26.
Necesito un ansiolítico.
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—¿Dónde coño está la líder del equipo rojo? ¿Dónde está kali?— Le cuestionó de golpe el líder de la cabaña de Ares a las niñas de Afrodita.— ¿Y el plan?
Piper echo la mirada hacia atrás, dónde hasta hace unos minutos se encontraba la pelirroja cobriza.
— Ella estaba…— Balbuceó.—Aquí.
Del otro lado del río, el equipo azul esperaba una señal para atacar.
— Hay que esperar la señal de Nico.—Susurro Jason, agarrando con fuerza su lanza. Listo.—Ya llegará.
— Jason, ya pasaron 10 minutos.—Se quejó con fuerza uno de los miembros de su equipo.— ¡No podemos seguir esperando…! ¡Hay que atacar!
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Kali Guardalupe Reyes Pov
El pelinegro avanza hacia mí sin piedad, con sus ojos ónix fijos en los míos, obligándome a retroceder hasta quedar acorralada contra el puño de Zeus. La emoción y calor crece en mi vientre bajo. En el proceso, retirando el Yelmo que cubría mi cabeza, lo tira al suelo y se quitó el suyo propio. Me toma de las caderas y se pega a mí.
Annabeth estaría muy decepcionada de mí por distraerme en pleno juego de guerra de esta manera.
— Les devolveré a su líder al equipo rojo en unos minutos…— Susurra burlón y una chispa de malicia en su voz ronca, tomando mi cara entre sus manos e inclinando mi cabeza hacia arriba para poder besarme.
Es suave al principio, luego se vuelve mucho más urgente cuando su lengua se mueve contra la mía.
Siento sus manos recorren mi cuerpo suavemente hasta llegar a mis muslos, alzándome en un movimiento rápido. Mis piernas bronceadas se envuelven automáticamente alrededor de su cintura, mi cuerpo familiarizado con el suyo después de unos días. Se oyen gritos de guerra a lo lejos, pero cada beso húmedo que Nico me da en el cuello roba mi atención.
—¿Cómo estuvo tu día? —murmura debajo de mi oído.
Siempre hace esto. Me besa hasta la locura, coloca su cuerpo duro entre mis piernas, aplica suficiente presión para que me retuerza, revuelve los pensamientos en mi cabeza y luego me pregunta algo mundano como cómo estuvo mi día o que comí.
En el momento en que trato de formular una respuesta, sus dedos rasposos se hunden en mis muslos y traza la curva de mi mandíbula con su nariz. Cada centímetro de mi piel se siente como si estuviera zumbando, y él ni siquiera ha hecho nada todavía.
—Fue, uh, um, bien, yo, mmm, Estuve leyendo…
Su cuerpo se balancea mientras se ríe.
—¿Leyendo mmm? Suena interesante. ¿Por qué no me cuentas más?
Lo odio. Realmente, realmente lo odio.
Sus labios chocan contra los míos y su mano se mueve para agarrar el frente de mi garganta. Es rudo y apasionado, abrumador y acalorado… Y una gran cantidad de otras palabras que ahora mismo mi cerebro ni siquiera puede procesar correctamente. Aprieta mi garganta mientras su lengua explora mi boca, gimiendo cuando mis dientes se hunden en su labio inferior.
No es suficiente; lo quiero más cerca, lo necesito más cerca.
— Deja de usar faldas durante la captura a la bandera.—Un gemido torturado se escapa de mi garganta cuando empuja su pelvis contra mí y noto lo duro que está. —¿Qué pasa si te caes y raspas tus rodillas? ¿O algún mirón te ve las bragas? — Cuestiona con preocupación mientras arrastra su boca a lo largo de mi mandíbula.— Es muy poco práctico.—Mordisquea el lugar debajo de mi oreja, haciendo que todo mi cuerpo se estremezca.
— ¿Y eso qué importa? — Preguntó.—¿No me digas que te pone celoso?
Se aparta de mi cuello y me mira con ojos centellan en púrpura, me deja sin aliento antes de volver a besarme. Sus labios se mueven sobre los míos, y yo le correspondo con la misma energía. Sus dientes se hunden en mi labio inferior, atrapándome con la guardia baja, su lengua barriendo la misma área afectada sonriente.
Resoplo enfadada cuando intento morderlo, pero él se aparta y ríe.
— No.—Afirma. Y no le creo. Baja su mirada y palmea mis caderas—Solo me da curiosidad saber si son de hello Kitty o corazones.— Dice burlón.
Quiere avergonzarme. Jugar conmigo, pero no sé lo permito.
— Ninguna de las dos— Le aseguro con seriedad.— Para la captura a la bandera uso las de Batman.
Nico me mira con sorpresa, rígido. Sus mejillas ya coloradas se tornan aún más rojas y traga saliva.
Me dejé en el suelo con una expresión aturdida en su rostro precioso.
Estos días he descubierto que a Nico le gusta burlarse mi y jugar, siempre trata de provocarme, pero cuando se lo devuelvo no sabe cómo reaccionar.
— Estás bromeando.— Afirma, pero yo niego con la cabeza.—¿En serio?
Me pegó a él y beso su mejilla. Por alguna razón que desconozco, Nico adora los besos en la mejilla.
Es como su xanax.
— ¿Quieres ver?
Y entonces me da esa mirada de pánico y vergüenza, lo piensa unos segundos y suelta un gruñido.
