capítulo 21

Era sorprendente cómo cada beso de Kev se sentía como si fuera el primero. Igual de bello y mágico.

Ni siquiera había sido un beso apresurado y con intenciones apresuradas, fue solo un beso con el que ella deseó pactar lo mucho que sentía por él.

Un beso que él recibió como si fuera una reliquia con necesidad de cuidar y proteger. Porque al momento de sentir sus labios, sus manos subieron hasta sus mejillas y las tocó con ternura, manteniéndola cerca.

Probablemente haya sido ese acto de delicadeza lo que la impulsó a ella a profundizar el beso, o al menos a intentarlo, porque fue Kev quien la detuvo y la apartó de él antes de que pudiera lograrlo.

—Lily —llamó—, Lily... Espera. —Al separarla, la miró a los ojos, a los labios y luego se relamió los suyos. Lo miró tragar saliva y después esforzarse por una sonrisa. —Quiero esto. No sabes cuánto, pero.... Pero me pediste tiempo, y eso quiero darte.

Y entonces el pequeño momento mágico explotó como una burbuja por la cruda realidad. Tenía razón. Ella misma lo había pedido y ahí estaba de nuevo haciendo las cosas peores. Ni siquiera ella misma podía decidirse en lo que quería hacer pero se lanzaba a besarlo sin ninguna advertencia.

Incluso ella misma se odiaba.

—Lo siento —contestó, alejándose apenas se dio cuenta. Estaba muy apenada—, no era mi intención. Fue espontáneo. Lo siento, Kev, de verdad lo siento.

Se acercó rápidamente a darle un abrazo y luego se apartó. Le dio la espalda y caminó —casi corrió— hasta su casa, y procedente a su habitación.

Tal vez fue muy grosera. Pero de eso se dio cuenta apenas cuando ya estuvo enredada en las sábanas de su cama y cuando oyó el motor del auto de Kev alejarse.

Solo ahí, cuando estuvo segura de que se había ido y que ya no habría la tentación de bajar, fue cuando tomó su celular y le mandó mensaje.

perdón, Kev
de verdad lo siento
no fue mi intención
sí quería, pero no quería confundirte y mucho menos dejarte solo afuera

Tardó un poco en responderle, tal vez porque iba manejando.

Lily, relájate
Me has hecho feliz con un beso
No tienes por qué disculparte

entonces, estamos bien? :(

Siempre
Te daré el tiempo que necesites

Ella sintió calidez en su pecho. Pero, al mismo tiempo, no lo sentía justo. Al menos no para él. Había estado de tantas formas para ella, y lo único que le daba a cambio eran cosas incompletas e inseguras.

no tienes por qué, lo sabes, no?
puedes conocer a alguien más si eso quieres

Lily, desde el momento en que me besaste en ese antro ha sido difícil sacarte de mi mente
Será aún más difícil fingir que no te quiero hacer de todo cada vez que te vea

:(
quiero eso
pero

Quiso escribirle una biblia de cómo ya no quería sentirse como lo hacía. De cómo quería ser feliz con él sin problema alguno, pero él respondió antes.

No te voy a lastimar, Lily
Y si tan solo me dieras la dirección del idiota de tu ex, mañana aparecería calvo y sin huevos

Eso la hizo reír al menos.

preferiría no tener que toparme con él en un hospital y contigo en la comisaría por cargos

Valdría la pena

Lily sonrió. Estaba pensando en su siguiente mensaje cuando de repente su pantalla se iluminó con una llamada suya. Tardó unos segundos, pero al final respondió.

—¿Todo bien? —preguntó en voz baja—. ¿Ya estás en casa?

—Sí. O al menos creo que es mi casa, estaba muy oscuro.

Ella soltó una risa.

—¿Cómo estás seguro de que no entraste a una casa llena de asesinos en serie creyendo que era la tuya?

Hubo un momento de silencio.

