañar al pelilila, era tan sereno como su padre Shion, sabio, con los mejores consejos, escuchaba con atención a todas sus conversaciones y devolvía los gestos con sonrisas amables, no era igual de serio que Camus y Shura, y con él era más abierta a hablar de todos los sentimientos que le provocaba Aioria.
-Lo siento Mu, te he hablado tanto de mi león, que debo molestarte con mis historias.
-Para nada Marín, me gusta escucharte, el amor nunca será un error o una molestia, es algo que engrandece a las almas, fortalece el espíritu.
-Vaya, todo lo que dices debería estar escrito en un libro... ¿y qué hay de ti?, ¿no te sientes atraído por alguien en estos momentos?
-Para que yo me sienta atraído, debo conocer la esencia de la persona, e identificarme con ella...
-Eso quiere decir que...
-Que no.
-No me engañes Mu Aries, debes tener algún gusto, alguna debilidad...
-Está bien, tú ganas, hay un chico, que he observado comprar aquí desde hace unos meses, y después lo vi como médico en el hospital donde estuvo Camus, no me he atrevido a hablarle, con sólo ver que se encuentra bien, me siento feliz, no creo que el amor o la atracción que te ata, sólo que sus ojos son como el océano, y eso me hace pensar en él.
Marín estaba impresionada porque sus deducciones y las de su guapo novio no estuvieran erradas, era Shaka de quien Mu hablaba, metería las manos al fuego sin temor a equivocarse, estaba a punto de hacer más comentarios para enriquecer su investigación y labor de casamentera, cuando su teléfono celular vibró indicándole que Aioria la llamaba, contestó como siempre lo hacía.
-Hola gatito, ¿qué pasa?...si claro, si puedo ir hoy al hospital...¿ya?, lo que sucede es que estoy con Mu comprando víveres...ah ya... ¡ese diario!, no puedo creer lo que me dices, ¿cómo conociste a Shoko?... no te preocupes, me llevaré a Mu de todas formas...
Mu se sobresaltó cuando escuchó el nombre de su ex alumna de los labios de su compañera, su voz salió alterada y a punto de quebrarse por el llanto, lo que le sucedió a esa jovencita fue una total tragedia, todo el instituto quedó consternado por la pérdida de la vida de una bella flor que apenas mostraba sus hermosos pétalos al mundo, sin preguntarle a Marín, supo que tendrían mucho que hablar con posterioridad, se miraron, y con una súplica muda, el hombre de cabellos lilas, asintió, pagaron a la velocidad de la luz, y en menos de 5 minutos ya iban en dirección a la casa de la pelirroja por esa libreta que no le pertenecía, para después dirigirse al "Santuario".
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Camus y Dégel estaban haciendo sus maletas, y cubriendo sus muebles con sábanas para que no se llenaran de polvo, era cierto que no se iban por tantos días, pero eran unos fanáticos de la pulcritud, y la limpieza no era negociable, además aprovechaban para pasar un tiempo juntos, porque sabían que en Francia sus padres no los dejarían solos jamás, nunca los notaron tan preocupados como lo estaban ahora, a veces las tragedias te recuerdan lo que realmente vale la pena, y tal vez ellos cometieron errores, pero la vida de sus hijos si les podía en el corazón.
-Petit... asumiendo que no llegaste a dormir anoche, ¿puedo decir que ya tengo un nuevo cuñado?
-Dégel... no me preguntes esas cosas.
-Vamos Camus, si no me cuentas a mi, ¿a quién?, confía en mi.
-Perdón hermano, sólo me siento un poco avergonzado, tienes razón, te tengo la mayor confianza del mundo, y si, pasé una velada maravillosa, quiero seguir tratando a Milo, y él a mi, deseo estar con él, me dolerá mucho no verlo hasta después del año nuevo.
-No te mortifiques, eso hará que se extrañen más.
-¿Si verdad?, eso será bueno, en cuanto a ti...¿a dónde fuiste anoche?, ¿tú si llegaste a dormir?
-Si llegué, pero por poco y no lo hago... fui con Albafica y Asmita, a tomar un poco de brandy, ya sabes que no es un gusto mío en particular, y sólo lo disfruto con ellos, sin embargo llegó un invitado extra, es amigo cercano de Albafica y había estado en México hace años, por eso yo no lo conocía.
-¿Y eso es importante?, para que hables de una persona, que además no conoces, debe tener características muy particulares.
-Ya lo había visto ayer cuando te dieron de alta, no pensé en volver a topármelo, Camus... ¿nunca has sentido que alguien te hipnotiza con su mirada?
-Si, con Milo...
-Algo así me pasó, y al terminar la noche, no podía separarme de él, insistía en traerme, aunque yo era perfectamente capaz de pedir un taxi, no quiero exponerme, siento peligro cuando estoy a su lado, mi respiración se acelera, mis latidos aumentan, siento un ligero ardor en el rostro.