— Maldición.— Hace que me gire y presione mi pecho contra la roca. Lo siento dudar un segundo, se decide y alza mi falda.— Eres incorregible…— Una carcajada burlona se escapa de sus labios, baja mi falda, presiona su cara contra el espacio entre mi cuello y hombro, aspirando mi aroma.
No hemos hecho mucho aparte de besarnos, aunque ganas no faltan.
Debo suponer que Nico tiene miedo, no sé dé qué, pero lo tiene…
Me sorprende en este punto que nadie nos haya atrapado besándonos.
Lo hacemos en cada oportunidad que tenemos, detrás del comedor durante la hora de la cena, en mi cabaña, en su cabaña, en el bosque durante juegos de guerra, detrás de un árbol, debajo del muelle, etc. Cualquier lugar con un mínimo de privacidad es bueno.
Lo mantenemos en secreto, por los dioses, ni siquiera se lo he dicho a la cabaña de Afrodita.
¿Por qué? Creo que lo prefiero de este modo … Se siente como algo que solo nos incumbe a nosotros.
Me parece que olvide mencionar el almacén de armas, no recuerdo con claridad cuántas veces nos excusamos con que nuestras armaduras o armas tenían «Defectos» para poder estar a solas y besarnos como poseídos en ese viejo almacén lleno de equipo.
Es como si nos hubiéramos vuelto adictos a besarnos hasta perder el aliento y tener los labios hinchados.
No me quejo.
— Y por delante tiene un lazo.—Me burlo, pero mis palabras pierden su impacto cuando me chupa el cuello, y literalmente gimo.— E-encaje…
Toma mi cintura y se pega por completo a mi cuerpo.
Giro mi rostro hacia él para mirarlo por encima de mi hombro a los ojos.
Nico me devuelven la mirada con ojos de cachorro.
— ¿Te había dicho que tu trasero tiene forma de corazón?— Afloja su agarre, arrastrando su boca por mi mandíbula, besando y chupando mi cuello, con la voz áspera mientras yo empujé mis caderas contra él.—No me mires con esos ojos.— Súplica con voz ronca, segado por la lujuria.
— ¿Qué ojos?— Pregunto y revoloteo mis pestañas apropósito.
Nico parpadeó lentamente.
— No me digas que quieres follar— Chasquea su lengua con incredulidad y al no obtener respuesta más que mi mirada silenciosa se sonroja hasta las orejas.—¿Aquí? ¿En el puño de Zeus?
¡Vamos…! ¡Yo no puedo hacerlo todo! ¡Muérdeme! ¡Ahórcame! ¡Solo has algo maldita sea…!
— Por los dioses, si quieres.
Los gritos de guerra y el sonido de la caracola a la distancia hace estallar nuestra pequeña burbuja. Bien, será después. Nico suspiró y se aleja.
— Hay que irnos antes de que se den cuenta.— Me indica aunque eso ya lo sé. Resoplo de pronto de mal humor.
Tomo una dirección diferente a la suya, pensado en una excusa para decirle al equipo rojo sobre mi audaz desaparición.— Kali.— Nico me llama con severidad y me giró para verlo.
— ¿Qué?— Exclamó.
—Hablaremos de esto después.
Suena casi como una advertencia.
— Suerte con tu ducha fría.— Señaló con mi mentón sus pantalones.— No te vayas a enfermar— Me burló.
Me voy y me encuentro con el equipo rojo a mitad de camino. Todos están molestos conmigo, y yo me ví en la obligación de inventar una historia sobre como me desoriente en el gran bosque mágico. Annabeth me dio una reprimenda durante un par de horas, básicamente dándome consejos sobre como guiar a mi equipo.
(...)
La pelirroja cobrizo paso una hora viéndose al espejo, acomodaba su cabello de un lado, luego del otro.
Se hizo una cola de caballo, una trenza, pero luego se decantó por llevar el pelo suelto. Se quedó viendo su reflejo en el espejo, no totalmente conforme con el resultado y decidió usar un poco de maquillaje.
A Kali siempre le había gustado verse bonita, desde la ropa hasta el peinado, siempre se había preocupado por su imagen física. Pero ahora lucir linda se volvió una necesidad, realmente necesitaba verse hermosa hoy.
Aplicó brillos en sus párpados, nariz y pómulos, mejillas con suave rubor y pestañas alargadas por el rímel has, sus labios de color cereza.
Se volvió a mirar al espejo; ¿Sé vía mal? ¿Parecía un payaso? ¿Había aplicado bien el rubor? Quizás debía llamar a Afrodita para preguntar¿Su cabello estaba lo suficientemente peinado? A nadie le gusta alguien que lo cuida su apariencia… ¿Verdad?
Observó atenta cada pequeño detalle en su maquillaje, buscando cualquier error visible y eliminarlo.
Cuando se sintió satisfecha con su reflejo en el espejo, tanto su rostro como su vestido. Se sentó a esperar.
Había empezado a arreglarse dos horas antes de su encuentro con Nico en el puño de Zeus. Estaba demasiado ansiosa como para esperar, así que luego de arreglarse se sentó en su cama mirando el reloj rezando por qué el tiempo fuera más rápido.
Dejo una nota sobre la almohada de su cama para verse antes de ese gran evento por el verano en honor a Kore y Deméter organizado por la cabaña de afrodita y la cabaña de Deméter.
Los segundos se volvieron minutos y los minutos en horas.
Su pierna derecha temblaba, daba pequeños pistones ansiosos contra el suelo, como un conejo enojado. Y ella no estaba mucho mejor, lo pensó, y lo volvió a pensar. Había pensado tanto en lo que podría pasar, en todas las posibilidades de ver a Nico la ponían nerviosa, tenía que decirle que no era tan importante como para qué se comportará tan misterioso.
