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Una boda para los héroes del Olimpo. Pdt: Alguien dígale a Hera que deje de mandar vacas a mi casa.

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Annabeth llegó a casa temprano ese día. Estaba exhausta. Su trabajo en la firma más famosa de arquitectura de todo San Francisco, la planificación de su boda y una bebé de casi 6 meses. Se estaba volviendo loca y la diosa Hera no dejaba de mandar vacas y pavos reales a su casa para persuadirlos de apresurar sus planes de boda.

Lo peor era que su madre Atenea se había puesto del lado de la reina de los dioses. Y ahora también los estaba presionando con que se casarán.

Atenea bajo del Olimpo para golpear a Percy en el momento en que se enteró de que su querida hija favorita estaba embaraza fuera del matrimonio.

Por lo que saben, también le gritó al dios del mar Poseidón por tener un hijo tan enclenque y irresponsable.

Según Afrodita hubo una agarrada de greñas en el solsticio para decidir cuál de los dioses iba a unirlos en sagrado matrimonio. Ella también peleó.

Bueno, parece ser exactos, ella mandó a su amorcito a pelear.

La rubia entró en su casa, dejo su chaqueta en el perchero y quitó la nota pegada en él. La letra era muy fea, así que lo había escrito Percy.

«Voy a llevar a Zoe a sus clases de estimulación temprana. Nos vemos a la hora de cenar. Te amo, cariño»

Y un dibujo mal hecho de una foca aplaudiendo debajo. Sí, era de Percy.

La rubia sonrió apenas, avanzo, pero choco contra algo duro.

Bajo la mirada y se topó la mochila de Kali, soltó un gruñido. Tomo el bolso y trato de colgarlo, por desgracia estaba abierto y todo el contenido se cayó al suelo cuando un estruendo. Annabeth puso los ojos en blanco, se agachó y empezó a recoger las cosas de Kali.

Cerro el bolso y lo colgó, fue cuando se dio cuenta de que le había faltado una libreta. La recogió y sonrió al ver que se trataba del cuaderno de dibujo de la hermana menor de Percy.

Se dirige hacia la cocina para tomar un vaso de agua mientras revisaba el contenido de forma distraída.

Había dibujos de Syrrax, otros cuantos de Cheeto y sus gatitos.

Dibujaba el mar y los peces que le parecían interesantes.

Hizo unos dibujos muy lindos de Zoe los cuales fotografió. Y seguramente publicaría en el chat con sus amigos.

Entonces llegó a la parte donde parecía practicar anatomía.

Brazos y torsos masculinos. Muy bien dibujados, por cierto. Paso las páginas y las cosas empezaron a ponerse más específicas. Una mandíbula afilada y un rostro de belleza cruel, resaltaba lunar debajo de unos labios.

Era un dibujo de Nico, en realidad, cuando más lo pensaba más parecía que todos los dibujos anteriores se trataban de Nico. Paso las páginas.

A Annabeth se le resbalo él basó de la mano y se atragantó. Tosió.

Cerro el cuaderno, y quiso tener a Kali enfrente para gritarle.

Ella realmente esperaba. Rezaba por qué no le hubiera visto el paquete a Nico. Nunca iba a recuperarse de esto.

¿Cómo se le ocurre? ¡Maldita sea…! ¿Con estrellas y corazones alrededor? ¿Está en primaria o qué?

— ¡¿Y por qué lo dibujo tanto…!? ¡Malditos sean genes de Afrodita! — Gruño y tiro el cuaderno a la basura, un segundo después se arrepintió y lo recogió. Lo metió en el bolso de Kali y trato de enloquecer en ese momento.

Ella ya lo sospechaba, pero había cosas que tenía que confirmar.

Kali era lo suficientemente mayor y madura para iniciar una relación. Eso estaba claro para ella, el problema es que no le dijo y el segundo es…

¿Cuándo empezó esto?

Annabeth quería creer que esto era reciente, pero, Nico siempre estuvo orbitando alrededor de Kali.

Si ese pequeño bastardo, hijo del averno, sedujo a su niñita cuando tenía 12 y luego se la paso saliendo con un montón de semidioses en sus narices para utilizarlos de tapadera, Annabeth iba a matarlo. Dioses.

