24.

"Cacería"

.
.
.
.
.

Nico di Angelo Pov.

Los actuales acontecimientos son irónicos para Nico di Angelo.

Consideran que esa mañana se había planteado teñirse el cabello de rubio, por qué estaba convencido de que a Kali le gustaban los rubios, Cassius, Magnus y esa chica maga que conoció en el centro comercial, Sadie Kane.

Estudiaba en la misma preparatoria que ella y la odio profundamente.

Kali lo beso. Ella se acercó y lo besó.

No por un reto.

No por qué estuviera obligada a hacerlo o por qué estuviera bajo la influencia de la diosa Afrodita.

Lo hizo por qué quiso hacerlo.

Y fue… Todo.

Todo lo que imagino. Todo con lo que fantaseo por años. Y mucho más.

Me siento eufórico, siento que voy a estallar de la felicidad. Aún recuerdo la sensación de sus labios contra los míos, del agradable calor que emana su cuerpo y el olor a cereza inundó todos mis sentidos. Nunca me había sentido de esta forma en mi vida, tan lleno de emoción y alegría.

Y puede que me haya sentido abrumado y escapado.

Escape.

Y le dije que se mantuviera «A dos metros» de distancia de mí.

Aún me pican las yemas de los dedos por la necesidad de tocarla. No hablo de algo sexual, no. En realidad, con un abrazo, acariciar sus mejillas… Basta.

Si soy totalmente sincero ya me había hecho a la idea de que Guardalupe era una persona asexual. Y estaba bien. No me importaba. Igualmente, quería estar con ella de forma romántica. El sexo no era tan importante para mí, valía pena totalmente el celibato solo para tener el título de novio de Kali y permanecer cerca de ella toda la vida.

¿Demasiado pronto para pedir que se case conmigo? ¿Cuándo será tiempo?

Y por fin estaba pasando y estaba sinceramente aturdido.

No sabía qué hacer ni como reaccionar a su iniciativa.

¡Maldición! ¡Yo no soy así! ¡Debería presentarse en la cabaña de Kali y besarla! ¡Y eso sería todo!

¿Por qué en lugar de hacer eso estaba recluido en su cabaña viendo anillos de compromiso por internet?

—Caí en una espiral…— Murmuro aturdido.— Voy a llamar a Jason.

Apenas se llevó el teléfono a la oreja, escucho golpes en su puerta. Se puso de pie y abrió la puerta esperando ver al rubio hijo de Júpiter, pero justo allí, parada frente a él, se encontraba la dueña de sus crisis existenciales.

Kali tenía una linda sonrisa en sus labios en forma de corazón, llenos y suaves. Labios que él había besado. Y ojos en forma de media luna llenos de maldad, sí, había maldad allí. Y eso le gustaba. Tenía el pelo marrón rojizo suelto a sus costados, dos coletas en hondas atadas con una cinta rosa en forma de lazos. Vestía la camisa del campamento mestizo arremangada por encima de su ombligo, y traía una minifalda de color verde militar con bolsillos a sus costados. Malvada.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral y se me erizo la piel.

— Veamos una película.— Pedio la chica de mejillas sonrojadas. Por el maquillaje, aunque me gustaría que tuviera un sonrojo natural.— Ahora.

— ¿Es una propuesta o una orden?

Kali sonrió mostrando sus dientes.

— La segunda.— Respondió.

Le cerré la puerta en la cara. Cuando me encontré aislado en mi cabaña me empecé a golpear la cabeza y jalar el cabello, por lo que acaba de hacer.

¡¿Por qué!? ¿¡Por qué hice eso!? ¡Esta era mi oportunidad…!

«¿Qué pasa amigo? ¿Por qué me llamas?» Hablo Jason del otro lado de la línea con una voz calmada.

— Perdí el control de mi vida.— Susurré, apoyándome contra la puerta para mantenerla cerrada.

«¿De nuevo?» Pregunto, Jason.

— Mi hai sbattuto la porta in faccia, ma hai lasciato la finestra aperta?—Chasqueo su lengua y se recostó de la pared, estaba sentada en el marco de la ventana, balanceando sus piernas—Stai perdendo il tocco.— Siseo.