Lo que era extraño por qué siempre lo tenía cerca a Nico, era Nico.
Su mejor amigo.
Su compañero de travesuras.
El dúo dinámico.
Siempre eran Kali y Nico.
Pero esta vez se sentía diferente, no estaba tranquila o serena, cuando siempre se sintió segura con él.
Era incapaz de clamar a su acelerado corazón y tanto su rostro como pecho estaban calientes.
¡No podía ser posible! ¡Ella no podía estar enamorada de Nico! ¡Lo conoce desde que tiene doce! ¡Literalmente crecieron juntos! ¡Ella solo estaba…! ¡Confundida y hormonal!
Claro, de pronto, sentía la necesidad de estar más cerca de él, tocarlo y besarlo.
Nunca había sido una persona…
«Horny» u Hormonal, no como Sarah, que estaba las 24/horas buscando un nuevo ligue para besuquearse. Y eso no estaba mal, Sarah era mucho más que todos sus líos amorosos y ligues de una noche, la propia hija de Afrodita la consideraba una mojigata para ser alguien tan «atractiva» en sus propias palabras y no hacer nada típico de la juventud como conseguir pareja, novio o amante.
De todos modos, estos últimos días Kali empezó a considerar que si esto que sentía por Nico era el llamado deseo sexual o atracción, entonces comprendía por qué las personas se la pasaban buscando parejas.
Kali cerro los ojos, apretó los labios y cerro sus puños alrededor de la tela de su falda a la altura de las rodillas.
Se regañó a sí misma por pensar de esa forma de Nico ¡Su Nico!
Bueno, si lo pensaba con la cabeza fría sería raro que no le gustará…
Es decir, él la trata bien.
Se llevan bien y pueden pasar horas y horas hablando.
la protege, la cuida y se nota que se preocupa por mí. Tenemos gustos y pasatiempos en común, hemos pasado por muchas cosas juntos.
Uno siempre intenta sacar al otro de su zona de confort y eso nos mantiene entretenidos siempre.
Además, Nico es guapo, alto, mayor y tiene una motocicleta.
— Podría ser mi abuelo.— Intenté argumentar, convencerme a mí misma de que no sentía nada.—¿Por qué me prende tanto?— Kali empezó a reír, luego la risa paso a carcajadas y al final un sollozo casi delirante.
Se tiró sobre la cama y miro al techo.
No iba a ir.
Iban a arruinar su amistad si seguían con esto. Debían parar ahora.
Sí, eso era lo más maduro.
Alguien tenía que poner límites en la relación (Alguien tenía que dar un paso adelante y ser el adulto) para que se mantuviera a flote.
El sonido de su alarma indicando la hora de su «cita» sonó a lo lejos y al instante se puso de pie. No sin antes claro, verse una vez más al espejo de su armario, arreglarse un poco y salir por la ventana hacia el bosque.
Kali caminaba tambaleándose por el bosque, jugaba con sus manos y le costaba respirar. Su rostro estaba tan rojo como su cabello y no podía quitar la sonrisa plasmada en sus labios.
Llegó al puño de Zeus, desde el cual se veía el resto del campamento.
Se decepcionó un poco, bueno, sintió que alguien tomo su pequeño corazón y lo estrujó al ver que no había nadie allí. Intento no desanimarse del todo.
Kali tomo asiento en la roca y se dispuso a esperar.
Después de todo, Nico podía hacer un viaje de sombras y llegar al punto de encuentro. Podía retrasarse un poco.
Pasaron diez minutos en los que no se escuchaba nada más que no fueran los sonidos de la naturaleza.
Kali empezó a preocuparse.
Sintió un nudo subir a su garganta y su estómago sumirse. Se tensó tanto que todo su cuerpo se enfrió.
No, Nico no la dejaría plantada.
Nico sabía exactamente cómo era, había dejado de hablar con personas por mucho menos que eso.
Si la decepcionan una vez, no hay una segunda oportunidad.
Seguramente se habían envuelto en algo sin querer y no tardaría en venir.
10 minutos después.
¡Maldito hijo de...! ¡¿Cómo se atreve a tardarse tanto!? ¿¡Qué se cree?!
Kali frunció el ceño y resoplo enojada.
Será mejor que el jodido Nico di Angelo estuviera curando el cáncer para tardarse tanto.
No lo esperaría más. Ese perro maldito podía sentarse en esa roca fría todo el día si fuera por ella.
Iba a largarse a la fiesta en honor a Deméter y Kore. Y no habría forma de que lo perdonará después.
Aun así, Kali espero.
15 minutos después.
Solo se quedaría… 3 minutos más, si no llegaba para ese tiempo se iría.
Quizás debía ir a buscarlo. No. Eso la haría ver desesperada.
Kali miro pequeñas flores salvajes crecer de una de las muchas grietas en la gran roca con forma de popo.
Bien, Kali tomo las flores.
Cuando terminara de quitar los pétalos de las flores se iría.
Entonces no estaría siendo una desesperada, ni sé mostraría tan interesada como lo estaba.
20 minutos después.
¿Había dicho algo malo? ¿Acaso lo asustó por sus reacciones?
Quizás se había arrepentido de todo esto, seguro se dio cuenta de que no era tan bonita, ni tan inteligente o fuerte como aparentaba.
Kali abrazo sus rodillas y hundió su cabeza entre sus piernas. Sintió las lágrimas saladas empezar a caer por sus mejillas y su pecho dar saltos.
