C a p í t u l o ━━ II ━━
━━¿Sigues con lo mismo, en serio? ━━preguntó hastiado cierto venezolano, quién no podía creer que el argento aún no dejase su drama de lado.
━━Sí. Así que mejor cállate pedazo de gil, si no querés que te mande a la concha de tu madre.
━━¡Ay sapos culiaos'! ¿quereí callarse? ¡no puedo ni escuchar la tele en paz!
━━¡Vos te callas, lagartija tricolor!
━━¡Lagartija tricolor tu abuela!
Ese diálogo fue el primero que México había escuchado a la primera mañana donde laburaban oficialmente del año 2020. Y pese a que se había levantado tarde (como era su típica costumbre a la que trataba de derrotar) la actividad en la sala común y la cocina era parecida a la que se podría encontrar en un mercado pequeño durante plena tarde. Esa era otra más de las cosas que hacía a los latinos algo raros a ojos de otras naciones. Siempre, fuese donde fuese que se encontraran, eran un desastre.
Habían pasado ya varias noches desde que Brasil se había reunido con todos ellos durante la celebración "pre-navidad" que habían organizado para que el sudamericano de lengua portuguesa no se viera en la necesidad de cancelar sus planes con las demás potencias durante aquellas fechas; y desde aquella vez, Brasil no había vuelto a aparecer con ellos. Ni siquiera lo habían visto rondando en la ciudad como solía hacerlo de vez en cuando con los primermundistas europeos.
Parecía haberse esfumado tan rápido como los dulces en casa de hispanohablantes.
México, aún tratando de acomodar su corbata de color rojo para que no desentonara con la formalidad de su traje, entró a la cocina de la casa, recibiendo y devolviendo los buenos días y uno que otro piropo bromista por parte de sus familiares. El ambiente era algo caluroso e incluso se atrevía a tacharlo de sofocante, pues la mayoría de la familia se encontraba en ese preciso sitio, hablando entre ellos (otros pocos se encontraban en plena pelea matutina) mientras los diferentes desayunos de cada uno salían preparados lentamente por ellos mismos.
México inhaló profundamente, percibieno los olores a café, chocolate y cereales; una combinación simplemente perfecta para abrirle el apetito a alguien como él, que apenas se había levantado de la cama.
Sin pensarlo mucho, se abrió camino entre los otros americanos hasta llegar a la estufa, esperando tener la oportunidad de preparar al menos un huevo con jamón. Sus planes fueron interrumpidos por Perú y Uruguay, quienes discutían como era normal en los días laborales.
El mexicano aclaró su garganta antes de hablar con el tono de voz menos "mandón" que le fue posible:
━━Oigan, no es mi intención interrumpir sus "mentadas de madre", pero ¿Podrían pasarme una de las cazuelas pequeñas que colgó Colombia?
Con el ceño fruncido, el peruano se dió la vuelta para mirar cuál de todos los hispanos era quién le hablaba ━━Ya voy, ¿No ves que interrumpes nuestra pelea?
━━Sí, pero me vale madres. Necesito esa cazuela.
━━Ah, ¡Ya dásela! ━━exclamó el de escudo con un sol.
━━¡No me grites huevón!
━━¡No tendría que gritarte si no fueras tan inútil!
━━¡¿Qué dijiste?!, ¡Anda, repítelo en mi cara si te atreves!
El peruano le había dado la espalda el norteamericano, y era evidente que Uruguay no se iba a quedar callado.
━━¡Dije que eras un I N Ú T I L !
Viendo que ni de chiste alguno de los dos países dejarían de pelear o siquiera le harían un mísero favor como darle algo que necesitaba para preparar su desayuno, México bufó y se retiró de la cocina. No era ni la primera, y mucho menos la última vez que saldría de casa con el estómago vacío.
Algo fastidiado, pero aún sin un mal humor, el norteño tricolor se disponía a tomar asiento en uno de los sillones de la sala común, esperando que tarde o temprano sus rommies se dignasen a salir de la cocina. Se sentó justo a un lado de Guatemala y El Salvador, quienes comían respectivamente un plato lleno de cereal integral ━━suponía que no por gusto, sino porque el cereal de "verdad" se había acabado o alguien más listo que ellos lo había escondido en algún misterioso lugar entre las alacenas━━. Estaba a punto de sacar su teléfono celular para distraerse un rato, cuando, de la nada, el grito de cierto chileno alarmó a todos los americanos de la casa.
México se había olvidado de que tan estruendosa podía sonar la voz del sudamericano cuando se lo proponía.
━━¡CHUCHA, SON LAS NUEVE EN PUNTO, VAMOS MEDIA HORA TARDE!
