Capítulo 44

Capítulo narrado por David

Tres días después.

No tengo tiempo de formar palabras coherentes, cuando la policía me llama, para informarme que han encontrado a Leire. No me dan demasiados detalles, tengo el corazón latiendo de forma desbocada, mi mente se acelera mientras pienso en lo que podría haberle sucedido en manos de ese malnacido.

Lucas, Sara, Nick y Darek  se ofrecen a acompañarme, sin hacer preguntas, pero los rechazo. Estoy agradecido de poder contar con personas tan especiales, sin embargo necesito hacer esto solo.

Recorro a toda velocidad en mi coche el camino hacia la dirección que me acaban de enviar.

A pesar de que han transcurrido varios días, no comprendo como todo cambió, estaba viviendo las mejores navidades y en un instante me  hundí en el infierno de la desaparición de la mujer que más amo, la única que saca lo mejor de mí. No sé qué haría sin ella. Ojalá, le hubiera dicho más seguido que la amaba con locura.

Después de lo que me parecieron horas, finalmente entro al estacionamiento del hospital. Me dirijo inmediatamente hacia recepción. Al llegar,  pregunto por mi chica, la amable mujer me indica que se encuentra  en la habitación  203, custodiada por la policía. Un nudo se forma en mi garganta y las lágrimas amenazan con salir.

Al llegar al segundo piso, observo dos guardias custodiando la puerta, de inmediato camino hacia ellos, respiro profundo, para reunir las fuerzas necesarias.

-¡Hola señor! Lo estábamos esperando-me dice un oficial que acaba de salir de la habitación.

-¿Puedo pasar a verla?

-Sí, hace pocas horas despertó, no ha querido hablar con nadie solo lo llama a usted-me explica el hombre y mi alma se llena de preocupación.

-El hombre que la ha secuestrado, coincide con los datos que usted nos facilitó… ¡Se pudrirá en la cárcel! Ahora, entre y haga de una vez que esa bella mujer vuelva a sonreír-me dice el oficial y me da una palmada en el hombro.

Al entrar a la habitación escucho un suave sollozo y giro la cabeza en esa dirección. Allí, parcialmente escondida entre las sábanas, está mi razón de ser, manchada de lágrimas y moretones.

Me acerco a ella, la ira y la impotencia que siento al recordar que no pude protegerla, se convierte en rabia cuando veo su rostro.

Gracias a Dios ya está entre las rejas, si no tendría razones suficientes para encargarme de él-pienso por un instante.

Ella me mira, sin decir nada, sé que necesita es sentirse segura, me detengo en seco, me siento despacio junto a ella en la pequeña cama, sin querer causarle dolor la abrazo contra mi pecho.

-Leire-murmuro contra su pelo y ella se aferra a mis brazos.

-Todo terminó, estoy aquí contigo-le digo para calmar sus sollozos apretando mi agarre sobre ella.

-Todo-se ahoga-Ese hombre…mi papá…Black…mentiras…mi vida es una gran mentira…-Solo capto fragmentos de lo que trata de decirme, su voz es temblorosa y sus palabras se derraman sin que ella misma crea lo que está diciendo y no la puedo comprender del todo.

-Respira, dulzura-susurro tratando de calmarla-Estoy contigo-agrego y ella asiente, finalmente se relaja en mi abrazo.

Por primera vez en todos estos días me siento tranquilo, respiro su dulce aroma. Mi lugar es este, solo somos nosotros contra el mundo. Lo siento en cada célula de mi cuerpo y en cada uno de los latidos de mi corazón. Todo siempre ha sido por ella.

Sus ojos me golpean de lleno, se ve tan vulnerable, tan perdida y absolutamente rota. Esto me mata, haré todo lo posible para que  vuelva a brillar, yo veo toda su luz y amo cada gota de su oscuridad, sin embargo no quiero que deje de soñar y ser feliz.

-Eres tan hermosa-le digo pasando mis dedos por su mejilla.

Su cuerpo tiembla levemente mientras hipea y deja escapar otra ola de lágrimas.

-Tómate el tiempo que necesites-murmuro, acariciando su espalda.

Después de unas cuantas respiraciones temblorosas, Leire traga saliva y se separa de mí. Sus ojos  profundamente tristes me miran fijamente, suplicándome en silencio que calme su dolor. Lo haré, pero necesito saber a qué me enfrento.

Abre la boca, pero se detiene, sus ojos se agrandan por el miedo. Leire niega con la cabeza.

-No sé quién soy-susurra y baja la mirada.

-Eso es imposible, eres la mejor persona que he conocido, la dueña de mi corazón. No sé qué te ha sucedido estos días y sé que me lo contarás cuando estés lista pero nada ha cambiado… yo te amo.

-Es…yo…mi papá, él es…-ella niega con la cabeza y suspira-No me mirarás de la misma manera, soy la hija de un monstruo.

Mi instinto me llevaría a exigirle que me explique qué diablos está diciéndome, pero en cambio me encuentro en silencio esperando su respuesta.

-Me he pasado toda mi vida encerrando a monstruos y me tomó tiempo darme cuenta de que los pecados de una persona no son los de su familia, sus acciones lo definen a él no a ti. Solo tú puedes escribir la historia de tu vida y nada de lo que puedas decir o hacer cambiará lo que significas para mí.

Leire permanece en silencio. Sus ojos llorosos y enrojecidos me destrozan. Se siente como si me arrancaran el corazón. Mi chica se arma de valor, toma una profunda respiración y finalmente susurra:

-Richard, es él, siempre ha sido él y resulta que es mi padre.

-¿Qué?-la pregunta sale de mis labios disparada. No sé qué pensé que iba a decir, pero no era lo que esperaba.

Leire deja escapar un suspiro y continúa-No sé, si todo es la mentira de una mente maquiavélica como la de ese hombre, más tengo que hablar con mi madre, hay algo que me dice que esto no es una pesadilla solamente.

Comienza a parpadea para alejar más lágrimas, le meto un poco de pelo detrás de la oreja y le doy un beso en la frente, Leire me sonríe suavemente y luego besa mi frente también y mi corazón se paraliza.

-Empieza por el principio-digo en voz baja. ¿Por qué quieres hablar con tu madre?

-Mi madre siempre ha sido…distante, supongo. Más, desde que me alejé de los planes que tenía para mí todo empeoró y nunca me contó nada relevante  que pudiera equilibrar algún detalle sobre mi padre o algún otro familiar.

Leire tuerce sus manos en mi regazo y aparta la mirada de mí. Cubro sus pequeñas manos con las mías apretándolas para llamar su atención.

-Te apoyo en cada paso que quieras dar.

-Ese hombre me enseñó una vieja fotografía… de una chica que se parece demasiado a mí o yo me parezco a ella. Tal vez sea de mi familia-agrega y sus ojos se tornan angustiados mientras se prepara para contarme el resto.

-David, necesito una prueba de ADN para verificar mis dudas. No puedo entender que mi padre quisiera matarme-dice y rompe a llorar.

Aprieto los dientes con tanta fuerza que juro que mi mandíbula está a punto de romperse.

-¡Dios!-gruñí.

-Por suerte llegó la policía-prosigue de inmediato.

-Lo siento mucho, dulzura-susurro-Nunca volverá a hacerte daño, te lo prometo, jamás estarás sola.


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