Escuchar sus sollozos la hizo sentir patética, seguro ese lindo maquillaje que tanto se había tardado en hacer se había arruinado. Debía verse fatal, allí, viéndose pequeña y triste.
Seguramente se veía como una niñata que no sabe controlarse.
Por eso mismo había llegado a este punto. Siempre comete los mismos errores. No supo cómo controlar sus emociones y termino de esta forma, sentada en la roca de Zeus mientras lloraba por un chico; Se sintió tan decepcionada de sí misma, por ser tan débil y estúpida. Por dejar que esto le pasará, por qué se dejó llevar.
Limpio sus lágrimas con sus antebrazos y miro el campamento mestizo desde lo alto.
30 minutos después.
— No va a venir, ¿cierto…?—Dijo para sí misma. Respiró hondo y miro como el sol se escondía en el horizonte.
Kali cerro los ojos antes de sonreír.
— No, no vendrá.
La pelirroja cobriza se puso de pie y volvió a su cabaña para lavarse la cara e irse a la fiesta para celebrar el verano en honor a Deméter y kore.
Nico ni siquiera estaba en la fiesta.
Habían decorado todo el campamento mestizo de blanco, rosa y verde afuera de las cabañas, alrededor de la fogata donde se desarrollaba todo el evento. Había mesas llenas de comidas hechas con vegetales y frutas, se nota que se decantaron por un menú vegetariano y zumos naturales. Había un montón de hijos de Apolo cantado, campistas haciendo ofrendas a las diosas de la tierra y parejas bailando alrededor del fuego de la fogata mientras vestían ropas típicas de la antigua Grecia.
Mientras todos reían, cantaban y bailaban. Kali estaba anclada a las mesas de comida, tragando papas fritas y apetitivos saludables.
— ¿Qué pasa, sirenita?— Pregunto Leo llegando a su lado. Cogió unos tacos vegetarianos en una bandeja y empezó a tomar salsas al azar.
— Amm…— Kali tosió y trago el contenido de sus mejillas.— ¿Has visto a Nico?— Pregunto y no se tardó en agregar.— Quedamos en robar el helado del pabellón cuando todos estuvieran distraídos.— Mintió.
Leo siempre la molestaba diciendo que Nico y ella eran novios o algo por el estilo, cuando preguntaban por él, el moreno no dudaba en burlarse de ella de forma jocosa. Cosa que ya de por sí le molestaba a Kali.
—Uh, creo que lo vi por la cabaña de Apolo.—Respondió leo con sorpresiva simpleza, antes de meter una galleta de avena en su boca y golpearla un par de veces con el codo de forma juguetona— Ya sabes cómo es, debe estar reconciliándose con Will ¿Si me entiendes?— Bromeó, agitando sus cejas pobladas de arriba abajo de forma sugestiva y divertida.
Kali se paralizó en su lugar, palideció por completo, aún perpleja.
Aunque intento disimular su gesto fue casi imposible, fue como si un balde de agua fría callera sobre su cabeza y se le congelará el pecho.
Se sintió como si alguien tomara una daga afilada de bronce celestial y apuñalara su ilusionado corazón de adolescente hasta romperlo.
Quería gritar.
Llorar y dejarlo salir.
Decirse a sí misma «te lo dije»
Aun así intento que no se notara las inmensas ganas de llorar que tenía. Se volvió a hacia las mesas de comidas y tomo una de las muchas galletas de mantequilla, intento forma inútil llevársela la boca y comerla, pero la comida no pasó por su garganta y su mandíbula se negó a masticarla.
— Oh.— Soltó Kali, apenas.—Si eso debe estar haciendo.
Concluyó la chica, casi resignada, sin poder esconder a los ojos de su amigo que estaba temblando.
Leo barrio a Kali con la mirada y alzó una de sus cejas.
— ¿Extrañas a tu pareja de baile?
La pelirroja cobriza apretó los labios y negó con la cabeza, haciendo un inútil esfuerzo por sonreír.
— Jaja … Para nada.— Balbuceó.
Leo la miro curioso, nunca la había visto así. Por lo que decidió jugar un poco con ella para ver su reacción.
— Sabes, siempre pensé que esos dos terminarían juntos. Tienen un vínculo especial desde lo del Tártaro, —Le dijo el moreno, resaltando el muy fuerte «vínculo» que tenían esos dos.
—Claro, lo había olvidado.— Kali miro a Annabeth y Percy bailando de forma torpe y adorable a la luz de la fogata, luciendo profundamente enamorados.— Las mejores historias de amor salen de allí.— Murmuro.
— Bah, no jodas, ¿No me digas que estás celosa, sirenita?— Le cuestionó Leo de pronto, incrédulo. Dejando atrás su plan de ser discreto por lo sorprendido que estaba.—¿En serio?
Leo esperaba que Kali le gritara.
Le soltará un comentario afilado y sarcástico sobre su altura.
Que pusiera los ojos en blanco y lo ignorara como siempre.
Pero no lo hizo, lo miro con ojos oscurecidos y tomo un baso para servirse del zumo de naranja.
— Ya deja de jugar.— Le soltó amargamente.—No estoy de humor.
Leo Valdez se sorprendió tanto de tener razón que no pudo evitar emocionarse.
— Claro que estás celosa, solo mira tu cara.—Leo alzó la voz y la sonrisa en su rostro creció.— ¡No puede ser! ¡La salvaje bebe de Percy se enamoró! ¡Se te nota en los ojos, los tienes llenos de brillo! — El moreno jalo un pequeño mechón del cabello pelirrojo cobrizo de Kali.—¡Incluso tu cabello se rizó!
