[08 - No Abrir Hasta Navidad]

[08 — Hevie: No Abrir Hasta Navidad]

—Harry, te prometo que estoy bien, solo es un cheque de rutina, estaré ahí para la cena.

—Pero, Evs...

—Cálmate, sé que no te gustan los hospitales, por eso vine sola.

La chica caminaba por las calles de New York con un folio lleno de documentos en su mano, y su bolso o cartera en la otra. Tenía puesto un abrigo tipo cazadora de detective negro aterciopelado, botas de tacón igualmente negras y, dentro un una camisa blanca de mangas cortas, encima de esta un sweater cuello de tortuga de lana color negro, y, adivinen, pantalones altos de cuero negro.

Era temporada decembrina y el clima de la ciudad comenzaba a tonarse témpanos de hielo. Por lo que debía estar bien abrigada.

Llevaba su azulado cabello suelto y unas gafas de aviador que adornaban su coronilla. Miró la hora en su reloj, ya iba tarde.

—Lo siento, Harr, debo dejarte, te amo, ¡bye!

La razón por la que visitaba el médico no era más que la sencilla verdad, su estilo de vida le exigía estar en óptimas y no permitiría que un tonto malestar la hiciera caer en cama. Todo su itinerario se descontrolaría y cuando se recuperase de seguro trabajaría el doble por volver todo a la normalidad, así que no, la gripe no era una opción, además, se acercaban las fiestas de fin de año y no se perdería ningún evento por minúsculo que fuese.

Su novio la había estado llamando esa mañana para preguntar por qué salió tan temprano de su recién estrenado departamento, a lo que ella subestimó y le hizo entender que no era nada malo.

Llevaban 4 años de noviazgo y Harry planeó su mudanza juntos un año atrás, no comentándole nada a ella, y encargándose del departamento él solo, pero como Evie a veces se salía de sus cabales cuando se estresaba, el ver a Hook con tanto secreteo la inquietó, tanto que pensó que él querría terminar su relación, así que ella lo hizo primero. No está demás decir que es una pequeña y adorable —según Harry— obsesiva compulsiva en rehabilitación... claro que el malentendido se resolvió y ambos se reconciliaron, optando por mudarse hace apenas unos meses.

La chica cruzó la calle corriendo, haciendo un fuerte y satisfactorio sonido al taconear.

Llego a la clínica antes de lo esperado, se acercó a la recepcionista y preguntó por su médico de cabecera. Quien al parecer no estaba muy ocupado, puesto que la atendió de inmediato.

— ¡Carlitos...!

— ¡Evierina...! —la peli azul puso una mano en su cintura y cambió su semblante por uno serio, odiaba que la llamaran así—. Sabes que estás entre mi 2° y 5° espacio intercostal.

—Bueno, dejando de lado las presentaciones, me realicé los exámenes que ordenaste y se los lleve al técnico radiólogo, pero me dijo que por el momento no podía someterme a radiaciones i-io...

—Ionizantes, ¿dijo? —la chica asintió. Dejando a su amigo un poco desconcertado—. Bueno, déjame ver los resultados... —ella le concedió el sobre en donde estaba sus análisis sanguíneos—. Bueno Evie... tu hemoglobina ha bajado un poco, y lo mismo con tus plaquetas, urea, glicemia y creatinina; tu población de glóbulos blancos ha incrementado considerablemente, al igual que colesterol y triglicéridos. Bueno, creo saber qué es lo que tienes... —la expresión de su amiga se descompuso, no sabía que sus valores estaban tan descontrolados, comenzaba a entrar en pánico—. ¡No te asustes! No es nada malo. Solo, necesito realizarte un par de análisis más.

Evelyn sintió que el aire volvía a sus pulmones.

[...]

—Harry Hook, ya relájate, te daré las llaves de mi estudio en navidad, hicimos un trato. Yo tengo mi propio estudio, y tu, tu cocina equipada para fiestas —le reprochó ella al ver que él no cedía el paso.

