36.

El plan de Hera da sus frutos.


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Nico di Angelo Pov.

— Desde ahora y para siempre sus almas estarán unidas a los ojos de los dioses.—Juno envuelve las manos de la pareja que sostiene una copa con la seda más fina de color vinotinto, llena de bordados hermoso hechos con hilo de oro— Una misma alma y un mismo corazón. Corriendo en las venas del otro hasta el día en que sus almas se vayan a los campos elíseos.—Dice.

Kali estaba parada frente a mí, ella luce como un sueño. La chica más hermosa del mundo. Tenía el rostro cubierto con un velo que parecía la tela de una araña hecha de cristales, su cabello cobrizo caída en cascada por sus hombros y espalda. Parecía recién salida del agua, su piel brilla, dorada y suave. Su vestido tiene un hermoso escote en forma de corazón, sus hombros descubiertos y mangas largas, es un top corto, que parece hecho con las perlas más finas.

Su abdomen plano está descubierto al igual que sus clavículas.

Tiene una gargantilla hecha de perlas y la larga falda en corte de sirena es de seda blanca, rociadas de perlas.

No puedo escuchar lo que dice Hera, mis oídos están llenos del sonido de las olas chocando contra las rocas del acantilado frente a nosotros. El aire es salado, sus manos se sienten cálidas y aunque trato de buscar sus bellos ojos verdes azulados el velo me lo impide.

Su padre le dio el vestido y Kali lo acepto con lágrimas en los ojos.

— Digan sus votos.— Pidió Hera.

—Yo, Nico di Angelo, Hijo de Hades, te tomo a ti. Kali Guardalupe Reyes de la Rosa, hija de Neptuno, para que seas mi esposa.— Parece como si el tiempo se hubiera detenido. En lo alto, ramas de olivo comienzan a echar brotes.—Te protegeré y dedicaré el resto de mi vida para amarte y respetarte. Te doy mi corazón y mi alma.— La tierra se sacude —Para que me hagas tuyo.

Veo sus labios en forma de corazón, forma una sonrisa nerviosa y algunas lágrimas caer por sus mejillas. Siento la cara húmeda, sin darme cuenta, las lágrimas saladas empezaron a caer de mis ojos. Le devuelvo la sonrisa, algo que quizá compense la desastrosa y torpe propuesta de matrimonio.

Y por embarazarla. Claro.

—Yo, Kali Guardalupe Reyes de la Rosa, hija de Neptuno, tomo a ti Nico di Angelo, Hijo de Hades, como mi esposo.—Su voz estaba temblando, sorbió mi nariz y rezo por que esas lágrimas sean de felicidad. Que ella no se arrepienta de esto— Que nuestro matrimonio se prolongue hasta que nuestros corazones dejen de latir.— Su voz flaqueo al decir esto último— Y nuestras almas vayan juntas a los Eliseos.— Completa y escucho las olas romper salvajemente contra las rocas.

En lo alto, los brotes están floreciendo sobre nuestras cabezas.

— Beban de la copa para unir sus almas en sagrado matrimonio.

En el silencio tiene una carga caótica, como si una bomba estuviera a punto de estallar. La pelirroja lleva la copa a sus labios y bebé del vino, luego es mi turno y lo hago. Y está hecho.

La tierra debajo de nosotros se sacude y el cielo se oscureció, el aire salado choca contra nosotros con fuerza.

Hera desenvuelve la tela que une nuestras manos a la copa. Solo podía escuchar el ruido que hacían nuestras respiraciones aceleradas, me acercó a ella nerviosamente, no era la primera vez que la besaba, tocaba o tomaba, pero me sentí tan nervioso y caliente como la primera vez y lo peor es que Kali estaba igual. Pongo mis manos en mis mejillas y me miro fijamente a los ojos pidiendo permiso. Guardalupe se relame los labios nerviosamente, ella asiente con la cabeza y me acercó.

Nuestros labios se juntan de forma suave, casi inocente. Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y la pegó a mi cuerpo con ternura.

Sus labios chocaron contra los míos de forma lenta. Me sentía afortunado de que su corazón fuera solo mío.

Los aplausos enérgicos y víctores llenaron el silencio. Miramos a los invitados, no invitados, por qué se invitaron solos. Solo dioses.

Se suponía que nos íbamos a casar en el registro civil, sin ceremonia, como cualquier pareja de adolescentes que se fuga a un país extranjero. La diosa del matrimonio tenía otros planes.

Ella literalmente secuestró nuestra boda. Y si la ceremonia se retrasó fue por qué Hera y Afrodita se pelearon por quién iba a oficiar la boda.

Poseidón intentó intervenir, pero las diosas casi le arrancan la cabeza.

A la final Hera ganó, por qué bajo su lógica ella unió a los Romanos y los griegos, y sin su intervención, Kali y yo nunca nos hubiéramos conocido. Así que Zeus le dio la razón y permito que nos casará en una ceremonia.

Básicamente, éramos la prueba de que su plan había funcionado.

Qué semidioses Griegos y Romanos podían convivir juntos, Incluso formar familias entre ellos.