— No es así, te dije que dejes de bromear.—Hablo Kali entre dientes, lanzándose una mirada mortal al moreno mientras apretaba los puños hasta que sus nudillos se pusieron pálidos.—Mejor cállate.
— ¡Ay, que adorable bebé…!— Leo sacudió su cabello con cariño, sin notar que los ponches empezaba a burbujear.— ¡Tiene un Crush con el malvado di Angelo!— Casi lo grito y Kali se sintió avergonzada y aún más molesta consigo misma.
— ¡Dije que te calles! — Grito de pura frustración y tristeza, Kali sintió un tirón en sus entrañas y al instante los tazones con jugos, zumos y bebidas de la mesa explotarán como un géiser.
La música sé dé tubo al instante y todos los campistas se volvieron para mirarlos. Leo estaba empapado de todo tipo de bebidas dulces.
— Kali, solo estaba bromeando…— Murmuro Leo, dando un paso hacia atrás por seguridad propia.
Annabeth se acercó rápidamente a la pelirroja cobriza al verla tan alterada y se inventó que tenía un antojo de un helado de sabor extraño para que se fuera a dar un largo paseó. Solo para que se distrajera, y no hiciera que el campamento fuera arrasado por un tsunami en un arranque de ira.
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Kali Guardalupe Reyes Pov.
Una de las razones por las que odio salir a la ciudad, además del mal olor, las ratas, los sonidos de estridentes y los adictos; Son los monstruos.
En cuanto pongo un pie fuera de la barrera del campamento mestizo o salgo del territorio del campamento Júpiter siento la presencia de todos mis acosadores favoritos. Percibo su escencia en el aire. Apestan joder.
La mayoría de ellos no tiene la valentía para acercarse, pero hay algunos que deciden probar suerte.
Y me joden el humor por el resto del día. Igualmente decidí ir a la tienda de conveniencia más cercana, todo por mi querida Annabeth, para comprar un helado de menta con chocolate.
No sabía que a alguien pudiera gustarle ese sabor, pero no juzgo.
Miento, juzgo demasiado. Esa es básicamente mi personalidad.
Abro el enorme refrigerador y escaneo los sabores de helado.
Meto a la cesta el sabor que quiere Annabeth, y me tomo mi tiempo para escoger uno para mí y otro para Percy. También tenía la idea de comprar más chucherías, pero me costaba un poco decidir, y no llevaría un helado que no me fuera a comer por completo.
¿No tendrán dulce de leche? Estoy segura que a Julieta le gustaría.
Helado sabor vainilla y galletas oreo. Lo tome y sonreí al pensar que podía compartirlo con Nico. La sonrisa en mi rostro desapareció cuando mire mi reflejo en el espejo, el vestido, el peinado, el maquillaje arruinado.
Si... Definitivamente era una estúpida.
Tonta sin remedió.
Empecé a buscar un helado color azul para Percy, no importaba el sabor.
Entonces lo sentí. Un escalofrío en mi nuca y una sensación de hundimiento en mi estómago. Mire a mi alrededor. No veía nada, apenas había clientes y se veían bastante normal. Inhale con profundidad, tratando de percibir la escencia del mounstro, pero no logré percibir nada en el aire. Todo normal.
Pero me seguía sintiendo incómoda. Había algo raro. Fuera de lugar.
— Hola, sirenita.
Mi cuerpo da un salto al igual que un gato asustado. Miro a mi derecha con la mano en el pecho, allí apoyado en el cristal de la nevera está un chico con una gran sonrisa resplandeciente.
Un sonido líquido llama mi atención, bajo la cabeza y noto como el charco de líquido naranja que se extiende en el suelo blanco. Había golpeado por accidente una de las bebidas.
Genial. Iba a tener que pagar por ello.
— Es de mala educación hacer eso.—Gruño y salgo del charco naranja.—Casi se me sale el corazón.
Apolo me mira con sus ojos azules llenos de brillo y bate sus pestañas.
— ¿Hago que tú corazón se aceleré?— Me cuestiona el dios de la luz que me miraba con ternura. Hermoso.
Hago una mueca de disgusto.
— No dije eso.— Resoplo.
— Te ves bien. Creciste mucho.— Dijo mirándome fijamente.
No puedo evitar mirarlo mal. No tengo nada encontrá de Apolo, excepto por claro; Es un dios.
— Si, eso hacen los humanos.— Murmuro con obviedad.
— Escuché que intentaron tomarte a la fuerza.—Menciona con simpleza y mi sangre se congela. En realidad no se expresión puse, pero debió ser muy mala para que Apolo se cohibiera.—Tema difícil supongo. Me alegra que no haya pasado, mi tiempo como mortal me volvió más humilde y se que debe ser doloroso para tí.
Abro la boca, pero no digo nada.
Tomo mi cesta con los productos que iba a comprar y suelto un simple:
— Adiós.
Me di media vuelta, dirigiendome hacia la caja registradora. Apolo me siguió con pasos rápidos para caminar a la par y seguir conversando.
— Solo quería decirte que tienes todo mi apoyo.— Exclama con cierto tono de nerviosismo.— Incluso cuando tu padre divino quiso fulminar al hijo de Afrodita— Empecé a caminar mucho más rápido y Apolo hizo lo mismo. No quería escucharlo, no quería saber nada de eso—Yo apoyé totalmente su decisión aunque estuviera prohibido intervenir, por suerte el hijo de Hades estaba cerca y te ayudo... — Giro en la esquina.—Si no el juicio en el Olimpo hubiera sido un poco más dramático que el suyo en la Nueva Roma.