Camus no le insistió a Dégel para que le contara más, se veía a si mismo reflejado en el espejo que era su hermano, así que así debía verse él, en una negación a algo que parecía evidente, al peliverde le gustaba ese hombre y no lo quería admitir, sonrió juguetonamente, ese era el efecto que Grecia estaba causando a ambos, derretir esa barrera del cero absoluto que los de L'eau habían creado en torno suyo, Dégel tendría que darse cuenta por cuenta propia, tarde o temprano.
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La noche pasó larga, tortuosa, nublada y fría, ¡qué diferente era de aquella que lo cobijó hace 24 horas!, esa cama se sintió más grande, más vacía, su espíritu se doblegada en instantes por la alegría desbordante, al imaginar que Camus estaba ahí, como estuvo entre sus brazos, entregándose con devoción, pasión y anhelo, tomando sus hermosas manos entre las suyas, besando los labios más suaves que probó jamás, maravillado por su porte, su elegancia, y su atrayente cultura, lo adoraba con todo lo que él podía ofrecerle.
Y en otros momentos la nostalgia era la que hacía la aparición de su gran amor perdido, las yemas de sus dedos acariciaron el cuaderno rosa con las páginas de color verde agua, como si en esa tierna caricia reviviera el dulce tacto de aquella delicada y perfecta mujer, y el viento le trajera de vuelta su susurrante y preciosa manera de decirle te amo, rememoraba sus curvas femeninas sobre su cuerpo, seguía acobardándose cada vez que se tomaba la iniciativa de abrir el diario y leer el alma impresa de Shoko.
Recordó esa tarde en el hospital, cuando se reunieron Marín y Mu, con Aioria y con él, la sorpresa era reflejada en cada una de sus acciones, no sabían que Shoko ya los había conectado indirectamente desde hacía años, la pelirroja le reveló que la chica le tuvo una confianza especial a ella como profesora, y le pidió consejos cuando empezó a salir con un estudiante de medicina mayor, todos esos destinos estaban cruzados, como si alguien superior lo hubiera planeado con toda intención, pero lo que más le impresionó, fue cuando Marín le relató el momento en el que Shoko le entregó su diario.
Flash back
-Escucha Milo, yo no sé por qué Shoko me eligió para guardar un objeto tan preciado para ella, de hecho, no me lo entregó como tal, una tarde, tres días antes de que ella sufriera el ataque que se llevó su vida, tuvimos la clase de deportes de inicio de ciclo escolar, se notaba decaída, como si estuviera enferma o presa de un enorme pesar, se veía triste, y no quiso practicar como siempre lo hizo, preocupada la busqué en los vestidores femeninos y la encontré llorando, cuando le pregunté el por qué, me comentó que estaba a punto de separarse del amor de su vida, para entregárselo a otra persona, en ese momento creí que se trataba de un rompimiento amoroso normal, y le aconsejé que mejor se enfocara en ella misma, asintió sonriendo con debilidad y se fue, ahí dejó su diario, yo lo guardé, y se lo iba a entregar la próxima semana en las competencias locales de atletismo, incluso le dije al final del día que pasara a la sala de maestros por él, Shoko sólo me dijo que estaba seguro en mis manos, fue todo, por supuesto que jamás lo he leído, está tal y como ella lo dejó antes de morir, lo guardé por respeto y cariño a ella, supongo que ya llegó a su destino deseado...
Cada mensaje se estaba haciendo más claro que el agua, y las respuestas finales a sus plegarias, a sus ruegos, a sus quejas, a sus lágrimas estaban ahí, y se negaba a verlas, es como si con ello la dejara irse definitivamente, sentía su alma dividida, y se durmió, soñando con todas las veces que la hizo suya.
Las neuronas en su cerebro no se comunicaban con coherencia, porque también le mostraban a un Camus diferente al que conocía, lo vio con una ropa brillante y hermosa, como si se tratara de una especie de armadura, y después lo volvía a ver como era actualmente, con su ropa de etiqueta, igualmente se observó a si mismo, rescatando a Shoko de un peligro desconocido, y ella llevaba otra armadura, o algo así, su cabeza era un caos.
Despertó sin la necesidad de la alarma que puso torpemente en su celular, antes de caer rendido en su cama, sonrió contra la almohada, el perfume de Camus seguía ahí, recordándole que sin importar lo que estuviera escrito en ese diario, él tenía una nueva razón para vivir, su amado francés de cabellos aquamarinas, ya tendría tiempo de resolver sus problemas internos, y para eso aprovecharía los días que estaría lejos de su hermoso Cammie.
Se apresuró para llegar al aeropuerto a tiempo, y para colmo su auto no encendía, era un estúpido al recordar que su batería estaba a punto de morir, agradeció a Atena que no le fallara la noche de su cita con Camus, fastidiado le pidió ayuda a Kardia, puesto que no usaría su motocicleta hasta que su vida dependiera de ello.
Milagrosamente su hermano aceptó llevarlo con la condición de que le comprara un simple café expresso, le agradeció el gesto sinceramente, amaba a Kardia a pesar de todo, era su muro protector, ambos peliazules llegaron con tiempo suficiente, Milo estaba muy contento, tomó a Camus de la mano y lo apartó de Dégel, dejando al par de hombres mayores en un duelo de miradas.
