Día VII - Ropa combinada.

La primera vez fue una sorpresa. La segunda, gracioso. La tercera curioso. Para ese punto fue evidente que no dejaría de pasar. La cuarta vez, fue algo incómodo. Hasta la sexta Tony no empezó a preocuparse. En la décima, cogió el brazo de Peter y lo arrastró a un lado, lejos de la vista del resto de los alumnos.

—¿Tienes una jodida cámara en mi vestidor? —preguntó intentando que las perspicaces bromas de sus ortos estudiantes no se clavaran en su costado.

Peter se sonroja y menea la cabeza con timidez.

—Tra-traje un cambio... puedo ir a por él a mi casillero.

Tony sacude la cabeza y suspira. Era ridículo esperar eso. Mucho más ridículo que siempre vestirse como una jodida pareja de quinceañeros. El maldito asunto era que todos habían empezado a notarlo y cada clase los malditos chicos se apiñaban en la parte delantera del aula esperando el espectáculo para marcar lo evidente.

Y es que debías estar jodidamente ciego para no notarlo.

Tony ese día lucía una chaqueta de mezclilla, dado que era su sagrado viernes informal y Peter lucía una camisa del mismo material apenas ajustada con solo dos botones prendidos. Tony usaba una camisa blanca, Peter una remera blanca. Tony traía unos pantalones oscuros de gabardina, Parker un jean de un tono muy similar.

¿Cómo podía haber vuelto a pasar?

En líneas generales no le molestaría, pero los directivos de la facultad tenían sus políticas de confraternización bien aprendidas y cuando le dieron el puesto se aseguraron de que también las memorizara.

Era joven, no el más del profesorado, pero era con distinción el más atractivo. No solo por su dinero, su fama o su estatus de superhéroe mundial: era atractivo. No le apenaba reconocerlo, pero en momentos como esos era un lastre.

Le encantaba ver el deseo oscurecer la mirada de sus compañeros y alumnos, pero aquella maldita conexión con el chico podría costarle caro. No le ayudaba en lo absoluto que el maldito le cayera bien y fuera de sus alumnos más aplicados. Muchos de sus otros estudiantes se daban cuenta de que Tony lo favorecía. No era por pura cabezonería, Parker era inteligente, era extraordinario y único. Tenía habilidad para leer entre líneas y hacía preguntas que lo forzaban a usar los engranajes de su cerebro para formular la respuesta correcta.

Bueno, quizá fuera atractivo. ¿O no? No estaba seguro. Era corriente en cada aspecto por separado. Cara, ojos, boca, cuerpo, altura: normal. Pero algo único pasaba cuando lo juntabas todo y si le añadías que de sus labios (siempre ligeramente húmedos) salían los comentarios más oportunos y elocuentes... Mierda santa, Tony deseaba meterle la lengua en la jodida garganta y callarlo.

Claro que no haría algo así jamás, porque la docencia resultó ser algo que sí le interesaba.

—No, pero veme después de clases. Tenemos que hablar.

Peter suspiró y agachó la cabeza con un asentimiento vago.

No se sintió bien usar el tono imperativo y displicente. ¿Pero qué más podía hacer? ¿Qué más? Si él empezaba a sentirse incómodo con el hecho de que se la pasaran haciendo juego con sus atuendos, los demás alumnos habían empezado a susurrar con malicia. Sabía que no era culpa de Peter, o suya, pero maldita sea, Tony no era el que parecía haber hecho un glow up. Tony seguía usando los mismos pantalones de vestir entallados, las mismas remeras entalladas y las mismas americanas con la cintura marcada.

Parker, por su parte, había abandonado todo su placar. Ya no traía las remeras deshilachadas con chistes idiotas y nerds. No usaba las camisas a cuadros dos talles más grandes y menos que menos cargaba la chaqueta gastada de siempre. Ahora vestía unos jeans oscuros y entallados. Sus muslos parecían gritar por atención cada que se sentaba en la primera fila de su clase y los cruzaba. Su mirada tenía problemas para no caer sobre esas piernas en clase.