Y como siempre, todos dejaron el desayuno a medio terminar, y uno que otro casi se ahogó en el proceso de intentar tomarse todo el café o chocolate caliente que se había preparado. Salieron disparados todos juntos como una pequeña estampida en dirección a la salida principal, tomando de paso algunos sus respectivos portafolios y mochilas donde guardaban sus cosas más importantes para sus labores.
En cuestión de segundos, los latinos ya habían abandonado la muy extraña morada donde vivían, y corrían como caballos desbocados en dirección a la estación del transporte público. Las ciudades y estados, a parte de provincias y demás entidades de otras naciones, se hacían a un lado en cuanto los veían y unos pocos lanzaban insultos que ninguno de los hispanohablantes entendían, y a los cuales tampoco prestaban la menor atención; ya se habían acostumbrado a recibir improperios todos los días de sus vidas.
El tricromático con emblema de águila sonrió mientras corría igual de acelerado que sus hermanos, negando divertido sus impulsivas acciones. Siempre era lo mismo con ellos.
•° ━━ 🌻 ━━ °•
El tiempo había pasado de forma torturosa, como si cada segundo se pensara dos veces en si avanzar o no.
México suspiró resignado, observando la carretera ahora casi vacía mientras esperaba sin mucha ilusión a Canadá y Estados Unidos, quienes, para su sorpresa, se estaban demorando mucho más de lo que había previsto.
Se suponía que su junta era a las 9:40 de la mañana, pero por el momento ninguno de las hermanos angloparlantes se había aparecido para consumar su reunión.
Todos sus hermanos ya se habían ido, dividiéndose en pequeños grupos de centro y sudamérica que se dirigían al encuentro de un nuevo y muy posiblemente largo día de trabajo.
Se habían despedido de él con la calidez que los caracterizaba, mientras que el antes llamado "Nueva España" los observaba alejarse con lentitud, hablando entre ellos sin tanta prisa como antes.
Esa, y solo esa, era la razón por la cual muchas veces se levantaba, vestía y desayunaba a horas insufribles y tempranas sin siquiera necesitarlo, pues la mayoría de sus juntas se daban casi a las 10:00 de la mañana, nunca más temprano que las nueve con treinta.
Se convencía día tras día que valía la pena sacrificar horas de sueño por estar con todos ellos en las mañanas, pues incluso durmiendo bajo el mismo techo muchas veces cada quién vivía sometido por sus propios asuntos.
Emitió un chasquido con la lengua mientras trataba de distraerse jugando con sus dedos. Los entrelazaba y luego los separaba, manteniendo en sus facciones una expresión completamente neutra.
No fue hasta luego de veinte minutos más, y ya completamente fastidiado de esperar, que el hijo de Azteca se levantó de su sitio en el parque principal de la metrópoli, el cual no quedaba muy lejos de la sección a la sede de la Organización Mundial de las Naciones Unidas a la que, por cierto, tenía que volver en vista de que sus compañeros norteamericanos no parecían tener intenciones de llegar con él.
Si ONU lo llegase a encontrar en plena mañana laboral obligatoria sin hacer nada mejor que esperar en la banca de un parque cercano, lo mataría.
━━Ah, seguro tienen algo mejor que hacer ━━murmuró sin precisamente un buen ánimo━━, y ya mañana llegarán con una excusa a la que solo voy a asentir como idiota.
Pero, antes de que el tricolor con escudo de águila se alejase mucho, un par de reconocidas voces lo llamaron de no muy lejos.
Rodó los ojos y sonrió, antes de volver a suspirar y preguntarse internamente la razón por la cuál siempre sus amigos llegaban cuando él estaba a punto de irse.
━━Mexique!
━━Mexicou!
Se encogió de hombros al no conseguir una respuesta que lograra satisfacerlo. No se molestó siquiera en girarse para ver a sus vecinos del norte, sabía perfectamente que ambos no tardarían en darle alcance.
Cada vez los pasos apresurados de los hermanos se volvieron más y más cercanos a él, hasta que, de un momento a otro, el par de países de lengua inglesa se posaron a su lado con una sonrisa en sus rostros.
━━Salut [Hola]. Perdón por hacerte esperar tanto ━━dijo el amante de la miel de maple mientras trataba de hacer contacto visual con el latino.
━━Yup. La estúpida cafetería quería cobrarnos algo que nosotros no habíamos encargado, y tuvimos que quedarnos ahí a arreglar todo ese desastre.
México ensanchó su sonrisa, divertido por la explicación.
Sonaba a algo que podía haberle pasado incluso a él.
