En lo que necesites...
Perú x México
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Ciudad de México; 16 de noviembre de 1832.
“No entiendo porque la gente dice que nos odiamos. Si somos similares en muchas cosas, claro, eres menor que yo. ¿Y que? A causa de España nos volvimos familia. Pero... Yo no quiero eso... Y estaré ahí, para tí, en lo que necesites...”
Miguel devolvió la sonrisa ante el gesto que el mexicano le había dado, ambos estrechan sus manos por haber firmado un tratado de amistad, comercio y navegación entre ambos, lo cual daba inicio a una "Perpetua amistad", lo que los hacía amigos oficiales ante todos los países.
---Te agradezco el haber venido hasta aquí Miguel. ---Comentó con amabilidad el menor mientras soltaba la mano del moreno. El nombrado sintiendo frío por ya no tener el cálido contacto del norteaméricano asintió con suavidad, mientras de forma disimulada volvía puño su mano.
---No hay nada que agradecer Juan. Estoy feliz de este tratado, no solo ayudará en nuestras relaciones bilaterales. Sino en lo que este está basado. ---El adolescente dió un ligero paso atrás y luego otro hacia adelante y dar casi la media vuelta, llevando su mano al hombro del mexicano.
El cual camino aun lado de su "familiar". Ya que al estar los dos bajo el mando de España, los había vuelto familia.
Ambos brindaron con un poco de sidra, pues al parecer unos adolescentes los humanos no dejaron que brindarán con vino.
Después de eso, ambos pasaron un tiempo antes de que el peruano volviera a sus tierras natales. Sintiéndose feliz y pleno por la compañía de su primo más chico.
Lima, Perú; 1861
Miguel tomo algo de aire y lo dejo salir de forma lenta para calmarse un poco. Le habían llegado noticias del norte. Francia había atacado a México y lo había obligado a volverse una monarquía.
¡¿Cómo se atrevían los europeos traer nuevamente esas ideas a América?! ¡Y luego con alguien como México!
Miguel estaba enojado, sabía sobre los problemas del norteaméricano por las cartas que se escribía con él.
Tomo unas hojas y tinta, para poco después comenzar a escribir algunas cartas a los mismos Francia e Inglaterra... ¿Y por qué a este último también? Porque dónde estaba el galo, debía este el inglés para pelear con él.
Y poco después, no pudo evitar convocar una junta con sus otros primos. Los cuales lo miraron algo extrañados por la actitud que había tomado el moreno ante lo sucedido al norte del continente.
---¿Y que tenemos que era nosotros con eso? ---Preguntó Argentina mientras se recargaba en el respaldo de la silla. ---Miguel, tenemos nuestros propios problemas como para intervenir en los del norte.
---¡Pero no podemos dejar que esos Europeos vuelvan a estar aquí! ---Exclamó el nombrado mientras llevaba las mano a su cabeza. ---¡Debemos apoyar a Juan como república! ¡Esa monarquía extranjera debe caer!
---Miguel... ---Llamó Colombia, el nombrado la miro. ---Se lo mucho que te preocupas por Juan. Pero, él debe resolver este problema por su cuenta. No es que no querramos ayudarlo, pero como dijo Martin. Tenemos nuestros propios problemas en estos momentos. Lo siento mucho.
Dicho esto la femina se levantó de su lugar, ella, junto a algunos otros países se retiraron del lugar. Quedando en la sala, no solo el peruano, sino que también Chile y el Ecuador.
Miguel dejo salir un pesado suspiro de forma lenta, sabía que no todos podrían apoyar, pero al menos quiso intentarlo.
Chile que jugaba con un barco de papel que había hecho por aburrimiento miro al peruano.
---¿Si recuerdas que tenemos un acuerdo, no es así? ---Los ojos café oscuro de Miguel, observaron al país que le hablaba en esos momentos. ---Por eso Ecuador y yo seguimos aquí.
---¿Enserio me ayudarán a enviarle ayuda a México? ---Manuel pudo ver un brillo de felicidad en los ojos de Miguel. Desvío la mirada momentáneamente y luego comento.
---¿Vo' que decís Esteban? ---Preguntó, el ecuatoriano volteo a ver a ambos.
---Yo digo que... Miguel debería ya confesarle a Juan lo que siente junto a las tropas que vamos a enviar. ---La mejillas del peruano se pusieron notablemente coloradas. Los otros dos sudamericanos lo notaron rápidamente... Chile frunció el seño no solo ante las acciones del moreno, sino tambien ante comentario del ex integrante de la Gran Colombia.
---¡¿Qué cosas dices?! ¡A mí no me gusta Juan! ---Exclamó Perú, Ecuador miro de forma cómplice al chileno. El cual le devolvió el gesto, Miguel había ido demasiado obvio con sus sentimientos.
---Tranquilo Miguel. Tu secreto está a salvó con nosotros. ---Le dijo de forma risueña Estaban mientras se levantaba de su lugar y le daba ligeras palmadas en la espalda a su familiar. ---¿No es así Manuel?