—Pero Evs, ¡quiero ver! Además, no creo que tardes tanto diseñando un simple estudio de trabajo.

—No es un simple estudio, es parte de tu regalo de navidad —le sonrió ella, acercándose a él y depositando un beso en su mejilla.

—Eso tampoco lo entiendo.

—Tú, solo has caso al cartel y, no abrir hasta navidad. —corrió dentro del cuarto en obras y cerró la puerta con seguro, algo estaba tramando.

Su novio no encontró de otra más que encogerse de hombros y retirarse a preparar una deliciosa cena.

— ¡Y no toques mis chocolates! Órdenes del médico. —le grito ella cantarinamente.

—Definitivamente Carlos es el único doctor que receta chocolates, me enfermare más seguido —se burlo él abriendo la nevera y buscando algo para cocinar.

[...]

Ah... víspera de noche buena, la pareja se acurrucaba junto a la chimenea mientras conversaban entre sí, Evie estaba abrazada a Harry mientras se enternecía por las vibraciones que hacía su pecho al hablar. Sin duda una de sus sinfonías favoritas, seguida de los latidos de su corazón y el pequeño silbido que hacía cuando estaba profundamente dormido.

Su novio miraba el reflejo de ella en uno de los espejos de la casa y sonreía cada vez que su chica respingaba la nariz por el frío. La calefacción se había dañado y no tenían más opción que encender la chimenea hasta que el técnico la reparara.

—11:11, pide un deseo Evs. —susurró él en su oído, provocándola.

—Lo que pedí ya se me cumplió, pero no te lo voy a decir. —ella se levantó del suelo, haciendo a un lado los numerosos cojines que pusieron en este para estar cómodos—. Creo que es hora de darte tu regalo de navidad.

—Oye, Evs, acordamos que no gastaríamos en el otro, para evitar—

—Para evitar remordimientos si un regalo es más caro que el otro y bla, bla, bla... PERO, este regalo es especial, y no me costó un centavo.

Le ofreció su mano, él la sujetó antes de levantarse, arrastrando a su novia ligeramente. A lo que ella bufó con molestia, tenía que dejar de ser tan despistado.

Lo guió a la nueva habitación, y quitó el cartel que decía "No abrir hasta navidad". Hizo girar el mango de la puerta y la empujó ligeramente, revelando lo que había en su interior. Encontrándose con una cuna de madera, mesitas de noche, bolsos pañaleras, biberones, móviles, cuadros de ellos dos y uno en especial apoyado en el colchón de la cuna.

—E-Evie... ¿tú?

—Por eso Carlos recetó los chocolates, y las constantes citologías con su novia, yo, Harry, yo —la chica sonrió con timidez. No sabiendo que más decirle.

La habitación estaba decorada muy sencillamente, equipada para darle la bienvenida a un pequeño bebé que llenaría de felicidad sus vidas.

[...]

— ¿Estás segura de que eso no te hace mal?

—Ya te lo dije, Hook, que no me hinchare como un globo, y segundo. ¡Es normal ejercitarse durante el embarazo! Muchas mujeres lo hacen.

—Ah, ¿sí? Nómbrame una a ver —la retó.

—La candente y sensual Hope Howard, por ejemplo... —inquirió ella, recordando que él le dio like a sus fotos en Instagram—. Quien por cierto, es mi amor platónico. Te sería infiel con ella si me lo pidiera —puede que hubiera confesado uno de sus secretos húmedos, pero sus hormonas estaban revolucionadas, y no era mentira lo que dijo acerca de Hope—. Además, no es como si me la pasara metida en el gimnasio, estoy acostumbrada a llevar este estilo de vida. Solo, que lo llevare un poco más, relajado —finalizó para contentar a su novio. Quien solo quería cuidar de ella.

—Sabes que te amo, que los amo...

Evie sonrió con ternura, acercándose a su novio y sujetando su mano con delicadeza. Para luego juntar sus frentes y seguidamente unir sus labios. Dándose un roce lleno de cariño y calidez.

