Cambio de planes
El color rojizo de las brasas de la chimenea eran muy tenues, a punto de extinguirse, y la madrugada estaba abandonando el firmamento, el agradable contacto en su piel se sentía hasta la última fibra de su ser, hasta su parte más primera, la textura aterciopelada de las mantas que los cubrían, parecían cobijar algo más que sus cuerpos, podrían sentirse seguros dentro de su relación, amarrados por lazos mágicos del destino, o simplemente por la seguridad de sentirse correspondidos por el hombre que más que querían en en esta vida.
Milo no paraba de acariciar el cabello de Camus, recordaba con precisión cuando Shoko le dijo que su color favorito era el aquamarina, que lo buscara, y se quedara con él, y ahora con felicidad que iba más allá de una risa, le mandaba un mensaje reconfortante a los campos elíseos, para hacerle saber que tenía razón, y que le agradecería por toda la eternidad el darle un obsequio tan precioso, porque lo tenía ahí, no sólo junto a él, lo tenía encarnado en el alma, era más de lo que podría pedir, si alguien le hubiera dicho que en menos de un mes, su estado mental cambiaría drásticamente, lo habría ignorado con mucha maestría, sin embargo, cuando más perdido se sentía, su bello francés vino a salvarlo, no sabría decir con certeza si en esa operación, fue Camus el que renació, o fue él.
El perfil de su Cammie dormido era algo que amaba muchísimo, y no pudo evitar tocar con delicadeza ese hermoso perfil, con mucho cuidado, pasó la punta de su dedo índice por su suave mejilla, delineó la punta de su nariz, y cada rincón de esos apetecibles labios, que estaban un poco hinchados por todos los besos que se manifestaron la noche anterior, era adicto a su tacto, estaba esclavizado a su toque maestro, detonante de la pasión más dulce.
El Doctor tenía una expresión de ternura en su cara que ya no podía borrar, era muy lindo sentir el peso de las piernas del galo cruzadas sobre las suyas, ese tipo de intimidad, de vulnerabilidad, no podría tenerla con nadie más, y esos momentos a su lado, los guardaría por siempre, era increíble, que se siguiera sintiendo nervioso, eufórico, al darse cuenta que alguien como Camus se fijó en él, y más que eso, se enamoró tanto como él, en ese momento entendió su misión de construir su presente y futuro, y el pasado, ya lo había dejado atrás, al parecer las cosas iban bien, y esperaba que así siguiera todo.
El hombre dormido en su pecho, como ya se les había hecho costumbre descansar, despertó por todas esas caricias a su persona, proporcionadas por su Milo, si, tan suyo, poco a poco abrió sus ojos amatistas, que le expresaron sus sentimientos, dicen que esa parte del cuerpo es la ventana del alma, de Camus para Milo, eso no sólo era una ventana, era una puerta totalmente abierta, le estaba entregando todo de él.
-Buenos días mon amour.
-Hola..., ¿ya te dije que me encanta tu manera de hablar?
-Creo que si..., pero no me molesta que me lo repitas.
-Me encanta tu acento, es tan sexy, me acuerdo de la primera vez que te escuché hablar, pensaba que no podías ser más perfecto, y ahí estaba, a parte de guapísimo, eras francés, por tu culpa destruí todos mis estándares de ética profesional.
-¿Eso es un reclamo?
-Jamás, por ti iría hasta el inframundo.
-Oh Milo, te amo...
-Yo también Cammie, ¿te puedo pedir un favor?
-¿Ahora?, es que estoy muy cómodo sobre el chico de mis sueños.
-Si, ahora, aunque me sobornes con palabras tan lindas, ¿me dirías te amo en tu idioma?
-¿Era eso?, claro... je t' aime...
-Me encanta tu acento, gracias, tengo mucha suerte de tenerte, no todos los griegos están así con sus franceses.
Milo tapó su boca de inmediato, habló demasiado, pero su mente divagaba bastante por el efecto que Camus provocaba en él, tenía la imagen mental de Kardia mencionando a Dégel a cada instante, y él negándole la información segundo a segundo, su bello aquamarina lo miró enarcando una ceja, sabía que esa expresión le estaba exigiendo una explicación, claro que en Grecia vivían muchos extranjeros, pero ellos, eran los únicos franceses que ya tenían cierta fama, Camus por su investigación en física teórica para obtener su doctorado, y Dégel por su excelso despacho jurídico. La guerra de miradas no paraba, hasta que el griego se rindió, quizá si le contaba a Camus el interés de su hermano por el suyo, lo comprendiera.