---Por supuesto weon. ---Respondió este, mientras se recargas en el respaldo de la silla y se cruzaba de piernas, mientras por dentro se sentía molesto por los sentimientos de su "primo".
Miguel que había empezado a reír de forma nerviosa, rasco su cabeza mientras les agradecía la ayuda a ambos.
Durante ese año, en el mes de noviembre Ramón Castilla, (el efe de Perú) decidió a México hacer una misión diplomática para poder llevarle la ayuda que el país pensaba brindarle. Y nombró como jefe de la misión a Manuel Nicolás Carpacho, como Encargado General y Cónsul General del país primer nombrado al norteaméricano.
Alguna parte de México;
16 de Marzo 1862.
---¡Miguel! ---Llamó con alegría el menor mientras e extendía la mano, Miguel aunque algo extrañado (pues el menor solía abrazarlo) acepto el cálido gesto. ---Me alegra volver a ver...
Juan no termino de hablar, porque segundos después de haber concluido con el apretón de manos, el peruano lo tomo por los hombros.
---¡Juan! ¿Te encuentras bien? ¿Francia no te a hecho ningún daño? ¿Has comido bien? ---El mexicano que había quedado ligeramente paralizado por el repentino y brusco agarre. Solo asintió con suavidad.
---Si, estoy bien. Por el mento Francia no me a hecho gran daño. ---Contestó el menor mientras tomaba las manos del peruano para quitarlas de sus hombros, pues sin darse cuenta Migue estaba ejerciendo mucha fuerza en su agarre.
---¿Enserio estás bien Juan? ---La preocupación era notable n la voz del peruano. Los oscuros ojos de Juan lo miraron unos segundos para después regalarle aquella brillante sonrisa que tenía por costumbre.
---Si. Estoy bien, solo algo cansado por la guerra. ---Miguel suspiro de alivió al saber que no le había pasado nada grave... Aún, pues este aún era el inicio de la guerra con el país europeo.
---Esta bien, trata de descansar más. ¡Por cierto! Manuel logro meterte en el Tratado Continental de Santiago de Chile. ---Exclamó de forma alegre, el mexicano lo miro un poco extrañado. Manuel sonrió y explico. --- Es un tratado que hicimos en 1856 para el apoyo mutuo si alguno se veía atacado por naciones extranjeras, que no tuvieran relación con nosotros los hispanoamericanos.
---¿Osea, europeos? ---Preguntó con una pequeña sonrisa el menor. El peruano sonrió de igual modo. ---No debieron molestarse, enserio.
---¡Tonterías México! Eres parte de nuestra familia y estaremos allí para ayudarte. ---El menor que no había borrado su suave beso asintió y se acercó al peruano para abrazarlo. Miguel que sintió su rostro arder por ese gesto correspondió gustoso.
Poco después de que el suramericano apoyará con algunos batallones al ejército mexicano (y de regresar a casa). Poco después puso en marcha a la Sociedad de los Defensores de la Independencia Americana de Lima. Para armar una colecta para ayudar a los soldados heridos que estaban peleando contra Francia en México. A lo cual, Juan junto con la Junta Patriótica de la Ciudad de México, declaró no solo al presidente peruano Ramón Castilla sino al mismo Miguel como miembros honorarios.
No se vieron en lo que restaba de ese año no en los próximos. Miguel se sentía feliz de saber que era de una gran utilidad para su primo.
Aunque se se sintió algo triste cuando las cartas del menor dejaron de llegar... Supuso que se debía a la guerra y tenido que este se hará en problemas más graves en esos momentos.
Poco después se enteró que desde Europa, llegaba Austria junto a una pareja para hacer de emperadores en el país norteaméricano.
Miguel se sintió enojado al saber que querían volver a la fuerza a México una monarquía sabía que este no quería eso desde que le contó el estado fallido de Santa Anna.
Tomo sus cosas nuevamente y partió junto a Corpancho a ciudad de México. Al llegar fue recibido por la recién creada corte imperial austromexiana, llevándolo al castillo de Chapultepec dónde fue recibido por el mismo Austria.
Miguel solo lo miraba de mala manera mientras que el de lentes no mostraba expresión alguna.
Las puertas se abrieron, mientras se anunciaba la llegada del mexicano. El cual se acercó hasta Roderich, el europeo se levantó y se inclino un poco, ya que Juan no debía pasar de los 1.58 en esos momentos.
---¿Podrías dejarnos solos por favor? ---Pidió el menor con un tono neutro. Miguel que también se había levantado, lo miro.
---Esta bien. Si tienes problemas la guardia está del otro lado de la puerta. ---Comentó Roderich, dió una señal de despedida al peruano y dejo la habitación, dejando solos a ambas ex colonias hispanoamericanas.
---¡Juan! ¡Cómo que te han convertido en una monarquía! ¡Debes estar pasándola horrible! ---No pudo evitar exclamar el moreno mayor, acercándose a él, pero el menor dió unos pasos atrás. Miguel solo lo miro.
---Bueno, sabes cómo son las divisiones de Estados Miguel. ---Comentó este si dejar ese tono neutro. El suramericano noto que el menor no mostrará su sonrisa y que hasta su expresión parecía haber cambiado.