Subió a la habitación de Kali y tocó la puerta. Escucho la voz femenina de la hija de Neptuno decir «Puedes pasar» del otro lado, abrió la puerta y la vio sentada en la cama. Dio un suspiro.

— Hola, Annie.— La saludo.

— Kali, cariño.— Se echó el cabello hacia atrás, estresada.— Puedes bajar y hacerle un biberón a Zoe.

Kali frunció el ceño, confundida.

—Pero Percy llevo a Zoe esa extraña clase de estimulación temprana.— Murmuro, la menor.

— Baja.— Hablo lentamente, en un tono amenazante.— Y haz un biberón para Zoe, por favor.— Siseo.

Kali se puso de pie tan rápido que se tambaleó. Paso corriendo al lado de Annabeth, salió de la habitación y la rubia escuchó sus pasos apresurados, bajar las escaleras a toda prisa.

La hija de Atenea inflo su pecho de aire y dio un gran suspiro. Examinó la habitación y sus ojos grises se fijaron en el armario entreabierto.

— Nico — Lo llama.

No hubo respuesta, pero casi pudo jurar que sintió el ambiente tensarse.

— ¿Estás en el armario?— Pregunta la rubia, perdiendo la paciencia.

Unos segundos después recibió una respuesta de su parte.

— Sí.— Respondió con pesar.

— ¿Estás vestido?

Escucho un suspiro.

— Sí.

— ¿Puedes salir? Quiero conversar contigo.— la pidió la arquitecta.

Nico salió del armario de forma cautelosa, labios apretados y ojos culpables. Annabeth no sabía si reír histérica o indignarse al ver el rostro del hijo de Hades marcado por cientos de besos con labial rojo cereza.

La rubia suspiró y se sobó la cien.

— Déjame explicarte— Pidió Nico nerviosamente. Annabeth alzó una ceja y le pidió continuar.—Bueno, no hay mucho que explicar.— Acepto.

— Sí, eso pensé.—Dijo Annabeth entre dientes. Resopla furiosa y se endereza—Bueno.— Mira al pelinegro con ojos asesinos.—Solo dime cuándo empezó esto para decidir si debo matarte o no.

— Una semana antes de que terminara el verano.— Responde rápidamente.— Antes de que Zoe naciera.— Completa el chico.

— Jura que me estás diciendo la verdad.— Le ordena la rubia.

— Lo juro por la laguna Estigia.

Annabeth espero unos minutos a qué un poderoso rayo atravesará el techo y fulminará a Nico, pero no pasó, así que debía estar diciendo la verdad.

— Okey.— Annabeth asintió con la cabeza y trago saliva.— No es tan… Malo si lo pienso con la cabeza fría.

— La amo.— Exclama el pelinegro con convicción.— Quiero que sepas eso.

Annabeth podía escuchar a Cheeto maullando por el pasillo, buscando a Zoe por toda la casa. Esa gata amaba demasiado a su hija, duerme debajo de su cuna, la lame cuando llora, por los dioses, incluso deja que Zoe le jale la cola y las orejas en forma de juego.

— Nico, no actúes como un mocoso inocente.— Dice en un suspiro.— Y no te atrevas a embarazarla.

— Yo no pensaba hacerlo…

Annabeth estuvo a punto de irse, pero se detuvo y se giró hacia Nico.

— ¿Haces que Kali se escape por las noches?— Le cuestiona, incrédula. Si ellos estaban saliendo, entonces todas esas ausencias tenían sentido.

Nico intentó gesticular palabras, pero se puso demasiado nervioso.

Soltó un resoplido.

— N-no, no, ¿por qué? ¿Por qué dices eso…— Balbuceó entre risas.— No sé dé qué estás hablando Annabeth.

Nico la mira. Sudando.

Annabeth lo miro de vuelta.

La gata de pelaje largo y naranja de kali entra en la habitación, camina con la cola arriba y pasos elegantes, muerde el pantalón de Nico y sacude la cabeza mientras gruñía. El hijo de Hades ni se inmuta, paralizado.

— Mientes.— Siseo Annabeth.

La revista de arquitectura en la mano de la rubia fue enrollada y convertida en un arma mortal. Nico fue golpeado.

Mucho.