Me cerraste la puerta en la cara, pero ¿Dejaste la ventana abierta?— Estás perdiendo el toque.

Nico apretó tanto el teléfono en su mano que este traqueteo y el cristal cayó al suelo desprendido. Su corazón fue de cero a cien en un instante.

«¿Nico? ¿Qué pasa?»Pregunto Jason.

—Te hablo luego.— Relamió sus labios y dejo su teléfono sobre la cómoda (necesitaba comprar uno nuevo).

El pelinegro colocó sus manos a los lados de sus caderas. Y miro a Kali.

— Eres una malcriada.— La acusa y una sonrisa se forma en sus labios rosados de la pelirroja cobriza.

Igualmente, terminamos viendo una película llamada «Bailarina» que se trataba básicamente de una joven bailarina que se suicida y su amiga busca venganza con las personas que la lastimaron y la llevaron a eso.

No lo sé, me costaba prestar atención teniendo a Kali en el mismo cuarto.

La pelirroja cobrizo resoplo y se giró para mirarme a los ojos.

—¿En serio?— Me cuestionó.

Ella estaba sentada en el filo de la cama y yo estaba en la cabecera. Es decir, que estábamos en extremos diferentes, lo más alejados posible.

— Tienes que estar a dos metros de distancia, eres peligrosa.— Me excuso.

El gesto de Kali se tensa.

—Deja de tratarme como si tuviera lepra.— Me pide, molesta.—Acércate, no muerdo.—Me alentó la joven.

— Pero apuñalas.

Kali puso los ojos en blanco.

— Pero no muerdo.— Repuso.

Me pegó aún más a la cabecera de la cama y mi corazón se estremece.

— Siento que viniste a atormentarme y no para ver una película.—Opino.

Ella se enfada. Hace una mueca y se cruza de brazos, parece que la lleve al de su límite de paciencia. Se levantó de la cama y me mira impaciente.

— ¡No es mi culpa que estés enamorado de mí o algo así…!

Toda la sangre en mi cuerpo se enfría, empiezo a sudar frío, siento que una soga atada alrededor de mi garganta y mi piel se eriza ante la acusación.

— ¿Qué? — Balbuceó.—Kali, ¿Qué fue lo que dijiste?— Pregunto con la voz entre cortada y llena de nerviosismo.

Kali rueda los ojos.

—Por los dioses, no te hagas el tonto.— Exclama.—¿Te gustó cierto? ¿Te gustó mucho?— Pregunta.

Nico quiere que se lo trague la tierra y lo escupa en Australia.

— Q-que…—Nico suelto una risa ahogada y nerviosa.—¿De qué? ¿De qué estás hablando?— Balbuceó.

La mirada de Kali se enfurece y alza una de sus cejas, con la boca apretada.

— ¿Así…?

Kali camina directo hacia el closet. Me alarmo. Literalmente salto por encima de la cama para intentar detenerla.

Fue muy tarde.

— ¡No! ¡Espera…!

Kali abre el closet y se gira hacia mí con los brazos cruzados.

— Sé que tienes otro de estos en tu casa en Brooklyn.—Señala sus fotos pegadas en la puerta de mi armario. Y mi rostro arde con fuerza—Ya me ha pasado tres veces, lo que no es mucho, pero es curioso que haya pasado tres veces.— Concluye con seriedad.

— No es lo que crees. — Trago saliva.— Que tenga fotos tuyas no significa nada ¿Okey? Simplemente, no tenía dónde ponerlas, así que las pegué en mi armario.— Miento, y miento.

— ¿No lo es? — inhala profundamente y me mira.— Me cuesta distinguir si te gusto… O lo que realmente quieres es descuartizarme en algún bosque.— La pelirroja cobriza teoriza.—Y guardar los pedazos en tu alacena.— Agrega.

Dioses, ¿Por qué toda la gente de ojos de color parece que ven dentro de tu alma? Siento que me estoy ahogando.