---¡Pero no te preocupes Juan! ¡Yo te ayudaré a que vuelvas a ser una república y dejes está horrible monarquía! ---El mencionado bajo la mirada. Y con un tono de voz, que fue casi como un susurró, le dijo a su familiar
---Miguel... Sabes... Yo... No quiero que está monarquía se acabe. ---Perú mostró una nueva de verdadera confusión ante lo dicho por la persona que le gustaba.
---¿Qué? ¿Por qué? ---Preguntó, no hubo respuesta inmediata de arte del mexicano. ---¡Juan son extranjeros! ¡Lo único que quieren es quitarnos todo lo que tenemos!
Juan frunció el entrecejo ante lo dicho por su familiar, y es que el mexicano ya llevaba más de dos años de convivencia con el europeo (siendo ya 1863). Miguel que lo seguía mirando agrego.
---Sabes que España nos quitó mucho y Francia decidió invadirte para quitarte más de lo poco que tienes. ---El mexicano se removió un poco al oir el nombre del galo. ---Y lo...
---Roderich no es así... Los emperadores que trajo consigo no son como los jefes de Antonio y... ¡Miguel, ayúdame a qué está monarquía siga en pie, por favor! ---Exclamó el menor mientras tomaba las manos del suramericano entre las suyas, Miguel seguía sin comprender. Movió sus dedos para acariciar la mano ajena y logro sentir dos pequeños cilindros en el dedo anular de la mano izquierda del joven.
Se separó de las manos del menor, pero sin dejar de sostener la izquierda. Sintió un hueco al ver el par de anillos que el mexicano portaba.
---¿Te casaste? ---Preguntó en un tono que Juan no supo desifrar.
---Si, fue necesario para que el imperio estuviera completo. ---Respondió el menor. El peruano seguía observado dichas joyas. ---Miguel, por favor. Eres el único que puede ayu...
---No México. ---Respondió en un tono más serio el nombrado mientras daba un ligero apretón a la mano contraria. ---Una monarquía no es para nosotros. Sabes como estábamos bajo la monarquía de Antonio.
---Todo era más fácil para mí cuando Toño se hacía cargo de los problemas. ---Dijo en un tono cansado.
---Juan, somos países, debemos aprender hacer frente a los problemas. Además, como república estás mucho mejor.
---¡No es cierto! ¡¿Sabes lo que Juárez está haciendo?! ¡Es horrible, está haciendo tratados con Estados Unidos, después de que él me traicionó! ---Juan se separó del peruano mientras se sostenía la cabeza, este no apartó la mirada del menor. ---¡Juárez ni siquiera parece tener un plan o si lo tiene no me a comentado nada! En cambio, el europeo, como lo llamas, tiene demasiados planes. E visto que enserio quiere hacer un cambio. ¡Esa es la razón por lo que quiero a Maximiliano aquí!
---¿Y que hay de Austria? ¿Acwotaras que él esté aquí solo por tener a Maximiliano?
---¿Austria? No tengo ningún problema en que él esté aquí... ---Comentó para después bajar la mirada levemente, Miguel logro ver cómo las mejillas del adolescente se ponían ligeramente, el corazón del mayor le dolió un poco más al notar dicha expresión que él hacia por el mexicano. ---Él también me a ayudado mucho. Y se que él no es como Antonio ni como... F-Francis... Él es distinto.
---¿Y si eso a querido hacerte creer? Juan, no sabes las verdaderas intenciones de él. Yo sigo pensando en que deberías seguir como una república. ---Juan dió una pequeña sonrisa.
---Esta bien. No te voy a obligar a nada, si quieres irte..
---No, dije que te ayudaría y ayudaré en la parte que creo mejor para ti. Mi jefe a conseguido lugares donde los partidarios de Juárez que son perseguidos puedan ocultarse. ---Los ojos oscuros de Juan lo observaban, asintió ante las palabras del peruano. ---Ayudarea Juárez a instalarse en el lugar que tú me digas. Pero no apoyaré de ningún modo a la monarquía extranjera Juan.
---Bien. Por favor, lleva a Juárez a San Luis por favor. ---Pidió el menor mientras le daba la espalda al joven peruano. El cual emprendió una caminata rápida para alcanzar al joven. ---¿Tus tropas se irán?
---Se quedarán a ayudar como estaba previsto. ---Aseguro el mayor. Juan asintió.
---Te lo agradezco Miguel, aunque... Si esperaba que me apoyaras con lo del imperio. ---La voz del mexicano se oyó algo decaída. Pero aún así tenía un tono amable. El peruano, que aunque tenía el corazón roto no había dejado ningún sentimiento de cariño al norteaméricano.
---Yo también creí que estaría para todo lo que necesitarás... Lo siento.
Al salir de la habitación, al final del pasillo Roderich esperaba a Juan. Ambos primos se miraron antes de la despedida y Juan le agradeció una ves más y le dijo que no había problema alguno por no apoyar el imperio.
----Ohayo Pérez.
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