🔹Brigitte no se calla nada🔹

Era el día del cumpleaños número 56 de mi madre, llegué del trabajo y pasé a buscar a mi amiga Pattie. Comimos unos sandwiches de pollo y tomate. Luego nos pusimos a decorar la casa con globos y guirnaldas de colores.

Mamá estaba haciendo un bizcochuelo de chocolate, relleno de frutillas. Habíamos organizado una pequeña celebración familiar para conmemorar la ocasión, y estábamos ansiosos por compartir este momento especial juntos.

Cuando la abuela Brigitte llegó a la casa, fue recibida con abrazos y sonrisas, y nos apresuramos a llevarla al comedor donde estaba la mesa decorada con globos y modestos regalos para mi madre.

—¡Feliz cumpleaños, mi querida Cecil! —exclamó la abuela, con entusiasmo mientras abrazaba a mi madre con cariño—. Te traje algunos regalitos para que los abras.

Mi madre sonrió mientras aceptaba las bolsas de regalos de su madre y los colocaba con cuidado sobre la mesa. La abuela estaba radiante de felicidad al ver a su hija tan feliz y emocionada en su día especial, pero pronto la conversación tomó un giro más serio cuando le contamos todo lo que había sucedido en los últimos días.

—Abuela, déjame contarte lo que ha estado pasando últimamente —empecé, tratando de explicar la situación—. Resulta que mamá está saliendo con Eliseo, el profesor de educación física del colegio donde trabajo, y... bueno, las cosas se han vuelto un poco complicadas.

—Ohh, que noticia inesperada —dijo mi abuela abriendo los ojos como dos naranjas—. ¿Qué edad tiene el hombre?

—Tiene 39 años...

—¡Im-po-si-ble! —dijo Brigitte negando con la cabeza—. Tu madre cumple hoy 56 años.

—¿Por qué? ¿Te parece demasiado joven? —pregunté.

—¿Meteora, no dirás siquiera que eso esta bien?

—Sí, pero no...

—¿Vendrá hoy a saludar a tu madre? —me preguntó.

—¡Por supuesto! ¿Acaso se perderá la oportunidad de conocerte?

—Espero que no —respondió la abuela alegremente.

—Hay algo más para contarte... —le dije mientras le servía una taza de café.

Le conté a abuela Brigitte sobre la situación en ocurrió en el cine, el encuentro con Yuri y las tensiones que habían surgido entre mi madre y Eliseo. A medida que avanzaba la conversación, pude ver la preocupación creciendo en su rostro, y supe que tenía algunas reservas sobre la relación de mi madre con Eliseo.

—Hija, entiendo que estés feliz y emocionada por tu nueva relación, pero debes tener cuidado —advirtió la abuela Brigitte, con seriedad en la voz—. Ese muchacho es mucho más joven que tú, y no sabemos qué intenciones tiene. No quiero verte lastimada, o que te enamores perdidamente y luego él te rompa el corazón.

Mi madre asintió con comprensión, aunque se mostraba un poco molesta por las preocupaciones de su madre.

—Madre, entiendo tus preocupaciones, pero Eliseo es diferente. Él es amable, comprensivo y se preocupa por mí —respondió mi madre, con su voz aguda—. Sé que esta relación puede ser un desafío, pero estoy dispuesta a enfrentarlo si significa tener la oportunidad de ser feliz.

La abuela Brigitte pareció tranquila por las palabras de mi madre, pero aún mostraba una expresión preocupada en el rostro.

—Solo espero que sepas lo que estás haciendo, hija. No quiero verte lastimada por alguien que no vale la pena —dijo la abuela—. Pero si realmente crees que Eliseo es el indicado para ti, entonces te apoyaré en cualquier decisión que tomes.

La conversación sobre la relación de mi madre con Eliseo dejó un aire de tensión en la casa, pero también nos recordó el amor y la preocupación que compartíamos como familia. Aunque había desafíos por delante, sabíamos que estábamos juntos en esto y que nos apoyaríamos mutuamente pase lo que pase.

—¡Llegó Eliseo! —. Mamá corrió para abrirle la puerta de calle.

—Siento como si el diablo me bailara en mi pecho —me susurró la abuela.

—Quédate a mi lado, abu —murmuré.

Brigitte lo observó detenidamente.