Aunque su pecho amplio, bien formado y tentador rivalizaba fuertemente por su atención. Peter empezó a usar camisas lisas, con cuello en v. Se aferraban tanto a su figura que una vez cuando se enderezó Tony vio la línea cruda y dura de sus abdominales. No tenía puto sentido. Ninguno.

Pero el caso era que parecían tener un problema entre las manos, porque si Tony decidía por un color claro, Parker parecía tener la misma idea. Si Tony usaba un azul profundo y poco corriente, Parker iba a clase con la chaqueta oscura y una remera blanca. De lejos no parecía, pero bastaba verlos unos segundos uno al lado del otro para que pareciera que estaban por salir juntos a un maldito evento.

Antes de que pudiera darle un segundo pensamiento a todo aquello uno de sus alumnos llamó al orden y Tony se acomodó la chaqueta antes de tomar las riendas de la clase.

Peter estaba arrumbado sobre su escritorio, tomando notas. Los demás lo miraban fijo y Tony se contuvo para no decirles que debían empezar a anotar ellos también. Tenía muy en claro que no iban a conseguir recordar toda la parte teórica solo con verlo, pero no dijo nada. Se mantuvo yendo de un lado al otro del aula, continuando con la lección del día.

Hizo una pregunta y el auditorio se quedó en silencio. Clavó deliberadamente la mirada en la mayoría de ellos, buscando evitar los ojos cafés. Y se ve forzado a detener su accionar cuando ve que nadie es capaz de seguirle el ritmo. A regañadientes busca a su chico estrella, pero, para pasmo personal, los ojos cafés no están donde siempre (fijos en él), Peter tiene la vista perdida en una de las amplias ventanas. Sin siquiera fingir que lo determina.

Contiene el impulso de dar un respingo y carraspea con fuerza. La mirada del chico se voltea ligeramente, pero antes de que aterrice en él, se traba en el compañero que junto a él lo mira entretenido, mordiendo la punta de su birome.

Tony intentan recobrar el control de su clase, pero la sonrisa que Peter le lanza a su compañero le hace trastabillar los pensamientos. Su ayudante de cátedra desde el fondo de la sala se aclara la garganta y responde la pregunta que ni siquiera recordaba que formuló. Tony maldice y sigue el hilo de su propia clase, intentando mientras tanto recordar el nombre del idiota sentado al lado de su mejor alumno.

Lamentable. Ese fue el resultado de la clase. Tony fue completamente incapaz de anular de su mente a los malditos idiotas en la primera fila. Apenas consiguió hacer uso de su intelecto los minutos eternos que le quedaban por delante. Los alumnos, en su gran mayoría solo entendieron una cuarta parte de lo que dijo. El idiota junto Parker no se enteró si aquello era ingeniería aplicada o álgebra II. Y su maldito mejor alumno sin dudas no escuchó una sola de sus palabras.

Si en el examen incluyera preguntas como ¿cuántas veces sonrió el maldito idiota a tu izquierda en la clase?, seguro que sabría decirle sin la más mínima duda. Tony lo sabía: diez. Diez. ¿Dijo diez jodidos chistes? No dijo ni dos. Cuando el primero rebotó en la cara del maldito idiota en diagonal a su atrio y esta se reflejó en la cara de Peter, Tony cortó abruptamente su divertida y didáctica forma de impartir clases.

Pero eso no hizo mella en el humor jovial del idiota de turno, que siempre encontró algo de lo que reírse, mirando de lleno la boca de su mejor alumno.

Harley se acercó bajando las escaleras del salón cuando la campana sonó y Tony suspiró viéndolo agradecido. Había salvado el noventa por ciento de la clase ese día. Y por más que lo odiara por ello, tocaba decir gracias.

—¿Saliste anoche? —le pregunta el rubio, recargándose con el codo en el atrio—. Rato sin verte ser una mierda en clase.

Tony menea la cabeza y agita la mano para echarlo a un lado cuando Peter, sin su nuevo amiguito, se acerca.

—Osborn —dice Harley regalándole una sonrisa desafiante—. El que mira a tu cachorro se llama Harry Osborn —lo mira con desprecio, pero su ayudante solo alza las manos y se encoge de hombros—. Me pareció desde arriba que esa información podría serte de utilidad.