-Cammie, ¿te parecería gracioso si te digo que tu familia es como un imán para la mía?
-¿Qué?, si nada más nos conocemos tú y yo... a no ser que... no...
-Kardia me acompañó a despedirte al aeropuerto...
-Y se quedó con Dégel mientras nosotros estábamos juntos...
-Mi hermano no deja de preguntarme cosas del tuyo, no le he dicho nada, porque si crees que yo era un Don Juan, Kardia es el triple.
-No... no te preocupes, si piensas que yo soy frío y serio, Dégel es mucho más...
-Aunque ya pudimos ver, que esa combinación es explosiva, ¿recuerdas anoche en la bañera?, qué forma tan sexy de gemir tienes, me dan ganas de hacerlo otra vez...
El menor en esa sala, se sonrojó, como ya era su costumbre, no podía decirle que no a ese hombre perfectamente masculino, su Dios griego..., lo tenía atrapado en una red de amor, pasión y lujuria, así que se dejó llevar y se entregó a él nuevamente, ferviente, ardientemente, expresando con sus manos lo que sus labios ya no alcanzaban, y cuando alcanzaron el cielo otra vez, se vieron a los ojos, para después darse un tierno beso en los labios, podrían haber continuado todo el día, pero el instante de relajación se interrumpió por el sonido del celular de Camus, que subió corriendo las escaleras sin tener tiempo de vestirse, tomó su teléfono rápidamente, y regresó con Milo a la sala, pero mientras iba bajando, su escorpión le gritó algo que lo avergonzó mucho.
-¡Ey Cam!, ¡esa imagen tuya subiendo las escaleras desnudo me servirá para autocomplacerme cuando no estés conmigo!
-¡Cállate bicho maldito!, ¡es mi hermano!
Camus le sonrió a Milo, la verdad es que amaba la idea de que ese sensual médico se masturbara pensando en él, porque era una realidad que él hacía lo mismo cuando no lo tenía en la noche a su lado, fantaseaba con tenerlo dentro de él, estimulando sus puntos de placer más eróticos, gritando su nombre, claro, que eso no se lo diría, aún le quedaba algo de orgullo; El timbre de llamada de su Iphone lo distrajo de sus pensamientos otra vez, y ahora si atendió a Dégel, mientras se sentaba al lado de Milo, éste le pasó un brazo por los hombros, y le daba distraídos besos en la cara, los hombros y la cabeza.
-"Dégel, ¿qué pasa?, ¿todo está bien?"
-"Hola Camus, si, todo está bien, más o menos, me siento un poco mareado, ¿podrías pasar por mi?, ya sé que estás con Milo, y no quiero interrumpir, pero es una emergencia, ve por mi auto, te lo explico en el camino, te juro que no vuelve a pasar."
-"Está bien, me debes una, ¿a dónde voy?"
-"Te mandaré la ubicación, gracias."
Un sonido agudo en la línea telefónica fue la señal de que Dégel cortó la comuncación, Milo y Camus suspiraron, hasta que la última bocanada de aire escapó de sus pulmones, al final no pasarían todo el día juntos, el profesor estaba preocupado por lo que su Doctor pudiera pensar, pero éste para tranquilizarlo lo abrazó y le dijo que todo estaría bien, que no pasaba nada y que podían verse en la tarde para ir a comer a algún lugar, se ofreció a llevarlo a su departamento, porque sabía que sería incómodo para el peliverde si ambos estaban presentes, era mejor que los hermanos estuvieran solos, en ese instante, la ubicación de Dégel llegó en forma de mensaje, la pantalla fue visible para los dos, y Milo abrió los ojos sorprendido y anonadado.
-Cam, no puede ser... esa ubicación, tu hermano está en el departamento de Kardia.
-¡Debe ser una broma!