Apolo chilla y nos lanza pétalos de rosa. Afrodita le lanza una mirada de asesina a la diosa Hera, ella hace una mueca igualmente, mientras nos da su bendición para que nuestro tiempo casados esté lleno de pasión y amor.

Poseidón aparta a Kali de mí para hablar con ella. Creo que le está diciendo que puede dejarme en cualquier momento y él no se molestará. No me sorprende.

— Así que pronto tendrás un hijo.— Menciona mi padre, acercándose.— Incluso te casaste con la niña dorada de la Nueva Roma, nunca imaginé que llegarías a este punto.— Dice Hades y hay cierto orgullo en su voz.

— En 6 meses.— Le explico apartar la mirada de la pelirroja cobriza quien recibe un abrazo de su padre divino.— Nos quedaremos en Italia hasta que suceda, para que el bebé nazca en una ambiente más calmado.— Murmuro.

— Los Romanos son supersticiosos, pero terminarán aceptándolo.

Miro a mi padre divino.

—¿Algún consejo?

— No le pongas el cuerno.

Pongo los ojos en blanco, por qué nunca haría tal cosa.

— ¿Lo dices por experiencia?— Le pregunto por sarcasmo. Obviamente, no soy un hijo legítimo, si existo es por una razón; Dioses infieles.

— Lo digo por qué la mujer que escogiste podría hacer estallar tu corazón.— Me indica, Hades.— De alguna forma, me tranquiliza que la hayas escogido. Te dará hijos fuertes y nietos dignos para mí.— Explica.

— Urg.— Hago una mueca de disgusto.— De alguna forma siento que tu afecto está condicionado.

— Lo hiciste bien, Niccolo.

Sonrió apenas.

— Gracias.

— Ella pudo conseguir algo mejor.— Dice Perséfone en un suspiro.

Hades y yo nos giramos a verla.

(...)

Todo su cuerpo se tensa mientras grita mi nombre en mi hombro, sus uñas se hunden tan profundamente que me sorprendería si no hubiera sacado sangre. Su interior latiendo a mi alrededor mientras disminuyo la velocidad, presiono mis labios contra su frente y nos doy la vuelta de muy forma cuidadosa para quedar sobre mi espalda, con su cuerpo suave y flácido en mi pecho, y mi miembro aún enterrado dentro de ella.

—Eso fue... —Kali jadea con los ojos brillantes—Eres... ¿Ya te viniste?

—No todavía.— Acaricio su cintura.—Quiero ver cómo me montas.

Guardalupe encima de mí ha sido el pensamiento estrella que he tenido durante la última semana. Desde que llegamos a Italia hemos mantenido un poco de distancia. La forma en que sus ojos brillan cuando me mira a la cara, con una sonrisa tímida en sus labios, y sé que estoy jodido.

Se sienta derecha, deslizándose sobre mi miembro lentamente hasta que ha tomado cada centímetro.

Miro el espacio entre sus piernas donde nos estamos uniendo, y no hay ni un desliz de espacio entre nosotros. Por primera vez en mi vida, creo que soy el favorito de los dioses.

—¿Así? —pregunta suavemente, apartándose el cabello de la cara. Asiento con la cabeza, hundiendo las manos en sus caderas, incapaz de formular ninguna palabra real. Sus caderas giran y se mueven hacia abajo, y mi respiración se queda atrapada en mi garganta

No puedo hablar ni pensar, voy más profundo; no sé cómo ni de dónde viene ni adónde va.

Kali coloca sus manos sobre mi estómago, levantándose hacia arriba y hacia abajo. Pulsaciones de placer chocan contra mí, y estoy agarrando sus caderas con tanta fuerza que tendrá marcas durante días.

Apartó mis manos de su cuerpo y me sostengo de las sábanas, por qué dije que sería más suave con ella.

—Eres increíble, malditamente increíble.— Cada balanceo de sus caderas es el ritmo perfecto, y estoy perdiendo la cabeza. Gimiendo. No logro resistirme y nuevo mis caderas hacia arriba cuando ella baja, y su cabeza cae hacia atrás y gime.

—Justo ahí, sí, justo ahí...

Kali sobre mi pecho, sus dedos se elevan para agarrar mi cabello.

Y entonces siento sus dientes clavarse en mi piel. Mi abdomen se contrae y aprieto mi mano en su muslo.

— Creí que ya no hacías eso — Me burló con la voz entrecortada por el placer. Todavía meciéndose contra mi empuje, el sonido satisfactorio de la piel golpeando sobre piel hace eco en la habitación.— Antes mordías todas tus cosas, Malcriada.— Gruñó.

Kali desliza sus labios por mi vuelto y muerde mi hombro.

— Tú eres mío.— Balbucea con la voz agitada y entre cortada.

—¿Vas a venirte por mí otra vez? —Bromeo cuando sus piernas tiemblan y sus dedos se clavan en mi piel.

Kali murmura algo incoherente en voz baja, su piel bronceada brillando bajo la luz que entra por la ventana, pequeñas hebras de cabello pegadas a su frente, tiene una mirada exhausta y saciada en su rostro mientras toma cada centímetro. Se ve tan hermosa dando pequeños saltos sobre mí.