El futuro les deparaba un gran reto, pero juntos podrían afrontarlo. Ambos sabían que la paternidad no sería fácil, pero tampoco era una tarea imposible, unidos lograrían salir adelante.

[...]

— ¿Qué tiene que hacer qué? —preguntó el acompañante de la embarazada mientras sentía una contracción golpear. Ella dejo escapar un grito y haló del cabello de su novio, a quien discretamente se le resbalaba una lágrima por los violentos intentos de su novia para calmar el dolor. Intentos que lo afectaban a él física y moralmente, ya lo había abofeteado, gritado, golpeado, insultado, halado del cabello y casi escupido sin aparente razón; ah, si la tenía: Todo era culpa de Harry Hook.

—Muévete, baila, camina... eso aliviara el dolor, acelerara el parto, te distraerá, y para tu bebé será más fácil el ajuste en tu canal de parto. —le sugirió el doctor que la asistiría.

Evie no se lo pensó dos veces, se bajó de la camilla y caminó hacia su bolso, de ahí sacó su teléfono y puso una playlist movida, de las que usaba para ejercitarse.

Comenzó con, Beep Beep de Little Mix, Échame la culpa de Luis Fonsi, Ponte de Micro TDH, canción en la cual fue bajando y bajando al ritmo de sus caderas, y con mucho esfuerzo subiendo para calmar su respiración. Siguió con Sorry not sorry de Demi Lovato, New rules de Dua Lipa, Miss You de Louis Tomlinson, Flicker de Niall Horan, Slow Hands de Niall horan, Kiwi de Harry Styles, Work Bitch de Britney Spears, y finalizó con Something I need I wanna die with you. Ya estaba lista.

— ¡Woah! Funcionó —alegó ella antes de que le cambiaran la bata y la ayudaran a subirse de nuevo a la camilla para llevarla a sala de partos.

—Para tener 40 semanas de embarazo, te mueves como los dioses, linda —le halagó una enfermera muy, muy, demasiado sonriente. Para pequeña molestia de Harry.

Evie intentó sonreír, pero en vez de eso hizo una especie de mueca. Sin embargo, para provocar a su novio, le guiñó un ojo a dicha enfermera descaradamente. A lo que la otra fémina respondió de la misma manera.

[...]

—Nunca había visto a una bebé tan risueña en toda de mi vida, ¿acaso tu linda mamá comía mucho chocolate preciosa? —comentó la misma enfermera de antes entrando a la habitación de Evie. Venía de los cuneros y traía al neonato para que su mamá le diera de comer.

—Unas 3 o 4 barras al día, mi obstetra me dijo que era para que se mantuviera activa y se moviera, ya que—

—Tiene huesos cortos y le preocupaba su desarrollo —completó Harry. Achuchando a su princesa.

La enfermara rodó los ojos, molesta por el celoso novio de su paciente.

—Enfermera... Mal, ¿quisiera dejarnos solos? Queremos compartir íntimamente como familia —la aludida hizo un ademán y se dirigió a la salida del cuarto.

—Si necesita algo solo toque el botón a su izquierda —informó dirigiéndose a Evie.

—Gracias Malsy... —canturreó la peli azul con intenciones de molestar a su novio.

—Eres un caso Queen, eres todo un caso.

—Ay, pero si solo estoy coqueteando, Harr, sabes que te amo... —replico ella con inocencia. A lo que su novio respondió besándola posesivamente—. Uhm, no tan rápido vaquero, no estoy preparada para bailar de nuevo en medio de los pasillos del hospital, gracias cielo.

Harry desvió la mirada sonriente, hipnotizado por la singularidad de su pequeña hija.

—Charlotte, Charlotte Grace Hook Queen. —comentó él dando a entender que ya había elegido un nombre para su primogénita. A lo que su novia sonrió con ternura.

—Bienvenida a la familia Char...

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