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Dégel puso su teléfono en el buró al lado de la cama, tenía mucha suerte de no extraviarlo, después de su pésimo comportamiento, no sabía muy bien en qué parte de Atenas estaba, era muy extraño, nunca esperó encontrarse en ese lugar, y lo más raro es la manera en que acabó ahí, le dolía demasiado la cabeza, tenía la boca amarga y seca, no encontraba sus lentes, sus manos estaban frías por la ausencia de sus inseparables guantes, experimentaba lo que se llama resaca monstruosa, no soportaba estar así, experimentaba la más grande incomodidad, detestaba perder el control y la compostura, la noche anterior era borrosa, tenía la idea de que estaba con sus amigos, y después del conteo de año nuevo...Kardia lo besó, lo abofeteó por supuesto, sólo para para que el peliazul le robara otro contacto íntimo, estaba muy enojado, era cierto, pero también se sentía eufófico, su corazón latía como loco, lo sentía salirse del pecho, y ahí fue cuando empezó a beber más vino de lo normal.
Era obvio que nadie lo iba a detener de su consumo excesivo de alcohol, si todos estaban igual o peor que él, Asmita y Albafica tomaban un trago tras otro, reían, se abrazaban, hasta que el hermano de Asmita, Shaka, se lo llevó a rastras, acompañado de un pelilila, en cuanto a Albafica, fue custodiado por Afrodita, que no tenía ganas de perder el glamour embriagándose, pero él, él tenía que contenerse por si mismo, y falló en una simple tarea, era un estúpido.
Inspeccionó ese cuarto en el que estaba, la cama era muy grande con ropa de cama en color rojo escarlata, las paredes blancas contrastaban con el encendido tono de las decoraciones, en las paredes habían cuatro cuadros con imágenes de especies de insectos, con una planta de sombra en una esquina, un pequeño cactus en el escritorio, y miles de libros de biología y zoología, la verdad es que se esperaba algo mucho más desordenado, pero no fue así, sin querer descubrió la profesión de su anfitrión obligado, al observar su título colgado tras un cristal, con que Kardia era un Biólogo reconocido, nada más alejado que su propio trabajo, no podían ser más contrarios.
Se sonrojó al pensar que estaba en el departamento de ese Antares, ¿cómo rayos había llegado ahí?, todo le daba vueltas, intentaba traer al presente la noche anterior pero no podía, ya tenía suficiente con haber despertado en un lugar extraño, no se atrevía a salir de ahí, y más le aterraba pensar que si pasó algo entre ellos, aunque eso no era tan probable, porque aún tenía el pantalón de vestir, los calcetines y la camisa de su traje... abierta, la única posibilidad de que hubiera sucedido algo, era su pecho al descubierto, pero dado que no tenía ninguna marca, descartó de inmediato la idea, ya le urgía que Camus llegara por él, quería salir huyendo.
No pudo seguir mucho tiempo con sus cavilaciones, porque tocaron a la puerta, inmediatamente su pulso se aceleró, y un sonrojo apareció a los costados de su rostro cuando un guapísimo Kardia apareció en la puerta con dos tazas de café caliente en sus manos, vestía una camiseta azul que combinaba con su cabello y ojos, y un short negro que dejaba ver sus bien marcadas piernas, no podía, simplemente se le salió de las manos, y un pequeño hilo de sangre le salió de la nariz, se cubrió con su mano lleno de la más profunda vergüenza, el griego sólo rió, dejó las tazas en la mesa de noche, y fue por un pañuelo de papel desechable con olor a cítricos, sin decir nada, se lo extendió al peliverde, que lo aceptó con la mirada gacha.
-Gracias.
-De nada, es normal que después de una tremenda borrachera, te sangre la nariz por lo descompensado que estás.
-Si... claro, por la resaca.
Dégel no le iba a decir que esa hemorragia fue causada por lo bien que se le marcaba la entrepierna en esos shorts, primero moriría enfrentándose al mismísimo Dios Poseidón, limpió con cuidado su nariz, ante la atenta mirada de Kardia, el griego pensaba que hasta para las acciones más simples, ese francés derrochaba elegancia, sus manos eran tan blancas, sus labios tan besables, lo invitaban a morderlos, esa no era la manera en la que esperaba pasar tiempo con él, pero ante las circunstancias, no quedaba otra opción más que adaptarse, ya compartían algo después de todo, lo cuidó en su inconsciencia, y claro que se lo iba a cobrar.
-Dime cómo fue que llegué aquí.
-Podrías decirme gracias otra vez, o "merci", con tu maravilloso acento francés.
-En serio, quiero saber qué fue lo que sucedió, mis recuerdos están borrosos.
-¿De verdad no te cuerdas de nada?
-Ya dije que no.