Tony le lanza una mirada de odio, pero no tiene tiempo para decir nada. Peter se encuentra parado, rígido y con la cabeza gacha a su lado.

—¿Señor Stark?

La risita irónica de Harley se escucha detrás de él y Tony está seguro que le propinara una patada cuando nadie los vea.

—Estuviste disperso toda la clase —sentencia con firmeza—. Eres un adulto, ¿me obligarás a pedirte que te separes de tu nuevo amiguito?

La mirada sorprendida del chico se clava en sus ojos y Tony se la sostiene pese a que no era de eso de lo que quería hablar. Pero, bien mirado, la mierda de la ropa era una nimiedad frente al nuevo problema. ¿Qué más daba si parecían una maldita parejita? ¿Qué más daba si sus alumnos murmuraban mierda sobre él y Peter? Eso era ridículo y sin sentido. El decano tendría que comprobar esos rumores y habladurías para poder hacer algo en su contra.

La extraña interacción de Parker y ese estúpido de Osborn era algo más urgente que gruñirle que pare de imitar su estilo.

—¿Perdón?

—Estuvieron toda la clase jugando entre ustedes.

Aquello sonó peligrosamente a un reproche, pero no sé retracta. Peter lo mira boquiabierto, meneando la cabeza. Si el chico listo de la clase se queda sin argumentos tú podrías suponer que es porque eres más listo, pero sus mejillas incendiadas en rojo le dicen que solo no responde porque aquello no era ni catedrático ni profesional. Ya no eran críos en un aula. En la universidad no te amonestan por jugar, menos si no armas lío o haces ruido, solo te desaprueban y ya.

Una parte de él entiende la lógica en eso. Otra, está completamente fuera de sí. No le gustaba que lo ningunearan o pasarán de él. Que Parker lo hiciera, solo era parte del problema. O así debería, a Tony le ardía especialmente que fuera su alumno más aplicado el que lo hiciera. Seguro Harley diría como que le molestaba porque lo ignoró en beneficio de otro hombre. Por suerte Harley no era parte activa en ese ida y vuelta.

—Yo... nosotros no...

—Lo hicieron —lo corta serio—. Si vas a presentarte aquí para coquetear con un compañero, al menos ten la decencia de no hacerlo en la primera fila.

Los ojos cafés se abren tanto que Tony hasta se siente mal. Pero esa cosa molesta y violenta que se había alojado en su abdomen no remite pese a ver su culpa.

—Espero un mejor comportamiento para la semana que viene. Y una redacción práctica/teórica de lo que vimos hoy en clase.

El chico lo mira fijamente unos segundos y Tony prepara un par de malditas justificaciones para su comportamiento tan arbitrario. No fueron necesarias. Peter cierra la boca, murmura una disculpa y asiente respetuoso, antes de inclinarse ligeramente y salir disparado lejos de su presencia.

—Ug, pobre idiota —suspira Harley con una sonrisa de suficiencia, dándole una palmada en el hombro—. Alguien debería advertirle que ser el niño de los ojos de su querido profesor Stark es una mierda.

—Cierra la boca y ve al centro de copiado. Les dejaré tarea para la semana que viene.

La mirada ladina y azul de su ayudante se iluminó mientras cogía su bolso y pasaba la correa por su pecho.

—Pobrecito, no tendrá tiempo de salir con su nuevo novio si le dejas tanta tarea.

Tony alza el dedo medio con dignidad y coge su maletín del suelo junto al atrio. Con la perspectiva del fin de semana frente, esperaba poder calmar su cabreo.

Qué idiota.

¿Creía que era un problema ir a juego con su estudiante favorito? ¿Creía que era un problema que los demás alumnos se burlaran de ellos con cada vez menos reparo?

No sabía nada.

Problema fue el lunes, cuando a las tres de la tarde, Parker entró hablando con el idiota de Osborn a su lado. Esa vez sus ropas no hacían juego. Pero sí hacían juego con las de Harry Osborn. Peter desempolvó de los cajones las camisas a cuadros, gastadas y muy amplias. Harry consiguió una muy parecida, en un color muy similar.

