Zapata

No digan nada, solo disfrútenlo uwu

Emiliano Zapata x Juan (México)


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[Después de la muerte de Zapata; 1919]



---Por favor... Despierta. ---Suplicó un joven cadete a su general tendido en la cama. ---Se supone que debes llegar a viejo como la mayoría de humanos.

Juan levanto su rostro lleno de lágrimas mientras sus manos sostenían la mano derecha del caudillo del sur. Los demás soldados fuera de la habitación comentaban lo que había sucedido con el general Zapata.
Mientras el "menor" miraba a su general, recordó la "regla" que a todo país se le decía antes de tener responsabilidades con los humanos.

“No te encariñes con los humanos... Saldrás mucho más herido que en una batalla.”

México nunca había prestado tanta atención a esa regla, le encantaba estar con los humanos aunque estos vivieran mucho menos tiempo que él. En sus 398 años había visto a muchos humanos partir, pero, esta era la primera ves que el dolor era insoportable. Mucho más que cuando fusilaron a Maximiliano o exiliaron a Porfirio.

Y la razón era simple. Juan se había enamorado... Se había enamorado de su general. A pesar de que Emiliano tenía casi 30 años cuando se conocieron y él (Juan) tenía una apariencia de 16 años, no importo mucho en aquel entonces; El joven país sabía que no debió dejar que el general fuera aquella "comida" que el coronel Jesús Guajardo le había invitado.

“---Señor... No creo que usted deba ir... No tengo un buen presentimiento. ---Comentó mientras veía la ancha espalda del morelense. El cual volteo a verlo.

---Si te hace sentir tranquilo, me llevaré a 10 hombres conmigo. ---Sugirió el hombre de 39 años, para tratar de calmar al "joven". Juan torció los labios.

---¿Por qué no puedo ir? ---Preguntó, ya tenía tiempo que le había pedido a su amante ir con él. Pero este simplemente se negaba.

----Debes ir con Villa. Él te estará esperando para seguir resistiendo con las demás tropas. ---Comentó neutro. Ya que el hablar de la resistencia contra Carranza lo hacía enojar la mayor parte del tiempo.

Juan bajo su mirada al piso  mirando sus propios zapatos. Tenía un mal presentimiento desde que Guajardo le había regalado al general un hermoso caballo alazán, junto con una lujosa silla de montar.

Zapata al principio creyó que eran celos por parte de la nación. Pero cuando Guajardo le dijo sobre la comida, sus instintos también se pusieron en alerta, no iba a confiar en el coronel solo por haberle dado un equino precioso.
Dejo el informe que estaba haciendo y se levantó de si silla para ir donde el pelinegro. Jua. Levanto la mirada al tenerlo cerca y este le acaricio el cabello.

---Tranquilo mocoso. ---Zapata a veces le decía de ese modo porque la apariencia de Juan era de un simple adolescente. ---Nos veremos antes de que te marches a Durango.

El mexicano seguía sin estar muy convencido. ¿Y si insistía? Después de un tiempo Zapata aceptaba sus caprichos... Bueno, a veces.
Se levantó quedando a la altura de la barbilla del caudillo del sur.

---Dejame ir contigo, por favor Emiliano. ---Pidio. Pero el general nego con su cabeza. ---Por favor... Solo así estaré tranquilo.

---Vamos mocoso, si tienes más edad de la que aparentas, ya deberías obedecer lo que tú superior te ordena. ---Ambos tenían una terquedad demasiado parecida. Como cuando empezaron a ser amantes, Juan para salir con él y Zapata para negar cualquier tipo de relación homosexual.

---Si, pero sabes que me e revelado contra mis superiores varias veces también. Así que deja que vaya contigo por las buenas. ---El de ojos oscuros hizo sus manos puños mientras hacía un pequeño puchero, ya que aún tenía esas actitudes infantiles de las que alguna vez le hablo los generales Díaz y Villa. ---O soy capaz de... Irme junto Carranza.

Ambos se miraron con intensidad... La misma intensidad como cuando el "menor" se habla enterado que el general había conseguido otra esposa para callar esos rumores de que le gustaban los hombres.