━━Bobos.
Tanto el canadiense como su medio hermano decidieron ignorar olímpicamente el último comentario del hispano, comenzando a caminar con paso lento a las oficinas que les correspondían. Ninguno se atrevía a decirlo en voz alta, pero el trabajar en ese lugar era algo que les resultaba bastante deprimente. En especial cuando los tres eran los últimos en salir de ahí, al menos, en la zona de los países americanos.
━━¿Ya desayunaste? ━━cuestionó con interés el más alto del trío, revolviendo juguetonamente el cabello del único latino del grupo.
━━No. Mis hermanos no me dieron tiempo para eso, ya iban media hora tarde.
Ambas naciones de lengua inglesa se miraron y alzaron repetidamente las cejas, compartiendo aquellas miradas cómplices que México conocía tan bien.
━━Bueno, estás de suerte. Convencí a Canadá de que te trajera algo, darling~
México se giró para ver a la nación de cincuenta estrellas en su bandera, encontrándose de inmediato con los lentes oscuros típicos del angloparlante.
Endulzó su voz con un acento que, de usarlo demasiado, se tornaba molesto; pero creyó que le daría un buen toque a la conversación.
━━Aww, ¿En serio, gringo?
━━Sure! [¡Por supuesto!].
Canadá frunció el entrecejo y se llevó una mano al pecho antes de reprochar las palabras de su hermano, dramatizando la escena.
━━¡Que mentira! Fuiste tú en primer lugar el que dijo que seguramente ya había desayunado ━━reveló el canadiense, golpeando a su hermano en el hombro, acto que luego, el mexicano también imitó.
━━Pffft, bueno Can, tenía que intentarlo.
El bicolor con una hoja de maple en su escudo bufó.
━━Oui, claaaaro.
━━Bueno, ¿Qué tal si en vez de seguir peleando entre ustedes, mejor me dicen qué vamos a chingarnos para desayunar?
El estadounidense arrebató de las manos de Canadá la bolsa donde estaban sus recientes compras, y claramente feliz, empezó a enlistar la comida. México podía jurar que debajo de las gafas oscuras, los ojos del de cincuenta estrellas debían brillar de felicidad.
━━Canadá, como siempre, comerá panqueques con miel de maple, yo voy a comerme tres beagles de carne con tocino extra... y a tí, mi querido, queridísimo amigo mexicano, te trajimos un...
━━...Un croissant de pavo con queso ━━completó Canadá.
━━Yup... Lo que mi hermano dijo.
El latinoamericano dibujó de nuevo una sonrisa sobre sus labios, mientras daba pequeñas miradas poco disimuladas en dirección a la bolsa que su vecino directo del norte cargaba con tranquilidad.
El olor de la comida caliente le había abierto de nueva cuenta el apetito.
━━Oye, Mex ━━llamó Canadá con voz suave, tratando de no prestar atención al hecho de que tenían frente a ellos, la entrada sur a los planteles de ONU━━, ¿Por qué siempre esperas a tus hermanos?
El tricolor se quedó en silencio, pensando en alguna respuesta convincente y realista más allá del hecho de que el ver a sus hermanos muchas veces le levantaba el ánimo.
Finalmente, luego de caminar un poco más, el trío de norteamericanos se posó frente a uno de los accesos a la Sede de ONU.
━━Buen día, Good Morning, Bonjour ━━recitó de fondo la voz computarizada y sin vida que recibía a todos los países, deseándoles los buenos días, tardes o noches según correspondiera, en sus respectivos idiomas━━. Por favor, nombre la sala a la que pertenecen.
Tanto México como Canadá ignoraron a la voz fémina que les solicitaba información, pues según la clase a la que pertenecieras, tenías más o menos permisos para rondar en las instalaciones donde todos se veían obligados a trabajar. USA, siendo una de las potencias más altas, les concedía el derecho a acceder a los jardines, lugar donde con algo de suerte, si lograban evitar a ONU o alguno de sus encargados, se daban el lujo de trabajar y de pasar el tiempo. El estadounidense era uno de los poquísimos que no tenían el acceso restringido, así que siempre era él quién los presentaba ante el registro diario.
━━Venimos a la zona A-N ━━respondió tranquilamente el angloparlante, mirando fijamente a una de las cámaras que vigilaban la entrada.
Las puertas se abrieron con un estrepitoso sonido proveniente de la pequeña alarma cuya función era avisar que una entrada había sido utilizada dentro de la sede. Los tres países cruzaron ambos portales altos y blancos decorados con el símbolo de las naciones unidas, y apuraron el paso para evitar encontrarse con alguno de los guardias encargados de regular los horarios de los países. El trío de americanos odiaban a esos humanos vestidos de trajes impecables que siempre parecían desear hostigar la existencia de todas las naciones.