— Eres malvado.— Balbucea, su voz se corta cada vez que llega a la base de mi miembro.— Has obtenido todo lo que querías de mí...— Lloriquea.

—¿Yo? Solo soy víctima de las circunstancias como tú.—Paso las yemas de mi dedo pulgar la sobre su clítoris hinchado y la siento vibrar completamente. La beso en la boca
un poco más y ella sonríe, cándida,
cuando la hace alejarse. Los saltitos de Kali son suaves y lentos.— ¿Dime cómo fue que obtuve lo que quise de ti?—Pregunto con la voz jadeante y llena de placer. Apoya la mano justo por sobre su monte de Venus y siento mi miembro por debajo de la piel de Kali. Ella frunce el ceño y balbucea cosas que apenas logro entender.

— Dime Kali, ¿Qué fue lo que hice?—Sonrío de forma maliciosa y usa mis manos para sujetarme de su cintura, y levantar mis propias caderas para encontrarme con las suyas.— Vamos, esposa mia. Explícate—Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura para mantener mi control sobre ella.

Deslizo el otro entre nuestros cuerpos unidos. Aplico una ligera presión en su clítoris y se rompe. Merezco una medalla por no estallar ahora mismo porque todo su cuerpo se tensa, lo que hace unos segundos habría dicho que era imposible. Está temblando, sus caderas moviéndose mientras monta su orgasmo, gritando mi nombre.

—Eres malvado, mira como me tienes...—Kali escala y presionando sus labios contra los míos, nuestros cuerpos siguen pegados de la mejor manera— Debería darte vergüenza.

Niego con la cabeza.

— No. No me da vergüenza.— La beso y muerdo su labio inferior.— Ahora te tengo. Somos marido y mujer. Así que legalmente solo yo puedo follarte.—Digo dulcemente. Apoyo mi mejilla suavemente en su frente, y acaricio su largo cabello cobrizo que le llega por debajo de la espalda.— Incluso estás embarazada de mí. Todo es perfecto.

Espero no haber sonado como un maníaco. Demasiado.

— Malvado...— Balbucea y me abraza, cerrando sus ojos. Cansada.— Te amo demasiado.— Susurra amorosa.

— Yo también te amo, sirenita.

(. . .)

Kali Guardalupe Reyes Pov.

Nico y yo hemos pasado 3 meses en Roma, Italia. Las cosas están bien.

Más que bien. Debo aceptar que está ha sido la época más tranquila de mi vida desde que tengo doce años.

No me siento presionada, estresada o triste. Las primeras semanas fueron difíciles, claro, no dejaba de llorar y sentirme mal por escapar sin decir nada a Percy, pero mi ánimo mejoro después de la boda, en realidad creo que estaba ansiosa y deprimida con el pensamiento de que mi bebé sería a ser un bastardo y yo madre soltera.

Cómo lo fue mi madre. Estaba aterrada de ser como ella.

No debí preocuparme.

Nico sacó un anillo de la nada y me pidió matrimonio justo después de que le dijera que estaba embarazada. Cuando veo el anillo que adorna mi dedo índice, me sigo preguntó desde hace cuánto tiempo Nico tenía ese anillo para pedirme matrimonio.

Afortunadamente, contrajimos matrimonio apenas dos semanas después de llegar a Roma Italia.

Me hizo feliz que Hera nos prepara una bonita ceremonia, por qué Nico y yo habíamos planeado casarnos en el registro civil, sin ceremonia, vestido o fiesta. Simplemente firmar un papel.

Oficialmente, tendré un hijo legítimo, eso me tranquiliza mucho.

Desde entonces Nico y yo pasamos el tiempo teniendo citas, yendo a clases de maternidad y educándonos sobre como criar adecuadamente a un bebe.

—¿Cómo se pone está mierda?— Nico chasquea su lengua, fastidiado.

Llevamos una hora luchando contra un fular. Primero intentamos hacerlo funcionar por nuestra cuenta, y luego buscamos las instrucciones.

— Tienes que enrollarlo de esta forma alrededor de tu pecho.—Lo ayudo con la tela elástica y suave de un color lila.— Así.— Por fin lo logramos, y Nico se ve como un gato en un viaje astral.

— ¿No podemos comprar uno normal?— Pregunta confuso.

— Leí que eran malos para la columna del bebé.— Acomodo detalles del fular —El fular es más cómodo para ellos.

— Me siento ridículo.— Murmura con las mejillas sonrojadas.

— Te ves lindo.— Él fija sus ojos en los míos, mirándome con amor.—Bien, y aquí va nuestro bebé.— Tomo el lindo peluche que usamos para practicar y lo meto dentro del fular.—¿Genial no?—Pregunto mientras Nico se mira al espejo con cara de consternación.

— No voy a usar esto. Lo llevaré en brazos como una persona normal.— Dice sacando al peluche de su pecho.

Me río cuando lo veo luchar para quitarse el fular. Cuando finalmente logra quitarse el pedazo de tela, Nico se sienta en el filo de la cama. Toma una gran bocanada de aire y luego suelta un largo suspiro, cansado.