---Bien. ---Acepto finalmente el caudillo del sur. ---Pero solo será hasta la hacienda. Porque no pasarás adentro por ningun motivo.

---Pero---... ---El pelinegro no pudo decir más porque el del bigote lo había callado con la mirada.

---Nada de peros. Esa es la condición. Tienes que obedecer, sigues siendo un simple cabo Juan José. ---Era tan raro que alguien mencionara su segundo nombre, pero entre Villa y Zapata se habían encargado que la mayoría de revolucionarios le dijeran José de igual modo; El mencionado sin tener otra opción que aceptar asintió.

Después de aquello, el general volteo a cualquier lado de su propia habitación y después beso al más bajo, que no tardó en corresponder.”

---¿Vas a salir José? ---Le pregunto uno de los soldados sureños al ver que el "menor" se dirigía a la puerta. ---¿No te vas a a quedar para la foto y después el entierro?

Las fotos posmorten no eran populares en aquella época. Si se la iban a tomar era para recordar al caudillo del sur. El "joven" que se había detenido al escuchar la voz de uno de los compadres de Zapata no lo miro, pero contesto.

---No, tengo que resolver algunos asuntos. ---El otro soldado solo lo miro y suspiro, no es como que nadie sabía de lo que aconteció entre Juan y Zapata, pero nadie decía nada porque siempre lo habían considerado rumores, además de que el caudillo del sur los callaba con una mirada sería.
Los que más bromeaban con el asunto eran Villa y sus soldados.

---¿Más importantes que estar en el funeral de tu general? ---El de baja estatura solo bajo la mirada. Sentía que no podía quedarse más tiempo en ese lugar, sentía asfixia, tristeza y sobre todo, sentía romperse por la muerte de Emiliano.

---Si, perdón. Es lo malo de ser yo. ---Mintió. El soldado no dijo nada más cuando vio al soldado marchar, todos tenían una idea de que Juan era muy importante como para siempre movilizarse por el territorio y solo por eso el compadre de Zapata no insistió más en que él se quedará.



“El día era agradable, tan cálido. Un 10 de abril de 1919 realmente tranquilo. Zapata junto a sus hombres montaban a caballo hacia la hacienda de Chinameca. Juan no podía dejar de sentir inquietud ante todo eso.
Cuando el general se detuvo a varios metros de la hacienda, los soldados lo imitaron.

---Ustedes quédense aquí por si algo llega a pasar desde afuera. ---Ordeno el general del bigote. ---Solo 10 de ustedes me acompañaran adentro.

Todos asintieron. Mientras que Zapata decía quienes los iban a acompañar, Juan miro el cielo, viendo volar alguna ave de rapiña. Quería acercarse a su amante y decirle algo, pero no podía, había demasiada gente... Admitía que siempre odio tener la relación en secreto, pero comprendía que no era la época para hacer algo así público, además de que por su apariencia la diferencia de edad era muy grande.
Cuando dirigió su mirada al frente vio a su general y a sus hombres dirigirse hacia la hacienda. Todos bajaron del caballo a ver si había algo raro para alertarse, pero todo estaba demasiado tranquilo.
Mientras el representante de la nación mexicana vagaba para revisar los alrededores, se acercó lo suficiente a una de las orillas de la muralla de la hacienda.

Siguió caminando hasta que se encontró con Guajardo que estaba bajo unas escaleras y junto a un soldado de Carranza. Era tan extraño que el coronel estuviera fuera de la hacienda si iba a recibir a Zapata dentro.
Medito un poco y abrió los ojos, había reaccionado unos segundos después del coronel y el soldado.

Que lo atraparon antes de que se echará a correr. México pataleo y trato zafarse pero no logro nada más porque habían ido dos quien lo habían inmovilizado.

---Llegas a tiempo para oír lo que va pasar dentro José  ---Dijo Guajardo, el mencionado lo miro con enojo y molestia, pues a veces ese hombre parecía comerselo con la mirada. Y en ese momento se oyó el clarín tres veces para rendir honores. Cuando la última nota se oyó, poco después se oyeron múltiples disparos, Juan grito, pero fue ahogado por qué tenía la mano del coronel en su boca.

