Capítulo 43
—¿Eres tú? —susurra Leire.
Los desalmados ojos del hombre la miran, mientras una ruin sonrisa burlona se amplía en su rostro.
«Es él, siempre ha sido él y me culpa por motivos que no existen» —piensa Leire.
—Siempre he sido yo —le dice y ríe entre dientes, el tono suena maníaco.
—¿Dónde está Black? —grita Leire y estalla de dolor su cabeza, por el repentino esfuerzo.
—Oh, no te impacientes; ya nos ocuparemos de él. Ahora, conocerás tu verdadera historia —responde, levanta sus anchos hombros y baja su cabeza, sus ojos la están mirando con una promesa.
Leire cierra los ojos con fuerza, su corazón se acelera tan rápidamente que podría desmayarse.
«Tengo que controlarme; necesito encontrar una manera de escapar, espero poder lograrlo visto que nadie puede ayudarme. Este hombre me amenazó a mí y a los que amo, perturbó mi vida y ahora quiere contarme una historia y se supone que es la mía, es un maldito psicópata.» —piensa Leire.
—¡Mírame cuando te hablo! —le ordena y cruza su cara con una fuerte bofetada, que provoca que caigan gotas de sangre de la boca de Leire.
—¿Por qué yo? ¿Qué te he hecho? —Leire lanza preguntas al aire.
—Todo empezó hace muchísimo tiempo, sufrí un… —se detiene y suelta una bocanada de aire de sus pulmones. —Podría decirse que un acontecimiento traumático y eso me hizo ser lo que soy. Finalmente, un día te vi de nuevo, fue atrayente maquinar y simular que había sido tu paciente. Ingenioso mi plan ¿verdad? Sencillamente entraste en mi juego desde el día que naciste, te ocultaron bien, pero este es tu destino. Pagarás cada segundo de mi soledad o no, no estoy solo, me escoltan mis demonios. Percibí como ese abogado te socorría y estaba adherido a ti como una asquerosa garrapata. Seguirlos y amenazarlos fue cada vez más entretenido. Te revelo un dato curioso, ibas un paso adelante en mi juego cuando te marchaste, no tenía idea de donde te encontrabas, sin embargo siempre se dejan cabos sueltos. Te convendría que te enseñe a borrar mejor tus huellas. Las redes sociales son muy indiscretas.
El hombre se queda en silencio unos minutos.
—¿No tienes más nada que decir? —le pregunta Leire llena de odio.
—¿Recuerdas el Club fuera de Grove Hill al que fuiste?
Alguien se tomó una selfie y por obra del destino tu bello rostro apareció detrás —ríe y continua con sarcasmo.
Tachan... chasquea los dedos para seguir hablando.
—Fue cuestión de minutos encontrarte y llegar a tiempo a la contratación de los nuevos empleados.
—Eres un completo egoísta, un malnacido. Eres un monstruo. —le grita Leire.
—He sido un trabajador ejemplar, un monstruo que sabe toda tu historia, un egoísta que terminará contigo y un malnacido que te quiere a pesar de todo. —le informa y su tono no vacila, como si lo que estaba diciendo fuera completamente normal.
Leire, puede sentir la ira hirviendo en su interior, la oscuridad que nunca creyó poseer está emergiendo a la luz.
Abre los ojos e inhala profundamente, sus labios se curvan y sus cejas se fruncen, paralizándolo con una promesa mortal.
—Deberías matarme antes de que yo te mate a ti —le murmura Leire, con voz baja y ronca.
El hombre se ríe, frotando la hoja de su cuchillo con su lengua.
—Eres tan frágil como ella, no serías capaz —se burla, sabiendo que ella no puede moverse.
—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Por qué lastimarme? —pregunta Leire.
—Ella no fue mía nunca y tú eres su vivo retrato —pasa el filo del cuchillo por la mejilla derecha de Leire y continúa —Serás mía te guste o no, yo seré el fin de tu vida como lo fui para ella.
