再会
México x Japón.
Pd: Porque se que esperaban esta continuación jsjsjsjsj
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¿Por qué seguía yendo a ese lugar? ¿Por qué aun tenia esperanza de volver a verlo a pesar de que ya habían pasado cerca de 4 meses?
No lo sabia, bueno en realidad si.
Lo extrañaba, lo añoraba, quería verle devuelta. Se recargo en la maquina mientras introducía unos cuantos yenes.
Aun recordaba su encuentro como si hubiese sido ayer. Esa sonrisa y esa alegría que era capaz de contagiar.
Kiku suspiro, cuatro meses desde que se fue aquel extranjero de occidente. Cuatro meses esperando a que él volviese, cuatro meses esperando a su amor fugaz.
—¿Por qué no puedo sacarlo de mi mente? —Se auto preguntó, mientras veía que la garra no tomaba ningún peluche.
Dejo salir un quejido frustrante. Para empezar a abandonar el lugar. Desde hace cuatro meses, trato de seguir con su monótona vida, como antes de conocer al mexicano. Pero eso se le hizo algo imposible, pues luego le llegaba algún impulso y hacia cosas fuera de su rutina.
Esta ves decidió tomar el tren para ir a Osaka, sabia que por allí había buenos lugares para comer y aunque no era su zona. No le vendría mal volver a salir de su zona de confort.
Después de pagar el tren, subió al vagón que estaba poco concurrido. Iba de pie viendo por la puerta los letreros que aparecían.
Sus orbes castaños se enfocaron en el cristal de la puerta. Cierta figura estaba sentada en los asientos contrarios de su lado izquierdo.
Volteo la mirada, sus ojos se abrieron con sorpresa. El joven que veía tenia la mirada gacha mientras miraba su teléfono. En las piernas tenia una mochila negra y vestía de forma occidental.
El japones quedo sin palabras y las piernas no le respondían. ¡Era él! ¡Enserio era él!
Trago en seco. Quería hablarle, tenia el impulso de correr y abrazarlo, pero su cuerpo no se movía, ni la voz salia.
El joven aparto la mirada del celular, subió la mirada. Los ojos negros de este, chocaron con los ojos castaños del nipón.
—¿Kiku? —Pregunto el joven, mientras en su rostro aparecía una sonrisa. —¿Enserio eres tu Kiku?
El japones no se lo podía creer, estaba frente a su amor fugaz... ¡Y las palabras no salían! ¡Estaba feliz!
Asintió débilmente y es lo poco que su cuerpo lo dejo hacer.
El mexicano pego un pequeño grito, que llamo la atención de los demás pasajeros que vieron como el mexicano abrazaba al nipón.
El cual se sonrojo por dicho acto, todos los demás veían extraños la escena y no es por que fueran dos hombres abrazados, sino porque el mas alto llamaba demasiado la atención, pues hablaba en un lugar que debería estar calmado.
Se separaron y el mexicano trato de permanecer cayado para no incomodar a los demás pasajeros. Pero su felicidad estaba desbordándose por volver a ver al asiático. El cual fue conducido a los asientos por el mas alto, que le daba una gran sonrisa.
—Me alegro volverte a encontrar. Me hacia tanta dilución verte nuevamente Kiku. —Le comentaba alegre el americano. El mas bajo hablo bajo.
—¿Desde cuando esta aquí en Japón Juan-Kun? —Fue su primera pregunta. ¿Por qué no se habían visto antes?
—Desde hace dos días Kiku, e ido al edificio donde nos encontramos la primera ves a ver si de casualidad te veía. Pero no, también fui al puerto, pero me ocurrió lo mismo que en el edificio. —El moreno seguía con esa sonrisa en su rostro. —Y bueno, hoy iba a ir al edificio nuevamente. Pero me dijeron que en Osaka había buena comida, así que decidí ir para allá, me alegra haberlo hecho... Porque así, te volví a encontrar.
Las palabras del moreno llenaban de calidez el pecho del asiático que sonrió por ellas.
Pronto llegaron a su destino y una ves mas, el japones sirvió de guía al mexicano.
Donde al llegar, buscaron un lugar donde comer. Aunque él quería probar un poco de todo, claro esta que el nipón no le negó aquel gusto con tal de pasar la tarde con el mas alto.
Comieron en un puesto, comieron en otro, hablaron, rieron. Estuvieron de aquí para allá, tomado fotos, riendo. Disfrutando de la compañía del otro. Pronto la noche llego, pero eso no los detuvo, volvieron a Tokio donde fueron a las plazas llenas arcades.
Ya un poco entrada la noche, el nipón ofreció su casa para que el mexicano descansara. El cual no se negó. Claro, primero fueron al hotel donde el mexicano se hospedaba por sus maletas.
Llegaron a casa de Kiku, donde todo estuvo mas calmado. Cenaron y fueron al jardín de atrás, viendo las pocas estrellas que se podían apreciar por la contaminación lumínica.
