Capítulo 3

Tras el enfrentamiento con Zalthar, Izuku sabía que no podían permitirse más errores. La amenaza del antiguo Mandamiento era demasiado grande, y su poder actual, aunque inmenso, no era suficiente para derrotarlo.

Una noche, mientras revisaban mapas y libros antiguos en la torre de los Mandamientos, Izuku encontró una referencia a un artefacto legendario: El Corazón de Naryon, un cristal que, según las historias, podía amplificar el poder mágico de su portador a niveles inconmensurables. Este artefacto estaba oculto en las heladas Tierras del Norte, un lugar inhóspito lleno de peligros.

—Si queremos derrotar a Zalthar, necesitamos ese artefacto —declaró Izuku con su voz firme y tranquila.

Momo asintió, aunque su expresión reflejaba cierta preocupación.
—Esas tierras no son un lugar para cualquiera. Necesitaremos un equipo fuerte, pero… las reglas de las Tierras del Norte son claras: los grupos deben ser de tres, y necesitamos a alguien que pueda servir como tanque para protegernos en caso de ataques directos.

Izuku sabía a quién buscar. Había oído hablar de un joven paladín llamado Eijiro Kirishima, un guerrero con potencial extraordinario y una fuerza comparable al nivel rey. Aunque no era tan experimentado como Izuku, Kirishima tenía un espíritu inquebrantable, una energía contagiosa y una reputación de ser un defensor leal y justo.

Sin embargo, Momo no estaba tan convencida. Aunque entendía la necesidad de un tercer compañero, la idea de que otro hombre viajara con ellos la ponía nerviosa.
—¿Estás seguro de que él es la mejor opción? —preguntó, tratando de sonar casual.

Izuku la miró con su típica seriedad.
—Necesitamos al mejor, y él lo es.

Sin más discusión, partieron hacia la ciudad de Lunhaven, donde Kirishima había sido visto por última vez.

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Lunhaven era una ciudad bulliciosa, conocida por su enorme catedral y sus festivales dedicados a la luz y la justicia. Allí encontraron a Kirishima entrenando en los patios de la catedral. Era un hombre de cabello rojo brillante, desordenado, y ojos llenos de determinación. Su armadura, aunque sencilla, estaba decorada con runas que brillaban con una energía cálida y protectora.

Cuando Izuku y Momo se acercaron, Kirishima detuvo su entrenamiento y los miró con una mezcla de curiosidad y respeto.
—¡Izuku Midoriya! —exclamó con entusiasmo—. ¡Es un honor conocer al Coloso de la Tormenta!

Izuku no perdió tiempo en explicar la situación.
—Necesitamos tu ayuda. Viajaremos a las Tierras del Norte para buscar un artefacto. Hay un gran peligro que amenaza al reino, y no podemos hacerlo solos.

Kirishima escuchó con atención, asintiendo rápidamente.
—¡Por supuesto que los ayudaré! Si puedo proteger a mis compañeros y al reino, cuentan conmigo.

Aunque Kirishima parecía ser la elección perfecta, Momo no pudo evitar sentirse algo incómoda. Observó cómo Kirishima interactuaba con Izuku, admirándolo abiertamente, y pensó que su presencia podría cambiar la dinámica que tenían. Sin embargo, sabía que era lo correcto.

—Bienvenido al equipo, Kirishima —dijo con una sonrisa amable, aunque en su interior luchaba con sus propias inseguridades.

Con el equipo formado, comenzaron a prepararse para el viaje. Izuku se encargó de trazar la ruta más segura, mientras que Momo reunió pociones y encantamientos para proteger al grupo en el frío extremo. Kirishima, por su parte, reforzó su armadura y preparó su escudo, asegurándose de que pudiera resistir cualquier ataque.

Antes de partir, Raynard les entregó un pergamino con un sello mágico.
—Si encuentran problemas más allá de sus capacidades, usen esto. Pero solo en caso extremo.

Izuku lo guardó sin decir palabra, y el trío partió hacia el norte.

Los primeros días del viaje fueron tranquilos, pero las tensiones no tardaron en aparecer. Aunque Kirishima respetaba profundamente a Izuku, parecía fascinado por su poder y lo seguía como un aprendiz devoto. Esto comenzó a molestar a Momo, quien no estaba acostumbrada a compartir la atención de Izuku.

Una noche, mientras acampaban bajo el cielo estrellado, Momo finalmente no pudo contenerse.
—Kirishima, ¿siempre eres tan… entusiasta?

El paladín, sorprendido, rió nerviosamente.
—Perdón si soy demasiado ruidoso, pero siempre he admirado a los Mandamientos, especialmente a Izuku. ¡Es increíble estar aquí con ustedes!

Izuku, que estaba afilando su espada, no levantó la vista pero respondió con su tono tranquilo.
—No estamos aquí para admirarnos unos a otros. Cada uno tiene un papel que cumplir.

Momo cruzó los brazos, algo frustrada, pero no dijo más. Aunque apreciaba la fuerza de Kirishima, no podía evitar sentirse celosa de cómo se llevaba con Izuku.

A medida que se adentraban en las tierras heladas, comenzaron a enfrentar los primeros desafíos: criaturas mágicas del frío, tormentas de nieve imprevistas y trampas naturales. En cada enfrentamiento, Kirishima demostró ser un tanque formidable, bloqueando ataques que habrían destrozado al grupo. Sin embargo, su inexperiencia también lo ponía en situaciones peligrosas, obligando a Izuku y Momo a salvarlo más de una vez.

—Kirishima, no puedes lanzarte sin pensar —regañó Momo después de que él casi quedara atrapado en una emboscada.

—¡Lo siento! Solo quería asegurarme de que estuvieran bien —respondió él, algo avergonzado.

Izuku, aunque severo, le dio una palmada en el hombro.
—Aprenderás. Pero escucha a Momo. Sus estrategias te salvarán la vida.

La relación entre los tres comenzó a fortalecerse a pesar de los roces iniciales. Frente a ellos se alzaban las montañas de hielo, y más allá, el lugar donde descansaba el Corazón de Naryon. ¿Estarían preparados para lo que les esperaba?

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Espero les esté gustando la obra, ya hay muchos capítulos escritos de este fic, entre más votos tengan los capítulos más rápido actualizare

Sin más que decir me despido

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