Me llama haciendo una seña con las manos y yo me acerco a él.

— No lo comprendo, ya tienes 5 meses y te ves igual.— Acaricia mi vientre de forma cuidadosa. Tengo 5 meses y aún no hay gran cambio, quizás me veo un poco hinchada, pero definitivamente no embarazada.—Bueno, si ignoro los enormes pechos.— Sube la mirada a mi escote y un gruñido vibra en su pecho —No. No puedo ignorarlos.

Lo único que me crecen son los senos, prácticamente no puedo usar la gran mayoría de mi ropa después de que mis tetas decidieran aumentar unas tres tallas sin consultarme antes.

Cada que salimos para tener citas antes de que llegue el bebé Nico se la pasa ahuyentando a los hombres que se me acercan para coquetear, por qué no parezco embarazada.

— La doctora dijo que es normal.—Nico besa la piel desnuda de mi pecho y me da pequeños mordiscos, eso me hace estremecer. Mi centro se calienta con anticipación, lujuriosa.—Dice que tendré una barriga pequeña.

Siempre estoy caliente, creo que son las hormonas del embarazo y Nico no hace mucho para enfriarme.

Nico se está tomando como misión personal follarme todos los días hasta que se vuelva demasiado incómodo o yo pase de estar hormonal calienta a hormonal con ganas de matarlo.

Supongo que tenemos que aprovechar estos meses como una pareja.

— Oye.— Baja la cabeza hacia mi vientre y recuesta su oreja de ella.—¿Qué pasa contigo? ¿Cuándo piensas hacerte notar?—Pregunta fingiendo estar enojado, luego alza la cabeza para mirarme— Quizás sea tímido como tú.— Se atrevió a teorizar.

Sonrió con el pecho caliente al verlo actuar tan tiernamente. Siempre le está hablando a mi vientre aunque aún no ha crecido lo suficiente.

—Puede que sea tímido.— Acaricio su cabello azabache.—Podrás acosarla cuando nazca, déjala tranquila.

Nico besa mi vientre sobre la ropa y se aleja al escuchar una vibración venir del bolsillo de su pantalón.

— Oh— Nico revisa su teléfono.—Tengo unas cuantos mensajes en mi buzón de Percy.— Murmura.

La sola mención del nombre de Percy me pone ansiosa y nerviosa.

— ¿Percy? ¿Crees que esté molesto?—Pregunto nerviosamente, mordiendo mis uñas.—¡Vamos revisa! ¡Rápido!

— Verificaré. Verificaré.—Dice mientras mantiene una mano sobre mi vientre y acaricia.—Un momento.

Nico presiona para escuchar uno de los 200 mensajes en el buzón y la voz de mi hermano estalla de inmediato. El hijo de Hades aleja el teléfono de su oreja, aturdido por el estridente grito.

—¡Nico di Angelo...! ¡Contesta el estúpido teléfono!—Grita, furioso.—Tu maldito perro idiota...— Gruñe como si tuviera rabia.—¿¡DONDE MIERDA ESTÁ MI HIJA!?— Grita.

Nico apaga el teléfono antes de seguir escuchando los gritos de Percy.

Nos quedamos callados un momento, Nico muerde su labio inferior.

— ¿Crees que está molesto conmigo?— Pregunto en voz baja.

— Parece muy tranquilo, solo un poco preocupado.—Parpadea.— Quiere saber dónde estamos, eso es todo.

— No le digas.—Pido.— No, hay que decirle ¿Verdad?— Le cuestionó, pero niego rápidamente.—No, no, no... Va a enojarse conmigo. Si no lo sabe no le afectará.— Aprieto mis manos sobre sus hombros, nerviosamente.—Soy una pésima hermana.— Balbuceó.

— Está bien, Kali. No eres una mala hermana.— El pelinegro me abraza y descansa su cabeza en mis senos—Solo necesitas algo de tiempo lejos de todos, y que nuestro «asunto» crezca sanamente.— Dice dulcemente.

— Hay que dejar de llamarlo «Asunto» y ponerle un nombre.—Le pido entre risas. Nico ha estado actuando lindo conmigo desde que llegamos.—¿Que quieres que sea?— Pregunto y él gruñe—Yo no tengo preferencias.

— Una niña.— Responde de inmediato, casi sin pensar.

—¿Una niña?— Le cuestionó, extrañada.—Creí que todos los hombres querían a un compañero para jugar pelota o algo así.

— Puedo jugar pelota con una niña.—Opina el pelinegro— Además, quiero una bebé que se parezca a ti.

Nico saca su billetera y busca su entre mis fotos una en especial. Saca la que quería y me la tiende. Es una foto mía y de mi mamá, cuando yo era una bebé de al menos 1 o 2 años.

Me veo linda. Tengo el cabello cobrizo atado en dos colitas apretadas y cara de que quiero ver arder el mundo.

Parezco un demonio, pero mi mamá se ve muy feliz y orgullosa.

—Solo mira lo adorable que te veías en ese tiempo.—Dice entrañado.