Nico bajo corriendo las escaleras mientras se ponía la camina, la rubia de ojos grises lo seguía de cerca. Kali estaba aturdida, pero ver a Annabeth Chase golpear a Nico con una revista mientras lo insulta la hizo reír hasta que su estómago empezó a dolor, y saber que Nico estaba tan paniqueado que olvidó que podía hacer viajes de sombra en lugar de huir a pie era aún más hilarante que no pudo parar de reír hasta quedarse sin aliento.

Annabeth lo persiguió hasta la puerta y Nico escapó por los pelos. La rubia cerró la puerta, agitada y sudada.

Soltó la revista y se llevó el cabello hacia atrás, tratando de peinarse.

Entonces se percató de la risa de Kali y le lanzó una mirada asesina.

La pelirroja cobrizo chillo como un animal moribundo y se escondió detrás de la isla de la cocina.

— Estás castigada.— Se acercó, rodeo la isla y la señaló con el dedo índice.—Por ocultar la verdad y por escaparte con ese engendro del demonio.— Los ojos de Annabeth parecían un estar en llamas. Kali abrazo sus rodillas.

— Te amo, Annabeth.— Lloriquea como si eso pudiera resolverlo todo. Junto sus manos, como si estuviera rezando— Por favor, no le digas nada a Percy.— Suplico la menor.

La rubia resopló.

Le estaba dando migraña.

— Tienes hasta la boda, si no le dices para entonces yo le diré.— Advierte.

La hija de Neptuno suspiro aliviada.

— ¡Gracias! ¡Gracias…!— Kali se levantó y la abrazo.

— No me agradezcas. Estás castigada. No teléfono. No televisión, no Nico.

Kali se separa de ella.

— Puedo sobrevivir.

Annabeth alza una ceja.

—Y te agendaré una cita con el ginecólogo.— Sentencia.

El rostro de Kali palidece.

— No, no, no…— Lloriquea.— ¡Annabeth no me hagas esto!

— ¡A tu habitación…! ¡Y no quiero nada de reproches!— Exclama.

— ¡Odio aquí!— Chilla Kali, corriendo escaleras arriba. A su habitación.

(...)

Kali Guardalupe Reyes Pov;

A Zoe le están saliendo los dientes, está de mal humor, le da fiebre y se lleva todo a la boca. Percy está en una entrevista de trabajo, con Annabeth habían llegado al acuerdo de que al cumplir los seis meses meterían a Zoe en una guardería para que Percy se consiguiera un trabajo en su campo.

Yo dije que podía cuidarla, por qué no me emocionaba la idea que extraños cuiden de mi sobrina. Pero Annabeth y Percy estuvieron de acuerdo en que no era mi trabajo cuidar a su hija, y a ninguno les parecía para nada justo ponerme esa carga. Así que cuando Zoe aprenda a comer sólidos, irá a la guardería con otros niños romanos.

Acunó a la pequeña bebé de cabello rubio caramelo y ojos verdes.

Zoe tiene el puño metido en la boca y con la otra se aferra a un mechón de mi cabello rojo cobrizo. Está molesta con el mundo por qué le pican las encías, así que llora mucho.

Debo admitir que estoy un poco decepcionada de que Zoe no tenga tanto cabello. Cuando nació me hacía ilusión hacerle moños y peinados.

Pero está calva.

Intenté que Annabeth le rapara la cabeza para que todo el cabello le creciera parejo y no le quedarán puntos calvos como ahora.

Pero la rubia se escandalizó. Yo no veo el problema, mi madre me rapo poco tiempo después de nacer.

Tampoco quisieron hacerle los piercings en las orejas. Cuando lo sugerí a Percy casi le da un ataque.

Eso me molestó, por qué ya le había comprado unos bonitos aretes de oro.

Cómo los míos, aun los tengo, aunque ya no los uso. Son un lindo recuerdo igualmente, pero Percy y Annabeth se escandalizaron con la idea. Por qué… ¿Cómo iban a hacerle una perforación a su hija sin su consentimiento?

¿Consentimiento? Tiene 6 meses, no le importa que haya en sus orejas.

Zoe solo piensa en senos y el sonido que hacen las llaves del auto.

— Hola, Amore.—Nico aparece a mi costado en una explosión de sombra. Se inclina y me besa la mejilla como saludo. Zoe chilla y trata de alejarlo de mí. Nico se ríe y se aleja.—¿Qué paso con Annabeth? Sentí una vibra muy extraña en la cena de ayer.— Toma asiento en la sala y yo lo sigo.

