Cometí el mayor acto
de suicidio
nunca antes imaginado,
que culminó
el mundo como lo conocía
y me hizo trascender
al paraíso,
pero también trastabillar
y fundirme con el ocaso...

Usurpé sin querer
retazos
de mi corazón,
mientras daba caladas
de aliento exhausto
y angustiado,
se lo escupía a mi alma.

Rodé por el barranco,
se me quedaron
incrustados
piedras
de todas las formas,
colores
y sabores...

Creí desfallecer,
derretirme sobre el pavimento,
desangrarme
y sentí que escondieron
mi cuerpo
detrás del telón.

Pero empezó
el primer acto
y mi corazón
revivió,
tus besos
lo resucitaron.

No encontraba
mis órganos
pero me entregaste
los tuyos
y los cosiste
con cuidado.

Mi alma
tenía hecho el equipaje,
pero le abrazaste
y la soga,
se rompió,
convirtiéndose en pétalos
que colocaste
en mis labios
y por todas partes.

Creo que era un suicidio
y que estaba perdiendo
el juicio,
pero tus dedos
me hicieron vislumbrar el cielo
y sin saberlo...
solo sintiendo...
supe que con todos transmutaba
y tú abrías las compuertas
de mi alma...

— Janny.