Kali camina hacia mí decidida y yo retrocedo rápidamente, me tropiezo y caigo sentado en la cama.

— ¿Qué haces?—Balbuceo. Ella literalmente parada frente a mí.

Tengo que alzar la cabeza para poder verla a la cara. Y siento que el corazón se me va a salir por la garganta.

—Ay, creo siempre lo supe, no eres bueno disimulando.— Afirma. Pone su rodilla aun lado de mi muslo y la otra del otro lado. Y se sienta en mi regazo, quedando frente a mi rostro.—Lo veo en tus ojos Nico, soy legado de Afrodita, sé dé lo que hablo.—Ella apoya su pecho contra el mío, cierro los ojos y tiemblo al contacto. Siento que no soy capaz de respirar.—Cada que me miras, tus pupilas se dilatan y tu cerebro libera hormonas como la dopamina, es la hormona que te hace sentir eufórico, controla el placer y las emociones. — Su cuerpo se pega por completo al mío y siento que todo se contrae dentro de mí. Mi respiración se vuelve pesada y el aire denso—La noradrenalina, es la que te hace sentir nervioso como ahora.—Empuja su pequeña nariz contra mi mejilla.—Hace que tu corazón lata con fuerza y tus manos suden— Maldita. Cómo es que sabe lo que me pasa.—Por último va la serotonina, es la que hace que te obsesiones.— Aparta mi flequillo con su mano, cuando sus dedos rozan con mi piel abro mis ojos para verla.—Que quieras hablar cada minuto con esa persona, ella hace que aumente tu temperatura corporal como tú ahora. Todas las señales están allí, Nico.

— Y-yo no…— Trató de negarme, pero su aroma a cereza y miel me ciega.

Sus ojos se ven tan hermosos de cerca, llenos de matices verdes y azules. Sus pupilas están dilatadas, como un gato, y sus ojos llenos de estrellas. Una de mis manos se aferra a las sábanas y la otra sobre el muslo desnudo de Kali.

Siento una ráfaga de electricidad correr por mi espalda cuando siento su piel cremosa debajo de mis dedos, es tan suave y tersa que siento la necesidad de apretarla aún más.

— Apuesto a qué quieres que te bese otra vez.— Susurra apenas.

Su respiración caliente choca contra la mía, entrelazándose. Está tan cerca que solo nos separa un centímetro de distancia, solo necesito inclinarme un poco y cortar cualquier espacio entre nosotros. Bueno, a la mierda. Necesito besarla o voy a morir ahora mismo.

Me inclino hacia ella y busco sus labios, nuestros labios se rozan, pero Kali se echa hacia atrás y me evita.

Ella se ríe. Su risa es tan clara y llena de maldad que me hacía sentir miles de mariposas esqueléticas revoloteando dentro de mi estómago. Sus labios se presionan contra las comisuras de mis labios, y siento que todas las células de mis mejillas explotan a la vez.

Dioses. Voy a volverme loco.

Una sensación creciente de ansiedad sube por mi garganta.

— Basta.—Pido.— Necesito que te quites de encima, Kali.—Balbuceo.

La tomo de la cintura y trato de empujarla, sin aplicar fuerza.

Sé que debería hacer, pero no soy capaz de hacerlo y no quiero.

¡No deberías estar haciendo estás cosas con Kali…! Me siento culpable, siento que le estoy faltado el respeto.

— Supongo que…— Parpadea varias veces.—Te gustó de más.

Me estremezco por completo y miro hacia abajo notando el bulto en mis pantalones. Mi rostro se calienta y se pone rojo por completo cuando caigo en cuenta que Kali está sentada sobre mi erección. Guardalupe, mi Kali.

Estoy hiperventilando. Voy a morir de vergüenza y nerviosismo.

— Oye, Kali.— Mi voz temblorosa suena de ultratumba.

Ella entrecierra los ojos y se levanta de mi regazo lentamente.

— Siento que la vibra cambio, y creo que estás molesto…— Teoriza.

—¡Fuera de aquí…! ¡Fuera de aquí pequeño demonio! ¡Corre antes de que te atrapé y te mandé al Tártaro!