No fue hasta que, después de cruzar el jardín de entrada y estar frente a las puertas hechas de cristal del enorme edificio al que se veían obligados a entrar, el mexicano consiguió formular una respuesta medianamente comprensible para la cuestión que había formulado el canadiense.
━━Me quedo con mis hermanos por la misma razón por la que tú, pudiendo irte a un mejor sitio con los demás primermundistas, te quedas con nosotros.
Canadá entrecerró los ojos y dibujó una minúscula sonrisa en sus labios.
━━Entonces tienes buenas razones, Mex.
Ninguno de los dos volvió a tocar el tema mientras caminaban por los pasillos frívolos del primer piso. Las ventanas proveían de luz a la estancia, pero pese a eso, sus propias sombras se alargaban temblorosas a sus costados, perdiéndose en las esquinas oscuras que dirigían a otras zonas del plantel.
Una vez salieron de los pasadizos atravesando otra puerta más (hecha también de cristal), ignorando lo mejor que pudieron las múltiples voces y conversaciones de otros países y organizaciones menos atractivas para el régimen de ONU, el ambiente pesado que los envolvía desapareció como por arte de magia.
Las tres naciones suspiraron aliviadas y siguieron su camino en dirección a la edificación en la sede que les correspondía, la segunda más grande de todas, y en la cual solo los primermundistas, las potencias más grandes y sus tercermundistas podían entrar sin antes pedir un permiso con la "Asamblea General", una de las vigías exclusivas de ONU cuyo rostro siempre mantenía una expresión de inconformidad o desagrado, aparte de no poseer sentido del humor alguno. Nunca, desde que habían llegado a la ciudad, la habían visto sonreír.
Atravesaron toda la primera planta sin problema alguno, encontrándose de vez en cuando a algunos otros ocupados países que muy a penas se percataban de su existencia.
Por las marcas de sus brazos expuestas por las camisas remangadas, México reconoció de inmediato que se trataban de otros tercermundistas. Algunas veces durante el camino el hijo adoptivo de España se quedaba pasmado mirándolos por las puertas que se quedaban abiertas, no sin sentir una extraña sensación que conseguía que su estómago se estrujase dolorosamente. Sin embargo, para su suerte, Canadá y Estados Unidos lo obligaban indirectamente a avanzar con mayor rapidez, sin poder tener tiempo para observar como deseaba a aquellas naciones que compartían rango con él.
Siguieron avanzando a paso vertiginoso hasta encontrar los elevadores del primer nivel. Subieron al ascensor y el amante del maple se encargó de presionar el botón que los llevaría directamente al quinto piso. Las puertas se cerraron y el trío de norteamericanos esperaron pacientemente a que el la maquinaria los llevara a su destino. La música suave que acompañaba al viaje se comenzó a reproducir y a los pocos segundos de haber ingresado, los americanos comenzaron a hablar entre ellos nuevamente; al principio en voz baja y con algo de timidez, pero luego de un rato, para cuando hubieron llegado a su planta correspondiente, los países del nuevo mundo ya bromeaban entre ellos, riéndose por cosas infantiles que, a ojos de otros, podían llegar a ser incluso estúpidas.
Mientras caminaban por los pasillos mucho más iluminados gracias a la luz natural que entraba por las ventanas y las luces artificiales blancas en los techos de otras estancias, USA aprovechó para ocultar su carga de comida dentro de la mochila que el canadiense llevaba consigo. Era solo por si las dudas. No tenían prohibido comer, pero nunca sabían si llegarían a encontrarse a una ONU cabreada recorriendo el edificio.
Siguieron su trayecto, encontrándose a un grupo mediano compuesto por otras potencias en el camino, las cuales al parecer se dirigían juntas al ascensor. Una de ellas golpeó a Estados Unidos con el hombro y ni siquiera sé molestó en pedir disculpas. México no pudo reconocer quién había sido, pero la expresión del angloparlante solo le hacía pensar en que tendría que haber sido alguien a quién odiaba.
━━¡Ey! Fíjate por dónde caminas, imbécil ━━reclamó, suponiendo que no tomarían en cuenta sus palabras por ser un tercermundista.
Pero para su sorpresa, el resultado fue muy diferente a lo que se esperaba.
El último del grupo, Alemania, se giró por unos segundos para mirarlo. El mexicano pudo sentir como su piel se erizaba al estar bajo la mira afilada de aquella nación, cuyos orbes de color miel no se desviaban de los suyos.