—¿Te robaste una foto mía de bebé? ¿Hace dos años? —Frunsco el ceño al recordar que debió haberla tomado durante mi fiesta de 15 años— ¿Tengo que preocuparme por esto?

— Solo quería tener una imagen de como se vería mi futuro.— Mi esposo guarda la foto en su billetera.

Me río y trato de autoconvencerme de que este bebé fue un accidente. Y que esto no es parte de un malévolo plan de mi ahora querido esposo para que accediera a casarme con él. Dioses.

— Eres aterrador.—Me siento en su regazo, relajada— Bien, si es niña le pondremos el nombre que tú elijas. ¿Alguna idea?— Pregunto, amorosa.

A Nico le brillan los ojos.

— Saera.—Exclama.— Suena como sirena, me recuerda a ti.

Sonrió apenas, encantada.

— Nico...— Lo abrazo por los hombros y beso su mejilla.—No me molestaría si quisieras llamar a la bebe Bianca.—Agrego— Lo sabes, ¿Verdad?— Pregunto.

— Bianca es un buen nombre, pero Saera será mi hija.—Dice con firmeza —Ya lo decidí.— Exclama Nico.

— Bien.— Saera suena lindo, me gusta. Entonces yo escogeré el nombre si es niño.— Nikolai.

— ¿Nikolai?

— ¿Suena mal? Me recuerda a tu nombre, solo que más elegante.—Digo tratando de no sonar demasiado feliz porque me da vergüenza aceptar que quiero esto.—Y sí tuviera un hijo—Me relamo los labios —Me gustaría que fuera elegante y caballeroso.

Nico resopla, y veo que trata de controlarse para no asaltarme.

— Me gusta.—Ataca mis labios y me hace rodar para quedar debajo de él.


— Kali— Corre para llegar a mi lado y me toma de las manos para que me apoyara en él.—Con cuidado.—Dice sumamente preocupado, y atentó.

Suelto una pequeña risa ahogada y niego con la cabeza, igualmente me apoyo en él. Son solo unos escalones, pero Nico está paranoico y me cuida como si fuera material frágil.

— No es nada.— Le resto importancia y me carcajeo de su actitud.

— No te burles.— Me pide.— Y deja de restarle importancia, debo cuidarte.

Nico se adelanta y me abre la puerta, espera hasta que entre para el hacerlo y luego cerrar la puerta. Me sostiene y me guía cuidadosamente hasta el sofá de nuestro pequeño departamento, y no me suelta hasta que estoy sentada y segura. Se sienta a mi lado y me ayuda a quitarme las sandalias.

— Ya basta de caminatas por la playa, ¿Sí?— Dice casi suplicante.

— Nico, la doctora dijo que debo mantenerme activa.— Le recuerdo.

— ¡Ella no sabe nada!— Chilla con preocupación.— Eres más tetas y barriga que persona.— Nico suspira de forma temblorosa— Eso no puede ser normal.— Dice exaltado.

Empiezo a reír al verlo tan fuera de sin mismo. Es demasiado chistoso la forma en la que enloquece con cada pequeña cosa. Cómo esa vez que casi mata a un mesero, y luego al chef, y a todos en el restaurante por poner fresas por error en mi encalada.

Aunque en esa ocasión estuve de acuerdo con él, por qué las fresas cierran mi garganta y me impiden respirar. Así que realmente pude morir, y Nico tenía un verdadero motivo para enloquecer. Pobre.

Desde entonces Nico solo quiere quedarse conmigo en casa.

Y hacer cosas de gatos; Dormir, frotarse contra mí y darme besos.

— Disfruta burlándote de mí.— Nico pone su mano en mi vientre y reparte suaves caricias a lo largo de mi panza de embarazada— Te lo permitiré por ahora, malcriada.— Me abraza.

Me acurrucó a su lado, pues disfruto mucho del contacto físico con él desde que estoy en estado. No sé por qué.

Antes me disgustaba pasar mucho tiempo abrazados. Me daba pena.

— Mira lo doméstico que estás.— Mi esposo me besa la frente y yo acaricio ligeramente su mentón con las puntas de mis dedos.— ¿Qué paso contigo...? Antes eras bien Rockstar.— Me burló.

— No te burles, señorita nunca voy a casarme o tener hijos.— Gruñe.

Me río y me acomodo contra él.

El bebé patea dentro de mi justo contra la palma de Nico y este suelta una pequeña risa, encantado por lo inquieto que se ponía nuestro bebé durante las noches. Sonrió apenas.

No es divertido que te pateen desde adentro. Es una sensación rara tener una criatura viva en tu interior.

A veces me siento muy feliz y otra perturbada por la realidad de que estoy creando una nueva vida.

Me pongo filosófica con más frecuencia desde que estoy embarazada. Qué extraño.

— Seré muy cuidadoso contigo.— Susurra contra mi oído.

Suelto una pequeña risa ahogada al sentir un escalofrío de placer recorrer mi columna vertebral. Dioses.

— No puedo creer que te siga pareciendo atractiva, mi vientre está del tamaño de una sandía.— Nico ignora mis palabras y presiona sus labios contra mi mejilla, reparte besos por mi rostro y luego mi cuello.— Y soy 10 kilos más pesada.— Agrego.

