Capítulo 35
Finalmente había llegado el día del cumpleaños de David, bendito 22 de diciembre. Leire estaba demasiado emocionada, contaba con el apoyo de todos en la casa, solo era cuestión de tiempo para que David apareciera en el salón y todos excepto ella lo felicitaran, así iniciaba el plan perfecto para la sorpresa ideal.
Leire se encuentra en su habitación tapada de pies a cabeza, por si David acudía en su búsqueda.
Mientras tanto en el salón de la casa, todos esperaban a David.
Minutos después David desciende las escaleras donde corre a abrazarlo su madre.
-Muchas felicidades, hijo te deseo lo mejor del mundo-le dice Alice muy contenta.
-Gracias madre.
A las felicitaciones se suman su padre, primo, Giselle y Darek.
Sin embargo tras observar que Leire no se encuentra con ellos David le pregunta a su madre:
-¿Leire no está en casa?
-Está en su habitación, al parecer está muy cansada y no se siete del todo bien, pidió estar sola-le explica Alice.
-David, te hemos hecho un almuerzo especial de cumpleaños-agrega Giselle.
-Para mí este es un día normal como cualquier otro, pero ustedes insisten en hacerlo único y no hay manera de negarse-le dice sonriendo.
-Estás envejeciendo demasiado rápido-le dice ironizando Lucas.
-Ya quisieras querido primo.
-Vamos todos al porche, es hora de almorzar-indica Fred.
-¿Leire no almorzará?-pregunta David preocupado.
-Ya Giselle le llevó el almuerzo a su habitación-explica Alice.
-Sí, de hecho se siente mejor sin embargo continúa descansando.
-Qué mal que ni siquiera te haya felicitado.
-Mejor te callas-le dice casi en una orden a su primo.
El almuerzo transcurrió tranquilo, no obstante David no podía dejar de pensar en la chica que estaba retirada en su habitación sin intensiones sin salir a verlo. Se preguntaba ¿Estará enfadada? ¿Qué puedo hacer?
Tras unas cuantas bromas y chistes de Lucas y Darek, decidieron dar un paseo a caballo los tres chicos y como cuando eran chicos se convertiría una genuina carrera.
Regresaron a la casa tras varias horas, David no dejaba de esconder su sonrisa triunfante, había ganado la carrera y como apostaron tendrían que pagarle una cena en el mejor restaurante.
Al poner un pie en la casa, le envolvió la melancolía, no ver a Leire en todo el día le estaba pasando factura, subió las escaleras y pensó en llamar la puerta de la habitación de ella o simplemente entrar, pero tenía que respetar su espacio, continuó rumbo a su habitación donde se ducho, perfumó y vistió muy elegante, cobraría la apuesta aunque tuviera que cenar solo.
Al salir de la casa Lucas lo llama y él se detiene justo antes de entrar a su coche.
-Necesito que vayas a esta dirección allí te darán el pago de la apuesta de hoy-le explica entregándole una tarjeta con una dirección.
-De acuerdo iré sin problemas, estoy deseando gastar varios de tus dólares y los de Darek-le dice riendo.
-Lamento que Leire no te acompañe-le dice colocando su mano derecha sobre el hombro de su primo.
-Ella tendrá sus motivos, me siento mal por ello pero no quiero que se sienta acorralada-le responde sincero.
-Buena suerte en la cena y felicidades reiteradas-le dice Lucas y le da la espalda para regresar a la casa.
David condujo hasta la dirección indicada y se sorprendió al ver que no era un restaurante pero sí una cabaña, que por cierto era hermosa y estaba situada entre varios árboles, era de un tamaño no muy pequeña pero lo suficientemente acogedora.
David salió del auto camino hacia la puerta de entrada y cuando fue a llamar a la puerta se percató de que nadie acudió abrirle, de pronto unas manos que él conoce demasiado bien le tapan los ojos para después colocarle una venda de color negro.
-Leire-fue lo único que salió de sus labios, el roce de ella lo hipnotizaba.
-Sí, soy yo, una vez me preguntaste si confiaba en ti ¿recuerdas?
-Como olvidarlo, fue en el momento que te pedí venir conmigo a Alabama.
-Tiene buena memoria señor Rice, ahora le toca confiar a usted-le dice mientras abre la puerta y lo conduce al interior de la cabaña.
-No veo nada.
-Esa es la idea señor Rice-le dice riendo mientras lo ayuda a sentarse en un sofá de color blanco como la nieve.
La cabaña estaba formada por un salón con chimenea, un dormitorio, una cocina enorme y un cuarto de baño, decorado todo en tonos blancos, rosas y plateados, con muy buen gusto.
Leire había decidido por poner la cena en una pequeña mesa en el suelo cerca de la chimenea, acomodados a detalles cada plato, copa, una botella de vino y pequeñas velas por todo el lugar.
El menú estaba conformado por mariscos con arroz, sazonado con azafrán cocinado por Leire pocas horas antes. En una cesta de mimbre había pan cocido sobre el fuego, junto a él había aceitunas, tomates picados y cebollas encurtidas, había logrado conseguir un ambiente romántico.
-Leire, cuanto tiempo me tendrás sin poder verte.
-¿Impaciente?-le pregunta mirándose al espejo, Leire llevaba un vestido color caramelo ajustado de manga al codo y escote de barco, se veía muy atractiva y elegante.
-Cuando se trata de ti, siempre-añade David.
-¡Felicidades!-le dice y camina hacia él y le quita la venda de los ojos y le besa la comisura de los labios.
La mirada de David cae sobre Leire examinando cada detalle de su cuerpo, luego recorre el lugar detenidamente sin salir del asombro.
-Todo esto es….
-Es tu sorpresa de cumpleaños-le dice y se sienta junto a él.
-Pensé que estabas molesta o demasiado cansada como para no acordarte de mí.
-No me olvidaría de algo así jamás, todo fue un plan para que pensaras eso y poder sorprenderte.
-¿Y todos te ayudaron?-preguntó alzando una ceja.
-Exactamente en especial, tú madre y Lucas.
-Ni siquiera me lo suponía, esta es la mejor sorpresa que me han dado desde que tengo uso de razón.
-Espero te guste la cena, la he preparado con mucho cariño.
-Todo lo que venga de ti me encanta.
-David tenemos que hablar y escogí este lugar y esta ocasión especial.
-Dime lo que tengas que decir.
-Ame cada una de las palabras de tu carta-le dice y se ruboriza.
-Pensaba que la habías tirado-le dijo inseguro.
-No, nunca lo haría solo que los acontecimientos que vinieron después no me permitían hablar contigo de nosotros-le explica ella.
-¿Nosotros?-le preguntó tras poner la mejor de sus sonrisas.
-Quiero que haya un nosotros David, pero lo hablaremos después de cenar.
-Estás deslumbrante.
-Gracias, no te queda nada mal el esmoquin-le dice guiñándole un ojo
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