El mas bajo estaba sentado como lo haría cualquier japonés y el moreno estaba acostado, apoyando su cabeza en las piernas de su guía.
—Te extrañe mucho Kiku. —Menciono nostálgico mientras dejaba de mirar el cielo y ahora veía el rostro de su amigo.
—Yo también lo extrañe bastante Juan-Kun. —Le contesto de la misma forma el de ojos castaños. —No sabe cuanto espere el volver a verle.
Sus palabras eran sinceras y salían de su corazón. Cosa que no podía controlar fácilmente y temía decir algo que no y acabar arruinando su relación amistosa con el extranjero.
—Cautro meses, cuatro meses tuve que esperar para volver aquí. —Empezo a contar. —¿Sabes? A valido la pena la espera, porque te e vuelto a encontrar, eso es genial. Aunque al principio PE se que mis padres no me dejarían volver después de estar tres meses fuera de casa.
Río un poco, esto intrigo a Kiku. ¿Su amigo vivía con sus padres? ¿Cuantos años tenia? Bajo la mirada, provocando que sus ojos se volvieran a encontrar. La sonrisa que el mas alto le regalaba lo ponía algo nervioso.
—Juan-Kun, ¿cuantos años tiene? —Pregunto, pues la curiosidad había ganado.
—18 ¿por qué? —cuestiono, mientras se levantaba de las piernas del nipón que lo veía incrédulo. Ambos estaban sentados frente a frente.
—¿Cuantos dijo? —Pregunto nuevamente. El mexicano le repitió nuevamente si edad. —Pense que era... Mas grande.
Se avergonzó totalmente, ¡se había enamorado se un chico 10 años menor que él!
El mexicano hizo la misma pregunta que el japones, el cual avergonzado respondió.
—28... —Bajo la mirada. ¿Cómo ha iba pasado esto? El mexicano pregunto que si bromeaba, el japones respondió que no era así.
Pensó que el moreno se iría al saber la diferencia de edades. Y es que, si había bastante diferencia entre ellos.
Tenia la mirada baja, no sabría que hacer si el mexicano se iba.
Pero oyó una risa, luego noto que el menor reía como si hubiese visto algo cómico.
—¿D-de que se ríe? —Pregunto aun avergonzado. El mexicano contesto.
—Es que es gracioso. Porque tú pensaste que era mayor cuando no era así. —Seguia riendo, aunque no con tanta fuerza como antes. —Y yo pensé que eran menor. Es gracioso porque ambos aparentamos la edad que no tenemos.
Claro esta. Esa noche no se fue el mexicano, ni siquiera los días siguientes. Mas bien, él y el nipón iban de un lado a otro como si fuesen turistas.
Además, el moreno había llegado en una época. Donde las callea de Tokio y todo Japón se llenaban de un tapiz rosa.
Pues los cerezos florecían y daban un hermoso toque a sus calles y demás lugares.
Justo ahora ambos se encontraban en un templo sobre una montaña que daba una vista increíble.
El menor estaba apoyado sobre la barandilla con su brazos mientras dejaba que la brisa y los pétalos despeinaran sus oscuros cabellos.
Sin percatarse de que el japones lo miraba, pues veía como aquel joven parecía embellecer aquel paisaje de por si hermoso.
Si, se había enamorado. Pero no decía nada por miedo de arruinar las cosas con el menor.
Y bueno, no sabia como reaccionaria el moreno de que un hombre mayor que él se le declarara.
—Esto es muy bello ¿verdad Kiku? —Pregunto el chico con una sonrisa.
—No tan bello como usted Juan-Kun. —Dijo inconsciente mente, el cual cuando se dio cuenta se sonrojo. —¡O-olvide lo que dije! ¡Y-yo no se porque lo dije! ¡L-lo siento!
El mexicano lo vio sorprendido, sonrojado por las palabras del hombre frente a él. No estaban muy alejados del otro.
Bajo la mirada con una pequeña sonrisa y con voz calma, interrumpiendo el pequeño drama de su amigo dijo:
—Pensé que era el único. —El japones confundido pregunto que a que se refería. A lo que el mas alto contesto. —Que gustaba del otro.
Sus mejillas eran sonrosadas a comparación de las mejillas del japonés que eran un rojo vivo.
—¿U-usted... Gusta de mi? —Preguntó algo incrédulo. El mexicano asintió mirando sus castaños ojos.
—Desde la primera ves. —El corazón latía con fuerza. —Te amo Kiku Honda.
Dicho esto, se acerco al nipón invadiendo su espacio personal y lo beso. El mayor sorprendido, solo se dejo llevar por lo que sentía y correspondió al beso.
Los cerezos s le dan un encanto a aquella escena. Al separarse el mas alto junto su frente con la del mas bajo sonriendole. Esperaba la respuesta del japones.
—Yo también lo amo Juan-Kun. —Declaro, pues si era correspondido ¿para que ocultarlo? Se volvieron a besar.
Valla que aquel reencuentro trajo algo mas que la amistad de dos mundos totalmente distintos.
—Ohayo Perez.
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