Había estado «Paseando» en brazos a Zoe por toda la casa para lograr que se durmiera. No estaba funcionando.

— Un poco. — Me siento a una distancia considerable de él, por qué Zoe se pone muy posesiva.—Estoy castigada por cierto.— Le indico.

Cómo no le escribí después del incidente del fin de semana. Debió suponer que estaba castigada.

— Qué triste.— Se burla haciendo una expresión de tristeza. Hago sonar mi garganta, ofendida. Nico extiende su mano para jugar con mi cabello, pero le dio un manotazo.—¿Estás bien?

— No, Annabeth me hizo ir al ginecólogo.—Me quejo de forma dramática. Tuve un escalofrío—Por lo menos era una chica.— Murmuro.

— ¿Mala experiencia?— Pregunta Nico ahora más serio.

— Me hicieron un montón de exámenes para nada.—Me echó hacia atrás y apoyo mi espalda del sofá por completo. Suspiro cansada— Para que al final solo terminaron poniéndome en control de natalidad.— Agrego.

— ¿Pastillas?

— No, elegí la inyección.—Zoe se aferra mis hombros mientras se frota los ojos.—Me da pereza tomar una pastilla todos los días.—Exclamo.

Nico gira ligeramente su cabeza.

— ¿Está todo bien?— Pregunta.

El pelinegro vuelve a acercarse, su tacto es un consuelo en sí. Acaricia mi mejilla apenas y lleva un mechón de mi cabello detrás de mi oreja

— Hay que decirle a Percy de lo nuestro antes de la boda.— Suelto.

— Así que tenemos hasta el solsticio de verano, me parece bien.—Nico no parece nervioso o afectado. Pero yo estoy tan ansiosa que me dan ganas de llorar cada vez que lo pienso.— Oye, Percy lo entenderá.— Asegura.

Su mirada llena de convicción y seguridad me tranquiliza.

— Supongo.— Susurro.

Zoe chilla en descontento y trata de alejar la mano de Nico de mi rostro.

— ¡Grrr…!— Nico se acerca y gruñe como un monstruo en una caricatura. Zoe se ríe y me abraza.

— Tranquila, todo estará bien.—Dice de forma distraída. Empieza a picar a Zoe con su dedo y esta se ríe.—¿Qué le pasa?— Pregunta al verla irritable.

— Déjala, está sensible. Le están saliendo los dientes.— Beso su frente, se ve tan adorable con la cara roja y los ojitos llenos de lágrimas.

— Lo que esta niña necesita es una siesta.— Asegura. Me quita de los brazos sin problemas y se levanta. Zoe no parece disgustada, ella no, pero mi gata Cheeto está rascando el pantalón de Nico mientras exige a maullidos que le devuelvan a su bebe.—Y un par de primos, pero no los tendrá si no me deja acercarme.— Se aleja y lo sigo.

— ¡Ay! ¡No digas eso!—Chillo y me sobo los brazos.—Se me erizo la piel.

Nico suelta una carcajada, mientras camina hacia el cuarto de Zoe.

La bebé tiene la cabeza apoyada en su hombro y los ojos cerrados. Se ve tan bonita que quiero acercarme y besar su carita. Cheeto nos sigue de cerca.

— ¿Desde cuándo te volviste tan maternal?— Me cuestiona.—Pensé que no te gustaban los niños.

— No me gustan los niños ajenos.—Abro la puerta del cuarto de la bebé. Nico entra y se dirige a la cuna en el centro de la habitación—Esta tiene mi sangre.— Exclamo, refiriéndome a la primera hija de Percy y Annabeth—Es totalmente diferente.— Me excuso.

Nico deja delicadamente el cuerpo de Zoe en la cuna. Está dormida. Cheeto entra de un salto, olfatea a la bebé y al confirmar que todo parece normal se echó a su lado, ronroneando.

Salimos de la habitación en silencio. Apenas ponemos un pie en el pasillo, mi mundo se pone de cabeza. Estoy en los brazos de Nico. Me sostiene como si fuera un saco de papas y sube las escaleras como si no pesara nada.

— ¡¿Qué haces…?! ¡Nico!— Chillo en un susurro y me aferró a su camisa.

