Su-San.
Suecia x México.
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Aun no lo entendía ¿cómo había perdido? Tal ves se había confiado de más, eso no era raro en él.
Lo peor es que tuvo que pasar porque Corea lo ayudo, le agradecía al asiático de eso, no había duda.
Pero su orgullo estaba dolido, una ves mas se había fallado como en los mundiales anteriores donde perdía tan cerca de la final.
Cuando todos se fueron y la cancha estaba vacía, comenzó a llorar ya que nadie le observaba.
Lloraba por el haber perdido, porque Corea y Alemania habían sido eliminados. Lloraba porque se sentía decepcionado consigo mismo.
[....]
—Muy bien hecho Su-San —Felicito el finlandés mientras caminaba a su lado.
Tanto el sueco como el anteriormente mencionado apenas salia de la cancha. Pues el sueco no quería salir con tanta gente.
Así que había esperado en los vestidores mientras veían a Hanatamago correr por ahí.
Cuando pasaron por una de las entradas que llevaba al exterior, donde se había llevado el partido. El sueco oyó quejidos, se detuvo para tratar de oír mejor.
—¿Pasa algo Su-San? —Pregunto el finlandés, viendo al mas alto.
—Si, lo me'or s'ra que valla' al hot'l. —Su voz seria asusto al joven. Pero al final hizo lo que el sueco le pidió.
Cuando vio que el finlandés desaparecía por los pasillos del gran estadio. Salio para ver quien hacia esos sonidos... No tuvo que buscar mucho ya que la persona que lloraba se encontraba a dos filas de él.
Se acerco silencioso y pudo percatarse que se trataba del mexicano, esto le sorprendió. Era la primera ves que lo veía llorar.
Solo se dedico a mirarlo, aun tenía su uniforme puesto y lloraba abrazándose a si mismo.
Pasaron con unos dos minutos y él mismo sabia que no podía seguir viéndolo así.
—M'xico... —Pronuncio su nombre, mientras le tocaba el hombro.
El nombrado volteo sorprendiéndose ¿no se suponía que estaba solo? ¿Qué hacia Berwald aun ahí? Sus ojos llorosos no lo dejaban ver aproximadamente bien al sueco, ya que aun salían gruesas lágrimas de ellos.
Suecia nunca había sido un hombre se muchas palabras y esta no era la excepción. Simplemente abrazo al mexicano, protegiéndolo sobre su pecho y sus grandes y robustos brazos.
El latino estaba en shock momentáneo, pero acabo llorando lo que le faltaba sobre el pecho del mayor. Lloraría hasta que estuviera seco, el de lentes acaricio su cabeza, enredando sus dedos en el oscuro cabello del moreno.
No quería seguir viendo; ni oírlo, llorar, le partía el corazón. Lo tomo del mentón, haciendo que el latino levantara la mirada...
¿Qué? Fue la pregunta interna del mexicano. Cuando sintió como los labios del sueco se juntaron con los suyos provocando que dejara de llorar, no le dio tiempo de corresponder o rechazar, pues el sueco se había separado del menor.
Sus miradas chocaban, el silencio no era incomodo. Las ultimas lágrimas rodaron por el rostros del menor.
—No llor's por lo oc'rrd' hoy. —Comento el mas alto, mientras limpiaba el rostro del mexicano. — S'nri' por ll'gar t'n le'os. Y por t's mer'tos.
México asintió y le dedico una cálida sonrisa. El sueco volvió a besar al menor, el cual le correspondió. El sabor dulce de los labios del latino lo habían fascinado, queriéndolos degustar una y otra ves.
Así duraron varios minutos, donde se separaban y se volvían a besar.
Mas las cosas nunca subieron de tono, pues Berwald sabia controlarse muy bien.
Cuando finalizaron un beso mas, el sueco le dijo al mexicano.
—V'mos, te inv'to a c'mer — El mexicano asintió, se levantaron de donde estaban para salir tomados de la mano de aquella cancha de fútbol.
—Ohayo Perez.
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