-Bien, toma tu café, no tiene azúcar, mientras yo te cuento qué fue lo que pasó.
-Prefiero el té verde, sin embargo, te agradezco que no tenga azúcar, te escucho.
Flash back
Kardia acariciaba su copa entre sus manos, ojalá fuera la blanca piel de cierto peliverde, pero tenía que conformarse, le dolía la mejilla y estaba roja, sin embargo no se arrepentía de absolutamente nada, robarle dos besos a ese hombre tan atractivo valía cada paliza que pudieran darle, sentado en su silla lo veía a lo lejos, con sus piernas elegantemente cruzadas, a pesar de que estuviera tomando muchos tragos de vino, no perdía ese porte fino, lo aturdía con su belleza, y le gustaba observarlo con ese tono rojizo en la cara a causa de las botellas que poco a poco iba dejando vacías, ¡lo tenía a sus pies!
Él se mantenía sobrio, no podía pensar en nada más que no fuera Dégel, olvidaba que se encontraba en una fiesta, hasta que algún despistado chocaba con él al no medir la longitud de la pista de baile, Milo y Camus ya tenían mucho tiempo que se esfumaron de Star Hill, sus amigos estaban más que ebrios, al igual que su francés, los amigos de su hermano estaban igual, a excepción de Shaka, parecía que ya quedaban pocos sujetos cuerdos en ese lugar, la música se hizo más lenta, para que las últimas parejas danzaran al ritmo del romance, "Love On the Brain" de la cantante Rihanna los acompañaba, no era para nada su estilo, pero era adecuada para el momento, se levantó con paso decidido de su silla para ir con aquel que lo tenía en las nubes.
Albafica y Asmita lo miraron extrañados, Dégel no se había dado cuenta que Kardia estaba atrás de él, hasta que lo tomó suavemente de los hombros, y lo jaló para ir a bailar, el abogado estaba tan fuera de si, que no se resistió, simplemente se dejó hacer, y cuando el griego le colocó una mano en la cintura todo su cuerpo se adormeció, que terminó por recargar su cabeza en su hombro, así siguieron, disfrutando de su cercanía, sin ataduras ni prejuicios, gracias a la embriaguez de Dégel.
El peliazul también estaba sonrojado, y ya no era por causa de la cachetada que le habían propinado más temprano, ese chico en sus brazos era escandalosamente hermoso, nadie se le escaparía de las manos si quisiera, no quería soltarlo, no iba a dejarlo ir, la canción terminó y notó que el galo no se separaba de él, porque se quedó profundamente dormido, a pesar de estar de pie, el estar apoyado en Kardia le dio el soporte necesario para irse al mundo del Dios del sueño.
El griego quiso buscar a sus amigos para dejar a Dégel en un lugar seguro, pero se dio cuenta que ya no eran buenas alternativas, porque estaban más borrachos que el mismo joven de L'eau, así que tuvo que tomar una decisión, él cuidaría al hermoso peliverde, el único problema es que no sabía donde vivía, su tonto hermanito nunca quiso decirle nada de dónde estaba su departamento, o en qué trabajaba, sólo sabía que le gustaba, y mucho, y que se moría por conocerlo y conquistarlo.
Por lo que lo cargó en su espalda, para llevarlo al único sitio que podía, su propio hogar, nadie en la fiesta le dijo nada, ya todos se estaban retirando, y él no dejaría que nada malo le pasara, su respiración resonaba en sus oídos, el contacto de sus piernas en sus manos le quemaba, nadie jamás le provocó tales reacciones, reflexionaba sobre eso cuando se lo llevaba en su coche, su belleza era demasiada.
Abrió como pudo la cerradura de la entrada de su departamento, con Dégel todavía dormido en su espalda, lo dejaría en su habitación, para que descansara, lo puso con cuidado en la cama, y sus largos cabellos verdes se esparcieron en una visión preciosa, no parecía humano, era más que perfección; El francés se empezó a quejar entre sueños, y el biólogo creyó que ya ropa le incomodaba, así que le quitó sus zapatos, el saco, la corbata, y en su camisa se detuvo, estaba muy nervioso, con lentitud, abrió cada botón con las manos temblorosas, la pasión amenazaba con desbordarse en su sangre al tacto de ese bellísimo pecho, con músculos bien marcados, a pesar de ser delgado, se estaba excitando y eso estaba mal, porque no le haría eso a una persona que no estaba en pleno uso de su raciocinio, y menos a alguien tan valioso e importante.