—¿Crees que no puedo con 10 kilos extra? Me ofendes.—Nico se levanta, me toma en brazos con facilidad y me lleva a la habitación.— Y me sigues pareciendo jodidamente caliente.

Alzó una ceja, lo ignoró, y recuesto mi cabeza de su hombro.

— Ahora me canso muy rápido, así que no creo poder seguirte el paso.— Le advierto, sonando resignada.


El parto duró 2 horas. Fue rápido por qué Kali había estado durmiendo y no se percató de las contracciones. Llore y ella lloró, después de la epidural las cosas se relajaron por qué el dolor se volvió más ameno. Mi esposa estuvo increíble y fue muy valiente durante todo el proceso, hasta que finalmente nació nuestro bebé. Lo escucho llorar, las enfermedades dijeron que estaba sano y otras cosas, pero yo me quede al lado de kali hasta que termino el parto y la placenta fue retirada.

Kali tiene los ojos inyectados en sangre y cristalizados.

Se ve cansada, tiene la piel perlada en sudor y está pálida por el esfuerzo.

La sostengo del rostro.

— Lo hiciste genial.— Le repito una y otra vez. Y me acerco para apoyar mi frente contra la suya— Eres increíble, lo hiciste muy bien sirenita.— Mi voz está entrecortada por la emoción.

— Llevemos al bebé con mamá.— Anuncia una de las enfermedades trayendo un bulto envuelto en una manta entre sus brazos. Mi bebé se sacude y llora escandalosamente. Se me acelera el corazón de la emoción al escucharlo llorar.— Aquí tienen. Un hermoso y fuerte niño.— Exclama.

La enfermera deja al bebé sobre el pecho de kali y el llanto se detiene de golpe. Él está allí, solo mirándonos sin ánimos de seguir llorando. Mi hijo no está rojo como Zoe cuando nació, su piel parece de porcelana. Además, él tiene cabello, mucho de hecho.

— Hola, Nikolai...— Susurra Kali y el bebe emite un sonido adorable de reconocimiento.— Eres perfecto.

Luego de que la doctora se aseguró de que nuestro hijo se prende del pecho y se alimenta correctamente sala de la habitación con su equipo para darnos privacidad con nuestro bebe. Dijeron «Hay que darle un poco de espacio a la nueva familia» y en ese momento me di cuenta de que ahora éramos una familia completa, juntos.

Mi familia. Kali es mi esposa y el bebé prendado a su pecho mi hijo.

—¿Cómo puede estar tan hambriento?— Pregunto en un susurro.

La enfermera volverá en media hora para llevar al bebé a la incubadora, y se supone que iba a traerlo cada dos horas para que Kali darle pecho hasta que se recuperará por completo

Pongo mi dedo índice entre su pequeña boca y el pecho de Kali para impedir que siga alimentándose.

Mi hijo me mira con furia, me río por lo enojado que parece. Acaba de nacer y parece que ya conoce el enojo.

— Déjalo.— Se queja Kali y se ríe conmigo al ver la cara del bebé.

Apartó mi dedo y él no pierde el tiempo para prenderse con más fuerza al pecho de Kali y lo abraza como si intentara asegurarse de aferrarse fuertemente a ella.

— Es igual a ti.— Digo con la voz llena de cariño.— Parece que lo tuviste por tu cuenta.— Me burló de ella.

— Él sabía lo que era mejor desde el vientre.— Asegura con firmeza.

— ¿Duele? —Pregunto, un poco preocupado. El último mes Kali no permitió que le tocará los pechos por qué estaba adolorida y sensible.

— Como el infierno.— Su expresión flaquea, pero se recompone — ¿Pero como decirle que no? — Susurra.

— Compraré leche de fórmula o usaremos el extractor, no tienes que autoflagelarte para ser buena madre.— Le ofrezco con calma, por qué sé que está sensible y no es momento para discusiones absurdas. Son las 4 de la madrugada. Debe estar cansada.

—Está bien.— Asegura con una sonrisa, pero sé que me miente. — ¿Quieres cargarlo? La enfermera vendrá pronto por él.— Agrega.

Mi lengua se enreda dentro de mi boca al tratar de responder. Enderezó la espalda y asiento con la cabeza.

Nikolai había soltado el pecho de Kali cuando quedó saciado. Así que ahora solo estaba dormitando contra el seno de la pelirroja cobrizo. Kali me pasa al bebé con cuidado, lo tomo con mucho cuidado, asegurándome de sostener firmemente bien su cabecita blanda.

Es pequeño. Frágil y ligero.

Nikolai parece relajado, con la barriga llena de leche, medio dormido en mis manos. Mueve sus piernas y brazos de forma descuidada. Y me mira con una mueca de que parece de confusión.

Tiene el cabello rojo abundante. Es un pelirrojo en toda regla. No como Kali, que es morena, sin pecas. Este bebé es caucásico, de todas las posibilidades, mi bebé heredó el gen recesivo.