Kali huye de mi cabaña mientras yo hago un berrinche monumental.

Media hora después estábamos sentados uno al lado del otro en la mesa de la cabaña de Poseidón.

— Oye, ¿Sigues molesto conmigo…?— Susurro la pelirroja cobrizo.

La miro de reojo y sigo comiendo.

—Me lanzaste la mirada, así que supongo que sigues molestó.—Dice en voz baja.— No vas a hablarme ¿La ley del hielo? ¿En serio?— Pregunta.

—Eres molesta— Suspiro fastidiado.—Pero no puedo estar enojado contigo por mucho tiempo.—Admito.

— No finjas, no estás enojado.— Ella me empuja con su hombro.—Sabes puedo leerte como la palma de mi mano, es un talento que tengo.

Paro de comer y giró el rostro para mirarla a la cara. Ella sonríe.

— ¿Desde hace cuánto tiempo?—Pregunto con la garganta apretada.

— Desde siempre.— Afirma.—Lo hago con todos.—Me explica la más baja.

—Siempre.— Murmuro.

¿Qué quiere decir? ¿Qué estos cuatro años ha sabido perfectamente lo que siento por ella? ¿Y no dijo nada?

— Sí, siempre.

Mierda. Siempre lo supo.

Nico se sentía como poseído, tenía el cuerpo caliente y la cara roja como un tomate. No podía respirar, le latía tan rápido el corazón que sentía que se le iba a salir por la garganta.

Estaba fuera de sí mismo.

Salió corriendo a la cabaña de Zeus, pero estaba tan nervioso que todo el cuerpo le temblaba, se tropezó varias veces y cayó al suelo otro par, como si sus malditas piernas no funcionarán correctamente o que hubiera perdido por completo la capacidad de usarlas.

Cuándo llegó a la cabaña 1 tocó agresivamente la puerta.

Pronto Nico estaba caminando en círculos dentro de la cabaña de Zeus.

— ¡E-ella es como…! ¡Es como si estuviera bajo un hechizo!— Chillo tratando de explicar como si sentía.—E-está jugando con mi mente…

— Creo que no estoy comprendiendo.— Admite Jason, aturdido.

—¡Coqueteando! ¡Kali me está coqueteando! ¡Lo sé y ella lo sabe! ¡Y me está volviendo loco!— Grito y se cubrió el rostro con las manos.

Estaba rojo. Sus orejas, mejillas, nariz, incluso sus manos estaban rojas.

— Pero eso no es como… Todo lo que quieres en esta vida.— Le cuestionó.

— ¡Sí! ¡Pero no así…! — Exclama.—¡Me siento como un crío! ¡Me hace sentir tan pequeño y nerviosa, y toda la mierda que dijo de las hormonas…!

Jason gira ligeramente su cabeza.

— ¿Hormonas?

— ¡Hormonas…!— Chilla Nico.

— Estás muy melodramático hoy.— Opina Piper.—No sé qué te molesta tanto, esta es la oportunidad que has estado esperando. ¿No?— Pregunta.

— Siento que olvidó como hablar cuando actúa así, se me derrite el cerebro.—Me siento en una silla con las manos apoyadas en mis rodillas.—Y no quiero actuar como un idiota preadolescente, inexperto y torpe…— Me echo el cabello hacia atrás con las manos.—Pero es como si no pudiera controlarme frente a ella.— Admite.

— Deberías seguirle el juego.—Le sugiere la morena hija de Afrodita.

Nico analiza su voz, se frota los ojos y la mira y por primera vez desde que entró en la cabaña se da cuenta de que Piper siempre estuvo allí. Maldición.

— Piper no te atrevas a contarle esto a las demás hijas de Afrodita.—Nico le advirtió, frotándose la cien.

— Creo que Piper tiene razón.— Opina Jason.—A Kali le gustan las dinámicas de poder, es natural para ella. Sobre todo cuando es quien tiene el poder.— Dice pensativa.—Es por eso que actúa tan tranquila en estas situaciones, si llegarás a tomar el control probablemente se cierre.