Con el poco autocontrol que le quedaba, se retiró de la habitación, y tras la puerta jadeaba con un ardiente calor en sus venas, necesitaba de un frío cercano al cero absoluto para apagarlo, lo mejor es que se fuera a dormir, tal vez en la mañana estaría más tranquilo.
Fin de flash back
Dégel estaba muy sorprendido, su mirada denotaba la confusión en sus neuronas, le debía mucho a Kardia, quién sabe qué hubiera pasado si se quedaba ebrio a la merced de la noche, eso le dio una señal de que el peliazul no era una persona tan despreocupada como él pensaba, para empezar lo cuidó y lo respetó sin aprovecharse de él, ¿o si?
-Entonces... ¿nada pasó entre nosotros?- Dijo el francés señalando su camisa abierta.
-No, todavía no, para que eso suceda, tú tendrás que pedírmelo por tu propia cuenta, confío en que llegarás a desearme tanto, como yo a ti, además, si fueras mío no podrías sentarte en una semana.
El chico extranjero, deseó morirse en ese instante, ya no había vuelta atrás, ni continuaría negándoselo, el hombre frente a él le atraía con una fuerza impresionante, y se imaginó por un momento, ser suyo carnalmente, no podía más con eso, ¿cuánto más iba a tardar Camus en ir por él?
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Cada vez más cerca, la venganza estaba tomando forma, y el rumbo que seguiría era más claro, un secuestro, y una desaparición, si hasta ahora nadie lo había capturado, después de este crimen menos lo harían, volvería a esconderse hasta encontrar al otro sujeto, el estar pendiente del condominio de departamentos de los franceses le era de gran utilidad, y más lo era que esos hermanitos tuvieran sus nombres tan públicos por sus trabajos, ese intelectual imbécil pagaría, con su vida...
Estuvo esperando toda la madrugada para ver un movimiento por parte de cualquiera, en específico del más joven, sus hombres y él se disfrazaban de trabajadores limpiadores de calles, de porteros, de taxistas, de lo que fuera con tal de pasar desapercibidos en sus siniestros planes, pero todo había sido inútil, esos estúpidos no llegaron a dormir, y estaban muy seguros que salieron el día anterior, estaba perdiendo la paciencia, pero se recordó que en este caso tenía que ser muy listo, o le pasaría lo mismo de la última vez, y su presa se escaparía de sus garras, estaba a punto de rendirse e irse a buscarlo por otro lado, hasta que un Audi azul eléctrico se estacionó dejando a ese estúpido traga libros, sin embargo no iba solo, y no podría actuar aunque lo quisiera, necesitaba forzosamente acorralarlo sin protección de nadie.
Prefirió ignorar al otro tipo, después de todo no era nadie, hasta un destello en su cabello azul le llamó la atención, no podía ser el mismo... pero ya habían transcurrido tres años, la gente cambia... era la misma altura, pero un poco más musculoso, su cabello algo más largo, no.. a pesar de todos esos detalles era inconfundible, y soltó una carcajada fruto de su triunfo, el mismísimo Hades le hizo el favor de ponerlos juntos, para ejecutarlos con sus propias, manos, ¡esos pobres perdedores eran pareja!, las cosas no se le pudieron poner más sencillas, sería como quitarle un dulce a un bebé.
Los planes habían cambiado, tenía que renovar su actuar, y pensar muy bien cómo proseguir, y recordó las fotos del intento de catedrático siendo infiel, tenía que separarlos si quería tener éxito, esta vez, nada le fallaría.
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Pasó exactamente una semana, y todos volvieron a su vida cotidiana, los días en el trabajo volvieron, el hospital estaba repleto de pacientes con enfermedades de excesos provocadas por las fiestas decembrinas, Aioria, Shaka y Milo estuvieron más ocupados de los que estuvieron en meses, por suerte para Ángelo y Dita laboraban en el mismo lugar.