—El muchacho tiene rasgos energéticos y una mirada altiva. No es el diablo, es un desconsiderado... —susurró en mi oído.

—¿Por qué? —le pregunté en voz baja.

—No le trajo flores, ni un obsequio. Seguro que es un tacaño —susurró la abuela.

Sin dudas, mi abuela es muy observadora, solo espero que está vez no tenga razón con respecto a la tacañería de mi colega.

                                      .....

La tarde transcurría tranquila en casa mientras mi abuelita y yo compartíamos una agradable conversación en el salón. Estábamos disfrutando de la compañía del uno al otro cuando de repente, Eliseo, nuestro invitado, decidió unirse a nosotros en el sillón. Parecía relajado y animado, y comenzó a contarnos sobre sus viajes y experiencias de vida.

—Bueno, la verdad es que he tenido la suerte de viajar mucho debido a mi trabajo como profesor de educación física —explicaba Eliseo, con una sonrisa amable—. He tenido la oportunidad de vivir en diferentes ciudades y conocer personas de todos lados. Fue una vida emocionante, aunque a veces un poco caótica.

Mi abuela Brigitte escuchaba atentamente, pero pronto comenzó a plantear preguntas incómodas que dejaron a Eliseo sin saber que decir.

—¿Usted tiene casa propia?

—No, estoy alquilando un monoambiente en la calle Estados unidos, por ahora, hasta que pueda comprar un inmueble —respondió con soltura.

—¿Usted es casado, divorciado o viudo?

—La verdad que nunca me casé, ni tengo hijos... —dijo Eliseo, un poco incómodo por las preguntas que le hacía mi abuela.

—Pero, ¿cómo es posible que a tus 39 años no tengas una vida establecida? —preguntó mi abuela, sin vacilación o temor—. ¿No tienes una casa propia, una esposa, hijos? ¿Qué es lo que estás esperando?

Eliseo pareció sorprendido por la franqueza de la pregunta, y vaciló antes de responder. No estaba preparado para enfrentarse a la incisiva curiosidad de mi abuela, pero sabía que no podía evadir las preguntas por mucho más tiempo.

—Bueno, la verdad es que he estado enfocado en mi carrera y en mi pasión por el deporte, y no he tenido mucho tiempo para establecerme en una vida más convencional —respondió Eliseo, tratando de esquivar la pregunta—. Además, creo que es importante tomarse el tiempo necesario para encontrar a la persona adecuada y construir una relación sólida antes de comprometerse con el matrimonio y la familia.

Mi abuela Brigitte no parecía satisfecha con la respuesta de Eliseo, y arremetió con más preguntas incómodas.

—¿Y qué pasa si nunca encuentras a esa persona adecuada? ¿O si simplemente estás evitando el compromiso porque tienes miedo de enfrentarte a la responsabilidad de mantener a una familia? —preguntó mi abuela Brigitte, con un tono desafiante en la voz—. No puedo evitar pensar que hay algo más que estás ocultando, Eliseo. ¿Qué es lo que realmente te detiene? ¿Qué buscas en mi hija?

Eliseo se quedó en silencio por un momento, visiblemente incómodo por las preguntas directas de mi abuela. Sabía que no podía seguir evadiendo la verdad por mucho más tiempo, y finalmente decidió enfrentarse a la realidad de sus propios miedos e inseguridades.

—Creo que tal vez tienes razón, señora Brigitte. Tal vez estoy evitando el compromiso porque tengo miedo de enfrentarme a la responsabilidad de mantener a una familia —admitió Eliseo, con honestidad en la voz—. Pero también creo que todavía estoy en proceso de descubrir quién soy y qué quiero en la vida y necesito tiempo para encontrar mi camino.

—Casi tienes 40 años, ¿Qué pretendes hacer de ahora en más? ¿Qué mi hija te diga que hacer de tu vida? —dijo la abuela en un tono inquisidor.

—Mi vida está cambiando para bien. Cecil es mi roca —dijo Eliseo rápidamente, viendo que mi madre se aproximaba a la sala.

Mi abuela asintió con una pizca de comprensión, aunque seguía preocupada por el futuro de mi madre con Eliseo. Pero a pesar de sus reservas, sabía que no podía controlar las decisiones de su hija y que tendría que confiar en su juicio y en el amor que compartían.

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