No sabe si él mismo se zafó o Guajardo lo soltó, pero cuando sintió la movilidad de nuevo, salió corriendo hacia la entrada de la hacienda. Solo para encontrarse en un gran charco de sangre al general, herido por varios impactos de bala. Acabo de rodillas a su lado, no le importaba si lo veían llorar.

El general lo miro unos segundos, dándole la más pequeña y sutil sonrisa que el moreno pudo ver. Solo para después cerrar los ojos. Juan se acercó al pecho del caudillo y lo supo, Emiliano había muerto.

Se oyó la risa de Guajardo detrás de él, Juan lo volteo a ver triste, pero sobretodo enojado. Se le abalanzó para golpearlo y empezar a gritarle varias cosas, los soldados acudieron a la ayuda del coronel, que había recibido dos puñetazos por parte de la nación.
Jesús Guajardo tomo su caballo y con ayuda de un par de hombres, tomaron el cuerpo cuerpo sin vida de Zapata para ponerlo como si fuera una carga.

---A Carranza le encantará ver qué ya no habrá problemas en el sur. ---El "menor" solo lo miraba con odio, mientras sus lágrimas seguían saliendo de sus oscuros ojos. Lo vio prender un puro y darle una calada. Para después subir a su caballo. ---Quedense a enfrentas a los otros, posiblemente no tarden en llegar.

Se oyó una respuesta afirmativa de los soldados. Uno llegó a preguntar que hacían con el adolescente, este sugirió que lo mejor era llevarlo con Carranza también. Así que con otro hombre, lo ataron y lo pusieron como a Zapata para llevarlo a la ciudad de México.”

---¿Seguirás luchando? ---Preguntó Juan a Doroteo, el cual lo miro.

---Hasta que acabe como Zapata muchacho. ---Respondió el Centauro del norte, mientras tomaba algo de café. ---Carranza es un idiota. Pero ¿Cómo te encuentras tú? Te veo más apagado, supongo que es por lo de Emiliano. Pero, algo me dice que es algo más.

Juan se removió un poco ante la cuestión de su otro general. Claro que estaba mal por lo del caudillo del sur, pero, también era por algo más. No lo recordaba del todo... Sinceramente no estaba del todo consiente cuando "eso" paso, pero sabía que era lo mismo que le había pasado cuando aparentaba 15 años y Francia había decidido invadir por segunda vez su casa.

---No, no estoy bien... Cuando era mucho más chico, nos dijieron que no debíamos relacionarnos con los humanos porque nos podría doler más que una guerra, ahora se a que se referían. ---Contestó con algo más. Villa lo miro unos momentos.

---Debe ser duro ver cómo todos los demás parten mientras tú sigues aquí. ---Juan bajo la mirada a su taza de café y asintió.

Cómo le gustaría decirle a Doroteo lo que Guajardo le había hecho... Pero, fue como en aquella ocasión. No se sentía seguro, porque no recordaba todo, todo estaba borroso en su cabeza pero a la vez lo sentía tan vivido, se sentía nuevamente asqueroso consigo mismo.
Y sabía porque no recordaba todo, porque al final acabo aceptado agua de parte del coronel, solo porque tenía la garganta seca de tanto gritarle a Carranza hasta de lo que se iba a morir.

Solo vio al presidente salir del lugar y todo ahí se había vuelto borroso, pero aún podía sentir lo asqueado que se sintió cuando las manos del coronel lo empezaron a tocar por todo su cuerpo.
“Detengase...” Es lo que creyó decir en algún momento, pero si fue oido, nuevamente fue ignorado.

Las lágrimas se acomularon en sus ojos y sin previo aviso empezaron a salir. Juan cubrió su boca con una de sus manos, para que no lo puedan gimotear.
Pero el caudillo del norte, que estaba a su lado lo noto.
Villa pensaba que era por la muerte de Zapata, pues él era el más enterado de eso y por eso jugaba con el "menor" a que ellos también eran algo solo para molestar al general del sur.

Doroteo lo rodeo con su brazo y llevo la cabeza de la nación a su pecho dónde esté siguió llorando. No solo por la muerte de Emiliano, sino por lo que Guajardo le había hecho.
Mientras que en el sur, los demás soldados  enterraban el cuerpo de su general y le daban el último adiós.






----Ohayo Pérez





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