XXII. Manual de instrucciones

Si me ves colérica
no trates de tranquilizarme,
solo discúlpate.

Si me ves ausente,
puedes preguntarme
puede
que esté
apenada
o solo pensativa,
puede
que me haya ido
sin querer,
puede
que solo trate de comprender,
o solo me agobié
y mi mente
se centró
en algo,
que la hacía sentir bien.

Si me aíslo,
dame espacio
volveré,
solo necesito entender,
descifrarme,
ahuyentar mis pensamientos
intrusivos,
llorar
y aceptar,
pero prometo volver.

Si me estás hablando
y miro a todos lados,
te estoy prestando atención,
solo me estoy imaginando
lo que me estás contando.

Si crees que no te estoy escuchando,
sí lo hago,
solo que me agobia
mirarte todo el rato,
me incomoda,
pero cuando digas algo
que me sorprenda
mi expresión será un cuadro.

Si te pregunto
otra vez,
por algo
que ya me has explicado,
no te enfades
sé claro,
porque no te estoy pillando
y mi cerebro
terminará explotando.

Si estabas hablando
y me he perdido
no te enfades,
me cuesta mantenerme
en un solo sitio
cuando mi testa
es tan inquieta.

Si salto de un tema a otro,
no es porque no me interesa 
la conversación
que estamos lidiando,
me entusiasman todos,
solo que cuando se me ilumina
la bombilla
no puedo evitar
decirte aquello que me ilusiona,
quizá a ti también te guste.

Si soy intensa,
valóralo
porque pese a mis inseguridades,
te estoy poniendo a ti delante.

Si dudas de mi credibilidad
pregúntame,
yo no te mentiré
así que créeme
o lárgate.

No alborotes
mi orden
solo porque creas
que todas somos iguales,
no prendas la cerilla
sin saber
lo que tuve que sacrificar
para estar en tu lugar,
no sirvas gasolina
si te cuesta tener responsabilidad
afectiva,
no te dejes guiar
por esos pensamientos nocivos
sin reflexionar
y hacerte cargo
de lo que puedas causar.

No tengas una relación
si no estás dispuesto
a cambiar,
a errar
y aceptar,
pedir disculpas,
dejar el ego
y el orgullo
aparcados,
a crecer,
conocer,
cuidar...

Porque si no eres capaz
de aceptar tus fallos,
no tengas nada serio,
limítate al lío
y no destroces el cultivo
que a otro le costó tanto
regar,
sesgar,
cuidar...

Porque todos sufrimos,
y no cuesta
ponerte en los zapatos
del otro
y redimirte,
por lo menos
inténtalo.

Janny.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top