Pero para los otros, se les complicó ver a sus más allegados, aunque encontraron la manera de mantenerse juntos, Marín obligaba a Mu y a Camus a que la acompañaran al "Santuario", para llevar canastas con bocadiilos de queso, bebidas energéticas, y algunos jugos de frutas naturales para sus tan queridos médicos, los hombres aceptaban con desgano, aunque este solamente era aparente, para el profesor de Química, ver al médico psiquiatra era tan bello como meditar para alcanzar el nirvana, todavía no eran pareja, pero confiaba en que así sería, ya iban juntos a las clases de yoga, y habían pasado largas tardes tomando té chai, conversando sobre sus interesantes puntos de vista sobre el budismo.
En cuanto a Camus, esas tardes comiendo con sus amigos, y los doctores, en la genérica cafetería de un hospital era lo más refrescante dentro de su presión por obtener su doctorado, y la cereza del pastel eran los fogosos besos y las ardientes caricias que Milo le daba en su consultorio a modo de despedida, también se quedó a dormir varias noches con él, con largas y muy placenteras sesiones de sexo, que el griego argumentaba era para relajarlos, y él no lo contradecía.
Sus propósitos para el mes de enero era reforzar su relación, pero a veces es necesario hacer un reajuste, y un cambio de planes, al cual tuvieron que adaptarse lo mejor que pudieron, las cosas funcionaban por que se adoraban, en eso estaban completamente de acuerdo, el aquamarina, pensaba tanto en su amado Doctor, ¡hasta cuando estaba dando clases!, lo bueno es que sus alumnos no lo notaban, ni siquiera Hyoga, que se la pasaba pidiéndole consejos tanto académicos como personales en su cubículo en el Instituto.
No reparaba en lo perdido que estaba soñando con Milo, hasta que se dio cuenta que no entendía nada de la reunión de profesores que se estaba llevando a cabo con el director Shion, todos tomaban apuntes de las tareas que les tocaban en el próximo festival de ciencia, cultura, arte y tecnología, que se llevaría a cabo durante el mes de febrero en las enormes instalaciones del campus escolar.
Shura era el encargado del proyecto, y apasionado de los Idiomas del mundo, propuso hacer puestos de información, y una exposición especial que combinara todas las áreas, se decidió por una muestra de armaduras doradas, representando los doce signos zodiacales, donde los portadores expusieran su historia, su origen, su posición en el cielo según la astronomía, las estrellas que las componían, y su influencia tanto en el mundo oriental como occidental.
Todo iba bien, hasta que solicitó voluntarios para portar esos ropajes dorados, nadie se ofrecía, así que el español miró desesperado a sus amigos, Marín les dio un codazo a Camus y a Mu, con regañándolos con sus ojos azules.
-Ellos te ayudarán Shura, si quieres yo te apoyo con la armadura de la constelación del Águila, además es el día libre de mi novio, le diré que se ponga la armadura de Leo, yo propongo que todos consigan ayuda para llenar los espacios restantes, si lo permite Shion claro, esto es para los alumnos, así que ellos no pueden participar en la logística, es para su disfrute.
-La profesora Marín tiene razón, ustedes como docentes de este prestigioso Instituto tienen la obligación de sacar a flote el orgullo de la escuela, y seguir siendo los mejores, yo también me disfrazaré y conseguiré a alguien si así están contentos.
No quedaba espacio para dar marcha atrás, tenían que hacerlo, Mu también se ofreció para diseñar y hacer esas armaduras, los papeles de los maestros quedaron así: Shura constelación de Capricornio, Mu la de Aries, y Camus la de Acuario, pensando en que eran las que más quedaban con su personalidad, el chico francés creyó entonces que sería una gran idea invitar a su novio, le vendría increíble la armadura de escorpio, y así aprovecharían para pasar otro momento a su lado, no era la cita más ideal, pero estaba seguro que le haría ese favor, cuando lo viera, le diría todo, y aunque fuera en una mínima parte, estaba emocionado por simular ser un guerrero del zodiaco, aunque no sabía exactamente por qué.
Continuará...
Comentarios: Hola chicas, no sé si me lee algún chico jeje, aquí estamos de vuelta, como se los prometí, me sorprendo porque esta vez actualizo muy temprano, en mi país es apenas medio día y normalmente siempre publico el capítulo en la madrugada. Tal vez esta parte no fue tan emocionante, pero es preludio para lo que viene, sigan pendientes, gracias por todo, ya tengo bien localizados a quien siempre comenta y vota, les deseo lo mejor porque lo merecen jeje y a los nuevos lectores, gracias por seguir la historia, espero les siga gustando y no se decepcionen.
Nos leemos pronto, Yare.
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