—Mmm... De no haber sido que mis llaves encajaron perfectamente con las de esta puerta, me habrías pegado la duda de la vida. —Después se escucharon unos cuantos pasos en la llamada y otras puertas más abriéndose y cerrándose.

Lily frunció el ceño, divertida.

—Te estás asegurando de que sí es tu casa, ¿no?

—Calla. No miento cuando digo que sí estaba muy oscuro. Además todas las casas en este vecindario son iguales.

Ella tuvo que aguantarse las ganas de carcajear. Esperó a que Kev dejara de investigar su propia casa y luego regresó a la llamada.

—¿Todo en orden? —preguntó, y él bufó.

—Te daría un zape si estuvieras aquí. Ni siquiera te llamé para esto.

—Está bien, Kev. ¿Para qué me llamaste entonces?

—Para oír tu voz.

Lily resopló, divertida y sonrojada al mismo tiempo.

—Eres un cursi. ¿Quién iba a decir que el tipo que se hacía pasar por un chico malo al final estaría aquí diciéndome que me llamó solo para oír mi voz?

—Aún soy un chico malo.

—Repítetelo hasta que te lo creas.

Escuchó un bufido a través de la llamada.

—Muy bien, dejaré mis cursilerías, pero entonces las extrañarás.

—En realidad son bienvenidas.

—Se quedan entonces.

Ella sonrió. Le sorprendía cuántas veces podía sonreír en un lapso pequeño de tiempo mientras estaba con Kev o con su presencia al menos en llamada. Él tenía ese toque que parecía poner todo lo blanco y negro de color.

—¿Ibas a contarme algo? —preguntó Lily. No era como que quisiera dejar de hablar con él, pero ya era muy tarde y al día siguiente entraba temprano al trabajo.

—A preguntarte, para ser exacto.

—Dime.

—¿Me permitirías?

Esperó a que terminara de decir algo más, pero eso fue todo. Y no entendió.

—¿Permitirte qué?

—Conquistarte. Hacer que vuelvas a confiar. Y hacerte sentir segura.

Lily guardó silencio, ambos lo hicieron. No era algo que esperaba que le preguntara, y ciertamente tampoco era algo de lo que había pensado para responder.

—Kev...

—Sé que tienes miedo. Sé que sientes que no me mereces. Pero no es cierto. Quiero probarte que yo soy merecedor de ti y quiero que me des la oportunidad de intentarlo. No voy a lastimarte, no al menos en...

—Está bien.

Hubo un momento más de silencio. Aparentemente no esperaba una respuesta tan rápido.

Pero ya era hora de que Lily soltara ese caparazón que tenía incrustado desde lo que Carlos. Kev no había demostrado nada más que quererla de verdad, y ella al menos le debía intentarlo.

Y si las cosas salían mal y él sí la lastimaba, al menos habría valido la pena. Con Kev siempre valdría la pena.

Ambos se fueron a dormir poco después y, al día siguiente, cuando ella estaba en su hora de comida, un hombre se acercó a ella preguntándole si su nombre era Liliana Reyes, y cuando esta respondió que sí, le entregó un bello ramo de flores.

Era la primera vez que le regalaban flores.

Y ni siquiera necesitó abrir la tarjeta para saber desde antes quién las había mandado.

Contigo he ido más de mil veces a la luna, gracias por cumplir mi sueño.
—K.

Fue hasta su chat, mándale foto de las flores, agradeciéndole, y cuando él respondió, se sintió diferente. Ella se sintió diferente.

Por nada, mi niña

❤️‍🩹

19 de octubre de 2018

Las cosas entre ellos iban cada vez mejor. En ningún momento había hecho nada que a ella no le gustara o que le incomodara. Siempre se aseguraba de que estuviera bien antes de dar un paso. La acompañaba todos los días a su casa y solían salir juntos cuando tenían tiempo.

Lily comenzaba a olvidar que alguna vez se sintió mal por culpa de Carlos. Era Kev quien últimamente la mantenía sintiéndose viva y feliz.