Por un violento segundo pensó que era una de las viejas de Parker, pero no le quedaba tan grande como para serlo. Pero... pero parado uno junto al otro, Osborn era al menos media cabeza más alto y con los brazos más largos. Y tenían que ser mucho más largos, porque no necesitó estirarse mucho para coger a Peter desde una línea de pupitres más arriba.

Tony miró impasible como el chico agitaba la cabeza y le hacía señas a Parker para que se olvidara de su viejo y cómo asiento y se acomodara junto a él más arriba y más lejos de Tony.

La clase volvió a ser una mierda. Parker volvió a estar más concentrado en su amigo que en él. Tony les dejó aún más tarea. Toda la clase gimió incapaz de creer las pilas de material que ahora debían leer, pero eso no pareció desinflar al maldito dúo dinámico. Peter compartió una mirada angustiante con su amigo, pero el jodido Osborn se encogió de hombros como si aquello no fuera más que una nimiedad.

Tony vio rojo y continuó viendo la vida en ese tono borgoña por un mes más.

Alguien elevó una queja y el decano de la Universidad tocó la puerta de su despacho una tarde donde la nieve caía suavemente y se acumulaba en las esquinas de su ventana.

—¿Tony?

—¿Liam?

El decano sonríe y pasa sin esperar a que lo invite. Tony no se cree la sonrisa que luce en su rostro. Y lo bien que hace. Cuando el hombre termina de irse de su despacho, Tony solo puede ver con acidez la amonestación escrita que dejó allí, pese a que dejó en claro que no la necesitaba.

Desplomado sobre su sillón, Tony maldijo y miró por la ventana. No podía quedarse allí por siempre, tenía que ir a casa y solo dejar de pensar en aquella mierda. Era cuestión de tiempo, solo tiempo. Tenía que serlo, porque como aquella mierda que lo tenía escupiendo fuego no pasara dentro de poco, iba a tener que dimitir. No podía seguir soportando aquella tortura de mierda.

Soñaba despierto y dormido con el maldito crío. Soñaba con la misma frecuencia que asesinaba al otro jodido hijo de puta que se la pasaba de arriba para abajo con su alumno. Y ninguna de las dos era mejor que la otra. Ninguna de las dos fantasías le daba el más mínimo placer.

Estaba tan obsesionado con ese jodido par que hasta que no llegó al auto, no se percató de que no tenía el maletín. Frunció el ceño y miró en todas direcciones, dispuesto a patear a alguien. Con un suspiro volvió sobre sus pasos, maldiciendo como marinero en la puerta de su despacho, teniendo que retomar el camino hasta su aula.

Los pasillos casi desiertos le hacían querer golpearse. Últimamente pasaba más horas que nunca en la universidad. No tenía valor de volver a casa, a su taller y enfrentar la realidad: sus pensamientos solo podían enfocarse en el maldito Peter Parker.

No es que la universidad le hiciera no pensar en él. Pero al menos, en aquel lugar, conseguía recordar con más fuerza que hacer cualquier idiotez podría costarle caro.

A unos pocos pasos del auditorio, un ruido dentro del aula lo hace detenerse y si fuera más listo hubiera huido, pero en vez de hacer eso, se queda quieto, escuchando.

La voz de Peter flotaba amortiguada, pero la voz de Osborn sonaba más clara. Estaban discutiendo sobre algo que no tenía sentido para él, pero era claro que no se ponían de acuerdo. Osborn insistía para que Peter dejara de jugar, y Peter insistía en que no estaba jugando.

Deslizando con cuidado su cuerpo, se acerca más a la puerta y clava los ojos en los dos chicos. Peter intentaba alejarse, pero Osborn no paraba de acercarse.

Un latigazo de odio lo golpea al ver la mano de Peter intentar empujar lejos al morocho. Pero Osborn no hacía caso y seguía avanzando.

—Esta no es hora para que estén aquí.

Tanto Parker como Osborn saltan al oírlo y verlo. La mirada oscura de Harry se clava en él con desprecio, mientras que la de Parker se inunda de alivio.

—Osborn, váyase. Parker, quédese que tengo que comentar usted su trabajo.

—Pensé que dijo que no eran horas para que estemos aquí.