Trato de pensar con la cabeza fría en ello, pero solo recuerdo la sensación de tener a la hija de Neptuno sentada sobre mi regazo mirándome. Tuve un escalofrío y me sobo el pecho.

— ¿Entonces solo dejo que juegue conmigo hasta que esté segura?— Le cuestionó en un tono amargado.

— Lo haces sonar mal.—Refuta Jason en tono pensativo.— Míralo de esta forma— Me pide.— Ella está bailando a tu alrededor, intentando buscar los pasos correctos para llegar a ti.

— Bien.—Me levantó de la silla y empiezo a caminar en círculos.— Dejaré que Kali haga su danza de apareamiento o algo así.

— Bien.—Dicen Piper y Jason a la vez.

— ¡Pero no dejaré que esa mocosa me mangonee! ¡Nunca!— Aseguró.

(. . .)


Kali Reyes Pov.

Practicar con la espada ya se había vuelto una rutina. Nunca fui buena con la espada, las lanzas y dagas eran lo mío, pero estaba tratando de salir de mi zona de confort ahora mismo.

Llevaba semanas practicando, aún no era tan buena, la espada nunca fue lo mío, pero se notaba el avance por lo destruido que quedaban los muñecos de paja con los que entrenaba. Aun así aún me ponía sudar frío cuando veía una espada, me recordaba a la muerte de mi Pegaso y me ponía mal. Esto era algo parecido a la terapia de Shock.

Habían pasado dos años, y aun así no había vuelto a convivir con pegasos o ir a los establos, cuando antes era mi actividad favorita en el campamento.

—Lo estás haciendo mal.— Escuché una voz masculina detrás de mí.

Sonríe para mis adentros al reconocer la voz de Nico de inmediato.

Respiré hondo, borre la sonrisa de mis labios. Enderece mi espalda.

—¿Así? ¿Tú lo harías mejor?— Le cuestioné con rudeza.

Casi pude imaginar la expresión que hizo. Lo conocía bien, y Nico era cuando mucho alguien bastante orgulloso y narcisista.

— Indudablemente.— Confirmó con total seguridad e hice una mueca al intentar echarme a reír.

Lo sentí caminar hacia mí desde atrás, cuando entro en mi campo de visión note que traía puesta su chaqueta de aviador y una camisa negra de cuello alto, unos jeans negros rasgados y sus lindas botas al estilo militar (quería robarlas, pero no me quedan).

Camino hacia mí, con los brazos cruzados sobre su pecho, se posicionó a mi lado y me miró de reojo.

—Vamos, señor, soy bueno en todo.—Le alenté con sarcasmo y un toque diversión, señalando el muñeco de paja con mi espada.—Adelante.

Nico sonrió con un cierto toque de malicia, como si hubiera aceptado el reto. El chico desenvainó su espada de hierro Estigio que emanaba sombras y por alguna razón no sentí miedo del filo de su espada. No me recordó ese momento fatídico en el Coliseo.

No siento ansiosa, no cuando se trata de Nico. Él me mira directamente a los ojos y da un suave movimiento con su brazo en dirección al muñeco de paja.

Solté una pequeña risa.

— Fallaste.— Le indiqué y él puso los ojos en blanco.

— Mira de nuevo, sirenita.

Nico señaló el muñeco de paja con la cabeza, este parecía estar ileso, pero lentamente su parte superior fue deslizándose hasta caer al suelo.

Lo había cortado por la mitad, un corte limpio y casi quirúrgico.

Exhale con fuerza.

— Está manipulado. —Afirme y Nico rio por mi tono de voz acusador.— Estás en la mafia italiana, no podría ser de otra forma.— Bufé.

— Estás en negación.— Comentó Nico con falsa pena por mí.

El pelinegro vuelve la espada a su funda atada a sus caderas.

—No puedes engañarme, cara de mazorca.— Respiré hondo, negando con la cabeza.— Después de todo eres el gánster del campamento mestizo.

Nico me dio un pequeño sape en la frente, me reí, pues traía puesto un casco y lo único que provocó fue que el yelmo se deslizara sobre mi frente y me cubriera los ojos por un momento.

