Capítulo 22 [+18]

Entran a la casa rápidamente, después de ducharse Leire recuerda que le prometió a David curarle las heridas de la mano, se dirige a su habitación, estaba nerviosa entraría a su territorio.

Después de llamar a la puerta David le abre y la invita a pasar, al parecer acababa de salir de la ducha, solo llevaba una toalla alrededor de su cintura, Leire lo mira pero decide apartar la mirada y observar la habitación.

Visiblemente tenía una decoración impresionante, era algo más grande que la de ella, era alucinante.
Por un segundo volvió su mirada a esos oblicuos que marcaban el camino hacia el pecado, mueve su cabeza intentando borrar dicha imagen.

-Hola, disculpa, no pensé que vendrías a curarme en mi habitación y perdona la poca ropa-dice mirándola seductoramente.

-Por mí no hay problema-lo desafió-la verdad es que no muestras nada que no haya visto antes-y reprime la risa.

David aprieta su mandíbula y da pasos decididos hasta Leire, agarra sus caderas y la hace retroceder hasta pegar su espalda a la pared.

-¿Estás completamente segura?-le dice y aprieta su pelvis contra la de ella, clavándole la yema de los dedos en la piel.

Sus rostros están descomunalmente cerca, volvió la sensación electrificante entre ellos, Leire observa cada una de las facciones del rostro de David, sus ojos verdes cargados de pura sensualidad, estaban rodeados de largas pestañas y sus labios tan carnosos, completamente besables. Leire se preguntó ¿cómo se sentiría besarlo?

-David, solo he venido a curarte-le dice para quitar esas ideas de su mente, no podía dejarse intimidar por ese hombre.
Él sonríe y se aparta de ella, regresa al baño y vuelve con un chándal puesto y el botiquín en sus manos.

Se sienta en los pies de la cama y le dice:aquí estamos más cómodos.

Leire se sienta, seguidamente abre el botiquín y saca lo necesario para curarlo, toma claramente nerviosa la mano de David para ir curándolo despacio, ella lo mira a cada minuto buscando en su rostro rastro de dolor pero solo se percata de que David la mira fijamente, ella se muerde los labios por los nervios.

Al terminar la labor, acaricia suavemente el brazo de él, casi sin darse cuenta.

-Leire-le advierte él.

-Shh-le dice poniendo un dedo en los labios de David mientras piensa:quiero besarlo, aunque después me arrepienta.

David al ver que ella estaba dudando acerca sus labios a los de ella, su lenguas se buscan, él espera que ella lo detenga pero para su asombro ella pasa su mano por su cuello para acércalo lo más posible y atraerlo, él hace lo mismo y con la otra mano aparta de un tirón de la cama el botiquín.
Después de varios besos, él se aparta unos centímetros.

-Lo siento, no puedo evitarlo-le dice casi en un susurro y con su dedo pulgar acaricia su boca.

-Que lo que tenga que pasar que pase contigo-le dice y hunde los dedos en el pelo de él.

David lo toma como un salvo conducto y continúa besándola, baja lentamente sus manos por la espalda de ella mientras sus respiraciones se agitan y recibe como respuesta un gemido de su boca, ella levanta las manos para permitirle que le quite el vestido, así quedan los dos desnudos y rendidos al placer.

La habitación ardía en llamas, se habían decidido a sentir después de tanto, los besos que eran delicados se tornaron salvajes y posesivos, sus cuerpos se acoplaban como si se conocieran de toda una vida y tuvieran un pasado juntos, David se apoderó de cada centímetro del cuerpo de ella, estaba grabando cada segundo en su mente, tallaría cada una de sus caricias en su piel, finalmente Leire había decidido dar rienda suelta a lo estaba reprimiendo, era todo como un agujero negro que te atrae con todas sus fuerzas y te absorbe sin ningún sentido.

David tapa la boca de Leire mientras se corre gritando su nombre, estaba tan cachondo que se corrió al mismo tiempo que ella. Leire le araño la espalda con tanta fuerza que le produjo una exquisita mezcla de placer y dolor. Ciertamente había sido la mejor noche de sus vidas, habían follado sin tregua y se habían regalado un orgasmo tras otro. Él apoya su frente en la de ella mientras sus respiraciones se normalizan.

Repentinamente Leire se levanta y se pone la ropa de forma acelerada y se dispone a marcharse, David se sorprende y antes de abrir la puerta la detiene, tomando una de sus manos.

-¿Qué hice mal? ¿Te he hecho daño? ¿Qué sucede?

-Nada, solo que esto ha sido una locura, no tenía que haberme dejado llevar de esta manera-le dice mirando a sus pies.

-Lo sé...pero es lo mejor que me ha pasado-le dice e intenta besarla pero ella aparta el rostro.

-Debo confesarte que en realidad quería demostrarte que no soy la cobarde que salió corriendo de tu coche aquel día.

-No tenías que demostrarme nada, pero lo conseguiste.

-Lo siento, no volverá a pasar, hasta mañana-le dice y sale de la habitación sin dejar que David diga una sola palabra.

Los próximos días, sencillamente Leire lo evitaba y cuando la acompañaba al hospital solo hablaban lo necesario, era desesperante esta situación pero el caos de sentimientos que habían aflorado en Leire le hacían dudar de todo, tenía mucha desconfianza, no quería mirarlo a los ojos y confesarle que era todo lo que siempre había querido, David no era su príncipe pues ella no se considerada una princesa, él era tan solo lo que ella necesitaba.

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