Tiene los ojos azules nublados, y algo me dice que es un color transitorio. Su piel es blanca, con mejillas rosadas y regordetas, puedo imaginar que en un par de años estarán bañadas de pecas.

Lo meso en mis brazos con cuidado y él se duerme sin poner resistencia...

Apartó la mirada del rostro de mi bebé y le sonrió a la hermosa mujer de largo cabello en la camilla que me devuelve la sonrisa igual de orgullosa. Estoy de acuerdo con ella, es perfecto.

— Es perfecto.

La sonrisa de Kali y sus ojos azules verdosos llenos de lágrimas hacen que mi corazón se encoja en mi pecho.

— Te ves lindo con nuestro bebe en brazos...—Murmura la pelirroja, se ve tan feliz, pero está adormilada.

— Duerme, Amore. Esperaré a la enfermera.—Me acercó a la camilla y hablo en voz baja para no alterarla.

— No, no te acompañaré.— Kali me mira con los ojos pesados.— Nico, no quiero que Nikolai se quede solo con los demás bebes, ¿Y si le pasa algo? ¿Si se lo roban? ¿O las enfermeras por error lo confunden con otro bebé?— Kali se exalta y se pone ansiosa, pero ella no logra luchar contra el sueño y pesadez en sus parpadeó.— Nico...

—Tranquila, no lo dejaré solo.— Susurro y ella empieza a ceder.

—¿Seguro...?

— Sí.— Aseguro.— Lo cuidaré bien, tranquila mi dulce esposa.

Kali cierra los ojos y cae dormida.

Recorro la habitación con Nikolai en mis brazos, meciéndolo suavemente. Él se aferra a uno de mis dedos. Es tan fuerte que me hace sonreír. Mi bebé.

Me detengo en la ventana y miro la ciudad, quisiera que Nikolai lo viera, pero es muy pequeño, sus ojos aún no están desarrollados y no puede ver de la misma manera en la que yo lo hago. No puedo esperar a que puede ver y hablar, y caminar. Le enseñaré cosas increíbles, irá a la escuela como un niño normal y tendrá una familia.

A través de la ventana, afuera entre los árboles veo una mujer serpiente, se relame los enormes dientes y me mira fijamente. Inconscientemente, aprieto a Nikolai contra mí. Maldita Lamia, como demonios se atreve a venir hasta aquí. Busco mi espada ajustada mi cadera, pero no está.

La dejé en el departamento.

Retrocedo para despertar a Kali y dejar al bebé con ella, sin quitarle los ojos de encima al monstruo. Mataría a esa maldita serpiente come niños con mis propios manos. Entonces mis pies se detienen y veo como dos perros del infierno saltan sobre ella y cierran sus fauces sobre cuerpo. La destrozan en segundos, y luego de que desaparece los perros toman caminos separados para rodear el hospital. Sonrió.

— Gracias por mandar a los perros cuidar el hospital.— Digo al aire y de inmediato siento su presencia detrás de mí, oscura y familiar. Hades.

— Mi nieto apesta a semidiós—Me giró y lo miro acercarse con todo su esplendor oscuro.—Los monstruos no tardarían en venir.—Hades extiende sus manos para tomar el bebé, pero yo dudo en entregárselo. Supongo que es el instinto protector que ruge dentro de mí al pensar en que alguien pueda lastimar a mi pequeño hijo.

— Solo lo haces por qué quieres ser el primer dios en cargarlo.— Me quejó.—Está dormido, ten cuidado.

Le pasó al bebé con cuidado.

— Sé cómo cargar a un bebé.— Lo sostiene con cuidado y Nikolai no parece tener ganas de despertar.

Hades examina a mi hijo con la mirada, toma sus muñecas y juega con ellas dándoles una sacudida.

Luego mira a Kali en la camilla, entrecerrado sus ojos.

—¿Es el cabello cierto?— Pregunto, y Hades pone los ojos en blanco.

Cinco minutos después Poseidón y Hades se están peleando para ver quién toma al bebé en brazos.

Todo el jaleo termino despertando a Kali, así que estoy sentado a su lado, tomando su mano, viéndola dormitar tratando de mantenerse despierta.

— Suéltalo, es mi turno.— Se queja Poseidón con insistencia.

— Vete de aquí, aliento de pescado.— Gruñe Hades y le da la espalda.

— También es mi nieto.— Chilla Poseidón, y Nikolai se despierta.

— Yo llegué primero.— Contraataca Hades, lanzándole una mirada asesina al dios del mar.— Ya lo despertaste, inútil.— Sisea con un tono furioso.

Finalmente, Poseidón sostiene al bebé y parece muy feliz con él.

— Así que tú eres la culpable.—Dice Hades mirando mal a mi esposa.

— ¿Qué puedo decir? Mis genes son más fuertes.— Balbucea Kali con una sonrisa.—Lo dice la ciencia.

— Sí, la ciencia de que soy mejor.— Indica Poseidón y choca los puños con su hija que cae dormida al instante.

Hades estuvo a punto de decir un comentario mordaz, pero lo detuve.

— Es mi esposa, y acaba de dar a luz. Déjala.—Le suplico.