Me detengo de golpe.
— ¿Que quieres Apolo?— Exclamó.
El se detiene de golpe y parpadea. Nervioso, juega con sus dedos.
— Quiero que vengas conmigo.—
Me pide el dios Apolo y yo frunsco el ceño, abriendo ligeramente mi boca. El rubio divino niega varias veces con la cabeza y se corrige.—Necesito de tu apoyo para encontrar mi arco. — Dice de forma esperanzada.—Una misión. Tu y yo.— Apolo toma mi mano libre.
Miro a mi alrededor.
Espera, ¿Me habla a mí?
Apartó su mano de la mia lentamente y doy un paso hacia atrás.
— Bueno, la verdad es que tenía pensado hacer otra cosa este verano que no fuera morir o embarcarme en una misión peligrosa.—Murmuro con desinterés—Así que...— Tanteo.
Cosas que involucran a Nico y a mí en actividades que se clasificarían en un libro para mayores de dieciocho.
— Por favor.— Dice en tono de suplica.—Te lo pido como amigo, no estás obligada a ayudarme
Maldicion. Justo en mi conciencia.
— Maldición.
Los chicos se reunieron en la casa grande con la pareja de héroes del Olimpo, desde allí miraban a la hija de Neptuno sentada sobre la hierba verde y fresca en una colina.
A su lado estaba el dios Apolo con una guitarra de madera, recitandole una canción con mucho sentimiento.
— ¿Que está pasando?— Pregunto Leo extrañado por la visión.
— Yo no tengo idea.— Murmuro Annabeth, apoyando una de sus manos en su vientre hinchado.
— Están esperando que Rachel llegue si mal no recuerdo.— Les explicó el rubio hijo de Zeus.— Para que Kali y Apolo inicien su búsqueda.
—Quiero vomitar.— Gruño Nico.
— Yo también.— Lo apoyo Percy.
—Asi que Apolo perdió su arco.— Tanteo Piper.—Se ve bastante relajado para ser alguien que fue robado...
— Es obvio que solo quiere comerse los huecitos de Kali en una sopa bien caliente.— Bufo Leo con burla a la vez que cruzaba de brazos, riendo.
—¡No hables de los huesos de mi hermana! ¡Dioses!— Gruñe Percy mientras se soba el entrecejo.
—¿Por qué te pones así? ¿Quien mejor para ser el novio de Kali que un dios?— Le cuestiona Leo, curioso.
Percy mira al moreno con ojos de lunático listo para ser internado.
— Sobre mi heroico y salado cadáver.—Dice entre dientes.—Creo que el peor escenario en el mundo sería que ese rubio divino se vuelva novio de Kali. No dejaré que eso pase, nunca.— Exclamó el pelinegro, señalando de forma acusadora al dios.
A lo lejos, Apolo hizo una mueca y dejo de tocar la guitarra.
— Te estoy escuchando.— Su vos se oyó clara apesar de la lejanía.
Percy entrecerró sus ojos.
— Quiero que me escuches.—Susurro el hijo de Poseídon, amenazante.
—Concuerdo.— Le apoyo Annabeth.—Los dioses tienen ...A olvidar que ya no estamos en la antigua Grecia y no pueden ir por la vida embarazando adolecentes.— Explica con simpleza.
— ¡Ahis! ¡Nunca!— Percy se estremece y se sacude.—Se me revolvió el estómago.— Chillo.
— También escuché eso.— Contraatacó Apolo.
— Apolo es rubio.— Dijo Nico.
La mirada oscura del hijo de Hades se cruzó con la acuosa de Kali, quien se encorva y desvía la mirada.
— ¿Y eso que?— Pregunta Jason.
— Tengo que raparlo.
Definitivamente Nico no estaba feliz con la noticia. Una parte de el, la más egocéntrica, le decía que el era mucho mejor que el dios Apolo, la otra parte se estaba muriendo de los celos.
Apolo y Kali. En un auto deportivo rojo cereza, recorriendo el mundo para buscar su arco mágico por no se cuántos días. Solos. Juntos. Y el muy hijo de Leto es rubio ¡Rubio de ojos azules! ¡Debe ser una broma!
No. No era su mejor momento.
Lo único que le tranquilizaba era que si iban juntos Kali estaría segura.
¿Pero acaso Apolo no puede resolver sus propios problemas? ¡Es un dios...! ¿Que paso con todo esa mierda de ser humilde y más considerado?
Esto parecía más una larga cita glorificada a la que ella no podía negarse a ir. Leo tenía razón.
Nico relamio sus labios nerviosamente.
El creyó tener más tiempo. Que si se esforzaba lo suficientemente podría ganarse su corazón, y pasar de un lige momentáneo a su novio oficialmente. El estaba seguro que podría. Podía ver el cariño y amor en los ojos de Kali, lo único que hacía falta era que ella se tomará el tiempo para procesar esos sentimientos y se diera cuenta de que yo sería un fantástico novio.
Solo tenía que demostrárselo con acciones, que podía ser dedicado, fiel, atento y empático...
Que juntos podíamos resolver cualquier diferencia.
Pero ahora mismo no podría decir que estaba cerca de lograrlo...
Además, ellos nisiquiera habían hablado de la exclusividad. No había ningún acuerdo implícito entre ellos.
