[01 - Gripe]
[01 — Gripe]
La chica estornudo un par de veces más. Sentía que desfallecía, estaba muriendo ahí mismo, en esa cama, esa cama llena de gérmenes e infección pulmonar. Vivir con una misofóbica era difícil.
Jane le había estado rehuyendo toda la semana con tal de evitar contagiarse. Incluso llego al extremo de hacer una maleta e ir y hospedarse con su actual novio, Carlos, el mejor amigo de Evie.
Estornudo nuevamente. Abrió un nuevo paquete de pañuelos , el tercero de la semana, y sentó en la orilla de su cama para desechar los ya usados en la papelera.
—Diog, ¿Qué hicce pada medeced etto? —su nariz tapada le impedía hablar con claridad.
—Por Dios, Evs, tienes el ébola encima. —la chica se dio la vuelta. Su novia estaba de pie en la puerta de su habitación debatiéndose si entrar o no—. Te dije que tomaras tus vitaminas.
—Patrañ, ¡a-a-h! —no terminó la frase, fue interrumpida por una sonora tos que invadía sus vías respiratorias. Una vez que se calmó se tiro sobre la almohada y trato de disimular su emoción—. Mad, po' favod, si muedo hoy. Promete que no vas a estad co' ninguna otta chica —otro estornudo.
—Oh, mi amor, yo vine a cuidarte, y a recetarte.
Por cierto, Mal era estudiante del último año de Medicina y utilizaba a Evie como conejillo de indias, a veces.
—Sin, duda, tienes Gripe.
—Ño... ¿e' sedio? —le pregunto sarcásticamente.
—Estas ardiendo en fiebre, vamos, quítate esa manta, no haces nada con eso encima.
Evie rechisto, se negaba a dejar su cama, su cómoda y calentita cama.
—Mueve el culo Grimhilde, no tengo todo el día —se quejo ella.
—Déjame, quiero morir en paz.
—Ya cállate, no vas a morir... solo necesitas un baño tibio y una pastilla para la fiebre, anda, tengo paracetamol en mi bolso.
—No...
— ¿Te dije que traje chocolate y el nuevo tomo de tu revista de moda favorita? —susurro ella acercándose tentadoramente a su oído.
— ¿Te me ettas insinuando? —pregunto Evie intentando parecer indignada. Mal negó con una sonrisa divertida que se apoderaba de su cara—. Oh, soy alérgica al paracetamol.
La chica sintió que su mundo se venía abajo, ¿Cómo? De todas las parejas posibles, tenía una alérgica al fármaco favorito de los estudiantes de Medicina.
Evie soltó una carcajada, o algo parecido. Mal no lo sabía muy bien.
—Es broma, Bertha. Sé que me pedirías terminar si lo fuera.
Ambas sonrieron y Mal se acerco dispuesta a darle un beso en los labios.
—Noup, gérmenes —advirtió Evie alejándola con una mano. Con las pocas fuerzas que tenía. Frunció el ceño al ver el puchero que hizo Mal por dejarla con las ganas—. Etta bien, solo uno. Peddo si te e'fermas yo no voy a poded cuida'tte. Recuerda que viajare a parís el sábado.
No fue necesario ni que terminara la clase, ya Mal esparcía varios besos por su cara. Haciéndola sonreír enamorada.
Luego de una sesión de besos, en la que Evie se separaba frecuentemente para recuperar aire, y Mal le mordía los labios solo por fastidiarla. Ambas se levantaron y fueron hacia la cocina.
Evie envolvió la sabana alrededor de su cuerpo y sonrió al ver que su novia le había preparado sopa y tenía 3 blíster con pastillas de diferentes laboratorios, y un jarabe de miel para la garganta.
— ¿Te parece si vemos una película mientras yo hago tu horario para que tomes tus medicamentos? —Evie asintió y se recostó en el sofá, ahora estaba caliente, y no era por fiebre. Veía a Mal hablar y contradecirse para luego repetir su tratamiento y anotarlo sobre el récipe.
Es tan sensual... Pensó Evie. Contemplarla mientras lentamente movía sus labios de aquella manera tan pausada y provocativa, la pasión y el amor que le tenía a su carrera, el hecho de estar en unos diminutos shorts de mezclilla y una blusa transparente que dejaba entrever su bralette... volvía a Evie Grimhilde loca. La hacía desearla.
—Y este, debes tomártelo 2 veces al día cada 8 horas por 4 días, ¿entendiste, E? ¿E? ¿Evie...? —Mal se volteó, encontrándose con la oscura mirada de su novia que la examinaba como si fuera una presa—. No, no voy a acostarme contigo hasta que te mejores.
Evie lanzó una maldición.
—Sabes que me gusta ser a mí la causa de tu cansancio, no un estúpido virus que se aloja en tu organismo —sonrió Mal. De alguna manera eso la reconfortaba, ¿eso significaba que estaba celosa de aquel virus? No lo sabía, y no preguntaría.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top