— Deja eso de la mafia italiana.

—¿Por qué? Es gracioso.— Levantó el Yelmo para verlo.— Además, sé que te la pasas amenazando a los campistas…— Susurro con malicia y Nico frunce el ceño fingiendo molestia mientras sus mejillas adquieren un color rojo.

— Mejor concéntrate en practicar con la espada.— Gruñe. Empuja mi Yelmo hacia abajo para ocultar mis ojos y se aleja.—Tu técnica es horrible.

— UH, eso fue cruel.— Bufé, vuelvo a levantar mi Yelmo y recojo mi espada.

El pelinegro cerro su mano alrededor de mi antebrazo, no pregunto, solo me llevo hasta uno de los muñecos para explicarme cómo hacerlo bien.

Supuse que me gritaría durante una hora mientras trataba de enseñarme, luego se rendiría conmigo y allí terminaría todo el asunto.

Aunque Nico solía ser muy paciente conmigo, siempre lo había sido.

Nico se puso detrás de mí, las puntas de sus pies chocaron con mis talones haciéndome trastabillar. Tan cerca de mi cuerpo que podía sentir su pecho rozar con mi espalda, con sus manos guío mi cuerpo a la postura indicada y al terminar paso una de su gran mano desde mi brazo hasta llegar por fin a mi muñeca, dónde estaba la mano que estaba sosteniendo la espada y dejo que su mano libre descansará sobre mi cintura. Por suerte traía puesta la armadura o mi reacción hubiera sido unas mil veces peor. Mordí mi lengua.

Un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal, seguido de un gran subidón de temperatura que se fue directo a mis mejillas, Incluso podía escuchar los latidos de mi corazón, retumbar con fuerza en mi oído. Maldito perro.

Lo está haciendo apropósito. Lo sé.

Parpadee múltiples veces, hice una mueca de disgusto para evitar que una sonrisa apareciera en mis labios; solo respiré hondo y traté de ignorar esa sensación en mi pecho.

Pero… ¿Había la necesidad de hacer eso? ¿Verdad?

Ahora mi cabeza no paraba de imaginar cosas que no debería, se siente como un sueño.

Igualmente, no iba a quejarme.

—Aquí…— Me indicó.—Y aquí, son puntos vitales.—Hablo a mi oído, pude sentir su respiración caliente chocar contra mi oído.

Oh, no.

Me contuve para no chillar o ponerme a saltar. No sabía qué estaba pasando con mi cuerpo, con mi mente.

Espero que no se dé cuenta de que estoy temblando como gelatina, es decir, mi corazón está latiendo muy fuerte y rápido, lo escucho en mis oídos tan claramente que me resulta una maldita tortura, pero… ¿Qué pasa si él también puede escucharlo?

No estaba prestando atención, mi mente estaba muy lejos de su lugar en mi cabeza. Más precisamente en su gran mano, tomando mi muñeca, y su respiración fría chocando contra mi rostro y cuello, me resultaba difícil incluso respirar en este punto. Sentía un terrible hormigueo recorrer todo mi cuerpo de arriba abajo, como si algún dios estuviera clavando agujas pequeñas en mi piel, cada zona que Nico tocaba o rozaba mientras trataba de guiarme dejaba un camino de ardor en mi piel. Me volvía loca.

Dios, creí que iba a desmayarme si no se apartaba de inmediato.

— Tienes que aplicar más fuerza, de esta forma.— Me explico, cosa que ignore hasta que ya no pude hacerlo.

Nico literalmente tiro de mi cuerpo al avanzar hacia el muñeco, guiando mi brazo y espada en todo el proceso con facilidad, al dar un corte perfecto que decapito la cabeza de nuestro amigo, el muñeco de paja de un tajo. Eso me volvió a la realidad. Parpadeo varias veces y me giró para mirarlo.

—¿Entendiste?— Pregunto Nico.

— A-ah… bueno, es algo más complicado de lo que pensé.— Balbucee, no mentía del todo.

La verdad es que no había entendido nada de lo que dijo, ni siquiera preste atención a lo que decía.