Tony sonrió con desprecio y se aseguró de alzar una ceja arrogante en su dirección.

—¿Quiere que traslademos nuestra charla al despacho del Decano? —propone cruzando los brazos—. Sin dudas encontrará curioso mi relato sobre cómo los encontré.

Peter lo miró asustado, pero Harry se encogió de hombros.

—Solo estaba hablando con mi amigo.

—Curioso, parece que su amigo intentaba hacer que se aleje y usted no parecía comprender el lenguaje tácito en sus acciones.

La mandíbula se le traba, pero no es idiota y endereza la espalda.

—¿Vienes? —pregunta a Peter y este lo mira un segundo antes de negar.

—El señor Stark me pidió hablar sobre mi trabajo. Mañana te veo en el campus.

Osborn no lo toma con elegancia y pasa a su lado golpeando su hombro. Tony maldijo para sí, pero antes de que pueda tirarse a cogerle el pescuezo, siente una mano firme y cálida tomarle el brazo.

—No le haga caso. Solo está enojado.

—¿Es tu novio?

Peter se queda congelado cuando Tony se gira para verlo y deja caer la mano de su brazo. Extraña inmediatamente el contacto, pero no dice nada.

—N-no señor.

—¿Y estás seguro de que él lo sabe?

La voz le sale dura y amenazante. Debería irse. Lo nota en la forma tensa de sus músculos, todos listos y en tensión para un enfrentamiento inminente.

—Se lo acabo de dejar claro, señor.

Tony gruñe y empuja la puerta del aula con la mano. El azote que da contra el marco reverbera en todo el auditorio.

«Y una mierda» piensa. Después de semanas jugando a los tortolitos no se traga que no lo fueran y, pero podía tragarse que Osborn lo acepte.

Tony baja por las escaleras en dirección al atrio, decidiendo qué cuánto más rápido huya, menos chances hay de que termine claudicando al único pensamiento que desde hacía semanas se repetía en su mente: reclámalo; quítale a ese idiota tu chico. Ni en cien vidas sabría qué hacer con él. No como tú si sabrías. Y maldición, sabría bien qué, cómo y a qué velocidad hacerlo. En qué puntos, en qué orden...

La mirada se le nubla de deseo y apura el pasó, bajando casi a galope las escaleras. Todo el jodido aula huele a ellos, a él y a Peter. Huele a sus clases, a cuando le gustaba darlas, con los ojos soñadores y obnubilados de Peter siguiendo su andar y escuchando atento sus palabras.

Su maletín está olvidado en el piso y suspira inclinándose por él. Sus dedos se agarrotan contra la correa y consume su fuerza mental no intentar pensar en esos dos, follando o haciendo quién sabe qué.

—¿Hay algo mal con mi trabajo, señor?

—Nada. Puedes irte cuando creas conveniente —ladra con rigidez, sin atreverse a hacer contacto visual.

Sube las escaleras y enfoca toda la fuerza de su voluntad en no notar como parece desilusionado. En su mente hay una palabra rebotando reiteradas veces y en un tono cada vez más urgente: ¡Vete!

Está a un palmo de lograrlo, pero la voz de su alumno favorito lo deja estático, con la mano alzada a un palmo de la puerta.

—Le hice creer que me gustaba —masculla por lo bajo el chico—. Pensé que dejarían de molestarlo conmigo si todos pensaban que tenía novio.

Le alcanza el autocontrol para no volverse, pero no para huir o no responder.

—No debió hacerlo, señor Parker. No necesita preocuparse por eso. Las bromas de sus compañeros difícilmente me pongan en un aprieto.

—Ya sí... ya sé que fue estúpido —su voz sale vacilante y apenada—. Digo es obvio que nunca jamás pasaría algo entre nosotros. Pero... parecía molestarle tanto que... lo siento, fue estúpido. Lamentó si lo moleste de alguna manera.

Tony suspira con los dientes apretados. Ni siquiera sabe cómo, pero termina girando y bajando los pocos escalones que los separan. Peter lo mira avergonzado, esquivando cada pocos segundos su vista.

—¿Por qué?

—Ya le dije, no quería que le siguieran hac-

—¿Por qué supones que no podría pasar nada contigo y conmigo?