— Te voy a dar los buenos días.—Dice con voz ronca mientras me da suaves palmadas en el trasero.— Y no hagas ruido, la bebé está durmiendo.

Hago sonar mi garganta, sonrojada. Eso suena tentador, demasiado, pero estoy hinchada y adolorida.

— Hoy no se puede, tengo el periodo.— Gruño y trato de no enloquecer por qué siento su hombro clavado en mi vientre y me duele.— Nico, esta no es la mejor posición.— Siseo adolorida.

— Perdón.— Me deja bajar con cuidado y me inspecciona.— Seré suave, no te preocupes.— Asegura.

Lo miro escandalizada.

— No, no.— Balbuceó.—Eso no pasará, qué asco.— Digo avergonzada.

—¿Por qué?

— Por qué hay sangre.

Nico parpadea.

—¿Y qué hay con eso?

Se me acelera el corazón y se me pone la cara roja por la vergüenza. Aprieto los labios. Quisiera explicarle por qué esto me hace sentir muy incómoda y rara, pero no encuentro las palabras. Si yo me siento así, los dos lo haremos.

Por qué somos pareja, y tiene que compartir mis penas.

— Eso no pasará.— Resoplo.— Pero podemos intentar otra cosa.— Abro la boca y hago una seña con mi mano de arriba abajo. Puedo ver el momento exacto en que las pupilas de Nico se dilatan y su expresión se tuerce.

— ¡No! ¡Tú no tienes que hacer algo como eso! — Chilla. Con la cara roja como un tomate, me cubre la boca con la palma de su mano y la frota como si quisiera limpiarla.—¡No digas algo así…! ¡Yo no podría hacerte algo como eso! ¡No podría! ¡No, no, no!

— Mojigato.— Balbuceó contra la toalla mojada que pasa por mi boca como si quisiera limpiarla.

Cualquier sugerencia de una mamada es tomada como un insulto para mí. Y Nico se pone superloco y nervioso.

Al final terminamos viendo una película y se fue 29 minutos antes de que Annabeth regresara del trabajo y Percy de su entrevista en el Zoológico. Quiere enseñarle a nadar a las focas y pingüinos bebes, estoy muy celosa.

En la noche ayudé a mover a las vacas gordas en nuestro patio a los establos dónde están los pegasos y unicornios del campamento Júpiter. Perfecto.

Hera sigue mandando vacas con mensajes motivacionales sobre lo genial que es el matrimonio.

Annabeth toma un paracetamol cada que una vaca mete la cabeza por la ventana de la cocina, por qué parece que Zoe les tiene miedo a las vacas y se pone a llorar por horas cuando ve a uno de esos animales por la ventana. Es realmente extenuante.

(. . .)

El tiempo se mueve de formas extrañas. Quizás por qué Cronos el titán del tiempo, está cortado en cachitos en el fondo del Tártaro.

Sin darme cuenta estoy creciendo.

Hice mi examen de conducir. Reprobé por qué atropelle a un peatón.

No era de verdad. Solo una maldita figura de cartón, pero el profesor hizo un escándalo. Y yo le grité, pero muy poquito. Y decidió reprobarme.

Sin justificación.

Le pedí a Nico que le diera cuello, pero parece que no puede hacer eso solo por qué no me cae bien. Yo solo escuché que no me ama lo suficiente.

Me gradué de la secundaria y cumplí años unas dos semanas después.

Annabeth casi se le da un infarto cuando vio mi habitación llena de bolsas con el logo de «Chanel» y «vivienne westwood» mis marcas favoritas de toda la vida.

Nico no escatimó en gastos. Y supongo que es normal siendo primogénito del dios de las riquezas y las joyas.

Nico me hizo modelar cada conjunto y cada joya. Lo hice encantada.

Me gusta cuando dice que soy la chica más linda de todas. Cuando dice que me ama, y que es afortunado de que lo haya elegido sobre todos.

Me hace sentir segura estar en sus brazos. Me gusta estar con él.

Amo cuando me sienta en sus piernas y me abraza durante horas.

Quisiera poder dormir con él todos los días, y despertar así todos los días.