— Vamos, pon algo de tu parte.— Me regaño, volviendo a su posición.

Él tenía que inclinarse para estar a mi nivel (debido a la diferencia de altura había altura entre ambos) así que su mejilla terminaba rozando con la mía; Y otra vez agradecí traer yelmo, si no Nico podría ver mis expresiones con mucha facilidad y averiguar en lo que estoy pensando ahora mismo.

Tragué saliva.

Esta vez intenté no distraerme o perderme en mis pensamientos debido a su cercanía. Analicé cada uno de los movimientos, dejando mi cuerpo sin resistencia para que él pudiera mostrarme cómo debería de hacerlo, fue complicado, pero termine viendo de otro modo técnicas que no alcanzaba a comprender cuando estaba entrenando con Quiron.

Era totalmente diferente que alguien te tratara explicar una técnica a qué literalmente te guiarán en todo el proceso para que comprendieras realmente como debía sentirse.

—¿Entendiste?— Nico giro su cabeza para verme a los ojos.

— Esta vez, sí.— Aseguré, totalmente concentrada.

—Lo harás por tu cuenta ahora.

— Claro, profesor di Angelo.— Exclame con la energía de un soldado.

Ahora mismo solo quería demostrarle lo que podía hacer. Quería que me viera como una persona capaz, y no una damisela en apuros.

Nico no dijo nada, solo me miro en silencio, tampoco se apartó de mí.

Por un momento creí que iba a cuestionarme algo o recordarme algo, pero solo se quedó callado y mantuvo su mirada oscura sobre mis ojos, lo que terminó haciéndome sentir un poco intimidada por los intensos y fríos que resultaban sus orbes.

No podía imaginar lo que estaba pensando y eso me ponía de los nervios siempre.

Arquee una ceja.

— Nico… Suéltame.— Pedí, pues aún estaba peligrosamente cerca de mí.

Él se alejó de inmediato, indicándome con la mano que siguiera.

Me puse en posición, apreté el mango de la espada e intenté dar un corte limpio. Mi técnica siempre consistía normalmente en hacer movimientos complicados o demasiado elaborados, lo que vuelve más lenta. Esta vez intenté ir directo al corte, solo un golpe con todas mis fuerzas.

— ¡Ah…! ¡Creí que estaba cerca! —Grite con frustración, balanceando mi espada y clavándola en el suelo.

Me giro sobre mis talones, me quité el casco y respiré hondo, llevando mi abundante cabello hacia atrás.

— Hey, tonta.—Nico puso una de sus manos y la colocó sobre mi cabeza, girándola hacia los muñecos de paja.— Mira otra vez.

Para mi sorpresa el muñeco de paja frente a mí se deshizo, este término siendo partido por la mitad con un corte limpio. No lo podía creer.

—No, puede ser... ¡¿Lo viste Nico?! ¡Lo logré! ¡Gracias…! —Empecé a gritar de la emoción, saltando de un lado al otro, incluso solté mi espada durante mi celebración.—¡Soy genial! ¡Toma eso espada…!— Patee el arma.

— No estuvo tan mal.— Dijo Nico, mirando el muñeco desechó.

— ¡Gracias Nico! ¡Eres el mejor maestro!—Me lancé a los brazos de Nico, abrazándolo.

El chico se fue hacia atrás, pero logró detenerse antes de que ambos cayeran al suelo. Nico se tensó por completo como una piedra al sentir el cuerpo cálido de Kali contra el suyo, dejo de respirar en ese instante, sin saber muy bien dónde colocar sus brazos o si devolver la muestra de afecto.

Nico extendió su mano hacia la chica, habiendo logrado reaccionar, por fin se arrepintió de no haber devuelto el abrazo; Eran amigos después de todo, los amigos se abrazan. Ella lo miraba con una sonrisa divertida y ojos llenos de brillo, la misma sonrisa burlona que le daba desde que eran niños.

— Amm…— Nico se cubrió la boca con la mano, y se contuvo a sí mismo para no intentar de coquetear.— Ven, te enseñaré otros movimientos.