La boca con la que lleva semanas soñando despierto se abre suavemente y Tony pierde los papeles al ver cómo la punta sonrosada de su lengua acaricia los labios para responder.

Ag, qué sentido tenía pelear contra ello. ¿Cuál? Amaba la docencia, pero al igual que su maldito trabajo de superhéroe a medio tiempo, cuando llegaba a casa ninguna de sus profesiones lo estaban esperando. Estaba harto de estar solo, completamente solo y por más que por un tiempo la universidad llenó el hueco humano que dejó todo su jodido y asqueroso pasado, ya no lo hacía. O no se sentía como si fuera suficiente.

Se abalanza tan rápido que tiene que cogerlo de los brazos para que no se caiga hacia atrás.

Gruñe contra su boca cuando su alumno no pierde el tiempo y lo invita a por más dejando salir su lengua, enganchandola a la suya.

Las manos no le responden, o al menos no lo hacen a la parte lógica de su cerebro. En cambio, coge la cintura de Parker y la aplasta contra su cuerpo. Camina sin ver, disfrutando completamente del sabor del chico. Avanza sin tener en claro qué destino tiene sus pies, hasta que oye a Peter gemir al golpearse la parte posterior de las rodillas con un pupitre.

Y entonces, sacada desde lo más bajo, sucio y oscuro de su ser, emerge la fantasía más pura. Tony lo empuja, lo sienta en banco y le separa las piernas atacando su cuello, hundiendo las manos bajo su remera.

—Joder... sabes tan bien... —dice estremeciéndose sobre su cuerpo

—Pr-profesor Stark —gimotea el chico cuando la pelvis de Tony se alinea directamente contra su miembro.

Este salta dentro de sus pantalones y la dolorosa erección que tiene se estremece cuando la empuja sobre la de su alumno.

Los dientes del chico se clavan en su boca, en su cuello y su oído cuando Tony le coge las caderas y lo acomoda mejor sobre el banco. No protesta cuando Tony lo recuesta, menos cuando le alza la remera y deja al descubierto su perfecto abdomen. Los pezones marrones y pequeños están duros y Peter maldice cuando pasa por ellos los dientes.

Desea tanto desnudarlo completamente que si no fuera por la ligera consciencia de que está en la universidad ya lo tendría debidamente acomodado para poder follarselo.

Le lanza una última mirada a la puerta y gime saltando del tren de las buenas decisiones. Aterriza en el mundo del pecado y desajusta su pantalón al mismo tiempo que el chico tira de los botones del suyo. Tony coge en una de sus manos las dos erecciones humedad e hinchadas, arrancándoles a ambos una sacudida de placer.

El gemido primitivo que retumba en su pecho al sentir su calidez se enrenda con la lastimosa petición del chico. Tony lo deja acomodar las piernas en torno a sus caderas y se vale de sus embistes para darles placer.

Peter se agita en el banco, mira preocupado a la puerta cuando las patas del mismo rechinan contra el piso. Tony solo puede pensar en lo sucio y degenerado que suena el eco de sus gemidos desplegándose sobre ellos, hasta rebotar contra el techo.

Podría ser humillante lo poco que le toma venirse, pero no lo es. Se corre en el mismo instante que su alumno, inclinándose sobre él para amortiguar contra sus labios el sonido de su locura.

Con respiraciones turbias y disparejas se besan unos cuantos minutos. Están sucios y parcialmente saciados. Pero aún no ha terminado con él. No puede dejarlo así le cueste el trabajo y siente que eso no está tan lejos de pasar. No va a poder esconder aquello por mucho tiempo. Cómo vuelva a ver al infeliz de Osborn cerca de «su» alumno le cortará el cuello.

—Voy a dimitir a su clase —musita Peter, respirando apenas de forma correcta.

—No puede-

—Por eso peleaba con Harry. Voy a dejar está clase.

Los ojos cafés y resueltos están fijos en él, igual de astutos y vivaces que siempre.