¡Yo no pude ser feliz y tú tampoco lo serás! —explica, con tono seguro.
—Oh, mierda, mira esto —comenta. Le muestra una vieja y desgastada foto de una muchacha.
—¿Quién es ella? ¿Qué tengo que ver con ella? —pregunta mientras observa que existe un parecido descomunal entre ella y la chica de la foto.
—Te han engañado toda tu vida —afirma y se carcajea.
—No me hundiré en tus artimañas.¿Por qué confiaría en tí?
—Deberías confiar en mí, soy tu padre —le susurra al oído.
«Mi padre, es una palabra que casi nunca venía a mi cabeza, creo que no puedo decir en voz alta que él es mi padre, es algo tan difícil de creer… pero no tengo como negarlo en este momento» piensa Leire, mientras duda de toda su vida, de todos, hasta de su existencia.
—¡Llevo toda la vida esperando este día! —le indica y se aproxima a ella.
Para Leire, todo se torna negro a su alrededor, tras inhalar sin poder evitarlo, el fuerte olor de una tela bañada en cloroformo, el hombre le oprime con fuerza en su rostro y termina desvaneciéndose.
Después de casi ocho horas despierta y, durante unos cuantos segundos, no se acuerda de lo que ha sucedido. Entonces, de repente su mente se esclarece y los acontecimientos de las horas antes se filtran en ella como si se tratase de un maremoto.
Tiembla aterrorizada y se da cuenta que sus manos han sido liberadas, está completamente desnuda.
De forma intuitiva y mecánica, con una mano comprueba entre sus piernas, para su consuelo todo parece estar bien. No hay humedad, ni dolor, ni ninguna otra señal de que la haya violado.
Sus ojos se escuecen por las lágrimas, pero no se permite romper a llorar.
Y piensa: «Llorar no compondrá mi situación actual. ¿Mi padre? ¿Cómo puede ser? ¿No está muerto como me detallaron? ¿Es un soldado virtuoso o un puto lunático? ¿Quiere matarme? ¿Violarme? ¿Violarme y luego matarme?»
No se escucha ninguna voz en esa diminuta habitación, Leire, piensa en su madre y en la posibilidad de que ni siquiera esté abatida. La policía ya debe haber informado a todos de su desaparición. Piensa en todas sus metas y en que es posible que nunca jamás vea a sus amigos y, sobre todo, a David.
De repente entra una luz candente, no obstante, no es muy brillante. La ciega durante un momento y parpadea varias veces para acostumbrarse a la luz. Y entonces ve a su secuestrador y piensa:
«¿Cómo es posible que Richard, el amable vaquero, sea el hombre oscuro que me persiguió hasta aquí? ¿Por qué dice ser mi padre?»
Richard está quieto junto a la puerta, como si la situación fuera lo más natural del universo.
—Hola, nuevamente —le dice y avanza hasta situarse frente a Leire.
Leire examina el lugar, pero no ve nada que le sirva de arma. Tiene la boca muy seca, ni si quiera puede reclutar la saliva necesaria para hablar, solo tiene en ella el sabor metálico de su propia sangre.
—¿No vas a decir nada? Han pasado dos días y nadie ha venido por ti, ni lo hará —dice orgulloso de su plan macabro.
—¿Me darás las respuestas que necesito? —pregunta Leire casi en un susurro.
—No me concierne a mí, en esta historia hay una persona que es mucho más farsante que yo.
—No me gustan tus insinuaciones sin base —le señala Leire.
—La verdad es relativa, Leire, como habrás notado, no siento nada, me he pasado la vida representando papeles como si fuera una obra de teatro, moviéndome entre las personas fingiendo que no soy un monstruo, que buscaba un momento como este para tratar de sentir algo genuino o real pero lamento decepcionarte, en verdad no he sentido nada, así que no me importa lo que pienses o si te mueres con las dudas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top