━━"Perdón" ━━leyó el latino en los labios de aquel país que llevaba puestas sus gafas antes de que desapareciera tan fugazmente como apareció luego de doblar una esquina junto al resto de sus compañeros.
Retuvo el aire en sus pulmones durante unos segundos antes de liberarlo lentamente, extrañado por la actitud del alemán.
Volvió la vista al frente, pero no prestó atención alguna a las palabras que salían de las bocas de sus vecinos. Se quedó completamente alienado a su entorno por unos momentos, solo centrando su mente el la mirada del europeo y en sus disculpas.
Se detuvo abruptamente justo antes de entrar a la sala especial donde los norteamericanos trabajaban, confundiendo a sus dos compañeros.
No lo había hecho por broma o para dramatizar sus sentimientos, lo había hecho porque se había comenzado a sentir bastante extraño...
El piso pareció temblar bajo sus pies, aunque ni Canadá ni USA parecían afectados por ello. Un fuerte chillido demasiado agudo, parecido al de los frenos oxidados de un tren llegó a sus oídos, perforándolos, mientras que a su mente arribaron cientos de imágenes que aparecían como un destello de luz y luego se disolvían entre su memoria en menos de un segundo. Parecían fuegos artificiales reproducidos en cámara rápida.
Las imágenes pasaban tan velozmente que, pese a que lo intentó en repetidas ocasiones, no pudo retener casi nada de la información que le proporcionaban.
Se quedó completamente ensimismado en aquella sensación tan falsa e imposible, que por un momento le resultó real. Como un recuerdo polvoriento que volvía a su pérdida cabeza.
━━¡México!
Su nombre, seguido de un fuerte y ardiente dolor en la mejilla izquierda fueron lo único que consiguió devolverlo a la realidad. El zumbido se desvaneció y las imágenes se detuvieron, dejándole un sabor amargo en la boca al no conseguir desvelar su significado.
Respiró hondo, como si hubiera estado a punto de ahogarse y miró al frente, encontrándose con la mirada verdosa de Groenlandia.
━━¿Qué te pasó? ¿Por qué no respondías?
━━Yo...
El hispano miró a su alrededor, encontrándose con que estaba sentado en el escritorio que le pertenecía a Canadá. Pasó su mano por la mejilla lastimada y gruñó suavemente al revivir la sensación de dolor.
Reclamarle a su amigo por pegarle una cachetada comenzaba a sonar en su mente como una idea muy viable.
━━No lo sé ━━admitió, tratando de no establecer contacto visual con nadie━━. Solo me perdí.
La isla arqueó una ceja y se acercó a su rostro peligrosamente. Sus respiraciones chocaban entre ellas, mezclándose al poco tiempo en una pequeña nube cálida.
Podía sentir su mirada analizarlo de arriba a abajo, deteniéndose en algunas partes concretas solo para seguir examinando su cuerpo superficialmente. Tragó saliva, incómodas por la posición en la que se encontraban.
━━¿Estás bajo los efectos de alguna droga? ━━cuestionó con voz severa, como un padre regañando a un niño.
Tanto Canadá como USA guardaron silencio. Había pasado realmente mucho tiempo desde que habían visto al mexicano bajo los efectos de algún narcótico.
━━¡¿Qué?! ¿¡Por quién me tomas!? ━━contraatacó, marcando su distancia con la isla. Claramente estaba ofendido por la pregunta━━. ¡Por supuesto que no!
Groenlandia se encogió de hombros, quitándole importancia a su anterior pregunta y miró a los dos hermanos hijos de Reino Unido, quienes le devolvieron el gesto con una expresión de confusión.
━━Bueno, no estaba de más preguntarle...
━━━ . ° • [ 🌻 ] • ° . ━━━
Привет!
¿Qué tal estáis, mis amados lectores?
💛
Yo aquí os dejo el segundo capítulo de esta historia (publicado en plena madrugada, pero eso solo es un detalle), el cual tardó mucho tiempo en estar listo porque el resultado nunca lograba convencerme, jaja.
━━ WEAS ━━
Si no me equivoco, creo que la palabra "huevón" en algunos países de sudamérica es un pseudo-insulto o algo así...
━━ Fin de las Weas ━━
🌟
En fin, espero que realmente les haya gustado, o al menos entretenido un poco pese a que es una actualización algo densa si la comparamos al resto de mis historias.
Y sin más por el momento, su escritor se despide de vosotros...
До свидания!
━━ 🏳️🌈 ━━
━━ 🌻 Atte: LittleGlitch 🌻 ━━
¿Besos con sabor a Antártida?
━━ 🇦🇶 ━━
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