A veces pienso que es imposible que él me quiera tanto como yo a él. Eso me asusta. Me aterra saber todo el poder que Nico tiene sobre mí. Por qué es lo primero en lo que pienso al despertar y lo último que pienso al dormir.

Quisiera poder leer sus pensamientos y saber si sentimos lo mismo.

Pero eso es imposible.

Lo único que puedo hacer es creer en su palabra. Aunque la lógica me diga que no debo hacerlo, lo haré.

Y si me decepciona.

Si alguna vez me engaña.

— Te juro que te cortaré los huevos.— Lo tomo de la mandíbula con fuerza obligándolo a mirarme.

Una media sonrisa se extiende en sus labios rosados y alza una ceja.

— ¿Uh? ¿Me estás coqueteando?—Pregunta Nico en tono juguetón y malicioso, frunciendo la nariz.

Nico deposita un amoroso beso en mi mejilla y me rodea con sus brazos.

Mi espalda se recuesta de su pecho y mi cabeza se apoya en su hombro, me encuentro sentada justo en el espacio que hay entre sus piernas. Estamos en el muelle de Santa Mónica, Nico uso la niebla para hacer pensar a los simples mortales que el muelle estaba siendo reparados. Así que estamos solos.

La luz cálida del atardecer nos abraza, puedo escuchar el mar y olor la sal en el ambiente. Es reconfortante.

— Hablaré con Percy durante la despedida de soltero.—Me explica con calma.— Cuando esté tan borracho que no pueda golpearme.

— ¿Qué?— Digo entre risas.

— ¿No es una buena táctica?— Pregunta en un tono burlón.

— En realidad lo es.—Me acomodo en su pecho.—Tengo la sensación de que es mi último verano.— Suspiro.

— No digas eso.—Me besa la unión de mi cuello y hombro.—Seguirás yendo al campamento cuando entres en la universidad. Mírame, yo lo hago.

— Creo que tomaré un año sabático para decidir que quiero hacer con mi vida.—Susurro con la voz apagada mientras jugaba de forma distraída con los anillos de Nico.—Y luego estudiaré, algo… — Completo.

— Puedes ser mi bailarina personal si aún te interesa ser stripper.— Ofrece. Y yo suelto una pequeña carcajada.

Lo miro por encima del hombro.

— Suena a qué quieres que sea tu puta personal.— Me carcajeo.

Literalmente puedo ver cómo un balde de agua fría cae sobre la cabeza de Nico. Se pone pálido y luego rojo.

— ¡Kali…!— Balbucea, avergonzado y con la voz temblorosa.

— Bromeó.—Me burló.— Pero no me molestaría bailar para ti.

Nico suelta un resoplido.

Puedo sentir su corazón golpear con fuerza su pecho e incluso sin verlo, puedo jurar que estaba sonrojado.

Rojo como un tomate.

— Hay que volver al campamento.— Exclamó con falso fastidio.

Me ayuda a ponerme de pie y sacude mi vestido para quitar la tierra.

— Dioses.—Dejo que el pelinegro acomode mi falda y la planche con sus manos enjoyadas.— No soportaré un minuto más de Quiron presumiéndole a todo el mundo que Zoe puede rodar sobre su estómago.— Me quejó.

Nico suelta una pequeña risa.

— Está emocionado.—Me Explica.—Quiere a Annabeth como una hija, Zoe es como… Su única nieta.

Suspiró. Supongo que tiene razón.

— Entiendo.— Miro su rostro de rasgos afilados.—Oye, Nico…

— ¿Qué pasa?— Pregunta mirándome fijamente con atención.

— ¿Quieres volar en pegaso conmigo?—Pregunto y los ojos de Nico se abren por completo.—Sé que eres un friki de closet y siempre te gustaron mucho, el único problema es que a ellos no les gustas tú.— Tanteo, algo cohibida.

— Pero…— Nico parpadea.—No tienes que hacerlo— Susurra.— No si te hace sentir incómoda, sé que sientes que le debes fidelidad a Syrrax.— Murmura.

Respiro hondo.

— Es momento de avanzar y crecer.—Asiento con la cabeza para mí misma y sonrió.— Syrrax estará siempre en mi corazón y mis recuerdos.

Los ojos de Nico se suavizan. Se acerca y besa mi frente, orgulloso.

— Me alegra escuchar eso.

Silbe una canción en forma de llamado, unos segundos después empecé a escuchar un aleteo.