¿Que pasa si Apolo logra seducirla? ¿Si se enamora de el? Claro que no durarán mucho por qué es un dios y seguramente se vaya en cuanto la ... NO, DEFINITIVAMENTE NO PASARÁ.
Me asome por la puerta abierta de su cabaña y la mire armar su mochila. Se veía un poco enojada. Se ve adorable cuando está así, como frunce el ceño y aprieta sus labios rosas afelpados.
— ¿Ya te vas?— Pregunto. Ella cierra su mochila y se gira para verme.
— A ti que te importa.
Kali se pone la mochila al hombro, sale de la cabaña pasando por mi lado en la puerta, pero nisiquiera me ve.
Al instante siento que se me baja la presión y la sonrisa en mi rostro se desvanece como si nunca hubiera existido en un primer lugar.
Cuando la veo subir al asiento de copiloto del carro solar una sensación de pánico me ataca. Está molesta. Es obvio, me lanzó esa mirada que me dice que duerma con un ojo abierto.
Kali es sumamente vengativa.
¿Pero que hice? Apenas está mañana estábamos besándonos.
Los veo alejarse por el cielo nocturno y los celos me inundan.
— Estoy orgulloso de lo tranquilo que estás.— Exclama Jason y me da unas palmaditas en el hombro.— Pensé que ibas a enloquecer.— Menciona.
—Si, estoy... — Murmuro aturdido.
¡OH, MISERABLE HIJO DE PUTA...! ¡VOY A SACARTE LAS TRIPAS CON UN SACACORCHOS SI LA TOCAS!
— Increíblemente calmado.— Afirmó.
Kali Guardalupe Reyes Pov.
— Así fue como casi hago que maten a Jason…—El rubio se giró para verme.—¿Te gustó la historia?— Pregunto.
Lo miro en silencio. Pasar tanto tiempo pensado me está volviendo fatalista, no puedo parar de pensar en Nico. En qué cuando vuelva lo voy a matar, lo voy a matar a golpes.
— ...— Parpadeó.—Hemos viajado por 24 horas, ¿A dónde vamos?
Hasta ahora lo único que habíamos hecho es cenar en un caro restaurante y ver la apuesta de sol. Y un montón de cosas de pareja que no involucran buscar su arco o monstruos salvajes.
— Seguimos a un gigante.—Por fin habla del supuesto ladron.—Hay algunos que sobrevivieron desde los tiempos de la antigua Grecia, y se mantienen en la sombras robando.—Me explica con la vista en los cielos.
— Bien.— Murmuro.
Debo aceptar que no he sido la mejor compañía en esta misión, pero perdi la paciencia hace media hora cuando casi chocamos con un avión.
— Y por eso creo que haríamos un buen Mix.— Me mira con una sonrisa radiante.—¿Te imaginas? Sería un bebé realmente lindo y poderoso.
Mis ojos se abren por completo.
— ¡Vete a la mierda!— Chillo me acomodo sobre mi espalda, y empiezo a patearlo.—¡Déjame bajar!
Apolo grita y se cubre con los brazos. Yo grito y sigo lanzando patadas. El auto se descontrola y gira en círculos en el aire hasta que nos estrellamos.
Cinco minutos después Apolo me está siguiendo con el auto a baja velocidad mientras yo camino por la carretera.
— Kali, solo fue una sugerencia—Le indicó.—Por favor, vuelve al auto.
Me abrazo a mí misma y le lanzó una mirada de muerte al dios.
— Muérete.—Gruño.— No iré a ningún lado contigo.
Llegó a una gasolinera y le digo a Apolo que se mantenga alejado. Él decide esperarme en el auto, para dejar que me calme lejos de él.
Estoy tan enojada que me sorprende no haberme regresado poseída por la ira para seguir golpeándolo. Sé que no es su intención incomodarme, sé que es un buen tipo. Pero Apolo presiono una fibra sensible dentro de mí.
La maternidad. Y los niños.
Básicamente lo mismo.
No sé por qué me siento tan incómoda con todo el concepto de ser madre.
Y la forma en que lo dijo, como si fuéramos dos animales de raza que son cruzados para obtener un valioso ejemplar, me removió el estómago.
Me tratan como si … Fuera un animal exótico. No una persona.
Camino en círculos a lo largo del pequeño estacionamiento. Solo hay unos cuantos autos, estábamos en una zona boscosa así que es natural que no exista un gran flujo de gente.
Meto mis manos en los bolsillos de mi chaqueta rosa, siento una superficie metálica redonda en la palma de mi mano y recuerdo que siempre llevo dracmas en mis bolsillos. Pienso en Nico inmediatamente, me agacho y hago brotar un rocío de agua en el aire creando un pequeño arcoíris.
Quizás hablar con él me haga sentir mejor. Solo quiero ver su rostro…
Hago una petición a la diosa iris y el reflejo distorsionado se transforma en la imagen de un pelinegro que logro reconocer de inmediato. Es Nico.
Está demasiado lejos como para notarme a simple vista, pero yo si tengo una visión clara de él, está sentado en una camilla mientras sostiene su brazo sangrante.
¿Está en la enfermería? ¿Con quién se peleó esa cara de mazorca?
Maldito emo, creí que habíamos quedado en que iba a esperarme para aterrorizar juntos a los campistas.
Estuve a punto de llamarlo, pero su nombre se queda atrapado en mi garganta como un quejido.
—Sabes que te quiero.— Dice con simpleza. Mi estómago se contrae al escucharlo.—Siempre serás especial para mí.— Su voz es suave, el tono que suele utilizar conmigo.
Pero no me está viendo.