Era una buena excusa para estar cerca por qué kali nunca aprendió a usar la espada, incluso se le daba mucho mejor el arco y las dagas.

Se posicionó detrás de ella, puso mi mano sobre mi antebrazo y la deslicé por hasta su muñeca que sostenía la espada de bronce celestial. Tome su cintura y la jale hacia mí, provocando que chocará contra mí de forma algo más ruda de los que pensé. Ella se sobresaltó y me miro molesta.

— No seas tan rudo.— Se quejó y él se inclinó provocando que Kali apretara los labios y se quedará callada.

— Calladita y escucha a tu profesor, dijiste que era el mejor del mundo.— Kali rodeó los ojos y volvió su vista al muñeco de paja frente a ellos.

Estuvieron practicando un buen rato, muy cerca el uno del otro.

Para ser sinceros, Nico solo estaba aprovechando la oportunidad para abrazarla y oler su cabello. Guío la mano de kali con gran habilidad y corto un brazo del maniquí hecho de paja. Kali giró el rostro para verlo con una sonrisa, estaban tan cerca que solo los separaba unos centímetros.

Alguien hizo sonar su garganta, lo que provocó que ambos se separaran de inmediato como si alguien los hubiera atrapado haciendo algo malo.

Ambos semidioses miraron a la hija de Afrodita a unos metros de ellos, con los brazos cruzados sobre su pecho y una sonrisa burlona en su rostro, Kali parpadeo y sintió sus mejillas arder, por su parte el hijo de Hades estaba mucho peor, el pobre tenía el rostro del color del cabello de la hija de Neptuno, asombrosamente tímido para la opinión de Piper.

— Ah, Percy… Percy me está llamado, ya me voy.—Kali se quitó el Yelmo y se fue a paso apresurado, sonrojada.

—Kali, espera, dejaste …—La llamo, pero fue muy tarde.—Tu espada.

Nico soltó la espada y se giró para ver a la morena de ojos arcoíris.

— ¿Estás feliz? Convivir tanto con Jason te volvió metiche.— Exclamó.

— Yo te veo muy feliz últimamente, pero no puedo evitar sentirme un poco preocupada.— Piper se acercó con los brazos cruzados.—Por Kali.

— Yo nunca lastimaría a Kali.

— No apropósito, eso lo sé.—Piper lo mira pensativo.—Pero ella nunca ha tenido una relación romántica, y mira lo que pasó cuando creyó tenerla… Kali no tiene tanta experiencia como tú en este campo.— Me advierte.—Tal vez es demasiado pronto para ustedes, ¿No lo crees?— Le pregunto.

— ¿Piensas que…? No soy bueno para ella.— Le cuestionó apagado.

— Ella es buena para ti, los dos sacan lo mejor del otro. Pero Kali solo tiene 16 años, los acaba de cumplir.—Me explica.—Y tú has vivido mucho.

— ¿No opinas que soy un enfermo?

— Algo.

— Piper.— Resopla Nico.

— Es normal que te hayas enamorado de ella, es tierno, incluso lo mucho que la quieres.— Piper se acerca y le da un par de palmadas en el hombro.—Mi madre Afrodita está segura de que acabará juntos, no te preocupes.

— ¿Y si ella consigue a alguien más?

— Es Kali Guardalupe Reyes de la rosa, solo es capaz de enamorarse de alguien, siendo manipulada por una posición de amor y la embrujahabla.

Piper estaba reafirmando el miedo que tenía Nico de que esté no fuera su momento… Que iba a lastimarla, incluso de forma inconsciente.

Escucho a la líder de la cabaña de Afrodita y tomo una decisión.

Iba a pedirle a la hija de Neptuno que permanecieran como solo amigos

Por ahora.

Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo, Kali definitivamente lo está dando todo de si misma para conseguir su cometido.

Es gracioso ver cómo Nico no sabe cómo reaccionar ante tanto la situación.

Meme del capítulo:

Bye bye.

Si no comentan me emputo y no público hasta el próximo año ರ⁠╭⁠╮⁠ರ

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top