The end.
Escocia x México.
Pd: Ya se que les debo otros OS, solo... Denme tiempo uwu
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
¿Por qué siempre acababan así? Se preguntaba Juan, mientras las lágrimas caían por su rostro. Siempre terminaban discutiendo, él terminaba llorando y Scott, fuera de casa ¿donde? No lo sabia.
Y no quería saberlo, porque posiblemente termine peor de lo que ya estaba. ¿Por qué le pasaban esas cosas a él?
Él solo quería a alguien que le amara y cuando creyó encontrarlo... No fue lo que esperaba.
¿Por qué no lo dejaba? Porque lo amaba, esperaba que el escocés cambiara. Pero, parecía que el pelirrojo no lo haría.
El menor sólo lloro amargamente, posiblemente al finalizar su llanto volvería con su madre o con alguno de sus primos. Ya no quería sufrir, ya no quería llorar... Ya no quería pelear con Scott.
[...]
Se sentía la persona más mierda de todo el planeta. Una ves mas había dejado a su pareja llorando mientras él huía del problema en un bar de mala muerte.
Tomo de la botella de ron que tenia, preguntándose... ¿Por qué el mexicano seguía con él? Si siempre lo trataba mal.
No se lo iba a negar, pues era claro su actitud con el menor.
Mientras que el latino le entregaba todo su amor de distintas formas, él era bastante cortante y monótono en su relación.
¿Entonces, por qué empezó su relación? Sino lo amaba, si no sentía ningún tipo de afecto hacia él... ¿Por qué inició algo que ahora solo lastimaba al mexicano?
Pues el escoces no admitiría que también salia dañado.
Tal ves... Era por el simple hecho de no estar solo.
Tomo otro trago de la botella, lo mas seguro es que el mexicano ya hubiera acabado de llorar y ahora estuviera dormido.
Dejo unos billetes en la barra y salio. Dando rumbo al departamento que compartía con el americano.
Saco un cigarro de una cajetilla, lo encendió y empezó a fumar.
Ahora solo debía pedir disculpas, sino es que el menor las daba primero.
Un beso en la frente y listo. Todo solucionado. Siempre era así, desde hace casi un año en el que estaban juntos.
Termino su cigarro a una casa de distancia de la suya. Apago la colilla, saco sus llaves y entró.
Todo estaba oscuro, bien. Eso no importaba mucho.
Después de cerrar camino por la penumbra, hasta llegar al cuarto que compartía con el chico. Abrió despacio, entró y con paso calmado se dirigió a la cama, donde se supone que debería haber un bulto en la cama en forma de bolita cubierto por las cobijas y sabanas.
Pero no, la cama estaba acomodada tal y como la dejo antes de irse. Juan no se encontraba por ahí. En su lugar, solo una nota que decía.
“—Querido Scott:
Ya no puedo mas con esto... Tantas peleas... Me hace sentir que sólo fui un estúpido al querer estar a tu lado.
Bien. Tú lo dijiste hoy, querías que me fuera de la casa y de tu lado. Eso es lo que haré, regresare a México y, se que que dijiste todo en esta pelea.
La relación se termina, justo como querías. Ojalá no te hubiese dicho lo que sentía aquel día...
Ahora, solo olvida que te ame con locura, que te ame como nunca lo hice con alguien mas. Olvida que estuve en tu vida... Y solo tal ves... Yo pueda olvidarte de la mía.
—Juan José. ”
El escoses leyó cada párrafo, cada letra de aquella pequeña carta. Empezó a sentir un hueco en el estómago, un extraño dolor en el pecho y los ojos se le humedecían.
El menor lo había dejado... Aunque como la carta lo dictaba, él lo había dicho así.
Las palabras que había dicho, le cayeron como balde de agua fría.
«—¡Si ya no quieres pelear, vete! ¡Ojala nunca hubiera iniciado esta relación! —Grito, mientras veía las lágrimas del menor mojaban sus mejillas. —¡Vete! ¡De mi vida y de aquí! ¡Solo largate!»
¡¿Que diablos había hecho?! Estaba claro que en sus otras peleas, nunca había ducho tal cosa. Pero ahora, el mexicano se iba.
No, el menor solo debía estar jugando... Él no podía estar solo, ese niño (como muchas veces le decía) hacia que su vida no fuera un asco con su cariño.
¿Por qué lo trato así? ¡¿Por qué nunca le dijo al menos una ves que lo amaba?!
Tomo sus llaves y salio de la casa. Esta bien que no lo amara, pero no podía estar sin su compañía.
Bajo rápidamente del edificio y subió a su auto, arrancándolo y acelerando a todo lo que el vehículo daba.
Debía detener al latino, mientras pensaba que en verdad era la persona mas mierda y estúpida por no darle su lugar a un chico que tanto le entrego.
Conducido como lunático y en varias veces casi chocaba o producía un accidente.
De suerte, los oficiales no lo detuvieron. Poco le importo estacionarse en un lugar prohibido y cerca de la entraba.
Salió del auto y volvió a correr, a pesar de ser las once de la noche, el aeropuerto de Londres aun estaba bastante concurrido.
Buscó por todos lados, grito el nombre del joven llamando la atención a mas de uno. Pero su estado paranoico alerto a los oficiales del lugar.
Que trataron de agarrarlo, y cuando estuvieron por hacerlo, el escocés diviso la figura del menor.
Estaba por subir al avión. Corrió en aquella dirección y lo tomo del brazo. A lo que el menor volteo espantado por la brusquedad del jaloneo.
—¡Juan! ¡No te puedes ir, por favor quédate conmigo! ¡Prometo que todo va a cambiar! —Suplico, pero en esos momentos fue apresado. El joven sólo miro en silencio aquella escena. El escoces grito, pidiendo que lo dejaran hablar con pareja... Aquello sorprendió al mexicano. Los oficiales miraron al del pelo negro y le preguntaron.
—¿Este sujeto su pareja? —Scott miro al pelinegro esperanzado y le dio una sonrisa. —¿Quiere hablar con él? ¿O lo esta molestando?
Poco les importaba a loa oficiales que fueran una pareja gay, sólo debían mantener el orden en el aeropuerto y el escoses ya había asustado a varios por su estado de pequeña locura.
El menor oyó que las puerta de su vuelo estaban por cerrar, suspiro y contesto.
—No, él y yo no somos pareja. No quiero hablar con él. Y casi hace que pierda mi vuelo. —Comento con voz monótona, el escoces abrió los ojos a modo de sorpresa.
Los oficiales asintieron y se empezaron a llevar a rastras al pelirrojo. El mexicano dio la media vuelta y dio su boleto para tomar su vuelo.
Si el escocés ya lo había echado de su vida en aquella discusión, el debía hacer lo mismo aunque doliera.
Ambos sabían que aquella discusión fue el final de todo, de su relación, de las peleas y sobre todo, el fin del amor que el mexicano le tenia al escocés.
—Ohayo Perez.
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