Empiezo a sudar frío. Siento una soga atarse alrededor de mi cuello y cortar mi respiración. No me permite tragar saliva, ni pronunciar palabra.
Apretó mis manos alrededor de mis rodillas y me encojo sobre mí misma.
— Waah…— Sisea con ternura. Y se lanza a abrazarlo.— Yo también te quiero mucho, tonto.— Exclama.
Las palabras se amontonan en mi garganta y mi cuerpo tiembla.
Un torbellino de emociones choca en mi interior, pero una creciente furia hace que mi rostro se calienta.
— Ya…— Balbuceó.— ¡Ya basta! ¡No quiero ver más!— Grito y sacudo mi mano sobre el espejismo, el mismo se dispersa como una nube.
Me levanto de golpe. Mi cuerpo tiembla salvajemente y mi mente zumba como una colmena.
Siento que voy a explotar.
— Es… —Empiezo a dar vueltas en círculos en el estacionamiento. Una chispa se enciende en mi pecho y se extiende por mi cuerpo. Me siento rara, mi respiración se agita, pero no siento que el oxígeno esté llegando a mi sangre. Creo que tengo taquicardia de nuevo.—¡Maldito perro! ¡Grr…!
Mis brazaletes se transforman en dagas, utilizo el mango para romper la ventana del auto. Todas las ventanas. Hasta que no puedo parar, entierro la punta en el costado de la puerta y la arrastró hasta el otro extremo. Grito. Grito hasta que mi garganta arde y cuando eso pasa gruñó. Entierro la daga por completo en la llanta del auto, lo apuñaló una y otra vez.
Imaginando que es la cara de mazorca del estúpido hijo de Hades.
Cuando me detengo, tengo la respiración agitada y la sangre hirviendo en mis venas.
Apretó con fuerza mis dagas.
Veo todo rojo.
Solo puedo escuchar el sonido de la alarma del auto y el aire presurizado saliendo de los neumáticos.
— Shsss…—Apolo me toma de los hombros y me guía rápidamente a su carro solar.—Hay que irnos de aquí antes de que llamen a la policía.—Susurra en un tono preocupado.
Otra vez estábamos de regreso en el carro solar. En silencio. El rubio de ojos azules mira a Kali cada cinco segundos, empezaba a tener miedo. La hija de Neptuno se veía furiosa, tenía una mueca perpetua en sus labios y ojos llenos de fuego.
Ya habían pasado 20 minutos y seguía pareciendo que iba a estallar como un jodido volcán… O peor, podría hacer estallar un volcán. Estaba asustado.
— Lamento, si te ofendí, solo estaba diciendo hechos.—Dice Apolo en voz baja, tratando de sonar inofensivo y que su cara no se viera como un tiro al blanco para su puño—No quería molestarte, puedes golpearme si eso te hace sentir mejor… En la cara no.
La pelirroja cobriza no respondió, pero empezó a temblar como loca.
—…
Eso asustó mucho más a Apolo.
La chica provocaba tsunamis, terremotos y hacer estallar los volcanes inactivos. Tenía miedo.
— Oye, Kali…—Se giró para mirarla y se aferró al volante.—¿Estás bien?
La mueca de frustración de Kali se transformó en una expresión rara, tenía toda la cara tensa. Como si estuviera intentando contenerse.
— No.— Balbuceó con la voz entre cortada, gruesas lágrimas empezarán a caer por sus mejillas rosadas.—¡No! ¡No estoy bien…!— Dijo entre llantos. Kali se cubrió el rostro con sus manos temblorosas y empezó a sollozar.
Apolo detuvo el auto en el cielo y empezó a agitar sus manos, sin saber si tenía que abrazarla para consolarla, ahorcarse a sí mismo para darle risa o darle palmadas en la espalda.
— Lo siento, lo siento.—Empezó a chillar el dios mientras buscaba como loco una caja de pañuelos.—No llores por favor, no quería hacerte llorar.— Se disculpa una y otra vez.
— ¡Yo no estoy llorando…!— Grito.
Detuvo su llanto y lo miro. Tenía la cara roja, sus labios apretados y los ojos cristalizados por las lágrimas. Se contuvo durante unos segundos antes de que las lágrimas cayeran como cataratas por sus mejillas.
Apolo se alarmó.
— Oh, conozco este tipo de llanto…—Soltó con incredulidad. Se recostó del asiento y le dio una mira comprensiva a la pelirroja—¿Qué fue lo que paso?
Ella se detiene. Trata de explicarse o hablar, pero su voz se corta.
— Es que… Es que, yo.— Jadea, sin aliento, entre llantos.—¡Yo lo quiero mucho…!— Admite con la voz rota.—¡Y, y pensé que él también me quería!—Grita con frustración y luego estalla en llanto de nuevo. Inconsolable.
— Ay, dioses.— Susurro el rubio celestial.—Sé mucho sobre el amor y el rechazo, cuando era un dios joven perdí a mi novio Jacinto y pensé que el dolor jamás…—Apolo sintió una punzada de dolor en el pecho—¡Ah! ¡Jacinto! ¡Debí ser yo quien fuera golpeado por ese puto frisbee!
Kali y Apolo pasaron media hora llorando, abrazados.
Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el capítulo. Año nuevo y un nuevo capitulo, comenten y voten.
Me pone triste pensar que Kali sito a Nico para hablar de sus sentimientos por el y este no asistió.
¿Que les pareció el capítulo?
Memes del capítulo;
Más o menos así suena la mente de Kali cuando ve a Nico:
Bye bye.
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