Y en un parpadeo había un enorme pegaso en el muelle. Tenía el pelaje blanco inmaculado, con manchas de color marrón claro, y cascos peludos que la hacían ver adorable. Sus alas eran largas y sus plumas blancas.

«Estoy a su servicio mi señora» Su voz femenina resuena en mis oídos, pero Nico seguro solo escucho un relincho.

El pegaso hace una reverencia elegante ante mí. Y sonrió.

— Ella es Meleys.— La presentó y noto cierto brillo infantil en los ojos onix de Nico.—Tiene 29 años, y es uno de los pegasos más experimentados de todo el campamento mestizo.

Me gusta la expresión de admiración y emoción en su rostro.

— Es muy hermosa.—Murmura, parece que quiere acercarse, pero duda si debe hacerlo— ¿Me tiene miedo?— Pregunta Nico, sobando su muñeca de forma distraída.

Estiró mi mano para llamarlo y Nico se acerca cauteloso a nosotras.

Tomo su muñeca y la guío hacia el suave pelaje del pegaso. Este no se exalta o agita, se mantiene calmada y deja que el semidiós la acaricie.

— No, hablé mucho con ella sobre ti anoche.—Le explico—En realidad he estado hablando mucho con Meleys desde hace años. — La miro con una sonrisa.—Es una buena compañía.

Acaricio su lomo y dudo un momento si subirme. Estoy temblando.

— Está bien si no quieres hacerlo.— Dice el hijo de Hades, comprensivo.

— No. Está bien.— Respiro hondo y subo en el lomo de Meleys. Todo mi cuerpo se tensa. Cuando estoy sobre ella me toma un momento volver a respirar. Miro a Nico—Sube.

Nico sube detrás de mí y se sostiene sé mis caderas. Algo ansioso.

— Diablos.—Nico mira a su alrededor.—Solo me he subido a una vez en toda mi vida, esto es.— Murmura cohibido.—No recordaba lo inseguro que era.—Suelta un resoplido ansioso.—¿No hay cinturones en esta cosa?— Pregunta.

«Los machos cobardes no darán crías fuertes. Lamento informarle»

Resoplo y pongo los ojos en blanco.

— Deja de lloriquear — Exclamo.— O le pediré a Meleys que te tire de su lomo.—Resoplo avergonzada. Ahora Meleys irá con el chisme a los otros pegasos que mi compañero es un cobarde.—¡Arriba…! ¡Vamos!

Meleys estira sus alas y emprende vuelo. Sube y sube, como si pudiera correr por el cielo. El aire frío de la tarde choca contra mi rostro y agita mi cabello cobrizo. Había olvidado lo bien que se sentía estar en el cielo.

La hermosa vista.

Un sentimiento extraño crece en mi pecho y mis ojos se cristalizan.

No puedo evitar pensar en la primera vez que subí en el lomo de Syrrax y ella me tiró al suelo por error.

Suelto una pequeña risa ahogada y me limpio las lágrimas.

La mano extendida de Nico entra en mi campo de visión. Miro por encima de mi hombro y noto como Nico roza con la punta de sus dedos las nubes de forma delicada. Casi hipnotizado.

Tiene los ojos brillosos y una sonrisa en sus labios, creo lo está disfrutando más que yo. Me alegra verlo así.

Sobrevolamos el campamento mestizo y mis amigos parecen no dar crédito a lo que ven sus ojos.

No he subido en un pegaso desde que murió Syrrax. Y no pueden ocultar su orgullo y emoción cuando me ven el cielo junto a un nueva compañera de vuelo. Percy llama a blackjack y en un segundo está volando a nuestro lado.

— ¿¡Estás volando!?— Exclama con emoción, sin poder creerlo.

— ¡Ya era hora de cambiar!— Grito y sujeto las riendas con fuerza.

Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo. Es corto, pero bonito. También es el primer capítulo que no tiene 18+ desde que Kali y Nico se hicieron novios jajajajs.

Meme del capítulo;

Meleys es una belleza;

Por cierto, publique una pequeña historia alternativa de Magnus Chase X Kali que no afecta en nada a esta. Les recomiendo que la lean, aún le faltan unos capítulos.

Los dibujos más normales que tiene Kali de Nico:

Bye bye.

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