Mi amada Príncipe II
Un cielo azul, sin ninguna nube a la vista. Las campanas de la iglesia sonando, el lindo campo verde, los cantos de los niños y el dulce sonido de las cámaras tomando fotos del lugar donde se está llevando acabo, la gran boda del año.
Dentro de la gran iglesia, pinturas de lindos querubines y ángeles, un estilo muy barroco, con luz entrando de sus bellas ventanas, grandes órganos tocando una pieza para está ocasión, lleno de gente distinguida. El centro de este show idílico dos mujeres para unirse en sagrado matrimonio. Una galante, de traje, vestida de color marfil, saco formal, un chaleco de seda, con bolsillo para corbata, gemelos cuadrados y una corbata del mismo tono con grabados en dorado, era la hermosa Claud y luego Emily, era la que se llevaba todos los elogios de la gente y del público en vivo de redes y de las noticias, en un vestido blanco largo y con tul, corte princesa, con mangas caídas esponjadas, guantes blancos con un gran ramo hermoso lleno de rosas, tulipanes, claveles, lisianthus y orquídeas, blancas, con unas cuantas joyas que hacían resaltar el vestido y a la misma chica, un velo largo, que al descubrir su bello rostro sería la sensación de todos los presentes y de la audiencia en vivo de televisión y redes, todo un espectáculo.
“Hasta que la muerte los separe”.
La primera en recibir la pregunta más importante de la ceremonia, fue Emily, la que con una sonrisa dibujada en sus labios pintados de un rosa colorete y dijo:
— Acepto — contestó con un sonrojó y cerró sus ojos tratando de controlar su inmensa felicidad, tratando de evitar llorar y que se corriera su rímel.
Ahora la señorita Claud, era la siguiente en contestar, al oír la voz del padre y la pregunta, se quedó cavilando por un momento, ahora quedaba en ella ponerse la soga al cuello o huir.
Miró ágilmente a su alrededor, la prensa y el padre, expectantes a su respuesta. Exhaló y entonces contestó:
— Acepto.
Amenizo el ambiente y a los presentes, al oír a Claud, que para ella la palabra “acepto” era igual que echarse una soga al cuello.
{•••}
En la fiesta de celebración, el hermano de Claud se acercó a felicitar a su hermana, pero por sobre todo para ver de nuevo a su hermosa cuñada. Brandon se enamoro a primera vista de Emily, fue un gran infortunio para el saber que era novia de su hermana, se sentía que de nuevo había perdido ante ella.
Es absurdo, pero entre Claud y Brandon hubo una cierta rivalidad inconscientemente. Brandon al ser hombre tenía más deberes y responsabilidades por cumplir, Claud no las tenía y aún así las cumplía mejor que él, era más atlética, inteligente y agradable, además de tener más pegue con las chicas, para la familia hubiera sido una verdadera fortuna que Claud fuera un hombre, algunos ya la consideraban como uno, por su porte, en cambio Brandon era una vergüenza, más bien, alguien con el apellido Ludwing, y ya, un cero a la izquierda. Mimado por su linda madre, por ser el primogénito y un varoncito.
No odiaba a Claud, aún así sus celos por ella, eran grandes para cualquier cosa que hacía o tenía, porque él no era ella.
— ¡Emily hermosa! — una mujer de cabello rubio platino, abrazo a su hermosa nuera —. El matrimonio les vendrá bien a ambas, ya verán.
— Madre, si mi cuñada ya es muy hermosa.
— Brandon que cosas dices — se sonroja.
Claud permaneció callada, mientras su mujer recibía felicitaciones y elogios por parte de su madre, ella recibió juicios y palabras duras. Ella era la cara de la empresa desde que se fue su padre. Una madre no debería tener predilectos, sin embargo la señora de todas formas tenía uno, su hijo, su precioso y consentido Brandon, por ello, fue mucha su molestia cuando su hija resulto siendo la elegida por su padre para hacerse cargo de todo los negocios del padre y no su adorado bebé.
— Es una gran oportunidad de saludar a tus tías mi niña — pellizca la mejilla de la rubia —. Te pido que te mantengas lo más callada posible Claud, si es que no tienes nada agradable que decir.
La nombrada sonrió. — Descuida madre saludaré al montón de brujas que tengo por tías — la miró desafiante y de manera hipócrita saludo a cada una de su horribles tías.
Canosas, arrugadas y tres viejas, tías.
— Oh Claud que hermosa te ves en ese traje.
— Más bien, galante — contestó ella y tomo un trago a su copa.
— Pues la verdad es que si, después de todo que te vienen mejor las ropas de hombre.