Y una tarde, cuando su madre llegó del trabajo diciendo inesperadamente que debían ir a Argentina, no le dio tiempo de despedirse de Kev, así que solo fue hasta su chat para avisarle.

Qué bien, Lily, adónde vas?

Argentina, a casa de una tía

Muy bieeen, mucho cuidado

Se lo había tomado muy bien, incluso cuando por lo general siempre salían juntos los fines de semana. Ella esperaba lágrimas y ruegos de que se quedara con él.

no me vas a extrañar?

No se pregunta lo que ya se sabe
Diviértete, linda

esperaba una que otra chillada

Quieres que llore?
Contesta mi llamada y ponme en altavoz

Lily soltó una carcajada. Lo que provocó que su mamá la escuchara y la regañara por estar en el celular en vez de estar terminando su maleta.

Varias horas después, cuando ya había llegado a casa de su tía en Argentina y aún no tenía ningún mensaje de Kev, se atrevió a mandarle uno más.

Solo que ahí se dio cuenta que no tenía cobertura y su única opción fue treparse las ventanas del patio hasta llegar al techo.

El cielo en esta zona de Argentina se sentía incluso más bonito porque se hallaban cerca de un cerro. Las estrellas eran más brillantes y hasta se sentían más cercas.

Cada vez que miraba las estrellas recordaba lo que le había dicho Kev una vez: que todos estamos hechos de polvo de estrellas, y que al morir nos convertimos en una. Confiaba plenamente en esa teoría, porque confiaba plenamente en él.

Apenas arriba tuvo señal y recibió rápidamente los mensajes de Kev.

Lily
Qué tal te va en Argentina?
Vos tenés un buen día? 😌

jajjskakskajakajkskask Kev argentino
épico
la estoy pasando muy bien, aunque donde estoy es como un pueblito y hay muy poca cobertura
estoy arriba del techo para poder hablar contigo

Kev no estaba en línea, pero apenas terminó de enviarle el último mensaje, entró al chat inmediatamente.

QUÉ
NO, BAJA AHORA MISMO LILYYY

Antes de que pudiera contestar, entró una nueva llamada de Kev.

Respondió al instante.

—Me he sentido regañada.

—Deberías. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre subirse al techo de una casa para obtener cobertura? ¿Mínimo había una escalera?

—Me trepé por las ventanas.

—Oh, claro, ¿y eso debería tranquilizarme?

Lily rió en voz baja. En Argentina ya eran poco más de las dos de la mañana, así que ya estaban todos dormidos.

—En mi defensa, lo hice para poder hablar contigo. No pude en todo el día, y te extrañaba. ¿No lo habrías hecho por mí?

—Suelo no arriesgar mi vida por las personas.

—Eso me ha ofendido.

—Excepto por ti. Me subiría el Monte Everest con tal de poder hablar contigo, mi querida Lily.

—Pero en el Monte Everest ni siquiera hay cobertura.

Él bufó.

—Arruinas mi momento romántico, sueles hacer mucho eso.

—Es mi pan de cada día.

Kev soltó una pequeña risita que apenas y sonó en la llamada. Parecía que la tenía en altavoz y que él estaba haciendo algo más.

De repente lo extrañó y quiso estar con él.

Fue la primera vez que se dio cuenta de que estar lejos de él no era su cosa favorita. Se le había hecho costumbre poder verlo cada vez que quisiera con tan solo hablarle; pero ahora los distanciaba un país, así que no podía simplemente pedirle que viniera porque lo extrañaba.

—Y bien, Lily, ¿bajarás ahora del techo? —preguntó su voz, sacándole de sus pensamientos.

—No.

—¿Debo explicarte las mil razones por las cuales deberías de bajarte porque eres una persona poco cuidadosa y podrías salir lastimada?

Ella sonrió y guardó silencio unos segundos antes de volver a hablarle.

—Te extraño, Kev.

Él también guardó silencio.

—También te extraño. Antes de llegar a mi casa hoy, tomé la ruta a tu casa sin darme cuenta; luego recordé que no estabas y di retorno.