—Eres el mejor de mis alumnos. No queda tanto hasta el fin del semestre —y habrá que marcar la fecha en el calendario, pues como precedente único en su vida, no habla desde el egoísmo. Peter es por lejos el mejor de sus alumnos y si aquella mierda le costaba el crédito, no se lo podría perdonar jamas—. Podemos hacerlo funcionar. ¿Nunca escuchaste que la fruta que más se desea comer es la prohibida? ¿Sabes lo bien que lo haremos cuando al fin termine esta puta clase? Joder, Peter. Haré que te vengas tantas veces seguidas que alucinaras. Desearás que hayamos estado esperando esto desde el día que te anotaste en mí asignatura.

El chico menea la cabeza y se endereza hasta quedar sentado. Tony se percata que aún no separa las piernas de su cuerpo, aún no se viste ni lo intenta. Aprieta los ojos aferrado a sus hombros, quizá pensando en sus palabras. Así lo quiere, soñando con lo que Tony le hará una vez que toda esa basura de la confraternización se acabe. Dios sabe que él ya tiene mucho pensando en ello. Sería una mera caricia a su ego estar plantado en medio de la clase, mirando de forma furtiva y directa a Peter, haciendo que se retuerza de deseo y ansias en casa clase.

—Antes no tenía ni la mitad de los motivos que tengo ahora para hacerlo —susurra mordiendo su labio inferior, mirándolo dubitativo a los ojos—. Ahora... espero tenerlos. El semestre que viene me podría volver a presentar. La cátedra del profesor Banner tiene muy buenas críticas y... y... y podríamos... no sé... ya sabe...

Tony se inclina y le coge los labios con los dientes. Jala suavemente y sonríe cuando Peter se estremece tartamudeando.

—No quiero perder a mí alumno favorito...

—N-No lo hará, pr-profesor. Necesitaré estudiar mucho para que el Dr. Banner me deje pasar a su clase. So-son alumnos de posgrado.

Tony lo imagina desnudo en su cama, respondiendo las preguntas para el exámen de su amigo y su cuerpo entero bulle. Lo ve tendido, con los ojos vendados y un reloj descontando segundos. Bruce era exigente, más que él. Después de todo, jugar con radiación no era cosa de broma. Tomaba exámenes cronometrados y múltiples choice. Parker tradpiesria por darle las respuestas correctas mientras Tony sentado desde su sillón, a pocos pasos de la cama, lo veía.

La imagen es tan erótica que le roba el aliento.

—Me asegúrate de que Bruce no tomé los créditos que tienes en mí clase.

Peter se ríe ligeramente y se abraza tentativamente a él cuando se restriega contra su cuerpo. Tony siente como su polla se endurece ligeramente al volver a chocar contra la de él y gime besando su oído cuando la corrida de los dos sobre el abdomen del chico se desliza hasta sus miembros.

—Sal y espera aquí a dos cuadras, en la estación de servicio. Recogeré un poco y pasaré por ti. ¿Bien?

El chico gimotea, pero lo suelta cuando Tony se aleja un paso.

—Vuelve a usar la ropa de antes —masculla posesivo cuando lo ve acomodar la remera basura—. Te quedaba mejor que... eso.

Peter se ríe y asiente terminando de limpiar con la punta de su remera el semen de su cuerpo. Es un jodido asco y si no fuera porque tiene una chamarra gigante que ponerse encima, todos podrían notar las claras manchas de semen en la prenda.

—Me gustaba más también —corrobora luego de embutirse en su ropa y coger su mochila—. Ya sabe, ir a juego con usted.

Tony sonríe como cazador y Peter se sonroja más profundamente.

—Si ese idiota vuelve a buscarte problemas, avísame.

Tony le acomoda rápido el pelo y le da un último beso. Se estremece cuando la mano de Peter le acaricia la jodida polla y deja un beso en la base de su cuello.

—Sí, profesor Stark.

Tony ve cómo sus ojos desprenden fuego y cierra sus pantalones, acomodando la punta de su polla húmeda dentro de ellos.

Tiene que usar toda su fuerza de voluntad para no correr tras él y lo logra por poco. Cuando vuelve a tenerlo para sí, se estira y captura sus labios mientras pasa el cambio y huye a casa, con su alumno favorito, haciéndole una paja en medio de la jodida autopista.

Bendita sea la enseñanza superior.

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