— Ya que, sobrina mía, tú jamás te has visto como una mujer — hablo la tía que estaba en el medio, mayor y líder de las tres, con vestido de gran talla color botella.
— No nunca y es que, habría convenido más, que tú hubieras nacido varón — a la izquierda de la gorda, una mujer menuda, vestida de negro con un gran rebozo azul carísimo y de nariz ganchuda, soltera y virgen apostaba su sobrina que era así.
La tercera a la derecha tenía apenas unas cuantas canas en su cabello negro, sin embargo esa gran verruga café ocupaba toda su mejilla y su piel colorida parecía un plumero andante.
— Es una verdadera lástima.
— Si…— Claud aprendió a callar sus voces cada vez que estás tres abrían su grandes bocas, pero no contenía el demostrar su cara de descontento para con ellas.
<<¿Mi cuerpo es defectuoso acaso?>> Ella era una mujer, simplemente no gusta mucho de usar vestidos o tacones, ¿tiene eso, algo de malo?
Tiene muchas cosas negativas en su cabeza, que prefiere olvidar todo con el alcohol.
— Bueno, al menos hizo bien mi hija, elegir una buena esposa.
— Si, pero no sirve de nada tener una nuera tan linda cuando no puede concebir — la líder de las brujas le dio una mirada fugaz a Claud.
Claud apretó su copa tratando de contenerse.
— Ya te digo yo, si fuera un hombre.
— ¡Bueno ya! — calló a su tía de la verruga, exasperada, las miro con desafío —. El hecho que sea lesbiana no tiene nada de malo — colmaron su paciencia, como para seguir permaneciendo callada.
— Claro que no lo es querida, eso sería absurdo — su voz era altiva mientras levanto su mentón mostrando superioridad —. En esta época hasta es conveniente, sin embargo tus capacidades estarían al máximo si fueras un hombre.
— ¿Acaso no he demostrado con mi trabajo, estudios y dedicación para ganarme este puesto? Según tengo entendido hasta superé las expectativas de esta familia, aún cuando no esperaban nada de mí. Creo que están al máximo esas capacidades, mi querida tía.
— Mi querida sobrina — su voz de notaba soberbia, en tono de falso cariño —. Tú nunca serás alguien sobresaliente, eres demasiado joven para entender, te falta experiencia para comprender desde punto de vista más empresarial — Claud ante sus palabras, decide morderse la lengua antes de soltar una total falta de respeto para con su tía —. No sé, en qué pensaba nuestro querido primo tú padre, dejar todo en tus manos ¡vaya idiota! Supongo que no era muy listo, al final era un hombre inepto, alguien sin visión y un verdadero papanatas.
Claud levantó su copa en lo alto y lo arrojó al piso. ¡Crash! El vídeo de la copa se esparció en miles del fragmentos por el suelo, el vino rojo como la sangre se expande en la carísima alfombra del hotel, ya no hay música en el ambiente, la gente deja su charla, el baile y hasta los celulares de lado, para ver a la novia a hacer su escena, y como buitres se acercan a la familia Ludwig.
Claud se nubla con su alrededor, se enciende una llama de su furia.
<<Si hablan de mí, no me importa. Si algo aprendí de mi madre es no perder la compostura. Pueden decirme inútil y no me lo creeré, pueden decirme desgraciada y haré de oídos sordos, insúltame y voy a preferir sentir lástima que otra cosa, antes de llegar a responder a cosas innecesarias, prefiero enfocarme, avanzar y trabajar. Pero algo, que nunca permitiré, eso es que insulten a un hombre tan bueno, un líder, un genio, trabajador, demasiado capaz, visionario y un increíble padre, mi papá, mi ídolo, mi héroe, mi modelo a seguir, mi todo>>
Era una niña cuando lo perdió.
— ¡NO VOY A PERMITIRLE…
Y entonces. Emily entro en escena, en compañía del piano, interpretando “Vedro con mio diletto”, era su fuerte, tocar el piano. Una habilidad que gracias a una situación como está, todos los presentes, desviaron su atención de la escena de un pleito familiar, hacía la esposa de ojos azules.
El deleite de la destreza de sus dedos y su bella mirada llena de concentración, el precioso perfil de Emily, era cautivante, comenzaron a grabarla, alabarla y escuchar la pieza. Ahora ella era el centro de atención.
— Es cautivante — dijo la tía del abrigo colorido.
— Divina, es una belleza — nariz ganchuda levanto la copa a la salud de la novia y tomo un sorbo de su bebida sonriente.