—Me gustaría que estuvieras aquí —murmuró, un poco apenada. Fue hasta un camastro viejo que estaba en la esquina del techo y se recostó en este—. Argentina tiene un bonito cielo. Las estrellas se ven hermosas.

—También estoy mirando el cielo.

—¿Dónde estás?

—En mi patio. Salí a fumarme un cigarillo antes de dormir. Digamos que estoy recostado en el césped mientras hablo contigo e intento encontrar a la Osa Menor y la Osa Mayor.

Lily también intentó lo mismo. Nunca había sido buena para nada que tuviera que ver con la astrología, pero una vez su madre le dijo que encontrar a la Osa Mayor y la Osa Menor era como buscar la forma de un sartén en el cielo.

Rara vez la había hallado aún así.

—No las encuentro.

—Tampoco yo.

—Me agrada esto —mencionó ella, respirando con tranquilidad—. Estamos en llamada y haciendo lo mismo. Se siente como si estuviéramos cerca.

—No del todo. No puedo imaginarte bien. Veo tu cara, pero tu presencia está borrosa.

Lily sonrió, divertida.

—¿A qué te refieres?

—¿Qué traes puesto, Lily?

—Mi pijama.

—¿Y cómo es tu pijama, específicamente?

—Mmm... —Lily se miró a sí misma, frunciendo el ceño—. En Argentina es primavera, así que hace calor. Traigo unos shorts cortos color marrón y un top color blanco. Llevo el cabello recogido en un molote y estoy descalza, ¿eso sirve de algo?

Se escuchó un ruidito de parte de Kev, como si estuviera asintiendo.

—Suelo pensar que tengo buena imaginación. Te estoy visualizando y... Vaya que se te ven bonitas las piernas con esos shorts.

Automáticamente las mejillas de Lily se encendieron. Se miró a sí misma de nuevo, y se dio cuenta de que en realidad esos shorts sí le daban una forma bonita a sus piernas.

—Eh... yo... —balbuceó, pero él la interrumpió antes de que pudiera decir algo.

—Y supongo que también se te ve un lindo abdomen —continuó y ella apenas alcanzó a tragar saliva—. ¿Sabes algo, Lily? Aún no olvido tu imagen de la última vez que estuvimos juntos. La guardo como si fuera una reliquia en mis recuerdos. Me gusta recordarte debajo de mí, con el cuerpo desnudo y sudoroso pero al mismo tiempo deseoso por mis caricias.

—Kevin... Alguien podría oírnos...

—¿Estaría eso mal? Solo nos tendrían envidia. Envidia de que te tuve para mí, y aunque yo fui el de los movimientos, en realidad fuiste tú la que estuvo al mando de mí todo el tiempo.

De repente, a Lily le estaba costando respirar con facilidad.

—Kev...

—Solo estoy imaginándote. —Escuchó un suspiro, y aunque no estaba ahí para verlo o confirmarlo, supo que había cerrado los ojos. —Ya has vuelto de Argentina. No hay clases y no tenemos trabajo tampoco. Decidimos que vamos a tomarnos el día libre y vamos al cine. Luego a cenar y al final a mi casa. Cuando llegamos, te pones a revisar mi habitación de pies a cabeza, pues nunca la habías visto con luz. Después hablamos, te ríes y yo te observo.

»Te sientas a mi lado y yo acerco mi mano a la piel de tu muslo, que de repente es mi lugar favorito. Poco a poco, te recuestas a mi lado y hablamos durante horas hasta que ninguno de los dos puede más la distancia y terminamos abrazados. Solo que nos damos cuenta que necesitamos más. Que yo necesito más. Porque quiero admirarte y quiero sentirte. Y te beso. No del todo. Lo hago lento, muy lento. Así te doy la oportunidad de alejarte si eso es lo que quieres. Pero cuando no lo haces, entonces estás perdida.

»Porque en ese momento, eres mía.

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