Pues ya perturbado su sueño y ahora se pelean mientras ella está agotada.

—Vine por el bebé.—Dice una voz dulce en italiano cuando la puerta se abre. La enfermera deja de sonreír al ver a ambos intrusos.—No es tiempo de visitas, no pueden estar aquí.

— Lo siento, son los abuelos. Ya sabe cómo es— Veo la compresión en los ojos de la mujer antes de que le retire al bebé de los brazos de Poseidón.—Estaban ansioso por ver al bebé.— Me disculpo.—Pero ya se están yendo.

(. . .)

Tres meses después.

Ambos jóvenes se miran desde arriba al bebé recostado en la cama, estaba más gordito y con mejillas rosadas.

Para ser tan pequeño tenía demasiado cabello y estaba muy activó.

— Qué fraude, cada vez se parece más a ti.—Se queja la del cabello cobrizo largo— No heredó mi nariz.

Nico la mira con una sonrisa triunfante y maliciosa.

—Él sabía lo que era mejor.

Los ojos de Kali se vuelven dagas.

— Te odio.

Nico se extiende por encima del bebe y besa la mejilla de su esposa. Luego ambos bajan la mirada para ver al fruto de su amor, y calentura.

— Es muy blanco.— Opina kali.— Y su cabello está disparejo y largo, parece una especie de duende de juguete.

— Kali.— Dice Nico severamente.

— Es la verdad—Se queja la más baja.— Tú y yo no somos blancos.

— Es por qué es pelirrojo.— Asegura.

—Yo soy pelirroja, y soy morena.— Le indica la hermosa mujer.

— Tú no puedes ser considerada una persona normal, amore.— Extiende su mano y acaricia la mejilla de Kali.

— Supongo que tienes razón.—Dice Kali —Tienes tus ojos y tu nariz.

El bebé hace pequeños sonidos de felicidad y reconocimiento. Sus ojos pasaron de ser azules acuosos a ser totalmente oscuros, ónix como los de su padre. Su nariz era más alta, que era totalmente diferente a la de Kali.

El pelinegro acerca su mano al bebe y este toma su dedo por reflejo.

Nikolai lo aprieta con toda su fuerza, lo que hace que su padre sonría.

—Tiene tus labios.—Nico aprieta los cachetes gorditos y sonrojados de su bebé y este por se queja en voz alta.—Es precioso.— Murmuro, encantado.

— Lo sé, y casi no me molesta que se parezca tanto a ti.— Opina—¿Puedes ir a comprar unas cosas?—Pregunta.

Nico se estira y la besa.

—Lo que quieras.

Una hora más tarde Nico volvió con una lista interminable de cosas que su esposa le pidió y él religiosamente se dedicó a buscar. Por qué la ama.

Entro en el departamento y dejo la bolsa sobre la mesa. Nico se dirige a la habitación de forma instintiva para echar un vistazo a su bebé. Lo vio dando patadas y agitando sus brazos sobre su cuna, «cantando» como dice Kali cuando el bebé jadea y jadea sin parar por horas por qué está feliz.

Nico se acerca para tomarlo en brazos y darle unos cuantos besos.

Entonces lo ve y grita.

—¡Kali! ¡Kali...!—Chilla— ¡Un loco se metió a la casa y rapo a nuestro hijo!— Grita Nico acelerado, tomando al bebé en brazos para acunarlo.

— Tranquilo.—Kali sale del baño.— Es solo para que le crezca parejo.

Nico ni siquiera puede hablar, está llorando, totalmente fuera de sí.

— ... Ugh.—Besa la frente de Nikolai y niega con la cabeza.—Mi bebé.

— Nico. Por favor deja de llorar.— Pide la pelirroja cobriza.

— ¡Parece una rodilla...! — Chilla y Nikolai chilla con él y se sacude.

El bebé adora imitar a Nico.

— Si tiene mis genes le crecerá rápido, no hay de que preocuparse.— Le explica señalando su largo cabello que llega por debajo de su espalda.

— ¡Oh por los dioses! ¿Tú le cortaste el cabello?— Le cuestiona exaltado.

— No, lo llevé a una barbería. Está bien.—Le explica —Deja de llorar.— Súplica y Nikolai solo se ríe.

—¿Por qué se ríe?— Le cuestiona Nico con voz temblorosa y triste.

— Creo que le hace gracia verte llorando.—Opina.— Lo siento.

— ¡Su cabeza respira...! — Nico está perdiendo la cordura.

Nico le cubre el vértice de la cabeza con la palma de su mano.

— Se cerrará cuando tenga 2 o 3 años.— Le recuerda su esposa.

— ¡Pero no tengo que verlo! ¿Cómo voy a dormir sabiendo que esa cosa en su cabeza está abierta?—Apoya su mentón de la frente de Nikolai y este jadea y se sacude, luciendo feliz—Mi pobre bebé, pelón.— Susurra, Nico.

— Por los dioses.

Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo, me pareció muy lindo escribir sobre esto. Y me encanta que por fin el primer bebé se parezca a la prota y no a Nico.

Memes del capítulo;

Bye bye.

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