La mujer, líder y gorda suspiro. — Estuvo cerca, esa chica salvo la situación, tocando una pieza tan magnífica como ella.
Brandon estaba enamorado por completo de la chica. — Es asombrosa, una preciosidad, llena de sorpresas.
— Así es Brandon querido — la madre de Claud, estaba muy impresionada de su nuera —. Es como la hija que siempre quise.
Lo dijo, en frente de su hija. Eso le dolió a Claud, que una lágrima se escapo de unos de sus ojos.
{•••}
Al llegar a la casa de campo, con una hermosa vista cerca del lago, algo mágico, un romance que se percibía a flor de piel por la vista y el aroma del bosque, perfecto para una luna de miel. No para Claud bebió una botella entera por lo próximo que estaría por venir.
Ya se hallaba en la cama, en camisa y solo con el pantalón formal. ¿Qué más puede hacer?
— ¿Lista, para está noche? — la llamó de manera picante Emily a su mujer, beso su cuello —. Quiero que sea perfecto — le susurra mientras se acerca a sus labios.
Emily es bonita, sexy, buena y cualquiera disfrutaría de su compañía en un lugar así con ella, entonces ¿por qué no lo hacía y prefería perder la conciencia en el dulce sabor del vino, ese exquisito aroma que la hace sentir que está un plano tan lejano de la realidad? Eso es porque, ya no siente nada por la que ahora es su esposa, nada, aún así cree que debe hacer esto por ella, que debe estar con ella, por se lo debe.
Ya estaban en la cama. Emily se alejo un poco, contempla a su pareja y lo atractiva que es, mientras hace su cabello para atrás. Claud fija su vista a otro lado, quería un momento olvidar que estaba con Emily y en esa lejanía, en su mente, era libre, de sus ataduras que la comprometen con ella y respira esa tan anhelada y bendita libertad.
Esos meses, para Emily fue una luna de miel llena de “amor”, así lo describía la esposa de ojos azules. Para Claud, solo días y noches de sexo, con una botella de la mejor cosecha a cada momento del día, casi no recordaba nada, su tiempo, con su ahora esposa.
Para cuando termino la luna de miel, solo dio un suspiro de alivio. Volvería a trabajar y hacer las cosas de la empresa, que nunca pensó que disfrutaría.
La primera hora del día, se puso a dar órdenes a la oficina desde su celular y organizar los asuntos, además de algunos archivos para la junta, en el camino de regreso se mantuvo meditabunda, ignorando los regaños de su mujer, de su aspecto y la camisa verde agua que escogió. Para cuando el avión llegó a nuestro destino, Emily estaba tan molesta que no me suplicó por volver a casa con ella que me fuera directo a mi oficina, con la condición de llegar temprano, porque prepararía algo especial. Tan solo acepté, se despidió de mi con un beso y se marchó.
Un momento de hora pico, hizo tardado el viaje en auto.
Al mirar a la ventana se dio cuenta que en frente de un edificio del museo de la estampilla, había una sesión de fotos y entre las modelos distinguió a cierta morena, muy guapa presumiendo un hermoso vestido blanco con la sonrisa más linda que jamás había visto. Era la mesera llorona de la otra vez, ahora con toda la actitud de una profesional ante la cámara.
Bajo del auto, ya que el tráfico se mantenía, decidió hablar con ella tan solo unos minutos.
— Excelente trabajo.
La chica de ojos morados después de tomar de su botella de agua por la sed, observo a Claud y sonrió.
— Señorita Ludwig, ¿qué hace por aquí? — pregunta con una sonrisa. Paso sus mechones rebeldes por detrás de su oreja.
— El tráfico no me ha dejado ni avanzar ni un solo centímetro. En fin — miró a la chica de arriba abajo.
El fino vestido caro de temporada, blanco de novia con corte sirena, manga larga y espalda descubierta, de un color perla, con una base de tul y preciosos bordados inspirados en motivos florales alrededor del cuerpo, la cintura y la falda que culminan en un perfil ondulado.
— Eres muy bella.
La chica se avergonzó — Gracias, amm… — aclaro su garganta y trato de tener compostura de nuevo —. Soy Belisa, pero mis amigos me dicen Bel.
— Es lindo — dice Claud —. Bel tengo algo de tiempo, ¿qué tal si hablamos un poco?
La chica lo meditó por un segundo.
— Hecho — contestó —. Solo unos cuantos minutos, antes de iniciar la otra sesión con mis demás compañeras.
Una charla amena, divertida, entre dos chicas que se empezaban a llevar bien… Tal vez demasiado bien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top