-Este debe ser el mejor día de mi vida, sin olvidar en el que te conocí.
-Kardia... ¿me sigues o algo parecido?
-Si, aunque esto no fue voluntario sabes, ¿quién iba a pensar que los franceses eran tal tentación para mi hermano y para mi?, no lo culpo, tiene gustos tan exquisitos como los míos.
-No pienso caer en tus redes Antares...
-Oh Dégel de L'eau, ¿no te das cuenta?, pero si ya caíste...
En el otro lado de la sala de espera para abordar, Milo abrazó a Camus con todas sus fuerzas, tomándolo de la cintura, el más joven le correspondió con la misma intensidad y calidez, elevando sus brazos a su cuello, acariciando suavemente su cabello, ambos cerraron sus ojos, para preservar el momento en cada uno de sus sentidos.
-Te quiero Cam, por favor regresa pronto, te necesito más que nunca...
-No tardaré Milo, ¿cómo podría dejar a mi bicho venenoso favorito?
-Qué gracioso eres, yo ya te llamo mi Cammie, y tú me llamas bicho venenoso, no puedes llamarme de una manera más dulce y amorosa?
-La noche que dormí contigo te llamé mi amado Doctor...
-Eso me derritió de ternura... pero no es suficiente, nunca me cansaré de ti.
-Tendrá que ser suficiente por ahora.
Se dieron un beso que no querían que se terminara, con calma, sintiendo hasta el alma cada caricia, Milo tomó delicadamente el rostro de Camus en sus manos, y pegó su frente con la suya, alargando el momento de la despedida, cuando el vuelo de los hermanos de L'eau se anunció, se separaron con un dolor casi palpable, ya no hubo más palabras, con las ventanas abiertas de sus corazones bastaba, el griego agitó su mano para queriendo expresar un hasta luego, el francés por su parte hizo lo mismo, y así se perdieron de vista rumbo al avión.
Ya dentro de la nave, Camus tomó su celular con el modo avión activado y conectado al wi-fi, recibió un mensaje que no esperaba...de Saga...
Saga 8:00 am
Hyoga y todo el mundo hablan de tu hazaña, estoy orgulloso de ti, y feliz de que estés bien.
El aguamarina ignoró ese texto, no estaba listo para abrir esa ventana de su pasado, aunque fuera para disculparse, prefería enfocarse en la felicidad que el amor de Milo le daba, así que decidió escribirle a su adorado escorpión.
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Milo y Kardia aun no salían del aeropuerto, se sentaron en una mesa de una de las cafeterías para cobrar el café expresso, cada uno estaba sumergido en sus pensamientos, el mayor deliraba por la belleza de Dégel, y planeaba su plan de conquista infalible, si en algún momento dijo que lo convertiría en su amante, ahora se arrepentía, él deseaba todo de ese francés y no sólo el plano físico, y lo conseguiría hasta agotar sus fuerzas.
El médico en un arranque de valor, abrió la primera página del diario de Shoko, porque no se atrevía a separarse de él, lo llevaba en la bolsa de su abrigo, ahí había una nota en una hoja de color morado, que estaba pegada con un pequeño trozo de cinta transparente, con un nuevo mensaje para descifrar.
"Milo:
Amor mío, tienes una vida por delante, pero para que llegues a disfrutarla, tienes que vencer a tres grandes enemigos: superar el pasado, construir tu presente, y enfrentarte al mal que existe en este mundo.
Deseo que tu alma, siempre, se estremezca de amor, te desborde, te llene, y te haga florecer.
No te rindas, espéralo, y quédate a su lado.
Tuya, en esta vida y en todas...
Shoko"
En ese instante, su celular sonó, mostrándole en la pantalla el nombre más lindo de todos sus contactos, su lindo Camus le mandó un mensaje que lo dejó sonriendo, y en gran medida sorprendido, no era posible que Shoko, aún estando muerta, fuera tan acertada, su corazón se llenó de un cariño indescriptible, al punto de conmoverlo hasta las lágrimas.
Camus 8:03 am
-Espérame, mon amour.
Milo 8:03 am
-Siempre lo haré, mi amor...
Continuará...
Comentarios:¡Hermosa noche!, no sé por qué siempre termino los capítulos de madrugada, espero algún día subirles uno a una hora decente, aquí extrañé mucho el amor de mi pareja preferida, pero hay muchos detalles que necesitaban aclararse, y me quedé pensando, que no he profundizado (NADA) la relación de Shura con Aioros, lo haré,lo prometo, además, ¿quién creen que sea la parejita del jefe Dohko?, es obvio verdad, por otro lado, si, Mu es hijo de Shion, por eso es docente en el Instituto Saint, esperen lo que sigue, mientras tanto yo soy feliz leyéndolos, recuerda darle una estrellita si te agradó, es completamente GRATIS, jeje súper oferta, bendiciones para todos.
Nos leemos pronto.
Yare.
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